El don de los años

CHITTISTER, J.,

El don de los años.
Saber envejecer.

Sal Terrae, Santander, 2009, 222 pp.

“¡Qué bellas las hojas envejecidas”, escribe J. Burroughs. “¡Cuán llenos de luz y color están sus últimos días”. Dicen que la apreciación de la vida nos favorece, pero con frecuencia llega tarde. Es bueno descubrir que el cumplir años es un don, no una desgracia. “Esperamos llegar a viejos y, sin embargo, nos da miedo la vejez”, afirma J. Bruyère. “Estamos deseosos de vivir y tememos la muerte”. Nos da miedo envejecer y morir. A esto nos invita la autora de este libro a aceptar la vejez como una parte natural de la vida, como una etapa que es, a no tener miedo. La ancianidad nos confiere sabiduría, y nos ilumina para comprender todas las etapas anteriores.

En la contraportada se nos dice: “Tras examinar las múltiples dimensiones del envejecimiento, abordar la conciencia de rechazo que deriva de sentirse de algún modo al margen de la vida, reflexionar sobre la tentación de aislarse de los cambios que están aconteciendo y sobre la necesidad de permanecer involucrados, etc., describe lo que ocurre cuando las antiguas relaciones terminan y nuevas gentes y retos ocupan su lugar. Habla sobre el miedo al mañana y el misterio de la eternidad -y sobre cómo arreglárselas con todo ello-. El don de los años despliega, pues, un conjunto de temas esenciales que afloran con la edad para llevarnos a la plenitud de la vida, para renovarnos una vez más”.

En la introducción la autora afirma que los destinatarios de este libro son los que están al borde de la “tercera edad”, los que desean reflexionar sobre su envejecimiento y quienes se hallan preocupados por sus padres. Ella escribe de lo que ha visto en las personas mayores con las que ha convivido y lo hace sobre la vida más allá de su dimensión física, fijándose en la dimensión espiritual.

J. Chittister, benedictina, es una de las más célebres escritoras de espiritualidad católica y de las más leídas de nuestro tiempo, desarrolla, brevemente, -en esta obra cuarenta temas: miedo, alegría, adaptación, relaciones, éxito, religión, tiempo, tristeza, sueños, soledad, fe… Y termina con un epílogo donde cita a R. Browning: “¡Envejeced conmigo! Todavía nos espera lo mejor, lo último de la vida, meta de lo primero: nuestros días están en Sus manos…”.

Sólo se vive una vez y por eso “debemos estar dispuestos a desasirnos de la vida que hemos planeado, a fin de disfrutar de la vida que nos aguarda” (E. M. Forster). Sin embargo, Chittister ha llegado a la conclusión de que no es cierto de que sólo se viva una vez, pues cada vida es un mosaico compuesto de múltiples piezas y cada vida es una serie de vidas.

– Eusebio Gómez Navarro.