Lectio lun, 19 dic, 2022

Oración inicial

Dios y Señor nuestro, que en el parto de la Virgen María has querido revelar al mundo entero el esplendor de tu gloria: asístenos con tu gracia, para que proclamemos con fe integra y celebremos con piedad sincera el misterio admirable de la encarnación de tu Hijo. Que vive y reina ….

Lectura del santo Evangelio según Lucas 1,5-25

Hubo en tiempo de Herodes, rey de Judea, un sacerdote llamado Zacarías, del grupo de Abías, casado con una descendiente de Aarón, llamada Isabel. Ambos eran justos a los ojos de Dios, pues vivían irreprochablemente, cumpliendo los mandamientos y disposiciones del Señor. Pero no tenían hijos, porque Isabel era estéril y los dos, de avanzada edad.

Un día en que le correspondía a su grupo desempeñar ante Dios los oficios sacerdotales, le tocó a Zacarías, según la costumbre de los sacerdotes, entrar al santuario del Señor para ofrecer el incienso, mientras todo el pueblo estaba afuera, en oración, a la hora de la incensación.

Se le apareció entonces un ángel del Señor, de pie, a la derecha del altar del incienso. Al verlo, Zacarías se sobresaltó y un gran temor se apoderó de él. Pero el ángel le dijo: “No temas, Zacarías, porque tu súplica ha sido escuchada. Isabel, tu mujer, te dará un hijo, a quien le pondrás el nombre de Juan. Tú te llenarás de alegría y regocijo, y otros muchos se alegrarán también de su nacimiento, pues él será grande a los ojos del Señor; no beberá vino ni licor y estará lleno del Espíritu Santo, ya desde el seno de su madre. Convertirá a muchos israelitas al Señor; irá delante del Señor con el espíritu y el poder de Elías, para convertir los corazones de los padres hacia sus hijos, dar a los rebeldes la cordura de los justos y prepararle así al Señor un pueblo dispuesto a recibirlo”.

Pero Zacarías replicó: “¿Cómo podré estar seguro de esto? Porque yo ya soy viejo y mi mujer también es de edad avanzada”. El ángel le contestó: “Yo soy Gabriel, el que asiste delante de Dios. He sido enviado para hablar contigo y darte esta buena noticia. Ahora tú quedarás mudo y no podrás hablar hasta el día en que todo esto suceda, por no haber creído en mis palabras, que se cumplirán a su debido tiempo”.

Mientras tanto, el pueblo estaba aguardando a Zacarías y se extrañaba de que tardara tanto en el santuario. Al salir no pudo hablar y en esto conocieron que había tenido una visión en el santuario. Entonces trató de hacerse entender por señas y permaneció mudo.

Al terminar los días de su ministerio, volvió a su casa. Poco después concibió Isabel, su mujer, y durante cinco meses no se dejó ver, pues decía: “Esto es obra del Señor. Por fin se dignó quitar el oprobio que pesaba sobre mí”.

Reflexión

El evangelio de hoy nos habla de la visita del ángel Gabriel a Zacarías (Lc 1,5-25). El evangelio de mañana nos habla de la visita del mismo ángel Gabriel a María (Lc 1,26- 38). Lucas coloca las dos visitas la una al lado de la otra, para que nosotros, leyendo los dos textos con atención, percibamos las pequeñas y significativas diferencias entre las dos visitas, entre el Antiguo y el Nuevo Testamento. Trata de descubrir las diferencias entre las visitas del ángel Gabriel a Zacarías y a María por medio de las siguientes preguntas: ¿Dónde aparece el ángel? ¿A quién aparece? ¿Cuál es el anuncio? ¿Cuál es la respuesta? ¿Cuál es la reacción de la persona visitada después e la visita? Etc.

El primer mensaje del ángel de Dios a Zacarías es: “¡No temas!” Hasta hoy, Dios sigue causando miedo a mucho gente y hasta hoy el mensaje sigue siendo válido: “¡No temas!” Inmediatamente después, el ángel dice: “¡Tu oración ha sido escuchada!” En la vida, ¡todo es fruto de oración!

Zacarías representa el Antiguo Testamento. El cree, pero su fe es débil. Después de la visita, se queda mudo, incapaz de comunicar con los demás. La economía anterior, revelada en Zacarías, estaba en el final de sus capacidades, había agotado sus recursos. La nueva economía de Dios estaba por llegar en María.

En el anuncio del ángel aparece la importancia de la misión del niño que va a nacer y cuyo nombre será Juan: “No beberá vino ni licor, y estará lleno de Espíritu Santo ya desde el seno de su madre”, esto es, Juan será una persona enteramente consagrada a Dios y a su misión.“Por él muchos hijos de Israel volverán al Señor su Dios, pues el abrirá el camino al Señor con el espíritu y el poder del profeta Elías para reconciliar a los padres con los hijos. Hará que los rebeldes vuelvan a la sabiduría de los buenos, con el fin de preparar al Señor un pueblo bien dispuesto.», esto es, en el niño Juan acontecerá el esperado retorno del profeta Elías que vendrá a realizar la reconstrucción de la vida comunitaria: reconciliar a los padres con los hijos y hacer que los rebeldes vuelvan a la sabiduría de los buenos.

De hecho, la misión de Juan fue muy importante. Para la gente él era un profeta (Mc 11,32). Muchos años después, en Éfeso, Pablo encontró a personas que habían sido bautizadas en el bautismo de Juan (Hec 19,3)

Cuando Isabel, siendo ya vieja, concibe y queda embarazada, se escondió por cinco meses. Por el contrario, María en vez de esconderse salió de su casa, para servir.

Para la reflexión personal

¿Qué te llama más la atención en esta visita del ángel Gabriel a Zacarías?

Convertir el corazón de los padres hacia los hijos y de los hijos hacia los padres, esto es, reconstruir el tejido de relaciones humanas en la base y rehacer la vida en comunidad. Esta es la misión de Juan. Fue también la misión de Jesús y sigue siendo hoy la misión más importante. ¿Cómo contribuyo en esta misión?

Oración final

Pues tú eres mi esperanza, Señor, mi confianza desde joven, Yahvé. En ti busco apoyo desde el vientre, eres mi fuerza desde el seno materno. (Sal 71,5-6)

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Lectio Dom, 18 dic, 2022

La justicia de José salvó la vida de María Mateo 1,18-24

Oración inicial

Señor Jesús, envía tu Espíritu, para que Él nos ayude a leer la Biblia en el mismo modo con el cual Tú la has leído a los discípulos en el camino de Emaús. Con la luz de la Palabra, escrita en la Biblia, Tú les ayudaste a descubrir la presencia de Dios en los acontecimientos dolorosos de tu condena y muerte. Así, la cruz, que parecía ser el final de toda esperanza, apareció para ellos como fuente de vida y resurrección.

Crea en nosotros el silencio para escuchar tu voz en la Creación y en la Escritura, en los acontecimientos y en las personas, sobre todo en los pobres y en los que sufren. Tu palabra nos oriente a fin de que también nosotros, como los discípulos de Emaús, podamos experimentar la fuerza de tu resurrección y testimoniar a los otros que Tú estás vivo en medio de nosotros como fuente de fraternidad, de justicia y de paz. Te lo pedimos a Ti, Jesús, Hijo de María, que nos has revelado al Padre y enviado tu Espíritu. Amén.

Lectura

Clave de lectura:

Los miembros de las comunidades cristianas de Palestina y de la Siria, para los que Mateo escribe su evangelio, eran en gran parte judíos convertidos. Aceptaron a Jesús como Mesías y creyeron en Él. Fueron perseguidos a causa de su fe. Sus hermanos judíos le decían: “Vosotros cristianos vivís engañados; ¡Jesús no es, no puede ser el Mesías!”. En el texto que meditamos este domingo, se ve manifiestamente la preocupación de Mateo, que quiere confirmar la fe de las comunidades. Es como si quisiera decirles: “ ¡Vosotros no vivís engañado! ¡Jesús es verdaderamente el Mesías!”. La intención de los capítulos 1o y 2o del Evangelio de Mateo es el de informar a los lectores con respecto a Jesús, cuya actividad será descrita a partir del capítulo 3o. En estos dos primeros capítulos, Mateo presenta las credenciales de Jesús, nuevo legislador, nuevo Moisés. En la genealogía (Mt 1,1-17) ya había mostrado que Jesús pertenece a la raza de David y de Abrahán (Mt 1,1). En estos versículos (Mt 1, 18-25), Mateo continúa presentando a Jesús describiendo su nacimiento. Cuenta cómo José ha recibido la noticia de que María está encinta y las profecías que se cumplirán con el nacimiento de Jesús, demostrando que Él es el Mesías esperado. Durante la lectura, es bueno prestar atención a lo que el texto dice sobre la persona de Jesús, sobre todo por lo tocante al significado de los nombres que Él recibe.

Una división del texto para ayudar en la lectura:

Mateo 1,18: Una irregularidad legal de María
Mateo 1,19: La justicia de José
Mateo 1,20-21: La aclaración del ángel
Mateo 1,22-23: La melodía del evangelio de Mateo
Mateo 1,24-25: La obediencia de José

El texto:

Cristo vino al mundo de la siguiente manera: Estando María, su madre, desposada con José, y antes de que vivieran juntos, sucedió que ella, por obra del Espíritu Santo, estaba esperando un hijo. José, su esposo, que era hombre justo, no queriendo ponerla en evidencia, pensó dejarla en secreto.

Mientras pensaba en estas cosas, un ángel del Señor le dijo en sueños: «José, hijo de David, no dudes en recibir en tu casa a María, tu esposa, porque ella ha concebido por obra del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo y tú le pondrás el nombre de Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados».

Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que había dicho el Señor por boca del profeta Isaías: He aquí que la virgen concebirá y dará a luz un hijo, a quien pondrán el nombre de Emmanuel, que quiere decir Dios-con-nosotros.

Cuando José despertó de aquel sueño, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y recibió a su esposa.

Un momento de silencio orante

para que la Palabra de Dios pueda entrar en nosotros e iluminar nuestra vida.

Algunas preguntas

para ayudarnos en la meditación y en la oración.

¿Cuál es el punto de este texto que más ha llamado tu atención? ¿Por qué?

Según las palabras del ángel ¿quién es el hijo que nacerá de María?

Según las palabras de Mateo ¿qué profecía del Antiguo Testamento se realiza enJesús

¿Cuáles son los dos nombres que el Niño recibe y cuál es el proyecto de Dios, escondido en estos nombres?

¿Cómo entender la conducta de José?¿Qué nos enseña esta conducta?

¿En qué consiste exactamente la “justicia” de José?

¿Cuál es nuestra justicia, comparada con la de José?

Para aquéllos que desean profundizar más en el tema

Contexto del pasaje del evangelio:

La genealogía de Jesús (Mt 1,1-17) nos deja con un interrogante. Junto a  los nombres de los cuarenta y dos ascendientes paternos de Jesús (Mt 1,17), Mateo cita los nombres de cuatro ascendientes maternas solamente: Tamar (Mt  1,3), Racab, Rut (Mt  1,4) y la  mujer de Uría (Mt 1,6). Las cuatro mujeres conciben a sus hijos fuera de los parámetros de la pureza o justicia legal de la época. Desde luego estas cuatro mujeres se encuentran en estado irregular ante la Ley. Es evidente la irregularidad de estas cuatro ascendientes. Basta leer los textos del Antiguo Testamento, donde vienen escritas las historias de  cada una. Es así como al final de la genealogía surge una pregunta: Y María, esposa de José, de quien nace Jesús (Mt 1,16) ¿también ella incurre en alguna irregularidad de tipo legal?. Es de esto de lo que nos habla el texto que meditamos este domingo.

Comentario del texto:

Mateo 1,18: Una irregularidad legal en María

María aparece encinta antes de convivir con José, su prometido esposo. Quien observa las cosas desde fuera constata una irregularidad y dirá: “¡María, que horror! Según la ley de Moisés este error merecía la pena de muerte (Dt 22,20). Para evitar esta interpretación falsa de los hechos, Mateo ayuda al lector a ver el otro aspecto de la preñez de María: “Concibió por obra del Espíritu Santo”. A los ojos humanos puede parecer una transgresión de la Ley, pero a los ojos de Dios era exactamente lo contrario.

Mateo 1,19: La justicia de José

La gravidez de María sucede antes de que conviva con José, no por una desviación humana, sino más bien por voluntad divina. Dios mismo se ha burlado de las leyes de la pureza legal en el modo que ha hecho nacer al Mesías en medio de nosotros. Si José hubiese obrado según las exigencias de la ley de la época, hubiera debido denunciar a María y posiblemente le hubiera arrojado piedras. La preñez antes del matrimonio es irregular y según la ley de la pureza legal, debería ser castigada con la pena de muerte (Dt 22,20). Pero José, porque era justo, no obedece a las exigencias de las leyes de la pureza legal. Su justicia es mayor. En vez de denunciar, prefiere respetar el misterio que no entiende y decide abandonar a María en secreto. La justicia mayor de José salva la vida tanto de María como la de Jesús.

Así, Mateo envía un aviso importante a las comunidades de la Palestina y de la Siria. Es como si dijese: “He aquí lo que hubiera sucedido si se hubiera seguido la observancia rigurosa que ciertos fariseos exigen de vosotros. ¡Hubieran dado muerte al Mesías!. Más tarde Jesús dirá: “Si vuestra justicia no supera la de los escribas y la de los fariseos, no entraréis en el reino de los cielos” (Mt 5,20).

Mateo 1,20-21: La aclaración del ángel y los dos nombres del hijo de María: Jesús y Emmanuel.

“El ángel del Señor” ayuda a descubrir la dimensión más profunda de la vida y de los sucesos. Ayuda a hacer la radiografía de los acontecimientos y a percibir la llamada de Dios, que a ojos desnudos, no se percibe. El ángel hace entender a José que la preñez de María es fruto de la acción del Espíritu Santo. Dios mismo, el día de la creación, aleteaba sobre las aguas y llenaba de fuerza la palabra creadora de Dios (Gén 1,2). En María acontece la nueva creación. Es el principio del nuevo cielo y de la nueva tierra, anunciados por Isaías (Is 65,17). El hijo de María recibe dos nombres: Jesús y Emmanuel. Jesús significa “Yahvé salva”. La salvación no viene por las cosas que nosotros hacemos por Dios, sino por las que Dios hace por nosotros. Emmanuel significa “Dios con nosotros”. En la salida de Egipto, en el Éxodo, Dios baja junto al pueblo oprimido (Ex 3,8) y dice a Moisés: “Yo estaré contigo” (Ex 3,12) y desde aquel momento y después no abandona más a su pueblo. Los dos nombres, Jesús y Emmanuel, cumplen y superan la esperanza del pueblo.

Mateo 1,22-23: La melodía del Evangelio de Mateo

“Todo esto sucedió para que se cumpliese lo dicho por el Señor por medio del profeta”.

Esta frase y otras semejantes son como una melodía, palabras que se repiten muchas veces en el Evangelio de Mateo (Mt 1,23; 2,5.15.17.23; 4,14; 8,17; 13,14.35; etc.). Revela el objetivo que el autor tiene en la  mente:  confirmar  a  sus  lectores  de  origen  judío  el hecho de que Jesús es verdaderamente el Mesías prometido. En Él  se cumplen las profecías de los profetas.  Aquí Mateo  invoca el texto de Isaías:  “La Virgen concebirá  y dará a luz un hijo y le  pondrán  por  nombre  Emmanuel”  (Is  7,14).  El  título  Emmanuel más que un nombre, revela el significado de Jesús para nosotros. Jesús es la prueba de  que Dios continúa estando con nosotros (Mt 1,25). El  mismo  nombre  del niño  es  Jesús (Mt 1,25)

Mateo 1,24-25: La obediencia de José:

Despertado del sueño, José hizo lo que le dijo el ángel y llevó a María a su casa. Y continúa diciendo que no tuvo relación con María, para confirmar que Jesús nació del Espíritu Santo.

Ampliando el tema

Una clave para el Evangelio de Mateo – El Evangelio de Mateo se dirige a una comunidad de judíos convertidos, que viven una profunda crisis de identidad con  relación a su pasado judío. Cuando en el año 65, d.de C., explotó la rebelión contra Roma, los judíos cristianos no participaron y abandonaron Jerusalén. Los fariseos hicieron lo mismo. Después de la destrucción de Jerusalén en el año 70, los fariseos organizaron lo que quedaba del pueblo y se declararon de un modo más decidido en contra de los cristianos, que terminaron por ser excomulgados. Esta excomunión hizo más agudo el problema de la identidad. Ahora, oficialmente excomulgados, no podían frecuentar sus sinagogas, sus rabinos. Y surge para ellos la pregunta: ¿A quién pertenecen las promesas: a la sinagoga o a la iglesia? ¿Quién es el verdadero pueblo de Dios: ellos o nosotros? ¿Es Jesús verdaderamente el Mesías? Mateo escribe su evangelio para esta comunidad. El Evangelio de Mateo se puede definir con estas tres palabras:

Evangelio de la consolación para los excomulgados y perseguidos por los hermanos que no aceptan a Jesús en calidad de Mesías (Cristo); ayuda a superar el trauma de la rotura, de la separación

Evangelio de la revelación: muestra a Jesús como el verdadero Mesías, el nuevo Mesías, en el que culmina toda la historia del A. T. con sus promesas.

Evangelio de la nueva práctica: que describe el obrar de Jesús y muestra cómo llegar a una nueva justicia, más grande que la de los fariseos.

Esto sucedió para que se cumpliese – por medio de esta frase repetida muchas veces en su evangelio, Mateo, toca el punto de mayor tensión entre cristianos y judíos.

Partiendo de la Biblia, ellos decían: “¡Jesús no es, no puede ser el Mesías!”. Partiendo de la misma Biblia, Mateo responde afirmando: “¡Jesús es verdaderamente el Mesías!”

La preñez de María – Tanto Mateo como Lucas citan el texto de Isaías”una virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrán por nombre Emmanuel” (Is 7,14). Pero hay una diferencia: Lucas coloca a María en el centro y da más importancia al signo de la virginidad (Lc 1,31). Mateo pone el centro en José y da más importancia al significado del nombre Emmanuel.

El sueño de José – El ángel se le aparece en sueños a José y le ayuda a entender. Con la ayuda del ángel José consigue descubrir la acción de Dios en lo sucedido, que según la opinión de la época, parece ser sólo fruto de la desviación y del pecado. Ángel quiere decir mensajero. Lleva un mensaje y una ayuda para percibir la acción de Dios en la vida. Hoy son muchos los ángeles que nos orientan en la vida. A veces obran en sueños, otras veces en las reuniones, en las conversaciones, en los encuentros bíblicos, en los hechos, etc… ¡Muchos ángeles, muchos ángeles!

Oración: Salmo 72 (71)

Su nombre dura para siempre.

Confía, oh Dios, tu juicio al rey, al hijo de rey tu justicia:
que gobierne rectamente a tu pueblo, a tus humildes con equidad. Produzcan los montes abundancia, justicia para el pueblo los collados. Defenderá a los humildes del pueblo, salvará a la gente pobre y aplastará al opresor. Durará tanto como el sol, como la luna de edad en edad; caerá como lluvia en los retoños, como rocío que humedece la tierra. Florecerá en sus días la justicia, prosperidad hasta que no haya luna; dominará de mar a mar, desde el Río al confín de la tierra. Ante él se doblará la Bestia, sus enemigos morderán el polvo; los reyes de Tarsis y las islas traerán consigo tributo.
Los reyes de Sabá y de Seba todos pagarán impuestos; ante él se postrarán los reyes, le servirán todas las naciones.
Pues librará al pobre suplicante, al desdichado y al que nadie ampara; se apiadará del débil y del pobre, salvará la vida de los pobres.
La rescatará de la opresión y la violencia, considerará su sangre valiosa; (que viva y le den el oro de Sabá).
Sin cesar rogarán por él, todo el día lo bendecirán.
La tierra dará trigo abundante, que ondeará en la cima de los montes; sus frutos florecerán como el Líbano, sus espigas como la hierba del campo. ¡Que su fama sea perpetua, que dure tanto como el sol!
¡Que sirva de bendición a las naciones, y todas lo proclamen dichoso!
¡Bendito Yahvé, Dios de Israel, el único que hace maravillas!
¡Bendito su nombre glorioso por siempre, la tierra toda se llene de su gloria!
¡Amén! ¡Amén!

Oración final

Señor Jesús, te damos gracia por tu Palabra que nos ha hecho ver mejor la voluntad del Padre. Haz que tu Espíritu ilumine nuestras acciones y nos comunique la fuerza para seguir lo que Tu Palabra nos ha hecho ver. Haz que nosotros como María, tu Madre, podamos no sólo escuchar, sino también poner en práctica la Palabra. Tú que vives y reinas con el Padre en la unidad del Espíritu Santo por todos los siglos de los siglos. Amén.

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Lectio sáb, 17 dic, 2022

Oración inicial

Dios, creador y restaurador del hombre, que has querido que tu Hijo, Palabra eterna, se encarnase en el seno de María siempre Virgen, escucha nuestras súplicas y que Cristo, tu Unigénito, hecho hombre por nosotros, se digne hacernos partícipes de su condición divina. Por nuestro Señor.

Lectura del santo Evangelio según Mateo 1,1-17

Genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham: Abraham engendró a Isaac, Isaac a Jacob, Jacob a Judá y a sus hermanos; Judá engendró de Tamar a Fares y a Zará; Fares a Esrom, Esrom a Aram, Aram a Aminadab, Aminadab a Naasón, Naasón a Salmón, Salmón engendró de Rajab a Booz; Booz engendró de Rut a Obed, Obed a Jesé, y Jesé al rey David.

David engendró de la mujer de Urías a Salomón, Salomón a Roboam, Roboam a Abiá, Abiá a Asaf, Asaf a Josafat, Josafat a Joram, Joram a Ozías, Ozías a Joatam, Joatam a Acaz, Acaz a Ezequías, Ezequías a Manasés, Manasés a Amón, Amón a Josías, Josías engendró a Jeconías y a sus hermanos durante el destierro en Babilonia.

Después del destierro en Babilonia, Jeconías engendró a Salatiel, Salatiel a Zorobabel, Zorobabel a Abiud, Abiud a Eliaquim, Eliaquim a Azor, Azor a Sadoc, Sadoc a Aquim, Aquim a Eliud, Eliud a Eleazar, Eleazar a Matán, Matán a Jacob, y Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo.

De modo que el total de generaciones, desde Abraham hasta David, es de catorce; desde David hasta la deportación a Babilonia, es de catorce, y desde la deportación a Babilonia hasta Cristo, es de catorce.

Reflexión

La genealogía define la identidad de Jesús. El es el «hijo de David y el hijo de Abrahán” (Mt 1,1; cf 1,17). Como hijo de David, es la respuesta de Dios a las expectativas del pueblo judío (2Sam 7,12-16). Como hijo de Abrahán, es una fuente de bendición para todas las naciones (Gn 12,13). Judíos y paganos ven realizadas sus esperanzas en Jesús.

En la sociedad patriarcal de los judíos, las genealogías traían a menudo nombres de hombres. Sorprende el que Mateo coloque a cinco mujeres entre los antenatos de Jesús: Tamar, Raab, Ruth, la mujer de Urías y María. ¿Por qué Mateo escoge precisamente a estas cuatro mujeres como compañeras de María? A ninguna reina, a ninguna matriarca, a ninguna de las mujeres luchadoras del Éxodo: ¿Por qué? Es ésta la pregunta que el Evangelio de Mateo nos deja en la cabeza.

En la vida de las cuatro mujeres compañeras de María hay algo anormal. Las cuatro son extranjeras, concebirán a sus hijos fuera de los patrones normales y no cumplirán con las exigencias de las leyes de pureza del tiempo de Jesús. Tamar, una Cananea, viuda, se viste de prostituta para obligar al patriarca Judá a que sea fiel a la ley y a que le dé un hijo (Gn 38,1-30). Raab, una Cananea de Jericó, era una prostituta que ayudó a los Israelitas a entrar en la Tierra Prometida (Js 2,1-21). Ruth, una Moabita, viuda y pobre, optó por quedarse al lado de Noemí y adherir al Pueblo de Dios (Rt 1,16-18). Tomó la iniciativa de imitar a Tamar y de pasar la noche en la era, junto con Booz, obligándolo a observar la ley y a darle un hijo. De la relación entre los dos nació Obed, el abuelo del rey David (Rt 3,1-15; 4,13-17). Betsabé, una Hitita, mujer de Urías, fue seducida, violentada y quedó embarazada por el rey David, quien, además mandó matar a su marido (2Sm 11,1-27). La forma de actuar de estas cuatro mujeres estaba en desacuerdo con las normas tradicionales. Y sin embargo fueron estas iniciativas poco convencionales las que dieron continuidad al linaje de Jesús y trajeron la salvación de Dios a todo el pueblo. Todo esto nos hace pensar y nos cuestiona cuando damos demasiado valor a la rigidez de las normas.

El cálculo de 3 x 14 generaciones (Mt 1,17) tiene un significado simbólico. Tres es el número de la divinidad. Catorce es el doble de siete. Siete es el número de la perfección. Por medio de este simbolismo, Mateo expresa la convicción de los primeros cristianos según la cual Jesús aparece en el tiempo establecido por Dios. Con su llegada la historia llega a su plenitud.

Para la reflexión personal

¿Cuál es el mensaje que tú descubres en la genealogía de Jesús? ¿Has encontrado una respuesta a la pregunta que Mateo nos deja en la cabeza?
Las compañeras de María, la madre de Jesús, son bien distintas de como nos la imaginábamos. ¿Cuál es la conclusión que tú sacas para tu devoción por Nuestra Señora?

Oración final

¡Que su fama sea perpetua, que dure tanto como el sol!
¡Que sirva de bendición a las naciones,
y todas lo proclamen dichoso! (Sal 72,17)

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Lectio vie, 16 dic, 2022

Juan es la lámpara, Jesús la luz

Oración

Padre, tú enviaste a Juan para que anunciase la venida de tu Hijo Jesús, y él dio testimonio de amor inmenso a su Amigo y Señor. En la plenitud de los tiempos nos has enviado a tu Hijo como Salvador, que ha dado testimonio de tu amor hasta la muerte y nos ha enseñado a vivir en íntima familiaridad contigo. Haz que también nosotros acojamos con gran alegría la Presencia de Cristo para vivir en comunión con Él y caminar hacia ti iluminados por la luz de su rostro. Que brille su luz sobre nosotros y que llegue a los hermanos y hermanas que tú pones en nuestro camino. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Lectura del evangelio según san Juan (5, 33-36)

«Ustedes enviaron mensajeros a Juan el Bautista y él dio testimonio de la verdad. No es que yo quiera apoyarme en el testimonio de un hombre. Si digo esto, es para que ustedes se salven. Juan era la lámpara que ardía y brillaba, y ustedes quisieron alegrarse un instante con su luz.
Pero yo tengo un testimonio mejor que el de Juan: las obras que el Padre me ha concedido realizar y que son las que yo hago, dan testimonio de mí y me acreditan como enviado del Padre».

Meditación

“Vosotros mandasteis…el Padre me ha enviado”. El verbo “mandar”, “enviar”, abre y cierra este breve pasaje que recoge y resume toda la luz y riqueza de la Palabra del Señor quiere ofrecernos. Los judíos mandan sacerdotes y levitas desde Jerusalén para interrogar a Juan (Jn 1, 19); los envían con el fin de sonsacar y hacerse con el testimonio de Juan para poder matarlo. El Padre envía a su Hijo Jesús desde su seno (Jn 1,1-2) como Don de gracia y de salvación para todos los hombres.

Enviar es la acción propia del Padre; a los que son hijos, nosotros, les corresponde aceptar a aquel que es enviado. En esta acogida, vivida día a día, nace la experiencia de libertad y de crecimiento en el Espíritu, gracias a la cual nosotros mismos podemos pasar a ser los enviados, los misioneros, los testimonios de Dios en el mundo. Este es el recorrido que se nos ofrece y que Jesús, con su Palabra, quiere que descubramos. Él está dispuesto a recorrerlo con nosotros como maestro, como hermano y amigo, como compañero de viaje. “dio testimonio”. He aquí otra palabra clave de nuestro pasaje, que se repite varias veces con expresiones diversas: dar testimonio; recibir testimonio; tengo un testimonio; dan testimonio de mí. Un testigo es aquel que ha visto y oído y por eso mismo puede recordar y repetir, puede afirmar, puede declarar con seguridad, con claridad. La palabra bíblica, incluso en el Antiguo Testamento, es muy fuerte, ya que la raíz de la palabra testigo-testimonio expresa una acción que se prolonga en el tiempo o una realidad que contiene en sí la fuerza de llegar “hasta”, de ir “más allá”, al otro lado, hasta la eternidad. Lo que Juan lleva a cabo, lo que vemos realizado en la vida de Jesús y posteriormente de sus discípulos a lo largo de los siglos, es justamente este movimiento de salir de sí, de darse incondicionalmente, con las palabras y con las obras, con la vida entera. Ellos han ido al otro lado, han pasado las fronteras, han dicho y repetido su sí a Dios. Nada ha sido capaz de frustrar su carrera hacia Dios y hacia los hermanos.

“Él era la lámpara”. En el centro del pasaje resalta la imagen de la lámpara con palabras que evocan la luz: “arde”, “alumbra”, “luz”. De esta manera, Jesús nos indica la dirección a mantener, el punto a dónde mirar. También hay una luz segura, un fuego encendido para nuestra noche (Sal 139, 12). La lámpara, que son los profetas (2P 1, 19) y los testigos de Cristo, la lámpara que de manera particular es Juan Bautista, principalmente en este tiempo de Adviento, tiene la misión de conducirnos a la verdadera luz, la que ilumina a todo hombre (Jn 1, 9), la que no conoce ocaso (Lc 1, 78- 79), la que es la vida misma (Jn 8, 12; 9, 5): Jesús.

Aparece también un signo característico, una prueba segura que el Señor pone ante nosotros: la alegría. Junto a esta luz que viene de lo alto, del Padre, nace la alegría. Sólo basta mirarse por dentro, ponerse con corazón abierto y sincero ante Él y ante nosotros mismos, con nuestra vida, para tratar de descubrir los signos de esta alegría.

¿Sólo para una hora? ¿Tal vez para siempre? …

Algunos interrogantes

Los pasos del camino de fe que el Señor nos presenta, especialmente en este tiempo de Adviento, son muy claros: de Juan a Cristo, del testimonio al Testigo fiel y verdadero, de la lámpara a la luz que no conoce ocaso, de Cristo al Padre…

¿Estoy dispuesto a modificar mis pasos para no permanecer parado? ¿Siento dentro de mí el deseo de encaminarme verdaderamente hacia Cristo y hacia el Padre juntamente con Él? ¿Sigo prefiriendo olvidarme, esperar tiempos mejores y seguir, como los judíos, enviando a otros a hacer preguntas para hallar soluciones superficiales e inmediatas?

¿Mantengo abiertos los ojos y el corazón disponible para acoger el testimonio de Jesús, el de las obras que Él lleva a cabo, el del Padre que lo revela como Hijo, como Hermano? ¿Me muestro más bien ciego, incapaz de ver los signos de la gracia, de la misericordia, de la presencia de Dios?

¿Tengo disposición interior para ser testimonio de Cristo, del Padre? ¿Estoy más bien espantado, sin ganas, sin disponibilidad, prefiriendo mantenerme cerrado en vez de abrirme?

¿Hay alguna luz en mi vida, o me siento completamente a oscuras? ¿Hay niebla a mi alrededor, en mi corazón? La lámpara de la Palabra permanece encendida ya que el Padre ha enviado a su Hijo, Palabra viva y eterna, en la cual Él nos lo ha dicho todo.

¿Deseo yo escuchar, deseo recordar, deseo repetir todo lo que he oído?

También en estas pocas líneas emerge con fuerza y con claridad la relación de amor que mantiene Jesús con su Padre, la relación que los une y que hace de ellos una sola cosa. Yo sé que esta relación está abierta, porque el Padre también me invita a mí, y a todo hombre que viene a este mundo, a entrar, a permanecer en ella, para que goce de la verdadera alegría. ¿Acepto esta invitación, o estoy fuera y tal vez, como el joven rico, me voy con el corazón triste?

Oración final

R/ El Señor me ha dicho: “Tú eres mi hijo”. ¿Cómo podrá un joven andar honestamente? Cumpliendo tus palabras.
Te busco de todo corazón,
no consientas que me desvíe de tus mandamientos. En mi corazón escondo tus consignas,
así no pecaré contra ti. Bendito eres, Señor,
enséñame tus leyes.
Mis labios van enumerando
los mandamientos de tu boca;
mi alegría es el camino de tus preceptos, más que todas las riquezas. Medito tus decretos,
y me fijo en tus sendas; tu voluntad es mi delicia, no olvidaré tus palabras.
(del Salmo 119)

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Lectio jue, 15 dic, 2022

Oración

La conciencia de nuestra culpa nos entristece, Señor, y nos hace sentirnos indignos de servirte; reconocemos que tenemos necesidad de tu salvación y de tu perdón de Padre. Manda, una vez más, a tu mensajero para que prepare el camino de tu Hijo ante nosotros: deseamos recorrerlo fielmente, dejándonos sumergir en el bautismo de tu misericordia. Concédenos tu alegría y tu salvación con la venida del Redentor, tu Hijo, que es Dios y vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo per los siglos de los siglos. Amén.

Lectura del Evangelio según S. Lucas (7, 24-30)

Cuando se fueron los mensajeros de Juan, Jesús comenzó a hablar de él a la gente, diciendo: “¿Qué salieron a ver en el desierto? ¿Una caña sacudida por el viento? ¿O qué salieron a ver? ¿Un hombre vestido con telas preciosas? Los que visten fastuosamente y viven entre placeres, están en los palacios. Entonces, ¿qué salieron a ver? ¿Un profeta? Sí, y yo les aseguro que es más que profeta. Es aquel de quien está escrito: Yo envío mi mensajero delante de ti para que te prepare el camino. Yo les digo que no hay nadie más grande que Juan entre todos los que han nacido de una mujer. Y con todo, el más pequeño en el Reino de Dios es mayor que él”.

Todo el pueblo que lo escuchó, incluso los publicanos, aceptaron el designio de justicia de Dios, haciéndose bautizar por el bautismo de Juan. Pero los fariseos y los escribas no aceptaron ese bautismo y frustraron, en su propio daño, el plan de Dios.

Meditación

Estamos a punto de entrar en los días de la Novena de la Navidad y la Iglesia nos invita hoy, a través de la Palabra de la Liturgia, a hacer nuestra opción clara, definida y fuerte: o bien aceptar la propuesta de Juan el Bautista y así entrar también nosotros en el camino que él vino a preparar, reconociendo que somos pecadores y necesitados de conversión; o bien creernos ya en posesión de la salvación y no necesitados de nada.

Este texto de Lucas nos ayuda a entrar en un diálogo y una confrontación personal con Jesús muy fuertes, porque Él, con sus preguntas y sus afirmaciones, nos pone ante los ojos del corazón el camino espiritual, el tramo que quizá ya hemos recorrido y el que todavía tenemos por delante.

El primer elemento a subrayar es la triple repetición de la pregunta de Jesús a las muchedumbres: “¿Qué habéis ido a ver?” Es importante porque , si traducimos el texto literalmente, dice: “¿Qué habéis salido a ver?”. Al usar este verbo el Señor saca a la luz un aspecto positivo, pone de relieve un compromiso espiritual, un itinerario ya iniciado.

Pero, al mismo tiempo, quiere ayudarnos a tomar mejor conciencia de lo que ha sucedido dentro de nosotros, quiere disipar nuestras tinieblas, quiere empujarnos hacia opciones más auténticas y vitales. Y, como siempre ha hecho con sus discípulos, y sigue haciendo hoy con nosotros, parte el Pan de la Palabra y nos desvela el sentido de la Escritura. Tomando prestado un verso de la profecía de Malaquías, Jesús nos ofrece la verdadera clave de lectura de la figura de Juan el Bautista. Es el mensajero, el enviado de Dios, que abre y prepara el camino para la venida del Mesías. Juan es el eslabón entre la Antigua y la Nueva Alianza; es el puente que permite alcanzar la verdadera Tierra Prometida, Jesús; es la puerta abierta hacia el Reino de Dios.

Pero, como dice Jesús en los últimos versos, todavía ha de darse un proceso de conversión. Después de haber salido y haber visto es necesario escuchar y hacerse bautizar (v. 29). Es decir, se hace necesario que se de en nosotros mismos un camino de apertura, de disponibilidad sincera a la voz de Dios. Sin miedo, sin retener nada, deberemos sumergirnos con confianza como en un bautismo. Descender en el agua de la misericordia y dejarnos acoger plenamente entre los brazos del Padre.

El texto termina con una referencia al designio de Dios, es decir a su voluntad de amor para con nosotros, a su plan de salvación. Dios quiere, desea, anhela conducirnos con Él a la salvación y a la felicitad plenas. Pero, por nuestra parte, se da una respuesta libre, una respuesta de amor. Lucas nos pone delante dos posibilidades en la elección , expresándola a través de dos verbos: “bendijeron [a Dios]” y “frustraron [el designio de Dios]” De nosotros depende la elección que hagamos.

Algunas preguntas

¿Puedo considerarme también yo entre aquellos que han salido y han visto? ¿Se ha dado en mí de verdad este movimiento espiritual, que me ha llevado, al menos en parte, hacia Dios, hacia el misterio de su voluntad en mi vida, hacia los hermanos, hacia las situaciones aunque sean pesadas y molestas?

¿Están mis ojos de verdad abiertos para ver o para contemplar, consiguiendo caminar un poco más allá de la superficie de las cosas y más allá de las apariencias de las personas?

Si creo que aún no se han realizado en mí estos pasajes, ahora, mientras se aproxima este periodo fuerte del año, de preparación cercana a la Navidad, ¿estoy dispuesto a tomar este compromiso, quiero también yo salir y ver a Dios en mi vida?

Juan se me presenta en este texto como un profeta, un mensajero , uno que prepara el camino. ¿Creo en esta realidad? ¿Acepto abrirme a la fuerza del anuncio de la Palabra del Señor, quiero comenzar a escuchar de verdad el mensaje que Dios desea ofrecer a mi vida, a mi persona? Si es un camino trazado también para mí, ¿estoy dispuesto a recorrerlo?

Y finalmente, el paso más importante. ¿Opto, también yo, por reconocerme necesitado del abrazo del Padre? ¿Me arrojo en el agua buena de su amor para recibir el nuevo bautismo? ¿Tengo aún miedo de dejarme bañar, de dejarme llenar en mi vida de Él, de su presencia, de su respiro ?¿Quiero, hoy, comenzar una nueva vida? Y ¿qué signo podré poner para decir que esta elección mía es cierta? ¿Quizá la confesión, la participación en la Misa de modo más asiduo?

Sí, de verdad deseo descender en el agua de la misericordia y sumergirme totalmente en ella, sin resistirme más sin querer ya más salir de ella. Amén.

Oracón final

Sólo tú, Señor, eres mi bien

Protégeme , Dios mío, que me refugio en ti: yo digo al Señor: “Tú eres mi bien.”
Los dioses y señores de la tierra No me satisfacen.
Multiplican las estatuas De dioses extraños;
no derramaré sus libaciones con mis manos, ni tomaré sus nombres en mis labio. El Señor es el lote de mi heredad y mi copa; mi suerte está en tu mano:
me ha tocado un lote hermoso, me encanta mi heredad.
Bendeciré al Señor, que me aconseja, hasta de noche mi instruye internamente. Tengo siempre presenta al Señor,
con él a mi derecha no vacilaré. Por eso se me alegra el corazón, se gozan mis entrañas.

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Lectio mié, 14 dic, 2022

Oración

Concédenos, Dios todopoderoso, que la fiesta ya cercana del nacimiento de tu Hijo nos conforte en esta vida y nos obtenga la recompensa eterna. Por nuestro Señor Jesucristo.

Evangelio según San Lucas

Juan envió a dos de sus discípulos a preguntar a Jesús: “¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?” Cuando llegaron a donde estaba Jesús, le dijeron: “Juan el Bautista nos ha mandado a preguntarte si eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro”.
En aquel momento, Jesús curó a muchos de varias enfermedades y dolencias y de espíritus malignos, y a muchos ciegos les concedió la vista. Después contestó a los enviados: “Vayan a contarle a Juan lo que han visto y oído: los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan y a los pobres se les anuncia el Evangelio. Dichoso el que no se escandalice de mí”.

Lectio

Se trata de un texto común para Mateo y Lucas, en este último ubicado entre el relato del milagro de la resurrección del hijo de la viuda de Naín (pasaje propio de Lucas) y el elogio que Jesús hace de Juan Bautista. Es en este contexto que se nos sugiere una especie de paso entre la imagen de Jesús que sana, incluso de la muerte, y la invitación a la conversión, hecha por Jesús mismo en los tres pasajes sucesivos: poner en plena luz la figura de Juan, juzgar a su generación y acoger el gesto de la pecadora en casa del fariseo. Este texto también se puede leer a la luz de un contexto más remoto: en todo el recorrido del Bautista y en la experiencia profética de Israel que espera y hace experiencia del Dios que escucha y visita.

Los discípulos de Juan tienen aquí un rol de primer plano; son ellos los que abren y cierran el pasaje; son ellos los que crean el vínculo comunicativo entre su maestro, detenido en la prisión de Herodes (cfr. Lc 3,19-20), y Jesús. Ellos informan al Bautista y dos de ellos son mandados de parte suya con una pregunta directa para el maestro de Nazaret: dos veces Lucas nos pone delante esta cuestión de capital importancia. Y la pregunta se enfoca en la espera. Juan sabe que alguien debe venir. El problema es entender si ese alguien es Jesús o si se necesita esperar a otro. El hecho que Juan mande a preguntarle explícitamente esto a Jesús, significa que él confía en él. Tal vez él puede haber estado algo equivocado sobre el cumplimiento del balance judicial vinculado a la imagen bíblica del “día del Señor”, tema que se encuentra en el trasfondo de toda su predicación (cfr. Lc 3,7ss).

Es como si la narración aquí sufriese un salto: la pregunta parece que permanece como suspendida y, con la probabilidad de un evento instantáneo, se mencionan todas las obras de sanación realizadas por Jesús a favor de “muchos”. Como obra final se menciona el don de la vista a los ciegos. Y después de las obras, las palabras de respuesta. “Id”, dice Jesús a los discípulos de Juan: es una misión, respecto a aquél que ya había –con sus medios y sus perspectivas- evangelizado (cfr. Lc 3,18). Pero ahora la buena noticia está completa y realizada porque las obras que Jesús hace son justamente aquéllas mencionadas por los profetas (es como una “lectio” de varios pasajes del profeta Isaías; con la diferencia que esta vez la vista a los ciegos es la primera de las obras mencionadas). Un mensaje inequívoco para un hombre como Juan, sobre quien la Palabra de Dios había venido (cfr. Lc 3,2). Y, al final, el anuncio de una bienaventuranza que puede sonar extraña, porque aparece en forma negativa: bienaventurado el que no encuentra en Jesús ocasión de tropiezo, de obstáculo en el camino de la fe. ¿Cómo comprender esto? De hecho es una bienaventuranza que va más allá del mensaje para el Bautista, y que se dirige al que escucha la Palabra.

Meditatio

El contexto ya nos ha sugerido la circularidad entre la gracia y el compromiso, entre la iniciativa de Dios en Cristo y la necesaria correspondencia del hombre. Dios ama y llama en primer lugar, pero pide el asentimiento libre y responsable; este asentimiento es posible en cuanto Dios ama en primer lugar.

El hecho  que entren en  juego algunos discípulos demuestra que la pregunta de  Juan es de interés no sólo en este momento, sino también de interés para la “descendencia espiritual” de los movimientos cuyo exponente es Juan. Ya al inicio del ministerio público de Jesús dos discípulos del Bautista se convierten en sus discípulos (cfr. Jn 1,37) e incluso Pablo, años después, encontrará individuos que habían recibido el bautismo  de Juan (cfr. Act 19,1-7).

En el centro del pasaje esté el tema de la espera realizada, pero según el proyecto de Dios, anunciado por los profetas de Israel según coordinadas que no son simples.

También la palabra de Jesús no hace descuentos y saber ser severa, pero el Dios que ama en primer lugar ha ofrecido en su Hijo un espacio inédito de acercamiento y misericordia. Una posibilidad de acoger con fe, como nos sugiere la prioridad dada en la ceguera sanada.

Y es justamente la fe que conduce a la bienaventuranza. Aquella fe proclamada por Jesús al final del pasaje se comprende solamente si se considera que el peso de la responsabilidad está de parte del observador, allí donde hay el riesgo de producir el escándalo; se necesita entonces deponer la mirada inquisidora, que proyecta las pretensiones humanas o los propios prejuicios, para abrirse con libertad y simplicidad a lo que Dios en Jesús está realizando. Es la lógica del Reino de Dios, que supera también la heroica coherencia de Juan (cfr. Lc 7,28).

Nos preguntamos:

¿Vivimos a la escucha de la Palabra como dinámica de conversión?
¿Sabemos acoger los signos de la presencia operante de Jesús también en nuestros tempo?
¿Sabemos confiarnos al Evangelio de manera activa, como verdaderos discípulos?

Oratio

Danos, Señor, ojos para ver y oídos para escuchar.
Danos, Señor, el coraje de buscar siempre tu verdad y de pedirte su revelación en la oración.
Danos, Señor, el saber caminar con todos, con quien ha comprendido más de cerca tu proyecto, con quien aún le cuesta ver tu cercanía.

Contemplatio

El pasaje evangélico nos invita a reconocer el estilo de Jesús: paciente, acogedor, iluminador. La escucha de la Palabra requiere de una visión inclusiva de lo que ha sido revelado, sin absolutizar: en cada caso la Escritura viene plenamente iluminada en Jesús.
Nos invita además a saber leer la acción de Dios en el mundo; lo que puede ser extendido a los “signos de los tiempos”.

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Lectio mar, 13 dic, 2022

Oración

Concede, Señor, a los que vivimos oprimidos por la antigua esclavitud del pecado, ser liberados por el nuevo y esperado nacimiento de tu Hijo. Que vive y reina ….

Lectura del Evangelio según Mateo 21,28-32

Jesús dijo a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo: “¿Qué opinan de esto? Un hombre que tenía dos hijos fue a ver al primero y le ordenó: ‘Hijo, ve a trabajar hoy en la viña’. Él le contestó: ‘Ya voy, señor’, pero no fue. El padre se dirigió al segundo y le dijo lo mismo. Éste le respondió: ‘No quiero ir’, pero se arrepintió y fue. ¿Cuál de los dos hizo la voluntad del padre?” Ellos le respondieron: “El segundo”.

Entonces Jesús les dijo: “Yo les aseguro que los publicanos y las prostitutas se les han adelantado en el camino del Reino de Dios. Porque vino a ustedes Juan, predicó el camino de la justicia y no le creyeron; en cambio, los publicanos y las prostitutas sí le creyeron; ustedes, ni siquiera después de haber visto, se han arrepentido ni han creído en él”.

Reflexión

El evangelio de hoy trae una parábola. Como de costumbre, Jesús cuenta una historia sacada de la vida cotidiana de las familias; una historia común que habla por si sola y no necesita de mucha explicación. Por medio de una historia muy sencilla, Jesús trata enseguida de implicar a los oyentes y comunicar un mensaje. Se implican en la historia, sin, de momento, darse cuenta del objetivo que Jesús tenía en mente. Después que dieran una respuesta a la pregunta, Jesús aplica la historia y los oyentes se dan cuenta de que ellos se condenaron a sí mismos.

Mateo 21,28-30: La historia de los dos hijos. Jesús hace una pregunta inicial: «Pero, ¿qué os parece?” Es para llamar la atención de las personas para que presten mucha atención a la historia que sigue. En seguida viene la historia: «Un hombre tenía dos hijos.  Llegándose  al  primero,  le  dijo:  `Hijo,  vete  hoy  a  trabajar  en  la  viña.’  Y  él respondió: `No quiero’, pero después se arrepintió y fue. Llegándose al segundo, le dijo lo mismo. Y él respondió: `Voy, Señor’, y no fue”. Se trata de una historia de la vida familiar de cada día. Las personas que escuchan a Jesús entienden del asunto, pues ya lo habían vivido, a lo mejor, muchas veces en su propia casa. De momento no se percibe lo que Jesús tiene en mente. ¿Qué quiere alcanzar con esta historia?

Mateo 21,31a: La implicación de las autoridades en la historia de los dos hijos. Jesús formula la historia en forma de  pregunta. Al comienzo  dice: “Pero,  ¿qué os  parece?”   y al final termina preguntando: “¿Cuál de los dos hizo la voluntad del padre?» Los que escuchan son padres de familia y responden desde lo que  debe  haber  acontecido varias veces con sus hijos: Los jefes de los sacerdotes y los ancianos del pueblo respondieron «El primero». Esta es la respuesta que Jesús quería oír de ellos  y  por donde los coge en flagrante para comunicar su mensaje.

Mateo 21,31b-32: La conclusión de Jesús. “En verdad os digo que los publicanos y las prostitutas llegan antes que vosotros al Reino de Dios. Porque vino Juan a vosotros por camino de justicia, y no creísteis en él, mientras que los publicanos y las prostitutas creyeron en él. Y vosotros, ni viéndolo, os arrepentisteis después, para creer en él”. La conclusión de Jesús es evidente y muy dura. En la opinión de los sacerdotes y de los ancianos, los publicanos y las prostitutas eran personas pecadoras e impuras que no hacían la voluntad del Padre. En opinión de Jesús, publicanos y prostitutas, de hecho, decían “No quiero”, pero acababan haciendo la voluntad del Padre, pues se arrepienten ante la predicación de Juan Bautista. En cuanto a ellos, los sacerdotes y los publicanos que oficialmente siempre dicen “¡Sí, señor, voy!”, pero acaban no observando la voluntad del Padre, pues no quisieron creer en Juan Bautista.

Para la reflexión personal

¿Con cuáles de los dos hijos me identifico?
¿Quiénes son hoy las prostitutas y los publicanos que dicen “¡No quiero!”, pero terminan haciendo la voluntad del Padre?

Oración final

Bendeciré en todo tiempo a Yahvé, sin cesar en mi boca su alabanza; en Yahvé se gloría mi ser, ¡que lo oigan los humildes y se alegren! (Sal 34,2-3)

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Lectio Dom, 11 dic, 2022

El testimonio de Jesús sobre Juan Bautista
Mateo 11,2-11

Invocamos al Espíritu Santo

Espíritu de Dios,
que al comienzo de la creación
te cernías sobre los abismos del universo y transformabas en sonrisa de belleza
el gran despertar de las cosas, desciende ahora sobre la tierra
y dónale el escalofrío de los comienzos. Este mundo que envejece,
rózalo con el ala de tu gloria. Devuélvenos a los primeros gozos
Vuélvete sin medida sobre todas nuestras aflicciones.
Inclínate una vez más sobre nuestro viejo mundo en peligro.
Y el desierto finalmente de nuevo será jardín,
y en el jardín florecerá la justicia y fruto de la justicia será la paz.
Espíritu de Dios, que junto a las orillas del Jordán descendiiste plenamente sobre la cabeza de Jesús
y lo proclamaste Mesías,
inunda esta porción de tu cuerpo místico recogida ante ti.
Adórnala con un vestido de gracia.
Conságrala con la unción
e invítala a llevar el alegre anuncio a los pobres
y vendar las heridas de los corazones destrozados, a proclamar la libertad de los esclavos,
la liberación de los prisioneros
y a promulgar el año de misericordia del Señor. Líbranos del miedo del no poder más.
Que de nuestros ojos salgan invitaciones a sobrehumana transparencia.
Que de nuestro corazón brote abundantemente audacia mezclada con ternura. Que de nuestras manos se derrame la bendición del Padre
sobre todo lo que acariciamos.
Haz resplandecer de gozo nuestros cuerpos Revístelos de vestidos nupciales.
Y cíñelos con cinturas de luz,
para que, para nosotros y para todos, no tarde el Esposo.

Bello

El texto

Juan se encontraba en la cárcel, y habiendo oído hablar de las obras de Cristo, le mandó preguntar por medio de dos discípulos: «¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?»

Jesús les respondió: «Vayan a contar a Juan lo que están viendo y oyendo: los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios de la lepra, los sordos oyen, los muertos resucitan y a los pobres se les anuncia el Evangelio. Dichoso aquel que no se sienta defraudado por mí».

Cuando se fueron los discípulos, Jesús se puso a hablar a la gente acerca de Juan: «¿Qué fueron ustedes a ver en el desierto? ¿Una caña sacudida por el viento? No. Pues entonces, ¿qué fueron a ver? ¿A un hombre lujosamente vestido? No, ya que los que visten con lujo habitan en los palacios. ¿A qué fueron, pues? ¿A ver a un profeta? Sí, yo se lo aseguro; y a uno que es todavía más que profeta. Porque de él está escrito: He aquí que yo envío a mi mensajero para que vaya delante de ti y te prepare el camino. Yo les aseguro que no ha surgido entre los hijos de una mujer ninguno más grande que Juan el Bautista. Sin embargo, el más pequeño en el Reino de los cielos, es todavía más grande que él».

Volvemos a releer el texto evangélico

Susurramos con calma las palabras del evangelio, haciéndolas pasar poco a poco de la lengua a la mente, de la mente al corazón.

Gustamos con calma algunas de estas palabras…

Estamos junto a Jesús y escuchamos lo que le piden los discípulos de Juan: es una pregunta seria, de las que pueden cambiar la historia.

La respuesta de Jesús tiene un tono tranquilo, pero nos hiere el corazón como una flecha: la cosa está clara, ¡el Mesías esperado es É!

Deja que las preguntas, las dudas, los deseos y las esperanzas corran libremente en torno a la Palabra de Jesús. Deja que se encuentren y choquen con ella.

Alguna vez saldrá una respuesta, aunque sea parcial: no en las argumentaciones, sino mirando bien en la cara “A Aquel que viene” y que te está hablando ahora.

No te canses de repetir en voz baja su Palabra y de guardarla en el corazón, más allá de todas las dudas y problemas de la jornada.

Examinamos más de cerca el texto de Mateo

= Nuestro pasaje está colocado al principio de una nueva sección del evangelio (11,2- 12, 50): y es una serie de relatos sobre las actividades de Jesús que siguen al discurso sobre el apostolado. No se narran muchos milagros, sino que el evangelista pone el acento sobre la polémica entre Jesús y sus adversarios, en un creciendo que continuará por todo el resto del evangelio. El texto es, con mucha probabilidad, el reflejo de los  primeros debates teológicos entre los cristianos y los discípulos  de  Juan, centrado sobre la naturaleza de la misión de Jesús.

= Juan que estaba en la cárcel…: Llevaba Mateo tiempo sin hablar del Bautista (la última vez fue en 4,12) y ahora dice que él está en prisión, pero sólo contará las circunstancias de su encarcelamiento más adelante (14,3-12).

La cárcel para Juan , como para todos, es lugar de segregación, una especie de “mundo aparte” que lo vuelve casi extraño a todo lo que constituye la vida normal y deforma la percepción de las noticias que recibe del exterior. No nos extrañe, también por este motivo, la pregunta del Bautista que, precisamente, había sido el primero en reconocer en Jesús “el más potente” (3,11) y el juez escatológico que “tiene en una mano el bieldo” (3,12). inclinándose ante Él con humildad y temblor (cfr 3,11).

= Había oido hablar de las obras de Cristo…: La expresión “obras de Cristo” usada para resumir cuanto Jesús estaba haciendo, anticipa la respuesta que Él dará a la petición de Juan.

Juan Bautista, estando en la cárcel, escucha las noticias sobre Jesús: también nosotros cada día, estando en “nuestras prisiones” de soledad y de alejamiento de Dios o del dolor, escuchamos “cualquier cosa” que viene de muchas fuentes y nos sentimos perturbados.

A veces es difícil distinguir la buena noticia del evangelio en medio de tantas cosas que suceden cada día.

Sin embargo las obras del hombre Jesús son las “obras de Cristo”, aunque muchas veces no caigamos en la cuenta, tal como le sucede a Juan.

= ¿Eres tú el que ha de venir o debemos esperar a otro? Juan, cuando bautizaba a las multitudes en el Jordán, había descrito un Mesías fuerte y severo para castigar los pecados de los hombres: “Aquel que viene en pos de mí es más fuerte que yo, y yo no soy digno ni siquiera de llevar sus sandalias; él os bautizará en el Espíritu Santo y en el fuego. Él tiene en la mano el bieldo, limpiará su era y recogerá su grano en el granero, pero quemará la paja en fuego inextinguible” (Mt 3,11-12). En aquella severidad que azotaba en vista de la conversión y, por tanto, de la salvación, Juan había leído el sello de la misericordia de JHWH. Ahora sometido a la prueba de la cárcel, hecho frágil por el sentido de la impotencia y del fallo, víctima de la injusticia y de la prepotencia contra las que había luchado siempre, cree que el mal esté triunfando y está como desconcertado. Inmerso irremediablemente en esa niebla, no logra ver con claridad el poder de Dios en acción en las obras de Jesús.

Es lícito suponer: Jesús se estaba revelando gradualmente como Mesías, pero lo hacía rompiendo los cánones del ideal hebraico y de las acostumbradas interpretaciones de las sagradas Escrituras: no estaba “haciendo justicia”, no estaba separando los buenos de los malos como la criba separa el grano bueno de la paja; predicaba con energía la conversión, pero perdonaba a los pecadores; se mostraba “manso y humilde de  corazón” (Mt 11-29), abierto y disponible a todos , ajeno a cualquier forma chabacana de contestar al sistema. Es posible pensar, por esto, que Juan haya entrado en crisis, porque Jesús no correspondía al Mesías que él esperaba y que había siempre  predicado; por tanto, envía una delegación a Jesús para proponer algunas cuestiones y traer una palabra que ponga un poco de luz en este misterio de contradicción: ¿Quién eres tú, Jesús?¿Qué dices de ti mismo? ¿Cómo podemos creer en ti, si, de frente a la prepotencia e injusticia, te manifiestas como el Mesías paciente, misericordioso, no violento?

¿Quién de nosotros no ha intentado hacerse una idea más precisa de Áquel en el cual cree y en su modo de obrar, cuando la vida lo ha hecho enfrentarse a tantas contradicciones e injusticias, incluso en la Iglesia? ¿Quién de nosotros no se ha fatigado en ver e interpretar correctamente los signos de la presencia activa del Señor dentro de la propia historia? Es difícil acoger un Dios “diverso” de nuestros esquemas y por esto no podemos acusar al Bautista, porque también nosotros estamos sujetos a la tentación de querer un Dios que tenga nuestros sentimientos, gustos y que sea, más bien, algo vengativo en hacer “justicia”. Quisiéramos a veces un Dios hecho a nuestra imagen y semejanza, pero “mis pensamientos no son vuestros pensamientos, vuestros

caminos no son mis caminos.” (Is 55,8)

= Jesús les respondió: Id y contad a Juan lo que oís y veis: Jesús no responde de un modo rápido y directo, sino que muestra con claridad cómo los hechos que provienen de su acción están cambiando la historia y realizando las antiguas profecías sobre el Mesías. Ninguna respuesta “ preparada de antemano” por tanto, pero los discípulos deben regresar a Juan y referirle lo que ellos mismos han oído y visto, porque las curaciones, las resurrecciones y la liberación son ya signo inequívocos de la mesianidad de Jesús de Nazaret. Debemos aprender cada día a anunciar la buena noticia a partir de lo que nosotros mismos sentimos y vemos. El testimonio fraterno e indispensable para comunicar el evangelio.

Cristo se somete humildemente al interrogatorio y responde indicando a los discípulos de Juan un verdadero y propio método de comprensión y de anuncio: “Id y contad a Juan lo que oís y veis”. El cuarto evangelista reclama el mismo método abriendo su primera carta: “Lo que era desde el principio, lo que hemos oido, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado y lo que nuestras manos han tocado, o sea el Verbo de la vida (porque la vida se ha hecho visible, y nosotros hemos visto y por eso damos testimonio y os anunciamos la vida eterna, que estaba junto al Padre y se ha hecho visible a nosotros) lo que hemos visto y oído, os lo anunciamos también a vosotros, para que también vosotros estéis en comunión con nosotros” (Jn 1,1-3). Este es el método misionero adoptado por la Iglesia primitiva: el método aprendido de la encarnación del Verbo.

El anuncio verdadero y eficaz pasa a través de comunicación sencilla y modesta de la experiencia personal: las palabras sin rumor de una vida tejida de fe.

= Los ciegos ven y los cojos andan, los leprosos quedan limpios y los sordos oyen … y se anuncia a los pobres la Buena Nueva; En estas palabras, suma de diversas citas de Isaías (28, 18-19; 35, 5-6; 42, 18; 61,1), está el corazón de la respuesta de Jesús y de todo nuestro pasaje. El Señor presenta su propia obra no como juicio y dominio, sino como bendición divina para los necesitados del Pueblo.

Es significativo que los pasajes proféticos citados no contengan referencias a la lepra y a la muerte, que sin embargo el evangelista pone en boca de Jesús. Esto pone de relieve la novedad que Jesús trae en su manera de realizar las profecías sobre el Mesías esperado de Israel. Las obras de Jesús son grandes, pero Él es uno de los “pequeños” del que habla con predilección, es un “pobre de JHWH” que ya ve la cruz al final de su camino como hombre. Esto es insoportable para el que espera un Mesías triunfante.

Dichoso el que oye y ve con un corazón lleno de fe.

Indirectamente, Jesús invita al mismo Juan a oir y ver lo que él está enseñando y haciendo. Así el último de los profetas podía recordar y ahora reconocer que cuanto Jesús dice y hace corresponde a las grandes profecías mesiánicas, de las cuáles es rico el Antiguo Testamento. Es el mecanismo de la “memoria religiosa”, sin la cual la fe no se enciende nunca, y sobre todo, no puede sobrevivir a los golpes de los escándalos que la vida pone delante: las obras de Dios del pasado son el signo de su fidelidad a las promesas y prenda de sus obras del futuro.

Empeñarse en recordar cada día “las grandes cosas” que Dios ha hecho por nosotros y en nosotros (cfr Lc 1,49), no significa caer en una estéril repetición, sino llevar la semilla de la gracia activa de Dios poco a poco hasta lo más profundo de nosotros mismos, para que pueda germinar y dar fruto. También la Eucaristía es recuerdo: es “memorial de la Pasión del Señor”, recuerdo vivo y actual de la salvación otorgada a cada uno de nosotros.

= ¡Dichoso áquel que no halle escándalo en mí! : Escándalo” es un vocablo griego: la “piedra de tropiezo” preparada para golpear de sorpresa a una persona. No obstante el significado que nosotros atribuimos en general a esta palabra, en la Biblia”escándalo” puede ser tanto algo negativo como algo positivo.

Jesús es uno que escandaliza a sus conciudadanos por sus orígenes de poca alcurnia y poco apropiados al Mesías glorioso; escandaliza a los fariseos con sus zahirientes palabras, escandaliza a los discípulos del Bautista con su obrar fuera de los esquemas preconcebidos y escandaliza a sus discípulos con su propia muerte infame…

El mismo Jesús, sin embargo, no elogia ni escandaliza a los pequeños o aquéllos que son ocasión de escándalo (cfr Mt 5,29) a la fe o la moral, induciendo a los otros a correr por caminos equivocados.

El tipo de escándalo del cual tenemos necesidad es el que nace del vivir radicalmente el evangelio, el que nos saca de nuestras costumbres de vida y de nuestros esquemas mentales.

En nuestra vida estamos llamados todos a “escandalizar” el mundo con el escándalo del Evangelio demostrando con la vida que no nos atamos a usos y costumbres lejanos de la fe cristiana, de rechazar compromisos que generan injusticias, de preocuparse por los pobres y los últimos.

= ¿Qué saliste a ver en el desierto?: No obstante la debilidad demostrada en la pregunta puesta por Juan, Jesús describe con entusiasmo a su precursor como un profeta que a su palabra ardiente une los signos vivos e incontestables de su relación privilegiada con Dios en nombre del cual habla al Pueblo. Todavía más, con esta serie de seis preguntas retóricas y tres proposiciones positivas, Jesús afirma que Juan es más que un profeta: es aquel de quien hablan las antiguas Escrituras de los padres, el mensajero que prepara el camino al Señor (Mt 3,3), según cuanto habían dicho los antiguos profetas (Mal 3,1; Ex 23,20). Sin embargo el Señor no se espera a explicar los motivos de su afirmación, quizás son demasiados evidentes a los oyentes.

= No ha surgido entre los nacidos de mujer uno mayor que Juan el Bautista: Juan no es sólo un eminente profeta y el precursor del Mesías ( porque es evidente que Jesús se retiene como tal), sino que es grande también como hombre, más que todo sus contemporáneos y hombres de las épocas precedentes. Es una alabanza de tipo estrictamente personal, la que Jesús dirige al prisionero de Herodes y no sólo una hipérbole. Con estas palabras, Jesús anticipa el acercamiento entre Juan Bautista y Elías, que será explícito en el versículo 14: “si queréis oírlo, él es Elías que debe venir”.

La expresión “entre los nacidos de mujer” tiene un típico sabor semita, pero contiene también una alusión al misterio del origen de Jesús: también Él “ha nacido de mujer”, pero sólo en la carne, porque su génesis humano –divina está más allá de la simple humanidad.

Nuestro nacimiento de “hijo de Dios” por medio de la fe también está envuelta en el misterio: “no de la sangre ni por el querer de la carne, ni por el querer del hombre, sino por Dios” han sido engendrados (Jn 1,13). Nosotros somos “nacidos de mujer”, pero no estamos destinados a la tierra, sino más bien al Reino de los cielos y allí seremos valorados por la fe y sus obras, fruto de la acogida de la gracia bautismal.

= Sin embargo, el más pequeño…: esta parte de la frase, (quizás una glosa primitiva) parece limitar la entusiasta presentación del Bautista. Por cuanto sea el más grande entre los hombres, Juan es pequeño en el Reino, porque allí todo está medido según criterios muy diversos de los de la tierra: la medida de los tiempos nuevos que están viniendo y han empezado con la venida del Hijo de Dios. Lo que pertenece a esta generación del todo nueva, es mayor que cualquiera que haya vivido en la época precedente, también que Juan el Bautista.

El contraste entre “grande” y “pequeño” se ha puesto a propósito para aclarar a todos los creyentes que para ser grande es necesario convertirse cada vez en más pequeño. En su “grandeza” humana Juan viene señalado por Jesús como el más pequeño en el reino y también por Juan se pone la exigencia evangélica de “hacerse pequeño” en las manos de Dios. Es la misma exigencia que se pone cada día para cada uno de nosotros tentados de asemejarnos a los “grandes” y a los “poderosos” al menos en el deseo.

Oramos la Palabra dando gracias al Señor

Dios de nuestro gozo, dador de toda salvación (Salmo 146)
Yahvé guarda por siempre su lealtad, que hace justicia a los oprimidos, que da pan a los hambrientos.
Yahvé libera a los condenados. Yahvé abre los ojos a los ciegos, Yahvé endereza a los encorvados, Yahvé protege al forastero, sostiene al huérfano y a la viuda. Yahvé ama a los honrados, y tuerce el camino del malvado. Yahvé reina para siempre, tu Dios, Sión, de edad en edad.

De la Palabra a la contemplación

Señor Jesús
que “estás por venir”.
No tardes más
y escucha el grito de los pobres
que te miran para obtener la salvación, justicia y paz.
Danos ojos limpios y un corazón puro
para saber discernir tu presencia activa y fecunda en los acontecimientos
de nuestro “hoy”
que se nos presenta tan gris y falto de rayos de esperanzas. ¡Ven, Señor Jesús!
“El Espíritu y la Esposa dicen: «¡Ven!» Y el que escucha diga: «¡Ven!»
El que tenga sed venga;
y el que quiera tome gratis el agua de la vida.
Aquel que testifica estas cosas dice: «¡Sí, vendré pronto!» Amén. Ven, Señor Jesús.” (Ap 22,17,20)

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Lectio sáb, 10 dic, 2022

Oración inicial

Dios todopoderoso: que amanezca en nuestros corazones el resplandor de tu gloria, Cristo, tu Hijo, para que su venida ahuyente las tinieblas del pecado y nos manifieste como hijos de la luz. Por nuestro Señor Jesucristo. Amen.

Lectura del santo Evangelio según Mateo 17,10-13

En aquel tiempo, los discípulos le preguntaron a Jesús: “¿Por qué dicen los escribas que primero tiene que venir Elías?”

Él les respondió: “Ciertamente Elías ha de venir y lo pondrá todo en orden. Es más, yo les aseguro a ustedes que Elías ha venido ya, pero no lo reconocieron e hicieron con él cuanto les vino en gana. Del mismo modo, el Hijo del hombre va a padecer a manos de ellos”.

Entonces entendieron los discípulos que les hablaba de Juan el Bautista.

Reflexión

Los discípulos acaban de ver a Moisés y a Elías ante Jesús en la transfiguración sobre el monte (Mt 17,3). La gente en general creía que Elías tenía que volver para preparar la llegada del Reino. El profeta Malaquías decía: “Les voy a mandar al profeta Elías antes que llegue el día de Yahvé, que será grande y temible. El reconciliará a los padres con los hijos y a éstos con sus padres, para que cuando yo llegue no tenga que maldecir a este país.” (Ml 3,23-24; cf. Eccl 48,10). Los discípulos quieren saber: «¿Qué significa la enseñanza de los doctores de la Ley, cuando dicen que Elías tiene que venir antes?» Ya que Jesús, el mesías, estaba ya allí, había llegado, y Elías no había llegado aún. ¿Cuál es el valor de esta enseñanza de la vuelta de Elías?”

Jesús contesta: “Elías ya vino y no le reconocieron, sino que lo trataron como se le antojó. Y también harán padecer al Hijo del hombre”. Y entonces los discípulos comprendieron que Jesús se refería a Juan Bautista.

En esa situación de dominación romana que desintegraba el clan y la convivencia familiar, la gente esperaba que Elías volviera para reconstruir las comunidades: reconducir el corazón de los padres hacia los hijos y el corazón de los hijos hacia los padres. Esta era la gran esperanza de la gente. Hoy también, el sistema neoliberal desintegra las familias y promueve la masificación que destruye la vida.

Reconstruir y rehacer el tejido social y la convivencia comunitaria de las familias es peligroso, porque mima la base del sistema de dominio. Por esto mataron a Juan el Bautista. El tenía un proyecto de reforma de la convivencia humana (cf. Lc 3,7-14). Realizaba la misión de Elías (Lc 1,17). Por esto le mataron.

Jesús continúa la misma misión que Juan: reconstruir la vida en comunidad. Porque Dios es Padre, y nosotros somos todos hermanos y hermanas. Jesús reúne dos amores: amor hacia Dios y amor hacia el prójimo y le da visibilidad en la nueva forma de convivencia. Por esto, al igual que Juan, le mataron. Por esto, Jesús, el Hijo del Hombre, será condenado a muerte.

Para la reflexión personal

Me pongo en el lugar de los discípulos: ¿la ideología del consumismo tiene poder sobre mí?
Me pongo en el lugar de Jesús: ¿Tengo fuerza para reaccionar y crear una nueva convivencia humana?

Oración final

Que tu mano defienda a tu elegido, al hombre que para ti fortaleciste.
Ya no volveremos a apartarnos de ti,
nos darás vida e invocaremos tu nombre. (Sal 80,18-19)

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Lectio vie, 9 dic, 2022

Oración inicial

Señor, que tu pueblo permanezca en vela aguardando la venida de tu Hijo, para que, siguiendo las enseñanzas de nuestro Salvador, salgamos a su encuentro, cuando él llegue, con las lámparas encendidas. Por nuestro Señor Jesucristo. Amen.

Lectura del santo Evangelio según Mateo 11,16-19

Jesús dijo: “¿Con qué podré comparar a esta gente? Es semejante a los niños que se sientan en las plazas y se vuelven a sus compañeros para gritarles: ‘Tocamos la flauta y no han bailado; cantamos canciones tristes y no han llorado’.
Porque vino Juan, que ni comía ni bebía, y dijeron: ‘Tiene un demonio’. Viene el Hijo del hombre, y dicen: ‘Ése es un glotón y un borracho, amigo de publicanos y gente de mal vivir’. Pero la sabiduría de Dios se justifica a sí misma por sus obras”.

Reflexión

A los líderes, a los sabios, no les gusta cuando alguien les critica o los desafía. Esto ocurría en tiempos de Jesús y ocurre hoy, en la sociedad civil y en la Iglesia. Juan el Bautista vio, criticó u no fue aceptado. Decían: “¡Está poseído por el demonio!” Jesús vio, criticó y no fue aceptado. Decían: “¡Está fuera de sí!”. –“¡Se ha vuelto loco!” (Mc 3,21) -“¡Está poseído por el demonio!” (Mc 3,22) -“¡Es un samaritano!” (Jn 8,48) -“¡No es de Dios!” (Jn. 9,16). Hoy ocurre lo mismo. Hay personas que se apegan a lo que siempre ha sido enseñado y no aceptan otro modo de explicar y vivir la fe. Luego inventan motivos y pretensiones para no adherir: -“¡Es marxismo!” -“¡Va en contra de la Ley de Dios!” -“¡Es desobediencia a la tradición y al Magisterio!”

Jesús se queja por la falta de coherencia de parte de su gente. Se inventan siempre algún pretexto para no aceptar el mensaje de Dios anunciado por Jesús. De hecho, es relativamente fácil encontrar argumentos y pretextos para rechazar a los que piensan de forma diferente a la nuestra.

Jesús reacciona y demuestra su incoherencia. Ellos se consideraban sabios, pero Jesús reacciona y demuestra su incoherencia. Ellos se consideraban sabios, pero eran como niños que quieren divertirse en la plaza y que se rebelan cuando la gente no se mueve según la música que tocan. O como los que se consideran sabios sin tener nada de realmente sabio. Aceptaban solamente aquellos que tenían las mismas ideas. Y así ellos mismos se condenaban, por su actitud incoherente.

Para la reflexión personal

¿Hasta que punto soy coherente con mi fe?
¿Tengo conciencia crítica hacia el sistema social y eclesiástico que, muchas veces, inventa motivos y pretensiones para legitimar la situación cualquier cambio?

Oración final

Feliz quien no sigue consejos de malvados ni anda mezclado con pecadores
ni en grupos de necios toma asiento,
sino que se recrea en la ley de Yahvé, susurrando su ley día y noche. (Sal 1,1-2)

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