Lectio mar, 18, jul, 2023

Tiempo Ordinario

1) Oración inicial

¡Oh Dios, que muestras la luz de tu verdad a los que andan extraviados, para que puedan volver al buen camino!, concede a todos los cristianos rechazar lo que es indigno de este nombre y cumplir cuanto en él se significa. Por nuestro Señor.

2) Lectura del Evangelio según Mateo 11,20-24

En aquel tiempo, Jesús se puso a reprender a las ciudades que habían visto sus numerosos milagros, por no haberse arrepentido. Les decía:
«¡Ay de ti, Corozaín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y en Sidón se hubieran realizado los milagros que se han hecho en ustedes, hace tiempo que hubieran hecho penitencia, cubiertas de sayal y de ceniza. Pero yo les aseguro que el día del juicio será menos riguroso para Tiro y Sidón, que para ustedes.
Y tú, Cafarnaúm, ¿crees que serás encumbrada hasta el cielo? No. Serás precipitada en el abismo, porque si en Sodoma se hubieran realizado los milagros que en ti se han hecho, quizá estaría en pie hasta el día de hoy. Pero yo te digo que será menos riguroso el día del juicio para Sodoma que para ti».

3) Reflexión

El Sermón de la Misión ocupa el capítulo 10. Los capítulos 11 y 12 describen como Jesús realizaba la Misión. A lo largo de estos dos capítulos, aparecen las adhesiones, las dudas y los rechazos que la acción de Jesús iba provocando. Juan el Bautista, que miraba con los ojos del pasado, no conseguía, entenderlo (Mt 11,1-15). La gente, que miraba hacia Jesús con finalidad interesada, no fue capaz de entenderlo (Mt 11,16-19). Las grandes ciudades alrededor del lago, que oyeron la predicación de Jesús y vieron sus milagros, no quisieron abrirse a su mensaje (es el texto del evangelio de hoy) (Mt 11,20-24). Los sabios y los doctores, que apreciaban todo a partir de su propia ciencia, no fueron capaces de entender la predicación de Jesús (Mt 11,25).

Los fariseos que confiaban sólo en la observancia de la ley, criticaban a Jesús (Mt 12,18) y decidieron matarle (Mt 12,9-14). Decían que Jesús actuaba en nombre de Belcebú (Mt 12,22-37). Querían de él una prueba para poderle creer (Mt 12,38-45). Tampoco sus parientes apoyaban a Jesús (Mt 12,46-50). Solo los pequeños y el pueblo enfermo lo entendían y aceptaban la Buena Nueva del Reino (Mt 11,25-30). Iban detrás de él (Mt 12,15-16) y veían en él el Siervo anunciado por Isaías (Mt 12,17-21).

Esta manera de describir la acción misericordiosa de Jesús era una advertencia clara para los discípulos que andaban con Jesús por Galilea. No podían esperar mucha recompensa ni elogio por el hecho de ser misioneros de Jesús. La advertencia vale también para nosotros que, hoy, leemos y meditamos este Sermón de la Misión, pues los evangelios están escritos para todos. Nos invitan a confrontar nuestra actitud con la actitud de los personajes que aparecen en el evangelio y a preguntarnos si somos como Juan Bautista (Mt 11,1-15), como el pueblo interesado (Mt 11,16-19), como las ciudades incrédulas (Mt 11,20-24), como los doctores que pensaban saberlo todo y no entendían nada (Mt 11,25), como los fariseos que lo único que sabían hacer era criticar (Mt 12,1-45) o como la gente pequeña que iba en busca de Jesús para seguirle (Mt 12,15) y que con su sabiduría, sabe entender y aceptar el mensaje del Reino (Mt 11,25-30).

Mateo 11,20: La palabra contra las ciudades que no lo recibieron. El espacio por donde Jesús anduvo durante aquellos tres años de su vida misionera era un espacio reducido. A lo largo del Mar de Galilea había pocos Km. cuadrados entorno a las ciudades de Cafarnaún, Betsaida y Corazín. ¡Solamente pocos km! Fue, pues, en este espacio muy pequeño, donde Jesús realizó la mayor parte de sus milagros y de sus discursos. Vino a salvar a toda la humanidad, y casi no salió del limitado espacio de su tierra. Trágicamente, Jesús tuvo que constatar que la gente de aquellas ciudades no quiso aceptar el mensaje del Reino y no se convirtió. Las ciudades se fijaron en su rigidez, en sus tradiciones y en sus costumbres y no aceptaron la invitación de Jesús que consistía en cambiar vida.

Mateo 11,21-24: Corazín, Betsaida y Cafarnaún son peores que Tiro, Sidón y Sódoma. En el pasado, Tiro y Sidón, enemigos férreos de Israel, maltrataron al pueblo de Dios. Por esto, fueron maldecidas por los profetas (Is 23,1; Jr 25,22; 47,4; Ez 26,3; 27,2; 28,2; Jl 4,4; Am 1,10). Y ahora, Jesús dice que estas ciudades, símbolos de toda la maldad posible, se hubiesen convertido ya si en ellas se hubiesen dado los milagros hechos en Corazín y Betsaida. La ciudad de Sodoma, símbolo de la peor perversión, fue destruida por la ira de Dios (Gén 18,16 a 19,29).

Y ahora Jesús dice que Sódoma existiría hasta hoy, pues se hubiera convertido si hubiese visto los milagros que Jesús hizo en Cafarnaún. Hoy sigue en pie la misma paradoja. Muchos de nosotros, que somos católicos desde niños, tenemos tantas convicciones consolidadas, que nadie es capaz de convertirnos.

4) Para la reflexión personal

¿Cómo me sitúo ante la Buena Nueva de Jesús: como Juan el Bautista, como el pueblo interesado, como los doctores, como los fariseos o como el pueblo pequeño y libre?
Mi ciudad y mi país, ¿merecen la advertencia de Jesús contra Cafarnaún, Corazín y Betsaida?

5) Oración final

¡Grande es Yahvé y muy digno de alabanza! En la ciudad de nuestro Dios está su monte santo, hermosa colina, alegría de toda la tierra. (Sal 48,2-3)

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Lectio lun, 17, jul, 2023

Tiempo Ordinario

1) Oración inicial

¡Oh Dios, que muestras la luz de tu verdad a los que andan extraviados, para que puedan volver al buen camino!, concede a todos los cristianos rechazar lo que es indigno de este nombre y cumplir cuanto en él se significa. Por nuestro Señor.

2) Lectura del Evangelio según Mateo 10,34-11,1

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus apóstoles: «No piensen que he venido a traer la paz a la tierra; no he venido a traer la paz, sino la guerra. He venido a enfrentar al hijo con su padre, a la hija con su madre, a la nuera con su suegra; y los enemigos de cada uno serán los de su propia familia.
El que ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí; y el que no toma su cruz y me sigue, no es digno de mí.
El que salve su vida, la perderá y el que la pierda por mí, la salvará.
Quien los recibe a ustedes, me recibe a mí; y quien me recibe a mí, recibe al que me ha enviado.
El que recibe a un profeta por ser profeta, recibirá recompensa de profeta; el que recibe a un justo por ser justo, recibirá recompensa de justo.
Quien diere, aunque no sea más que un vaso de agua fría a uno de estos pequeños, por ser discípulo mío, yo les aseguro que no perderá su recompensa».
Cuando acabó de dar instrucciones a sus doce discípulos, Jesús partió de ahí para enseñar y predicar en otras ciudades.

3) Reflexión

En el mes de mayo del año pasado, la V Conferencia de los Obispos de América Latina, que tuvo lugar en Aparecida del Norte, Brasil, elaboró un documento muy importante sobre el tema: “Discípulos y Misioneros/as de Jesucristo, para que en Él nuestros pueblos tengan vida”. El Sermón de la Misión del Capítulo 10 del Evangelio de San Mateo, que estamos meditando en estos días, ofrece muchas luces para poder realizar la misión de discípulos y misioneros de Jesucristo. El evangelio de hoy presenta la parte final de este Sermón de la Misión.

Mateo 10,34-36: No he venido a traer la paz, sino la espada. Jesús habla siempre de paz (Mt 5,9; Mc 9,50; Lc 1,79; 10,5; 19,38; 24,36; Jn 14,27; 16,33; 20,21.26). Entonces cómo entender la frase del evangelio de hoy que parece decir lo contrario: «No penséis que he venido a traer paz a la tierra. No he venido a traer paz, sino espada.”? Esta afirmación no significa que Jesús estuviera a favor de la división y de la espada. ¡No! Jesús no quiere la espada (Jn 18,11) ni la división. Lo que Él quiere es la unión de todos en la verdad (cf. Jn 17,17-23). En aquel tiempo, el anuncio de la verdad que indicaba que Jesús de Nazaret era el Mesías se volvió motivo de mucha división entre los judíos. Dentro de la familia o comunidad, unos estaban a favor y otros radicalmente en contra. En este sentido la Buena Nueva de Jesús era realmente una fuerte división, una “señal de contradicción” (Lc 2,34) o, como decía Jesús, él traía la espada. Así se entiende la otra advertencia: “Sí, he venido a enfrentar al hombre con su padre, a la hija con su madre, a la nuera con su suegra; y enemigos de cada cual son los de su casa. Era lo que estaba aconteciendo, de hecho, en las familias y en las comunidades: mucha división, mucha discusión, como consecuencia del anuncio de la Buena Nueva entre los judíos de aquella época, unos aceptando, otros negando. Hasta hoy es así. Muchas veces, allí donde la Iglesia se renueva, el llamado de la Buena Nueva se vuelve una “señal de contradicción” y de división. Personas que durante años vivieron acomodadas en la rutina de su vida cristiana, no quieren ser incomodadas por las “innovaciones” del Vaticano II. Incomodadas por los cambios, usan toda su inteligencia para encontrar argumentos en defensa de sus opiniones y para condenar los cambios como contrarios a los que pensaban ser la verdadera fe.

Mateo 10,37: Quien ama a su padre y a su madre más que a mí, no es digno de mí. Lucas presenta esta misma frase, pero mucho más exigente. Dice literalmente: «Si alguno viene junto a mí y no odia a su padre, a su madre, a su mujer, a sus hijos, a sus hermanos, a sus hermanas y hasta su propia vida, no puede ser discípulo mío.” (Lc 14,26). ¿Cómo combinar esta afirmación de Jesús con aquella otra en la que manda observar el cuarto mandamiento: amar y honorar al padre y a la madre? (Mc 7,10-12; Mt 19,19). Dos observaciones: (a) El criterio básico en el que Jesús insiste es éste: la Buena Nueva de Dios ha de ser el valor supremo de nuestra vida. No puede haber en la vida un valor más alto. (b) La situación económica y social en la época de Jesús era tal que las familias eran obligadas a encerrarse en sí misma. No tenían condiciones para mantener las obligaciones de convivencia comunitaria como, por ejemplo, el compartir, la hospitalidad, la comunión alrededor de la mesa y la acogida a los excluidos.

Ese repliegue individualista sobre ellas mismas, causado por la coyuntura nacional e internacional, provocaba las siguientes distorsiones: (i) Imposibilitaba la vida en la comunidad. (ii) Reducía el mandamiento “honora el padre y la madre” exclusivamente a la pequeña familia nuclear y no alargaba a la gran familia de la comunidad. (iii) Impedía la manifestación plena de la Bondad de Dios, pues si Dios es Padre/Madre, nosotros somos hermanos y hermanas unos de otros. Y esta verdad ha de encontrar su expresión en la vida en comunidad. Una comunidad viva y fraterna es el espejo del rostro de Dios. Convivencia humana sin comunidad es como un espejo rajado que desfigura el rostro de Dios. En este contexto, lo que Jesús pide “odiar al padre y a la madre” significaba que los discípulos debían superar la cerrazón individualista de la pequeña familia sobre si misma y alargarla a la dimensión de la comunidad.

Jesús mismo practicó lo que enseñó a los otros. Su familia quería llamarlo para que volviera, y así la familia se encerraba en sí misma. Cuando le dijeron: “Mira, tu madre y tus hermanos están fuera y te buscan”, él respondió: “¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos? Y mirando a las personas a su alrededor dice: “Aquí están mi madre y mis hermanos. Quien hace la voluntad de Dios, éste es mi hermano, mi hermana y mi madre (Mc 3,32-35). ¡Alargó la familia! Y éste era y sigue siendo hasta hoy el único camino para que la pequeña familia pueda conservar y transmitir los valores en los que cree.

Mateo 10,38-39: Las exigencias de la misión de los discípulos. En estos dos versículos, Jesús da dos consejos importantes y exigentes: (a) Tomar la cruz y seguir a Jesús: Quien no toma su cruz y me sigue, no es digno de mí. Para percibir todo el alcance de este primer consejo, es conveniente tener presente el testimonio de San Pablo: “Yo sólo me gloriaré en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo está crucificado para mí, como yo lo estoy para el mundo.” (Gal 6,14). Cargar la cruz supone, hasta hoy, la ruptura radical con el sistema inicuo vigente en el mundo. (b) Tener el valor de dar la vida: El que encuentre su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí, la encontrará. Sólo se siente realizado en la vida aquel que fue y es capaz de darse enteramente a los demás. Pierde la vida aquel que quiere conservarla sólo para sí. Este segundo consejo es la confirmación de la experiencia humana más profunda: la fuente de vida está en el don de la propia vida. Dando se recibe. Si el grano de trigo no muere, … (Jn 12,24).

Mateo 10,40: La identificación del discípulo con Jesús y con el propio Dios. Esta experiencia tan humana de don y de entrega recibe aquí una aclaración, una profundización. “Quien os recibe, a mí me recibe; y quien a mí me recibe, recibe a aquel que me ha enviado”. En el don total de sí el discípulo se identifica con Jesús; allí se realiza su encuentro con Dios, y allí Dios se deja encontrar por aquel que le busca.

Mateo 10,41-42: La recompensa del profeta, del justo y del discípulo. Para concluir el Sermón de la Misión sigue una frase sobre la recompensa: «Quien reciba a un profeta por ser profeta, recompensa de profeta recibirá, y quien reciba a un justo por ser justo, recompensa de justo recibirá. «Y todo aquel que dé de beber tan sólo un vaso de agua fresca a uno de estos pequeños, por ser discípulo, os aseguro que no perderá su recompensa.» En esta frase existe una secuencia muy significativa: al profeta se le reconoce por su misión como enviado de Dios. El justo es reconocido por su comportamiento, por su manera perfecta de observar la ley de Dios. El discípulo no es reconocido por ninguna calidad o misión especial, sino sencillamente por su condición social de gente pequeña. El Reino no está hecho de cosas grandes. Es como un edificio muy grande que se construye con ladrillos pequeños. Quien desprecia al ladrillo, nunca tendrá el edificio. Hasta un vaso de agua sirve de ladrillo en la construcción del Reino.

Mateo 11,1: El final del Sermón de la Misión. Fin del Sermón de la Misión. Y sucedió que, cuando acabó Jesús de dar instrucciones a sus doce discípulos, partió de allí para enseñar y predicar en sus ciudades. Ahora Jesús se va para practicar aquello que enseñó. Y es lo que veremos en los próximos días meditando los capítulos 11 y 12 del evangelio de Mateo.

4) Para la reflexión personal

Perder la vida para poderla ganar. ¿Has tenido alguna experiencia de sentirte recompensado/a por una entrega gratuita de ti a los demás?

Aquel que os recibe a vosotros a mí me recibe, y aquel que me recibe a mí, recibe a aquel que me ha enviado. Detente y piensa en lo que Jesús dice aquí: él y Dios mismo se identifican contigo.

5) Oración final

Señor, dichosos los que moran en tu casa y pueden alabarte siempre; dichoso el que saca de ti fuerzas cuando piensa en las subidas. (Sal 84,5-6)

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Lectio Dom, 16, jul, 2023

La parábola de la semilla en tierra

Mateo 13,1-23

1) Oración inicial

La oración es, también, disponibilidad para escuchar; es el momento propicio en el cuál se realiza el verdadero encuentro con Dios. Hoy, domingo del “sembrador”, queremos abrir el corazón a la escucha de la palabra de Jesús con las palabras de San Juan Crisóstomo, para llegar a ser, también nosotros, oyentes dóciles y disponibles de la Palabra que salva: “Haz, Señor, que escuche con atención y recuerde constantemente tu enseñanza, que la ponga en práctica con fuerza y voluntad, despreciando las riquezas y alejando todas las inquietudes de la vida mundana… Haz que me fortifique enteramente y medite tus palabras poniendo profundas raíces y purificándome de todos los atractivos mundanos”. (San Juan Crisóstomo, Comentario al Evangelio según S. Mateo 44,3-4)

2) Lectura

a) Contexto:

Mateo coloca la parábola de la semilla con los sucesos precedentes de los capítulos 11 y 12, donde se ha mencionado el reino de Dios que sufre violencia. El tema de nuestra parábola, como de todo el discurso en las parábolas en el capítulo 13, es el reino de Dios.

La “casa” de la que Jesús sale es la que había tomado en Cafarnaún por morada y donde se encuentra con sus discípulos (v.1: Aquel día salió de casa) y su salida se pone en relación con la del sembrador (v.3: y el sembrador salió para sembrar). Su “salir” tiene como término fijo o concreto la orilla del lago (v.1: y se sentó a orillas del mar); este lugar reclama el momento en el que Jesús había llamado a sus discípulos (4,18), pero, el mar es un lugar de tránsito hacia los pueblos paganos, por tanto, representaba la frontera entre Israel y el mundo pagano. El fondo del discurso en las parábolas es, por tanto, el lago de Genesaret, llamado “mar” según la opinión de la gente. Su salida atrae a la gente. Y mientras Jesús está sentado en la orilla del mar, sorprendido por la cantidad de gente que se le acercaba, se vio obligado a subir a la barca. Ésta se convierte en la cátedra de su enseñanza. Jesús se dirige a sus oyentes mediante “un hablar en parábolas” que es algo diverso de enseñar o anunciar.

b) El texto:

1 Aquel día, salió Jesús de casa y se sentó a orillas del mar. 2 Y se reunió tanta gente junto a él, que hubo de Un día salió Jesús de la casa donde se hospedaba y se sentó a la orilla del mar. Se reunió en torno suyo tanta gente, que él se vio obligado a subir a una barca, donde se sentó, mientras la gente permanecía en la orilla. Entonces Jesús les habló de muchas cosas en parábolas y les dijo:

«Una vez salió un sembrador a sembrar, y al ir arrojando la semilla, unos granos cayeron a lo largo del camino; vinieron los pájaros y se los comieron. Otros granos cayeron en terreno pedregoso, que tenía poca tierra; ahí germinaron pronto, porque la tierra no era gruesa; pero cuando subió el sol, los brotes se marchitaron, y como no tenían raíces, se secaron. Otros cayeron entre espinos, y cuando los espinos crecieron, sofocaron las plantitas. Otros granos cayeron en tierra buena y dieron fruto: unos, ciento por uno; otros, sesenta; y otros, treinta. El que tenga oídos, que oiga.»

Después se le acercaron sus discípulos y le preguntaron: «¿Por qué les hablas en parábolas?» Él les respondió: «A ustedes se les ha concedido conocer los misterios del Reino de los cielos; pero a ellos no. Al que tiene, se le dará más y nadará en la abundancia; pero al que tiene poco, aun eso poco se le quitará. Por eso les hablo en parábolas, porque viendo no ven y oyendo no oyen ni entienden.

En ellos se cumple aquella profecía de Isaías que dice: Oirán una y otra vez y no entenderán; mirarán y volverán a mirar, pero no verán; porque este pueblo ha endurecido su corazón, ha cerrado sus ojos y tapado sus oídos, con el fin de no ver con los ojos, ni oír con los oídos, ni comprender con el corazón. Porque no quieren convertirse ni que yo los salve.

Pero, dichosos ustedes, porque sus ojos ven y sus oídos oyen. Yo les aseguro que muchos profetas y muchos justos desearon ver lo que ustedes ven y no lo vieron y oír lo que ustedes oyen y no lo oyeron.

Escuchen, pues, ustedes lo que significa la parábola del sembrador.

A todo hombre que oye la palabra del Reino y no la entiende, le llega el diablo y le arrebata lo sembrado en su corazón. Esto es lo que significan los granos que cayeron a lo largo del camino.

Lo sembrado sobre terreno pedregoso significa al que oye la palabra y la acepta inmediatamente con alegría; pero, como es inconstante, no la deja echar raíces, y apenas le viene una tribulación o una persecución por causa de la palabra, sucumbe.

Lo sembrado entre los espinos representa a aquel que oye la palabra, pero las preocupaciones de la vida y la seducción de las riquezas la sofocan y queda sin fruto.

En cambio, lo sembrado en tierra buena, representa a quienes oyen la palabra, la entienden y dan fruto: unos, el ciento por uno; otros, el sesenta; y otros, el treinta».

3. Un momento de silencio orante

En nuestro obrar con prisas, que nos lleva a estar siempre propensos a lo exterior, sintamos la necesidad de una parada entretejida de silencio…en este momento nos volvemos receptivos al fuego de la Palabra…

4) Interpretar el texto

La acción del sembrador:

El relato parabólico habla de un sembrador, no de un campesino y su actividad está caracterizada por el contraste entre la pérdida de las semillas (13, 4-7) y el fruto abundante (13,8). Además, hay que notar una diferencia entre las riquezas de los particulares con la que viene descrita la pérdida de las semillas y la forma concisa del fruto abundante. Pero a la cantidad de experiencias sin éxito y de desilusión representada por las varias pérdidas de semilla (…en el camino…en terreno pedregoso… entre espinas…) se contrapone la grande cosecha que hace olvidar la experiencia negativa de la pérdida. Además, en la parábola hay una diferencia temporal entre la fase del comienzo de la semilla y la del fin que coincide con el fruto de la cosecha. Si en varios intentos de la semilla el fruto está ausente, tal falta nos lleva al Reino de Dios, al momento en el que se hará la gran cosecha. Jesús, el sembrador, siembra la semilla del Reino (13,19) que hace presente la señoría de Dios sobre el mundo, sobre los hombres y que realiza el fruto final. La parábola tiene tal fuerza persuasiva que lleva al oyente a tener confianza en la obra de Jesús que, aunque a veces se vea llena de fracasos y desilusiones, al final tendrá un éxito clamoroso.

Jesús, aparte, comunica a los discípulos el objetivo de hablar en parábolas (13,10-17):

Después de la narración de la parábola y antes de su explicación (13,18-23) los discípulos se acercan a Jesús ( el verbo acercarse expresa la relación íntima con Jesús) y le hacen una pregunta explícita, no ven el motivo por el que Jesús hable en parábolas a la gente (v.10: ¿Por qué les habla en parábolas?). La respuesta a su pregunta los discípulos la reciben en el v. 13: “…les hablo en parábolas, porque ellos, viendo no ven, y oyendo, no oyen ni entienden”. Es como decir: la gente no entiende, ni comprende.

Jesús no pretende forzarle a entender. De hecho, hasta ahora Jesús ha hablado y obrado con claridad, pero la gente no ha comprendido; sin embargo, habiendo disminuido la condición para exponer su mensaje en su radicalidad – esto es, la comprensión – recurre al lenguaje de las parábolas, que siendo más velado, estimula a la gente a pensar más, a reflexionar sobre los obstáculos que les impide la comprensión de la enseñanza de Jesús.

Parecen repetirse los tiempos de Isaías, cuando el pueblo estaba cerrado al mensaje de Dios (Is 6,9-10) y cómo tal situación de rechazo previsto por la tradición bíblica se repita ahora en la gente que “ve-escucha”, pero no comprende. Jesús lo muestra en la primera parte de la respuesta cuando distingue entre aquéllos que entran en el conocimiento de los misterios del reino y los que son excluidos. El conocimiento de los misterios de Dios a saber, el plan de Dios, es posible con la intervención de Dios y no con las propias fuerzas humanas. Los discípulos son presentados como aquéllos que comprenden la palabra de Jesús, no porque sean más inteligentes, sino porque es Él mismo, quien les explica su palabra.

La incomprensión de la gente se convierte en la causa de hablar en parábolas: ellos no entienden a Jesús, por tanto, ponen en evidencia su abierta incomprensión obstinada o mejor la incapacidad de discernir. Los discípulos, al contrario, son llamados dichosos porque pueden ver y escuchar.

c) La explicación de la parábola (13, 18-23):

Jesús, después de haber expresado los motivos de por qué hablaba en parábolas, ilustra la suerte de la palabra del Reino en los diferentes oyentes. Aunque vienen enumerados cuatro tipos de terreno, dos son las tipologías de oyentes que se ponen en confrontación: quien escucha la Palabra y no comprende (13,19) y quien escucha la Palabra y comprende (13,23). Es interesante notar que Mateo, a diferencia de Marcos, narra la historia en singular. Es el empeño personal el yunque de prueba de la verdadera escucha y de la comprensión. La primera categoría de oyentes están por la escucha de la palabra (19), pero no la comprenden. La comprensión de la Palabra se ha de entender aquí, no a nivel intelectual, sino sapiencial, es necesario entrar en su significado profundo y salvífico. En la segunda (13,20-21) la Palabra, además de ser escuchada, es acogida con gozo. Tal acogida (falta de raíces) se hace inestable cuando al entusiasmo del principio sigue la continuidad de la elección, debida seguramente a experiencias de sufrimiento y persecución, inevitables en todo camino de fidelidad a la escucha de Dios.

La tercera posibilidad evoca las preocupaciones materiales que pueden sofocar la Palabra (13,22). Y finalmente, el éxito positivo: la semilla perdida en los anteriores terrenos se compensa con el resultado fructuoso. En síntesis se evocan en la parábola tres aspectos que siguen al acto de creer, activo y perseverante: el escuchar, el comprender y el llevar fruto.

5) Pistas meditativas para la práctica eclesial

¿Qué puede decir hoy la parábola a la Iglesia? ¿Qué terreno presenta nuestra comunidad eclesial? Y a nivel personal ¿qué disponibilidad interior y comprensión manifestamos ante la escucha de la Palabra?

¿No es verdad que los peligros señalados por Jesús a sus discípulos sobre la acogida de la Palabra nos tocan también a nosotros? ¿Por ejemplo: la inconstancia de frente a las dificultades, la negligencia, la pereza, el ansia por el futuro, las preocupaciones cotidianas?

Los discípulos han sido capaces de preguntar a Jesús, de interrogarle sobre las preocupaciones y dificultades. En tu camino de fidelidad a la Palabra de Dios ¿a quién diriges tus interrogativos, tus preguntas? De la cualidad de nuestras preguntas dependen también las respuestas que Jesús sabe comunicarnos en la relación íntima y personal con Él.

La figura del sembrador nos lleva a la de la Iglesia en su empeño de evangelización: saber comunicar de un modo nuevo la figura de Jesús y los valores del evangelio. La Iglesia debe distinguirse por la autoridad de su enseñanza, por la franqueza de su predicación y por la fuerza de la acción. Hoy se necesitan evangelizadores fiables, solícitos e infatigables. Cada comunidad eclesial está llamada por la parábola del sembrador a no realizar una acción selección sobre las personas o contextos sociales donde anunciar el evangelio; es necesario tener amplitud de miras y dedicarse también a las situaciones que parecen imposibles para comunicar el evangelio. Cada acción pastoral de evangelización conoce un primer momento de efímero entusiasmo, al cuál, sin embargo, puede seguir una respuesta de frialdad y oposición.

Los varios intentos de la pastoral, se comparan a los tres intentos del sembrador, que al final son recompensados con la abundancia del triple fruto. Ciertamente la palabra de Jesús germina y fructifica en los corazones disponibles a su acción, pero no se necesita desistir en el despertar del sopor, la indecisión y la dureza de oídos de muchos creyentes.

6) Salmo 65 (64)

Te ocupas de la tierra y la riegas, la colmas de riquezas.
El arroyo de Dios va lleno de agua, tú preparas sus trigales.
Así la preparas: riegas sus surcos, allanas sus glebas, las mulles con lluvia, bendices sus brotes.
Coronas el año con tus bienes, de tus rodadas brota la abundancia; destilan los pastos del páramo, las colinas se adornan de alegría; las praderas se visten de rebaños y los valles se cubren de trigales entre gritos de júbilo y canciones.

7) Oración final

Señor, tu parábola del sembrador, nos enseña a cada uno de nosotros, los caminos de nuestra vida, la dureza del vivir cotidiano, las dificultades y los momentos de docilidad y que constituye nuestro paisaje interior. Todos somos, muchas veces: caminos, pedregales y espinas. Pero también tierra fértil, buena. Líbranos de la tentación de las potencias negativas que intentan anular la fuerza de tu palabra. Fortifica nuestra voluntad cuando las emociones fugitivas, inconstancias hacen menos eficaz la seducción de tu Palabra. Ayúdanos a conservar el gozo que el encuentro con tu Palabra sabe engendrar en nuestro corazón. Haz fuerte nuestro corazón para que en la tribulación no nos sintamos indefensos y expuestos al desánimo. Danos la fuerza de resistir a los obstáculos que ponemos a tu Palabra cuando sobrevienen las preocupaciones del mundo o estamos engañados por el brillo del dinero, seducidos por el placer, por las vanidades de aparentar. Conviértenos en terreno bueno, personas acogedoras, para ser capaces de ofrecer nuestro servicio a tu Palabra. Amén

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Lectio sáb 15, jul, 2023

Tiempo Ordinario

1) Oración inicial

¡Oh Dios!, que por medio de la humillación de tu Hijo levantaste a la humanidad caída; concede a tus fieles la verdadera alegría, para que, quienes han sido librados de la esclavitud del pecado, alcancen también la felicidad eterna. Por nuestro Señor.

2) Lectura del Evangelio según Mateo 10,24-33

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus apóstoles: «El discípulo no es más que el maestro, ni el criado más que su señor. Le basta al discípulo ser como su maestro y al criado ser como su señor. Si al señor de la casa lo han llamado Satanás, ¡qué no dirán de sus servidores!

No teman a los hombres. No hay nada oculto que no llegue a descubrirse; no hay nada secreto que no llegue a saberse. Lo que les digo de noche, repítanlo en pleno día y lo que les digo al oído, pregónenlo desde las azoteas.

No tengan miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. Teman, más bien, a quien puede arrojar al lugar de castigo el alma y el cuerpo.

¿No es verdad que se venden dos pajarillos por una moneda? Sin embargo, ni uno solo de ellos cae por tierra si no lo permite el Padre. En cuanto a ustedes, hasta los cabellos de su cabeza están contados. Por lo tanto, no tengan miedo, porque ustedes valen mucho más que todos los pájaros del mundo.

A quien me reconozca delante de los hombres, yo también lo reconoceré ante mi Padre, que está en los cielos; pero al que me niegue delante de los hombres, yo también lo negaré ante mi Padre, que está en los cielos».

3) Reflexión

El evangelio de hoy presenta diversas instrucciones de Jesús respecto al comportamiento que los discípulos deben adoptar durante el ejercicio de su misión. Lo que más llama la atención en estas instrucciones son dos advertencias: (a) la frecuencia con que Jesús alude a las persecuciones y a los sufrimientos que tendrá; ( b) la insistencia tres veces repetida para el discípulo invitándolo a no tener miedo.

Mateo 10,24-25: Persecuciones y sufrimientos marcan la vida de los discípulos. Estos dos versículos constituyen la parte final de una advertencia de Jesús a los discípulos respecto a las persecuciones. Los discípulos tienen que saber que, por el hecho de ser discípulos de Jesús, van a ser perseguidos (Mt 10,17-23). Ellos no podrán reclamar ni quedarse preocupado con esto, pues un discípulo tiene que imitar la vida del maestro y participar con él en las privaciones. Esto forma parte del discipulado. “«No está el discípulo por encima del maestro, ni el siervo por encima de su amo. Le basta al discípulo ser como su maestro, y al siervo como su amo.” Si a Jesús le tildaron de Belcebú, cuánto más van a insultar a sus discípulos. Con otras palabras, el discípulo de Jesús deberá preocuparse seriamente sólo en caso de que no le aparezca ninguna persecución en su vida.

Mateo 10,26-27: No tener miedo a decir la verdad. Los discípulos no deben tener miedo a los perseguidores. Estos consiguen pervertir el sentido de los hechos y esparcen calumnias para que la verdad sea considerada como mentira, y la mentira como verdad. Pero por mayor que sea la mentira, la verdad terminará venciendo y derribará la mentira. Por esto, no debemos tener miedo a proclamar la verdad, las cosas que Jesús enseñó. Hoy en día, los medios de comunicación consiguen pervertir el sentido de los hechos y hacen aparecer como criminales a las personas que proclaman la verdad.

Mateo 10,28: No tener miedo a los que pueden matar el cuerpo. Los discípulos no deben tener miedo a los que matan el cuerpo, a los que torturan, machacan y hacen sufrir. Los torturadores pueden matar el cuerpo, pero no consiguen matar en ellos la libertad y el espíritu. Deben tener miedo, esto sí, a que el miedo al sufrimiento los lleve a esconder o a negar la verdad y, así, les haga ofender a Dios. Porque quien se aleja de Dios, se pierde por siempre.

Mateo 10,29-31: No tener miedo, sino tener confianza en la Providencia Divina. Los discípulos no deben tener miedo a nada, pues están en las manos de Dios. Jesús manda mirar los pajarillos. Dos pajarillos se venden por pocos centavos y ni uno de ellos caerá en tierra sin el consentimiento del Padre. Hasta los cabellos de la cabeza están contados. Lucas dice que ningún cabello se cae sin el permiso del Padre (Lc 21,18). ¡Y se caen tantos cabellos! Por esto. “no temáis. Vosotros valéis mucho más que muchos pajarillos”. Es la lección que Jesús saca de la contemplación de la naturaleza.

Mateo 10,32-33: No tener vergüenza de dar testimonio de Jesús. Al final, Jesús resume todo en esta frase: “Por todo aquel que se declare por mí ante los hombres, yo también me declararé por él ante mi Padre que está en los cielos; pero a quien me niegue ante los hombres, le negaré yo también ante mi Padre que está en los cielos. Sabiendo que estamos en la mano de Dios y que Dios está con nosotros en cada momento, tenemos el valor y la paz necesaria para dar testimonio y ser discípulos de Jesús.

4) Para la reflexión personal

¿Tengo miedo? ¿Miedo de qué? ¿Por qué? ¿Has sufrido o te han perseguido alguna vez por causa de tu compromiso con el anuncio de la Buena Nueva que Jesús nos envía?

5) Oración final

Son firmes del todo tus dictámenes, la santidad es el ornato de tu casa, oh Yahvé, por días sin término. (Sal 93,5)

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Lectio vie, 14, jul, 2023

Tiempo Ordinario

1) Oración inicial

¡Oh Dios!, que por medio de la humillación de tu Hijo levantaste a la humanidad caída; concede a tus fieles la verdadera alegría, para que, quienes han sido librados de la esclavitud del pecado, alcancen también la felicidad eterna. Por nuestro Señor.

2) Lectura del santo Evangelio según Mateo 10,16-23

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus apóstoles: «Yo los envío como ovejas entre lobos. Sean, pues, precavidos como las serpientes y sencillos como las palomas.

Cuídense de la gente, porque los llevarán a los tribunales, los azotarán en las sinagogas, los llevarán ante gobernadores y reyes por mi causa; así darán testimonio de mí ante ellos y ante los paganos. Pero, cuando los enjuicien, no se preocupen por lo que van a decir o por la forma de decirlo, porque en ese momento se les inspirará lo que han de decir. Pues no serán ustedes los que hablen, sino el Espíritu de su Padre el que hablará por ustedes.

El hermano entregará a su hermano a la muerte, y el padre a su hijo; los hijos se levantarán contra sus padres y los matarán; todos los odiarán a ustedes por mi causa, pero el que persevere hasta el fin, se salvará.

Cuando los persigan en una ciudad, huyan a otra. Yo les aseguro que no alcanzarán a recorrer todas las ciudades de Israel, antes de que venga el Hijo del hombre».

3) Reflexión

De cara a su futura misión, Jesús da algunas directrices a la comunidad de sus discípulos, llamados y reunidos en torno a él e investidos de su misma autoridad como colaboradores.

Mateo 10,16-19: el peligro y la confianza en Dios. Jesús introduce esta parte de su discurso con dos metáforas: ovejas entre lobos; prudentes como las serpientes, sencillos como las palomas. La primera muestra el contexto difícil y peligroso en que los discípulos son enviados. Por un lado se evidencia la situación peligrosa en que se encontrarán los discípulos enviados a la misión; por otra, la expresión “yo os envío” expresa protección. También en la astucia de las serpientes y en la sencillez de las palomas parece que Jesús relaciona dos comportamientos: la confianza en Dios y la reflexión atenta y prolongada del modo de relacionarse con los demás. Jesús sigue después un orden que, a primera vista, parece señalado por una marcada desconfianza: “guardaos de los hombres…”, pero en realidad indica estar atentos a posibles persecuciones, hostilidades y denuncias. La expresión “os entregarán” no se refiere sólo a la acusación en los tribunales, sino que tiene sobre todo un valor teológico: el discípulo que realiza el seguimiento de Jesús podrá vivir la misma experiencia que el Maestro, “ser entregado en las manos de los hombres” (17,22). Los discípulos han de ser fuertes y resistir “para dar testimonio”, su entrega a los tribunales ha de ser un testimonio para los judíos y para los paganos, como posibilidad de atraerlos hacia la persona y hacia la causa de Jesús y, por tanto, al conocimiento del evangelio. Es importante esta vuelta positiva al testimonio caracterizado por la fe que se hace creíble y atrayente.

Mateo 10,20: La ayuda divina. Para que todo esto se haga realidad en la misión-testimonio de los discípulos, es indispensable la ayuda que viene de parte de Dios. Es decir, es necesario no confiar en las propias seguridades o recursos, sino que, en las situaciones críticas, peligrosas y agresivas de su vida, los discípulos encontrarán en Dios ayuda y solidaridad. A los discípulos se les promete también el Espíritu del Padre (v.20) para realizar su misión, él obrará en ellos al llevar a cabo su misión de evangelizar y dar testimonio, el Espíritu hablará a través de ellos.

Mateo 10, 21-22: amenaza-consuelo. El tema de la amenaza vuelve de nuevo con la expresión “entregará”: hermano contra hermano, padre contra hijo, hijo contra sus padres. Se trata de un verdadero y gran desorden de las relaciones sociales, la trituración de la familia. Las personas unidas por los más íntimos lazos familiares como los padres, los hijos, los hermanos y las hermanas- caerán en la desgracia de odiarse y eliminarse mutuamente. ¿En qué sentido esta división de la familia tiene alguna cosa que ver con el testimonio a favor de Jesús? Tal ruptura de las relaciones familiares podría encontrar su causa en la diversidad de actitudes adoptada en el seno de la familia con respecto a Jesús. La expresión “seréis odiados” parece indicar el tema de la acogida hostil de sus enviados por parte de los contemporáneos. La dureza de las palabras de Jesús son comparables a otro escrito del NT: “Bienaventurados vosotros si sois insultados por el nombre de Cristo, porque el Espíritu de la gloria, que es el Espíritu de Dios, reposa sobre vosotros. Que ninguno de vosotros tenga que sufrir por homicida, ladrón, malhechor o delator. Pero si alguno sufre como cristiano, que no se avergüence; más bien dé gloria a Dios por este nombre”. Al anuncio de la amenaza sigue la promesa de la consolación (v.3). La mayor consolación de los discípulos será “ser salvados”, poder vivir la esperanza del salvador, es decir, participar de su victoria.

4) Para la reflexión personal

Estas disposiciones de Jesús ¿qué nos enseñan hoy para que comprendamos la misión del cristiano?
¿Sabes confiar en la ayuda de Dios cuando sufres conflictos, persecuciones y pruebas?

5) Oración final

Devuélveme el gozo de tu salvación, afiánzame con espíritu generoso; abre, Señor, mis labios, y publicará mi boca tu alabanza. (Sal 51,14.17)

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Lectio jue, 13, jul, 2023

Tiempo Ordinario

1) Oración inicial

¡Oh Dios!, que por medio de la humillación de tu Hijo levantaste a la humanidad caída; concede a tus fieles la verdadera alegría, para que, quienes han sido librados de la esclavitud del pecado, alcancen también la felicidad eterna. Por nuestro Señor.

2) Lectura del Evangelio según Mateo 10,7-15

En aquel tiempo, envió Jesús a los Doce con estas instrucciones: ‘Vayan y proclamen por el camino que ya se acerca el Reino de los cielos. Curen a los leprosos y demás enfermos; resuciten a los muertos y echen fuera a los demonios. Gratuitamente han recibido este poder; ejérzanlo, pues, gratuitamente.

No lleven con ustedes, en su cinturón, monedas de oro, de plata o de cobre. No lleven morral para el camino ni dos túnicas ni sandalias ni bordón, porque el trabajador tiene derecho a su sustento.

Cuando entren en una ciudad o en un pueblo, pregunten por alguien respetable y hospédense en su casa hasta que se vayan. Al entrar, saluden así: ‘Que haya paz en esta casa’. Y si aquella casa es digna, la paz de ustedes reinará en ella; si no es digna, el saludo de paz de ustedes no les aprovechará. Y si no los reciben o no escuchan sus palabras, al salir de aquella casa o de aquella ciudad, sacúdanse el polvo de los pies. Yo les aseguro que el día del juicio, Sodoma y Gomorra serán tratadas con menos rigor que esa ciudad».

3) Reflexión

El evangelio de hoy nos presenta la segunda parte del envío de los discípulos. Ayer vimos la insistencia de Jesús en dirigirse primero a las ovejas perdidas de Israel. Hoy vemos las instrucciones concretas de cómo realizar la misión.

Mateo 10,7: El objetivo de la misión: revelar la presencia del Reino. “Id y anunciad: El Reino del Cielo está cerca”. El objetivo principal es anunciar la proximidad del Reino. Aquí está la novedad traída por Jesús. Para los otros judíos faltaba mucho todavía para que el Reino llegara. Sólo llegaría cuando ellos hubieran puesto de su parte. La llegada del Reino dependía de su esfuerzo. Para los fariseos, por ejemplo, el Reino llegaría sólo cuando la observancia de la Ley iba a ser perfecta. Para los Esenios, cuando el país fuera purificado. Jesús piensa de otra forma. Tiene otra manera de leer los hechos. Dice que el plazo ya está vencido (Mc 1,15). Cuando dice que el Reino está cerca, Jesús no quiere decir que estaba llegando en aquel momento, pero sí que ya estaba allí, independientemente del esfuerzo hecho por la gente. Aquello que todos esperábamos, ya estaba presente en medio de la gente, gratuitamente, pero la gente no lo sabía y no lo percibía (cf. Lc 17,21). ¡Jesús lo percibió! Pues él mira la realidad con una mirada diferente. Y él va a revelar y a anunciar esta presencia escondida del Reino en medio de la gente a los pobres de su tierra (Lc 4,18). He aquí el grano de mostaza que recibirá la lluvia de su palabra y el calor de su amor.

Mateo 10,8: Los signos de la presencia del Reino: acoger a los excluidos. ¿Cómo anunciar la presencia del Reino? ¿Sólo por medio de palabras y discursos? ¡No! Las señales de la presencia del Reino son ante todo gestos concretos, realizados gratuitamente: “Curad enfermos, resucitad muertos, purificad leprosos, expulsad demonios. Gratis lo recibisteis, dadlo gratis”. Esto significa que los discípulos tienen que acoger dentro de la comunidad aquellos que de la comunidad fueron excluidos. Esta práctica solidaria critica tanto la religión como la sociedad excluyente, y apunta hacia salidas concretas.

Mateo 10,9-10: No llevar nada por el camino. Al contrario que los otros misioneros, los discípulos de Jesús no pueden llevar nada: “No os procuréis oro, ni plata, ni cobre en vuestras fajas; ni alforja para el camino, ni dos túnicas, ni sandalias, ni bastón; porque el obrero merece su sustento. Esto significa que deben confiar en la hospitalidad de la gente. Pues el discípulo que va sin nada llevando sólo la paz (Mc 10,13), muestra que confía en la gente. Cree que será acogido, que participará en la vida y en el trabajo de la gente del lugar y que va a poder sobrevivir con aquello que recibirá a cambio, pues el obrero tiene derecho a su alimento. Esto significa que los discípulos tienen que confiar en el compartir. Por medio de esta práctica critican las leyes de la exclusión y rescatan los antiguos valores de la convivencia comunitaria.

Mateo 10,11-13: Compartir la paz en comunidad. Los discípulos no deben andar de casa en casa, sino que deben procurar ir a donde hay personas de Paz y permanecer en esta casa. Esto es, deben convivir de forma estable. Así por medio de esta nueva práctica, critican la cultura de la acumulación que marcaba la política del imperio romano y anuncian un nuevo modelo de convivencia. Del caso de haber respondido a todas estas exigencias, los discípulos podían gritar: ¡El Reino ha llegado! Anunciar el Reino no consiste, en primer lugar, en verdades y doctrinas, sino en tratar de vivir de forma nueva y fraterna, y compartir la Buena Nueva que Jesús nos trajo: Dios es Padre, y nosotros somos todos hermanos y hermanas.

Mateo 10,14-15: La severidad de la amenaza. ¿Cómo entender esta amenaza tan severa? Jesús nos vino a traer una cosa totalmente nueva. Vino a rescatar unos valores comunitarios del pasado: la hospitalidad, el compartir, la comunión alrededor de la mesa, la acogida de los excluidos. Esto explica la severidad contra los que rechazaban el mensaje. Pues no rechazaban algo nuevo, sino su propio pasado, su propia cultura y sabiduría. La pedagogía tiene como objetivo desenterrar la memoria, rescatar la sabiduría de la gente, reconstruir la comunidad, renovar la Alianza, rehacer la vida.

4) Para la reflexión personal

¿Cómo realizar hoy la recomendación de no llevar nada por el camino cuando se va en misión?

Jesús manda dirigirse a una persona de paz, para poder vivir en su casa. ¿Cómo sería hoy una persona de paz a la que dirigirnos en el anuncio de la Buena Nueva?

5) Oración final

¡Oh Dios Sebaot, vuélvete, desde los cielos mira y ve, visita a esta viña, cuídala, la cepa que plantó tu diestra! (Sal 80,15-16)

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Lectio mié, 12, jul, 2023

Tiempo Ordinario

1) Oración inicial

¡Oh Dios!, que por medio de la humillación de tu Hijo levantaste a la humanidad caída; concede a tus fieles la verdadera alegría, para que, quienes han sido librados de la esclavitud del pecado, alcancen también la felicidad eterna. Por nuestro Señor.

2) Lectura del Evangelio según Mateo 10,1-7

En aquel tiempo, llamando Jesús a sus doce discípulos, les dio poder para expulsar a los espíritus impuros y curar toda clase de enfermedades y dolencias.

Estos son los nombres de los doce apóstoles: el primero de todos, Simón, llamado Pedro, y su hermano Andrés; Santiago y su hermano Juan, hijos del Zebedeo; Felipe y Bartolomé; Tomás y Mateo, el publicano; Santiago, hijo de Alfeo, y Tadeo; Simón, el cananeo, y Judas Iscariote, que fue el traidor.

A estos doce los envió Jesús con estas instrucciones: «No vayan a tierra de paganos, ni entren en ciudades de samaritanos. Vayan más bien en busca de las ovejas perdidas de la casa de Israel. Vayan y proclamen por el camino que ya se acerca el Reino de los cielos».

3) Reflexión

En el capítulo 10 del Evangelio de Mateo inicia el segundo gran discurso, el Sermón de la Misión. Mateo organizó su evangelio como una nueva edición de la Ley de Dios, o como un nuevo “pentateuco” con sus cinco libros. Por esto, su evangelio, trae cinco grandes discursos o enseñanzas de Jesús, seguidos por partes narrativas, en las que él describe cómo Jesús practicaba lo que había enseñado en los discursos. He aquí el esquema: Introducción: nacimiento y preparación del Mesías (Mt 1 a 4) a) Sermón de la Montaña: la puerta de entrada en el Reino (Mt 5 a 7) Narrativa Mt 8 e 9 b) Sermón de la Misión: cómo anunciar e irradiar el Reino (Mt 10) Narrativa Mt 11 e 12 c) Sermón de las Parábolas: el misterio del Reino presente en la vida (Mt 13) Narrativa Mt 14 a 17 d) Sermón de la Comunidad: la nueva manera de convivir en el Reino (Mt 18) Narrativa 19 a 23 e) Sermón de la llegada futura del Reino: la utopía que sustenta la esperanza (Mt 24 e 25) Conclusión: pasión, muerte y resurrección (Mt 26 a 28). • El evangelio de hoy y el inicio del Sermón de la Misión, en la que se manifiestan tres asuntos: (i) el llamado de los discípulos (Mt 10,1); (ii) la lista de nombres de los doce apóstoles que van a ser los destinatarios del sermón de la misión (Mt 10,2-4); (iii) el envío de los doce (Mt 10,5-7).

Mateo 10,1: El llamado de los doce discípulos. Mateo ya había hablado del llamado de los discípulos (Mt 4,18-22; 9,9). Aquí, en el comienzo del Sermón de la Misión, hace un resumen: “ Y llamando a sus doce discípulos, les dio poder sobre los espíritus inmundos para expulsarlos, y para curar toda enfermedad y toda dolencia.” El cometido o la misión del discípulo es seguir a Jesús, el Maestro, formando comunidad con él y realizando la misma misión de Jesús: expulsar a los espíritus inmundos, curar toda dolencia y enfermedad. En el evangelio de Marcos, ellos recibieron la misma doble misión, formulada con otras palabras: Jesús instituyó Doce, para que estuvieran con él, y para enviarlos a predicar con poder de expulsar los demonios. “ (Mc 3,14-15). (a) Estar con él, esto es formar comunidad, en la que Jesús es el centro, el eje. (b) Rezar y tener poder para expulsar al demonio, esto es, anunciar la Buena Nueva y combatir el poder del mal, que mata la vida de la gente y aliena a las personas. Lucas dice que Jesús rezó toda la noche y el día siguiente, llamó a sus discípulos. Rezó a Dios para saber a quién escoger (Lc 6,12-13).

Mateo 10,2-4: La lista de los nombres de los doce apóstoles. Gran parte de estos nombres vienen del Antiguo Testamento. Por ejemplo, Simeón es el nombre de uno de los hijos del patriarca Jacob (Gn 29,33). Santiago lo mismo que Jacob (Gn 25,26). Judas es el nombre del otro hijo de Jacob (Gn 35,23). Mateo también tenía el nombre de Leví (Mc 2,14), que es el otro hijo de Jacob (Gn 35,23). De los doce apóstoles, siete tienen un nombre que viene de los patriarcas Dos se llaman Simón; dos Santiago, Judas; uno Leví tiene un nombre griego: Felipe. Esto revela el deseo de la gente de rehacer la historia ¡desde su comienzo! Sería como hoy en una familia en que todo el mundo tuviera el nombre de los antepasados, y uno sólo por ejemplo un nombre moderno, y usado en otro país. Merece la pena pensar en los nombres que hoy damos a los hijos. Porque cada uno somos llamados por Dios por el nombre.

Mateo 10,5-7: El envío o misión de los doce apóstoles para las ovejas perdidas de la casa de Israel. Después de haber enumerado los nombres de los doce, Jesús los envía con estas recomendaciones: ««No toméis camino de gentiles ni entréis en ciudad de samaritanos; dirigíos más bien a las ovejas perdidas de la casa de Israel. Yendo proclamad que el Reino de los Cielos está cerca”. En esta única frase hay una triple insistencia en mostrar que la preferencia de la misión es para la casa de Israel: (i) No tomar el camino de los paganos, (ii) no entrar en las ciudades samaritanas, (iii) ir primero a las ovejas perdidas de Israel. Aquí se manifiesta una respuesta a la duda de los primeros cristianos entorno a la apertura a los paganos, concuerda en decir que la Buena Nueva traída por Jesús debía ser anunciada primero a los judíos y, después, a los paganos (Rom 9,1 a 11,36; cf. Hch 1,8; 11,3; 13,46; 15,1.5.23-29). Pero más adelante, en el mismo evangelio de Mateo, en la conversación de Jesús con una mujer cananea, se dará la apertura hacia los paganos (Mt 15,21-29).

El envío de los apóstoles para toda la gente. Después de la resurrección de Jesús, hay varios episodios de envío de los apóstoles no sólo hacia los judíos, sino hacia todos los pueblos. En Mateo: “Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado. Y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo.” (Mt 28,19-20). En Marcos: “Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado. Y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo.» Y en Marcos: “El que creerá será salvado; el que no creerá será” (Mc 15-16). En Lucas: «Así está escrito: el Mesías sufrirá y resucitará de los muertos en el tercer día, y en su nombre serán anunciados la conversión y el perdón de los pecados a todas las naciones, comenzando por Jerusalén. Y vosotros seréis testigos de todo esto (Lc 24,46-48; Hch 1,8) Juan resume todo en esta frase: “Como el Padre me envió, ¡yo también os envío!” (Jn 20,21).

4) Para la reflexión personal

¿Has pensado en el significado de tu nombre? ¿Has preguntado a tus padres porqué te pusieron el nombre que llevas? ¿Te gusta tu nombre?

Jesús llama a los discípulos. Su llamado tiene una doble finalidad: formar comunidad e ir en misión. ¿Cómo vivo esta doble finalidad en mi vida?

5) Oración final

¡Buscad a Yahvé y su poder, id tras su rostro sin tregua, recordad todas sus maravillas, sus prodigios y los juicios de su boca! (Sal 105,4-5)

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Lectio mar, 11, jul, 2023

San Benito, abad, patrono de Europa, fiesta

1) Oración inicial

¡Oh Dios!, que por medio de la humillación de tu Hijo levantaste a la humanidad caída; concede a tus fieles la verdadera alegría, para que, quienes han sido librados de la esclavitud del pecado, alcancen también la felicidad eterna. Por nuestro Señor.

2) Lectura del Evangelio según Mateo 9,32-38

En aquel tiempo, llevaron ante Jesús a un hombre mudo, que estaba poseído por el demonio. Jesús expulsó al demonio y el mudo habló. La multitud, maravillada, decía: «Nunca se había visto nada semejante en Israel». Pero los fariseos decían: «Expulsa a los demonios por autoridad del príncipe de los demonios».

Jesús recorría todas las ciudades y los pueblos, enseñando en las sinagogas, predicando el Evangelio del Reino y curando toda enfermedad y dolencia. Al ver a las multitudes, se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y desamparadas, como ovejas sin pastor. Entonces dijo a sus discípulos: «La cosecha es mucha y los trabajadores, pocos. Rueguen, por lo tanto, al dueño de la mies que envíe trabajadores a sus campos».

3) Reflexión

El evangelio de hoy presenta tres hechos: (a) la curación de un endemoniado mudo (Mt 9,32-34) y (b) un resumen de las actividades de Jesús (Mt 9,35-38). Estos dos episodios enmarcan la parte narrativa de los capítulos 8 y 9 del evangelio de Mateo, en la que el evangelista trata de mostrar cómo Jesús practicaba las enseñanzas dadas en el Sermón de la Montaña (Mt 5 a 7). En el capítulo 10, cuya meditación empieza en el evangelio de mañana, veremos el segundo gran discurso de Jesús: el Sermón de la Misión (Mt 10,1-42).

Mateo 9,32-33a: La curación de un mudo. En un único versículo, Mateo nos dice que un endemoniado mudo fue presentado ante Jesús, y que Jesús expulsa el demonio y el mudo empieza de nuevo a hablar. Lo que impresiona en la actitud de Jesús, aquí y en todos los cuatro evangelios, es el cuidado y el cariño con las personas enfermas. Las enfermedades eran muchas, y no existía la seguridad social. Las enfermedades no eran sólo corporales: mudez, parálisis, lepra, ceguera y muchos otros males. En el fondo, estos males eran apenas una manifestación de un mal mucho más amplio y profundo que arruinaba la salud de la gente, a saber, el abandono total y el estado deprimente y no humano en que se veía obligada a vivir. Las actividades y las curaciones de Jesús se dirigían no sólo contra las deficiencias corporales, sino también y sobre todo contra ese mal mayor del abandono material y espiritual en que la gente se veía obligada a pasar los pocos años de su vida. Pues, además de la explotación económica que robaba la mitad de los ingresos familiares, la religión oficial de la época, en vez de ayudar a la gente a encontrar en Dios la fuerza y a tener esperanza, enseñaba que las enfermedades eran un castigo de Dios por el pecado. Aumentaba en la gente el sentimiento de exclusión y de condena. Jesús hacía lo contrario. La acogida llena de ternura y la curación de los enfermos formaban parte del esfuerzo más amplio para rehacer la relación humana entre las personas y reestablecer la convivencia comunitaria en los poblados y en las aldeas de su tierra, Galilea.

Mateo 9,33b-34: La doble interpretación de la curación del mudo. Ante la curación del endemoniado mudo, la reacción de la gente es de admiración y de gratitud: “¡Nunca se vio cosa semejante en Israel!” La reacción de los fariseos es de desconfianza y de malicia: “Por el príncipe de los demonios expulsa a los demonios” No pudiendo negar los hechos que producen la admiración de la gente, la única manera que los fariseos tienen para neutralizar la influencia de Jesús ante la gente es atribuir la expulsión al poder del maligno. Marcos trae una larga argumentación de Jesús para poner de manifiesto la malicia y la falta de coherencia de la interpretación de los fariseos (Mc 3,22-27). Mateo no trae ninguna respuesta de Jesús a la interpretación de los fariseos, pues cuando la malicia es evidente, la verdad brilla por sí misma.

Mateo 9,35: Incansable, Jesús recurre los poblados. Es bonita la descripción de la actividad incansable de Jesús, en la que se manifiesta la doble preocupación a la que aludimos: la acogida llena de ternura y la curación de los enfermos: “Jesús recorría todas las ciudades y poblados enseñando en las sinagogas, propagando la Buena Nueva del Reino, y curando todo tipo de dolencia y enfermedad”. En los capítulos anteriores, Mateo había aludido ya a esta actividad ambulante de Jesús por los poblados de Galilea (Mt 4,23-24; 8,16).

Mateo 9,36: La compasión de Jesús. “Y al ver la muchedumbre, sintió compasión por ella porque estaban vejados y abatidos, como ovejas sin pastor”. Los que debían ser los pastores no eran pastores, no cuidaban del rebaño. Jesús trata de ser el pastor (Jn 10,11-14). Mateo ve aquí la realización de la profecía del Siervo de Yahvé “Pero él soportaba nuestros sufrimientos y cargaba con nuestras dolencias” (Mt 8,17 e Is 53,4). Al igual que Jesús, la gran preocupación del Siervo era “encontrar una palabra de consuelo para quien estaba desanimado” (Is 50,4). La misma compasión para con el pueblo abandonado, Jesús la mostró en ocasión de la multiplicación de los panes: son como ovejas sin pastor (Mt 15,32). El evangelio de Mateo tiene una preocupación constante en revelar a los judíos convertidos de las comunidades de Galilea y de Siria que Jesús es el Mesías anunciado por los profetas. Por esto, frecuentemente, muestra cómo en las actividades de Jesús se realizan las profecías (cf. Mt 1,23; 2,5.15.17.23; 3,3; 4,14-16; etc.).

Mateo 9,37-38: La mies es mucha y los obreros son pocos. Jesús transmite a los discípulos la preocupación y la compasión que lo animan por dentro: «La mies es mucha y los obreros son pocos. Rogad, pues, al dueño de la mies que envíe obreros a su mies.”

4) Para la reflexión personal

Compasión ante la multitud cansada y hambrienta. En la historia de la humanidad, nunca hubo tanta gente cansada y hambrienta como ahora. La TV divulga los hechos, pero no ofrece respuesta. Los cristianos ¿tenemos esa misma compasión de Jesús y sabemos irradiarlas a los demás?

La bondad de Jesús para con los pobres molestaba a los fariseos. Ellos recurren a la malicia para deshacer y neutralizar el malestar causado por Jesús. ¿Hay muchas actitudes buenas en las personas que me incomodan? ¿Cómo las interpreto: con admiración agradecida como la gente o con malicia como los fariseos?

5) Oración final

¡Cantadle, tañed para él, recitad todas sus maravillas; gloriaos en su santo nombre, se alegren los que buscan a Yahvé! (Sal 105,2-3)

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Lectio lun, 10, jul, 2023

Tiempo Ordinario

1) Oración inicial

¡Oh Dios!, que por medio de la humillación de tu Hijo levantaste a la humanidad caída; concede a tus fieles la verdadera alegría, para que, quienes han sido librados de la esclavitud del pecado, alcancen también la felicidad eterna. Por nuestro Señor.

2) Lectura del Evangelio según Mateo 9,18-26

En aquel tiempo, mientras Jesús hablaba, se le acercó un jefe de la sinagoga, se postró ante él y le dijo: “Señor, mi hija acaba de morir; pero ven tú a imponerle las manos y volverá a vivir”.

Jesús se levantó y lo siguió, acompañado de sus discípulos. Entonces, una mujer que padecía flujo de sangre desde hacía doce años, se le acercó por detrás y le tocó la orilla del manto, pues pensaba: “Con sólo tocar su manto, me curaré”. Jesús, volviéndose, la miró y le dijo: “Hija, ten confianza; tu fe te ha curado”. Y en aquel mismo instante quedó curada la mujer.

Cuando llegó a la casa del jefe de la sinagoga, vio Jesús a los flautistas, y el tumulto de la gente y les dijo: “Retírense de aquí. La niña no está muerta; está dormida”. Y todos se burlaron de él. En cuanto hicieron salir a la gente, entró Jesús, tomó a la niña de la mano y ésta se levantó. La noticia se difundió por toda aquella región.

3) Reflexión

El evangelio de hoy nos lleva a meditar dos milagros de Jesús a favor de dos mujeres. El primero fue a favor de una mujer considerada impura por una hemorragia irregular, que padecía desde hacía doce años. El otro, a favor de una muchacha que acababa de fallecer. Según la mentalidad de la época, cualquier persona que tocara la sangre o un cadáver era considerada impura y quien la tocaba, quedaba impuro/a. Sangre y muerte ¡eran factores de exclusión! Por esto, esas dos mujeres eran personas marginadas, excluidas de la participación en comunidad.

Quien las tocara, quedaría impuro/a, impedido/a de participar en la comunidad y no podía relacionarse con Dios. Para poder ser readmitida en la plena participación comunitaria, la persona tenía que pasar por el rito de la purificación, prescrito por las normas de la ley. Ahora, curando a través de la fe la impureza de aquella señora, Jesús abrió un camino nuevo para Dios, un camino que no dependía de los ritos de purificación, controlados por los sacerdotes. Al resucitar a la muchacha, venció el poder de la muerte y abrió un nuevo horizonte para la vida.

Mateo 9,18-19: La muerte de la muchacha. Mientras Jesús estaba hablando, un jefe del lugar vino a interceder para su hija que acababa de morir. El pide a Jesús que fuera a imponer la mano a la muchacha, “y ella vivirá”. El jefe cree que Jesús tiene el poder de devolver la vida a la hija. Señal de mucha fe en Jesús, de parte del padre de la muchacha. Jesús se levanta y va con él, llevando consigo a que siguen: la curación de la mujer con doce años de hemorragia y la resurrección de la muchacha. El evangelio de Marcos presenta los mismos dos episodios, pero con muchos detalles: el jefe se llamaba Jairo, y era uno de los jefes de la sinagoga. La muchacha no estaba muerta todavía, y tenía doce años, etc. (Mc 5,21-43). Mateo abrevió la narración tan viva de Marcos.

Mateo 9,20-21: La situación de la mujer. Durante la caminada hacia la casa del jefe, una mujer que sufría desde hacía doce años de hemorragia irregular, se acerca a Jesús en busca de curación. ¡Doce años de hemorragia! Por esto vivía excluida, pues, como dijimos, en aquel tiempo la sangre volvía impura a la persona. Marcos informa que la mujer se había gastado todo su patrimonio con los médicos y, en vez de estar mejor, estaba peor (Mc 5,25-26). Había oído hablar de Jesús (Mc 5,27). Por esto, nació en ella una nueva esperanza. Decía: “Con sólo tocar su manto me salvaré”. El catecismo de la época mandaba decir: “Si toco su ropa, quedo impuro”. La mujer pensaba exactamente lo contrario. Señal de mucho valor. Señal de que las mujeres no estaban del todo de acuerdo con todo lo que las autoridades religiosas enseñaban. ¡La enseñanza de los fariseos y de los escribas no consiguió controlar el pensamiento de la gente! ¡Gracias a Dios! La mujer se acercó a Jesús por detrás, tocó su manto, y quedó curada.

Mateo 9,22: La palabra iluminadora de Jesús. Jesús se da la vuelta y, viendo a la mujer, declara: “¡Animo, hija! Tu fe te ha salvado.” Frase breve, pero que deja transparentar tres puntos muy importantes: (a) Al decir “Hija”, Jesús acoge a la mujer en la nueva comunidad, que se formaba a su alrededor. Ella deja de ser una excluida. (b) Acontece de hecho aquello que ella esperaba y creía. Queda curada. Muestra esto, de que el catecismo de las autoridades religiosas no era correcto y que en Jesús se abría un nuevo camino para que las personas pudiesen obtener la pureza exigida por la ley y entrar en contacto con Dios. (c) Jesús reconoce que, sin la fe de aquella mujer, él no hubiera podido hacer el milagro. La curación no fue un rito mágico, sino un acto de fe.

Mateo 9,23-24: En la casa del jefe. En seguida, Jesús va para la casa del jefe. Viendo el alboroto de los que lloraban por la muerte de la muchacha, Jesús manda que todo el mundo salga de la casa Dijo: “La muchacha no ha muerto. ¡Está dormida!”. La gente se ríe, porque sabe distinguir cuando una persona está dormida o cuando está muerta. Para la gente, la muerte era una barrera que nadie podía superar. Es la risa de Abrahán y de Sara, esto es, de los que no consiguieron creer que nada es imposible para Dios (Gn 17,17; 18,12-14; Lc 1,37). Las palabras de Jesús tienen un significado más profundo aún. La situación de las comunidades del tiempo de Mateo parecía una situación de muerte. Ellas también tenían que oír: “¡No es muerte! ¡Ustedes están durmiendo! ¡Despiértense!”

Mateo 9,25-26: La resurrección de la muchacha. Jesús no dio importancia a la risa del pueblo. Esperó que todos estuvieran fuera de la casa. Luego entró, tomó a la muchacha por la mano y se levantó. Marcos conserva las palabras de Jesús: “Talita kúmi!”, lo que quiere decir: Muchacha, ¡levántate! (Mc 5,41). La noticia se esparció por toda aquella región. Y la gente creyó que Jesús es el Señor de la vida que vence la muerte.

4) Para la reflexión personal

Hoy, ¿cuáles son las categorías de personas que se sienten excluidas de la participación en la comunidad cristiana? ¿Cuáles son los factores que hoy causan la exclusión de tantas personas y le dificultan la vida tanto en familia como en la sociedad?

“La muchacha no ha muerto. ¡Está dormida!” ¿Estás durmiendo? Pues, ¡despierta! Este es el mensaje del evangelio de hoy. ¿Qué me dice a mí? ¿Soy de aquellos que se ríen?

5) Oración final

Te ensalzaré, Dios mío, mi Rey, bendeciré tu nombre por siempre; todos los días te bendeciré, alabaré tu nombre por siempre.32 Grande es Yahvé, muy digno de alabanza, su grandeza carece de límites. (Sal 145,1-3)

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Lectio Dom, 9, jul, 2023

La Buena Noticia del Reino de Dios revelada a los pequeños
El espejo del evangelio nos hace entender lo que acontece hoy

Mateo 11,25-30

1) Oración inicial

Señor Jesús, envía tu Espíritu, para que Él nos ayude a leer la Biblia en el mismo modo con el cual Tú la has leído a los discípulos en el camino de Emaús. Con la luz de la Palabra, escrita en la Biblia, Tú les ayudaste a descubrir la presencia de Dios en los acontecimientos dolorosos de tu condena y muerte. Así, la cruz, que parecía ser el final de toda esperanza, apareció para ellos como fuente de vida y resurrección.

Crea en nosotros el silencio para escuchar tu voz en la Creación y en la Escritura, en los acontecimientos y en las personas, sobre todo en los pobres y en los que sufren. Tu palabra nos oriente a fin de que también nosotros, como los discípulos de Emaús, podamos experimentar la fuerza de tu resurrección y testimoniar a los otros que Tú estás vivo en medio de nosotros como fuente de fraternidad, de justicia y de paz. Te lo pedimos a Ti, Jesús, Hijo de María, que nos has revelado al Padre y enviado tu Espíritu. Amén.

2) Lectura

a) Una clave de lectura:

Cuando Jesús se dio cuenta que los pequeños entendían la buena nueva del Reino, se alegró intensamente. Espontáneamente se dirigió al Padre con una plegaria de acción de gracias e hizo una invitación generosa a todos los que sufren, oprimidos por el peso de la vida. El texto revela la ternura de Jesús al acoger a los pequeños y su bondad al ofrecerse a los pobres como fuente de reposo y de paz.

b) Una división del texto para ayudar a la lectura:

Mt 11,25-26; Oración de acción de gracias al Padre
Mt 11,27; Jesús se presenta como el camino que lleva al Padre
Mt 11,28-30; Invitación a todos los que sufren y a los oprimidos

c) El texto:

En aquel tiempo, Jesús exclamó: «¡Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y las has revelado a la gente sencilla! Gracias, Padre, porque así te ha parecido bien.

El Padre ha puesto todas las cosas en mis manos. Nadie conoce al Hijo sino el Padre; nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.

Vengan a mí, todos los que están fatigados y agobiados por la carga y yo les daré alivio. Tomen mi yugo sobre ustedes y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontrarán descanso, porque mi yugo es suave y mi carga, ligera».

3) Un momento de silencio orante

para que la Palabra de Dios pueda entrar en nosotros e iluminar nuestra vida.

4) Algunas preguntas

para ayudarnos en la reflexión personal.

¿Cuál es el punto del texto que más ha llamado mi atención y que más me gusta?

En la primera parte (25-27), Jesús se dirige al Padre. ¿Qué imagen del Padre revela en su oración? ¿Cuáles son los motivos que le empujan a dar alabanza a Dios? Y yo ¿qué imagen tengo de Dios? ¿Cómo y cuándo alabo al Padre?
¿A quién se dirige Jesús en la segunda parte (28-30)? ¿Cuál es el yugo que mayormente pesaba sobre el pueblo de aquel tiempo? Y ahora ¿cuál es el yugo que más cansa?
¿Cuál es el yugo que me da descanso?
¿Cómo pueden las palabras de Jesús ayudar a nuestra comunidad a ser un lugar de reposo para nuestras vidas?
Jesús se presenta como revelador y como camino al Padre. ¿Quién es Jesús para mí?

5) Una clave de lectura

para aquéllos que quieran profundizar más en el tema.

a) El contexto literario de las palabras de Jesús: capítulos 10-12 del Evangelio de Mateo.

En el Evangelio de Mateo, el discurso de la Misión ocupa todo el capítulo 10. En la parte narrativa que sigue después de los capítulos 11 y 12, donde se describe cómo Jesús realiza la Misión, aparecen incomprensiones y resistencias que Jesús debe afrontar. Juan Bautista, que miraba a Jesús con una mirada del pasado, no lo comprende (Mt 11, 1-15). El pueblo, que miraba a Jesús sólo por interés, no es capaz de entenderlo (Mt 11, 16-19). Las grandes ciudades en torno al lago, que habían oído la predicación y habían visto los milagros, no quieren abrirse a su mensaje (Mt 11, 2024). Los escribas y doctores que juzgaban todo a partir de su ciencia, no son capaces de entender la predicación de Jesús (Mt 11,25). Ni siquiera los parientes lo entienden (Mt 12,46-50) Sólo los pequeños entienden y aceptan la buena nueva del Reino (Mt 11,25-30). Los otros quieren sacrificios, pero Jesús quiere misericordia (Mt 12,8). La resistencia contra Jesús lleva a los fariseos a intentar matarlo (Mt 12,9-14). Ellos lo llaman Beelzebul (Mt 12, 22-32). Pero Jesús no cede; él continúa asumiendo la misión del Siervo, descrito por el profeta Isaías (Is 43, 1-4) y citado al completo por Mateo (Mt 12, 15-31).

Así, este contexto de los capítulos 10-12 sugiere que la aceptación de la buena nueva por parte de los pequeños es la realización de la profecía de Isaías. Jesús es el Mesías esperado, pero es diverso de lo que la mayoría imaginaba. No es el Mesías glorioso nacionalista, ni siquiera un juez severo, ni un Mesías rey poderoso. Sino que es el Mesías humilde y siervo que «no rompe la caña cascada, ni apagará la mecha humeante» (Mt 12,20). Él proseguirá luchando, hasta cuando la justicia y el derecho prevalezcan en el mundo (Mt 12,18. 20-21). La acogida del Reino por parte de los pequeños es la luz que brilla (Mt 5,14), es la sal que da sabor (Mt 5,13), es el grano de mostaza que (una vez convertido en árbol grande) permitirá a las aves del cielo anidar entre sus ramas (Mt 13, 31-32).

b) Breve comentario a las palabras de Jesús:

Mateo 11, 25-26: Sólo los pequeños pueden entender y aceptar la buena nueva del Reino. De frente a la acogida del mensaje del Reino por parte de los pequeños, Jesús tiene un gran gozo y espontáneamente, transforma su gozo en una oración al Padre: «Te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque ocultaste estas cosas a los sabios y discretos y las revelaste a los pequeñuelos. Sí, Padre, porque así te plugo». Los sabios, los doctores de aquel tiempo, habían creado una serie de leyes en torno a la pureza legal, que después imponían al pueblo en nombre de Dios (Mt 15, 1-9). Ellos pensaban que Dios exigía todas estas observancias, para que el pueblo pudiese tener paz. Pero la ley del amor, revelada por Jesús, afirmaba lo contrario. De hecho, lo que cuenta, no es lo que hacemos por Dios, sino más bien, ¡lo que Dios, en su gran misericordia, hace por nosotros! Los pequeños oían esta nueva noticia y se alegraban. Los sabios y doctores no conseguían entender tal clase de enseñanza.

Hoy, como en aquel tiempo, Jesús está enseñando muchas cosas a los pobres y a los pequeños. Los sabios e inteligentes harán bien en convertirse en discípulos de estos pequeños. ¡Jesús oraba mucho! Oraba con los discípulos, oraba con el pueblo, oraba solo. Pasaba noches enteras en oración. Llegó a resumir todo su mensaje en una oración de siete peticiones, que es el Padre Nuestro. A veces, como en este caso, los evangelios nos informan del contenido de la oración de Jesús (Mt 11,25-26; 26-39; Jn 11,41-42; 17,1-26). Otras veces nos dan a conocer que Jesús rezaba los Salmos (Mt 26,30; 27,46). En la mayoría de los casos, sin embargo, dicen simplemente que Jesús oraba. Hoy por todas partes se están multiplicando los grupos de oración.

En el Evangelio de Mateo, el término pequeños (elachistoi, mikroi, nepioi) a veces indican a los niños, otras veces indica sectores excluidos de la sociedad. No es fácil distinguir. A veces lo que se llama pequeño en un evangelio, es llamado niño en otro. Además, no siempre es fácil distinguir entre lo que pertenece a la época de Jesús y lo que es, por el contrario, del tiempo de las comunidades para las que han sido escritos los evangelios. Pero, aun siendo esto así, lo que resulta claro es el contexto de exclusión que reinaba en aquella época y la imagen de persona acogedora de los pequeños que las comunidades primitivas tenían de Jesús.

Mateo 11,27: El origen de la nueva Ley: el Hijo conoce al Padre Jesús siendo el Hijo, conoce al Padre y sabe lo que el Padre quería, cuando en el pasado, había llamado a Abrahán y a Sara para formar un pueblo o cuando consignó la Ley a Moisés para reforzar la alianza. La experiencia de Dios como Padre ayudaba a Jesús a entender de una manera nueva las cosas que Dios había dicho en el pasado. Lo ayudaba a reconocer errores y límites, dentro de los cuales la buena nueva de Dios había estado prisionera de la ideología dominante. La intimidad con el Padre le ofrecía un criterio nuevo que lo colocaba en contacto directo con el autor de la Biblia. Jesús no iba de la letra a la raíz, sino de la raíz a la letra. Él buscaba el sentido en la fuente. Para entender el sentido de una carta es importante estudiar las palabras que contiene. Pero la amistad con el autor de la carta puede ayudar a descubrir una dimensión más profunda en esas palabras, que el solo estudio no es capaz de revelar.

Mateo 11,28-30 Jesús invita a todos aquéllos que están cansados y promete su descanso. El pueblo de aquel tiempo, vivía cansado, bajo el doble peso de los impuestos y de las observancias exigidas por las leyes de pureza. Y Jesús dice: «Tomad sobre vosotros mi yugo y aprended de mi, que soy manso y humilde de corazón y hallaréis descanso para vuestras almas, pues mi yugo es blando y mi carga ligera». A través del Profeta Jeremías Dios había invitado al pueblo a investigar en el pasado para conocer qué camino bueno podría dar descanso a las almas (Jer. 6,16). Este camino bueno aparece ahora en Cristo. Jesús ofrece descanso a las almas. Él es el camino (Jn 14,6).

Aprended de mí que soy manso y humilde de corazón. Como Moisés, Jesús era manso y humilde (Num 12,3). Muchas veces esta frase ha sido manipulada para pedir al pueblo sumisión, mansedumbre y pasividad. Lo que Jesús quiso decir es todo lo contrario. Él pide que el pueblo, para poder entender las cosas del Reino, no le dé tanta importancia a «los sabios y doctores» esto es, a los profesores oficiales de la religión del tiempo y que confíen más en los pequeños. Los oprimidos deben comenzar a aprender de Él, de Jesús, que es «manso y humilde de corazón». En la Biblia muchas veces la palabra humilde es sinónimo de humillado. Jesús no hacía como los escribas que se envanecían de su ciencia, sino que era como el pueblo humilde y humillado. Él, el Maestro, sabía por experiencia qué cosa pasaba por el corazón del pueblo y cuánto el pueblo sufría en la vida de cada día.

c) Para iluminar las actitudes de Jesús:

El estilo de Jesús en el anuncio de la buena nueva del Reino En su modo de anunciar la buena nueva del Reino, Jesús revela una gran pasión por el Padre y por el pueblo humillado. Diferente de los doctores de su tiempo, Jesús anuncia la buena nueva de Dios, en cualquier lugar en donde encuentra gente que lo escucha. En las sinagogas durante la celebración de la Palabra (Mt 4,23). En las casas de los amigos (Mt 13,36). Caminando por los caminos con los discípulos (Mt 12,1-8). En el mar, a lo largo de las playas, sentado en la barca (Mt 13,1-3). Sobre la montaña donde proclama las bienaventuranzas (Mt 5,1). En las plazas de los pueblos y de las ciudades, donde el pueblo transporta a los enfermos (Mt 14,34-36). También en el templo de Jerusalén durante las peregrinaciones (Mt 26,35). En Jesús ¡todo es revelación de lo que dentro le anima! No sólo anuncia la buena nueva del Reino, sino que Él es una prueba viva del Reino. En Él aparece ya lo que acontece cuando una persona humana deja que Dios reine y tome posesión de su vida.

La invitación de la Sabiduría Divina a todos los que la buscan Jesús invita a todos los que sufren bajo el peso de la vida a encontrar en Él reposo y alivio (Mt 11,25-30) En esta invitación resuenan las palabras tan bellas de Isaías que consolaba al pueblo cansado por el destierro (Is 55,1-3). Esta invitación está en relación con la Sabiduría Divina, que convoca en torno a sí a las personas (Sir 24,18-19) afirmando que » sus caminos son caminos deleitosos y son paz todas sus sendas» (Prov 3, 17). También dice: » La sabiduría exalta a sus hijos y acoge a los que la buscan. El que la ama, ama la vida, y los que madrugan para salir a su encuentro, serán llenos de alegría» (Sir 4, 11-12). Esta invitación revela un aspecto importante del rostro femenino de Dios, la ternura y el acogimiento que consuela, revitaliza las personas y les hace sentir bien. ¡Jesús es el alivio que Dios ofrece al pueblo fatigado!

6) Salmo 132 (131)

La oración de los pequeños

Mi corazón, Yahvé, no es engreído, ni son mis ojos altaneros. No doy vía libre a la grandeza, ni a prodigios que me superan. No, me mantengo en paz y silencio, como niño en el regazo materno.¡Mi deseo no supera al de un niño!
¡Espera, Israel, en Yahvé desde ahora y por siempre!

7) Oración final

Señor Jesús, te damos gracia por tu Palabra que nos ha hecho ver mejor la voluntad del Padre. Haz que tu Espíritu ilumine nuestras acciones y nos comunique la fuerza para seguir lo que Tu Palabra nos ha hecho ver. Haz que nosotros como María, tu Madre, podamos no sólo escuchar, sino también poner en práctica la Palabra. Tú que vives y reinas con el Padre en la unidad del Espíritu Santo por todos los siglos de los siglos. Amén

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