Lectio mar, 10 ene, 2023

Tiempo ordinario

Oración inicial

Muéstrate propicio, Señor, a los deseos y plegarias de tu pueblo; danos luz para conocer tu voluntad y la fuerza necesaria para cumplirla. Por nuestro Señor. Amen.

Lectura del santo Evangelio según Marcos 1,21-28

Llegan a Cafarnaún. Al llegar el sábado entró en la sinagoga y se puso a enseñar. Y quedaban asombrados de su doctrina, porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas.

Había precisamente en su sinagoga un hombre poseído por un espíritu inmundo, que se puso a gritar: «¿Qué tenemos nosotros contigo, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a destruirnos? Sé quién eres tú: el Santo de Dios.» Jesús, entonces, le conminó diciendo:

«Cállate y sal de él.» Y agitándole violentamente el espíritu inmundo, dio un fuerte grito y salió de él. Todos quedaron pasmados de tal manera que se preguntaban unos a otros: «¿Qué es esto? ¡Una doctrina nueva, expuesta con autoridad! Manda hasta a los espíritus inmundos y le obedecen.» Bien pronto su fama se extendió por todas partes, en toda la región de Galilea.

Reflexión

Secuencia de los evangelios de los días de esta semana. El evangelio de ayer nos informaba sobre una primera actividad de Jesús: llamó a cuatro personas para formar comunidad con él (Mc 1,16-20). El evangelio de hoy describe la admiración de la gente ante la enseñanza de Jesús (Mc 1,21-22) y el primer milagro expulsando un demonio (Mc 1,23-28). El evangelio de mañana narra la curación de la suegra de Pedro (Mc 1,29-31), la curación de muchos enfermos (Mc 1,32-34) y la oración de Jesús en un lugar solitario (Mc 1.35-39). Marcos recoge estos episodios, que se transmitían oralmente en las comunidades, y los unió entre sí como los ladrillos en una pared. En los años 70, época en la que él escribe, las Comunidades necesitaban orientación. Al describir como fue el inicio de la actividad de Jesús, Marcos indicaba qué debían hacer para anunciar la Buena Nueva. Marcos hace catequesis contando a las comunidades los acontecimientos de la vida de Jesús.

Jesús enseña con autoridad, diversamente de los escribas. La primera cosa que la gente percibe es la que Jesús enseña de forma diferente. No es tanto lo referente al contenido, sino es la forma de enseñar que impresiona. Por medio de esta forma diferente, Jesús crea una conciencia crítica en la gente con relación a las autoridades religiosas de la época. La gente percibe, compara y dice: Enseña con autoridad, diferente de los escribas. Los escribas de la época enseñaban citando autoridades. Jesús no cita ninguna autoridad, sino que habla a partir de su experiencia de Dios y de la vida. Su palabra tiene raíz en el corazón.

¿Has venido a derrocarnos? En Marcos, el primer milagro es la expulsión de un demonio. Jesús combate y expulsa el poder del mal que se apoderaba de las personas y las alienaba de sí mismas. El individuo poseído gritaba: “¡Yo te he reconocido, tú eres el Santo de Dios!” El hombre repetía la enseñanza oficial que representaba al Mesías como “Santo de Dios”, esto es, como un Sumo Sacerdote, o como rey, juez, doctor o general. Hoy también, mucha gente vive alienada de sí, engañada por el poder de los medios de comunicación, de la propaganda del comercio. Repite lo que oye decir. Vive esclava del consumismo, oprimida por los préstamos de dinero, amenazada por los acreedores. Muchos piensan que su vida no es como debería ser si no pueden comprar aquello que la propaganda anuncia y recomienda.

Jesús amenaza al espíritu del mal: “¡Cállate y sal de ese hombre!” El espíritu hace revolcar al hombre, lanza un grito tremendo y sale de él. Jesús devuelve las personas a ellas mismas. Hace que la persona recupere su perfecto juicio (cf. Mc 5,15). No era fácil, ni lo fue ayer, ni lo es hoy, hacer que una persona empiece a pensar y a actuar de forma diversa de la ideología oficial.

¡Enseñanza nueva! Incluso le obedecen los espíritus impuros. Las dos primeras señales de la Buena Nueva que el pueblo percibe en Jesús, son éstas: su forma diversa de enseñar las cosas de Dios, y su poder sobre los espíritus impuros. Jesús abre un nuevo camino para que la gente llegue a ser pura. En aquel tiempo, una persona declarada impura no podía comparecer ante Dios para rezar y recibir la bendición prometida por Dios a Abrahán. Antes, tenía que purificarse. Esta y muchas otras leyes y normas dificultaban la vida de la gente y marginaban a mucha gente como impura, lejos de Dios. Ahora, purificadas por el contacto con Jesús, las personas impuras podían comparecer de nuevo ante Dios. ¡Era una gran Buena Nueva para ellos!

Para la reflexión personal

¿Puedo decir: “Soy totalmente libre, señor de mí mismo?” Si no lo puedo decir de mí mismo, entonces, algo en mí, está poseído por otros poderes. ¿Cómo hago para expulsar este poder extraño?
Hoy mucha gente no vive, sino que es vivida. No piensa, sino que es pensada por los medios de comunicación. No tiene pensamiento crítico. No es dueña de sí misma.
¿Cómo expulsar este “demonio”?

Oración final

¡Yahvé, Señor nuestro, qué glorioso es tu nombre en toda la tierra! ¿Qué es el hombre para que te acuerdes de él, el hijo de Adán para que de él te cuides? (Sal 8,2.5)

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Lectio lun, 9 ene, 2023

El Bautismo del Señor en el Jordán Mateo 3,13-17

Oración inicial

“Te alabamos, Padre invisible, dador de inmortalidad: Tú eres la fuente de la vida, la fuente de la luz, la fuente de toda gracia y de toda verdad, amante de los hombres y amante de los pobres, que con todos te reconcilias y a todos atraes hacia Ti por medio de la venida de tu Hijo amado. Haz de nosotros hombres vivos, danos el Espíritu de Luz, para que te conozcamos, el Verdadero, y a Aquél que enviaste Jesucristo” (Anáfora de Serapión)

Lectura

Introducción:

Este fragmento evangélico (Mt 3,13-17) forma parte de la sección narrativa del evangelista Mateo, la que introduce a la vida pública de Jesús. Después de la huida a Egipto, Jesús vive en Nazareth. Ya adulto, lo encontramos aquí, a las orillas del río Jordán. Se trata de la parte conclusiva del pasaje dedicado a Juan Bautista, el encuentro de los dos. Quien quisiese profundizar todavía en la personalidad de Juan y su mensaje (Mt 3,1-12 que ha sido ya propuesto en la liturgia del segundo domingo de adviento), debe tener en cuenta todo el capítulo 3º de Mateo. Nuestro pasaje está centrado en particular sobre el reconocimiento de la divinidad de Cristo en el momento de su bautismo. Dios Padre revela quien es Jesús.

Una división del texto para ayudarnos en su lectura:

Mateo: 3,13: ambientación

Mateo: 3,14-15: diálogo Juan – Jesús

Mateo: 3, 16-17: epifanía /teofanía

El texto:

Jesús llegó de Galilea al río Jordán y le pidió a Juan que lo bautizara. Pero Juan se resistía, diciendo: “Yo soy quien debe ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a que yo te bautice?” Jesús le respondió: “Haz ahora lo que te digo, porque es necesario que así cumplamos todo lo que Dios quiere”. Entonces Juan accedió a bautizarlo.

Al salir Jesús del agua, una vez bautizado, se le abrieron los cielos y vio al Espíritu de Dios, que descendía sobre él en forma de paloma y oyó una voz que decía desde el cielo: “Éste es mi Hijo muy amado, en quien tengo mis complacencias”.

Un momento de silencio orante

para que la palabra de Dios pueda entrar en nosotros e iluminar nuestra vida.

Algunas preguntas

para ayudarnos en la meditación y oración.

¿Por qué Jesús “sale al descubierto” después de la vida oculta en Nazareth?
¿Cómo madura su conciencia de su identidad y misión?
¿Me ha sucedido, en cierto momento, el comenzar algo nuevo en mi vida?
¿Quién o cuál experiencia me ha revelado más plenamente mi identidad, vocación y misión?
¿Qué sentido tiene para mí el recuerdo de mi bautismo?

Meditación

Una clave de lectura:

Junto a una lectura histórica-cronológica en la que se pone de realce el episodio del bautismo de Jesús, el encuentro con Juan, antes del comienzo de su vida pública, se puede tener presente una lectura simbólica, ayudado por los Padres orientales, en la que se encuadra mayormente el tiempo litúrgico, el de la navidad, que se concluye con la plena manifestación de Dios como hombre. Una síntesis de la manifestación – epifanía del Hijo de Dios en la carne.

Comentario del texto:

Mateo 13,13: Jesús adulto Después de la “desaparición” de Juan de la escena (13,1), Jesús, desde Nazareth, donde había pasado su infancia y la primera juventud (Mt 12,23), se dirige al río Jordán. Como buen israelita está atento a los movimientos religiosos auténticos que surgen entre el pueblo. Muestra aprobar la obra de Juan y decide recibir el bautismo con agua, no ciertamente para ser perdonado de los pecados, sino para unirse y compartir plenamente las esperanzas y expectativas de todos los hombres y mujeres. No es la humanidad la que va a Él, sino que es Él el que va hacia ella, según la lógica de la encarnación.

Mateo 13,14-15: diálogo de Juan con Jesús El intento de Juan de impedir el bautismo de Jesús es el reconocimiento de la diversidad entre los dos y el conocimiento del nuevo (la Nueva Alianza) que entra en escena. “Aquél que viene después de mí…os bautizará en Espíritu santo y fuego…tiene en la mano el bieldo…limpiará…recogerá…quemará…” (vv.11-12). El comportamiento de Jesús es el de someterse al plan salvífico de Dios (así cumplimos toda justicia), respetando el modo (en la humildad – kenosis) y los tiempos (la hora – kairos). La diversidad de los dos se colige también por las familias de proveniencia (sacerdotal la de Juan), del lugar (Jerusalén para Juan, Nazaret de Galilea para Jesús), en la modalidad de su concepción (anuncio al padre, Zacarías, según el modelo antiguo; anuncio a la madre, María), la edad de los padres (ancianos los de Juan). Todo está manifestando el pasaje entre el antiguo y el nuevo Testamento. Mateo prepara a los lectores a la novedad del Cristo: “habéis oído que fue dicho, pero yo os digo” (Mt 5).

Mateo 13,16-17: la presentación de Dios Padre y el Espíritu Santo En el evangelio de Mateo tenemos la solemne “adoración de los Magos” como reconocimiento de la realeza-divinidad de Jesús. Lucas añade también el reconocimiento de Isabel (Lc 1,42- 43), de los ángeles (Lc 2,13-14), de los pastores (Lc 2,20), de los ancianos Simeón y Ana (Lc 2,30; 28). En todos los evangelistas, pues, se evoca la proclamación de la identidad divina de Jesús por parte de Dios Padre y del Espíritu Santo presente bajo la forma de paloma. Mateo dice precisamente: “Éste es” y no “tú eres” mi Hijo amado. Jesús es de naturaleza divina y al mismo tiempo el nuevo Adán, principio de una humanidad nueva reconciliada con Dios junto a la naturaleza reconciliada también ella con Dios, a través de la inmersión de Cristo en las aguas. Se reabren los cielos después que han estado cerrados tanto tiempo por causa del pecado y la tierra queda bendecida.

La entrada de Jesús en las aguas prefigura su bajada a los infiernos y se realiza la palabra del salmista (Sal 74, 13-14), Él aplasta la cabeza del enemigo. El Bautismo no sólo prefigura, sino que inaugura y anticipa la derrota de Satanás y la liberación de Adán.

No será fácil por tanto reconocer al Mesías en la dimensión de debilidad, el mismo Juan tiene alguna duda cuando está en la cárcel y le manda decir por medio de sus discípulos: “¿Eres tú aquél que debe venir o debemos esperar a otro? (Mt 11,3).

Para el que quiera profundizar la perspectiva litúrgica y ecuménica

En la tradición de la Iglesia griega, el Bautismo de Jesús es la fiesta más importante en las celebraciones navideñas. El 6 de enero se festeja en conjunto: Bautismo, nacimiento, visita de los Magos, bodas de Caná como una sola realidad. Más que del desarrollo histórico de la vida de Jesús se tiene en cuenta su relevancia teológica– salvífica. El interés no se centra en el aspecto sentimental, sino en la manifestación histórica de Dios y su ser reconocido como Señor. Cirilo de Jerusalén afirma que Jesús confiere a las aguas del Bautismo el “color de su divinidad” (III catequesis mistagógica, 1).

Gregorio de Nisa escribe que la creación de este mundo y la creación espiritual, un tiempo enemigas, se reúnen en la amistad, y nosotros humanos, hacemos un solo coro con los ángeles, participamos en sus alabanzas (PG 46,599).

A la bajada a las aguas corresponde la bajada en las entrañas de la tierra simbolizada en el nacimiento en la cueva. Las aguas destructoras se convierten en aguas de salvación para los justos.

La lecturas vetero testamentarias en la liturgia de las Vísperas recuerdan las aguas que salvan: el Espíritu aletea sobre las aguas en la creación (Gén 1), las aguas del Nilo salvan a Moisés (Éx 2), las aguas se abren al paso del pueblo de Israel (Éx 14), las aguas de Mara se convierten en dulces (Éx 15), las aguas del Jordán se abren delante del Arca (Jos 3), las aguas del Jordán curan a Naamán el leproso (2Re 5), etc. Jesús, pues, transforma el agua en las bodas de Caná en vino (Jn 2) como señal de que la salvación ha llegado.

En esta fiesta, en la liturgia oriental, existe la tradición de bendecir el agua sumergiendo por tres veces la cruz (la triple inmersión bautismal) en un pozo o en un río. Se evoca al profeta Isaías: Alégrese el desierto y la tierra seca (Is 35,1-10), vosotros todos los sedientos venid a las aguas (Is 55,1- 13), recoged agua con gozo (Is 12,3-6).

Oración – Salmo 114 (113)

¡Aleluya!
Al salir Israel de Egipto, Jacob de un pueblo extranjero,
Judá fue su santuario, Israel fue su dominio.
El mar lo vio y huyó, el Jordán retrocedió,
los montes brincaron como carneros, las colinas igual que corderos.
Mar, ¿qué te pasa que huyes, y tú, Jordán, que retrocedes,
montes, que brincáis como carneros, colinas igual que corderos?
La tierra tiembla en presencia del Dueño,
en presencia del Dios de Jacob,
el que cambia la peña en estanque
y hace del pedernal una fuente.

Oración final

Jesús, fuente de la vida, que vienes a cancelar la condena de Adán, en el Jordán has acabado con el odio, concédenos la paz que supera toda inteligencia. Verbo esplendente enviado por el Padre, después de borrar las culpas de los mortales, ven a disipar las largas y tristes horas de la noche y mediante tu bautismo, haz salir resplandeciente a tus hijos de las olas del Jordán. Que se vista de blanco la raza humana, salga de las aguas como hijos de Dios y transforma la creación a imagen del Creador. (De los “cantos” litúrgicos orientales).

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Lectio Dom, 8 ene, 2023

Visita de los Reyes de Oriente Mateo 2,1-12.

En silencio delante de Dios

La escucha orante de la Palabra exige atención, exige que tu escuchar esté orientado a Dios sólo, con toda la disponibilidad de la que es capaz tu corazón. La calidad de la oración depende mucho de la atención que pongamos. Se ha dicho que la atención es “la esencia de la oración”. Si tu búsqueda de Dios es sincera, honesta, correcta, no podrás menos que encontrar a Dios. Hoy, en este domingo en el que Dios se manifiesta como luz de los hombres, queremos pedir al Señor “la pasión de escucharlo” con las palabras de la Beata Isabel de la Trinidad: “¡Oh Verbo eterno!, Palabra de mi Dios, quiero pasar mi vida escuchándote, quiero hacerme toda docilidad para aprender todo de Vos. Luego, a través de todas las noches, todos los vacíos, todas las impotencias, quiero estar siempre pendiente de Vos y permanecer bajo vuestra gran Luz” (Elevación a la Santísima Trinidad, 21 noviembre 1904)

La Palabra se ilumina

El contexto del pasaje:

Si en el primer capítulo del evangelio de Mateo el intento del evangelista es mostrar la identidad de Jesús (quién es Jesús), en el segundo, el misterio de la figura de Jesús viene engarzado con algunos lugares que señalan el comienzo de su vida terrestre.

El pasaje litúrgico de este domingo contiene el principio del capítulo 2 de Mateo (2,1-29) al que le siguen otros tres cuadros narrativos: la fuga a Egipto (2,13-15): la matanza de los inocentes (2,16-18) y el regreso a Egipto (2,1923).

Para una mejor comprensión del mensaje en 2,1-13 resulta más provechoso subdividir el relato de los Magos en dos partes siguiendo el criterio de los cambios de lugar: Jerusalén (2,1-6) y Belén (2, 7-12). Debemos aclarar que en el corazón de la historia de los Magos encontramos una cita bíblica que focaliza la importancia de Belén en este período de la infancia de Jesús. “Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres, no, la menor entre los principales clanes de Judá: pues de ti, saldrá un caudillo que apacentará a mi pueblo, Israel” (Mt 2,6).

Las dos ciudades constituyen el fondo de esta epopeya de los Magos y están unidas por dos hilos temáticos: la estrella (vv 2.7.9.10) y la adoración del Niño (vv 2.11).

El texto:

Jesús nació en Belén de Judá, en tiempos del rey Herodes. Unos magos de oriente llegaron entonces a Jerusalén y preguntaron: “¿Dónde está el rey de los judíos que acaba de nacer? Porque vimos surgir su estrella y hemos venido a adorarlo”.

Al enterarse de esto, el rey Herodes se sobresaltó y toda Jerusalén con él. Convocó entonces a los sumos sacerdotes y a los escribas del pueblo y les preguntó dónde tenía que nacer el Mesías. Ellos le contestaron: “En Belén de Judá, porque así lo ha escrito el profeta: Y tú Belén, tierra de Judá, no eres en manera alguna la menor entre las ciudades ilustres de Judá, pues de ti saldrá un jefe, que será el pastor de mi pueblo, Israel»

Entonces Herodes llamó en secreto a los magos, para que le precisaran el tiempo en que se les había aparecido la estrella y los mandó a Belén, diciéndoles: “Vayan a averiguar cuidadosamente qué hay de ese niño y, cuando lo encuentren, avísenme para que yo también vaya a adorarlo”.

Después de oír al rey, los magos se pusieron en camino, y de pronto la estrella que habían visto surgir, comenzó a guiarlos, hasta que se detuvo encima de donde estaba el niño. Al ver de nuevo la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa y vieron al niño con María, su madre, y postrándose, lo adoraron. Después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra. Advertidos durante el sueño de que no volvieran a Herodes, regresaron a su tierra por otro camino.

 

En silencio delante de Dios

Sitúate con sencillez delante de Dios, inmerso en un profundo silencio interior; deja aparte toda otra consideración curiosa de pensamiento o imaginación; abre tu corazón a la fuerza de la Palabra de Dios.

Para una lectura atenta

El simbolismo de la estrella:

Los Magos, astrólogos orientales, dedicados a la astrología y a la predicción del destino, a veces interrogaban a los astros. Ahora, llegados a Jerusalén dicen que han “visto su estrella en su levantar”. El término “levantar”, en griego anatolê, significa, sin artículo, el Oriente (el punto cardinal por donde se levanta el sol); pero en el texto griego está el artículo y esto significa el surgir de un verdadero y propio astro. La confirmación de esto nos viene dada por un texto bíblico: “surgirá un astro de Jacob y se levantará un hombre de Israel” (Num 24,17). La estrella se convierte en figura del nuevo rey apenas nacido y les guía al lugar donde ha nacido y se encuentra. Interesante es anotar que esta estrella, no es visible en Jerusalén, sino que vuelve a aparecer a los Magos mientras ellos se alejan de la ciudad. La estrella es, verdaderamente el elemento más significativo del relato.

Primero de todo, los Magos en su largo caminar no han seguido a la estrella, sino más bien la han visto levantarse y enseguida la han asociado con el nacimiento del Mesías.

Además el viaje no era hacia lo desconocido, sino que tenía como meta a Jerusalén, la ciudad a la cual acuden en peregrinación todos los pueblos de la tierra según el profeta Isaías.

La ciudad, a esta noticia de los Magos que vienen para adorar al Mesías, se conturba y se agita. Los habitantes de Jerusalén no parecen muy entusiastas y no se preocupan lo más mínimo de rendir homenaje al “nacido rey de los judíos”. Sino que, para colmo, Herodes proyecta matarlo.

Aunque en Is 1-6 la ciudad de Jerusalén está llamada a “levantarse y acoger la gloria del Señor”, ahora en Mateo se asiste a una reacción de rechazo por parte del rey y de Jerusalén con relación al Mesías nacido en Belén. Tal conducta prefigura el comienzo de las hostilidades que llevarán a Jesús a ser condenado precisamente en Jerusalén.

No obstante tal reacción, que impide a los Magos acercarse a la salvación precisamente en la ciudad elegida para ser instrumento de comunión de todos los pueblos de la tierra con Dios, los acontecimientos del nacimiento de Jesús se trasladan a Belén. Dios que guía los sucesos de la historia hace que se vayan de Jerusalén los Magos, que se pongan en camino y encuentren al Mesías, en la ciudad que fue patria de David, Belén. En esta ciudad David había recibido la investidura real con la unción dada por Samuel, ahora, por el contrario, el nuevo rey recibe una investidura divina: no con óleo, sino en el Espíritu Santo (1,18.20). A esta ciudad suben ahora los pueblos, representados por los magos, para contemplar el Emmanuel, el Dios con nosotros, y para hacer experiencia de paz y de fe…

El simbolismo del camino de los magos:

Un camino lleno de dificultades, pero al final termina con éxito

El motor de su itinerario es el aparecer de una estrella, asociada enseguida al nacimiento de un nuevo rey: “ hemos visto su estrella en el Oriente” . La estrella es aquí sólo una señal, un indicio que comunica a los Magos la iniciativa de ponerse en camino.

Al principio puede ser que estén movidos por la curiosidad, pero enseguida esta curiosidad se transformará en deseo de búsqueda y descubrimiento. Se da el hecho que aquel indicio de la estrella ha conmovido a los personajes y los ha empujado a buscar para encontrar una respuesta: ¿quizás a un profundo deseo? ¡Quién lo sabe! El texto muestra que los Magos tienen en el corazón una pregunta y que no temen repetirla, haciéndose inoportunos: “¿Dónde está el rey de los Judíos?” La pregunta se la hacen al rey Herodes e, indirectamente, a la ciudad de Jerusalén. La respuesta viene dada por los expertos, sumos sacerdotes, escribas: es necesario buscar el nuevo rey en Belén de Judá, porque así lo ha profetizado Isaías: “Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres, no , la menor entre los principales clanes de Judá; porque de ti saldrá un caudillo que apacentará a mi pueblo Israel” (Mt 2,6). El texto profético sale al encuentro de las dificultades de los Magos: la Palabra de Dios se convierte en luz para su camino.

En fuerza de aquella información, sacada de la profecía isaiana, y confortados por el reaparecer de la estrella los Magos emprenden de nuevo el camino teniendo como meta, Belén. La estrella que los guía se para sobre la casa en la que se encuentra Jesús. Es extraño que los que viven en Belén o en los alrededores de la casa en la que se encuentra Jesús no vean aquella señal. Además, aquellos que poseen la ciencia de las Escrituras conocen la noticia del nacimiento del nuevo rey de Israel, pero no se mueven para ir a buscarlo. Al contrario, la pregunta de los Magos había, más bien, provocado en sus corazones miedo y turbación. En definitiva, aquellos que están cerca del acontecimiento del nacimiento de Jesús no se dan cuenta de los acaecido, mientras los lejanos, después de haber recorrido un accidentado camino, al final encuentran lo que buscaban. Pero, en realidad, ¿qué es lo que ven los ojos de los Magos? Un niño con su madre, dentro de una pobre casa. El astro que los acompañaba era aquel sencillo y pobre niño, en el cual reconocen al rey de los Judíos.Se postran delante de Él y le ofrecen dones simbólicos: oro ( porque se trata de un rey); el incienso ( porque detrás de la humanidad del niño está presente la divinidad); mirra ( aquel astro es un hombre auténtico destinado a morir).

El camino de los Magos: un camino de fe:

No es errado pensar, que lo realizado por los Magos haya sido un auténtico camino de fe, mucho más, ha sido el itinerario de aquéllos que, aunque no pertenecen al pueblo elegido, han encontrado a Cristo. Al comienzo de un camino hay siempre una señal que pide ser vista allí donde todo hombre vive y trabaja. Los Magos han escrutado el cielo, para la Biblia sede de la divinidad, y de allí han tenido una señal: una estrella. Pero para comenzar el recorrido de fe no basta escrutar los signos de la presencia de lo divino. Un signo tiene la función de suscitar el deseo, que necesita para realizarse un arco de tiempo, un camino de búsqueda, una espera. Es significativa la expresión con la que Edith Stein describe su camino de fe: “Dios es la verdad. Quien busca la verdad, busca a Dios, conscientemente o no”.

Un verdadero deseo provoca preguntas. Los Magos, por su parte, encuentran a Jesús porque tienen en su corazón fuertes interrogantes. Tal experiencia del encuentro con Jesús es, verdaderamente, una provocación para la pastoral: se impone la necesidad de no privilegiar una catequesis hecha de certezas o preocupada por ofrecer respuestas prefabricadas, cuanto de despertar en el hombre de hoy preguntas significativas sobre cuestiones cruciales de la humanidad. Es lo que sugiere un obispo del centro de Italia en una carta pastoral: “Presentar a Cristo y al Evangelio en conexión con los problemas fundamentales de la existencia humana (vida-muerte, pecado–mal; justicia-pobreza, esperanza-desilusión, amor–odio, relaciones interpersonales familiares, sociales, internacionales…), donde se evita lo desfasado entre las preguntas de la humanidad y nuestras respuestas”. (Mons. Lucio María Renna, O.Carm.) La respuesta, como nos enseña la experiencia de los Magos, se encuentra en la Biblia.

Y no se trata sólo de un conocimiento intelectual o de un saber acerca del contenido de las Escrituras, como en el caso de los escribas, sino en un acercarse a ella guiado por el deseo, por la pregunta. Para los Magos aquella indicación contenida en las S. Escrituras fue iluminadora para cumplir la última etapa de su camino: Belén. Además la Palabra de Dios les permitió ver en los sencillos y humildes signos de una casa, del niño con María, su madre, al rey de los judíos, el esperado de Israel.

Los Magos adoran y descubren en Jesús a aquel que habían con tanta ansia buscado. El lector, por un lado se sorprenderá por la desproporción existente entre los gestos y dones de los Magos y la humilde realidad que se presenta a sus ojos; pero, por otra parte, está seguro que aquel niño, que los Magos adoran es precisamente el Hijo de Dios, el esperado Salvador del mundo. Y así el itinerario se convierte en itinerario de todo lector que lee esta significativa historia de los Magos: quien busca, aunque parezca que Dios está lejos, puede encontrarlo. Aquéllos que, por el contrario, presumen de saber todo de Dios y creen tener asegurada la salvación, corren nel riesgo de privarse del encuentro con Él. En una catequesis habida en Colonia con ocasión de la XX Jornada de la Juventud así se expresaba el arzobispo Bruno Forte: “los Magos representan a todos los buscadores de la verdad, listos a vivir la existencia como un éxodo, en camino hacia el encuentro con la luz que viene de lo alto” Además la experiencia de los Magos nos enseña que en toda cultura, en todo hombre hay esperanzas profundas que necesitan ser saciadas. De aquí la responsabilidad de leer los signos de Dios presentes en la historia de los hombres.

Para meditar

Después de la lectura de este pasaje del evangelio ¿estoy disponible a revivir el camino de los Magos?
¿Qué dificultades encuentras en el profundo conocimiento de Jesucristo? ¿Cómo puedes superarlas?
En tu búsqueda de la verdad ¿sabes confiarte, ponerte en camino y a la escucha de Dios?
A la luz de la Palabra, ¿qué cosa puede cambiar en tu vida?

6. Salmo 72,1-11

Es un salmo real, compuesto para festejar al rey en el día de su subida al trono. La primitiva comunidad cristiana no ha tenido ninguna clase de dudas en ver en estas imágenes el retrato del Mesías.

Confía, oh Dios, tu juicio al rey, al hijo de rey tu justicia: que gobierne rectamente a tu pueblo, a tus humildes con equidad.
Produzcan los montes abundancia, justicia para el pueblo los collados.
Defenderá a los humildes del pueblo, salvará a la gente pobre y aplastará al opresor.
Durará tanto como el sol, como la luna de edad en edad; caerá como lluvia en los retoños, como rocío que humedece la tierra.
Florecerá en sus días la justicia, prosperidad hasta que no haya luna; dominará de mar a mar, desde el Río al confín de la tierra.
Ante él se doblará la Bestia, sus enemigos morderán el polvo; los reyes de Tarsis y las islas traerán consigo tributo.
Los reyes de Sabá y de Seba todos pagarán impuestos; ante él se postrarán los reyes, le servirán todas las naciones.
Doxología También nosotros te damos gracias Padre Santo cuyo nombre es sublime; con el Hijo y el Espíritu Santo siempre gloria por los siglos eternos.

7. Oración final

Sí, ¡Amén!
Te lo decimos ¡oh, Padre! con todo el corazón sintonizados con el corazón de tu Hijo y de la Virgen María.
Te lo decimos con toda la Iglesia y por todo el género humano.
Haz que, reunidos en el amor, después del “sí” en la hora de la cruz podamos con voz unánime, en potente coro, en silencioso esplendor, cantarlo eternamente en el santuario del cielo. ¡Amén! ¡Aleluya! (Ana María Canopi)

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Lectio jue, 5 ene, 2023

Oración inicial

Dios todopoderoso y eterno: tú que has querido manifestarte con nueva claridad en el nacimiento de tu Hijo Jesucristo, concédenos, te rogamos, que así como él comparte con nosotros, naciendo de la Virgen, la condición humana, nosotros consigamos en su reino participar un día de la gloria de su divinidad. Por nuestro Señor. Amen.

Lectura del santo Evangelio según Juan 1,43-51

Determinó Jesús ir a Galilea, y encontrándose a Felipe, le dijo:

«Sígueme». Felipe era de Betsaida, la tierra de Andrés y de Pedro.

Felipe se encontró con Natanael y le dijo: «Hemos encontrado a aquel de quien escribió
Moisés en la ley y también los profetas. Es Jesús de Nazaret, el hijo de José». Natanael replicó: «¿Acaso puede salir de Nazaret algo bueno?» Felipe le contestó: «Ven y lo verás».

Cuando Jesús vio que Natanael se acercaba, dijo: «Éste es un verdadero israelita en el que no hay doblez». Natanael le preguntó: «¿De dónde me conoces?» Jesús le respondió: «Antes de que Felipe te llamara, te vi cuando estabas debajo de la higuera». Respondió Natanael: «Maestro, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el rey de Israel». Jesús le contestó: «Tú crees, porque te he dicho que te vi debajo de la higuera. Mayores cosas has de ver». Después añadió: «Yo les aseguro que verán el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre».

Reflexión

Jesús volvió para Galilea. Encontró a Felipe y le llamó: ¡Sígueme! El objetivo del llamado es siempre el mismo: «seguir a Jesús” Los primeros cristianos insistieron en conservar los nombres de los primeros discípulos. De algunos conservaron hasta los apellidos y el nombre del lugar de origen. Felipe, Andrés y Pedro eran de Betsaida (Jn 1,44). Natanael era de Caná (Jn 22,2). Hoy, muchos olvidan los nombres de las personas que están en el origen de su comunidad. Recordar los nombres es una forma de conservar la identidad.

Felipe encuentra Natanael y habla con él sobre Jesús: «Hemos hallado a aquel de quien escribió Moisés en la Ley y también los profetas. Es Jesús, el hijo de José de Nazaret». Jesús es aquel hacia quien apuntaba toda la historia del Antiguo Testamento.

Natanael pregunta: «Pero, ¿puede salir algo bueno de Nazaret?” Posiblemente en su pregunta emerge la rivalidad que acostumbraba a existir entre las pequeñas aldeas de una misma región: Caná y Nazaret. Además de esto, según la enseñanza oficial de los escribas, el Mesías vendría de Belén en Judea. No podía venir de Nazaret en Galilea (Jn 7,41-42). Andrés da la misma respuesta que Jesús había dado a los otros dos discípulos: “¡Ven y verá!» No es imponiendo sino viendo que las personas se convencen. De nuevo, ¡el mismo proceso: encontrar, experimentar, compartir, testimoniar, llevar a Jesús!

Jesús ve a Natanael y dice: «¡Ahí viene un verdadero israelita, sin falsedad!» Y afirma que ya le conocía, cuando estaba debajo de la higuera. ¿Cómo es que Natanael podía ser un «auténtico israelita” si no aceptaba a Jesús como Mesías? Natanael «estaba debajo de la higuera». La higuera era el símbolo de Israel (cf. Mi 4,4; Zc 3,10; 1Re 5,5). Israelita auténtico es aquel que sabe deshacerse de sus propias ideas cuando percibe que no concuerdan con el proyecto de Dios. El israelita que no está dispuesto a esta conversión non es ni auténtico, ni honesto. El esperaba al Mesías según la enseñanza oficial de la época (Jn 7,41-42.52). Por esto, inicialmente, no aceptaba a un mesías venido de Nazaret. Pero el encuentro con Jesús le ayudó a percibir que el proyecto de Dios no siempre es como la gente se lo imagina o desea que sea. El reconoce su engaño, cambia idea, acepta a Jesús como mesías y confiesa: «¡Maestro, tu eres el hijo de Dios, tú eres el rey de Israel!» La confesión de Natanael no es que el comienzo. Quien será fiel, verá el cielo abierto y los ángeles que suben y bajan sobre el Hijo del Hombre. Experimentará que Jesús es la nueva alianza entre Dios y nosotros, los seres humanos. Es la realización del sueño de Jacob (Gén 28,10-22).

Para la reflexión personal

¿Cuál es el título de Jesús que más te gusta? ¿Por qué?
¿Tuviste intermediario entre tú y Jesús?

Oración final

Pues bueno es Yahvé y eterno su amor, su lealtad perdura de edad en edad. (Sal 100,5)

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Lectio mié, 4 ene, 2023

Oración

Oh Padre, Tú que eres Dios omnipotente y misericordioso, acoge la oración de nosotros tus hijos; el Salvador que tú has enviado, luz nueva al horizonte del mundo, surja y brille sobre toda nuestra vida. Él es Dios…

Lectura del Evangelio según San Juan (1, 35-42)

Estaba Juan el Bautista con dos de sus discípulos, y fijando los ojos en Jesús, que pasaba, dijo: “Éste es el Cordero de Dios”. Los dos discípulos, al oír estas palabras, siguieron a Jesús. Él se volvió hacia ellos, y viendo que lo seguían, les preguntó: “¿Qué buscan?” Ellos le contestaron: “¿Dónde vives, Rabí?” (Rabí significa ‘maestro’). Él les dijo: “Vengan a ver”. Fueron, pues, vieron dónde vivía y se quedaron con él ese día. Eran como las cuatro de la tarde. Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que oyeron lo que Juan el Bautista decía y siguieron a Jesús. El primero a quien encontró Andrés, fue a su hermano Simón, y le dijo: “Hemos encontrado al Mesías” (que quiere decir ‘el Ungido’). Lo llevó a donde estaba Jesús y éste, fijando en él la mirada, le dijo: “Tú eres Simón, hijo de Juan. Tú te llamarás Kefás” (que significa Pedro, es decir, ‘roca’).

Meditación

En el primer capítulo de su Evangelio, Juan nos conduce a través de una especie de viaje temporal, en una semana, con tres repeticiones de la expresión “al día siguiente” (vv. 29, 35 y 43). Nuestro pasaje nos ubica en el segundo de estos momentos, el central, y por lo tanto el más importante, caracterizado por el itinerario físico y espiritual que hacen los primeros discípulos de Juan hacia Jesús. Es el “día siguiente” del encuentro, de la elección, del seguimiento.

Nuestra escena está atravesada de manera muy viva por el intercambio intenso de miradas: de Juan hacia Jesús (v. 35); de Jesús a los dos discípulos (v. 38); de los discípulos a Jesús (vv. 38-39); y finalmente es Jesús el que dirige nuevamente su mirada a nosotros, en la persona de Pedro (v. 42).

El evangelista utiliza verbos diferentes, pero todos cargados de distintos matices, de intensidad; no se trata de miradas superficiales, distraídas, fugaces, sino más bien de contactos profundos, intensos, que parten del corazón, del alma. Es así que Jesús, el Señor, mira a sus discípulos y nos mira a nosotros; es así también que nosotros deberíamos aprender a mirarlo a Él. De manera especial es bello el verbo que abre y cierra el pasaje: “fijar la mirada”, que significa literalmente “mirar dentro”.

Jesús está caminando por el mar, por las orillas de nuestra vida; es así que Juan lo retrata, lo fija, usando el verbo en el participio para decirnos que, en el fondo, Jesús aún hoy está pasando a nuestro lado, como en aquel día. También Él puede visitar y atravesarse en nuestras vidas; nuestra tierra puede acoger las huellas de sus pasos.

Tal vez el centro del pasaje se encuentra precisamente en el movimiento de Jesús; primero Él camina, luego se vuelve y se detiene, con la mirada, con el corazón, en la vida de los dos discípulos. Jesús “se vuelve”, es decir, cambia, se adapta, deja su condición de antes y asume otra. Jesús aquí se nos revela como Dios encarnado, Dios que ha descendido en medio de nosotros, hecho hombre. Se ha vuelto del seno del Padre y se ha dirigido a nosotros.

Es bello ver cómo el Señor nos hace participar en sus movimientos, en su propia vida; Él, de hecho, invita a los dos discípulos a “venir a ver”. No se puede estar detenido cuando se ha encontrado al Señor; su presencia nos pone en movimiento, nos hace levantar de nuestras viejas posiciones y nos hace correr. Tratemos de recoger todos los verbos que hacen referencia a los discípulos en este pasaje: “siguieron” (v. 37); “le seguían” (v. 38); “fueron… vieron… se quedaron con Él” (v. 39).

La primera parte del pasaje se cierra con la experiencia bellísima de los primeros dos discípulos que se quedaron con Jesús; lo han seguido, han entrado en su casa y se han quedado allí con Él. Es el viaje de la salvación, de la verdadera felicidad, que se ofrece también a nosotros. Basta solamente con aceptar quedarse, con ser firmes, decididos, estar enamorados, sin ir de acá para allá, hacia uno u otro maestro del momento, uno u otro nuevo amor de la vida. Porque cuando está Jesús, el Señor, cuando hemos sido invitados por Él, realmente no hace falta nada.

Algunas preguntas

El relato temporal de esta parte del Evangelio, con sus “al día siguiente” nos hace entender que el Señor no es una realidad abstracta y distante, sino que Él entra en nuestros días, en nuestros años que pasan, en nuestra existencia concreta. ¿Me siento dispuesto a abrir a Él mi tiempo, a compartir con él mi vida? ¿Estoy listo a entregar en sus manos mi presente, mi futuro, para que sea Él quien guíe cada “día siguiente” de mi vida?

Los discípulos realizan un bellísimo camino espiritual, evidenciado por los verbos “oyeron, siguieron, vieron, se quedaron”. ¿No deseo, yo también, comenzar esta bella aventura con Jesús? ¿Tengo los oídos abiertos para oír, para escuchar con profundidad y así yo también poder dar la misma respuesta positiva al Amor del Padre que desea llegar a mí? ¿Siento nacer en mí el gozo de poder comenzar un camino nuevo, caminando detrás de Jesús? ¿Tengo los ojos del corazón totalmente abiertos como para comenzar a ver lo que realmente sucede dentro de mí y a mi alrededor, y para reconocer en cada acontecimiento la presencia del Señor?

Pedro recibe un nombre nuevo por parte de Jesús; su vida se ve completamente transformada. ¿Me atrevo, hoy, a entregar al Padre mi nombre, mi vida, mi persona toda, así como es, para que Él pueda generarme de nuevo como hijo, como hija, llamándome con el nombre que él, en su infinito Amor, ha pensado para mí?

Oración final

El Señor es mi pastor, nada me falta; en verdes praderas me hace reposar, y me conduce hacia aguas frescas.
Conforta mi alma, me guía por el camino justo por amor de su nombre. Aunque camine por valles oscuros, no temo ningún mal, porque Tú estás conmigo. (del Salmo 23)

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Lectio mar, 3 ene, 2023

Oración inicial

Señor, que has comenzado de modo admirable la obra de la redención de los hombres con el nacimiento de tu Hijo, concédenos, te rogamos, una fe tan sólida que, guiados por el mismo Jesucristo, podamos alcanzar los premios eternos que nos has prometido.
Por nuestro Señor. Amen.

Lectura del santo Evangelio según Juan 1,29-34

Al día siguiente, vio Juan el Bautista a Jesús, que venía hacia él, y exclamó: «Éste es el Cordero de Dios, el que quita el pecado del mundo. Éste es aquel de quien yo he dicho: ‘El que viene después de mí, tiene precedencia sobre mí, porque ya existía antes que yo’. Yo no lo conocía, pero he venido a bautizar con agua, para que él sea dado a conocer a Israel».

Entonces Juan dio este testimonio: «Vi al Espíritu descender del cielo en forma de paloma y posarse sobre él. Yo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: ‘Aquel sobre quien veas que baja y se posa el Espíritu Santo, ése es el que ha de bautizar con el Espíritu Santo’. Pues bien, yo lo vi y doy testimonio de que éste es el Hijo de Dios».

Reflexión

En el Evangelio de Juan historia y símbolo se mezclan. En el texto de hoy, el simbolismo consiste sobre todo en evocaciones de texto conocidos del Antiguo Testamento que revelan algo respecto de la identidad de Jesús. En estos pocos versos (Jn 1,29-34) hay las siguientes expresiones con densidad simbólica:

Cordero de Dios;
Quitar el pecado del mundo;
Existía antes que yo;
El descenso del Espíritu como paloma;
Hijo de Dios.

Cordero de Dios. Este título evocaba la memoria del éxodo. En la noche de la primera Pascua, la sangre del Cordero Pascual, con el que se señalaban las puertas de las casas, constituía para la gente señal de liberación (Es 12,13-14). Para los primeros cristianos Jesús es el nuevo Cordero Pascual que libera a su pueblo (1Cor 5,7; 1P 1,19; Ap 5,6.9).

Quitar el pecado del mundo. Evoca la frase tan bonita de la profecía de Jeremías: “Ya no tendrán que enseñarse mutuamente diciéndose el uno al otro: Conozcan a Yavé. Pues me conocerán todos, del más grande al más humilde. Porque yo habré perdonado su culpa y no me acordaré más de su pecado” (Jer 31,34).

Existía antes que yo. Evoca varios textos de los libros sapienciales, en los que se habla de la Sabiduría de Dios que existía antes de todas las demás criaturas y que estaba junto a Dios como maestro de obras en la creación del universo y que, por fin, fue a morar en medio del pueblo de Dios (Prov 8,22-31; Ec 24,1-11).

El descenso del Espíritu como paloma. Evoca la acción creadora en la que se dice que “el espíritu de Dios aleteaba sobre las aguas “ (Gén 1,2). El texto de Génesis 1,2 sugiere la imagen de un pájaro que vuela sobre un nido. Imagen de la nueva creación en movimiento bajo la acción de Dios.

Hijo de Dios: es el título que resume todos los demás. El mejor comentario de este título es la explicación del mismo Jesús: “Las autoridades de los judíos respondieron: No te apedreamos por algún bien que hayas hecho, sino porque siendo hombre, insultas a Dios, haciéndote pasar por Dios.» Jesús dijo:»¿No está escrito en la Ley de ustedes: Yo lo digo: ustedes son dioses? Se llama, pues, dioses a los que reciben la palabra de Dios; y no se puede dudar de la Escritura. Entonces, si el Padre me ha consagrado y enviado al mundo, ¿no puedo decir que soy Hijo de Dios sin insultar a Dios? Si yo no cumplo las obras del Padre, no me crean. Pero si las cumplo, aunque no me crean por mí, crean por las obras que hago y sepan de una vez que el Padre está en mí y yo estoy en el Padre.» (Jn 10,33-39)

Para la reflexión personal

Jesús se ofreció a si mismo, completamente, para toda la humanidad, y yo ¿qué puedo ofrecer para ayudar a mi prójimo?
También nosotros hemos recibido el Espíritu Santo ¿Cuán consciente soy de que soy templo del Espíritu?

Oración final

Cantad a Yahvé un nuevo canto, porque ha obrado maravillas; le sirvió de ayuda su diestra, su santo brazo. (Sal 98,1)

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Lectio lun, 2 ene, 2023

Tiempo de Navidad

Oración inicial

Dios todopoderoso: que tu Salvador, luz de redención que surge en el cielo, amanezca también en nuestros corazones y los renueva siempre. Por nuestro Señor. Amen.

Lectura del santo Evangelio según Juan 1,19-28

Éste es el testimonio que dio Juan el Bautista, cuando los judíos enviaron desde Jerusalén a unos sacerdotes y levitas para preguntarle: “¿Quién eres tú?”

Él reconoció y no negó quién era. Él afirmó: “Yo no soy el Mesías”. De nuevo le preguntaron: “¿Quién eres, pues? ¿Eres Elías?” Él les respondió: “No lo soy”. “¿Eres el profeta?” Respondió: “No”. Le dijeron: “Entonces dinos quién eres, para poder llevar una respuesta a los que nos enviaron. ¿Qué dices de ti mismo?” Juan les contestó: “Yo soy la voz que grita en el desierto: ‘Enderecen el camino del Señor’, como anunció el profeta Isaías”.

Los enviados, que pertenecían a la secta de los fariseos, le preguntaron: “Entonces ¿por qué bautizas, si no eres el Mesías, ni Elías, ni el profeta?” Juan les respondió: “Yo bautizo con agua, pero en medio de ustedes hay uno, al que ustedes no conocen, alguien que viene detrás de mí, a quien yo no soy digno de desatarle las correas de sus sandalias”.

Esto sucedió en Betania, en la otra orilla del Jordán, donde Juan bautizaba.

Reflexión

El evangelio de hoy habla del testimonio de Juan Bautista. Los judíos enviaron a “sacerdotes y levitas” para interrogarlo. Asimismo, algunos años después, mandaron a algunas personas a que controlaran la actividad de Jesús (Mc 3,22). Hay una semejanza muy grande entre las respuestas de la gente respecto a Jesús y las preguntas que las autoridades hicieron a Juan. Jesús preguntó a los discípulos: “¿Quién dice la gente que yo soy?” Ellos respondieron: “Elías, Juan Bautista, Jeremías; algunos de los profetas” (cf. Mc 8,27-28). Las autoridades plantearon las mismas preguntas a Juan: “¿Quién eres: el Mesías, Elías, el Profeta?” Juan respondió citando al profeta Isaías: “Yo soy la voz del que grita en el desierto: preparad el camino al Señor”. Los otros tres evangelios tienen también la misma afirmación respecto de Juan: no es el Mesías, pero vino a preparar la llegada del Mesías. (cf. Mc 1,3; Mt 3,3; Lc 3,4). Los cuatro evangelios prestan una gran atención a la actividad y al testimonio de Juan Bautista. ¿Cuál es el motivo de esta insistencia de los evangelios en decir que Juan no es el Mesías?

Juan Bautista había sido ejecutado por Herodes, alrededor del año 30. Pero hasta finales del siglo primero, época en la que fue escrito el Cuarto Evangelio, el liderazgo de Juan Bautista seguía siendo muy fuerte entre los judíos. Hasta después de su muerte la memoria de Juan seguía ejerciendo una gran influencia en la vida de fe de la gente. Era considerado como un profeta (Mc 11,32). Era el primer gran profeta que apareció después de siglos de ausencia de profetas. Muchos le consideraban como el Mesías.

Cuando en los años 50, Pablo pasó por Efeso allí en Asia Menor, encontró a un grupo de personas que habían sido bautizadas en el nombre de Juan (cf. He 19,1-4). Por ello, era importante divulgar el testimonio de Juan Bautista quien afirmaba que no era el Mesías y apuntaba a Jesús como el Mesías. Y así Juan contribuía a irradiar mejor la Buena Noticia de Jesús.

“¿Por qué bautizas entonces, si no eres el Cristo, ni Elías, ni el Profeta?” La respuesta de Juan es otra afirmación que apunta hacia Jesús como el Mesías: «Yo bautizo con agua, pero hay uno en medio de ustedes a quien no conocen. El viene detrás de mí, y yo no merezco soltarle la correa de la sandalia». Y un poco más adelante (Jn 1,33), Juan hace alusión a las profecías que anunciaban la efusión del Espíritu para los tiempos mesiánicos: “Verás el Espíritu bajar sobre aquel que ha de bautizar con el Espíritu Santo, y se quedará en él” (cf Is 11,1-9; Ez 36,25-27; Joel 3,1-2).

Para la reflexión personal

¿Ha habido en mi vida algún Juan Bautista que preparaba el camino a Jesús?
Juan fue humilde: no se hizo mayor de lo que era en realidad. ¿Has sido bautista para alguien?

Oración final

Los confines de la tierra han visto la salvación de nuestro Dios. ¡Aclama a Yahvé, tierra entera, gritad alegres, gozosos, cantad! (Sal 98,3-4)

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Lectio Dom, 1 ene, 2023

Visita de los Pastores a Jesús y a su Madre
Los marginados son preferidos por Dios
Lucas 2,16-21

Oración inicial

Señor Jesús, envía tu Espíritu, para que Él nos ayude a leer la Biblia en el mismo modo con el cual Tú la has leído a los discípulos en el camino de Emaús. Con la luz de la Palabra, escrita en la Biblia, Tú les ayudaste a descubrir la presencia de Dios en los acontecimientos dolorosos de tu condena y muerte. Así, la cruz, que parecía ser el final de toda esperanza, apareció para ellos como fuente de vida y resurrección.

Crea en nosotros el silencio para escuchar tu voz en la Creación y en la Escritura, en los acontecimientos y en las personas, sobre todo en los pobres y en los que sufren. Tu palabra nos oriente a fin de que también nosotros, como los discípulos de Emaús, podamos experimentar la fuerza de tu resurrección y testimoniar a los otros que Tú estás vivo en medio de nosotros como fuente de fraternidad, de justicia y de paz. Te lo pedimos a Ti, Jesús, Hijo de María, que nos has revelado al Padre y enviado tu Espíritu. Amén.

Lectura

Clave de lectura:

El motivo que mueve a José y a María a llegarse a Belén fue un censo impuesto por el emperador de Roma (Lc 2,17). Periódicamente, las autoridades romanas decretaban estos censos en las diversas regiones del inmenso imperio. Se trataba de controlar a la población y saber cuántas personas debían pagar los impuestos. Los ricos pagaban los impuestos sobre los terrenos y bienes que poseían. Los pobres por el número de hijos que tenían. A veces el impuesto total superaba el 50% del rédito de la persona. En el evangelio de Lucas notamos una diferencia significativa entre el nacimiento de Jesús y el nacimiento de Juan Bautista. Juan nace en su casa, en su tierra, en medio de sus parientes y vecinos y es acogido por todos. (Lc 1,57-58). Jesús nace desconocido, fuera del ambiente familiar y de los vecinos, fuera de su tierra. “ No había puesto para ellos en el mesón”. Debió ser dejado en un pesebre (Lc 2,7).

Intentemos colocar y comentar nuestro texto (Lc 2,16-21) en el amplio contexto de la visita de los pastores (Lc 2,8-21). Durante la lectura tratemos de estar atento a lo que sigue: ¿Cuáles son las sorpresas y contrastes que aparecen en este texto?

Una división del texto para ayudarnos en la lectura:
Lucas 2,8-9: Los pastores en el campo, los primeros invitados
Lucas 2,10-12: El primer anuncio de la Buena Noticia se hace a los pastores
Lucas 2,13-14: La alabanza de los ángeles
Lucas 2,15-18: Los pastores van a Belén y cuentan la visión de los ángeles
Lucas 2,19-20: Comportamiento de María y de los pastores ante los hechos
Lucas 2, 21: La circuncisión del pequeño Jesús
Lucas 2,21: La circuncisión del pequeño Jesús

Texto:

Los pastores fueron a toda prisa hacia Belén y encontraron a María, a José y al niño, recostado en el pesebre. Después de verlo, contaron lo que se les había dicho de aquel niño, y cuantos los oían quedaban maravillados. María, por su parte, guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón.

Los pastores se volvieron a sus campos, alabando y glorificando a Dios por todo cuanto habían visto y oído, según lo que se les había anunciado.

Cumplidos los ocho días, circuncidaron al niño y le pusieron el nombre de Jesús, aquel mismo que había dicho el ángel, antes de que el niño fuera concebido.

Un momento de silencio orante

para que la Palabra de Dios pueda entrar en nosotros e iluminar nuestra vida.

Algunas preguntas

para ayudarnos en la meditación y en la oración.

¿Qué es lo que más te ha gustado en este texto? ¿Por qué?
¿Cuáles son las sorpresas y contrastes que aparecen en el texto?
¿De qué modo el texto enseña que el pequeño es el más grande en el cielo y el más pobre en la tierra?
¿Cuáles son las conductas de María y de los pastores ante el Misterio de Dios que se les revela?
¿Cuál es el mensaje que Lucas quiere comunicarnos por medio de estos detalles?

Para aquéllos que desean profundizar más en el tema

Contexto de entonces y de hoy

El texto de esta fiesta de la Madre de Dios (Lc 2,16-21) forma parte de la descripción más amplia del nacimiento de Jesús (Lc 2,1-7) y de la visita de los pastores (Lc 2,8-21).

El ángel había anunciado el nacimiento del Salvador, dando una señal para reconocerlo: “Encontraréis un niño envuelto en pañales, y acostado en un pesebre”. Ellos esperaban al Salvador de todo un pueblo y deberán reconocerlo en un niño recién nacido, pobre, que yace entre dos animales. ¡Gran sorpresa!

El plan de Dios acontece de modo inesperado, lleno de sorpresa. Esto sucede hoy también. ¡Un niño pobre será el Salvador del mundo! ¿Te lo puedes creer?

Comentario del texto:

Lucas 2,8-9: Los primeros invitados Los pastores eran personas marginadas, poco apreciadas. Vivían junto con los animales, separados del resto de la humanidad. A causa del contacto permanente con los animales eran considerados impuros. Nunca, nadie les hubiera invitado a visitar a un recién nacido. Pero precisamente a estos pastores aparece el Ángel del Señor para transmitirle la gran noticia del nacimiento de Jesús. Ante la aparición de los ángeles ellos se llenan de temor.

Lucas 2,10-12: El primer anuncio de la Buena Nueva La primera palabra del ángel es: ¡No temáis! La segunda es: ¡Gozo para todo el pueblo!

La tercera es: ¡Hoy! Para enseguida dar tres nombres como queriéndonos indicar quien es Jesús: ¡Salvador, Cristo y Señor! ¡Salvador es aquél que libera a todos de todo lo que les ata! A los gobernantes de aquel tiempo les gustaba usar el título de Salvador. Ellos mismos se atribuían el título de Soter = Salvador). Cristo significa ungido o mesías. En el Viejo Testamento éste era el título que se le daba a los reyes y a los profetas. Era también el título del futuro Mesías que cumpliría las promesas de Dios con respecto al pueblo. Esto significa que el recién nacido, que yace en un pesebre, viene a realizar la esperanza del pueblo. ¡Señor era el nombre que se daba a Dios mismo! Aquí tenemos los tres títulos más grandes que se pueda imaginar. A partir de este anuncio del nacimiento de Jesús Salvador Cristo Señor, imagínate alguno con una categoría más elevada. El ángel te dice: “¡Atención! Te doy esta señal de reconocimiento: encontrarás a un niño en un pesebre, en medio de los pobres!” ¿Tú lo creerías? ¡El modo como Dios obra es diverso del nuestro!

Lucas 2,13-14: Alabanza de los ángeles: Gloria a Dios en lo más alto del cielo, Paz en la tierra a los hombres en quienes Él se complace Una multitud de ángeles aparece y desciende del cielo. Es el cielo el que se plega sobre la tierra. Las dos frases del versículo resumen el proyecto de Dios, su plan. La primera dice qué sucede en el mundo de arriba: Gloria Dios en lo más alto del cielo. La segunda dice lo que sucederá en el mundo de aquí abajo: ¡Paz en la tierra a los hombres que Él ama! Si la gente pudiera experimentar lo que verdaderamente significa ser amados por Dios, todo cambiaría y la paz habitaría en la tierra. Y sería ésta la mayor gloria de Dios que vive en lo más alto.

Lucas 2, 15-18: Los pastores van hasta Belén y cuentan la visión de los ángeles La Palabra de Dios no es un sonido producido por la boca. Es sobre todo ¡un acontecimiento! Los pastores dicen literalmente: “Vayamos a ver esta palabra que se ha verificado y que el Señor nos ha manifestado” En hebreo, la expresión DABAR puede significar al mismo tiempo palabra y cosa (acontecimiento), generado por la palabra. La palabra de Dios tiene fuerza creadora. Cumple lo que dice. En la creación dijo Dios: “¡Hágase la luz! ¡Y la luz se hizo!” (Gén 1,3). La palabra del ángel a los pastores es el acontecimiento del nacimiento de Jesús.

Lucas 2,19-20: Conducta de María y de los pastores ante los hechos, ante la palabra Lucas añade enseguida que “ María conservaba estas palabras (acontecimientos) meditándolos en su corazón”. Son dos modos de percibir y acoger la Palabra de Dios: (i) Los pastores se levantan y van para ver los hechos y verificar en ellos la señal que se les había dado por el ángel, y después, vuelven a sus rebaños glorificando y alabando a Dios por todo lo que habían visto y oído. (ii) María, por su parte, conservaba con cuidado todos los acontecimientos en la memoria y los meditaba en su corazón. Meditar las cosas significa rumiarlas e iluminarlas con la luz de la Palabra de Dios, para así llegar a entender mejor todo el significado para la vida.

Lucas 2,21: La circuncisión y el Nombre de Jesús De acuerdo con una norma de la Ley, el pequeño Jesús es circuncidado el octavo día después de su nacimiento (cf Gén 17,12). La circuncisión era una señal de pertenencia al pueblo. Daba identidad a la persona. En esta ocasión cada niño recibía su nombre (cf Lc 1,59-63). El niño recibe el nombre de Jesús que le había sido dado por el ángel, antes de ser concebido. El ángel había dicho a José que el nombre del niño debía ser Jesús “él salvará a su pueblo de sus pecados” (Mt 1,21). El nombre de Jesús es Cristo, que significa Ungido o Mesías. Jesús es el Mesías esperado. Un tercer nombre es Emmanuel, que significa Dios con nosotros (Mt 1,23). ¡El nombre completo es Jesús Cristo Emmanuel!

Ampliando informaciones:

María en el evangelio de Lucas

La función de los dos primeros capítulos del Evangelio de Lucas:
Se trata de dos capítulos bastantes conocidos, pero pocos profundizados. Lucas los escribe imitando los escritos del Viejo Testamento. Es como si estos dos capítulos fuesen los últimos del Viejo Testamento abriendo la puerta para la llegada del Nuevo Testamento. En estos capítulos nos hace sentir el perfume de un ambiente de ternura y alabanza. Del principio al fin, se alaba y canta la misericordia de Dios que, finalmente, viene a cumplir sus promesas. Lucas nos muestra cómo Jesús, cumple el Viejo Testamento iniciando el Nuevo Testamento. Y lo cumple a favor de los pobres, de los anawim, de aquéllos que sabrán esperar su venida: Isabel, Zacarías, José, Simeón, Ana , los pastores. Por esto, los dos primeros capítulos no son historia según el sentido que hoy le damos a la historia. Sirven mucho más como un espejo, en el que los destinatarios, los cristianos convertidos del paganismo, podían descubrir quién era Jesús y cómo había venido para realizar las profecías del Viejo Testamento, respondiendo a las más profundas aspiraciones del corazón humano. Era espejo también de lo que estaba acaeciendo en las comunidades del tiempo de Lucas. Las comunidades venidas del paganismo nacerán de las comunidades de los judíos convertidos. Pero ellos eran diferentes. El Nuevo Testamento no correspondía a lo que el Viejo Testamento imaginaba y esperaba. Era “la señal de contradicción” (Lc 2,34), causaba tensión y era fuente de muchos dolores. En la conducta de María, Lucas presenta un modelo de cómo las comunidades podían reaccionar y perseverar en el Nuevo.

La clave de lectura:

En estos dos capítulos Lucas presenta a María como modelo para la vida de las comunidades. La clave nos viene dada en aquel episodio en la que una mujer del pueblo elogia a la madre de Jesús. Jesús modifica el elogio y dice : “Dichosos aquéllos que escuchan la palabra de Dios y la guardan” (Lc 11,27-28) Aquí está la grandeza de María.

Es en el modo en el que María sabe referirse a la Palabra de Dios en el que las comunidades contemplan el modo más correcto de relacionarse con la Palabra de Dios: acogerla, encarnarla, vivirla, profundizarla, rumiarla, hacerla nacer y crecer, dejarse plasmar por ella, aun cuando no se entienda o cuando nos hace sufrir. Es ésta la visión que subyace en los dos títulos de los capítulos 1 y 2 del Evangelio de Lucas, que hablan de María, la madre de Jesús.

Aplicando la clave a los textos:

Lucas 1,26-38: La Anunciación: “¡Hágase en mí según tu palabra! Saber abrirse, de modo que la Palabra de Dios sea acogida y se encarne.

Lucas 1,39-45 La Visitación: ¡Dichosa la que ha creído!” Saber reconocer la Palabra de Dios en los hechos de la vida

Lucas 1,46-56: El Magnificat: “¡El Señor ha hecho cosas grandes en mí!” Un canto subversivo de resistencia y esperanza

Lucas 2,1-20: El Nacimiento: “Ella conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón” No había puesto para ellos. Los marginados acogen la Palabra

Lucas 2,21-32: La Presentación: ¡Mis ojos han visto tu salvación!” Los muchos años purifican los ojos

Lucas 2,33-38: Simeón y Ana: “Una espada te traspasará el alma” Ser cristianos quiere decir ser señales de contradicción

Lucas 2,39-52: A los doce años: “¿No sabíais que yo debo ocuparme de las cosas de mi Padre?” ¡Ellos no entendieron lo que les decía!

Los contrastes que más resaltan en nuestro texto:

En las tinieblas de la noche brilla una luz (2,8-9)
El mundo arriba, el cielo parece envolver a nuestro mundo aquí abajo (2,13)
La grandeza de Dios se manifiesta en la pequeñez de un niño (2,7)
La gloria de Dios se hace presente en un pesebre, junto a animales (2,16)
El miedo provocado por la repentina aparición del ángel se convierte en alegría (2,9- 10)
Las personas marginadas de todo son las primeras invitadas (2,8)
Los pastores reconocen a Dios presente en un niño (2,20)

Rezar con el Salmo 23 (22)

“¡El Señor es mi pastor!”

Yahvé es mi pastor, nada me falta. En verdes pastos me hace reposar.
Me conduce a fuentes tranquilas, allí reparo mis fuerzas. Me guía por cañadas seguras haciendo honor a su nombre.
Aunque fuese por valle tenebroso, ningún mal temería, pues tú vienes conmigo; tu vara y tu cayado me sosiegan.
Preparas ante mí una mesa, a la vista de mis enemigos; perfumas mi cabeza, mi copa rebosa.
Bondad y amor me acompañarán todos los días de mi vida, y habitaré en la casa de Yahvé un sinfín de días.

Oración final

Señor Jesús, te damos gracia por tu Palabra que nos ha hecho ver mejor la voluntad del Padre. Haz que tu Espíritu ilumine nuestras acciones y nos comunique la fuerza para seguir lo que Tu Palabra nos ha hecho ver. Haz que nosotros como María, tu Madre, podamos no sólo escuchar, sino también poner en práctica la Palabra. Tú que vives y reinas con el Padre en la unidad del Espíritu Santo por todos los siglos de los siglos. Amén.

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Lectio sáb, 31 dic, 2022

Tiempo de Navidad

Oración inicial

Dios todopoderoso y eterno, que has establecido el principio y la plenitud de toda religión en el nacimiento de tu Hijo Jesucristo: te suplicamos nos concedas la gracia de ser contados entre los miembros vivos de su Cuerpo, porque sólo en él radica la salvación del mundo. Por nuestro Señor.

Lectura del santo Evangelio según Juan 1,1-18

En el principio ya existía aquel que es la Palabra,
y aquel que es la Palabra estaba con Dios y era Dios.
Ya en el principio él estaba con Dios.
Todas las cosas vinieron a la existencia por él
y sin él nada empezó de cuanto existe.
Él era la vida, y la vida era la luz de los hombres.
La luz brilla en las tinieblas
y las tinieblas no la recibieron.

Hubo un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan.
Éste vino como testigo, para dar testimonio de la luz,
para que todos creyeran por medio de él.
Él no era la luz, sino testigo de la luz.

Aquel que es la Palabra era la luz verdadera,
que ilumina a todo hombre que viene a este mundo.
En el mundo estaba;
el mundo había sido hecho por él
y, sin embargo, el mundo no lo conoció.

Vino a los suyos y los suyos no lo recibieron;
pero a todos los que lo recibieron
les concedió poder llegar a ser hijos de Dios,
a los que creen en su nombre,
los cuales no nacieron de la sangre,
ni del deseo de la carne, ni por voluntad del hombre,
sino que nacieron de Dios.

Y aquel que es la Palabra se hizo hombre
y habitó entre nosotros.
Hemos visto su gloria,
gloria que le corresponde como a Unigénito del Padre,
lleno de gracia y de verdad.

Juan el Bautista dio testimonio de él, clamando:
“A éste me refería cuando dije:
‘El que viene después de mí, tiene precedencia sobre mí,
porque ya existía antes que yo’ ”.

De su plenitud hemos recibido todos gracia sobre gracia.
Porque la ley fue dada por medio de Moisés,
mientras que la gracia y la verdad vinieron por Jesucristo.
A Dios nadie lo ha visto jamás.
El Hijo unigénito, que está en el seno del Padre,
es quien lo ha revelado.

Reflexión

El Prólogo es la primera cosa que se ve al abrir el evangelio de Juan. Pero fue la última en ser escrita. Es el resumen final, puesto en el comienzo. En él, Juan describe la caminada de la Palabra de Dios. Ella estaba junto a Dios, desde antes de la creación y por medio de ella todo fue creado. Todo lo que existe es expresión de la Palabra de Dios. Como la Sabiduría de Dios (Prov 8,22-31), la Palabra quiso llegar más cerca de nosotros y se hizo carne en Jesús. Vino en medio de nosotros, realizó su misión y volvió a Dios. Jesús es esta Palabra de Dios. Todo lo que dice y hace es comunicación que nos revela al Padre.

Diciendo «En el principio era la Palabra», Juan evoca la primera frase de la Biblia que dice: «En el principio Dios creó el cielo y la tierra» (Gn 1,1). Dios creó todo por medio de su Palabra. «El habló y las cosas empezaron a existir» (Sl 33,9; 148,5). Todas las criaturas son una expresión de la Palabra de Dios. Esta Palabra viva de Dios, presente en todas las cosas, brilla en las tinieblas. Las tinieblas intentan apagarla, pero no lo consiguen. La búsqueda de Dios, siempre nueva, renace en el corazón humano. Nadie consigue taparla. ¡No conseguimos vivir sin Dios por mucho tiempo!

Juan Bautista vino para ayudar al pueblo a que descubriera y saboreara esta presencia luminosa y consoladora de la Palabra de Dios en la vida. El testimonio de Juan el Bautista fue tan importante, que mucha gente pensaba de él que  era el Cristo (Mesías). (Hechos 19,3; Jn 1,20) Por eso, el Prólogo aclara diciendo: «¡Juan no era la luz! Vino para dar testimonio de la luz!»

Así como la Palabra de Dios se manifiesta en la naturaleza, en la creación, asimismo se manifiesta en el «mundo», esto es, en la historia de la humanidad y, en particular, en la historia del pueblo de Dios. Pero el “mundo» no reconoció ni recibió la Palabra. El «vino para los suyos, pero los suyos no le recibieron». Aquí, cuando dice mundo, Juan quiere indicar el sistema tanto del imperio como de la religión de la época, ambos encerrados en si mismos y, por esto mismo, incapaces de reconocer y recibir la Buena Nueva (Evangelio), la presencia luminosa de la Palabra de Dios.

Pero las personas que se abren aceptando la Palabra, se vuelven hijos e hijas de Dios. La persona se vuelve hijo o hija de Dios no por propios méritos, ni por ser de la raza de Israel, sino por el simple hecho de confiar y creer que Dios, en su bondad, nos acepta y nos acoge. La Palabra de Dios entra en la persona y hace con que ella se siente acogida por Dios como hija, como hijo. Es el poder de la gracia de Dios.

Dios no quiere quedarse lejos de nosotros. Por esto, su Palabra llegó más cerca todavía y se hizo presente en medio de nosotros en la persona de Jesús. El Prólogo dice literalmente: «La Palabra se hizo carne y puso su tienda entre nosotros» Antiguamente, en el tiempo del éxodo, allí en el desierto Dios vivía en una tienda en medio del pueblo (Ex 25,8). Ahora, la tienda donde Dios mora con nosotros es Jesús, «lleno de gracia y de verdad» Jesús vino a revelar quién es este Dios nuestro, que está presente en todo, desde el comienzo de la creación.

Para la reflexión personal

Todo lo que existe es una expresión de la Palabra de Dios, una revelación de su presencia. ¿Será que soy suficientemente contemplativo para poder percibir y experimentar esta presencia universal de la Palabra de Dios?
¿Qué significa para mí poder ser llamado hijo de Dios?

Oración final

Griten de gozo los árboles del bosque,
delante de Yahvé, que ya viene,
viene, sí, a juzgar la tierra!
Juzgará al mundo con justicia,
a los pueblos con su lealtad. (Sal 96,12-13)

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Lectio vie, 30 dic, 2022

La huída a Egipto y el regreso a Nazaret
Mateo 2,13-23

LECTIO

Oración inicial:

Oh Dios, nuestro Creador y Padre, tú has querido que tu Hijo, engendrado antes de la aurora del mundo, fuese en todo semejante a nosotros encarnándose en el seno de la Virgen María por obra del Espíritu Santo. Envía sobre nosotros tu mismo Espíritu vivificador, para que podamos ser siempre más dóciles a la acción santificadora, dejándonos transformar dócilmente por el mismo Espíritu en la imagen y semejanza de Jesucristo tu Hijo, nuestro hermano, salvador y redentor.

Lectura del Evangelio de Mateo:

Después de que los Magos partieron de Belén, el ángel del Señor se le apareció en sueños a José y le dijo: «Levántate, toma al niño y a su madre, y huye a Egipto. Quédate allá hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo».

José se levantó y esa misma noche tomó al niño y a su madre y partió para Egipto, donde permaneció hasta la muerte de Herodes. Así se cumplió lo que dijo el Señor por medio del profeta: De Egipto llamé a mi hijo.

Después de muerto Herodes, el ángel del Señor se le apareció en sueños a José y le dijo: «Levántate, toma al niño y a su madre y regresa a la tierra de Israel, porque ya murieron los que intentaban quitarle la vida al niño».

Se levantó José, tomó al niño y a su madre y regresó a tierra de Israel. Pero, habiendo oído decir que Arquelao reinaba en Judea en lugar de su padre, Herodes, tuvo miedo de ir allá, y advertido en sueños, se retiró a Galilea y se fue a vivir en una población llamada Nazaret. Así se cumplió lo que habían dicho los profetas: Se le llamará nazareno.

MEDITATIO

Clave de lectura:

El evangelio de Mateo ha sido llamado el “Evangelio del Reino”. Mateo nos invita a reflexionar sobre la venida del reino de los cielos. En la estructura de su relato evangélico algunos han visto un drama en siete actos, que trata de la realidad de la venida de este Reino. El drama comienza con la preparación para esta venida del reino en la persona del Mesías niño y termina con la venida del Reino en el sufrimiento y en el triunfo con la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo, Hijo de Dios.

El pasaje del evangelio propuesto para nuestra reflexión, forma parte por así decir del primer acto, en el cual Mateo nos presenta la persona de Jesús como el cumplimiento de las Escrituras. Mateo es el evangelista que más veces cita el Antiguo Testamento para demostrar que en Cristo se cumplen la ley y los profetas. Jesús, la realización y la perfección de las Escrituras, ha venido al mundo para restablecer el reino de los cielos, ya anunciado en la alianza de Dios con su pueblo. Con la venida de Cristo, esta alianza no se limita sólo al pueblo hebreo, sino que se extiende a todos los pueblos. Mateo dirige una comunidad de hebreos cristianos, perseguida por la sinagoga, y la invita a la apertura hacia los gentiles. Él es el escriba sabio que sabe sacar de su tesoro lo que es antiguo y lo que es nuevo. El evangelio ha sido primeramente escrito en arameo y después redactado en griego.

El pasaje Mateo 2,13-23, hace parte de la sección que trata del nacimiento y la infancia de “Jesucristo hijo de David, hijo de Abrahán” (Mt 1,1). Jesús es hijo de su pueblo, pero también es hijo de toda la humanidad. En su genealogía se encuentran influencias extranjeras (Mt 1, 3-6). Los primeros llamados a dar homenaje al recién nacido, además de María su Madre (Mt 2, 11), son los Magos. El Mesías atrae a los sabios con su luz ofreciéndoles la salvación (Mt 2,1-12). Los Magos reciben esta salvación en contraste con Herodes y la Jerusalén turbada (Mt 2,3). Desde su nacimiento, Jesús es perseguido por los jefes de su pueblo y al mismo tiempo revive las esperiencias dolorosas de su pueblo.

Ya desde su nacimiento revive la experiencia de su pueblo exiliado y humillado más de una vez. El evangelio nos demuestra esto con el relato de la huida a Egipto y la matanza de los inocentes. El drama de estos sucesos se desarrolla delante de nosotros en estos apartados:

El ángel que aparece en sueños a José después de la partida de los Magos, y la huída a Egipto (Mt 2,13-15).

Herodes que cae en la cuenta de la burla de los Magos y mata a todos los niños de Belén (Mt 2, 16-18).

La muerte de Herodes y el regreso “clandestino” de la Santa Familia, no a Belén sino a Galilea (Mt 2, 19-23)

El tema del rey que mata a los temidos adversarios es común en la historia de toda dinastía real. En la literatura bíblica además de esta escena de Herodes que busca al Niño Jesús para matarlo, encontramos en el Antiguo Testamento algunos relatos semejantes. En el primer libro de Samuel, Saúl rechazado por el Señor, tiene temor de David e intenta matarlo (1 Sam 15; 18; 19; 20). Mical y Jonatán lo ayudan a escapar (1Sam 19,20). Además, en el primer libro de los Reyes, el rey Salomón, en su vejez, infiel a Dios y a sus padres, con el corazón pervertido, cometió lo que es malo a los ojos del Señor (1 Re 11,3-13). Por eso el Señor suscita contra él un adversario (1 Re 11,14), Hadad, que durante el reino de David huye y se refugia en Egipto (1 Re 11,17). Otro adversario de Salomón es Jeroboán, que también se refugia en Egipto para escapar del rey que   quiere matarlo (1 Re 11,40). Esto era el período de la degeneración del reino. En el segundo libro de los Reyes, esta vez en el contexto del asedio a Jerusalén, que sucede “en el año nono de su reinado [de Nabucodonosor], en el décimo mes, el diez del mes”  (2 Re 25,1) del año 589, encontramos el saqueo de Jerusalén y la segunda deportación del pueblo en el año 587 (2 Re 25, 8-21). El pueblo “que quedaba en el país de la Judea” (2Re 25,22) se somete a Godolía puesto como gobernador por Nabucodonosor. “Ismael […] con diez hombres […] dieron muerte a Godolía, a los Judíos y Caldeos que estaban con él”. Luego, por temor de los Caldeos, huyeron a Egipto (2 Re 25-26). En el libro del profeta Jeremías encontramos también el relato  de  Uría  “un hombre  que  profetizaba en el nombre del Señor” (Jer 26, 20). Éste huye a Egipto porque el rey Joaquín trataba  de matarlo. El rey logró encontrarlo en Egipto y lo mató (Jer 25 20-24).

Con estos hechos que aclaran la huída de la Sagrada Familia a Egipto, Mateo nos hace ver a Jesús que ya desde niño participa de la suerte de su pueblo. Egipto se convierte para Jesús en refugio, como lo fue para los patriarcas:

Abrahán que “descendió en Egipto, para vivir allí, porque la carestía pesaba sobre aquel país” (Gén 12,1)

José amenazado por los hermanos que intentan matarlo por envidia y es después vendido a los mercaderes que lo conducen a Egipto entregándolo a Putifar (Gén 37, 12- 36)

Israel (Jacob) que sale para Egipto llamado por su hijo José (Gén 46, 1-7).

La familia de Israel (Jacob) que entra en Egipto y allí se establece (Gén 46-50; Ex 1, 1-6)

Mateo cambia el sentido de la cita tomada de Oseas 11,1: “De Egipto llamé a mi hijo” y la interpreta como si Dios llamase a su Hijo Jesús para huir a Egipto (Mt 2,15). El sentido original de Oseas era, que el Señor llamó a su hijo Israel a huir a Egipto para formar un pueblo. La huída a Egipto de Jesús y el exterminio de los inocentes de Belén nos recuerda la opresión de Israel en el país de Egipto y el exterminio de los recién nacidos machos. (Éx 1, 8-22)

La profecía aplicada para la matanza de los inocentes está tomada del libro de la consolación compuesto por los capítulos 30 y 31 del libro del profeta Jeremías. El lamento está ligado a la promesa del Señor que consuela a Raquel esposa de Jacob (Israel) madre de José sepultada según la tradición cerca de Belén y le promete que habrá una compensación por sus penas, sus hijos que no volverán jamás (Jer 31, 15-18).

Volviendo de Egipto después de la muerte de Herodes, José decide establecerse en Galilea en una ciudad llamada Nazaret. Jesús será llamado Nazareno. Más tarde también sus discípulos serán reconocidos como Nazarenos (Act 24,5). Este apelativo además de indicar el nombre de una ciudad, puede también referirse al “retoño”, o sea, al “neçer” de Isaías 11,1. Puede también referirse al resto de Israel “naçur” (ver Is 42,6)

Preguntas para la reflexión personal:

¿Qué es lo que más te ha llamado la atención de este relato de Mateo?
¿Quée significa para ti el reino de los cielos?
¿En qué se diferencia el reino de los cielos de los reinos de este mundo?

Mateo nos presenta la persona de Jesús como aquél que se identifica con la suerte de su pueblo. Lee los pasajes citados en la clave de lectura para reflexionar y orar obre los acontecimientos del pueblo de Dios, en el que Jesús se ha identificado. ¿Cuáles son las situaciones semejantes en nuestro mundo? Pregúntate que puedes hacer tú para mejorar el ambiente en el que vives y trabajas…sobre todo si no concuerdan con el reino de los cielos.

ORATIO

Oración personal en silencio.

Termina la lectio divina con esta oración:
Padre misericordioso, concédenos seguir los ejemplos de la Sagrada Familia de Jesús, José y María, para que estemos siempre seguros en las pruebas de esta vida hasta el día en que nos reunamos en la gloria del cielo. Por Cristo nuestro Señor.

CONTEMPLATIO

La paz de Cristo reine en vuestros corazones. (Col 3,15)

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