Lectio jue, 9 feb, 2023

Oración

Vela, Señor, con amor continuo sobre tu familia; protégela y defiéndela siempre, ya que sólo en ti ha puesto su esperanza. Por nuestro Señor.

Lectura del santo Evangelio según Marcos 7,24-30

Jesús salió de Genesaret y se fue a la región donde se encuentra Tiro. Entró en una casa, pues no quería que nadie se enterara de que estaba ahí, pero no pudo pasar inadvertido. Una mujer, que tenía una niña poseída por un espíritu impuro, se enteró enseguida, fue a buscarlo y se postró a sus pies.

Cuando aquella mujer, una siria de Fenicia y pagana, le rogaba a Jesús que le sacara el demonio a su hija, él le respondió: «Deja que coman primero los hijos. No está bien quitarles el pan a los hijos para echárselo a los perritos». La mujer le replicó: «Sí, Señor; pero también es cierto que los perritos, debajo de la mesa, comen las migajas que tiran los niños».

Entonces Jesús le contestó: «Anda, vete; por eso que has dicho, el demonio ha salido ya de tu hija». Al llegar a su casa, la mujer encontró a su hija recostada en la cama, y ya el demonio había salido de ella.

Reflexión

En el Evangelio de hoy, veremos cómo Jesús atiende a una mujer extrajera de otra raza y de otra religión, lo cual estaba prohibido por la ley religiosa de aquella época. Inicialmente, Jesús no quería atenderle, pero la mujer insistió y consiguió lo que quería: la curación de la hija.

Jesús trata de abrir la mentalidad de los discípulos y de la gente más allá de la visión tradicional. En la multiplicación de los panes, había insistido en el compartir (Mc 6,30- 44). En la discusión sobre lo que es puro e impuro, había declarado puros todos los alimentos (Mc 7,1-23). Ahora, en este episodio de la Mujer Cananea, supera las fronteras del territorio nacional y acoge a una mujer extranjera que no pertenece al pueblo y con la que estaba prohibido conversar. Estas iniciativas de Jesús, nacidas de su experiencia de Dios como Padre, eran extrañas para la mentalidad de la gente de la época. Jesús ayuda a la gente a abrir su manera de experimentar a Dios en la vida.

Marcos 7.24: Jesús sale del territorio. En el evangelio de ayer (Mc 7,14-23) y de antes de ayer (Mc 7,1-13), Jesús había criticado la incoherencia de la “Tradición de los Antiguos” y había ayudado a la gente y a los discípulos a salir de la prisión de las leyes de la pureza. Aquí, en Mc 7,24, sale de Galilea. Parece querer salir de la prisión del territorio y de la raza. Está en el extranjero, y parece que no quiere ser conocido. Pero su fama había llegado antes que él. La gente sabe y le busca.

Marcos 7.25-26: La situación. Una mujer llega cerca y empieza a pedir por la hija enferma. Marcos dice explícitamente que era de otra raza y de otra religión. Esto es, era pagana. Ella se lanza a los pies de Jesús y empieza a suplicar para que cure a su hija poseída por un espíritu impuro. Los paganos no tenían problema en recorrer a Jesús. Los judíos ¡sí que tenían problemas en convivir con los paganos!

Marcos 7.27: La respuesta de Jesús. Fiel a las normas de su religión, Jesús dice que no conviene tirar el pan de los hijos y darlo a los cachorros. Frase dura. La comparación está sacada de la vida familiar. Hasta hoy, niños y cachorros es lo que más hay en los barrios pobres.

Jesús afirma una cosa que es cierta: ninguna madre saca el pan de la boca de los hijos para darlo a los cachorros. En este caso, los hijos eran los judíos y los cachorros, los paganos. En la época del AT, por causa de la rivalidad entre los pueblos, un pueblo acostumbraba a llamar a otro “cachorro” (1Sam 17,43). En los otros evangelios Jesús explica el porqué de su rechazo: “No fui enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel” (Mt 15,24). Es decir: “El Padre no quiere que yo me ocupe de esta mujer”

Marcos 7,28: La reacción de la mujer. Ella concuerda con Jesús, pero amplía la comparación y la aplica a su caso: “Sí, Señor; que también los perritos comen bajo la mesa migajas de los niños.” Es como si dijera: “Si soy perrito, entonces tengo los derechos de los perritos, es decir, ¡las migajas me pertenecen!” Ella sencillamente sacó las conclusiones de la parábola que Jesús contó y, mostró que, hasta en la casa de Jesús, los perritos comían las migajas que caían de la mesa de los niños. Y en la “casa de Jesús”, esto es, en la comunidad cristiana, la multiplicación del pan para los hijos fue tan abundante que estaban sobrando doce cestos (Mc 6,42) para los “cachorros”, esto es, para ella, ¡para los paganos!

Marcos 7,29-30: La reacción de Jesús: “Por lo que has dicho, vete; el demonio ha salido de tu hija.” En los otros evangelios se explicita: “¡Grande es tu fe! ¡Que se cumpla tu deseo!” (Mt 15,28). Si Jesús atiende la súplica de la mujer es porque comprende que, ahora, el Padre quiere que él escuche su petición. Este episodio ayuda a percibir algo del misterio que envolvía a la persona de Jesús y como él convivía con el Padre. Era observando las reacciones de las personas y las actitudes de las personas, que Jesús descubre la voluntad del Padre en los acontecimientos de la vida. La actitud de la mujer abre un nuevo horizonte en la vida de Jesús.

A través de ella, él descubre mejor que el proyecto del Padre es para todos los que buscan la vida y quieren liberarse de las cadenas que aprisionan su energía. Así, a lo largo de las páginas del evangelio de Marcos, hay una apertura creciente hacia los demás pueblos. De este modo, Marcos lleva a los lectores y a las lectoras a abrirse, poco a poco, a la realidad del mundo de alrededor y a superar ideas preconcebidas que impiden la convivencia pacífica entre la gente.

Esta apertura hacia los paganos aparece de forma muy clara en la orden final que Jesús da a los discípulos, después de su resurrección: ”Id por el mundo, proclamad el Evangelio a toda la creación” (Mc 16,15).

Para la reflexión personal

Tú, ¿qué haces concretamente, para convivir en paz con personas de otras iglesias cristianas? En el barrio donde vives ¿hay gente de otras religiones? ¿Cuáles? ¿Hablas normalmente con personas de otras religiones?

¿Cuál es la apertura que este texto nos pide hoy a nosotros, en familia y en comunidad?

Oración final

¡Dichosos los que guardan el derecho,
los que practican siempre la justicia!
¡Acuérdate de mí, Yahvé,
hazlo por amor a tu pueblo,
ven a ofrecerme tu ayuda. (Sal 106,3-4)

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Lectio mié, 8 feb, 2023

Oración

Vela, Señor, con amor continuo sobre tu familia; protégela y defiéndela siempre, ya que sólo en ti ha puesto su esperanza. Por nuestro Señor.

Lectura del santo Evangelio según Marcos 7,14-23

Jesús llamó de nuevo a la gente y les dijo: «Escúchenme todos y entiéndanme. Nada que entre de fuera puede manchar al hombre; lo que sí lo mancha es lo que sale de dentro».

Cuando entró en una casa para alejarse de la muchedumbre, los discípulos le preguntaron qué quería decir aquella parábola. Él les dijo: «¿Ustedes también son incapaces de comprender? ¿No entienden que nada de lo que entra en el hombre desde afuera puede contaminarlo, porque no entra en su corazón, sino en el vientre y después, sale del cuerpo?» Con estas palabras declaraba limpios todos los alimentos.

Luego agregó: «Lo que sí mancha al hombre es lo que sale de dentro; porque del corazón del hombre salen las intenciones malas, las fornicaciones, los robos, los homicidios, los adulterios, las codicias, las injusticias, los fraudes, el desenfreno, las envidias, la difamación, el orgullo y la frivolidad. Todas estas maldades salen de dentro y manchan al hombre».

Reflexión

El Evangelio de hoy es la continuación del asunto que meditamos ayer. Jesús ayuda a la gente y a los discípulos a entender mejor el significado que la pureza tiene ante Dios. Desde siglos, para no volverse impuros, los judíos observaban muchas normas y costumbres relacionadas con comida, bebida, ropa, higiene del cuerpo, lavado de los vasos, contacto con personas de otra religión y raza, etc. (Mc 7,3-4) No tenían permiso para entrar en contacto con los paganos y para comer con ellos. En los años 70, época de Marcos, algunos judíos convertidos decían: “Ahora que somos cristianos tenemos que abandonar estas costumbres antiguas que nos separan de los paganos convertidos.” Pero otros pensaban que debían continuar a observar estas leyes de la pureza (Cf. Col 2,16.20-22). La actitud de Jesús, descrita en el evangelio de hoy, nos ayuda a superar el problema.

Marcos 7,14-16: Jesús abre un nuevo sendero para que la gente se acerque a Dios. Dice a la multitud: “¡Todo lo que de fuera entra en el hombre no puede contaminarle!” (Mc 7,15). Jesús invierte las cosas: lo impuro no viene de fuera para dentro, como enseñaban los doctores de la ley, sino de dentro para fuera. De este modo, nadie más precisa preguntarse si esta o aquella comida o bebida es pura o impura. Jesús coloca lo puro y lo impuro a otro nivel, a nivel del comportamiento ético. Abre un nuevo sendero para llegar hasta Dios y, así, realiza el deseo más profundo de la gente.

Marcos 7,17-23: En casa m casa, los discípulos piden explicación. Los discípulos no entendieron bien lo que Jesús quería decir con aquella afirmación. Cuando llegaron a casa pidieron una explicación. A Jesús le extraño la pregunta de los discípulos. Pensaba que habían entendido la parábola. En la explicación a los discípulos va hasta el fondo de la cuestión de la pureza. ¡Declara puros todos os alimentos! Es decir: ningún alimento que entra en el ser humano puedo volverlo impuro, pues no va hasta el corazón, sino que va al estómago y termina de nuevo fuera del ser humano. Sino que lo que vuelve impuro, dice Jesús, es aquello que sale del corazón para envenenar la relación humana. Y enumera: prostitución, robo, asesinato, adulterio, ambición, etc. Así, de muchas maneras, por la palabra, por la convivencia, Jesús fue ayudando a las personas a ver y a conseguir la pureza de otra manera. Por la palabra, purificaba a los leprosos (Mc 1,40-44), expulsaba a los espíritus impuros (Mc 1,26.39; 3,15.22 etc.), y vencía la muerte que era fuente de toda impureza. Gracias a Jesús que la toca, la mujer excluida como impura queda curada (Mc 5,25-34). Sin miedo a ser contaminado, Jesús come junto con las personas consideradas impuras (Mc 2,15-17).

Las leyes de la pureza en el tiempo de Jesús. La gente de aquella época se preocupaba mucho por la pureza. La ley y las normas de la pureza indicaban las condiciones necesarias para que alguien pudiera presentarse ante Dios y sentirse en su presencia. No era posible presentarse ante Dios de cualquier manera. Pues Dios es Santo. La Ley decía: “¡Sed santos, porque yo soy santo!” (Lv 19,2). Los impuros no podían llegar cerca de Dios para recibir de él la bendición prometida a Abrahán. La ley de lo que es puro e impuro (Lv 11 a 16) se escribió después del cautiverio en Babilonia, unos 800 años después del Éxodo, pero tenía sus raíces en la mentalidad y en las antiguas costumbres del pueblo de la Biblia. Una visión religiosa y mítica del mundo llevaba a la gente a apreciar cosas, animales y a las personas, desde la categoría de la pureza (Gn 7,2; Dt 14,13-21; Nm 12,10-15; Dt 24,8-9).

En el contexto de la dominación persa, siglos V y IV antes de Cristo, ante la dificultad de reconstruir el templo de Jerusalén y para la supervivencia del clero, los sacerdotes que estaban en el gobierno del pueblo de la Biblia ampliaron las leyes de la pureza y la obligación de ofrecer sacrificios de purificación por el pecado. Así, después del parto (Lv 12,1-8), de la menstruación (Lv 15,19-24) o de la cura de una hemorragia (Lv 15,25-30), las mujeres debían ofrecer sacrificios para recuperar la pureza. Los leprosos (Lv 13) o quienes entraban en contacto con cosas y animales impuros (Lv 5,1-13) también debían ofrecer sacrificios. Una parte de estas ofrendas quedaba para los sacerdotes (Lv 5,13). En el tiempo de Jesús, tocar un leproso, comer con un publicano, comer sin lavarse las manos, y tantas otras actividades, etc.: todo esto volvía impura a la persona, y cualquier contacto con esta persona contaminaba a los demás. Por esto, las personas “impuras” debían ser evitadas. La gente vivía con miedo, amenazada siempre por tantas cosas impuras que amenazaban su vida. Estaba obligada a vivir desconfiando de todo y de todos. Ahora, de repente, ¡todo cambia! A través de la fe en Jesús, era posible conseguir la pureza y sentirse bien ante Dios, sin que fuera necesario observar todas aquellas leyes y normas de la “Tradición de los Antiguos”. ¡Fue una liberación! ¡La Buena Nueva anunciada por Jesús sacó a la gente de la defensiva, del miedo, y le devolvió las ganas de vivir, la alegría de ser hijo y hija de Dios, sin miedo a ser feliz!

Para la relación personal

En tu vida, ¿hay costumbres que consideras sagrados y otros que consideras no sagrados? ¿Cuáles? ¿Por qué?
En nombre de la Tradición de los Antiguos, los fariseos olvidaban el Mandamiento de Dios. Esto ¿acontece hoy? ¿Dónde y cuándo? ¿También en mi vida?

Oración final

La salvación del honrado viene de Yahvé, él es su refugio en tiempo de angustia; Yahvé lo ayuda y lo libera, él lo libra del malvado, lo salva porque se acoge a él. (Sal 37,39-40)

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Lectio mar, 7 feb, 2023

Oración

Vela, Señor, con amor continuo sobre tu familia; protégela y defiéndela siempre, ya que sólo en ti ha puesto su esperanza. Por nuestro Señor.

Lectura del santo Evangelio según Marcos 7,1-13

En aquel tiempo, se acercaron a Jesús los fariseos y algunos escribas, venidos de Jerusalén. Viendo que algunos de los discípulos de Jesús comían con las manos impuras, es decir, sin habérselas lavado, los fariseos y los escribas le preguntaron: «¿Por qué tus discípulos comen con manos impuras y no siguen la tradición de nuestros mayores?» (Los fariseos y los judíos, en general, no comen sin lavarse antes las manos hasta el codo, siguiendo la tradición de sus mayores; al volver del mercado, no comen sin hacer primero las abluciones, y observan muchas otras cosas por tradición, como purificar los vasos, las jarras y las ollas).

Jesús les contestó: «¡Qué bien profetizó Isaías sobre ustedes, hipócritas, cuando escribió: Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. Es inútil el culto que me rinden, porque enseñan doctrinas que no son sino preceptos humanos. Ustedes dejan a un lado el mandamiento de Dios, para aferrarse a las tradiciones de los hombres».

Después añadió: «De veras son ustedes muy hábiles para violar el mandamiento de Dios y conservar su tradición. Porque Moisés dijo: Honra a tu padre y a tu madre. El que maldiga a su padre o a su madre, morirá. Pero ustedes dicen: ‘Si uno dice a su padre o a su madre: Todo aquello con que yo te podría ayudar es corbán (es decir, ofrenda para el templo), ya no puede hacer nada por su padre o por su madre’. Así anulan la palabra de Dios con esa tradición que se han transmitido. Y hacen muchas cosas semejantes a ésta».

Reflexión

El Evangelio de hoy habla de las costumbres religiosas de aquel tiempo y de los fariseos que enseñaban estas costumbres a la gente. Por ejemplo, comer sin lavarse las manos o, como ellos decían, comer con manos impuras. Muchas de estas costumbres estaban desligadas de la vida y habían perdido su sentido. Sin embargo se conservaban o por miedo o por superstición. El Evangelio nos trae algunas instrucciones de Jesús respeto de esas costumbres.

Marcos 7,1-2: Control de los fariseos y libertad de los discípulos. Los fariseos y algunos escribas, venidos de Jerusalén, observaban como los discípulos de Jesús comían con manos impuras. Aquí hay tres puntos que merecen ser señalados: a) Los escribas eran de Jerusalén, ¡de la capital! Significa que habían venido para observar y controlar los pasos de Jesús. b) Los discípulos ¡no se lavaban las manos para comer! Significa que la convivencia con Jesús los llevó a tener valor para transgredir las normas que la tradición imponía a la gente, pero que habían perdido su sentido para la vida. c) La costumbre de lavarse las manos, que hasta hoy, sigue siendo una norma importante de higiene, tenía para ellos un significado religioso que servía para controlar y discriminar a las personas.

Marcos 7,3-4: La Tradición de los Antiguos. “La Tradición de los Antiguos” transmitía las normas que debían de ser observadas por la gente para conseguir la pureza exigida por la ley.

La observancia de la pureza era un asunto muy serio para la gente de aquel tiempo. Ellos pensaban que una persona impura no podía recibir la bendición prometida por Dios a Abrahán.

Las normas de pureza eran enseñadas para abrir el camino hasta Dios, fuente de paz. En realidad, sin embargo, en vez de ser una fuente de paz, las normas eran una prisión, un cautiverio. Para los pobres, era prácticamente imposible observar las muchas normas, las costumbres y las leyes. Por esto, ellos eran despreciados como gente ignorante y maldita que no conocía la ley (Jn 7,49).

Marcos 7,5: Escribas y fariseos critican el comportamiento de los discípulos de Jesús. Los escribas y fariseos preguntaban a Jesús: “¿Por qué tus discípulos no viven conforme a la tradición de los antepasados, sino que comen con manos impuras?”

Ellos fingen que están interesados en conocer el porqué del comportamiento de los discípulos. En realidad, critican a Jesús porque permite que los discípulos no cumplan con las normas de pureza. Los fariseos formaban una especie de hermandad, cuya principal preocupación era la de observar todas las leyes de la pureza. Los escribas eran los responsables de la doctrina. Enseñaban las leyes relativas a observancia de la pureza.

Marcos 7,6-13 Jesús critica la incoherencia de los fariseos. Jesús responde citando a Isaías: Este pueblo me honra sólo con los labios, pero su corazón sigue lejos de mí (cf. Is 29,13).

Insistiendo en las normas de pureza, los fariseos vacían de contenido los mandamientos de la ley de Dios. Jesús cita un ejemplo concreto. Ellos decían: la persona que ofrece al templo sus bienes no puede usarlos para ayudar a los padres necesitados. Así, en nombre de la tradición vaciaban de contenido el cuarto mandamiento que manda amar al padre y a la madre. Estas personas parecían muy observantes, pero lo eran sólo hacia fuera. Por dentro, ¡su corazón quedaba lejos de Dios! Como dice el canto: “¡Su nombre es el Señor y pasa hambre, y clama por la boca del hambriento, y muchos que lo ven pasan de largo, a veces por llegar temprano al Templo!”. En el tiempo de Jesús, la gente, en su sabiduría, no concordaba con todo lo que se le enseñaba. Esperaba que un día el mesías viniese a indicar otro camino para alcanzar la pureza. En Jesús se realiza esta esperanza.

Para la reflexión personal

¿Conoces alguna costumbre religiosa de hoy que ya no tiene mucho sentido, pero que sigue siendo enseñado?
Los fariseos eran judíos practicantes, pero su fe activa era desligada de la vida de la gente. Por eso, Jesús los criticó. Y hoy, ¿Jesús nos criticaría? ¿En qué?

Oración final

¡Yahvé, Señor nuestro, qué glorioso es tu nombre en toda la tierra!
Al ver tu cielo, hechura de tus dedos, la luna y las estrellas que pusiste,
¿qué es el hombre para que te acuerdes de él,
el hijo de Adán para que de él te cuides? (Sal 8,2.4-5)

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Lectio lun, 6 feb, 2023

Oración

Vela, Señor, con amor continuo sobre tu familia; protégela y defiéndela siempre, ya que sólo en ti ha puesto su esperanza. Por nuestro Señor.

Lectura del santo Evangelio según Marcos 6,53-56

Jesús y sus discípulos terminaron la travesía del lago y tocaron tierra en Genesaret.
Apenas bajaron de la barca, la gente los reconoció y de toda aquella región acudían a él, a cualquier parte donde sabían que se encontraba, y le llevaban en camillas a los enfermos.
A dondequiera que llegaba, en los poblados, ciudades o caseríos, la gente le ponía a sus enfermos en la calle y le rogaba que por lo menos los dejara tocar la punta de su manto; y cuantos lo tocaban, quedaban curados.

Reflexión

El texto del Evangelio de hoy es la parte final del conjunto más amplio de Marcos 6,45-56 que comprende tres asuntos diferentes: a) Jesús sube solo a la montaña para rezar (Mc 6,45-46). b) Enseguida, al ir sobre las aguas, va al encuentro de los discípulos que luchan contra las olas del mar (Mc 6,47-52). c) Ahora, en el evangelio de hoy, estando ya en tierra la gente busca a Jesús para que sane sus enfermedades (Mc 6,53-56).

Marcos 6,53-56. La gente le busca. “Terminada la travesía, llegaron a tierra en Genesaret y atracaron. Apenas desembarcaron, le reconocieron en seguida, recorrieron toda aquella región y comenzaron a traer a los enfermos en camillas adonde oían que él estaba. Y dondequiera que entraba, en pueblos, ciudades o aldeas, colocaban a los enfermos en las plazas y le pedían que tocaran siquiera la orla de su manto; y cuantos la tocaron quedaban salvados”. La gente busca a Jesús y acude numerosa. Viene de todos los lados, cargando a los enfermos.

Lo que llama la atención es el entusiasmo de la gente que reconoce a Jesús y le va detrás. Lo que impulsa a esta búsqueda de Jesús no es sólo el deseo de encontrarse con él, de estar con él, sino también el deseo de que él sane sus enfermedades. “recorrieron toda aquella región y comenzaron a traer a los enfermos en camillas adonde oían que él estaba. Y dondequiera que entraba, en pueblos, ciudades o aldeas, colocaban a los enfermos en las plazas y le pedían que tocaran siquiera la orla de su manto; y cuantos la tocaron quedaban salvados”. El evangelio de Mateos comenta e ilumina este hecho citando la figura del Siervo de Yahvé, del cual Isaías dice: “Cargó sobre sí todas nuestras enfermedades” (Is 53,4 y Mt 8,16-17).

Enseñar y curar, curar y enseñar. Desde el comienzo de su actividad apostólica, Jesús anda por todos los poblados de Galilea para hablar a la gente sobre el Reino de Dios que está por llegar (Mc 1,14-15). Allí donde no encuentra gente para escucharle, habla y transmite la Buena Nueva de Dios, y acoge y sana a los enfermos, en cualquier lugar: en las sinagogas durante la celebración de la Palabra los sábados (Mc 1,21; 3,1; 6,2); en reuniones informales en casas de amigos (Mc 2,1.15; 7,17; 9,28; 10,10); andando por el camino con los discípulos (Mc 2,23); a lo largo del mar en la playa, sentado en un barco (Mc 4,1); en el desierto donde se refugia y donde la gente le busca (Mc 1,45; 6,32-34); en la montaña, de donde proclama las bienaventuranzas (Mt 5,1); en las plazas de las aldeas y ciudades, donde la gente carga a los enfermos (Mc 6,55-56); en el Templo de Jerusalén, en ocasión de las romerías, diariamente, ¡sin miedo (Mc 14,49)! Curar y enseñar, enseñar y curar era lo que Jesús más hacía (Mc 2,13; 4,1-2; 6,34). Era lo que siempre hacía (Mc 10,1). La gente quedaba admirada (Mc 12,37; 1,22.27; 11,18) y le buscaba.

En la raíz de este gran entusiasmo de la gente estaba, por un lado, la persona de Jesús, que llamaba y atraía, y, por el otro, el abandono de la gente que era como oveja sin pastor (cf. Mc 6,34). En Jesús, ¡todo era revelación de aquello que lo animaba por dentro! El no solamente hablaba sobre Dios, sino que más bien lo revelaba. Comunicaba algo de lo que el mismo vivía y experimentaba. No sólo anunciaba la Buena Nueva del Reino. El mismo era una prueba, un testimonio vivo del Reino. En él aparece aquello que acontece cuando un ser humano deja que Dios reine en su vida. Lo que vale no son sólo sus palabras, sino sobre todo el testimonio, el gesto concreto. ¡Esta es la Buena Nueva del Reino que atrae!

Para la reflexión personal

El entusiasmo de la gente en busca de Jesús, en busca de un sentido de la vida y una solución para sus males. ¿Dónde hay esto hoy? ¿Lo hay en ti, en mí?

Lo que llama la atención es la actitud cariñosa de Jesús hacia los pobres y los abandonados. Y yo ¿cómo me comporto con las personas excluidas de la sociedad?

Oración final

¡Cuán numerosas tus obras, Yahvé!
Todas las hiciste con sabiduría, de tus criaturas se llena la tierra.
¡Bendice, alma mía, a Yahvé! (Sal 104,24.35)

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Lectio Dom, 5 feb, 2023

Sal de la tierra y luz del mundo
Escuchar las palabras de Jesús, partiendo de la experiencia de hoy
Mateo 5,13-16

Oración inicial

Señor Jesús, envía tu Espíritu, para que Él nos ayude a leer la Biblia en el mismo modo con el cual Tú la has leído a los discípulos en el camino de Emaús. Con la luz de la Palabra, escrita en la Biblia, Tú les ayudaste a descubrir la presencia de Dios en los acontecimientos dolorosos de tu condena y muerte. Así, la cruz, que parecía ser el final de toda esperanza, apareció para ellos como fuente de vida y resurrección.

Crea en nosotros el silencio para escuchar tu voz en la Creación y en la Escritura, en los acontecimientos y en las personas, sobre todo en los pobres y en los que sufren. Tu palabra nos oriente a fin de que también nosotros, como los discípulos de Emaús, podamos experimentar la fuerza de tu resurrección y testimoniar a los otros que Tú estás vivo en medio de nosotros como fuente de fraternidad, de justicia y de paz. Te lo pedimos a Ti, Jesús, Hijo de María, que nos has revelado al Padre y enviado tu Espíritu. Amén.

2. Lectura

Clave de lectura de las dos parábolas:

Hace dos domingos que habíamos meditado las bienaventuranzas, que constituyen el principio del Sermón de la Montaña y que describen las ocho puertas de entrada en el Reino de Dios, para una vida en comunidad (Mt 5,1-12). En este domingo meditamos la parte siguiente, que presenta (Mt 5,13-16) dos parábolas muy conocidas, la de la luz y la de la sal, con las que Jesús describe la misión de la comunidad. La comunidad debe ser sal de la tierra y luz del mundo. La sal no existe para sí, sino para dar sabor al alimento. La luz no existe para sí, sino para iluminar el camino. Nosotros, nuestra comunidad, no existimos para nosotros mismos, sino para los otros, para Dios.

Casi todas las veces que Jesús quiere comunicar un mensaje importante, recurre a una parábola o comparación, sacado de la vida de cada día. En general, no explica las parábolas, porque tratan de cosas que todos conocen por experiencia. Una parábola es una provocación. Jesús provoca a los oyentes para que usen su propia experiencia personal para entender el mensaje que Él quiere comunicar. En el caso del Evangelio de este domingo, Jesús quiere que cada uno de nosotros analicemos la experiencia que se tiene de la sal y de la luz para entender la misión de nosotros los cristianos.

¿Habrá alguno en este mundo que no sepa qué cosa es la sal o la luz?

Jesús parte de cosas muy comunes y universales para comunicar su mensaje.

Una división del texto para ayudar en la lectura:
Mateo 5,13: La parábola de la sal
Mateo 5,14-15: La parábola de la luz
Mateo 5,16: Aplicación de la parábola de la luz

El texto:

Jesús dijo a sus discípulos: «Ustedes son la sal de la tierra. Si la sal se vuelve insípida, ¿con qué se le devolverá el sabor? Ya no sirve para nada y se tira a la calle para que la pise la gente.

Ustedes son la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad construida en lo alto de un monte; y cuando se enciende una vela, no se esconde debajo de una olla, sino que se pone sobre un candelero, para que alumbre a todos los de la casa.

Que de igual manera brille la luz de ustedes ante los hombres, para que viendo las buenas obras que ustedes hacen, den gloria a su Padre, que está en los cielos».

Un momento de silencio orante

para que la Palabra de Dios pueda entrar en nosotros e iluminar nuestra vida.

Algunas preguntas

… para ayudarnos en la meditación y en la oración.

¿Cuál es la parte que más te ha llamado la atención? ¿Por qué?

En primer lugar, antes de tratar de entender el significado de las palabras de Jesús sobre la sal, intenta reflexionar dentro de ti sobre la experiencia que tú tienes de la sal en tu vida y trata de descubrir esto: “Según mi opinión ¿para qué sirve la sal?”

Partiendo después de esta experiencia personal sobre la sal, trata de descubrir el significado de las palabras de Jesús para tu vida y para la vida de la comunidad y de la Iglesia. ¿Estoy siendo sal? ¿Está siendo sal nuestra comunidad? ¿Está siendo sal la Iglesia?

Para ti ¿qué significa la luz en tu vida? ¿Cuál es tu experiencia de la luz?

¿Cuál es el significado de la parábola de la luz partiendo de la aplicación que Jesús mismo hace de la parábola?

Para los que desean profundizar más en el tema

Contexto del discurso de Jesús:

Contexto literario:

Los cuatro versículos del evangelio de este domingo (Mt 5,13-16) se encuentran entre las ocho bienaventuranzas (Mt 5,1-12) y la explicación de cómo hace falta entender la Ley transmitida por Moisés (Mt 5,17-19). Después viene la nueva lectura que Jesús hace de los mandamientos de la Ley de Dios (Mt 5,20-48). Jesús pide considerar la finalidad de la ley que según Él se contiene en estas palabras: “Sed perfectos como es perfecto vuestro Padre celestial” (Mt 5,48) ¡Jesús nos pide imitar a Dios! A la raíz de esta nueva enseñanza de Jesús, se encuentra la nueva experiencia que Él tiene del Padre.

Observando así la ley, seremos Sal de la tierra y Luz del mundo. Contexto histórico:

Muchos judíos convertidos continuaban siendo fieles a la observancia de la ley, como hacían desde la infancia. Pero ahora, habiendo aceptado a Jesús como Mesías, y siendo fieles al mismo tiempo a las enseñanzas recibidas de sus padres y de los rabinos, ellos estaban colocándose fuera de su pasado hebreo, eran expulsados de las sinagogas por los antiguos maestros y hasta por sus padres (Mt 10,21-22). Y hasta en la propia comunidad cristiana, sentían decir por los paganos convertidos, que la Ley de Moisés estaba superada y que no era necesario observarla. Se encontraban entre dos fuegos.

De un lado, los antiguos maestros y compañeros que los excomulgaban. Por otro lado los nuevos compañeros que les criticaban. Todo esto causaba en ellos tensiones e inseguridades. La apertura de unos criticaba la cerrazón de los otros y viceversa.

Este conflicto generó una crisis que llevó a encerrarse cada uno en sus posiciones. Algunos querían seguir adelante, otros querían colocar la luz bajo la mesa. Y muchos se preguntaban: “Pero en definitiva ¿Cuál es nuestra misión?”. Las parábolas de la sal y de la luz nos ayudan a reflexionar sobre la misión.

Comentario del texto:

Mateo 5,13: La parábola de la sal

Usando imágenes de la vida cotidiana, con palabras sencillas y directas, Jesús hace saber cuál es la misión y la razón de ser de la Comunidad: ¡ser sal! En aquel tiempo, con el caldo que se hacía, la gente y los animales tenían necesidad de tomar mucha sal. La sal se expendía por los vendedores en grandes bloques y estos bloques se colocaban en la plaza para poder ser consumados por la gente. La sal que quedaba caía a tierra, no servía ya para nada y era pisado por todos. Jesús evoca este uso para aclarar a los discípulos la misión que deben realizar. Sin sal no se podía vivir, pero lo que restaba de la sal no servía para nada.

Mateo 5,14-16: La parábola de la luz

La comparación es obvia. Nadie enciende un candelabro para colocarlo bajo un celemín. Una ciudad puesta en lo alto de un monte no consigue permanecer oculta. La comunidad debe ser luz, debe iluminar. No debe tener miedo de mostrar el bien que hace. No lo hace para ser vista, pero lo que hace, puede y debe ser visto. La sal no existe para sí. La luz no existe para sí. Así debe ser una comunidad: no puede encerrase en sí misma.

Ampliar la visión de las Bienaventuranzas:

Las Bienaventuranzas en el contexto de las comunidades de la época

Entre los judíos convertidos existían dos tendencias. Algunos pensaban que no era necesario observar las leyes del Antiguo Testamento, porque somos salvos por la fe en Jesús y no por la observancia de la ley (Rom 3,21-26). Otros pensaban que ellos, siendo judíos, debían seguir observando las leyes del Antiguo Testamento (Act 15,1-2). En cada una de estas dos tendencias existían grupos más radicales. Ante este conflicto, Mateo intenta un equilibrio para unir los dos extremos. La comunidad debe ser un espacio donde este equilibrio se pueda conseguir y pueda ser vivido. La comunidad debe ser centro de irradiación de este vivir y mostrar a todos el verdadero significado y objetivo de la Ley de Dios. La comunidad no quiere abolir la ley, sino que quiere llevarla a cumplimiento (Mt 5,17). Las comunidades no pueden andar contra las leyes, ni pueden encerrarse en sí mismas en la observancia de la ley. Como Jesús, deben dar un paso y mostrar en la práctica el objetivo que la ley quiere conseguir, o sea la práctica perfecta del amor. Viviendo así serán “Sal de la Tierra y Luz del Mundo”.

Las varias tendencias en las comunidades de los primeros cristianos

Los fariseos no reconocían en Jesús el Mesías y aceptaban sólo el Antiguo Testamento. En las comunidades existían personas que simpatizaban con la línea de los fariseos. (Act 15,5).

Algunos judíos convertidos aceptaban a Jesús como Mesías, pero no aceptaban la libertad de Espíritu con el que las comunidades vivían la presencia de Jesús resucitado (Act 15,1).

Otros, lo mismo judíos que paganos convertidos, pensaban que con Jesús había llegado el final del Antiguo Testamento y que, por tanto, no era necesario conservar, ni leer los libros del Antiguo Testamento. De ahora en adelante, ¡sólo Jesús y la vida en el Espíritu! Santiago critica esta tendencia (Ac 15,21).

Otros cristianos que vivían tan plenamente la vida en la comunidad en la libertad de Espíritu, que no tenían ya en cuenta ni la vida de Jesús de Nazaret, ni el Antiguo Testamento. Querían sólo el ¡Cristo del Espíritu! Decían: “¡Jesús es anatema!” (1Cor 12,3).

La gran preocupación del evangelio de Mateo es demostrar que estas tres unidades:

Antiguo Testamento (2) Jesús de Nazaret y (3) la vida en el Espíritu, no pueden estar separadas.

Las tres forman parte del mismo y único proyecto de Dios y nos comunican la certeza central de la fe: El Dios de Abrahán y de Sara está presente en las comunidades gracias a la fe en Jesús de Nazaret.

Oración: Salmo 27

Yahvé es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré?
Yahvé, el refugio de mi vida, ¿ante quién temblaré?
Cuando me asaltan los malhechores ávidos de mi carne,
ellos, adversarios y enemigos, tropiezan y sucumben.
Aunque acampe un ejército contra mí, mi corazón no teme;
aunque estalle una guerra contra mí, sigo confiando.
Una cosa pido a Yahvé, es lo que ando buscando:
morar en la Casa de Yahvé todos los días de mi vida,
admirar la belleza de Yahvé contemplando su templo.
Me dará cobijo en su cabaña el día de la desgracia;
me ocultará en lo oculto de su tienda, me encumbrará en una roca.
Entonces levantará mi cabeza ante el enemigo que me hostiga;
y yo ofreceré en su tienda sacrificios de victoria.
Cantaré, tocaré para Yahvé.
Escucha, Yahvé, el clamor de mi voz, ¡ten piedad de mí, respóndeme!
Digo para mis adentros: «Busca su rostro».
Sí, Yahvé, tu rostro busco: no me ocultes tu rostro.
No rechaces con ira a tu siervo, que tú eres mi auxilio.
No me abandones, no me dejes, Dios de mi salvación.
Si mi padre y mi madre me abandonan, Yahvé me acogerá.
Señálame, Yahvé, tu camino, guíame por senda llana, pues tengo enemigos.
No me entregues al ardor de mis rivales,
pues se alzan contra mí testigos falsos, testigos violentos además.
Creo que gozaré de la bondad de Yahvé en el país de la vida.
Espera en Yahvé, sé fuerte, ten ánimo, espera en Yahvé.

Oración final

Señor Jesús, te damos gracia por tu Palabra que nos ha hecho ver mejor la voluntad del Padre.
Haz que tu Espíritu ilumine nuestras acciones y nos comunique la fuerza para seguir lo que Tu Palabra nos ha hecho ver. Haz que nosotros como María, tu Madre, podamos no sólo escuchar, sino también poner en práctica la Palabra. Tú que vives y reinas con el Padre en la unidad del Espíritu Santo por todos los siglos de los siglos. Amén.

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Lectio sáb, 4 feb, 2023

Oración

Señor: concédenos amarte con todo el corazón y que nuestro amor se extienda, también, a todos los hombres. Por nuestro Señor.

Lectura del santo Evangelio según Marcos 6,30-34

Los apóstoles volvieron a reunirse con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado. Entonces él les dijo: “Vengan conmigo a un lugar solitario, para que descansen un poco”. Porque eran tantos los que iban y venían, que no les dejaban tiempo ni para comer.

Jesús y sus apóstoles se dirigieron en una barca hacia un lugar apartado y tranquilo. La gente los vio irse y los reconoció; entonces de todos los poblados fueron corriendo por tierra a aquel sitio y se les adelantaron.

Cuando Jesús desembarcó, vio una numerosa multitud que lo estaba esperando y se compadeció de ellos, porque andaban como ovejas sin pastor, y se puso a enseñarles muchas cosas.

Reflexión

¡El evangelio de hoy está en vivo contraste con el de ayer! De un lado, el banquete de la muerte, promovido por Herodes con los grandes del reino en el palacio de la Capital, durante el cual Juan Bautista fue asesinado, (Mc 6,17-29). Por el otro lado, el banquete de vida, promovido por Jesús con el pueblo hambriento de Galilea allí en el desierto (Mc 6,30-44). El evangelio de hoy nos trae la introducción a la multiplicación de los panes y describe la enseñanza de Jesús.

Marcos 6,30-32. La acogida dada a los discípulos. “Los apóstoles se reunieron con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y lo que habían enseñado. Él, entonces, les dice: «Venid también vosotros aparte, a un lugar solitario, para descansar un poco» Estos versículos nos muestran como Jesús formaba a sus discípulos. No se preocupaba sólo del contenido de la predicación, sino que también del descanso. Los llevó a un lugar tranquilo para poder descansar y hacer una revisión.

Marcos 6,33-34. La acogida a la gente. La gente percibió que Jesús había ido por el otro lado del lago, y se fue detrás procurando alcanzarle, andando por tierra, hasta el otro lado. “Y al desembarcar, vio mucha gente, sintió compasión de ellos, pues estaban como ovejas que no tienen pastor, y se puso a enseñarles muchas cosas”. Al ver aquella multitud, Jesús sintió dolor, “pues estaban como ovejas sin pastor”. El olvida el descanso y se pone a enseñar. Al percibir a la gente como oveja sin pastor, Jesús empieza a ser pastor. Empieza a enseñar. Como dice el Salmo “¡El Señor es mi pastor! ¡Nada me falta¡ Fortalece mi alma; me guía por el recto sendero por amor de su Nombre. Aunque pase por quebradas oscuras, no temo ningún mal, porque tú estás conmigo; tu bastón y tu vara me confortan. Tu preparas ante mí una mesa, frente a mis adversarios” (Sal 23,1.3-5). Jesús quería descansar junto con los discípulos, pero la necesidad de la gente lo lleva a dejar de lado el descanso. Algo semejante aconteció cuando se encontró con la samaritana. Los discípulos fueron a buscar comida. Al volver, dijeron a Jesús: “Maestro, ¡come algo!” (Jn 4,31), pero él respondió: “Tengo un alimento que ustedes no conocen” (Jn 4,32). El deseo de atender la necesidad de la gente samaritana le lleva a no pensar en el hambre. “Mi alimento es hacer la voluntad del que me envió y llevar a cabo su obra” (Jn 4,34). En primer lugar atiende a la gente que lo busca. La comida viene después.

Y se puso a enseñarles muchas cosas. El evangelio de Marcos dice muchas veces que Jesús enseñaba. La gente quedaba impresionada: “¡Una nueva enseñanza! ¡Dada con autoridad! ¡Diversa de los escribas!” (Mc 1,22.27). Enseñar era lo que Jesús más hacía (Mc 2,13; 4,1-2; 6,34). Era su costumbre (Mc 10,1). Más de quince veces Marcos dice que Jesús enseñaba, pero raramente dice lo que enseñaba. ¿Es que a Marcos no le interesa el contenido? ¡Depende de a qué se le llama contenido! Enseñar no es sólo una cuestión de enseñar nuevas verdades a la gente. El contenido que Jesús tenía para dar no se manifestaba sólo en las palabras, sino también en los gestos y en su manera de relacionarse con la gente. El contenido no está nunca desligado de la persona que lo comunica. Jesús era una persona acogedora (Mc 6,34). Quería mucho a la gente. La bondad y el amor que se desprendían de sus palabras formaban parte del contenido.

Contenido bueno sin bondad es como leche derramada. Esta nueva manera de enseñar de Jesús se manifestaba de muchas maneras. Jesús acepta a sus discípulos no solamente a hombres, sino también a mujeres. Enseña no sólo en la sinagoga, sino en cualquier lugar donde hubiera gente dispuesta a escucharle: en la sinagoga, en casa, en la playa, en el monte, en la llanura, por el camino, en el barco, en el desierto. No crea una relación de alumno-profesor, sino de discípulo a maestro. El profesor da clases y el alumno está con él durante ese tiempo. El maestro da testimonio y el discípulo vive con él muchas horas al día. ¡Es más difícil ser maestro que profesor! Nosotros no somos alumnos de Jesús, ¡somos discípulos y discípulas! La enseñanza de Jesús era una comunicación que desbordaba de la abundancia de su corazón en las formas más variadas: como conversación que trata de esclarecer los hechos (Mc 9,9-13), como comparación que hace que la gente piense y participe (Mc 4,33), como explicación de lo que el mismo hacía (Mc 7,17-23), como discusión que no huye de lo que es polémico (Mc 2,6-12), como crítica que denuncia lo que es falso y equivocado (Mc 12,38-40). Era siempre un testimonio de lo que él mismo vivía, ¡una expresión de su amor! (Mt 11,28-30).

Para la reflexión personal

¿Qué haces tu cuando debes enseñar a los otros algo de la fe y de la religión? ¿Imita a Jesús?
Jesús se preocupa no sólo del contenido, sino también del descanso. ¿Cómo fue la enseñanza de religión que recibiste en tu infancia? Los/las catequistas ¿imitaban a Jesús?

Oración final

¿Cómo purificará el joven su conducta?
Observando la palabra del Señor. Te busco de todo corazón, no me desvíes de tus mandatos. (Sal 119,9-10)

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Lectio vie, 3 feb, 2023

Oración inicial

¡Oh Dios!, que unes los corazones de tus fieles en un mismo deseo; inspira a tu pueblo el amor a tus preceptos y la esperanza en tus promesas, para que, en medio de las vicisitudes del mundo, nuestros corazones estén firmes en la verdadera alegría. Por nuestro Señor.

Lectura del santo Evangelio según san Marcos 6, 14- 29

En aquel tiempo, como la fama de Jesús se había extendido tanto, llegó a oídos del rey Herodes el rumor de que Juan el Bautista había resucitado y sus poderes actuaban en Jesús. Otros decían que era Elías; y otros, que era un profeta, comparable a los antiguos. Pero Herodes insistía: “Es Juan, a quien yo le corté la cabeza, y que ha resucitado”.

Herodes había mandado apresar a Juan y lo había metido y encadenado en la cárcel. Herodes se había casado con Herodías, esposa de su hermano Filipo, y Juan le decía: “No te está permitido tener por mujer a la esposa de tu hermano”. Por eso Herodes lo mandó encarcelar.

Herodías sentía por ello gran rencor contra Juan y quería quitarle la vida; pero no sabía cómo, porque Herodes miraba con respeto a Juan, pues sabía que era un hombre recto y santo, y lo tenía custodiado. Cuando lo oía hablar, quedaba desconcertado, pero le gustaba escucharlo.

La ocasión llegó cuando Herodes dio un banquete a su corte, a sus oficiales y a la gente principal de Galilea, con motivo de su cumpleaños. La hija de Herodías bailó durante la fiesta y su baile les gustó mucho a Herodes y a sus invitados. El rey le dijo entonces a la joven: “Pídeme lo que quieras y yo te lo daré”. Y le juró varias veces: “Te daré lo que me pidas, aunque sea la mitad de mi reino”.

Ella fue a preguntarle a su madre: “¿Qué le pido?” Su madre le contestó: “La cabeza de Juan el Bautista”. Volvió ella inmediatamente junto al rey y le dijo: “Quiero que me des ahora mismo, en una charola, la cabeza de Juan el Bautista”.

El rey se puso muy triste, pero debido a su juramento y a los convidados, no quiso desairar a la joven, y enseguida mandó a un verdugo que trajera la cabeza de Juan. El verdugo fue, lo decapitó en la cárcel, trajo la cabeza en una charola, se la entregó a la joven y ella se la entregó a su madre.

Al enterarse de esto, los discípulos de Juan fueron a recoger el cadáver y lo sepultaron.

Reflexión

Hoy conmemoramos el martirio de San Juan Bautista. El evangelio describe cómo murió el Bautista, sin proceso, durante un banquete, víctima de la prepotencia y de la corrupción de Herodes y de su corte.

Marcos 6,14-20. La causa de la prisión y del asesinato de Juan. Herodes era un empleado del imperio romano. Quien mandaba en Palestina, desde el año 63 antes de Cristo, era César, el emperador de Roma. Herodes, para no ser depuesto, trataba de agradar a Roma en todo. Insistía sobre todo en una administración eficiente que diera lucro al Imperio y a él mismo. La preocupación de Herodes era su propia promoción y seguridad. Por esto, reprimía cualquier tipo de subversión. A él le gustaba ser llamado bienhechor del pueblo, pero en realidad era un tirano (cf. Lc 22,25). Flavio José, un escritor de aquel época, informa que el motivo de la prisión de Juan Bautista era el miedo que Herodes tenía a un levantamiento popular. La denuncia de Juan Bautista contra la moral depravada de Herodes (Mc 6,18), fue la gota que hizo desbordar el vaso, y Juan fue llevado a la cárcel.

Marcos 6,21-29: La trama del asesinado. Aniversario y banquete de fiesta, con danzas y orgías. Era un ambiente en que los poderosos del reino se reunían y en el cual se hacían las alianzas. La fiesta contaba con una presencia “de los grandes de la corte y de las personas importantes de Galilea”. En este ambiente se trama el asunto de Juan Bautista. Juan, el profeta, era una denuncia viva de ese sistema corrompido. Por eso fue eliminado bajo pretexto de un problema de venganza personal. Todo esto revela la debilidad moral de Herodes. Tanto poder acumulado en mano de un hombre sin control de sí. En el entusiasmo de la fiesta y del vino, Herodes hizo un juramento liviano a una joven bailarina. Supersticioso como era, pensaba que tenía que mantener el juramento. Para Herodes, la vida de los súbditos no valía nada. Disponía de ellos como de la posición de las sillas en su sala. Marcos cuenta el hecho tal y cual y deja a las comunidades y a nosotros la tarea de sacar conclusiones.

Pero entre líneas, el evangelio de hoy trae muchas informaciones sobre el tiempo en que Jesús vivió y sobre la manera en qué era ejercido el poder por los poderosos de la época. Galilea, tierra de Jesús, era gobernada por Herodes Antipas, hijo del rey Herodes, el Grande, desde el 4 antes de Cristo hasta el 39 después de Cristo. En todo ¡43 años! Durante todo el tiempo en que Jesús vivió, no hubo mudanza en el gobierno en Galilea. Herodes era dueño absoluto de todo, no daba cuenta a nadie, hacía lo que le pasaba por la cabeza. ¡Prepotencia, falta de ética, poder absoluto, sin control por parte de la gente!

Herodes construyó una nueva capital, llamada Tiberíades. Seforis, la antigua capital, había sido destruida por los romanos en represalia por un levantamiento popular. Esto aconteció cuando Jesús tenía quizás siete años. Tiberíades, la nueva capital, fue inaugurada trece años más tarde, cuando Jesús tenía 20 años. Era llamada así para agradar a Tiberio, el emperador de Roma. Tiberíades era un lugar extraño en Galilea. Allí vivían el rey, “los grandes, los generales y los magnates de Galilea” (Mc 6,21). Allá moraban los dueños de las tierras, los soldados, los policías, los jueces muchas veces insensibles (Lc 18,1-4). Hacia allí se llevaban los impuestos y el producto de la gente. Era allí donde Herodes hacia sus orgías de muerte (Mc 6,21-29). No consta en los evangelios que Jesús hubiese entrado en la ciudad.

A lo largo de aquellos 43 años de gobierno de Herodes, se creó toda una clase de funcionarios fieles al proyecto del rey: escribas, comerciantes, dueños de tierras, fiscales del mercado, publicanos y recaudadores de impuestos, promotores, jefes locales. La mayor parte de este personal moraba en la capital, gozando de los privilegios que Herodes ofrecía, por ejemplo, exención de impuestos. La otra parte vivía en las aldeas. En cada aldea o ciudad había un grupo de personas que apoyaban al gobierno. Varios escribas y fariseos estaban ligados al sistema y a la política del gobierno. En los evangelios, los fariseos aparecen junto con los herodianos (Mc 3,6; 8,15; 12,13), lo cual refleja la alianza que existía entre el poder religioso y el poder civil. La vida de la gente en las aldeas de Galilea era muy controlada, tanto por el gobierno como por la religión. Era necesario tener mucho valor para comenzar algo nuevo, como hicieron Juan y Jesús. Era lo mismo que atraer sobre sí la rabia de los privilegiados, tanto del poder religioso como del poder civil, tanto a nivel local como estatal.

Para la reflexión personal

¿Conoces casos de personas que han muerto víctima de la corrupción y de la dominación de los poderosos? Y aquí entre nosotros, en nuestra comunidad y en la iglesia, ¿hay víctimas de desmando y de autoritarismo? Un ejemplo.

Superstición, cobardía y corrupción marcaban el ejercicio del poder de Herodes. Compara con el ejercicio del poder religioso y civil hoy en los varios niveles tanto de la sociedad como de la Iglesia.

Oración final

A ti me acojo, Yahvé,
¡nunca quede confundido!
¡Por tu justicia sálvame, líbrame, préstame atención y sálvame! (Sal 71,1-2)

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Lectio jue, 2 de febrero de 2023

La presentación del Niño en el templo

Oración inicial

Oh Dios, nuestro Creador y Padre! Tú has querido que tu Hijo, engendrado antes de la aurora del mundo, fuese miembro de una familia humana; revive en nosotros la veneración por el don y el misterio de la vida, para que los padres se sientan partícipes de la fecundidad de tu amor, los ancianos donen a los jóvenes su madura sabiduría y los hijos crezcan en sabiduría, piedad y gracia, para gloria de tu Santo Nombre. Amén.

Lectura del santo Evangelio según Lucas 2, 22-40

Transcurrido el tiempo de la purificación de María, según la ley de Moisés, ella y José llevaron al niño a Jerusalén para presentarlo al Señor, de acuerdo con lo escrito en la ley: Todo primogénito varón será consagrado al Señor, y también para ofrecer, como dice la ley, un par de tórtolas o dos pichones.

Vivía en Jerusalén un hombre llamado Simeón, varón justo y temeroso de Dios, que aguardaba el consuelo de Israel; en él moraba el Espíritu Santo, el cual le había revelado que no moriría sin haber visto antes al Mesías del Señor. Movido por el Espíritu, fue al templo, y cuando José y María entraban con el niño Jesús para cumplir con lo prescrito por la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios, diciendo:

“Señor, ya puedes dejar morir en paz a tu siervo,
según lo que me habías prometido,
porque mis ojos han visto a tu Salvador,
al que has preparado para bien de todos los pueblos;
luz que alumbra a las naciones
y gloria de tu pueblo, Israel”.

El padre y la madre del niño estaban admirados de semejantes palabras. Simeón los bendijo, y a María, la madre de Jesús, le anunció: “Este niño ha sido puesto para ruina y resurgimiento de muchos en Israel, como signo que provocará contradicción, para que queden al descubierto los pensamientos de todos los corazones. Y a ti, una espada te atravesará el alma”.

Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Era una mujer muy anciana. De joven, había vivido siete años casada, y tenía ya ochenta y cuatro años de edad. No se apartaba del templo ni de día ni de noche, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones. Ana se acercó en aquel momento, dando gracias a Dios y hablando del niño a todos los que aguardaban la liberación de Israel.

Y cuando cumplieron todo lo que prescribía la ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño iba creciendo y fortaleciéndose, se llenaba de sabiduría y la gracia de Dios estaba con él.

Un momento de silencio orante

para que la Palabra de Dios pueda morar en nosotros y la dejemos iluminar nuestra vida; para que antes de nuestros comentarios, sea la misma luz de la Palabra la que se imponga y brille con su misterio de presencia viviente del Señor.

Algunas preguntas

Para ayudarnos en la meditación y en la oración.

¿Por qué Jesús, hijo del Altísimo, y su madre María, concebida sin pecado, deben someterse a las prescripciones de Moisés? ¿Quizás porque María no tenía todavía conciencia de su inocencia y santidad?
Además de las palabras de Simeón, en su forma de obrar, como también en el de la profetisa Ana ¿hay un significado especial? Su obrar y su alegría, ¿no recuerdan quizás el estilo de los antiguos profetas?
¿Cómo explicar esta «espada que traspasa»: se trata de una herida de las conciencias ante los retos y los requerimientos de Jesús? ¿ O, más bien, se trata sólo de un íntimo sufrimiento de la Madre?
¿Puede significar algo esta escena para los padres de hoy, para la formación religiosa de sus hijos, para el proyecto que Dios tiene sobre cada uno de sus hijos, para los miedos y angustias que los padres llevan en el corazón pensando qué sucederá cuando sean grandes sus hijos?

Una clave de lectura

… para aquéllos que quieran profundizar más en el tema.

Según la ley de Moisés / del Señor: es una especie de estribillo, muchas veces repetido. Lucas mezcla dos prescripciones, sin mucha distinción. La purificación de la madre era prevista por el Levítico (12,2-8) y se cumplía cuarenta días después del parto. Hasta ese momento la mujer no podía acercarse a los lugares sagrados, y la ceremonia era acompañada de una ofrenda de animales pequeños, un cordero primal y un pichón o una tórtola. Sin embargo la consagración del primogénito estaba prescrita en el Éxodo 13, 11-16: y era considerada una especie de «rescate» – también con la ofrenda de pequeños animales – en recuerdo de la acción salvífica de Dios cuando libró a los israelitas de la esclavitud de Egipto. En toda la escena los padres aparecen como en el acto de presentar / ofrecer el hijo como se hacía con las víctimas y los levitas; mientras en la figura de Simeón y Ana aparece más bien Dios que ofrece /presenta al hijo para la salvación del pueblo.

Las figuras de Simeón y Ana: son figuras cargadas de valor simbólico. Ellos tienen la tarea del reconocimiento, que proviene tanto de la iluminación y del movimiento del Espíritu, como también de una vida llevada en la espera más intensa y confiada. En particular a Simeón se le define como el «prosdekòmenos», a saber, uno que está todo concentrado en la espera, uno que va al encuentro para acoger. Por eso, él también aparece obediente a la ley, la del Espíritu, que lo empuja hacia el Niño, dentro del templo. También el cántico proclama manifiestamente esta su pro- existencia: ha vivido para llegar a este momento: ahora se marcha, para que otros vean también la luz y la salvación para Israel y para las gentes. A su vez Ana, con su avanzada edad (valor simbólico : 84 = 7×12: el doce es el número de las tribus; o también 84–7= 77, perfección redoblada), pero sobretodo con su modo de vivir (ayuno y oración) y con la proclamación de quien «esperaba», completa el cuadro. Ella es guiada por el espíritu de profecía, dócil y purificada en el corazón. Además, pertenece a la tribu más pequeña, la de Aser: signo de que los pequeños y los débiles están más dispuestos a reconocer a Jesús el Salvador. Estos dos ancianos – que son como una pareja original – son símbolos del mejor judaísmo, de la Jerusalén fiel y dócil, que espera y se alegra, y que deja desde ahora en adelante brillar la nueva luz.

Una espada que traspasa: en general se interpreta como anuncio de sufrimiento para María, un drama visualizado de la Dolorosa. Pero debemos más bien entender aquí a la Madre como el símbolo de Israel: Simeón intuye el drama de su pueblo, que será profundamente herido de la palabra viva y cortante del redentor (cfr Lc 12, 51- 53). María representa el recorrido. Debe confiar pero atravesará dolores y obscuridad, luchas y silencios angustiosos. La historia del Mesías sufriente será dilacerante para todos, también para la Madre: no se sigue a la nueva luz destinada al mundo entero, sin pagar el precio, sin ser provocados a tomar decisiones de riesgo, sin renacer siempre de nuevo de lo alto y en novedad. Pero estas imágenes de «la espada que traspasa,» del niño «que hará caer» y sacará a los corazones del sopor, no van separadas del gesto tan cargado de sentido de los dos ancianos: el uno, Simeón, toma entre los brazos el niño, para indicar que la fe es encuentro y abrazo, no idea o teorema: la otra, se hace anunciadora y enciende en «los que esperan» una fulgurante luz.

La vida cotidiana, epifanía de Dios: finalmente, es interesante notar que todo el episodio da relieve a las situaciones más simples y familiares: la pareja de esposos con el niño en brazos; el anciano que goza y abraza; la anciana que reza y anuncia, los oyentes que aparecen indirectamente comprometidos. También la conclusión del pasaje escriturístico hace entrever el pueblo de Nazaret, el crecimiento del niño en un contexto normal, la impresión de un niño dotado de forma extraordinaria de sabiduría y bondad. El tema de la sabiduría entrelazada con la vida normal de crecimiento y en el contexto del pueblo, deja la historia como suspendida: ella se reabrirá precisamente con el tema de la sabiduría del muchacho entre los doctores del templo. Y es precisamente también el episodio que sigue inmediatamente (Lc 2, 41-52).

6) Salmo 122 (123)

¡Qué alegría cuando me dijeron: Vamos a la Casa de Yahvé!
¡Finalmente pisan nuestros pies tus umbrales, Jerusalén! Jerusalén, ciudad edificada toda en perfecta armonía, adonde suben las tribus, las tribus de Yahvé, según costumbre en Israel, a dar gracias al nombre de Yahvé. Allí están los tronos para el juicio, los tronos de la casa de David. Invocad la paz sobre Jerusalén, vivan tranquilos los que te aman, haya calma dentro de tus muros, que tus palacios estén en paz.
Por amor de mis hermanos y amigos quiero decir: ¡La paz contigo! Por la Casa de Yahvé, nuestro Dios, pediré todo bien para ti.

7) Oración final

Te alabamos y Te bendecimos, oh Padre, porque mediante tu Hijo, nacido de mujer por obra del Espíritu Santo, nacido bajo la ley, nos has rescatado de la ley y has llenado nuestra existencia de luz y esperanza nueva. Haz que nuestras familias sean acogedoras y fieles a tus proyectos, ayuden y sostengan en los hijos los sueños y el nuevo entusiasmo, lo cubran de ternura cuando sean frágiles, lo eduquen en el amor a Ti y a todas las criaturas. A Ti nuestro Padre, todo honor y gloria.

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