Lectio lun, 1 de mayo de 2023

Jesús, Buen Pastor 

¡He venido para que tengan vida y la tengan en abundancia! Juan 10,11-18

Oración inicial

Señor Jesús, envía tu Espíritu, para que Él nos ayude a leer la Biblia en el mismo modo con el cual Tú la has leído a los discípulos en el camino de Emaús. Con la luz de la Palabra, escrita en la Biblia, Tú les ayudaste a descubrir la presencia de Dios en los acontecimientos dolorosos de tu condena y muerte. Así, la cruz, que parecía ser el final de toda esperanza, apareció para ellos como fuente de vida y resurrección.

Crea en nosotros el silencio para escuchar tu voz en la Creación y en la Escritura, en los acontecimientos y en las personas, sobre todo en los pobres y en los que sufren. Tu palabra nos oriente a fin de que también nosotros, como los discípulos de Emaús, podamos experimentar la fuerza de tu resurrección y testimoniar a los otros que Tú estás vivo en medio de nosotros como fuente de fraternidad, de justicia y de paz. Te lo pedimos a Ti, Jesús, Hijo de María, que nos has revelado al Padre y enviado tu Espíritu. Amén.

Lectura

  1. Clave de lectura:

El evangelio de este domingo nos pone delante la figura tan familiar del Buen Pastor. Hablando de las ovejas del redil de Dios, Jesús usa diversas imágenes para describir la conducta de aquéllos que se ocupan del rebaño. El texto de la liturgia se extiende desde el versículo 1 al 10.

En el comentario añadimos a continuación los versículos del 11 al 18, porque contienen la imagen del “Buen Pastor” que ayuda a entender mejor el sentido de los versículos  del 1 al 10.

Durante su lectura, trata de poner atención a las diversas imágenes o semejanzas que usa Jesús para presentarse a nosotros como el verdadero Pastor.

  1. Una división del texto para ayudarnos en la lectura:

El texto contiene tres semejanzas ligadas entre sí:

Juan 10,1-5: La semejanza entre el salteador y el pastor
Juan 10,6-10: La semejanza de la puerta de las ovejas
Juan 10,11-18: La semejanza del buen pastor

  1. El Texto:

Jesús dijo a los fariseos: «Yo les aseguro que el que no entra por la puerta del redil de las ovejas, sino que salta por otro lado, es un ladrón, un bandido; pero el que entra por la puerta, ése es el pastor de las ovejas. A ése le abre el que cuida la puerta, y las ovejas reconocen su voz; él llama a cada una por su nombre y las conduce afuera. Y cuando ha sacado a todas sus ovejas, camina delante de ellas, y ellas lo siguen, porque conocen su voz. Pero a un extraño no lo seguirán, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños».

Jesús les puso esta comparación, pero ellos no entendieron lo que les quería decir. Por eso añadió: «Les aseguro que yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido antes que yo, son ladrones y bandidos; pero mis ovejas no los han escuchado.

Yo soy la puerta; quien entre por mí se salvará, podrá entrar y salir y encontrará pastos. El ladrón sólo viene a robar, a matar y a destruir. Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia».

Un momento de silencio orante

para que la Palabra de Dios pueda entrar en nosotros e iluminar nuestra vida. 

Algunas preguntas

para ayudarnos en la meditación y en la oración. 

  1. ¿Qué parte del texto me ha llamado más la atención?¿Por qué?
  2. ¿Cuáles son las imágenes que Jesús se aplica a sí mismo?¿Cómo se las aplica y qué significan?
  3. ¿Cuántas veces, en el texto, Jesús usa la palabra vida y qué dice sobre la vida?
  4. Pastor-Pastoral. ¿Será que nuestra acción pastoral continúa la misión de Jesús Pastor?
  5. ¿Cómo volver límpida nuestra mirada para poder ver al verdadero Jesús de los evangelios?

5.     Para aquéllos que desean profundizar en el tema

Juan 10,11-15: La semejanza del Buen Pastor

Jesús cambia la semejanza. Antes Él era la puerta, ahora es el pastor. Todos sabían cómo era un pastor y cómo vivía y trabajaba. Pero Jesús no es un pastor cualquiera, es

¡el buen pastor!

La imagen del buen pastor viene del Antiguo Testamento. Diciendo que es el Buen Pastor, Jesús se presenta como aquél que viene a cumplir las promesas de los profetas y las esperanzas del pueblo. Hay dos puntos en los que insiste: (a) En la defensa de la vida de las ovejas: el buen pastor da su vida. (b) En el mutuo entendimiento entre el pastor y las ovejas: El Pastor conoce a sus ovejas y ellas conocen al pastor.

Y el falso pastor, que quiere vencer su ceguera, debe confrontar su propia opinión con  la opinión de la gente. Esto era lo que no hacían los fariseos. Ellos despreciaban a las ovejas y las llamaban gente maldita e ignorante (Jn 7,49; 9,34). Al contrario, Jesús dice que la gente tiene una percepción infalible para saber quién es el buen pastor, porque reconoce la voz del pastor (Jn 10,4). “Ellas me conocen” (Jn 10,14). Los fariseos pensaban que poseían la certeza en discernir las cosas de Dios. Pero en realidad eran ciegos.

El discurso sobre el Buen Pastor encierra dos importantes reglas para quitar la ceguera farisaica de nuestros ojos: (a) Los pastores están muy atentos a la reacción de las ovejas,

porque reconocen la voz del pastor. (b) Las ovejas deben prestar mucha atención a la conducta de aquéllos que se dicen pastores para verificar si verdaderamente les interesa la vida de las ovejas, sí o no, o si son capaces de dar la vida por las ovejas. ¿Y los pastores de hoy?

Juan 10,16-18: La meta a la que Jesús quiere llegar: un solo rebaño y un solo pastor

Jesús abre el horizonte y dice que tiene otras ovejas que no son de este redil. Y ellas no oyen la voz de Jesús, pero cuando la oigan, se darán cuenta que Él es el pastor y lo seguirán. Aquí aparece el comportamiento ecuménico de las comunidades del “Discípulo Amado”.

Ampliando el tema:

La imagen del Pastor en la Biblia:

En Palestina la supervivencia del pueblo dependía  en  gran  parte  de  la  posesión  de cabras y ovejas. La imagen del pastor que guía a sus  ovejas  para  que  pasten  era conocida de todos, como hoy todos  conocemos la  imagen  del  conductor  del  autobús  o del maquinista. Era normal usar la imagen del pastor para indicar la función de quien gobernaba y conducía el pueblo.  Los  profetas  criticaban  a  los  reyes  porque  eran pastores que no se preocupaban de su grey y no la conducía a pastar (Jer. 2,8; 10,21; 23,1- 12). Esta crítica sobre los malos pastores creció en tal  medida  que,  por  culpa  de  los reyes, el pueblo se vio arrastrado hacia la esclavitud (Ez 34,1-10; Zac 11,4-17).

Ante la frustración sufrida por la falta de guía por parte de los malos pastores, crecía el deseo o la esperanza de tener, un día, un pastor que fuese verdaderamente bueno y sincero y que imitase a Dios en el modo de conducir al pueblo. Nace así el salmo “¡El Señor es mi pastor, nada me puede faltar! (Sal 23,1-6; Jer 48,15). Los profetas esperan que en el futuro, Dios mismo sea el Pastor que guíe a su rebaño (Is 40,11; Ez 34,11-16). Y espera que a partir de esto el pueblo sepa reconocer la voz de su pastor: “¡Escuchad hoy su voz!” (Sal 95,7). Esperan que Dios venga en calidad de Juez que juzgue a las ovejas del rebaño (Ez 34,17). Nace el deseo y la esperanza de que un día Dios suscite buenos pastores y que el Mesías sea un pastor para el pueblo de Dios. (Jer 3,15; 23,4) Jesús cambia esta esperanza en realidad y se presenta como el Buen Pastor, delante de los salteadoras que robaban al pueblo. Él se presenta como un Juez que, al final, juzgará como un pastor que separa las ovejas de las cabras (Mt 25,31-46). En Jesús se cumple la profecía de Zacaría, según el cuál el buen pastor será perseguido por los malos pastores, incomodados por la denuncia que Él hace: Hiere al pastor y se dispersará el rebaño” (Zac 13,7). Y finalmente Jesús lo es todo: ¡es la puerta, es el Pastor, es el cordero!

La comunidad del Discípulo Amado: abierta, tolerante y ecuménica:

Las comunidades que están detrás del evangelio de Juan estaban formadas por diversos grupos.

Había en ellas judíos de mentalidad abierta, con un talante crítico hacia el Templo de Jerusalén (Jn 2,13-22) y la ley (Jn 7,49-50). También había samaritanos (Jn 4,1-42) y paganos (Jn 12,20) que se convirtieron, ambos con los mismos orígenes históricos y sus costumbres culturales muy diversas de las de los judíos. Aun estando formadas por grupos humanos tan diferentes, las comunidades de Juan entendieron el seguimiento de Jesús como una vida de amor concreto y solidario. Respetando las recíprocas diferencias, sabían darse cuenta de los problemas de la convivencia entre paganos y judíos, que azotaban a otras comunidades de la época (Act 15,5).

Retados por la realidad del propio tiempo, las comunidades trataban de profundizar en

su fe en Jesús, enviado del Padre que quiere que todos sean hermanos (Jn 15,12-14.17) y que afirma: “¡ En la casa de mi Padre hay muchas moradas!” (Jn 14,2) . Esta   profundización facilitaba el diálogo con otros grupos.  Y  por  consiguiente  eran comunidades abiertas tolerantes y ecuménicas (Jn 10, 16).

6. Salmo 23 (22)

Yahvé es mi pastor
Yahvé es mi pastor, nada me falta.
En verdes pastos me hace reposar. Me conduce a fuentes tranquilas, allí reparo mis fuerzas.
Me guía por cañadas seguras haciendo honor a su nombre. Aunque fuese por valle tenebroso, ningún mal temería,
pues tú vienes conmigo;
tu vara y tu cayado me sosiegan. Preparas ante mí una mesa,
a la vista de mis enemigos; perfumas mi cabeza,
mi copa rebosa.
Bondad y amor me acompañarán todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa de Yahvé un sinfín de días.

7. Oración final

Señor Jesús, te damos gracia por tu Palabra que nos ha hecho ver mejor la voluntad del Padre.
Haz que tu Espíritu ilumine nuestras acciones y nos comunique la fuerza para seguir lo que Tu Palabra nos ha hecho ver. Haz que nosotros como María, tu Madre, podamos no sólo escuchar, sino también poner en práctica la Palabra. Tú que vives y reinas con el Padre en la unidad del Espíritu Santo por todos los siglos de los siglos. Amén.

Todos los derechos: www.ocarm.org

Lectio Dom, 30 de abr, 2023

Jesús, Buen Pastor ¡He venido para que tengan vida y la tengan en abundancia! Juan 10,1-10

Oración inicial

Señor Jesús, envía tu Espíritu, para que Él nos ayude a leer la Biblia en el mismo modo con el cual Tú la has leído a los discípulos en el camino de Emaús. Con la luz de la Palabra, escrita en la Biblia, Tú les ayudaste a descubrir la presencia de Dios en los acontecimientos dolorosos de tu condena y muerte. Así, la cruz, que parecía ser el final de toda esperanza, apareció para ellos como fuente de vida y resurrección.

Crea en nosotros el silencio para escuchar tu voz en la Creación y en la Escritura, en los acontecimientos y en las personas, sobre todo en los pobres y en los que sufren. Tu palabra nos oriente a fin de que también nosotros, como los discípulos de Emaús, podamos experimentar la fuerza de tu resurrección y testimoniar a los otros que Tú estás vivo en medio de nosotros como fuente de fraternidad, de justicia y de paz. Te lo pedimos a Ti, Jesús, Hijo de María, que nos has revelado al Padre y enviado tu Espíritu. Amén.

Lectura

Clave de lectura:

El evangelio de este domingo nos pone delante la figura tan familiar del Buen Pastor. Hablando de las ovejas del redil de Dios, Jesús usa diversas imágenes para describir la conducta de aquéllos que se ocupan del rebaño. El texto de la liturgia se extiende desde el versículo 1 al 10.

En el comentario añadimos a continuación los versículos del 11 al 18, porque contienen la imagen del “Buen Pastor” que ayuda a entender mejor el sentido de los versículos  del 1 al 10.

Durante su lectura, trata de poner atención a las diversas imágenes o semejanzas que usa Jesús para presentarse a nosotros como el verdadero Pastor.

Una división del texto para ayudarnos en la lectura:

El texto contiene tres semejanzas ligadas entre sí:

Juan 10,1-5: La semejanza entre el salteador y el pastor
Juan 10,6-10: La semejanza de la puerta de las ovejas
Juan 10,11-18: La semejanza del buen pastor

El Texto:

En aquel tiempo, Jesús dijo a los fariseos: «Yo les aseguro que el que no entra por la puerta del redil de las ovejas, sino que salta por otro lado, es un ladrón, un bandido; pero el que entra por la puerta, ése es el pastor de las ovejas. A ése le abre el que cuida la puerta, y las ovejas reconocen su voz; él llama a cada una por su nombre y las conduce afuera. Y cuando ha sacado a todas sus ovejas, camina delante de ellas, y ellas lo siguen, porque conocen su voz. Pero a un extraño no lo seguirán, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños».

Jesús les puso esta comparación, pero ellos no entendieron lo que les quería decir. Por eso añadió: «Les aseguro que yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido antes que yo, son ladrones y bandidos; pero mis ovejas no los han escuchado.

Yo soy la puerta; quien entre por mí se salvará, podrá entrar y salir y encontrará pastos. El ladrón sólo viene a robar, a matar y a destruir. Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia».

Un momento de silencio orante

para que la Palabra de Dios pueda entrar en nosotros e iluminar nuestra vida.

Algunas preguntas

para ayudarnos en la meditación y en la oración.

¿Qué parte del texto me ha llamado más la atención?¿Por qué?
¿Cuáles son las imágenes que Jesús se aplica a sí mismo?¿Cómo se las aplica y qué significan?
¿Cuántas veces, en el texto, Jesús usa la palabra vida y qué dice sobre la vida?
Pastor-Pastoral. ¿Será que nuestra acción pastoral continúa la misión de Jesús Pastor?
¿Cómo volver límpida nuestra mirada para poder ver al verdadero Jesús de los evangelios?

Para aquéllos que desean profundizar en el tema

El contexto en el que fue escrito el Evangelio de Juan:

He aquí otro ejemplo de cómo fue escrito y confeccionado el evangelio de Juan. Las palabras de Jesús sobre el Pastor (Jn 10,1-18) es como un ladrillo colocado en una pared casi terminada.

Inmediatamente antes, en Juan 9,40-41, Jesús hablaba de la ceguera de los fariseos.

Inmediatamente después, en Juan 10,19-21, vemos la conclusión de la discusión sobre la ceguera. Y así las palabras sobre el Buen Pastor nos enseña cómo hacer para quitar de los ojos la ceguera. Con este ladrillo la pared queda más fuerte y bella.

Juan 10,1-5: La semejanza entre el salteador y el pastor

Jesús comienza su discurso con la semejanza de la puerta: “En verdad, en verdad os digo: quien no entra por la puerta en el redil de las ovejas, sino que escala por otro lado, es un ladrón y un salteador. Pero el que entra por la puerta es pastor de las ovejas”.

Para entender esta semejanza, debemos recordar cuanto sigue. En aquel tiempo, los pastores se ocupaban del rebaño durante el día. Cuando llegaba la noche, llevaban las ovejas a un gran redil o recinto comunitario, bien protegido contra salteadores y lobos. Todos los pastores de una misma región llevaban allí sus rebaños. Había un guardián que se ocupaba del redil toda la noche. Por la mañana venía el pastor, tocaba las palmas de las manos sobre la puerta y el guardián abría. El pastor se acercaba y llamaba a sus ovejas por su nombre. Las ovejas reconocían la voz del pastor, se levantaban y salían detrás de él a pastar. Las ovejas de los otros pastores oían la voz, pero se quedaban donde estaban, porque para ellas no era conocida la voz. Todos los días había peligros de asaltos. Los ladrones entraban por una hendidura, quitando las piedras del muro que rodeaba, para robar las ovejas. No entraban por la puerta, porque allí estaba el guardián vigilando.

Juan 10, 6-10: La semejanza de la puerta de las ovejas Aquéllos que escuchaban, los fariseos, (Jn 9,40-41), no entendían lo que significaba “entrar por la puerta”. Entonces Jesús lo explica: “¡Yo soy la puerta!” Todos los que han venido delante de mí son ladrones y salteadores”. ¿De quién está hablando Jesús con esta frase tan dura?

Probablemente, por su manera de hablar de los salteadores, se refería a los jefes religiosos que arrastraban a la gente detrás de ellos, pero no respondían a las esperanzas de la gente. No estaban interesados en el bien del pueblo, sino más bien en su propio dinero y en sus intereses.

Engañaban a la gente y la abandonaban a su suerte. El criterio fundamental para discernir entre el pastor y el salteador es la defensa de la vida de las ovejas. Jesús dice: “¡Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia!” Entrar por la puerta significa imitar la conducta de Jesús en defensa de la vida de las ovejas. Jesús pide a la gente tomar la iniciativa de no seguir a quien se presenta como si fuese pastor, pero que no está interesado en la vida de la gente.

Juan 10,11-15: La semejanza del Buen Pastor Jesús cambia la semejanza. Antes Él era la puerta, ahora es el pastor.  Todos sabían cómo era un pastor y cómo vivía y trabajaba.  Pero Jesús no es un pastor cualquiera, es ¡el buen pastor!

La imagen del buen pastor viene del Antiguo Testamento.

Diciendo que es el Buen Pastor, Jesús se presenta como aquél que viene a cumplir las promesas de los profetas y las esperanzas del pueblo. Hay dos puntos en los que insiste:

En la defensa de la vida de las ovejas: el buen pastor da su vida.

En el mutuo entendimiento entre el pastor y las ovejas: El Pastor conoce a sus ovejas y ellas conocen al pastor.

Y el falso pastor, que quiere vencer su ceguera, debe confrontar su propia opinión con  la opinión de la gente. Esto era lo que no hacían los fariseos. Ellos despreciaban a las ovejas y las llamaban gente maldita e ignorante (Jn 7,49; 9,34). Al contrario, Jesús dice que la gente tiene una percepción infalible para saber quién es el buen pastor, porque reconoce la voz del pastor (Jn 10,4). “Ellas me conocen” (Jn 10,14). Los fariseos pensaban que poseían la certeza en discernir las cosas de Dios. Pero en realidad eran ciegos.

El discurso sobre el Buen Pastor encierra dos importantes reglas para quitar la ceguera farisaica de nuestros ojos:

Los pastores están muy atentos a la reacción de las ovejas, porque reconocen la voz del pastor.

Las ovejas deben prestar mucha atención a la conducta de aquéllos que se dicen pastores para verificar si verdaderamente les interesa la vida de las ovejas, sí o no, o si son capaces de dar la vida por las ovejas. ¿Y los pastores de hoy?

Juan 10,16-18: La meta a la que Jesús quiere llegar: un solo rebaño y un solo pastor

Jesús abre el horizonte y dice que tiene otras ovejas que no son de este redil. Y ellas no oyen la voz de Jesús, pero cuando la oigan, se darán cuenta que Él es el pastor y lo seguirán. Aquí aparece el comportamiento ecuménico de las comunidades del “Discípulo Amado”.

Ampliando el tema:

La imagen del Pastor en la Biblia:

En Palestina la supervivencia del pueblo dependía  en  gran  parte  de  la  posesión  de cabras y ovejas. La imagen del pastor que guía a sus  ovejas  para  que  pasten  era conocida de todos, como hoy todos  conocemos la  imagen  del  conductor  del  autobús  o del maquinista. Era normal usar la imagen del pastor para indicar la función de quien gobernaba y conducía el pueblo.  Los  profetas  criticaban  a  los  reyes  porque  eran pastores que no se preocupaban de su grey y no la conducía a pastar (Jer. 2,8; 10,21; 23,1- 12). Esta crítica sobre los malos pastores creció en tal  medida  que,  por  culpa  de  los reyes, el pueblo se vio arrastrado hacia la esclavitud (Ez 34,1-10; Zac 11,4-17).

Ante la frustración sufrida por la falta de guía por parte de los malos pastores, crecía el deseo o la esperanza de tener, un día, un pastor que fuese verdaderamente bueno y sincero y que imitase a Dios en el modo de conducir al pueblo. Nace así el salmo “¡El Señor es mi pastor, nada me puede faltar! (Sal 23,1-6; Jer 48,15). Los profetas esperan que en el futuro, Dios mismo sea el Pastor que guíe a su rebaño (Is 40,11; Ez 34,11-16). Y espera que a partir de esto el pueblo sepa reconocer la voz de su pastor: “¡Escuchad hoy su voz!” (Sal 95,7). Esperan que Dios venga en calidad de Juez que juzgue a las ovejas del rebaño (Ez 34,17). Nace el deseo y la esperanza de que un día Dios suscite buenos pastores y que el Mesías sea un pastor para el pueblo de Dios. (Jer 3,15; 23,4) Jesús cambia esta esperanza en realidad y se presenta como el Buen Pastor, delante de los salteadores que robaban al pueblo. Él se presenta como un Juez que, al final, juzgará como un pastor que separa las ovejas de las cabras (Mt 25,31-46). En Jesús se cumple la profecía de Zacaría, según el cual el buen pastor será perseguido por los malos pastores, incomodados por la denuncia que Él hace: Hiere al pastor y se dispersará el rebaño” (Zac 13,7). Y finalmente Jesús lo es todo: ¡es la puerta, es el Pastor, es el cordero!

La comunidad del Discípulo Amado: abierta, tolerante y ecuménica:

Las comunidades que están detrás del evangelio de Juan estaban formadas por diversos grupos.

Había en ellas judíos de mentalidad abierta, con un talante crítico hacia el Templo de Jerusalén (Jn 2,13-22) y la ley (Jn 7,49-50). También había samaritanos (Jn 4,1-42) y paganos (Jn 12,20) que se convirtieron, ambos con los mismos orígenes históricos y sus costumbres culturales muy diversas de las de los judíos. Aun estando formadas por grupos humanos tan diferentes, las comunidades de Juan entendieron el seguimiento de Jesús como una vida de amor concreto y solidario. Respetando las recíprocas diferencias, sabían darse cuenta de los problemas de la convivencia entre paganos y judíos, que azotaban a otras comunidades de la época (Act 15,5).

Retados por la realidad del  propio  tiempo, las  comunidades  trataban  de  profundizar en  su fe en Jesús, enviado del Padre que quiere que todos sean hermanos (Jn 15,12-14.17) y que afirma: “¡ En la casa de mi Padre hay muchas moradas!” (Jn 14,2) . Esta    profundización facilitaba el diálogo con otros  grupos.  Y  por  consiguiente  eran comunidades abiertas tolerantes y ecuménicas (Jn 10, 16).

6. Salmo 23 (22)

Yahvé es mi pastor
Yahvé es mi pastor, nada me falta. En verdes pastos me hace reposar.
Me conduce a fuentes tranquilas, allí reparo mis fuerzas. Me guía por cañadas seguras haciendo honor a su nombre.
Aunque fuese por valle tenebroso, ningún mal temería, pues tú vienes conmigo; tu vara y tu cayado me sosiegan.
Preparas ante mí una mesa, a la vista de mis enemigos; perfumas mi cabeza, mi copa rebosa.
Bondad y amor me acompañarán todos los días de mi vida, y habitaré en la casa de Yahvé un sinfín de días.

7. Oración final

Señor Jesús, te damos gracia por tu Palabra que nos ha hecho ver mejor la voluntad del Padre. Haz que tu Espíritu ilumine nuestras acciones y nos comunique la fuerza para seguir lo que Tu Palabra nos ha hecho ver. Haz que nosotros como María, tu Madre, podamos no sólo escuchar, sino también poner en práctica la Palabra. Tú que vives y reinas con el Padre en la unidad del Espíritu Santo por todos los siglos de los siglos. Amén.

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Lectio sáb, 29 de abr, 2023

Santa Catalina de Siena, virgen y doctora de la Iglesia, patrona de Europa, fiesta

Oración inicial

Concédenos tu ayuda, Señor, para que el mundo progrese, según tus designios; gocen las naciones de una paz estable y tu Iglesia se alegre de poder servirte con una entrega confiada y pacífica. Por nuestro Señor.

Lectura del santo Evangelio según Mateo 11,25-30

En aquel tiempo, tomando Jesús la palabra, dijo: «Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo  y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las has revelado a pequeños. Sí, Padre, pues tal ha sido tu beneplácito. Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo sino el Padre, ni al Padre le conoce  nadie sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar. «Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso. Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera.»

Reflexión

Hoy celebramos la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús. En el evangelio escuchamos la invitación de Jesús: “Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón”. El evangelio muestra la ternura con que Jesús acoge a los pequeños. El quería que los pobres encontrasen en él paz y descanso.

El contexto de los capítulos 11 y 12 de Mateo. Este contexto destaca y pone de relieve el que los pobres son los únicos que entienden y aceptan la sabiduría del Reino. Mucha gente no entendía esta preferencia de Jesús por los pobres y excluidos.

Juan Bautista, que miraba a Jesús con los ojos del pasado, queda con la duda (Mt 11,1-15).

La gente, que miraba a Jesús con finalidad interesada, no fue capaz de entenderle (Mt 11,16-19).

Las grandes ciudades alrededor del lago, que oyeron la predicación de Jesús y vieron sus milagros, no quisieron abrirse a su mensaje (Mt 11,20-24).

Los sabios y los doctores que lo juzgaban todo a partir de su propia ciencia, no fueron capaces de entender la predicación de Jesús (Mt 11,25).

Ni sus parientes le entendían (Mt 12,46-50).

Sólo los pequeños le entendían y aceptaban la Buena Nueva del Reino (Mt 11,25- 30).

Los otros quieren sacrificios, pero Jesús pide misericordia (Mt 12,1-8).

La reacción contra Jesús lleva a los fariseos a quererle matar (Mt 12,9-14).

Le llamaban Jesús de Belcebú (Mt 12,22-32).

Pero Jesús no miró atrás; siguió asumiendo la misión de Siervo, descrita en las profecías (Mt 12,15-21). Por causa de esto, fue perseguido, condenado a muerte.

Mateo 11,25-26: Sólo los pequeños entienden y aceptan la Buena Nueva del Reino. Jesús reza así:» Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las has revelado a pequeños. Sí, Padre, pues tal ha sido tu beneplácito.” Los sabios, los doctores de aquella época, habían creado una serie de leyes que ellos imponían al pueblo en nombre de Dios. Pensaban que Dios exigía del pueblo estas observancias. Pero la ley del amor, traída por Jesús, decía lo contrario. Lo que importa, no es lo que hacemos para Dios, sino lo que Dios, en su gran amor, ¡hace por nosotros! La gente entendía el hablar de Jesús y quedaba contenta. Los sabios pensaban que Jesús estaba en el error. No podían entender esa enseñanza que modificaba la relación de la gente con Dios.

Mateo 11,27: El origen de la nueva ley: el Hijo conoce al Padre. Jesús, el Hijo, conoce al Padre. Sabe lo que el Padre quería cuando, siglos atrás, entregó la Ley a Moisés. Aquello que el Padre nos quiere decir, lo entregó a Jesús, y Jesús lo reveló a los pequeños, porque éstos se abrieron a su mensaje. Hoy también Jesús está enseñando muchas cosas a los pobres y a los pequeños. Los sabios e inteligentes hacen bien en ser alumnos de los pequeños.

Mateo 11,28-30: Venid a mí los que estáis fatigados y sobrecargados. Jesús invita a todos los que están cansados a que vayan a él y les promete descanso. Es la gente que vive cansada bajo los impuestos y las observancias exigidas por las leyes de pureza. Y él dice: “Aprended de mí que soy manso y humilde de corazón”. Muchas veces, esta frase fue manipulada para pedir al pueblo sumisión, mansedumbre y pasividad. Lo que Jesús quiere decir es el contrario. Pide a la gente una ruptura, que deje de lado a los profesores de religión de la época y empiece a aprender de él, de Jesús, que es «manso y humilde de corazón». Jesús no hace como los escribas que se exaltan de su ciencia, sino como el pueblo, que vive humillado y explotado. Jesús, el nuevo maestro, sabe por experiencia lo que pasa en el corazón de la gente y del pueblo que sufre.

La invitación de la Sabiduría Divina para todos los que la buscan. Jesús convida a todos los que están sobrecargados por el peso de las observancias de la ley a que encuentren en él descanso y suavidad, pues él es manso y humilde de corazón, capaz de aliviar y consolar a la gente sufrida, cansada y abatida (Mt 11,25-30). En esta invitación resuenan las palabras tan bonitas de Isaías que consolaba al pueblo cansado por el exilio (Is 55,1-3). Esta invitación está relacionada con la Sabiduría Divina, que invita a las personas a encontrase con ella (Sir 24,19), diciendo que “sus caminos son deliciosos y sus senderos son de bienestar” (Pr 3,17). Dice además: “La Sabiduría educa a sus hijos y cuida de los que la buscan. El que la ama, ama la vida, y los que madrugan por ella serán colmados de alegría” (Sir 4,11-12). Esta invitación revela un rasgo muy importante del rostro femenino de Dios: ternura y acogida que consuela, revitaliza a las personas y las lleva a sentirse bien. Jesús es entrañas y seno materno que el Padre ofrece al pueblo cansado (cf Is 66,10-13).

Para la reflexión personal

¿Qué es lo que te causa tensión, y lo que te da paz? Para ti, vivir en comunidad ¿es fuente de paz o de tensión?
Estas palabras de Jesús, ¿cómo pueden ayudarnos a ser un lugar de descanso para nuestras vidas?

Oración final

Yahvé es clemente y compasivo, lento a la cólera y lleno de amor; no se querella eternamente, ni para siempre guarda rencor. (Sal 103,8-9)

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Lectio vie, 28 de abr, 2023

Tiempo de Pascua

Oración inicial

Te pedimos, Señor, que ya que nos has dado la gracia de conocer la resurrección de tu Hijo, nos concedas también que el Espíritu Santo, con su amor, nos haga resucitar a una vida nueva. Por nuestro Señor.

Lectura del Evangelio según Juan 6,52-59

En aquel tiempo, los judíos se pusieron a discutir entre sí: «¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?»

Jesús les dijo: «Yo les aseguro: Si no comen la carne del Hijo del hombre y no beben su sangre, no podrán tener vida en ustedes. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna y yo lo resucitaré el último día.

Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí y yo en él. Como el Padre, que me ha enviado, posee la vida y yo vivo por él, así también el que me come vivirá por mí.

Éste es el pan que ha bajado del cielo; no es como el maná que comieron sus padres, pues murieron. El que come de este pan vivirá para siempre».

Esto lo dijo Jesús enseñando en la sinagoga de Cafarnaúm.

Reflexión

Estamos llegando casi al final del Discurso del Pan de Vida. Aquí empieza la parte más polémica. Los judíos se encierran en sí mismos y empiezan a cuestionar las afirmaciones de Jesús.

Juan 6,52-55: Carne y sangre: expresión de vida y de entrega total. Los judíos reaccionan «¿Cómo este hombre puede darnos su carne para comer?» Era cerca de la fiesta de Pascua. Dentro de unos pocos días, iban a comer la carne del cordero pascual en la celebración de la noche de pascua. Ellos no entendían las palabras de Jesús, porque tomaron todo al pie de la letra. Pero Jesús no disminuyó las exigencias, ni tampoco retira nada de lo que había dicho, e insiste: ««En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo le resucitaré el último día. Porque mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí, y yo en él”. (a) Comer la carne de Jesús significa aceptar a Jesús como el nuevo Cordero Pascual, cuya sangre nos libera de la esclavitud. La ley del Antiguo Testamento, respecto a la vida, prohibía comer sangre (Dt 12,16.23; He 15.29). La sangre era la señal de la vida. (b) Beber la sangre de Jesús significa asimilar la misma manera de vivir que marcó la vida de Jesús. Lo que trae vida no es celebrar el maná del pasado, sino comer este nuevo pan que es Jesús, su carne y su sangre. Participando en la Cena Eucarística, asimilamos su vida, su donación y su entrega. “Si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros.” Deben aceptar a Jesús como mesías crucificado, cuya sangre será derramada.

Juan 6,56-58: Quien me come, vivirá por mí. Las últimas frases son de gran profundidad y tratan de resumir todo lo que se dijo. Evocan la dimensión mística que envuelve toda la participación en la eucaristía. Expresan lo que Pablo dice en la carta a los Gálatas: “Ya no vivo yo, es Cristo quien vive en mí (Gál 2,20). Es lo que dice el Apocalipsis de Juan: “Si uno me oye y me abre, entraré en su casa y comeremos juntos” (Ap 3,20). Y Juan mismo en el Evangelio: “Si alguien me ama guardará mi palabra y mi Padre le amará y los dos nos vendremos con él y en él haremos nuestra morada” (Jn 14,23). Y termina con la promesa de vida que marca la diferencia con el antiguo éxodo: “Este es el pan bajado del cielo. No es como el pan que comieron vuestros padres y después murieron. Quien come de este pan vivirá por siempre.»

Juan 6,59: Termina el discurso en la sinagoga. Hasta aquí la conversación entre Jesús, la gente y los judíos en la sinagoga de Cafarnaún. Como aludimos anteriormente, el Discurso del Pan de Vida nos ofrece una imagen de cómo era la catequesis en aquel final del siglo primero en las comunidades cristianas de Asia Menor. Las preguntas de la gente y de los judíos reflejan las dificultades de los miembros de las comunidades. Y las respuestas de Jesús representan las aclaraciones para ayudarlos a superar las dificultades, a profundizar en su fe y a vivir más intensamente la eucaristía que se celebraba sobre todo en las noches del sábado al domingo, el Día del Señor.

Para la reflexión personal

A partir del Discurso del Pan de Vida, la celebración de la Eucaristía recibe una luz muy fuerte y una enorme profundización. ¿Cuál es la luz que estoy percibiendo y que me ayuda a da un paso?
Comer la carne y la sangre de Jesús, es el mandamiento que él nos da. ¿Cómo vivo la eucaristía en mi vida? Aunque no pueda ir a misa todos los días o los domingos, mi vida debe ser eucaristía. ¿Cómo alcanzar este objetivo?

Oración final

¡Alabad a Yahvé, todas las naciones, ensalzadlo, pueblos todos!
Pues sólido es su amor hacia nosotros, la lealtad de Yahvé dura para siempre. (Sal 117,1- 2)

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Lectio jue, 27 de abr, 2023

Tiempo de Pascua

Oración inicial

Dios todopoderoso y eterno, que en estos días de Pascua nos has revelado más claramente tu amor y nos has permitido conocerlo con más profundidad; concede a quienes has liberado de las tinieblas del error adherirse con firmeza a las enseñanzas de tu verdad. Por nuestro Señor.

Lectura del Evangelio según Juan 6,44-51

En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos: «Nadie puede venir a mí, si no lo atrae el Padre, que me ha enviado; y a ése yo lo resucitaré el último día. Está escrito en los profetas: Todos serán discípulos de Dios. Todo aquel que escucha al Padre y aprende de él, se acerca a mí. No es que alguien haya visto al Padre, fuera de aquel que procede de Dios. Ese sí ha visto al Padre.

Yo les aseguro: el que cree en mí, tiene vida eterna. Yo soy el pan de la vida. Sus padres comieron el maná en el desierto y sin embargo, murieron. Éste es el pan que ha bajado del cielo para que, quien lo coma, no muera. Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre, y el pan que yo les voy a dar es mi carne para que el mundo tenga vida».

Reflexión

Hasta aquí el diálogo entre Jesús y la gente. De aquí en adelante, los líderes judíos empiezan a entrar en la conversación, y la discusión se hace más tensa.

Juan 6,44-46: Quien se abre para Dios, acepta a Jesús y su propuesta. La conversación se vuelve más exigente. Ahora son los judíos, los líderes del pueblo que murmuran: «Este Jesús ¿no es el hijo de José? Nosotros conocemos a su padre y a su madre. ¿Cómo dice que bajó del cielo?» (Jn 6,42) Ellos pensaban conocer las cosas de Dios. En realidad, no las conocían. Si fuesen realmente abiertos y fieles a Dios, sentirían dentro de sí el impulso de Dios que los atrae para Jesús y reconocerían que Jesús viene de Dios, „Pues está escrito en los Profetas: ¡Todos serán instruidos por Dios’. Todo aquel que escucha al Padre y recibe su instrucción viene a mí.

Juan 6,47-50: Vuestros padres comieron el maná en el desierto y murieron. En la celebración de la pascua, los judíos recordaban el pan del desierto. Jesús nos ayuda a dar un paso más. Quien celebra la pascua recordando solamente el pan que los padres comieron en el pasado, acabarán muriendo como todos ellos. El verdadero sentido de la Pascua no es recordar el maná caído del cielo, sino aceptar a Jesús como el nuevo Pan de Vida y seguir el camino que él nos enseñó. Ahora ya no se trata de comer la carne del cordero pascual, sino de comer la carne de Jesús, para que no perezca aquel que la come, sino que tenga ¡la vida eterna!

Juan 6,51: Quien come de este pan vivirá eternamente. Y Jesús termina diciendo: «Yo soy el pan de vida bajado del cielo. Si uno come de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo le voy a dar es mi carne por la vida del mundo.» En vez del maná y en vez del cordero pascual, somos convidados a comer el nuevo maná y cordero pascual que es Jesús mismo que se entregó en la Cruz por la vida de todos.

El nuevo Éxodo. La multiplicación de los panes aconteció cerca de Pascua (Jn 6,4). La fiesta de pascua era la memoria peligrosa del Éxodo, la liberación del pueblo de las garras del faraón. Todo el episodio narrado en este capítulo 6 del evangelio de Juan tiene un paralelo en los episodios relacionados con la fiesta de pascua, tanto con la liberación de Egipto como con la caminada del pueblo en el desierto en busca de la tierra prometida. El Discurso del Pan de Vida, hecho en la sinagoga de Cafarnaún, está relacionado con el capítulo 16 del libro del Éxodo que habla del Maná. Merece la pena leer todo este capítulo 16 del Éxodo. Percibiendo las dificultades del pueblo en el desierto, podemos comprender mejor las enseñanzas de Jesús aquí en el capítulo 6 del evangelio de Juan.

Por ejemplo, cuando Jesús habla de “un alimento que perece” (Jn 6,27) el está recordando el maná que se llenaba de gusanos y se pudría (Ex 16,20). Asimismo, cuando los judíos “murmuraban” (Jn 6,41), hacen lo mismo que los israelitas hacían en el desierto, cuando dudaban de la presencia de Dios en medio de ellos durante la travesía (Es 16,2; 17,3; Núm 11,1). La falta de alimentos hacía que la gente dudara de Dios y empezara a murmurar contra Moisés y contra Dios. Aquí también los judíos dudan de la presencia de Dios en Jesús de Nazaret y empiezan a murmurar (Jn 6,41- 42).

Para la reflexión personal

La eucaristía ¿me ayuda a vivir en estado permanente de Éxodo? ¿Lo estoy consiguiendo?
Quien está abierto a la verdad encuentra en Jesús la respuesta. Hoy, mucha gente se aleja y no encuentra una respuesta. ¿Es culpa de quién? ¿De las personas que no quieren escuchar? ¿O de los cristianos que no sabemos presentar el evangelio como un mensaje de vida?

Oración final

Venid, escuchad y os contaré, vosotros, los que estáis por Dios, todo lo que ha hecho por mí.
Mi boca lo invocó,
mi lengua lo ensalzó. (Sal 66,16-17)

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Lectio mié, 26 de abr, 2023

Oración inicial

Ven, Señor, en ayuda de tu familia, y a cuantos hemos recibido el don de la fe concédenos tener parte en la herencia eterna de tu Hijo resucitado. Que vive y reina.

Lectura del Evangelio según Juan 6,35-40

Jesús dijo a la multitud: «Yo soy el pan de la vida. El que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí nunca tendrá sed. Pero como ya les he dicho: me han visto y no creen. Todo aquel que me da el Padre viene hacia mí; y al que viene a mí yo no lo echaré fuera, porque he bajado del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió.

Y la voluntad del que me envió es que yo no pierda nada de lo que él me ha dado, sino que lo resucite en el último día. La voluntad de mi Padre consiste en que todo el que vea al Hijo y crea en él, tenga vida eterna y yo lo resucite en el último día».

Reflexión

Juan 6,35-36: Yo soy el pan de vida. Entusiasmado con la perspectiva de tener el pan del cielo del que hablaba Jesús y que da vida para siempre (Jn 6,33), la gente pide: «¡Señor, danos siempre de este pan!» (Jn 6,34). Pensaban que Jesús estuviese hablando de un pan especial. Por esto de forma interesada piden: “¡Danos siempre de este pan!” Este pedido de la gente recuerda la conversación de Jesús con la Samaritana. Jesús había dicho que ella podría tener dentro de sí la fuente de agua que brota para la vida eterna, y ella de forma interesada pide: «¡Señor dame de esta agua!» (Jn 4,15). La Samaritana no percibe que Jesús no está hablando de agua material. Asimismo, la gente no se da cuenta de que Jesús no está hablando del pan material. Por eso, Jesús responde bien claramente: «¡Yo soy el pan de vida! El que venga a mí no tendrá hambre y el que venga a mí no tendrá nunca sed”. Comer el pan del cielo es lo mismo que creer en Jesús. Es creer que él vino del cielo como revelación del Padre. Es aceptar el camino que él enseñó. Pero la gente, a pesar de estar viendo a Jesús, no cree en él. Jesús percibe la falta de fe y dice: “Me habéis visto y no creéis”.

Juan 6,37-40: Hacer la voluntad de aquel que me envió. Después de la conversación con la Samaritana, Jesús había dicho a los discípulos: «Mi alimento es hacer la voluntad del Padre que está en los cielos» (Jn 4,34). Aquí, en la conversación con la gente sobre el pan del cielo, Jesús se refiere al mismo asunto: “Porque he bajado del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me ha enviado. Y esta es la voluntad del que me ha enviado: que no pierda nada de lo que él me ha dado, sino que lo resucite el último día. Porque esta es la voluntad de mi Padre: que todo el que vea al Hijo y crea en él, tenga vida eterna y que yo le resucite el último día.” Este es el alimento que el pueblo debe buscar: hacer la voluntad del Padre del cielo. Es éste el pan que sustenta la vida de las personas y les da rumbo. Aquí comienza la vida eterna, vida que es más fuerte que la muerte. Si estuviésemos verdaderamente dispuestos a hacer la voluntad del Padre, no tendríamos dificultad en reconocer al Padre presente en Jesús.

Juan 6,41-43: Los judíos murmuran. El evangelio de mañana comienza con el versículo 44 (Jn 6,44-51) y salta los versículos de 41 a 43. En el versículo 41, empieza la conversación con los judíos, que critican a Jesús. Aquí damos una breve explicación del significado de la palabra judío en el evangelio de Juan para evitar que una lectura superficial alimente en nosotros los cristianos el sentimiento de anti-semitismo. Antes de todo, es bueno recordar que Jesús era judío y lo sigue siendo (Jn 4,9). Judíos eran sus discípulos y discípulas. Las primeras comunidades cristianas eran todas de judíos que aceptaban a Jesús como Mesías. Solo después, poco a poco, en las comunidades del Discípulo Amado, griegos y paganos comenzaban a ser aceptados en pie de igualdad con los judíos. Eran comunidades más abiertas. Pero esta apertura no era aceptada por todos.

Algunos cristianos venidos del grupo de los fariseos querían mantener la “separación” entre judíos y paganos (He 15,5). La situación era muy crítica después de la destrucción de Jerusalén en el año 70. Los fariseos se convierten en la corriente religiosa dominante en el judaísmo y empiezan a definir directivas religiosas para todo el pueblo de Dios: suprimir el culto en lengua griega; adoptar únicamente el texto bíblico en hebraico; definir la lista de los libros sagrados eliminando los libros que estaban sólo en la traducción griega de la Biblia: Tobías, Judith, Ester; Baruc, Sabiduría, Eclesiástico y los dos libros de los Macabeos; segregar a los extranjeros; no comer ninguna comida sospechosa de impureza o de haber sido ofrecida a los ídolos. Todas estas medidas asumidas por los fariseos repercutían en las comunidades de los judíos que aceptaban a Jesús como Mesías. Estas comunidades habían caminado mucho. La apertura para los paganos era irreversible. La Biblia en griego ya era usada, desde hacía mucho tiempo.

Así, lentamente, crece un distanciamiento mutuo entre cristianismo y judaísmo. Las autoridades judaicas en los años 85-90 empiezan a discriminar quienes siguen aceptando a Jesús de Nazaret como Mesías (Mt 5, 11-12; 24,9-13). Quien seguía permaneciendo en la fe de Jesús era expulsado de la sinagoga (Jn 9,34). Muchas de las comunidades cristianas temían esta expulsión (Jn 9,22), ya que significaba perder el apoyo de una institución fuerte y tradicional como la sinagoga. Los que eran expulsados perdían los privilegios legales que los judíos habían conquistado a lo largo de los siglos dentro del imperio. Las personas expulsadas perdían hasta la posibilidad de tener un entierro decente. Era un riesgo muy grande. Esta situación de conflicto del final del primer siglo repercute en la descripción del conflicto de Jesús con los fariseos. Cuando el evangelio de Juan habla de judíos no está hablando del pueblo judío en general, sino que está pensando mucho más en aquellas pocas autoridades farisaicas que estaban expulsando a los cristianos de las sinagogas en los años 85-90, época en la que el evangelio fue escrito. No podemos permitir que estas afirmaciones sobre los judíos hagan crecer el antisemitismo entre los cristianos.

Para la reflexión personal

Anti-semitismo: mira bien dentro de ti y arranca cualquier resto de anti-semitismo.

Comer el pan del cielo es creer en Jesús. Esto ¿cómo me ayuda a vivir mejor la eucaristía?

Oración final

Aclama a Dios, tierra entera, cantad a su nombre glorioso, dadle honor con alabanzas, decid a Dios: ¡Qué admirables tus obras! (Sal 66,1-3)

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Lectio mar, 25 de abr, 2023

San Marcos, evangelista, fiesta

Oración inicial

Danos, Señor, una plena vivencia del misterio pascual, para que la alegría que experimentamos en estas fiestas sea siempre nuestras fuerzas y nuestra salvación. Por nuestro Señor.

Lectura del Evangelio según Marcos 16,15-20

En aquel tiempo, se apareció Jesús a los Once y les dijo: «Vayan por todo el mundo y prediquen el Evangelio a toda creatura. El que crea y se bautice, se salvará; el que se resista a creer, será condenado. Éstos son los milagros que acompañarán a los que hayan creído: arrojarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos, y si beben un veneno mortal, no les hará daño; impondrán las manos a los enfermos y éstos quedarán sanos».

El Señor Jesús, después de hablarles, subió al cielo y está sentado a la derecha de Dios. Ellos fueron y proclamaron el Evangelio por todas partes, y el Señor actuaba con ellos y confirmaba su predicación con los milagros que hacían.

Reflexión

El Evangelio de hoy forma parte del apéndice del Evangelio de Marcos (Mc 16,9-20) que presenta una lista de algunas apariciones de Jesús: a la Magdalena (Mc 16,9-11), los dos discípulos que iban por el campo (Mc 16,12-13) y a los doce apóstoles (Mc 16,14- 18). Esta última aparición con la descripción de la ascensión al cielo (Mc 16,19-20) constituye el evangelio de hoy.

Marcos 16,14: Las señales que acompañan el anuncio de la Buena Nueva. Jesús aparece a los once discípulos y les reprocha el no haber creído en las personas que lo habían visto resucitado. No creyeron en la Magdalena (Mc 16,11), ni a los dos que iban por el campo (Mc 16,13). Varias veces Marcos se refiere a la resistencia de los discípulos en creer en el testimonio de aquellos y aquellas que experimentaron la resurrección de Jesús. ¿Por qué Marcos insiste tanto en la falta de fe de los discípulos? Probablemente, para enseñar dos cosas. Primero, que la fe en Jesús pasa por la fe en las personas que dan testimonio de él. Segundo, que nadie debe desanimarse cuando la duda surge en el corazón. ¡Hasta los once discípulos tuvieron dudas!

Marcos 16,15-18: La misión de anunciar la Buena Nueva a toda criatura. Después de haber criticado la falta de fe de los discípulos, Jesús les confiere la misión: «Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación. El que crea y sea bautizado, se salvará; el que no crea, se condenará.” A lo que tienen el valor de creer en la Buena Nueva y que son bautizados, Jesús promete las siguientes señales: expulsarán demonios, hablarán nuevas lenguas, agarrarán serpientes y el veneno no les hará daño, impondrán las manos sobre los enfermos y éstos quedarán sanos. Esto acontece hoy: expulsar demonios: es luchar en contra del poder del mal que mata la vida. La vida de muchas personas es mejor por haber entrado en comunidad y por haber empezado a vivir la Buena Nueva de la presencia de Dios en su vida; hablar lenguas nuevas: es comenzar a comunicarse con los demás de forma nueva. A veces encontramos a una persona que no hemos visto nunca, pero parece que la conocemos desde hace mucho tiempo. Es porque hablamos la misma lengua, el lenguaje del amor; vencer el veneno: hay muchas cosas que envenenan la convivencia. Muchos chismes que causa estragos en la relación entre la gente. Quien vive la presencia de Dios vive por encima de todo esto y consigue que este veneno terrible no le moleste; curar a los enfermos: doquiera que aparece una conciencia más clara y viva de la presencia de Dios, aparece también un cuidado especial con las personas excluidas y marginadas, sobre todo hacia los enfermos. Aquello que más favorece la curación es que la persona se siente acogida y amada.

Marcos 16,19-20: A través de la comunidad Jesús continúa su misión. Jesús mismo que vivió en Palestina y acogió a los pobres de su tiempo, revelando así el amor del Padre, este mismo Jesús sigue vivo en medio de nosotros, en nuestras comunidades. A través de nosotros él quiere continuar su misión para revelar la Buena Nueva del amor de Dios a los pobres. La resurrección acontece hasta hoy. Nos lleva a cantar: «¿Quién no separará, quién no separará del amor de Cristo, quién nos separará?» Ningún poder de este mundo es capaz de neutralizar la fuerza que viene de la fe en la resurrección (Rom 8,35-39). Una comunidad que quisiera ser testigo de la Resurrección tiene que ser señal de vida, tiene que luchar en contra de las fuerzas de la muerte, para que el mundo sea un lugar favorable a la vida, tiene que creer que otro mundo es posible. Sobre todo en aquel país donde la vida de la gente corre peligro a causa del sistema de muerte que nos fue impuesto, las comunidades deben ser una prueba viva de la esperanza que vence el mundo, ¡sin miedo a ser feliz!

Para la reflexión personal

¿Cómo acontecen en mi vida estas señales de la presencia de Jesús?
¿Cuáles son hoy las señales que más convencen a las personas de la presencia de Jesús en medio de nosotros?

Oración final

Cantaré por siempre el amor de Yahvé, anunciaré tu lealtad de edad en edad. Dije: «Firme está por siempre el amor, en ellos cimentada tu lealtad.» (Sal 89,1-2)

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Lectio lun, 24 de abr, 2023

Tiempo de Pascua

Oración inicial

¡Oh, Dios, que muestras la luz de tu verdad a los que andan extraviados, para que puedan volver al buen camino!; concede a todos los cristianos rechazar lo que es indigno de este nombre y cumplir cuanto en él se significa. Por nuestro Señor.

Lectura del Evangelio según Juan 6,22-29

Después de la multiplicación de los panes, cuando Jesús dio de comer a cinco mil hombres, sus discípulos lo vieron caminando sobre el lago. Al día siguiente, la multitud, que estaba en la otra orilla del lago, se dio cuenta de que allí no había más que una sola barca y de que Jesús no se había embarcado con sus discípulos, sino que éstos habían partido solos. En eso llegaron otras barcas desde Tiberíades al lugar donde la multitud había comido el pan. Cuando la gente vio que ni Jesús ni sus discípulos estaban allí, se embarcaron y fueron a Cafarnaúm para buscar a Jesús.

Al encontrarlo en la otra orilla del lago, le preguntaron: «Maestro, ¿cuándo llegaste acá?» Jesús les contestó: «Yo les aseguro que ustedes no me andan buscando por haber visto signos, sino por haber comido de aquellos panes hasta saciarse. No trabajen por ese alimento que se acaba, sino por el alimento que dura para la vida eterna y que les dará el Hijo del hombre; porque a éste, el Padre Dios lo ha marcado con su sello».

Ellos le dijeron: «¿Qué necesitamos para llevar a cabo las obras de Dios?» Respondió Jesús: «La obra de Dios consiste en que crean en aquel a quien él ha enviado».

Reflexión

En el evangelio de hoy iniciamos la reflexión sobre el Discurso del Pan de Vida (Jn 6,22-71), que se prolongará durante los próximos seis días, hasta el final de esta semana. Después de la multiplicación de los panes, el pueblo se fue detrás de Jesús. Había visto el milagro, había comido hasta saciarse y ¡quería más! No trató de buscar la señal o la llamada de Dios que había en todo esto. Cuando la gente encontró a Jesús en la sinagoga de Cafarnaún, tuvo con él una larga conversación, llamada el Discurso del Pan de Vida. No es propiamente un discurso, pero se trata de un conjunto de siete breves diálogos que explican el significado de la multiplicación de los panes como símbolo del nuevo Éxodo y de la Cena Eucarística.

Es bueno tener presente la división del capítulo para poder percibir mejor su sentido: 6,1-15: el pasaje sobre la multiplicación de los panes 6,16-21: la travesía del lago, y Jesús que camina sobre las aguas 6,22-71: el diálogo de Jesús con la gente, con los judíos y con los discípulos 1º diálogo: 6,22-27 con la gente: la gente busca a Jesús y lo encuentra en Cafarnaún 2º diálogo: 6,28-34 con la gente: la fe como obra de Dios y el maná en el desierto 3º diálogo: 6,35-40 con la gente: el pan verdadero es hacer la voluntad de Dios 4º diálogo: 6,41-51 con los judíos: murmuraciones de los judíos 5º diálogo: 6,52-58 con los judíos: Jesús y los judíos 6º diálogo: 6,59-66 con los discípulos: reacción de los discípulos 7º diálogo: 6,67-71 con los discípulos: confesión de Pedro

La conversación de Jesús con la gente, con los judíos y con los discípulos es un diálogo bonito, pero exigente. Jesús trata de abrir los ojos de la gente para que aprenda a leer los acontecimientos y descubra en ellos el rumbo que debe tomar en la vida. Pues no basta ir detrás de las señales milagrosas que multiplican el pan para el cuerpo. No de sólo pan vive el hombre. La lucha por la vida sin una mística no alcanza la raíz. En la medida en que va conversando con Jesús, la gente se queda cada vez más contrariada por las palabras de Jesús, pero él no cede, ni cambia las exigencias. El discurso parece moverse en espiral. En la medida en que la conversación avanza, hay cada vez menos gente que se queda con Jesús. Al final quedan solamente los doce, y Jesús ¡no puede confiar ni siquiera en ellos! Hoy sucede lo mismo. Cuando el evangelio empieza a exigir un compromiso, mucha gente se aleja.

Juan 6,22-27: La gente busca a Jesús porque quiere más pan. La gente va detrás de Jesús. Ve que no ha entrado en la barca con los discípulos y, por ello, no entiende cómo ha hecho para llegar a Cafarnaúm. Tampoco entiende el milagro de la multiplicación de los panes. La gente ve lo que acontece, pero no llega a entender todo esto como una señal de algo más profundo. Se detiene en la superficie: en la hartura de la comida.

Busca pan y vida, pero sólo para el cuerpo. Según la gente, Jesús hizo lo que Moisés había hecho en el pasado: alimentar a todos en el desierto, hasta la saciedad. Yendo detrás de Jesús, ellos querían que el pasado se repitiera. Pero Jesús pide a la gente que dé un paso más. Además del trabajo por el pan que perece, debe trabajar por el alimento que no perece. Este nuevo alimento lo dará el Hijo del Hombre, indicado por Dios mismo. Él nos da la vida que dura por siempre. El abre para nosotros un horizonte sobre el sentido de la vida y sobre Dios.

Juan 6,28-29: ¿Cuál es la obra de Dios? La gente pregunta: ¿Qué debemos hacer para realizar este trabajo (obra) de Dios? Jesús responde que la gran obra que Dios nos pide “es creer en aquel que Dios envió”. O sea, ¡creer en Jesús!

Para la reflexión personal

La gente tenía hambre, comió el pan y buscó más pan. Buscó el milagro y no la señal de Dios que en el milagro se escondía. ¿Qué es lo que más busco en mi vida: el milagro o la señal?

Por un momento, haz silencio dentro de ti y pregúntate: “Creer en Jesús: ¿qué significa esto para mí, bien concretamente en mi vida de cada día?”

Oración final

Señor, te conté mi vida y me respondiste, enséñame tus preceptos.
Indícame el camino hacia tus mandatos y meditaré en todas tus maravillas. (Sal 119,26- 27)

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Lectio Dom, 23 de abr, 2023

Domingo de Pascua En el camino de Emaús
Encontrar la llave que abre el significado de la Escritura Lucas 24,13-35

Oración inicial

Señor Jesús, envía tu Espíritu, para que Él nos ayude a leer la Biblia en el mismo modo con el cual Tú la has leído a los discípulos en el camino de Emaús. Con la luz de la Palabra, escrita en la Biblia, Tú les ayudaste a descubrir la presencia de Dios en los acontecimientos dolorosos de tu condena y muerte. Así, la cruz, que parecía ser el final de toda esperanza, apareció para ellos como fuente de vida y resurrección.

Crea en nosotros el silencio para escuchar tu voz en la Creación y en la Escritura, en los acontecimientos y en las personas, sobre todo en los pobres y en los que sufren. Tu palabra nos oriente a fin de que también nosotros, como los discípulos de Emaús, podamos experimentar la fuerza de tu resurrección y testimoniar a los otros que Tú estás vivo en medio de nosotros como fuente de fraternidad, de justicia y de paz. Te lo pedimos a Ti, Jesús, Hijo de María, que nos has revelado al Padre y enviado tu Espíritu. Amén.

Lectura

Una clave de lectura:

Leamos el texto en el que Lucas nos presenta a Jesús que interpreta las Escrituras. Durante la lectura tratemos de descubrir cuáles son los diversos pasos del proceso de interpretación seguido por Jesús, desde el encuentro con sus discípulos en el camino hacia Emaús, hasta el reencuentro de los discípulos con la comunidad de Jerusalén.

Una división del texto para ayudar a la lectura:

Lc 24,13-24: Jesús trata de averiguar la realidad que hace sufrir a los discípulos

Lc 24,25-27: Jesús ilumina la realidad de los dos discípulos con la luz de la Escritura Lc 24,28-32: Jesús comparte el pan y celebra con los discípulos

Lc 24,33-35: Los dos discípulos regresan a Jerusalén y comparten su experiencia de la resurrección con la comunidad.

El texto:

El mismo día de la resurrección, iban dos de los discípulos hacia un pueblo llamado Emaús, situado a unos once kilómetros de Jerusalén, y comentaban todo lo que había sucedido.

Mientras conversaban y discutían, Jesús se les acercó y comenzó a caminar con ellos; pero los ojos de los dos discípulos estaban velados y no lo reconocieron. Él les preguntó: «¿De qué cosas vienen hablando, tan llenos de tristeza?»

Uno de ellos, llamado Cleofás, le respondió: «¿Eres tú el único forastero que no sabe lo que ha sucedido estos días en Jerusalén?» Él les preguntó: «¿Qué cosa?» Ellos le respondieron: «Lo de Jesús el nazareno, que era un profeta poderoso en obras y palabras, ante Dios y ante todo el pueblo. Cómo los sumos sacerdotes y nuestros jefes lo entregaron para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que él sería el libertador de Israel, y sin embargo, han pasado ya tres días desde que estas cosas sucedieron. Es cierto que algunas mujeres de nuestro grupo nos han desconcertado, pues fueron de madrugada al sepulcro, no encontraron el cuerpo y llegaron contando que se les habían aparecido unos ángeles, que les dijeron que estaba vivo. Algunos de nuestros compañeros fueron al sepulcro y hallaron todo como habían dicho las mujeres, pero a él no lo vieron».

Entonces Jesús les dijo: «¡Qué insensatos son ustedes y qué duros de corazón para creer todo lo anunciado por los profetas! ¿Acaso no era necesario que el Mesías padeciera todo esto y así entrara en su gloria?» Y comenzando por Moisés y siguiendo con todos los profetas, les explicó todos los pasajes de la Escritura que se referían a él.

Ya cerca del pueblo a donde se dirigían, él hizo como que iba más lejos; pero ellos le insistieron, diciendo: «Quédate con nosotros, porque ya es tarde y pronto va a oscurecer». Y entró para quedarse con ellos. Cuando estaban a la mesa, tomó un pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio. Entonces se les abrieron los ojos y lo reconocieron, pero él se les desapareció. Y ellos se decían el uno al otro: «¡Con razón nuestro corazón ardía, mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras!»

Se levantaron inmediatamente y regresaron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los Once con sus compañeros, los cuales les dijeron: «De veras ha resucitado el Señor y se le ha aparecido a Simón». Entonces ellos contaron lo que les había pasado en el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.

Un momento de silencio orante

para que la Palabra de Dios pueda entrar en nosotros e iluminar nuestra vida.

Algunas preguntas

para ayudarnos en la meditación y en la oración.

¿Cuál es el punto que te ha gustado más y por qué?
¿Cuáles son los pasos de interpretación de la Escritura seguida por Jesús, desde el encuentro con los dos amigos por el camino, hasta el regreso de los discípulos a la comunidad de Jerusalén?
¿Cuál es la situación en la que Jesús encuentra a los discípulos?
¿Cuáles son las semejanzas y cuáles las diferencias entre la situación de los dos discípulos y nuestra situación actual? ¿Cuáles son hoy los factores que ponen en crisis nuestra fe y nos causan tristeza?
¿Cuál fue el resultado en la vida de los dos discípulos de la lectura de la Biblia hecha por Jesús?
¿En qué puntos la interpretación hecha por Jesús critica nuestra manera de leer la Biblia y en qué puntos la confirma?

Una clave de lectura

para aquellos que quieran profundizar más en el tema.

El contexto en el que escribe Lucas:

Lucas escribe hacia el año 85 para la comunidad de Grecia y del Asia Menor que vivían en una difícil situación, tanto interna como externa. Dentro  existían tendencias divergentes que hacían difícil la convivencia: por los fariseos que querían imponer la ley de Moisés (Act 15,1); grupos estrechamente vinculados a Juan el Bautista que no habían oído hablar del Espíritu Santo (Act 19,1-6); judíos que se servían del nombre de Jesús para expulsar demonios (Act 19,13); existía los que se llamaban discípulos de Pedro, otros que eran de Pablo, otros de Apolo, otros de  Cristo (1Cor 1,12). Fuera aumentaba siempre y cada vez más la persecución por parte del Imperio romano (Ap 1,9-10; 2,3.10.13; 6,9-10,12-16) y la infiltración engañosa de la ideología dominante del Imperio y de la religión oficial, como hoy el consumismo se infiltra en todos los sectores de nuestra vida (Ap 2,14.20; 13,14-16).

Lucas escribe para estas comunidades, para que reciban una orientación segura en medio de las dificultades y para que encuentren la fuerza y la luz en lo vivido desde la fe en Jesús. Lucas escribe una única obra en dos volúmenes: el Evangelio y las Actas con el mismo objetivo general: «poder verificar la solidez de las enseñanzas recibidas» (Lc 1,4). Uno de los objetivos específicos es el de mostrar, mediante la historia tan bella de Jesús con los dos discípulos de Emaús, cómo la comunidad debe leer e interpretar la Biblia. En realidad, los que caminaban por el camino de Emaús eran las comunidades (y somos todos nosotros). Cada uno de nosotros y todos juntos, somos el compañero o la compañera de Cleofás (Lc 24,18). Junto a él, caminamos por los caminos de la vida, buscando una palabra de apoyo y orientación en la Palabra de Dios.

El modo cómo Lucas narra el encuentro de Jesús con los discípulos de Emaús nos indica la forma cómo las comunidades del tiempo de Lucas usaban la Biblia y hacían lo que hoy llamamos Lectio Divina o Lectura Orante de la Biblia. Tres son los aspectos o los pasos que caracterizaban su manera de interpretar lo referente a la Biblia.

Los diversos pasos o aspectos del proceso de interpretación de la Escritura:

1º Paso: Partir de la realidad (Lc 24,13-24).

Jesús encuentra a los dos amigos en una situación de miedo y dispersión, de desconfianza y de turbación. Estaban huyendo. Las fuerzas de la muerte, la cruz, habían matado en ellos la esperanza. Jesús se acerca y camina con ellos, escucha la conversación y pregunta: «¿De qué estáis hablando?» La ideología dominante les impide entender y el tener una conciencia crítica: «Nosotros espérabamos que el fuese el liberador, pero…» (Lc 24,21). ¿Cuál es hoy la conversación del pueblo que sufre?

¿Cuáles son hoy los hechos que ponen en crisis nuestra fe?

El primer paso es éste: acercarte a las personas, escuchar la realidad, los problemas, ser capaces de hacer preguntas que ayuden a mirar la realidad con una mirada más   crítica.

2º Paso: Servirse del texto de la Biblia (Lc 24, 25-27)

Jesús se sirve de la Biblia no para dar una lección sobre la Biblia, sino para iluminar el problema que hacía sufrir a sus dos amigos y luego clarificar la situación que estaban viviendo. Con la ayuda de la Biblia, Jesús coloca a los dos discípulos en el proyecto de Dios y les indica que la historia no se escapa de la mano de Dios. Jesús no usa la Biblia como un doctor que ya lo sabe todo, sino como un compañero que quiere ayudar a sus amigos a recordar lo que ellos habían olvidado: Moisés y los Profetas. Jesús no causa en ellos un complejo de ignorancia, sino que trata de ponerlos en condiciones de recordar, despierta por tanto su memoria.

El segundo paso es éste: con la ayuda de la Biblia, iluminar la situación y transformar la cruz, señal de muerte, en señal de vida y esperanza. Así lo que impide ver, se convierte en luz y fuerza a lo largo del camino.

3º Paso: Celebrar y compartir en comunidad (Lc 24,28-32)

La Biblia, por sí sola, no abre los ojos, pero ¡hace arder el corazón! (Lc 24,32). Lo que abre los ojos y hace descubrir a los amigos la presencia de Jesús es el compartir el pan, el gesto comunitario. En el momento en que es reconocido, Jesús desaparece. Y ellos mismos experimentan la resurrección, renacen y caminan solos. Jesús no se apropia   del camino de sus amigos. No es paternalista. Resucitados, los discípulos son capaces de caminar por sus pies. El tercer paso es éste: saber crear un ambiente orante de fe y fraternidad, donde el Espíritu pueda obrar. Es el Espíritu el que hace descubrir y experimentar la palabra de Dios en la vida y nos lleva a entender el sentido de las palabras que Jesús dice (Jn 14,26; 16,13). Y es sobre todo en este punto de la celebración, en el que la práctica de las comunidades eclesiales de base, sostenidas por las esparcidas por el mundo, nos ayudan a nosotros religiosos y religiosas a encontrar de nuevo el antiguo pozo de la Tradición para beber su agua.

El objetivo: Resucitar y regresar de nuevo a Jerusalén (Lc 24,33-35).

Todo ha cambiado en los dos discípulos. Ellos mismo resucitan, se animan y regresan a Jerusalén, donde continúan estando activas las fuerzas de muerte que mataron a Jesús, pero en donde se manifiesta también las fuerzas de la vida en el compartir la experiencia de la resurrección. Valor en lugar de miedo. Fe en vez de ausencia.

Esperanza en vez de desesperación. Conciencia crítica, en vez de fatalismo ante el poder. Libertad en vez de opresión. En una palabra: ¡vida en vez de muerte! Y en vez de la noticia de la muerte de Jesús, ¡la Buena Noticia de la Resurrección!

El objetivo de la lectura de la Biblia es éste: experimentar la presencia viva de Jesús y de su Espíritu, presentes en medio de nosotros. Es el Espíritu el que abre los ojos sobre la Biblia y sobre la Realidad y nos lleva a compartir la experiencia de la Resurrección, como sucede también hoy en los encuentros comunitarios.

El nuevo modo de Jesús: hacer una lectura Orante de la Biblia:

A veces, no es posible entender si el uso que los evangelios hacen del Antiguo Testamento viene de Jesús o se trata de una explicitación de los primeros cristianos, que de esta forma trataban de expresar su fe en Jesús. Pero lo que es innegable es el uso constante y frecuente que Jesús hace de la Biblia . Una simple lectura de los evangelios nos muestra que Jesús se orientaba en la Escritura para realizar su misión y para instruir a los discípulos y a la gente.

La raíz de la lectura que Jesús hace de la Biblia está la experiencia de Dios como Padre. La intimidad con el Padre da a Jesús un criterio nuevo que le pone en contacto directo con el autor de la Biblia. Jesús busca el significado en la fuente. No de la letra a la raíz, sino más bien de la raíz a la letra. La siguiente comparación nos ayuda a esclarecer este punto. La comparación de la fotografía, descrita en la Lectio Divina del Domingo de Pascua, nos ayuda a esclarecer este asunto. Como por un milagro, aquella fotografía de rostro severo se iluminó y adquirió trazos de gran ternura. Las palabras, nacidas de la experiencia vivida del hijo, cambiaron todo, sin cambiar nada (Véase Lectio Divina de Pascua).

Y así, hojeando las fotografías del Antiguo Testamento, la gente del tiempo de Jesús, se hace la idea de un Dios muy distante, severo, de difícil acceso, cuyo nombre no puede ser pronunciado. Pero las palabras y los gestos de Jesús, nacidos de la experiencia de Hijo, sin siquiera cambiar una letra (Mt 5,18-19), cambiaron todo el sentido del Antiguo Testamento. El Dios que parecía tan distante y severo, adquiere los rasgos de un Padre lleno de ternura, siempre presente, pronto a acoger y ¡a liberar! Esta Buena Noticia de Dios, comunicada por Jesús, es la nueva clave para releer todo el Antiguo Testamento.

El Nuevo Testamento es una relectura del Antiguo Testamento, hecha a la luz de la nueva experiencia de Dios, revelada en Jesús. Este modo diverso de iluminar la vida con la luz de la palabra de Dios, le causa muchos conflictos, porque vuelve críticos a los pequeños y por consiguiente, incomoda a los grandes.

Al interpretar la Biblia para el pueblo, Jesús muestra los rasgos del rostro de Dios, la experiencia que Él mismo tenía de Dios como Padre. Revelar a Dios como Padre era la fuente y el objetivo de la Nueva Noticia de Jesús. En su actitud Jesús manifiesta el amor de Dios hacia los discípulos, tanto hombres como mujeres. Revela al Padre ¡lo encarna en el amor! Jesús podía decir: «Quien me ve, ve al Padre» (Jn 14,9). Por esto, el Espíritu del Padre estaba también con Jesús (Lc 4,18) y en todo le acompañaba, desde la encarnación (Lc 1,35), al comienzo de su misión (Lc 4,14), hasta el final, en la muerte y resurrección (Ac 1,8).

Jesús intérprete, educador y maestro, era una persona significativa para sus discípulos. Y por siempre ha marcado sus vidas. Interpretar la Biblia, no es solo enseñar la verdad que el otro debe vivir. El contenido que Jesús debía dar no se hallaba sólo en las palabras, sino que estaba presente en los gestos y en su modo de relacionarse con la gente. El contenido no está nunca separado de la persona que lo comunica. La bondad y el amor que afloran en sus palabras hacen parte del contenido. Son su temperamento. Un buen contenido sin la bondad es como leche derramada.

6. Salmo 23 (22)

Dios es nuestra herencia por siempre Yahvé es mi pastor, nada me falta.
En verdes pastos me hace reposar.
Me conduce a fuentes tranquilas, allí reparo mis fuerzas. Me guía por cañadas seguras haciendo honor a su nombre.
Aunque fuese por valle tenebroso, ningún mal temería, pues tú vienes conmigo; tu vara y tu cayado me sosiegan.
Preparas ante mí una mesa, a la vista de mis enemigos; perfumas mi cabeza, mi copa rebosa.
Bondad y amor me acompañarán todos los días de mi vida, y habitaré en la casa de Yahvé un sinfín de días.

7. Oración final

Señor Jesús, te damos gracia por tu Palabra que nos ha hecho ver mejor la voluntad del Padre. Haz que tu Espíritu ilumine nuestras acciones y nos comunique la fuerza para seguir lo que Tu Palabra nos ha hecho ver. Haz que nosotros como María, tu Madre, podamos no sólo escuchar, sino también poner en práctica la Palabra. Tú que vives y reinas con el Padre en la unidad del Espíritu Santo por todos los siglos de los siglos. Amén.

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Lectio sáb, 22 de abr, 2023

Tiempo de Pascua

Oración inicial

Señor, tú que te has dignado redimirnos y has querido hacernos hijos tuyos, míranos siempre con amor de padre y haz que cuantos creemos en Cristo, tu Hijo alcancemos la libertad verdadera y la herencia eterna. Por nuestro Señor.

Lectura del Evangelio según Juan 6,16-21

Al atardecer del día de la multiplicación de los panes, los discípulos de Jesús bajaron al lago, se embarcaron y empezaron a atravesar hacia Cafarnaúm. Ya había caído la noche y Jesús todavía no los había alcanzado. Soplaba un viento fuerte y las aguas del lago se iban encrespando.

Cuando habían avanzado unos cinco o seis kilómetros, vieron a Jesús caminando sobre las aguas, acercándose a la barca, y se asustaron. Pero él les dijo: “Soy yo, no tengan miedo”. Ellos quisieron recogerlo a bordo y rápidamente la barca tocó tierra en el lugar a donde se dirigían.

Reflexión

El evangelio de hoy nos habla del episodio de la barca en el mar agitado. Jesús se encuentra en la montaña, los discípulos en el mar y el pueblo en tierra. En la manera de describir los hechos, Juan trata de ayudar a las comunidades a descubrir el misterio que envuelve a la persona de Jesús. Lo hace evocando los textos del Antiguo Testamento que aluden al éxodo.

En la época en que Juan escribe, el barquito de las comunidades se enfrentaba a un viento contrario tanto de parte de algunos judíos convertidos que querían reducir el misterio de Jesús a profecías y figuras del Antiguo Testamento, como de parte de algunos paganos convertidos que pensaban que fuera posible una alianza entre Jesús y el imperio.

Juan 6,15: Jesús en la Montaña. Ante la multiplicación de los panes, la gente concluyó que Jesús debía de ser el mesías esperado. Pues, de acuerdo, con la esperanza de la época, el Mesías repetiría el gesto de Moisés de alimentar al pueblo en el desierto. Por esto, de acuerdo con la ideología oficial, el pueblo pensaba que Jesús era el mesías y, por ello, quiso hacer de él un rey (cf. Jn 6,14-15). Este llamado del pueblo era una tentación tanto para Jesús como para los discípulos. En el evangelio de Marcos, Jesús obligó a sus discípulos a embarcar inmediatamente y a ir para el otro lado del lago (Mc 6,45). Quería evitar que ellos se contaminaran con la ideología dominante. Señal de que el “fermento de Herodes y de los fariseos”, era muy fuerte (cf. Mc 8,15). Jesús, él mismo, se enfrenta con la tentación y la supera por medio de la oración en la Montaña.

Juan 6,16-18. La situación de los discípulos. Ya era tarde. Los discípulos bajaron al mar, subieron a la barca y se dirigieron a Cafarnaún, al otro lado del mar. Juan dice que ya había oscurecido y que Jesús todavía no había venido a ellos. Además de esto, soplaba un fuerte viento y la mar había empezado a encresparse. Por un lado evoca el éxodo: atravesar el mar en medio de las dificultades. Por otro evoca la situación de las comunidades en el imperio romano: al igual que los discípulos, vivían en medio de la noche, con el viento contrario y el mar agitado y ¡Jesús parecía ausente!

Juan 6,19-20. El cambio de situación. Jesús llega andando sobre las aguas del mar de la vida. Los discípulos tuvieron miedo. Como en el relato de los discípulos de Meaux, ellos no le reconocen (Lc 24,28). Jesús se acerca y dice: “¡Soy yo! ¡No temáis!” Aquí, de nuevo, quien conoce la historia del Antiguo Testamento, recuerda algunos hechos muy importantes: (a) Recuerda como el pueblo, protegido por Dios, atravesó sin miedo el Mar Rojo. (b) Recuerda como Dios, al llamar a Moisés, declaró su nombre diciendo: “¡Yo soy!” (cf. Ex 3,15). (c) Recuerda también el libro de Isaías que presenta el retorno del exilio como un nuevo éxodo, donde Dios aparece repitiendo numerosas veces: “¡Yo soy!” (cf. Is 42,8; 43,5.11-13; 44,6.25; 45,5-7).

Para el pueblo de la Biblia, el mar era el símbolo del abismo, del caos, del mal (Ap 13,1). En el Éxodo, el pueblo hace la travesía para la libertad enfrentando y venciendo el mar. Dios divide el mar a través de su soplo y el pueblo lo atraviesa a pie enjuto (Es 14,22). En otros pasajes la Biblia muestra a Dios que vence el mar (Gen 1,6-10; Sal 104,6- 9; Pro 8,27). Vencer el mar significa imponerle sus límites e impedir que engulla la tierra con sus olas. En este pasaje Jesús revela su divinidad dominando y venciendo el mar, impidiendo que la barca de sus discípulos sea tragada por las olas. Esta manera de evocar el Antiguo Testamento, de usar la Biblia, ayudaba a las comunidades a percibir mejor la presencia de Dios en Jesús y en los hechos de la vida. ¡No temáis!

Juan 6,22. Llegaron al puerto deseado. Ellos quieren recoger a Jesús en la barca, pero no es necesario, porque llega a la tierra hacia donde iban. Llegan al puerto deseado. El Salmo dice: “Cambió la tempestad en suave brisa, y las olas del mar se aquietaron. Se alegraron al verlas tranquilas, y el los llevó al puerto deseado”. (Sal 107,29-30)

Para la reflexión personal

En la montaña: ¿Por qué Jesús busca la manera de quedarse solo para rezar después de la multiplicación de los panes? ¿Cuál es el resultado de su oración?
¿Es posible caminar hoy sobre las aguas del mar de la vida? ¿Cómo?

Oración final

¡Aclamad con júbilo, justos, a Yahvé, que la alabanza es propia de hombres rectos! ¡Dad gracias a Yahvé con la cítara, tocad con el arpa de diez cuerdas. (Sal 33,1-2)

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