Lectio Dom, 18 jul, 2021
Jesús tiene
compasión de la gente El banquete de la vida – Jesús invita a compartir Marcos
6,30-34
Oración inicial
Señor Jesús, envía tu Espíritu, para que Él nos ayude a
leer la Biblia en el mismo modo con el cual Tú la has leído a los discípulos en
el camino de Emaús. Con la luz de la Palabra, escrita en la Biblia, Tú les
ayudaste a descubrir la presencia de Dios en los acontecimientos dolorosos de
tu condena y muerte. Así, la cruz, que parecía ser el final de toda esperanza,
apareció para ellos como fuente de vida y resurrección.
Crea en nosotros el silencio para escuchar tu voz en la
Creación y en la Escritura, en los acontecimientos y en las personas, sobre
todo en los pobres y en los que sufren. Tu palabra nos oriente a fin de que
también nosotros, como los discípulos de Emaús, podamos experimentar la fuerza
de tu resurrección y testimoniar a los otros que Tú estás vivo en medio de
nosotros como fuente de fraternidad, de justicia y de paz. Te lo pedimos a Ti,
Jesús, Hijo de María, que nos has revelado al Padre y enviado tu Espíritu.
Amén.
Lectura
Clave de lectura:
El texto que meditaremos en este 16º Domingo del Tiempo
Ordinario es breve. Sólo cinco versículos. A primera vista, estas pocas líneas
parecen ser una breve introducción al milagro de la multiplicación de los panes
en el desierto. (Mc 6,34-44). Pero si la Liturgia de este domingo ha separado
del resto y subrayado estos cinco versículos, quiere decir que recogen algo muy
importante que quizás no se notaría si sirviesen sólo para introducir el
milagro de la multiplicación de los panes.
En efecto, estos cinco versículos revelan una
característica de Jesús que siempre ha llamado la atención y sigue llamando: su
preocupación por la salud y formación de los discípulos, su humanidad acogedora
hacia la gente pobre de Galilea, su ternura hacia las personas. Si la Iglesia,
por medio de la liturgia del domingo, nos invita a reflexionar sobre estos
aspectos de las actividades de Jesús es para animarnos a prolongar esta misma
conducta de Jesús en nuestra relación con los otros. Durante su lectura
prestaremos atención a los mínimos detalles del comportamiento de Jesús hacia
los otros.
Una división del texto para ayudarnos en su lectura:
- Marcos 6,30: Revisión de la obra apostólica
- Marcos 6,31-32: Preocupación de Jesús por el descanso de los discípulos
- Marcos 6,33: La gente tiene otros criterios y sigue a Jesús
- Marcos 6,34: Movido a compasión, Jesús cambia su plan y acoge a la gente
El texto:
Los apóstoles volvieron a reunirse con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado. Entonces él les dijo: «Vengan conmigo a un lugar solitario, para que descansen un poco». Porque eran tantos los que iban y venían, que no les dejaban tiempo ni para comer. Jesús y sus apóstoles se dirigieron en una barca hacia un lugar apartado y tranquilo. La gente los vio irse y los reconoció; entonces de todos los poblados fueron corriendo por tierra a aquel sitio y se les adelantaron. Cuando Jesús desembarcó, vio una numerosa multitud que lo estaba esperando y se compadeció de ellos, porque andaban como ovejas sin pastor, y se puso a enseñarles muchas cosas.
Un momento de silencio orante
para que la Palabra de Dios pueda entrar en nosotros e
iluminar nuestra vida.
Algunas preguntas
para
ayudarnos en la meditación y en la oración.
¿Cuál es el aspecto del comportamiento de Jesús que más te ha gustado y que ha despertado la admiración de la gente en tiempos de Jesús?
La preocupación de Jesús por los discípulos y la preocupación por acoger bien a la gente: las dos son importantes. ¿Cuál de las dos prevalece en el comportamiento de Jesús?
Compara el comportamiento de Jesús con el comportamiento del Buen Pastor del Salmo 23. ¿Qué es lo que más asombra?
El comportamiento de nuestra comunidad ¿es el mismo que el de Jesús?
Para aquéllos que quisieran profundizar más
en el tema
El contexto que ilumina el texto:
El capítulo 6º de Marcos muestra un enorme contraste. Por un lado Marcos habla del banquete de la muerte, promovido por Herodes con los grandes de Galilea, en el palacio de la capital, durante el cual será asesinado Juan el Bautista (Mc 6,17-29). Por otro lado, el banquete de la vida, promovido por Jesús para la gente de Galilea, muerta de hambre en el desierto, para que no perecieran en el camino (Mc 6,35-44). Los cinco versículos de la lectura de este domingo (Mc 6,30-34) están colocados exactamente entre estos dos banquetes
Estos cinco versículos ponen de relieve dos cosas: –
ofrecen un retrato de Jesús formador de los discípulos; – indican que anunciar
la Buena Nueva de Jesús no es sólo una cuestión de doctrina, sino sobre todo de
acogida, de bondad, de ternura, de disponibilidad, de revelación del amor de
Dios.
Comentario del texto:
Marcos 6,30-34: La
acogida dada a los discípulos
Estos versículos indican que Jesús formaba nuevos líderes.
Comprometía a los discípulos en la misión y solía de pronto llevarlos a un
lugar más tranquilo para poder descansar y hacer una revisión (cf Lc 10,17-20).
Se preocupaba de su alimentación y de su descanso, porque el trabajo de la
misión era tal, que no tenían tiempo para comer cf (Jn 21,9-13)
Marcos 6,33-34: Movido
a compasión, Jesús cambia su plan y acoge a la gente
La gente se dio cuenta que Jesús se ha ido a la otra
orilla del lago y lo siguió. Cuando Jesús, descendiendo de la barca, vio
aquella muchedumbre, renunció al descanso y comenzó a enseñar. Aquí aparece el
abandono de la gente. Jesús queda conmovido, “porque eran como ovejas sin
pastor”. Quien lea estas palabras recordará el salmo del Buen Pastor (Sl 23).
Cuando Jesús cae en la cuenta de que la gente no tiene pastor, comienza Él a
serlo. Guía a la multitud en el desierto de la vida, y la muchedumbre podía
cantar así: “¡El Señor es mi Pastor! ¡Nada me falta!”
Ampliando conocimientos
Un retrato de
Jesús, formador
“Seguir” era el término que formaba parte del sistema
educativo de la época. Se usaba para indicar la relación entre el discípulo y
el maestro. La relación maestro-discípulo es diferente de la de
profesor-alumno. Los alumnos asisten a las clases del profesor sobre una
determinada materia. Los discípulos “siguen” al maestro y viven con él. Y es
precisamente en esta “convivencia” de tres años con Jesús en la que los
discípulos recibieron su formación.
Jesús, el Maestro, es el eje, el centro y el modelo de la formación. En sus comportamientos es una prueba del Reino, encarna el amor de Dios y lo revela (Mc 6,1; Mt 10,30-31; Lc 15,11-32). Muchos pequeños gestos reflejan este testimonio de vida con el que Jesús indicaba su presencia en la vida de sus discípulos, preparándolos a la vida y a la misión. Era su modo de dar una forma humana a la experiencia que Él mismo había tenido con el Padre:
los compromete en la misión (Mc 6,7; Lc 9,1-2;10,1)
a su vez, la repasa con ellos (Lc 10,17-20)
los corrige cuando yerran o cuando quieren ser los primeros (Mc 10,13-15; Lc 9,46-48)
espera el momento oportuno para corregirlos (Mc 9,33-35)
les ayuda a discernir (Mc 9,28-29)
los interpela cuando son lentos (Mc 4,13; 8,14-21)
los prepara para el conflicto (Jn 16,33; Mt 10,17-25)
les manda observar y analizar la realidad (Mc 8,27-29; Jn 4,35; Mt 16,1-3)
reflexiona con ellos sobre cuestiones del momento (Lc 13,1-5)
pone ante sus ojos las necesidades de la muchedumbre (Jn 6,5)
corrige la mentalidad de venganza (Lc 9,54-55)
enseña que las necesidades de la gente están sobre las prescripciones rituales (Mt 12,7.12)
lucha contra la mentalidad que considera la enfermedad como un castigo de Dios (Jn 9,2-3)
pasa el tiempo solo con ellos para poderlos instruir (Mc 4,34; 7,17; 9,30-31; 10,10; 13,3)
sabe escuchar, aun cuando el diálogo es difícil (Jn 4,7-42)
les ayuda a aceptarse (Lc 22,32)
es exigente y les pide que dejen todo por Él (Mc 10,17-31)
es severo con la hipocresía (Lc 11,37-53)
da más preguntas que respuestas (Mc 8,17-21)
es seguro y no se deja desviar del camino (Mc 8,33; Lc 9,54-55).
He aquí un retrato de Jesús formador. La formación del
“seguimiento de Jesús” no era en primer lugar la transmisión de verdades para
aprenderlas de memoria, sino una comunicación de la nueva experiencia de Dios y
de la vida que irradiaba de Jesús a los discípulos. La comunidad que se formaba
alrededor de Jesús era la expresión de esta nueva experiencia. La formación
llevaba a las personas a tener otros ojos, otras formas de conducirse. Hacía
nacer en ellos un nuevo conocimiento en cuanto a la misión y de ellos mismos.
Obraba de modo que se pusieran al lado de los marginados. Producía, en algunos,
la “conversión” por haber aceptado la Buena Nueva (Mc 1,15).
Cómo Jesús anuncia la Buena Nueva a la muchedumbre
El hecho de que Juan estuviera preso obliga a Jesús a
regresar y comenzar el anuncio de la Buena Nueva. ¡Fue un comienzo explosivo y
creativo! Jesús recorre toda la Galilea: aldeas, pueblos, ciudades (Mc 1,39).
Visita las comunidades. Incluso cambia de residencia y va a vivir a Cafarnaún
(Mc 1,21; 2,1), ciudad que está en la encrucijada de varios caminos, y esto le
facilitaba la divulgación del mensaje. Casi nunca se para, está siempre en
camino. Los discípulos van con Él, por dondequiera que vaya. En las praderas, a
lo largo de los caminos, en la montaña, en el desierto, en barca, en la
sinagoga, en las casas. ¡Con mucho entusiasmo!
Jesús ayuda a la gente sirviendo de muchas maneras:
arroja los espíritus inmundos (Mc 1,39), cura los enfermos y los que son
maltratados (Mc 11,34), purifica a los marginados a causa de la impureza (Mc
1,40-45), acoge a los marginados y confraterniza con ellos (Mc 2,15). Anuncia,
llama y convoca. Atrae, consuela ayuda. Es una pasión que se revela.
Pasión por el Padre y por la gente pobre y abandonada de
su tierra. Allí donde encuentra gente que lo escucha, habla y transmite la
Buena Noticia. En cualquier lugar que sea.
¡En Jesús, todo es revelación que le sale desde dentro!
Él mismo es la prueba, el testigo viviente del Reino. En Él aparece lo que
sucederá cuando una persona deja reinar a Dios, deja que Dios guíe su vida. En
su manera de vivir y obrar junto a los otros, Jesús revela lo que Dios tenía en
mente, cuando llamaba en el tiempo a Abrahán y a Moisés.
¡Jesús transformó la nostalgia en esperanza! De pronto la
gente entendió: “¡Esto era lo que Dios quería para su pueblo!”
Y este fue el comienzo del anuncio de la Buena Nueva del
Reino que se divulgaba rápidamente en las aldeas de Galilea. De forma pequeña
como una semilla que después crece llegando a convertirse en un gran árbol,
donde la gente podía reponerse (Mc 4,31-32). Y la gente se encargaba de
difundir la noticia.
La gente de Galilea quedaba impresionada del modo de
enseñar de Jesús . “¡Un nuevo modo de enseñar!¡Dado con autoridad! ¡Diverso del
de los escribas!” (Mc 1,22.27). Lo que más Jesús hacía era enseñar (Mc 2,13;
4,1-2;6,34) Y lo que solía hacer (Mc 10,1). Más de quince veces el evangelio de
Marcos dice que Jesús enseñaba. Pero Marcos no dice casi nunca lo que enseñaba.
¿Quizás no le interesa el contenido? ¡Depende de lo que la gente entienda por
contenido! Enseñar, no quiere decir sólo enseñar verdades nuevas de modo que la
gente se las aprenda de memoria. El contenido que Jesús dará no sólo se ve en
las palabras, sino en los gestos y en el modo en que entra en relación con las
personas. El contenido no está nunca separado de la persona que lo comunica. Jesús
era una persona acogedora (Mc 6,34). Amaba a la gente. La bondad y el amor que
se transparentaba en sus palabras formaban parte del contenido. Constituyen su
temperamento. Un contenido bueno, pero sin bondad es como un líquido derramado.
Marcos define el contenido de la enseñanza de Jesús como “Buena Noticia de Dios”
(Mc 1,14). La Buena Nueva que Jesús proclama viene de Dios y revela algo sobre
Dios.
En todo lo que Dios dice y hace, se reflejan trazos del
rostro de Dios. Refleja la experiencia que Él mismo tiene de Dios, la
experiencia del Padre. Revelar a Dios como Padre es la fuente, el contenido y
el fin de la Buena Noticia de Dios.
Orar con el Salmo 23 (22)
Yahvé es mi pastor
Yahvé es mi pastor, nada me falta. En verdes pastos me hace reposar. Me conduce a fuentes tranquilas, allí reparo mis fuerzas.
Me guía por cañadas seguras haciendo honor a su nombre.
Aunque fuese por valle tenebroso,
ningún mal temería, pues tú vienes conmigo;
tu vara y tu cayado me sosiegan.
Preparas ante mí una mesa, a la vista de mis enemigos; perfumas mi cabeza,
mi copa rebosa.
Bondad y amor me acompañarán todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa de Yahvé un sinfín de días.
Oración final
Señor Jesús, te damos gracia por tu Palabra que nos ha
hecho ver mejor la voluntad del Padre. Haz que tu Espíritu ilumine nuestras
acciones y nos comunique la fuerza para seguir lo que Tu Palabra nos ha hecho
ver. Haz que nosotros como María, tu Madre, podamos no sólo escuchar, sino
también poner en práctica la Palabra. Tú que vives y reinas con el Padre en la
unidad del Espíritu Santo por todos los siglos de los siglos. Amén.
Todos los
derechos: www.ocarm.org