Acoger a los pequeños y marginados Ninguno es el dueño de Jesús Marcos 9,38-43.47-48
Oración inicial
Señor Jesús,
envía tu Espíritu, para que Él nos ayude a leer la Biblia en el mismo modo con
el cual Tú la has leído a los discípulos en el camino de Emaús. Con la luz de
la Palabra, escrita en la Biblia, Tú les ayudaste a descubrir la presencia de
Dios en los acontecimientos dolorosos de tu condena y muerte. Así, la cruz, que
parecía ser el final de toda esperanza, apareció para ellos como fuente de vida
y resurrección.
Crea en
nosotros el silencio para escuchar tu voz en la Creación y en la Escritura, en
los acontecimientos y en las personas, sobre todo en los pobres y en los que
sufren. Tu palabra nos oriente a fin de que también nosotros, como los
discípulos de Emaús, podamos experimentar la fuerza de tu resurrección y
testimoniar a los otros que Tú estás vivo en medio de nosotros como fuente de
fraternidad, de justicia y de paz. Te lo pedimos a Ti, Jesús, Hijo de María, que
nos has revelado al Padre y enviado tu Espíritu. Amén.
Lectura
a) Clave de lectura:
El texto del
Evangelio de este 26º Domingo del tiempo ordinario nos presenta parte de una
larga instrucción hecha por Jesús a sus discípulos (Mc 8,22 a 10,52). (Véase el
comentario del evangelio del 24º Domingo). Esta vez el Evangelio expone, sobre
todo, tres exigencias de conversión para las personas que quieran seguirlo: (i)
corrige la mentalidad equivocada de quien piensa ser el dueño de Jesús (Mc
9,38-40); (ii) insiste en la acogida que hay que dar a los pequeños (Mc
9,41-42) y (iii) manda comprometerse radicalmente por el Evangelio (Mc
9,43-48).
b) Una división del texto para ayudarnos
en su lectura:
Marcos
9,38-40: Jesús corrige la mentalidad cerrada del apóstol Juan
Marcos 9,41: Quien da un vaso de agua a un discípulo de Jesús será recompensado Marcos 9,42: Evitar escandalizar a los pequeños
Marcos 9,43-48: Comprometerse radicalmente por el Evangelio
c) Texto:
Juan le dijo a Jesús: «Hemos visto a uno que expulsaba a los demonios
en tu nombre, y como no es de los nuestros, se lo prohibimos». Pero Jesús
le respondió: «No se lo prohíban, porque no hay ninguno que haga milagros
en mi nombre, que luego sea capaz de hablar mal de mí. Todo aquel que no está
contra nosotros, está a nuestro favor.
Todo aquel que les dé a beber un vaso de agua por el hecho de que son de
Cristo, les aseguro que no se quedará sin recompensa.
Al que sea ocasión de pecado para esta gente sencilla que cree en mí,
más le valdría que le pusieran al cuello una de esas enormes piedras de molino
y lo arrojaran al mar.
Si tu mano te es ocasión de pecado, córtatela; pues más te vale entrar
manco en la vida eterna, que ir con tus dos manos al lugar de castigo, al fuego
que no se apaga. Y si tu pie te es ocasión de pecado, córtatelo; pues más te
vale entrar cojo en la vida eterna, que con tus dos pies ser arrojado al lugar
de castigo. Y si tu ojo te es ocasión de pecado, sácatelo; pues más te vale
entrar tuerto en el Reino de Dios, que ser arrojado con tus dos ojos al lugar
de castigo, donde el gusano no muere y el fuego no se apaga»
Un momento de silencio orante
para que la Palabra de Dios pueda entrar en
nosotros e iluminar nuestra vida.
Algunas preguntas
para ayudarnos en la meditación y en la
oración.
- ¿Cuál es el
punto del texto que más te ha gustado o que ha llamado más tu atención?
- ¿Qué
significa hoy, para nosotros, la afirmación de Jesús: “Quien no está en nuestra
contra está a nuestro favor”?
- ¿Cómo
traducir hoy el “vaso de agua” del que habla Cristo?
- ¿Quiénes eran
los “pequeños”? ¿Qué significa “ser motivo de escándalo para los pequeños”?
(v.42).
- “Soga al
cuello”, “Corta la mano o el pie”, “Saca tu ojo”: ¿Estas expresiones pueden ser
tomadas literalmente? ¿Qué querrá decir Jesús con estas expresiones?
- En nuestra sociedad
y en nuestra comunidad, ¿quiénes son los pequeños y los marginados? ¿Cuál y
cómo es la acogida que les damos a ellos?
Para aquellos que quisieran profundizar
todavía más en el tema
a)
Contexto de ayer y de hoy:
- Como decíamos
antes, el Evangelio de este domingo presenta tres importantes exigencias de
conversión para el que quiera ser discípulo de Jesús: (i) No tener la
mentalidad cerrada del discípulo Juan, que pensaba ser el dueño de Jesús, sino
tener una actitud abierta y ecuménica, capaz de reconocer el bien en los otros,
aunque sean de otra religión. (ii) Superar la mentalidad de aquellos que se
consideraban superiores a los otros, y que , por esto, despreciaban a los
pequeños y pobres y se alejaban de la comunidad. Para Jesús esta persona
merecía la soga al cuello y ser arrojado al fondo del mar. (iii) Jesús pide no
dejar que entre la rutina en el vivir el Evangelio, sino que pide que seamos
capaces de romper los lazos que nos impiden vivirlo en plenitud.
- Son tres
recomendaciones que tienen mucha actualidad hoy por hoy. En muchas personas que
pertenecen a la Iglesia católica existe la tendencia anti-ecuménica de
encerrarse en sí mismas, como si nosotros fuésemos cristianos mejores que los
otros. En el mundo de hoy, dominado por el sistema neoliberal, existe el
desprecio por los pequeños, y de hecho aumenta por todas partes la pobreza, el
hambre y el número de prófugos y de abandonados. Falta entre nosotros los
cristianos el compromiso de vivir el Evangelio. Pero si nosotros , millones de
cristianos, viviésemos realmente el Evangelio, el mundo no estaría como está.
b)
Comentario del texto:
Marcos
9;38-40: La mentalidad cerrada
Alguno que no
era de la comunidad usaba el nombre de Jesús para arrojar a los demonios. Juan,
el discípulo, lo ve y prohíbe hacerlo: “Se lo habíamos prohibido, porque no era
de los nuestros”. ¡En nombre de la comunidad Juan impide que otro pueda hacer
una buena acción! Por ser discípulo, él pensaba tener el monopolio de Jesús y ,
por esto, quería prohibir que otros usasen el nombre de Jesús para hacer el
bien. Era esta una mentalidad cerrada y antigua del “¡Pueblo elegido, pueblo
separado!” Jesús responde: “No se lo prohibáis. ¡Quien no está en mi contra,
está a por mí!” Para Jesús, lo que importa no es si la persona forma parte o no
de la comunidad, sino si hace el bien que la comunidad debe hacer. Jesús tenía
una mentalidad ecuménica.
Marcos 9,41:
Quien da un vaso de agua recibe recompensa
Una frase de
Jesús ha sido colocada aquí: En verdad os digo: quien os dé de beber un vaso de
agua porque sois de Cristo, no quedará sin su recompensa. Dos pensamientos para
comentar esta frase: i) “Quien da un vaso de agua”: Jesús se está dirigiendo a
Jerusalén para dar su vida. ¡Gesto de gran donación! Pero Él no se olvida de los
gestos pequeños de donación en la vida de cada día : un vaso de agua, una
acogida, una limosna, y tantos otros gestos con los cuales podemos revelar el
amor. ¡Quien desprecia al ladrillo no podrá nunca edificar la casa! ii) “Porque
sois de Cristo”, Jesús se identifica con los que quieren pertenecer a Él. Esto
significa que, para Él, valemos mucho. Por esto, debemos preguntarnos siempre.
“¿Quién es Jesús para mí?” y también es bueno preguntarse: ¿Quién soy yo para
Jesús? En este versículo encontramos una respuesta que nos da valor y
esperanza.
Marcos, 9,42:
Escándalo para los pequeños
Escándalo es
aquello que desvía a una persona del buen camino. Escandalizar a los pequeños
es ser motivo para que los pequeños se desvíen del camino y pierdan la fe en
Dios. Quien hace esto, recibe la siguiente sentencia: “¡Soga al cuello, con una
piedra de molino para ser arrojado al fondo del mar!” ¿Por qué tanta severidad?
¡Porque Jesús se identifica con los pequeños! (Mt 25,40.45). Quien los toca,
toca a Jesús. Hoy, en muchos lugares, los pequeños, los pobres, muchos de ellos
abandonaron la Iglesia católica y las iglesias tradicionales y van a otras
iglesias. ¡No pueden creernos! ¿Por qué? Antes de acusar a los que pertenecen a
otras iglesias es bueno preguntarse: ¿Por qué se van de nuestra casa? Si se van
es porque no se sienten en casa con nosotros. Algo nos falta.
¿Hasta que
punto somos culpables? ¿Merecemos la soga al cuello? Marcos, 9,43-48: Cortar
pies y manos
Jesús ordena
a la persona cortarse la mano, pie y sacarse el ojo, si fuesen motivo de
escándalo. Dice: “Es mejor entrar en el Reino de Dios con un pie (mano, ojo)
que entrar en el infierno-Gehenna con dos pies (manos, ojos)”. Estas frases no
pueden ser tomadas literalmente. Significan que la persona debe ser radical en
su opción por Dios y por el Evangelio. La expresión “Gehenna” (infierno) donde
su gusano no muere y el fuego no se extingue” es una imagen que indica una
situación de la persona que se queda sin Dios. La Gehenna era el nombre de un
valle vecino a Jerusalén, donde se arrojaba toda la inmundicia de la ciudad y
donde había siempre un fuego encendido que quemaba toda la porquería. Este
pestífero lugar se usaba por el pueblo para simbolizar la situación de una
persona que no participaba del Reino de Dios.
Jesús acoge y defiende la vida de los pequeños
Varias veces
Jesús insiste en la acogida que hay que dar a los pequeños. “Quien acoge a uno
de estos pequeños en mi nombre, me acoge a mí” (Mc 9,37). Quien da un vaso de
agua a uno de estos pequeños no perderá su recompensa (Mt 10,42). Pide no despreciar
a los pequeños (Mt 18,10). Y en el juicio final los justos serán recibidos
porque dieron de comer “a uno de estos más pequeños” (Mt 25.40).
Si Jesús
insiste tanto en la acogida, es porque muchos pequeños de hecho no eran
acogidos. En efecto, mujeres y niños no contaban (Mt 14,21; 15,38), eran
despreciados (Mt 18,10) y obligados al silencio (Mt 21,15-16). Incluso los
apóstoles impedían que se acercasen a Jesús (Mt 19,13; Mc 10,13-14). En nombre
de la ley de Dios, mal interpretada por las autoridades religiosas, muchas
personas buenas eran marginadas. En vez de acoger a los marginados, la ley se
usaba para legitimar la exclusión.
En los
evangelios la expresión “pequeños” (en griego se dice elachistoi, mikroi o nepioi) a veces indica “ los niños”, otras
veces indica sectores excluidos de la sociedad.. No es fácil distinguir. A
veces lo que es “pequeño” en el evangelio, quiere decir “niño”, porque los
niños pertenecían a la categoría de los “pequeños”, de los excluidos. Además,
no siempre es fácil distinguir lo que viene del tiempo de Jesús y lo que viene
del tiempo de las comunidades para las cuales se escribieron los evangelios.
Pero, sea lo que sea, lo que está claro es el contexto de exclusión vigente de
la época, y la imagen que las primeras comunidades tenían de Jesús: Jesús se
pone de parte de los pequeños y asume su defensa. Llama la atención lo que
Jesús hace en defensa de la vida de los niños, de los pequeños.
- Acoger y no escandalizar. Una de las palabras más duras de Jesús es contra aquellos
que causan escándalo a los pequeños, o sea, los que con su conducta quitan a
los niños la fe en Dios. Para ellos sería mejor ponerse una piedra al cuello y
ser arrojados al profundo del mar (Mc 9,42; Lc 17,2; Mt 18,6).
- Acoger y tocar. Cuando los niños se acercan a Jesús para pedir su
bendición, los apóstoles se enfadan y quieren alejarlos. Según las normas de la
época, tanto las madres como los niños pequeños, vivían todos prácticamente en
un permanente estado de impureza legal. ¡Tocar quería decir contraer impureza!
Pero Jesús corrige a los discípulos y acoge a las madres y a los niños. Y los
abraza. “¡Dejad que los niños vengan a mí, no se lo impidáis!” (Mc 10,13-16; Mt
19,13-15).
- Identificarse con los niños. Jesús abraza a los niños y se identifica con ellos. Quien
recibe a un niño, “ me recibe a Mí” (Mc 9,37). “Y todo lo que hagáis a uno de
estos pequeños, me lo hacéis a Mí” (Mt 25,40).
- Llegar a ser como niños. Jesús dice a los apóstoles que se conviertan en niños y
acepten el Reino como niños. De otra manera, no es posible entrar en el Reino (Mc
10,15, Mt 18,3; Lc 9,46-48). Él está indicando que los niños son los profesores
de los adultos. Y esto no era normal. Queremos hacer lo contrario.
- Defender el derecho de gritar. Cuando Jesús entra en la ciudad de Jerusalén, son los
niños los que más gritan: “¡Hosanna al hijo de David!” (Mt 21,15). Criticado
por los jefes de los sacerdotes y de los escribas, son defendidos por Jesús que
invoca incluso las Escrituras para defenderlos (Mt 21,16).
- Dar gracias por el Reino presente en los niños. La alegría de Jesús es grande, cuando se da cuenta de que
los pequeños, entienden las cosas del Reino que Él anunciaba a la gente.
“Padre, yo te doy gracias!” (Mt 11,25-26). Jesús reconoce que los pequeños
entienden mejor las cosas del reino que los doctores.
- Acoger y curar. Son muchos los niños y jóvenes que Él acoge, cura o
resucita: la hija de Jairo, de 12 años (Mc 5,41-42), la hija de la cananea (Mc
7,29-30), el hijo de la viuda de Naín (Lc 7,9-10), el hijo del funcionario
público (Jn 4,50), el niño que tenía cinco panes y cinco peces (Jn 6,9).
Orar con el Salmo 34 (33)
Un pobre comparte con nosotros su fe Bendeciré en todo tiempo a Yahvé,
sin cesar en mi boca su alabanza; en Yahvé se gloría mi ser,
¡que lo oigan los humildes y se alegren! Ensalzad conmigo a Yahvé,
exaltemos juntos su nombre. Consulté a Yahvé y me respondió: me libró de todos mis temores.
Los que lo miran quedarán radiantes, no habrá sonrojo en sus semblantes. Si grita el pobre, Yahvé lo escucha,
y lo salva de todas sus angustias. El ángel de Yahvé pone su tienda en torno a sus adeptos y los libra.
Gustad y ved lo bueno que es Yahvé, dichoso el hombre que se acoge a él. Respetad a Yahvé, santos suyos,
que a quienes le temen nada les falta. Los ricos empobrecen y pasan hambre,
los que buscan a Yahvé de ningún bien carecen. Venid, hijos, escuchadme,
os enseñaré el temor de Yahvé.
¿A qué hombre no le gusta la vida, no anhela días para gozar de bienes?
Guarda del mal tu lengua,
tus labios de la mentira; huye del mal y obra el bien, busca la paz y anda tras ella.
Los ojos de Yahvé sobre los justos, sus oídos escuchan sus gritos;
el rostro de Yahvé hacia los bandidos, para raer de la tierra su recuerdo.
Cuando gritan, Yahvé los oye y los libra de sus angustias;
Yahvé está cerca de los desanimados, él salva a los espíritus hundidos.
Muchas son las desgracias del justo, pero de todas le libra Yahvé;
cuida de todos sus huesos, ni uno solo se romperá.
Da muerte al malvado la maldad, los que odian al justo lo pagarán. Rescata Yahvé la vida de sus siervos,
nada habrán de pagar los que a él se acogen.
Oración final
Señor Jesús,
te damos gracia por tu Palabra que nos ha hecho ver mejor la voluntad del
Padre. Haz que tu Espíritu ilumine nuestras acciones y nos comunique la fuerza
para seguir lo que Tu Palabra nos ha hecho ver. Haz que nosotros como María, tu
Madre, podamos no sólo escuchar, sino también poner en práctica la Palabra. Tú
que vives y reinas con el Padre en la unidad del Espíritu Santo por todos los
siglos de los siglos. Amén.
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