Lectio lun, 7 ago, 2023

Tiempo Ordinario

Oración inicial

Ven, Señor, en ayuda de tus hijos; derrama tu bondad inagotable sobre los que te suplican, y renueva y protege la obra de tus manos en favor de los que te alaban como creador y como guía. Por nuestro Señor.

Lectura del santo Evangelio según Mateo 14,22-36

En aquel tiempo, inmediatamente después de la multiplicación de los panes, Jesús hizo que sus discípulos subieran a la barca y se dirigieran a la otra orilla, mientras él despedía a la gente. Después de despedirla, subió al monte a solas para orar. Llegada la noche, estaba él solo allí.

Entre tanto, la barca iba ya muy lejos de la costa y las olas la sacudían, porque el viento era contrario. A la madrugada, Jesús fue hacia ellos, caminando sobre el agua. Los discípulos, al verlo andar sobre el agua, se espantaron y decían: «¡Es un fantasma!» Y daban gritos de terror. Pero Jesús les dijo enseguida: «Tranquilícense y no teman. Soy yo».

Entonces le dijo Pedro: «Señor, si eres tú, mándame ir a ti caminando sobre el agua». Jesús le contestó: «Ven». Pedro bajó de la barca y comenzó a caminar sobre el agua hacia Jesús; pero al sentir la fuerza del viento, le entró miedo, comenzó a hundirse y gritó: «¡Sálvame, Señor!» Inmediatamente Jesús le tendió la mano, lo sostuvo y le dijo: «Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?»

En cuanto subieron a la barca, el viento se calmó. Los que estaban en la barca se postraron ante Jesús, diciendo: «Verdaderamente tú eres el Hijo de Dios».

Terminada la travesía, llegaron a Genesaret. Apenas lo reconocieron los habitantes de aquel lugar, pregonaron la noticia por toda la región y le trajeron a todos los enfermos. Le pedían que los dejara tocar siquiera el borde de su manto; y cuantos lo tocaron, quedaron curados.

Reflexión

El evangelio de hoy describe la travesía difícil y cansada del mar de Galilea en un barco frágil, empujado por el viento contrario. Entre el Sermón de las Parábolas (Mtn13) y el de la Comunidad (Mt 18), está, de nuevo, la parte narrativa (Mt 14 hasta 17). El Sermón de las Parábolas llamaba nuestra atención hacia la presencia del Reino. Ahora, la parte narrativa muestra cómo esta presencia acontece provocando reacciones a favor y en contra de Jesús. En Nazaret no fue aceptado (Mt 13,53-58) y el rey Herodes pensaba que Jesús fuera una especie de reencarnación de Juan Bautista, asesinado por él (Mt 14,1-12). La gente pobre, sin embargo, reconocía en Jesús el enviado de Dios y le seguía en el desierto, donde aconteció la multiplicación de los panes (Mt 14,13-21). Después de la multiplicación de los panes, Jesús despide a la multitud y manda a los discípulos a que hagan la travesía, descrita en el evangelio de hoy (Mt 14,22-36).

Mateo 14,22-24: Iniciar la travesía a petición de Jesús. Jesús obligó a los discípulos a subir a la barca y a ir al otro lado del mar, donde estaba la tierra de los paganos. El mismo subió a la montaña para rezar. La barca simboliza la comunidad. Tiene la misión de dirigirse a los paganos y de anunciar a ellos también la Buena Nueva del Reino que da vida a una nueva manera de convivir en comunidad. Pero la travesía es cansada y se demora. La barca es agitada por las olas, pues el viento es contrario. A pesar de estar remando toda la noche, falta mucho para llegar a tierra. Faltaba mucho para que las comunidades hiciesen la travesía hacia los paganos. Jesús no fue con los discípulos.

Ellos debían aprender a enfrentarse a las dificultades, unidos y fortalecidos por la fe en Jesús quien los envió. El contraste es grande: Jesús en paz junto a Dios rezando en lo alto de la montaña, y los discípulos medio perdidos abajo, en el mar revuelto.

La travesía para el otro lado del lago simboliza también la difícil travesía de las comunidades del final del primer siglo. Ellas tenían que salir del mundo cerrado de la antigua observancia de la ley, para la nueva manera de observar la Ley del amor, enseñada por Jesús; salir de la conciencia de pertenecer al pueblo elegido, privilegiado por Dios entre todos los pueblos, para la certeza de que en Cristo todos los pueblos estaban siendo fundidos en un único Pueblo ante Dios; salir del aislamiento de la intolerancia para el mundo abierto de la acogida y de la gratuidad. También nosotros hoy estamos en una travesía difícil para un nuevo tiempo y una nueva manera de ser iglesia. Travesía difícil, pero necesaria. Hay momentos en la vida en que el miedo nos asalta. No falta la buena voluntad, pero no basta. Somos como una barca que se enfrenta al viento contrario.

Mateo 14,25-27: Jesús se acerca y ellos no lo reconocen. Y a la cuarta vigilia de la noche, esto es entre las tres y las seis de la madrugada, Jesús se fue al encuentro de los discípulos. Andando sobre las aguas, llega cerca de ellos, pero ellos no lo reconocen.

Gritan de miedo, pensando que fuese un fantasma. Jesús los calma diciendo: “¡Animo! ¡Soy yo! ¡No temáis!” La expresión «¡Soy yo!» es la misma con la que Dios trató de superar el miedo de Moisés cuando le envió para que libertara al pueblo de Egipto (Ex 3,14). Para las comunidades, tanto las de ayer como las de hoy, era y es muy importante escuchar de nuevo: «¡Animo! ¡Soy yo! ¡No temáis!»

Mateo 14,28-31: Entusiasmo y flaqueza de Pedro. Sabiendo que es Jesús, Pedro pide para poder caminar sobre las aguas. Quiere experimentar el poder que domina la furia del mar. Un poder que, en la Biblia, es exclusivo de Dios (Gén 1,6; Sal 104,6-9). Jesús permite que él participe de ese poder. Pero Pedro tiene miedo. Piensa que se hunde y grita: «¡Señor! Sálvame!» Jesús lo asegura y reprende: «¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste?» Pedro tiene más fuerza de lo que se imagina, pero tiene miedo ante las olas contrarias y no cree en el poder de Dios que existe en él. Las comunidades no creen en la fuerza del Espíritu que existe en ellas, y que actúa mediante la fe. Es la fuerza de la resurrección (Ef 1,19-20). • Mateo 14,32-33: Jesús es el Hijo de Dios. Ante la ola que avanza sobre él, Pedro se hunde en el mar por falta de fe. Después de salvarse, él y Jesús, entran en la barca y el viento amaina. Los otros discípulos, que estaban en el barco, se quedan maravillados y se arrodillan ante Jesús, reconociendo en él el Hijo de Dios: «Verdaderamente eres Hijo de Dios». Más tarde, Pedro también va a profesar la misma fe en Jesús: “Tu eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo” (Mt 16,16). Así, Mateo sugiere que no es sólo Pedro el que sustenta la fe de los discípulos, sino que la fe de los discípulos sustenta la fe Pedro.

Mateo 14,34-36: Le presentaron todos los enfermos. El episodio de la travesía termina con este final bien bonito: “Terminada la travesía, llegaron a tierra en Genesaret. Los hombres de aquel lugar, apenas le reconocieron, pregonaron la noticia por toda aquella comarca y le presentaron todos los enfermos. Le pedían que tocaran siquiera la orla de su manto; y cuantos la tocaron quedaron salvados”.

Para la reflexión personal

En tu vida, ¿hubo alguna vez un viento así de contrario? ¿Cómo y qué hiciste para vencerlo? ¿Ya aconteció alguna vez en la comunidad? ¿Cómo lo superasteis?
¿Cuál es la travesía que hoy están haciendo las comunidades? ¿De dónde y hacia dónde? ¿Cómo nos ayuda todo esto a reconocer hoy la presencia de Jesús en las olas contrarias de la vida?

Oración final

Aléjame del camino de la mentira y dame la gracia de tu ley.
He escogido el camino de la lealtad,
me conformo a tus disposiciones. (Sal 119,29-30)

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Lectio Dom, 6 ago, 2023

Transfiguración del Señor

Oración inicial

Ven, Señor, en ayuda de tus hijos; derrama tu bondad inagotable sobre los que te suplican, y renueva y protege la obra de tus manos en favor de los que te alaban como creador y como guía. Por nuestro Señor.

Lectura del santo Evangelio según Mateo 17,1-9

En aquel tiempo, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a Juan, el hermano de éste, y los hizo subir a solas con él a un monte elevado. Ahí se transfiguró en su presencia: su rostro se puso resplandeciente como el sol y sus vestiduras se volvieron blancas como la nieve. De pronto aparecieron ante ellos Moisés y Elías, conversando con Jesús.

Entonces Pedro le dijo a Jesús: «Señor, ¡qué bueno sería quedarnos aquí! Si quieres, haremos aquí tres chozas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías».

Cuando aún estaba hablando, una nube luminosa los cubrió y de ella salió una voz que decía: «Éste es mi Hijo muy amado, en quien tengo puestas mis complacencias; escúchenlo». Al oír esto, los discípulos cayeron rostro en tierra, llenos de un gran temor. Jesús se acercó a ellos, los tocó y les dijo: «Levántense y no teman». Alzando entonces los ojos, ya no vieron a nadie más que a Jesús.

Mientras bajaban del monte, Jesús les ordenó: «No le cuenten a nadie lo que han visto, hasta que el Hijo del hombre haya resucitado de entre los muertos».

Reflexión

Hoy es la fiesta de la Transfiguración de Jesús. La Transfiguración acontece después  del primer anuncio de la muerte de Jesús (Mt 16,21). Este anuncio trastorna la cabeza de los discípulos, sobre todo la de Pedro (Mt 16,22-23). Ellos tenían los pies en medio de los pobres, pero la cabeza estaba perdida en la ideología dominante de la época. Esperaban a un rey glorioso. La cruz era un impedimento para creer en Jesús. La Transfiguración, donde Jesús aparece glorioso en lo alto de la montaña, era una ayuda para que ellos pudiesen superar el trauma de la Cruz y descubrir en Jesús al verdadero Mesías. Pero aún así, muchos años después, cuando la Buena Nueva ya estaba difundida por Asia Menor y por Grecia, la Cruz seguía siendo un gran impedimento para que los judíos y para que los paganos aceptaran a Jesús como Mesías. “’La cruz es una locura y un escándalo!”, así decían (1Cor 1,23). Uno de los mayores esfuerzos de los primeros cristianos consistió en ayudar a las personas a que percibiesen que la cruz no era escándalo ni locura, sino la expresión más preciosa del poder y de la sabiduría de Dios (1Cor 1,22-31). El evangelio de hoy contribuye en este esfuerzo. Muestra que Jesús vino a realizar las profecías y que la Cruz era el camino para la Gloria. No hay otro camino.

Mateo 17,1-3: Jesús cambia aspecto. Jesús sube a una montaña alta. Lucas añade que subió allí para rezar (Lc 9,28). Allí encima, Jesús aparece en la gloria ante Pedro, Santiago y Juan. Junto con Jesús aparecen Moisés y Elías. La Montaña alta evoca el Monte Sinaí, donde, en el pasado, Dios había manifestado su voluntad al pueblo, entregando las tablas de la ley. Los vestidos blancos recuerdan a Moisés que quedó fulgurante cuando conversaba con Dios en la Montaña y de él recibía la ley (cf. Ex 34,29-35). Elías y Moisés, las dos mayores autoridades del Antiguo Testamento, conversaban con Jesús. Moisés representa la Ley, Elías, la profecía.

Lucas informa que la conversación fue sobre el “éxodo” (la muerte) de Jesús en Jerusalén (Lc 9,31). Así queda claro que el Antiguo Testamento, tanto la Ley como los Profetas, enseñaban ya que para el Mesías, el camino de la gloria tenía que pasar por la cruz.

Mateo 17,4: A Pedro le gusta, pero no entiende. A Pedro le gusta y quiere asegurarse ese momento agradable en la Montaña. Se ofrece para construir tres tiendas. Marcos dice que Pedro tenía miedo, sin saber lo que estaba diciendo (Mc 9,6), y Lucas añade que los discípulos tenían sueño (Lc 9,32). Ellos son como nosotros: tienen dificultad en entender la Cruz.

Mateo 17,5-8: La voz del cielo aclaró los hechos. Cuando Jesús es envuelto en la gloria, una voz del cielo dice: «Este es mi Hijo amado en quien me complazco; escuchadle». La expresión “Hijo amado” evoca la figura del Mesías Siervo, anunciado por el profeta Isaías (cf. Is 42,1). La expresión “Escuchadle” evoca la profecía que prometía la llegada de un nuevo Moisés (cf. Dt 18,15). En Jesús, las profecías del AT se están realizando. Los discípulos no pueden dudar.

Jesús es realmente el Mesías glorioso y el camino para la gloria pasa por la cruz, según había sido anunciado en la profecía del Mesías Siervo (Is 53,3-9). La gloria de la Transfiguración lo comprueba. Moisés y Elías lo confirman. El Padre lo garantiza. Jesús lo acepta. Ante todo lo que estaba aconteciendo, los discípulos quedan con mucho miedo y caen rostro en tierra. Jesús se aproxima, los toca y dice: «Levántense y no tengan miedo.» Los discípulos levantan los ojos y ven sólo a Jesús y a nadie más. De aquí en adelante, Jesús es la única revelación de Dios para nosotros. Jesús, y solamente él, es la clave para poder entender la Escritura y la Vida.

Mateo 17,9: Saber guardar el silencio. Jesús pidió a los discípulos que no dijeran nada a nadie hasta que él hubiese resucitado de los muertos. Marcos dice que ellos no sabían lo que significaba resurrección de los muertos (Mc 9,10). De hecho, no entiende el significado de la Cruz que no enlaza el sufrimiento con la resurrección. La Cruz de Jesús es la prueba de que la vida es más fuerte que la muerte. La comprensión total del seguimiento de Jesús no se obtiene por medio de la instrucción teórica, pero sí por el compromiso práctico, caminando con él por el camino del servicio, desde Galilea hasta Jerusalén.

Para la reflexión personal

Tu fe en Jesús, ¿te ha proporcionado algunos momentos de transfiguración y de intensa alegría? Estos momentos ¿cómo te han dado fuerza en la hora de las dificultades?
¿Cómo transfigurar, hoy, tanto la vida personal y familiar, como la vida comunitaria en nuestro barrio?

Oración final

Los montes se derriten como cera, ante el Dueño de toda la tierra; los cielos proclaman su justicia, los pueblos todos ven su gloria. (Sal 97,5-6)

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Lectio sáb, 5 ago, 2023

Tiempo Ordinario

Oración inicial

¡Oh Dios!, protector de los que en ti esperan; sin ti nada es fuerte ni santo. Multiplica sobre nosotros los signos de tu misericordia, para que, bajo tu guía providente, de tal modo nos sirvamos de los bienes pasajeros que podamos adherirnos a los eternos. Por nuestro Señor.

Lectura del santo Evangelio según Mateo 14,1-12

En aquel tiempo, el rey Herodes oyó lo que contaban de Jesús y les dijo a sus cortesanos: «Es Juan el Bautista, que ha resucitado de entre los muertos y por eso actúan en él fuerzas milagrosas».

Herodes había apresado a Juan y lo había encadenado en la cárcel por causa de Herodías, la mujer de su hermano Filipo, pues Juan le decía a Herodes que no le estaba permitido tenerla por mujer. Y aunque quería quitarle la vida, le tenía miedo a la gente, porque creían que Juan era un profeta.

Pero llegó el cumpleaños de Herodes, y la hija de Herodías bailó delante de todos y le gustó tanto a Herodes, que juró darle lo que le pidiera. Ella, aconsejada por su madre, le dijo: «Dame, sobre esta bandeja, la cabeza de Juan el Bautista».

El rey se entristeció, pero a causa de su juramento y por no quedar mal con los invitados, ordenó que se la dieran; y entonces mandó degollar a Juan en la cárcel. Trajeron, pues, la cabeza en una bandeja, se la entregaron a la joven y ella se la llevó a su madre.

Después vinieron los discípulos de Juan, recogieron el cuerpo, lo sepultaron, y luego fueron a avisarle a Jesús.

Reflexión

El evangelio de hoy describe cómo Juan Bautista fue víctima de la corrupción y de la prepotencia del gobierno de Herodes. Fue condenado a muerte sin proceso, durante un banquete del rey con los grandes del reino. El texto nos da muchas informaciones sobre el tiempo en que Jesús vivía y sobre la manera en que los poderosos de aquel tiempo ejercían el poder.

Mateo 14,1-2. Quién es Jesús para Herodes. El texto inicia informando sobre la opinión de Herodes respecto a Jesús: «Ese es Juan el Bautista; él ha resucitado de entre los muertos, y por eso actúan en él fuerzas milagrosas. Herodes trataba de entender a Jesús desde los miedos que le asaltaban después del asesinato de Juan. Herodes era un grande supersticioso que escondía el miedo detrás de la ostentación de su riqueza y de su poder.

Mateo 14,3-5: La causa escondida del asesinato de Juan. Galilea, la tierra de Jesús, estaba gobernada por Herodes Antipas, hijo del rey Herodes, el Grande, desde el 4 antes de Cristo. ¡43 años en todo! Durante el tiempo en que Jesús vivió, no hubo mudanza de gobierno en Galilea! Herodes era dueño absoluto de todo, no rendía cuenta a nadie, hacía lo que se le pasaba por la cabeza. ¡Prepotencia, falta de ética, poder absoluto, sin control por parte del pueblo! Pero quien mandaba en Palestina, desde el 62 antes de Cristo, era el Imperio Romano. Herodes, en Galilea, para no ser depuesto, procuraba agradar a Roma, en todo. Insistía sobre todo en una administración eficiente que diera lucro al Imperio. Su preocupación era su propia promoción y seguridad. Por ello, reprimía cualquier tipo de subversión. Mateo informa que el motivo del asesinato de Juan fue la denuncia que el Bautista hace a Herodes por haberse casado con Herodíades, mujer de su hermano Felipe. Flavio José, escritor judío de aquella época, informa que el motivo real de la prisión de Juan Bautista era el miedo que Herodes tenía a un levantamiento popular. A Herodes le gustaba ser llamado bienhechor del pueblo, pero en realidad era un tirano (Lc 22,25). La denuncia de Juan contra Herodes fue la gota que hizo rebosar el vaso: «No te está permitido casarte con ella”. Y Juan fue puesto en la cárcel.

Mateo 14,6-12: La trama del asesinato. Aniversario y banquete de fiesta, ¡con danzas y orgías! Marcos informa que la fiesta contaba con la presencia “de los grandes de la corte, de los oficiales y de personas importantes en Galilea” (Mc 6,21). Es éste el ambiente en que se trama el asesinato de Juan Bautista. Juan, el profeta, era una denuncia viva de este sistema corrupto. Por esto fue eliminado bajo pretexto de un problema de venganza personal. Todo esto revela la flaqueza moral de Herodes.

¡Tanto poder acumulado en mano de un hombre sin control de sí! En el entusiasmo de la fiesta y del vino, Herodes hizo un juramento liviano a Salomé , la joven bailarina, hija de Herodíades. Supersticioso como era, pensaba que debía guardar ese juramento, atendiendo a los caprichos de la muchacha y mandó el soldado a traerle la cabeza de Juan sobre una bandeja y entregarla a la bailarina, que a su vez la entregó a su madre. Para Herodes, la vida de los súbditos no valía nada. Disponía de ellos como disponía de la posición de las sillas en la sala. Las tres características del gobierno de Herodes: la nueva Capital, el latifundio y la clase de los funcionarios:

La Nueva Capital. Tiberíades fue inaugurada cuando Jesús tenía 20 años. Era llamada así para agradarle a Tiberio, el emperador de Roma. Allí moraban los dueños de la tierra, los soldados, la policía, los jueces muchas veces insensibles (Lc 18,1-4). Para allá llevaban los impuestos y el producto del pueblo. Allí Herodes hacía sus orgías de muerte (Mc 6,21-29).

Tiberíades era la ciudad de los palacios del Rey, donde vivía el personal que viste con elegancia (cf Mt 11,8). No consta en los evangelios que Jesús hubiese entrado en esta ciudad.

El latifundio. Los estudiosos informan que, durante el largo gobierno de Herodes, el latifundio creció en prejuicio de las propiedades comunitarias. El libro de Henoc denuncia a los dueños de las tierras y expresa la esperanza de los pequeños: “¡Entonces los poderosos y los grandes dejarán de ser los dueños de la tierra!” (Hen 38,4). El ideal de los tiempos antiguos era éste: “Cada uno se sentaba a la sombra de su parra y de su higuera, y nadie lo inquietaba” (1 Mac 14,12; Miq 4,4; Zac 3,10). Pero la política del gobierno de Herodes volvía imposible la realización de este ideal.

La clase de los funcionarios. Herodes creó toda una clase de funcionarios fieles al proyecto del rey: escribas, comerciantes, dueños de tierras, fiscales del mercado, recaudadores de impuestos, militares, policías, jueces, promotores, jefes locales. En cada aldea o ciudad había un grupo de personas que apoyaban al gobierno. En los evangelios, algunos fariseos aparecen junto a los herodianos (Mc 3,6; 8,15; 12,13), lo cual refleja la alianza entre el poder religioso y el poder civil. La vida de la gente en las aldeas estaba muy controlada tanto por el gobierno como por la religión. Se necesitaba mucho valor para comenzar algo nuevo, ¡como lo hicieron Juan y Jesús! Era lo mismo que atraerse sobre sí la rabia de los privilegiados, tanto del poder religioso como del poder civil.

Para la reflexión personal

¿Conoces a personas que murieron víctima de la corrupción y de la dominación de los poderosos? Y aquí entre nosotros, en nuestra comunidad y en nuestra iglesia, ¿hay víctimas de desmando y de autoritarismo?

Herodes, el poderoso, que pensaba ser el dueño de la vida y de la muerte de la gente, era un cobarde ante los grandes y un adulador corrupto ante la muchacha. Cobardía y corrupción marcaban el ejercicio del poder de Herodes. Compáralo con el ejercicio del poder religioso y civil, hoy, en los diversos niveles de la sociedad y de la Iglesia.

Oración final

Lo han visto los humildes y se alegran, animaros los que buscáis a Dios. Porque Yahvé escucha a los pobres, no desprecia a sus cautivos. (Sal 69,33-34)

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Lectio vie, 4 ago, 2023

Tiempo Ordinario

Oración inicial

¡Oh Dios!, protector de los que en ti esperan; sin ti nada es fuerte ni santo. Multiplica sobre nosotros los signos de tu misericordia, para que, bajo tu guía providente, de tal modo nos sirvamos de los bienes pasajeros que podamos adherirnos a los eternos. Por nuestro Señor.

Lectura del santo Evangelio según Mateo 13,54-58

En aquel tiempo, Jesús llegó a su tierra y se puso a enseñar a la gente en la sinagoga, de tal forma, que todos estaban asombrados y se preguntaban: “¿De dónde ha sacado éste esa sabiduría y esos poderes milagrosos? ¿Acaso no es éste el hijo del carpintero? ¿No se llama María su madre y no son sus hermanos Santiago, José, Simón y Judas? ¿Qué no viven entre nosotros todas sus hermanas? ¿De dónde, pues, ha sacado todas estas cosas?” Y se negaban a creer en él.

Entonces, Jesús les dijo: “Un profeta no es despreciado más que en su patria y en su casa”. Y no hizo muchos milagros allí por la incredulidad de ellos.

Reflexión

El evangelio de hoy narra cómo fue la visita de Jesús a Nazaret, su comunidad de origen. El paso por Nazaret fue doloroso para Jesús. Lo que antes era su comunidad, ahora ha dejado de serlo. Algo cambió. Donde no hay fe, Jesús no puede hacer milagros.

Mateo 13, 53-57ª: Reacción de la gente de Nazaret ante Jesús. Siempre es bueno volver para la propia tierra. Después de una larga ausencia, Jesús también vuelve y, como de costumbre, en el día de sábado, se fue a la reunión de la comunidad. Jesús no era coordinador, pero tomo la palabra. Señal de que las personas podían participar y expresar su opinión. La gente quedó admirada, no entiende la actitud de Jesús: «¿De dónde le viene a éste esa sabiduría y esos milagros?” Jesús, hijo del lugar, que ellos conocían desde niño, ¿cómo es que ahora es tan diferente? La gente de Nazaret queda escandalizada y no lo acepta: “¿No es éste el hijo del carpintero?” La gente no acepta el misterio de Dios presente en un hombre común como le conocían a Jesús. Para poder hablar de Dios, tenía que ser diferente. Como se ve, no todo fue bien. Las personas que hubieran tenido que ser las primeras en aceptar la Buena Noticia, son las que se obstinan en no aceptarla. El conflicto no es con los de fuera de casa, sino también con los parientes y con la gente de Nazaret. Ellos no aceptan, porque no consiguen entender el misterio que envuelve a la persona de Jesús: “¿No se llama su madre María, y sus hermanos Santiago, José, Simón y Judas? Y ¿sus hermanas no están aquí con nosotros? Entonces, ¿de dónde le viene todo esto» No lo podían entender.

Mateo 13, 57b-58: Reacción de Jesús ante la actitud de la gente de Nazaret. Jesús sabe muy bien que “nadie es profeta en su patria”. Y dice: «Un profeta sólo en su patria y en su casa carece de prestigio”. De hecho, allí donde no hay aceptación, donde no hay fe, no se puede hacer nada. Los prejuicios lo impiden. Jesús mismo, aún queriendo, no puede hacer nada. Queda asombrado ante la falta de fe.

Los hermanos y las hermanas de Jesús. La expresión “hermanos de Jesús” causa mucha polémica entre católicos y protestantes. Basándose en éste y en otros textos, los protestantes dicen que Jesús tiene hermanos y hermanas y que María tiene más hijos. Los católicos dicen que María no tuvo más hijos. ¿Qué pensar de todo esto? En primer lugar, las dos posiciones, tanto de los católicos como de los protestantes, ambas tienen argumentos sacados de la Biblia y de la Tradición de sus respectivas iglesias. Por ello, no conviene reñir o discutir esta cuestión solamente con argumentos de la cabeza. Se trata de convicciones profundas, que tienen que ver con la fe y con los sentimientos de ambos. El argumento sólo de la cabeza no consigue deshacer una convicción del corazón. Irrita y aleja. Aún cuando no estoy de acuerdo con la opinión del otro, tengo que respetarla. En segundo lugar, en vez de reñir entorno a los textos, católicos y protestantes, deberíamos unirnos mucho más para luchar en defensa de la vida, creada por Dios, vida tan desfigurada por la pobreza, por la injusticia, por la falta de fe. Deberíamos recordar algunas otras frases de Jesús: “He venido para que todos tengan vida, y en abundancia” (Jn 10,10). “Que todos sean uno, para que el mundo crea que Tú me has enviado”(Jn 17,21). “¡No se lo impidan! Quien no está contra de nosotros está a favor” (Mc 10,39.40).

Para la reflexión personal

En Jesús algo cambió en su relación con la Comunidad de Nazaret. Desde que has empezado a participar en la comunidad, ¿algo ha cambiado en tu relación con la familia? ¿Por qué?
La participación en la comunidad, ¿te ha ayudado a acoger y a confiar más en las personas, sobre todo en los más sencillos y pobres?

Oración final

Pero a mí, desdichado y malherido, tu salvación, oh Dios, me restablecerá. Celebraré con cantos el nombre de Dios, lo ensalzaré dándole gracias. (Sal 69,30-31)

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Lectio jue, 3 ago, 2023

Oración inicial

¡Oh Dios!, protector de los que en ti esperan; sin ti nada es fuerte ni santo. Multiplica sobre nosotros los signos de tu misericordia, para que, bajo tu guía providente, de tal modo nos sirvamos de los bienes pasajeros que podamos adherirnos a los eternos. Por nuestro Señor.

Lectura del santo Evangelio según Mateo 13,47-53

En aquel tiempo, Jesús dijo a la multitud: “El Reino de los cielos se parece también a la red que los pescadores echan en el mar y recoge toda clase de peces. Cuando se llena la red, los pescadores la sacan a la playa y se sientan a escoger los pescados; ponen los buenos en canastos y tiran los malos. Lo mismo sucederá al final de los tiempos: vendrán los ángeles, separarán a los malos de los buenos y los arrojarán al horno encendido. Allí será el llanto y la desesperación.

¿Han entendido todo esto?” Ellos le contestaron: “Sí”. Entonces él les dijo: “Por eso, todo escriba instruido en las cosas del Reino de los cielos es semejante al padre de familia, que va sacando de su tesoro cosas nuevas y cosas antiguas”.

Y cuando acabó de decir estas parábolas, Jesús se marchó de allí.

Reflexión

El evangelio de hoy nos presenta la última parábola del Sermón de las Parábolas: la historia de la red echada en la mar. Esta parábola se encuentra en el evangelio de Mateo, sin ningún paralelo en los tres otros evangelios.

Mateo 13,47-48: La parábola de la red echada en la mar. «También es semejante el Reino de los Cielos a una red que se echa en el mar y recoge peces de todas clases; y cuando está llena, la sacan a la orilla, se sientan, y recogen en cestos los buenos y tiran los malos.”. La historia contada es bien conocida por la gente de Galilea que vive alrededor del lago. Es su trabajo. La historia refleja el final de un día de trabajo. Los pescadores salen al mar con esta única finalidad: echar la red, tomar muchos peces, llevar la red llena hasta la playa, escoger los peces buenos para llevárselos a casa y tirar los que no sirven. Describe la satisfacción del pescador al final de un día de trabajo pesado y cansado. Esta historia tiene que haber producido una sonrisa de satisfacción en el rostro de los pescadores que escuchaban a Jesús. Lo peor es llegar a la playa al final de un día sin haber pescado nada (Jn 21,3).

Mateo 13,49-50: La aplicación de la parábola. Jesús aplica la parábola, o mejor da una sugerencia para que las personas puedan discutirla y aplicarla a su vida: “Así sucederá al fin del mundo: saldrán los ángeles, separarán a los malos de entre los justos y los echarán en el horno de fuego; allí será el llanto y el rechinar de dientes.

«¿Habéis entendido todo esto?» Son imágenes fuertes para describir el destino de aquellos que se separan de Dios o que no quieren saber de Dios. Toda la ciudad tiene un vertedero, un lugar donde tira la basura. Allí existe un fuego permanente que es alimentado diariamente por la nueva basura que se va tirando. La basura de Jerusalén se quedaba en un valle cerca de la ciudad y este lugar se llamaba geena, allí, en la época de los reyes había un horno para sacrificar a los hijos al falso dios Molok. Por esto, el horno de la geena se volvió el símbolo de exclusión y condena. No es Dios quien excluye. Dios no quiere la exclusión ni la condena, sino que todos tengan vida y vida en abundancia. Cada uno de nosotros se excluye a si mismo.

Mateo 13,51-53: El final del Sermón de las Parábolas. Al final del Sermón de las Parábolas, Jesús termina con la siguiente pregunta: «¿Habéis comprendido todo esto?» Ellos respondieron: “Sí!” Y Jesús termina la explicación con otra comparación que describe el resultado que él quiere obtener con las parábolas:» «Así, todo escriba que se ha hecho discípulo del Reino de los Cielos es semejante al dueño de una casa que saca de su arca cosas nuevas y cosas viejas.».

Dos puntos para aclarar:

Jesús compara el doctor de la ley con el padre de familia. ¿Qué hace el padre de familia? El “saca de su arca cosas nuevas y cosas viejas». La educación en casa se hace transmitiendo a los hijos y a las hijas, lo que ellos los padres, han recibido y aprendido a lo largo de los años. Es el tesoro de la sabiduría familiar, donde están encerradas la riqueza de la fe, las costumbres de la vida y tantas otras cosas que los hijos van aprendiendo. Ahora, Jesús quiere que, en la comunidad, las personas responsables de la transmisión de la fe sean como el padre de familia.

Así como los padres entienden de la vida en familia, así estas personas responsables de la enseñanza tienen que entender las cosas del Reino y transmitirlas a los hermanos y hermanas de la comunidad.

Se trata de un doctor de la Ley que se vuelve discípulo del Reino. Había pues doctores de la ley que aceptaban a Jesús como revelador del Reino. ¿Qué ocurre con un doctor en la hora en que descubre en Jesús al Mesías, hijo de Dios? Todo aquello que él estudió para poder ser doctor de la ley sigue siendo válido, pero recibe una dimensión más profunda y una fidelidad más amplia. Una comparación puede aclarar lo que acabamos de decir. En una ronda de amigos alguien mostró una foto, donde se veía a un hombre de rostro severo, con el dedo levantado, casi agrediendo al público. Todos quedaron con la idea de que se trataba de una persona inflexible, exigente, que no permitía intimidad. En ese momento, llega un joven, ve la foto y exclama: “¡Es mi padre!” Los demás miraron hacia él, y mirando la foto, comentan:

¡Vaya padre severo! Y el chico joven contesta: “¡No, en absoluto! Es muy cariñoso. Mi padre es abogado. Aquella foto fue sacada en el tribunal, en el momento en que denunciaba el crimen de un latifundista que quería desalojar a una familia pobre que moraba en un terreno baldío del ayuntamiento, desde hacía muchos años. ¡Mi padre ganó la causa! Los pobres pudieron quedarse allí donde estaban.” Todos le miraron de nuevo y dijeron: “¡Qué persona más simpática!” Como por un milagro, la fotografía se iluminó por dentro y tomó otro aspecto.

Aquel rostro, tan severo adquirió rasgos de una ternura entrañable. Las palabras del hijo cambiaron todo, sin cambiar nada. Las palabras y los gestos de Jesús, nacidas de su experiencia de hijo, sin mudar una letra o una coma, (Mt 5,17-18) iluminaron el sentido del Antiguo Testamento desde dentro e iluminaron por dentro toda la sabiduría acumulada del doctor de la Ley. Dios mismo, que parecía tan distinto y severo, adquirió los rasgos de un Padre bondadoso de gran ternura!

Para la reflexión personal

La experiencia del Hijo ¿ha entrado en ti para cambiarte la mirada y descubrir las cosas de Dios de otra manera?
¿Qué te ha revelado el Sermón de las Parábolas sobre el Reino?

Oración final

¡Alaba, alma mía, a Yahvé!
A Yahvé, mientras viva, alabaré, mientras exista tañeré para mi Dios. (Sal 146,1-2)

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Lectio mié, 2 ago, 2023

Tiempo Ordinario

Oración inicial

¡Oh Dios!, protector de los que en ti esperan; sin ti nada es fuerte ni santo. Multiplica sobre nosotros los signos de tu misericordia, para que, bajo tu guía providente, de tal modo nos sirvamos de los bienes pasajeros que podamos adherirnos a los eternos. Por nuestro Señor.

Lectura del santo Evangelio según Mateo 13,44-46

En aquel tiempo, Jesús dijo a la multitud: “El Reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en un campo. El que lo encuentra lo vuelve a esconder y, lleno de alegría, va y vende cuanto tiene y compra aquel campo.

El Reino de los cielos se parece también a un comerciante en perlas finas que, al encontrar una perla muy valiosa, va y vende cuanto tiene y la compra”.

Reflexión

El evangelio de hoy presenta dos breves parábolas del Sermón de las Parábolas. Las dos son similares entre sí, pero con diferencias significativas para esclarecer mejor determinados aspectos del Misterio del Reino que está siendo revelado a través de estas parábolas.

Mateo 13,44: La parábola del tesoro escondido en el campo. Jesús cuenta una historia bien sencilla y breve que podría acontecer en la vida de cualquiera de nosotros. Dice: «El Reino de los Cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo que, al encontrarlo un hombre, vuelve a esconderlo y, por la alegría que le da, va, vende todo lo que tiene y compra el campo aquel”.. Jesús no explica, sino que sencillamente dice: El Reino de los Cielos es como un tesoro escondido en el campo”. Así apremia casi a los oyentes a que compartan con los demás lo que esta historia suscitó en sus corazones. Comparto algunos puntos que he descubierto:

El tesoro, el Reino, ya está en el campo, ya está en la vida. Está escondido. Pasamos y pisamos por encima sin darnos cuenta.

El hombre encontró el tesoro. Fue por pura causalidad. No esperaba encontrarlo, pues no lo estaba buscando.

Al descubrir que se trata de un tesoro muy importante, ¿qué hace? Hace lo que todo el mundo haría para tener el derecho de poder apropiarse del tesoro. Va, vende todo lo que tiene y compra el campo. Así, junto con el campo adquiere el tesoro, el Reino. ¡La condición es vender todo!

Si el tesoro, el Reino, ya estaba en la vida, entonces es un aspecto importante de la vida que empieza a tener un nuevo valor.

En esta historia, lo que predomina es la gratuidad. Al tesoro se le encuentra por caso, más allá de las programaciones nuestras. El Reino ¡acontece! Y si acontece, tú y yo tenemos que sacar las consecuencias y no permitir que este momento de gracia pase sin fruto.

Mateo 13,45-46: La parábola del comprador de piedras preciosas. La segunda parábola es semejante a la primera pero hay en ella una diferencia importante. Trata de descubrirla. La historia es la siguiente. “El Reino de los Cielos es semejante a un mercader que anda buscando perlas finas, y que, al encontrar una perla de gran valor, va, vende todo lo que tiene y la compra.”. Comparto algunos puntos que descubrí:

Se trata de un mercader de perlas. Su profesión consiste en buscar perlas. Es lo único que hace en la vida: buscar y encontrar perlas. Buscando, encuentra una perla de gran valor. Aquí el descubrimiento del Reino no es pura causalidad, sino que es fruto de una larga búsqueda.

El mercader de perla entiende el valor de las perlas, pues muchas personas quieren venderle las perlas que encontraron. Pero el mercader no se deja engañar. El conoce el valor de su mercancía.

Cuando encuentra una perla de gran valor, va y vende todo lo que tiene y compra esa perla. El Reino es el valor más grande.

Resumiendo la enseñanza de las dos parábolas. Las dos tienen el mismo objetivo: revelar la presencia del Reino, pero cada una la revela de una manera diferente: a través del descubrimiento de la gratuidad de la acción de Dios en nosotros, y a través del esfuerzo y de la búsqueda que todo ser humano hace para ir descubriendo cada vez mejor el sentido de su vida.

Para la reflexión personal

Tesoro escondido: ¿lo has encontrado alguna vez? ¿Has vendido todo para comprarlo?
Buscar perlas: ¿cuál es la perla que tú buscas y que aún no has encontrado?

Oración final

Señor, yo, en cambio, cantaré tu fuerza, aclamaré tu lealtad por la mañana; pues has sido un baluarte para mí, un refugio el día de la angustia. (Sal 59,17)

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Lectio mar, 1 ago, 2023

Tiempo Ordinario

Oración inicial

¡Oh Dios!, protector de los que en ti esperan; sin ti nada es fuerte ni santo. Multiplica sobre nosotros los signos de tu misericordia, para que, bajo tu guía providente, de tal modo nos sirvamos de los bienes pasajeros que podamos adherirnos a los eternos. Por nuestro Señor.

Lectura del santo Evangelio según Mateo 13,36-43

En aquel tiempo, Jesús despidió a la multitud y se fue a su casa. Entonces se le acercaron sus discípulos y le dijeron: “Explícanos la parábola de la cizaña sembrada en el campo”.

Jesús les contestó: “El sembrador de la buena semilla es el Hijo del hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los ciudadanos del Reino; la cizaña son los partidarios del demonio; el enemigo que la siembra es el demonio; el tiempo de la cosecha es el fin del mundo, y los segadores son los ángeles.

Y así como recogen la cizaña y la queman en el fuego, así sucederá al fin del mundo: el Hijo del hombre enviará a sus ángeles para que arranquen de su Reino a todos los que inducen a otros al pecado y a todos los malvados, y los arrojen en el horno encendido. Allí será el llanto y la desesperación.

Entonces los justos brillarán como el sol en el Reino de su Padre. El que tenga oídos, que oiga”.

Reflexión

El evangelio de hoy nos presenta la explicación que Jesús da de la parábola del trigo y la cizaña, cuando los discípulos se lo preguntan. Algunos estudiosos piensan que la explicación que Jesús da a los discípulos no es de Jesús, sino que es de la comunidad. Es posible y es probable, pues una parábola, por su propia naturaleza, pide la implicación y la participación de las personas en el descubrimiento del sentido. Así como la planta ya está dentro de su semilla, así, en cierto modo, la explicación de la comunidad ya está dentro de la parábola. Y es exactamente éste el objetivo que Jesús quería y que quiere alcanzar con la parábola. El sentido que hoy nosotros vamos a descubrir en la parábola que Jesús contó hace dos mil años atrás ya estaba implícito en la historia que Jesús contó, como la flor está ya dentro de su semilla.

Mateo 13,36: Los discípulos piden la explicación de la parábola del trigo y de la cizaña. Los discípulos, en casa, conversan con Jesús y piden una explicación de la parábola del trigo y de la cizaña (Mt 13,24-30). Varias veces se informa de que Jesús, en casa, seguía enseñando a los discípulos (Mc 7,17; 9,28.33; 10,10). En aquel tiempo no había televisión y en las largas horas de espera, por las noches, la gente se reunía para conversar y para tratar asuntos de la vida. Jesús hacía lo mismo. Era en estas ocasiones que él contemplaba la enseñanza y la formación de los discípulos.

Mateo 13,38-39: El significado de cada uno de los elementos de la parábola. Jesús responde retomando cada uno de los seis elementos de la parábola y les da un sentido: el campo es el mundo; la buena semilla son los miembros del Reino; la cizaña son los miembros del adversario (maligno); el enemigo es el diablo; la siega es el fin de los tiempos; los segadores son los ángeles. Ahora haz tú la experiencia leyendo de nuevo la parábola (Mt 13,24-30) colocando el sentido cierto en cada uno de los seis elementos: campo, buena semilla, cizaña, enemigo, siega y segadores. Y así la historia toma un sentido totalmente diferente y tú alcanzas el objetivo que Jesús tenía en mente al contar a la gente esta historia del trigo y de la cizaña. Algunos piensan que esta parábola debe ser entendida como una alegoría y no como una parábola propiamente dicha.

Mateo 13,40-43: La aplicación de la parábola o de la alegoría. Con estas informaciones dadas por Jesús tú entenderás la aplicación que él da: De la misma manera, pues, que se recoge la cizaña y se la quema en el fuego, así será al fin del mundo. El Hijo del hombre enviará a sus ángeles, que recogerán de su Reino todos los escándalos y a los obradores de iniquidad, y los arrojarán en el horno de fuego; allí será el llanto y el rechinar de dientes. Entonces los justos brillarán como el sol en el Reino de su Padre. El destino de la cizaña es el horno, el destino del trigo bueno es brillar como el sol en el Reino de los Cielos. Por detrás de estas dos imágenes está la experiencia de las personas. Después de que escucharon a Jesús y lo aceptaron en sus vidas, todo cambió para ellas. El fin llegó. Es decir, en Jesús llegó aquello que, en el fondo, todos esperaban: la realización de las promesas. Ahora la vida se divide en antes y después de que escucharon y aceptaron a Jesús en sus vidas. La nueva vida comenzó como el brillar del sol. Si hubiesen continuado a vivir como antes, serían como cizaña echada al horno, vida sin sentido y sin servidumbre para nada.

Parábola y Alegoría. Existe la parábola. Existe la alegoría. Existe la mezcla de las dos que es la forma más común. Por lo general, a todo se le llama parábola. En el evangelio de hoy tenemos el ejemplo de una alegoría. Una alegoría es una historia que la persona cuenta, pero cuando cuenta, no piensa en los elementos de la historia, sino en el asunto que debe ser esclarecido. Al leer una alegoría no es necesario mirar primero la historia como un todo, pues en una alegoría la historia no se construyó entorno a un punto central que después sirve como medio de comparación, sino que cada elemento tiene su función independiente a partir del sentido que recibe. Se trata de descubrir lo que cada elemento de las dos historias nos tiene que decir sobre el Reino como lo hace la explicación que Jesús dio de la parábola: campo, buena semilla, cizaña, siega y segadores. Generalmente, las parábolas son alegorizantes. Hay mezcla de las dos.

Para la reflexión personal

En el campo existe todo mezclado: cizaña y trigo. En el campo de mi vida ¿qué prevalece: el trigo o la cizaña?
¿Has intentado conversar con otras personas para descubrir el sentido de alguna parábola?

Oración final

Feliz quien se apoya en el Dios de Jacob, quien tiene su esperanza en Yahvé, su Dios, que hizo el cielo y la tierra, el mar y cuanto hay en ellos; que guarda por siempre su lealtad. (Sal 146,5-6)

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Lectio lun, 31, jul, 2023

Tiempo Ordinario

1) Oración inicial

¡Oh Dios!, protector de los que en ti esperan; sin ti nada es fuerte ni santo. Multiplica sobre nosotros los signos de tu misericordia, para que, bajo tu guía providente, de tal modo nos sirvamos de los bienes pasajeros que podamos adherirnos a los eternos. Por nuestro Señor.

2) Lectura del Evangelio según Mateo 13,31-35

En aquel tiempo, Jesús propuso esta otra parábola a la muchedumbre: «El Reino de los cielos es semejante a la semilla de mostaza que un hombre siembra en su huerto. Ciertamente es la más pequeña de todas las semillas, pero cuando crece, llega a ser más grande que las hortalizas y se convierte en un arbusto, de manera que los pájaros vienen y hacen su nido en las ramas».
Les dijo también otra parábola: «El Reino de los cielos se parece a un poco de levadura que tomó una mujer y la mezcló con tres medidas de harina, y toda la masa acabó por fermentar».
Jesús decía a la muchedumbre todas estas cosas con parábolas, y sin parábolas nada les decía, para que se cumpliera lo que dijo el profeta: Abriré mi boca y les hablaré con parábolas; anunciaré lo que estaba oculto desde la creación del mundo.

3) Reflexión

Estamos meditando el Sermón de las Parábolas, cuyo objetivo es revelar, por medio de comparaciones, el misterio del Reino de Dios presente en la vida del pueblo. El evangelio nos trae hoy dos pequeñas parábolas, del grano de mostaza y de la levadura. En ellas Jesús cuenta dos historias sacadas de la vida de cada día que servirán como medio de comparación para ayudar a la gente a descubrir el misterio del Reino. Al meditar estas dos historias, lo primero que hay que hacer no es querer descubrir lo que cada elemento de las historias nos quiere decir sobre el Reino. Lo primero que hay que hacer es mirar la historia en sí misma como un todo y tratar de descubrir cuál es el punto central en torno al cual la historia fue construida, pues es este punto central lo que servirá como medio de comparación para revelar el Reino de Dios. Vamos a ver cuál es el punto central de las dos parábolas.

Mateo 13,31-32: La parábola del grano de mostaza. Jesús dice: «El Reino de los Cielos es como un grano de mostaza“ y luego cuenta la historia: un grano bien pequeño es lanzado en el campo; pero aun siendo pequeño, crece, se hace mayor que las otras plantas y llega a atraer los pajarillos para que hagan en ellas sus nidos. Jesús no explica la historia. Aquí vale lo que dice en otra ocasión: “Quien tenga oídos para oír, que oiga” Es decir: “Es esto. ¡Ustedes han oído, y ahora traten de entender!” A nosotros nos toca descubrir lo que esta historia nos revela sobre el Reino de Dios presente en nuestras vidas. Así, por medio de esta historia del grano de mostaza, Jesús provoca nuestra fantasía, pues cada uno de nosotros entiende algo de siembra. Jesús espera que las personas, nosotros todos, comencemos a compartir lo que cada uno descubre.

Comparto aquí tres puntos que descubrí sobre el Reino a partir de esta parábola: (a) Jesús dice: «El Reino de los Cielos es como un grano de mostaza“. El Reino no es algo abstracto, ni es una idea. Es una presencia en medio de nosotros (Lc 17,21). ¿Cómo es esta presencia? Es como el grano de mostaza: presencia bien pequeña, humilde, que casi no se ve. Se trata de Jesús mismo, un pobre carpintero, andando por Galilea, hablando del Reino a la gente de las aldeas. El Reino de Dios no sigue los criterios de los grandes del mundo. Tiene otro modo de pensar y de proceder. (b) La parábola evoca una profecía de Ezequiel, en la que se dice que Dios hará brotar una pequeña rama de cedro y la plantará en las alturas de la montaña de Israel. Este pequeño brote de cedro: ” echará ramas y producirá frutos, y se convertirá en un magnífico cedro. Pájaros de todas clases anidarán en él, habitarán a la sombra de sus ramas. Y todos los árboles del campo sabrán que yo, el Señor, humillo al árbol elevado y exalto al árbol humillado, hago secar al árbol verde y reverdecer al árbol seco. Yo, el Señor, lo he dicho y lo haré. (Ez 17,22-23). (c) El grano de mostaza, aun siendo pequeño, crece y suscita esperanza. Como el grano de mostaza, así el Reino tiene una fuerza interior y crece. ¿Crece cómo? Crece a través de la predicación de Jesús y de los discípulos y de las discípulas, en los poblados de la Galilea. Crece, hasta hoy, a través del testimonio de las comunidades y se vuelve buena noticia de Dios que irradia y atrae a la gente. La persona que llega cerca de la comunidad se siente acogida, en casa, y hace en ella su nido, su morada. Al final, la parábola deja una pregunta en el aire: ¿quiénes son los pajarillos? La pregunta tendrá respuesta más adelante en el evangelio. El texto sugiere que se trata de los paganos que van a poder entrar en el Reino (Mt15,21-28).

Mateo 13,33: La parábola de la levadura. La historia de la segunda parábola es ésta: una mujer mezcla un poco de levadura con tres medidas de harina, hasta que todo quede fermentado. De nuevo, Jesús no explica, sólo dice: «El Reino del Cielo es como la levadura…”. Como en la primera parábola, depende de nosotros el saber descubrir el significado para hoy. Comparto algunos puntos que he descubierto y que me hicieron pensar: (a) Lo que crece no es la levadura, sino la masa. (b) Se trata de una cosa bien casera, del trabajo de la mujer en casa. (c) La levadura tiene algo de podrido que se mezcla con la masa pura de la harina. (d) El objetivo es hacer ‘levitar’ la masa y no apenas una parte. (e) La levadura no tiene fin en sí misma, sino que sirve para hacer crecer la masa.

Mateo 13,34-35: Por qué Jesús habla en parábolas. Aquí, al final del Sermón de las Parábolas, Mateo trae una aclaración sobre el motivo que llevaba a Jesús a enseñar a la gente en forma de parábolas. Él dice que era para que se cumpliera la profecía que dice: » Abriré con parábolas mi boca, publicaré lo que estaba oculto desde la creación del mundo.». En realidad, el texto citado no es de un profeta, sino de un salmo (Sal 78,2). Para los primeros cristianos todo el Antiguo Testamento era una gran profecía que tenía que anunciar veladamente la venida del Mesías y la realización de las promesas de Dios. En Marcos 4,34-34, el motivo que llevaba a Jesús a enseñar a la gente por medio de parábolas era para adaptar el mensaje a la capacidad de la gente. Al ser ejemplos sacados de la vida de la gente, Jesús ayudaba a las personas a descubrir las cosas de Dios en lo cotidiano. La vida se volvía transparente. Jesús hacía percibir que lo extraordinario de Dios se esconde en las cosas ordinarias y comunes de la vida de cada día. La gente entendía así, de la vida. En las parábolas recibía una llave para abrirla y encontrar dentro de la vida las señales de Dios. Al final del Sermón de las Parábolas, en Mateo 13,52, como luego veremos, se va a dar otro motivo que lleva Jesús a enseñar por medio de parábolas.

4) Para la reflexión personal

¿Cuál es el punto de estas dos parábolas que más te gustó o que más te llamó la atención? ¿Por qué?
¿Cuál es la semilla que, sin que te hayas dado cuenta, creció en ti y en tu comunidad?

5) Oración final

Yo, en cambio, cantaré tu fuerza, aclamaré tu lealtad por la mañana; pues has sido un baluarte para mí, un refugio el día de la angustia. (Sal 59,17)

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Lectio Dom, 30, jul, 2023

Tres parábolas del Reino de Dios

Descubrir los signos de Dios en la vida de cada día

Mateo 13,44-52

Oración inicial

Señor Jesús, envía tu Espíritu, para que Él nos ayude a leer la Biblia en el mismo modo con el cual Tú la has leído a los discípulos en el camino de Emaús. Con la luz de la Palabra, escrita en la Biblia, Tú les ayudaste a descubrir la presencia de Dios en los acontecimientos dolorosos de tu condena y muerte. Así, la cruz, que parecía ser el final de toda esperanza, apareció para ellos como fuente de vida y resurrección.

Crea en nosotros el silencio para escuchar tu voz en la Creación y en la Escritura, en los acontecimientos y en las personas, sobre todo en los pobres y en los que sufren. Tu palabra nos oriente a fin de que también nosotros, como los discípulos de Emaús, podamos experimentar la fuerza de tu resurrección y testimoniar a los otros que Tú estás vivo en medio de nosotros como fuente de fraternidad, de justicia y de paz. Te lo pedimos a Ti, Jesús, Hijo de María, que nos has revelado al Padre y enviado tu Espíritu. Amén.

Lectura

a) Una división del texto para ayudarnos en la lectura:

Mateo 13,44: Parábola del tesoro escondido

Mateo 13,45-46: Parábola del mercader que busca perlas preciosas

Mateo: 13,47-50: Parábola de la red echada al mar

Mateo 13,51-52: Una parábola para concluir el discurso de las parábolas.

b) Clave de lectura:

En este domingo decimoséptimo ordinario meditamos las tres parábolas que componen la parte final del Discurso de las Parábolas: el tesoro escondido, el mercader de perlas preciosas y la red echada en el mar. Las parábolas de Jesús nos ayudan a sintonizar nuestra mirada para percibir mejor la presencia del Reino de Dios en las cosas más comunes de la vida. En el curso de la lectura es bueno fijar la atención a cuanto sigue: “¿Qué cosa es para mí un tesoro escondido, un mercader en perlas preciosas o una red echada en el mar? ¿De qué modo me ayuda mi experiencia a entender las parábolas del tesoro, de la perla y de la red?”

c) El texto:

En aquel tiempo, Jesús dijo a la multitud: «El Reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en un campo. El que lo encuentra lo vuelve a esconder, y lleno de alegría, va y vende cuanto tiene y compra aquel campo.
El Reino de los cielos se parece también a un comerciante en perlas finas que, al encontrar una perla muy valiosa, va y vende cuanto tiene y la compra.
También se parece el Reino de los cielos a la red que los pescadores echan en el mar y recoge toda clase de peces. Cuando se llena la red, los pescadores la sacan a la playa y se sientan a escoger los pescados; ponen los buenos en canastos y tiran los malos. Lo mismo sucederá al final de los tiempos: vendrán los ángeles, separarán a los malos de los buenos y los arrojarán al horno encendido. Allí será el llanto y la desesperación.
¿Han entendido todo esto?» Ellos le contestaron: «Sí». Entonces él les dijo: «Por eso, todo escriba instruido en las cosas del Reino de los cielos es semejante al padre de familia, que va sacando de su tesoro cosas nuevas y cosas antiguas».

Un momento de silencio orante

para que la Palabra de Dios pueda entrar en nosotros e iluminar nuestra vida.

Algunas preguntas

para ayudarnos en la meditación y en la oración.

¿Qué parte del texto ha llamado principalmente mi atención? ¿Por qué?
Según mi experiencia de vida, ¿qué entiendo por tesoro escondido, por mercader de perlas preciosas o por red echada en el mar?
Esta experiencia mía ¿cómo me ayuda a entender las parábolas del tesoro, de la perla y de la red?
¿Cuál es la diferencia que existe entre las parábolas del tesoro y de la perla?
¿Qué dice el texto sobre la misión a realizar en cualidad de discípulos de Cristo?

Para los que quieren profundizar en el tema

a) Contexto de las parábolas pronunciadas por Jesús:

Los evangelios contienen muchas parábolas de Jesús. Mateo llega hasta decir: “Todas estas cosas Jesús dijo a la gente en parábolas y no les hablaba sino era en parábolas” (Mt 13,34). Era el método usado comúnmente en aquella época para enseñar. Así era cómo Jesús se hacía entender de la gente. En las parábolas, Jesús parte de cosas muy comunes de la vida y las usa como términos de comparación para ayudar a las personas a entender mejor las cosas menos conocidas del Reino de Dios. En el evangelio de este domingo, Jesús parte de tres cosas bien conocidas de la vida de la gente: el tesoro escondido en el campo, el mercader que busca perlas finas y la red que los pescadores echan al mar. b) Comentario del texto:

Mateo 13,44: La parábola del tesoro escondido

Aquí, el término de comparación para aclarar las cosas del Reino de Dios es el tesoro escondido en el campo. Ninguno sabe que en el campo hay un tesoro. Un hombre lo encuentra por casualidad. No sabía que lo encontraría. Lo encuentra y se alegra y acoge con gratitud lo imprevisto. El tesoro descubierto no le pertenece todavía, será suyo sólo si consigue comprar el campo. Así eran las leyes de la época. Por esto va, vende todo lo que posee y compra aquel campo. Comprando el campo, se hace dueño del tesoro. Jesús no explica la parábola. Vale aquí lo que ha dicho antes: “Quien tenga oídos oiga” (Mt 13,9.43). O sea: “El Reino de Dios es esto. Lo habéis escuchado. ¡Ahora, tratad de entenderlo! Si Jesús no explica la parábola, tampoco yo la explico. Es tarea de cada uno de nosotros. Pero quisiera dar una sugerencia partiendo de lo que yo mismo he entendido. El campo es nuestra vida. En la vida de cada cual hay un tesoro escondido, tesoro precioso, más precioso que todas las cosas de valor. Quien lo encuentra ¿ da todo lo que posee para comprar aquel tesoro? ¿Lo has encontrado tú?

Mateo 13,45-46: La parábola del mercader en perlas finas

En la primera parábola, el término de comparación era “ el tesoro escondido en el campo”. En esta parábola, el acento es diverso. El término de comparación no es la perla preciosa, sino la actividad, el esfuerzo del mercader que busca perlas preciosas. Todos saben que tales perlas existen. Lo que importa no es saber que esas perlas existen, sino buscarlas sin descanso, hasta encontrarla. Las dos parábolas tienen elementos comunes y elementos diversos. En los dos casos, se trata de una cosa preciosa: tesoro y perla. En los dos casos hay un encuentro, y en los dos casos la persona va y vende todo lo que tiene para poder comprar el valor que ha encontrado. En la primera parábola, el encuentro se sucede por casualidad. En la segunda, el encuentro es fruto del esfuerzo y de la búsqueda. Tenemos dos aspectos fundamentales del Reino de Dios. El Reino existe, está escondido en la vida, en espera de quien lo encuentre. El Reino es fruto de una búsqueda y de un encuentro. Son las dos dimensiones fundamentales de la vida humana: la gratitud de amor que nos acoge y nos encuentra y la observancia fiel que nos lleva al encuentro.

Mateo 13,47-50: La parábola de la red echada en el mar

Aquí el Reino es semejante a una red, no una red cualquiera, sino una red echada en el mar y que pesca de todo. Se trata de algo típico en la vida de aquéllos que escuchaban, donde la mayoría eran pescadores, que vivían de la pesca. Una experiencia que ellos tienen de la red echada en el mar y que captura de todo, cosas buenas y cosas menos buenas. El pescador no puede evitar que entren cosas no buenas en su red. Porque él no consigue controlar lo que viene de abajo, en el fondo del agua del mar, donde se mueve su red. Sólo lo sabrá cuando tire de la red hacia lo alto y se sienta con sus compañeros para hacer la separación. Entonces sabrán qué es lo que vale y lo que no vale. De nuevo, Jesús no explica la parábola, pero da una indicación: “Así será al final de mundo”. Habrá una separación entre buenos y malos.

Mateo 13, 51-52: Conclusión del discurso parabólico

En el Evangelio de Mateo, el discurso parabólico termina con un breve diálogo entre Jesús y aquéllos que lo escuchaban que sirve de clave de lectura para todas las parábolas. Jesús pregunta: “¿Habéis entendido todo esto?” Respuesta de la gente: “¡Sí!” Y Jesús concluye con una frase muy bella: “Por esto todo escriba convertido en discípulo del reino de los cielos es semejante al dueño de la casa que extrae de su arca cosas nuevas y cosas antiguas” Esta frase final es otra pequeña parábola. “Las cosas nuevas y las cosas antiguas que el dueño de la casa saca de su arca” son las cosas de la vida que Jesús apenas ha propuesto en las parábolas: semillas arrojadas en el campo (Mt 13,4-8), el grano de mostaza (Mt 13,31-32), la levadura (Mt 13,33), el tesoro escondido en el campo (Mt 13,44) el mercader de perlas finas (Mt 13,45-46), la red echada en el mar (Mt 13, 47-48). La experiencia que cada uno tiene de estas cosas es su tesoro. Y en esta experiencia es donde cada uno encuentra el término de comparación para poder entender mejor las cosas del Reino de Dios. A veces, cuando las parábolas no nos dicen nada y no dejan libre su mensaje, la causa no es la falta de estudios. Sino la falta de experiencia en la vida o la falta de profundidad de la propia vida. Las personas que viven en la superficie sin profundizar en la experiencia de la propia vida, no tienen un arca de donde extraer cosas nuevas y cosas viejas. c) Profundizando: La enseñanza de las parábolas

Las parábolas de Jesús son un instrumento pedagógico que se sirve de la vida cotidiana para indicar cómo ésta nos habla de Dios. Las parábolas hacen transparente la realidad, reveladora de la presencia y acción de Dios. Convierten contemplativa la mirada de la persona. Una parábola se refiere a cosas de la vida y por esto es una enseñanza abierta que nos hace partícipes, que nos compromete, todos tenemos cualquier experiencia de las cosas de la vida.

La enseñanza en parábolas hace partir a las personas de su experiencia de las cosas comunes de la vida para poder entender el Reino: semilla, sal, luz, oveja, flor, mujer, niños, padre, red, pez tesoro, perla etc. Jesús no acostumbraba generalmente a explicar las parábolas. Sino que por lo general terminaba con esta frase: “¡Quién haya oído, entienda!” (Mt 11.15; 13,9.43). O sea: “Es esto.

Lo habéis escuchado. Ahora tratad de entender”. Jesús dejaba abierto el sentido de la parábola, no lo determinaba. Señal de que creía en la capacidad que la gente tenía para descubrir el sentido de la parábola partiendo de su experiencia de vida. Alguna vez, a petición de sus discípulos, explicaba su significado (Mt 13,10.36). Por ejemplo, los versículos 36-43 explican la parábola del trigo y de la cizaña y también es posible que estas explicaciones sean reflexiones de la catequesis que se hacían en las comunidades de los primeros cristianos. Las comunidades se reunían y discutían las parábolas de Jesús, tratando de comprender lo que Jesús quería decir. Así, poco a poco, la enseñanza de Jesús comenzaba a ser asimilada en las catequesis de las comunidades que luego se convertirán en una explicación de la parábola.

Salmo 19,8-15

La ley de Yahvé es perfecta,

La ley de Yahvé es perfecta, hace revivir; el dictamen de Yahvé es veraz, instruye al ingenuo. Los preceptos de Yahvé son rectos, alegría interior; el mandato de Yahvé es límpido, ilumina los ojos. El temor de Yahvé es puro, estable por siempre; los juicios del Señor veraces, justos todos ellos, apetecibles más que el oro, que el oro más fino; más dulces que la miel, más que el jugo de panales.
Por eso tu siervo se empapa en ellos, guardarlos trae gran ganancia; Pero ¿quién se da cuenta de sus yerros?
De las faltas ocultas límpiame.
Guarda a tu siervo también del orgullo, no sea que me domine; entonces seré irreprochable, libre de delito grave.
Acepta con agrado mis palabras, el susurro de mi corazón, sin tregua ante ti, Yahvé, Roca mía, mi redentor.

Oración final

Señor Jesús, te damos gracia por tu Palabra que nos ha hecho ver mejor la voluntad del Padre.
Haz que tu Espíritu ilumine nuestras acciones y nos comunique la fuerza para seguir lo que Tu Palabra nos ha hecho ver. Haz que nosotros como María, tu Madre, podamos no sólo escuchar, sino también poner en práctica la Palabra. Tú que vives y reinas con el Padre en la unidad del Espíritu Santo por todos los siglos de los siglos. Amén.

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Lectio sáb 29, jul, 2023

Tiempo Ordinario

1) Oración inicial

¡Oh Dios!, protector de los que en ti esperan; sin ti nada es fuerte ni santo. Multiplica sobre nosotros los signos de tu misericordia, para que, bajo tu guía providente, de tal modo nos sirvamos de los bienes pasajeros que podamos adherirnos a los eternos. Por nuestro Señor.

2) Lectura del santo Evangelio según Lucas 10,38-42

En aquel tiempo, Jesús entró en un poblado, y una mujer, llamada Marta, lo recibió en su casa. Ella tenía una hermana, llamada María, la cual se sentó a los pies de Jesús y se puso a escuchar su palabra. Marta, entre tanto, se afanaba en diversos quehaceres, hasta que, acercándose a Jesús, le dijo: «Señor, ¿no te has dado cuenta de que mi hermana me ha dejado sola con todo el quehacer? Dile que me ayude».
El Señor le respondió: «Marta, Marta, muchas cosas te preocupan y te inquietan, siendo así que una sola es necesaria. María escogió la mejor parte y nadie se la quitará».

3) Reflexión

Dinámica del relato. La condición de Jesús de maestro itinerante ofrece a Marta la posibilidad de acogerlo en su casa. La narración presenta la actitud de las dos hermanas: María, sentada, a los pies de Jesús, preocupada por escuchar su palabra; Marta, en cambio, preocupada por preparar los numerosos servicios, se acerca a Jesús protestando por el comportamiento de la hermana. El diálogo entre Jesús y Marta ocupa un amplio espacio de la narración (vv.40b-42): Marta empieza con una pregunta retórica, “¿Señor, no te importa que mi hermana me deje sola en el trabajo?”; después pide que Jesús intervenga y ordene a su hermana que no abandone los trabajos domésticos, “Dile, pues, que me ayude”. Jesús responde con tono afectuoso, expresado en la repetición del nombre “Marta, Marta”: le recuerda que ella está preocupada por “muchas cosas”, que en realidad es necesaria “una sólo” y concluye con una alusión a la hermana que ha escogido la mejor parte, la cual no le será quitada. Lucas construye su relato sobre el contraste de la personalidad diversa de Marta y de María; la primera, preocupada por “muchas” cosas, la segunda hace una cosa sólo, está preocupada por escuchar al Maestro. La función de este contraste es la de subrayar la actitud de María, dedicada a la plena y total escucha del Maestro, con lo que pasa a ser modelo de todo creyente.

La figura de Marta. Es la que toma la iniciativa de acoger a Jesús en su casa. Al dedicarse a acoger al Maestro, se preocupa con afán de las muchas cosas que se han de preparar y, ante esto, siente la tensión de encontrarse sola. Le agobia tanto trabajo, está ansiosa, vive una gran tensión. Por eso, Marta se “adelanta” y dispara a Jesús una justa petición de ayuda: ¿por qué la hermana la deja sola? Jesús le responde constatando el hecho de que ella está preocupada y tiene el corazón dividido entre el deseo de ofrecer a Jesús una comida digna de su persona y el deseo de dedicarse a escucharlo. Por tanto, Jesús no reprueba el servicio de Marta, sino la angustia con que lo lleva a cabo. Jesús había explicado un poco antes, en la parábola del sembrador, que la semilla caída entre abrojos evoca la situación de los que escuchan la Palabra pero son presa de las preocupaciones (Lc 8,14). En la laboriosidad de Marta no critica Jesús el valor de la acogida a su persona, sino que alerta sobre los riesgos en que se puede caer: el afán y la angustia. También sobre estos riesgos se pronuncia Jesús: “Buscad su reino y lo demás os será dado por añadidura” (Lc 12,31).

La figura de María. Es la que escucha la Palabra, cosa que se expresa con un pretérito imperfecto, “escuchaba”, indicando una acción continua en la escucha de Jesús. La actitud de María contrasta con el afán y la tensión de la hermana. Jesús dice que María ha escogido “la parte buena”, la escucha de su Palabra. De las palabras de Jesús aprende el lector que no se trata de dos partes, de las cuales una es mejor que la otra, sino que existe sólo la parte buena: escuchar su Palabra. Esta actitud no significa evadirse del propio quehacer o responsabilidad cotidiana, sólo expresa la necesidad de que la escucha de la Palabra preceda a cualquier servicio o actividad.

Equilibrio entre acción y contemplación. Lucas presta particular atención a unir escucha de la Palabra y relación con el Señor. No se trata de dividir la jornada en un tiempo dedicado a la oración y otro al servicio, sino que la atención a la Palabra precede y acompaña al servicio. El deseo de escuchar a Dios no se puede suplir por otras actividades: es necesario dedicar cierto tiempo y espacio para buscar al Señor. El compromiso de cultivar la escucha de la Palabra nace de la atención a Dios: todo puede contribuir, el ambiente, el lugar, el tiempo. Pero el deseo de encontrar a Dios debe nacer en el propio corazón. No existen tácticas que te lleven a encontrar a Dios de manera automática. Se trata de un problema de amor: es necesario escuchar a Jesús, estar con Él; entonces se comunica el don y se inicia el enamoramiento. El equilibrio entre escucha y servicio implica a todos los creyentes, tanto en la vida familiar como en la profesional y social: ¿qué hacer para que los bautizados sean perseverantes y alcancen la madurez de la fe? Educarse en la escucha de la Palabra de Dios. Es éste el camino más difícil, pero el más seguro para llegar a la madurez en la fe.

4) Para la reflexión personal

¿Sé crear en mi vida situaciones e itinerarios de escucha? ¿Me limito sólo a escuchar la Palabra en la iglesia, o me esfuerzo también en buscar espacios y lugares adecuados para una escucha personal y profunda?
¿Te limitas a un consumo privado de la Palabra o eres anunciador de la misma y luz para los demás, no sólo lámpara que ilumina tu propia vida privada?

5) Oración final

Yahvé, ¿quién vivirá en tu tienda?
¿quién habitará en tu monte santo? El de conducta íntegra87 que actúa con rectitud. (Sal 15,1-2)

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