Jesús une la Biblia con la vida
Jesús no agrada a la gente de Nazaret, y lo expulsan Lucas 4,21-30
Oración
inicial
Señor Jesús, envía tu
Espíritu, para que Él nos ayude a leer la Biblia en el mismo modo con el cual
Tú la has leído a los discípulos en el camino de Emaús. Con la luz de la
Palabra, escrita en la Biblia, Tú les ayudaste a descubrir la presencia de Dios
en los acontecimientos dolorosos de tu condena y muerte. Así, la cruz, que
parecía ser el final de toda esperanza, apareció para ellos como fuente de vida
y resurrección.
Crea en nosotros el
silencio para escuchar tu voz en la Creación y en la Escritura, en los
acontecimientos y en las personas, sobre todo en los pobres y en los que
sufren. Tu palabra nos oriente a fin de que también nosotros, como los
discípulos de Emaús, podamos experimentar la fuerza de tu resurrección y
testimoniar a los otros que Tú estás vivo en medio de nosotros como fuente de
fraternidad, de justicia y de paz. Te lo pedimos a Ti, Jesús, Hijo de María,
que nos has revelado al Padre y enviado tu Espíritu. Amén.
Lectura
a) Clave de lectura:
En este 4 ̊ Domingo
del Tiempo ordinario, la Liturgia nos pone delante el conflicto surgido entre
Jesús y la gente de Nazaret. Sucedió un sábado, durante la celebración de la
Palabra en la sala de la comunidad, tras la lectura que Jesús hizo de un texto
del profeta Isaías. Jesús cita al profeta Isaías para presentar su plan de
acción e, inmediatamente, añade un brevísimo comentario. En un primer momento,
todos quedaron admirados y contentos. Pero, cuando se dieron cuenta del alcance
y del significado del programa de Jesús respecto a sus vidas, se rebelan y
quieren matarlo. Conflictos de este tipo se dan, incluso, hoy. Aceptamos al
otro en la medida en que se comporta de acuerdo con nuestras ideas, pero,
cuando el otro decide admitir en comunidad a personas que nosotros excluimos,
surge el conflicto. Es lo que sucedió en Nazaret.
El Evangelio de este
domingo comienza en el versículo 21, con un breve comentario de Jesús. Nos
tomamos la libertad de incluir en el comentario los versículos precedentes, del
16 al 20. Esto nos permite tomar conciencia del texto de Isaías citado por
Jesús y entender mejor el conflicto. Durante el curso de la lectura es bueno
tener en cuenta dos cosas: “¿De qué modo actualiza Jesús el
texto de Isaías? ¿Qué reacción produce entre la gente esta actualización del
texto?”
b) Una división del texto para ayudar en la lectura del
mismo:
Lucas 4,16: Jesús
llega a Nazaret y participa en la reunión de la comunidad Lucas 4,17-19: Jesús
hace la lectura del Profeta Isaías
Lucas 4,20-21: Ante
un público atento, Jesús une la Biblia con la vida de la gente Lucas 4,22:
Reacción contradictoria del público
Lucas 4,23-24: Jesús
critica la reacción de la gente
Lucas 4,25-27:
Iluminación bíblica por parte de Jesús, citando a Elías y a Eliseo Lucas
4,28-30: Reacción furiosa por parte de la gente que quiere matar a Jesús
b) Texto:
En aquel tiempo, después de
que Jesús leyó en la sinagoga un pasaje del libro de Isaías, dijo: “Hoy mismo
se ha cumplido este pasaje de la Escritura que ustedes acaban de oír”. Todos le
daban su aprobación y admiraban la sabiduría de las palabras que salían de sus
labios, y se preguntaban: “¿No es éste el hijo de José?” Jesús les dijo:
“Seguramente me dirán aquel refrán: ‘Médico, cúrate a ti mismo’ y haz aquí, en
tu propia tierra, todos esos prodigios que hemos oído que has hecho en
Cafarnaúm”.
Y añadió: “Yo les aseguro que nadie es profeta en su tierra. Había ciertamente
en Israel muchas viudas en los tiempos de Elías, cuando faltó la lluvia durante
tres años y medio, y hubo un hambre terrible en todo el país; sin embargo, a
ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una viuda que vivía en Sarepta,
ciudad de Sidón.
Había muchos leprosos en Israel, en tiempos del profeta Elíseo; sin embargo,
ninguno de ellos fue curado sino Naamán, que era de Siria”. Al oír esto, todos
los que estaban en la sinagoga se llenaron de ira, y levantándose, lo sacaron
de la ciudad y lo llevaron hasta un barranco del monte, sobre el que estaba
construida la ciudad, para despeñarlo. Pero él, pasando por en medio de ellos,
se alejó de ahí.
Un
momento de silencio orante
para que la Palabra de Dios pueda entrar en nosotros e
iluminar nuestra vida.
Algunas preguntas
para ayudarnos en la meditación y en la oración.
- ¿Qué punto del texto te ha gustado más y te ha llamado la atención
mayormente? ¿Por qué?
- ¿Qué día, en qué lugar, por medio de quién y cómo Jesús presenta su
programa?
- ¿Cuál es el contenido del programa de Jesús? ¿Quiénes son los excluidos que
él desea acoger?
- ¿Cómo actualiza Jesús el texto de Isaías?
- ¿Cuáles son las reacciones de la gente? ¿Por qué?
- ¿Será que el programa de Jesús es también nuestro programa? ¿Quiénes son
los excluidos que hoy deberíamos acoger en nuestra comunidad?
Para aquéllos que quisieran profundizar mayormente este
texto
a) Contexto de entonces para situar el texto:
En el antiguo Israel,
la gran familia, o clan, o la comunidad, era la base de la convivencia social.
La protección de la familia y de las personas era la garantía para poseer la
tierra, el vehículo principal de la tradición y la defensa de la identidad de
la gente. Era un modo concreto de encarnar el amor de Dios en el amor del
prójimo. Defender el clan, la comunidad, era lo mismo que defender la Alianza con
Dios.
En tiempo de Jesús,
una doble esclavitud marcaba la vida de la gente y estaba contribuyendo a la
desintegración del clan, de la comunidad: (i) la esclavitud de la política del
gobierno de Herodes Antipa (4 aC a 39 dC) y (ii) la esclavitud de la religión
oficial. A causa del sistema de explotación y de represión de la política de
Herodes
Antipa, política
apoyada por el Imperio Romano, muchas personas no tenían morada fija, excluidas del resto y sin trabajo (Lc
14,21; Mt 20,3.5-6). El clan, la comunidad, estaba debilitada por ello. Las
familias y las personas estaban sin ayuda, sin defensa. La religión oficial,
mantenida por las autoridades religiosas de la época, en vez de reforzar la
comunidad, de modo que pudiera acoger a los excluidos, aumentaba aún más esta
esclavitud. La Ley de Dios se usaba para legitimar la exclusión y la
marginación de muchas personas: mujeres, niños, samaritanos, extranjeros,
leprosos, poseídos por el demonio, publícanos, enfermos, mutilados,
parapléjicos. ¡Todo esto era lo contrario de
la fraternidad que Dios soñó para todos! Así, ya fuera por la situación
política y económica, como incluso por la ideología religiosa, todo conspiraba
para debilitar la comunidad local e impedir la manifestación del Reino de Dios.
Jesús reacciona ante
esta situación de su pueblo y presenta un programa para cambiar la situación.
La experiencia que Jesús posee de Dios como Padre de amor, le da la posibilidad
de valorar y de percibir lo que estaba equivocado en la vida de su pueblo.
b) Comentario del texto:
Lucas 4,16: Jesús
llega a Nazaret y participa en la reunión de la comunidad
Impulsado por el
Espíritu Santo, Jesús fue hasta Galilea y comienza a anunciar la Buena Nueva
del Reino de Dios (Lc 4,14). Andando por los pueblos y enseñando en las
sinagogas, llega a Nazaret. Vuelve a la comunidad en la que, de pequeño, había
participado durante treinta años en las reuniones semanales. El sábado
siguiente a su llegada, según la costumbre, Jesús fue a la sinagoga para
participar en la celebración y se levanta para leer.
Lucas 4,17-19: Jesús
lee un pasaje del Profeta Isaías
En aquel tiempo eran
dos las lecturas en las celebraciones del sábado. La primera se tomaba de la
Ley de Dios, del Pentateuco, y era fija. La segunda se tomaba de los libros históricos
o profetas, y era elegida por el lector. El lector podía elegir. Jesús eligió
el texto del profeta Isaías que presenta un resumen de la misión del Siervo de
Dios, y que reflejaba la situación del pueblo de Galilea en tiempo de Jesús. En
nombre de Dios, Jesús toma posición para defender la vida de su pueblo, asume
como suya la misión del Siervo de Dios,
y usando las palabras de Isaías, declara, delante de todos: “El Espíritu del
Señor está sobre mí, porque me ha ungido para anunciar a los pobres la Buena
Nueva, me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los
ciegos, para dar la libertad a los oprimidos y proclamar año de gracia del
Señor” (Is 61,1-2).
Tomando de nuevo la
antigua tradición de los profetas, proclama “un año de gracia del Señor”. Esta
última expresión era lo mismo que proclamar un año jubilar. O sea, Jesús invita
al pueblo de su ciudad a comenzar de nuevo, a rehacer la historia, desde
las raíces (Dt 15,1-11; Lev 25,8-17).
Lucas 4,20-21: Ante
un público atento, Jesús une la Biblia con la vida de la gente
Terminada la lectura,
Jesús devuelve el libro al servidor y se sienta. Jesús no es aún el coordinador
de la comunidad, es laico, y como tal, participa en la celebración, como todos
los demás. Había estado ausente de la comunidad durante varias semanas, luego
se había unido al movimiento de Juan Bautista y se había hecho bautizar por él
en el Jordán (Lc 3,21-22). Además, transcurrió más de cuarenta días en el
desierto reflexionando sobre su misión (Lc 4, 1-2). Aquel sábado, tras su
vuelta a la comunidad, Jesús es invitado a leer. Todos están atentos y
curiosos: “¿Qué dirá?” El comentario de Jesús es muy breve, más aún, brevísimo.
Actualiza el texto, lo une a la vida de la gente, diciendo: “Esta Escritura que
acabáis de oír se ha cumplido hoy”.
Lucas 4,22: Reacción
contradictoria del público
Por parte de la gente
la reacción es doble. En primer lugar, una actitud atenta de admiración y de
aclamación. Luego, inmediatamente, una reacción de desconfianza. Dicen: “¿Acaso
no es éste el hijo de José?” ¿Por qué están escandalizados? Jesús habla de
acoger a los pobres, a los ciegos, a los prisioneros, a los oprimidos. Pero
ellos no aceptan su propuesta. Y así, en el mismo momento en que Jesús presenta
su proyecto: acoger a los excluidos, ¡él mismo es excluido!
Pero el motivo
también es otro. Es importante notar los detalles en las citas que el Evangelio
de Lucas hace del Antiguo Testamento. En el segundo domingo de Adviento, al
comentar Lucas 3,4-6, Lucas presenta un cita más larga de Isaías para poder
mostrar que las apertura a los paganos estaba ya prevista por los profetas.
Aquí sucede algo semejante. Jesús cita el texto de Isaías hasta donde dice:
«y proclamar año de gracia del Señor», y corta el resto de la frase,
que dice “y un día de venganza de nuestro Dios, para consolar a todos los
afligidos» (Is 62,2b). La gente de Nazaret contesta el hecho de que haya
omitido la frase sobre la venganza contra los opresores del pueblo. Ellos
querían que el Día de la venida del reino fuese un día de venganza contra los
opresores del pueblo. Los afligidos habrían visto así restablecidos sus
derechos. Pero en este caso, el advenimiento, la venida del Reino no habría
traído una cambio real del sistema injusto. Jesús no acepta este modo de
pensar, no acepta la venganza. Su experiencia de Dios, Padre, le ayudaba mejor
a entender el significado exacto de las profecías. Su reacción, contraria a la
de la gente de Nazaret, nos hace ver que la antigua imagen de Dios, como juez
severo y vengativo, era más fuerte que la Buena Noticia de Dios, Padre amoroso
que acoge a los excluidos.
Lucas 4,23-24: Jesús
critica la reacción de la gente
Jesús interpreta la
reacción de la gente y la considera una forma de envidia: “Médico, cúrate a ti
mismo. Todo lo que hemos oído que ha sucedido en Cafarnaún, ¡hazlo también aquí
en tu patria!” Jesús era conocido en toda la Galilea (Lc 4,14) y a la gente de
Nazaret no le gustaba el hecho de que Jesús, un hijo de su tierra, hiciera
cosas buenas en la tierra de los otros y no en su propia tierra. Pero, la
reacción tiene una causa más profunda. Incluso si Jesús hubiera hecho las
mismas cosas que en Cafarnaún, la gente no habría creído en él. Ellos conocían
a Jesús: “¿Quién es éste para enseñarnos? ¿No es el hijo de José?” (Lc 4,22).
“¿No es él el carpintero?” (cfr Mc 6,3-4) Hasta hoy, tantas veces lo mismo:
cuando un laico o una laica predican en la iglesia, muchos no aceptan, salen y
dicen: “Él es como nosotros: ¡no sabe nada!” No pueden creer que Dios pueda
hablar mediante personas más comunes. Marcos añade que Jesús quedó extrañado de
la incredulidad de su pueblo (Mc 3,6).
Lucas 4,25-27:
Iluminación bíblica por parte de Jesús, citando a Elías y a Eliseo
Para confirmar que su
misión era verdaderamente la de acoger a los excluidos, Jesús se sirve de dos
pasajes de la Biblia muy conocidos, la historia de Elías y la de Eliseo. Ambos
ponen de relieve la cerrazón mental de la gente de Nazaret,
y son una
crítica de la misma. En tiempos de
Elías eran muchas las viudas en Israel,
pero Elías fue enviado a una vida extranjera de Sarepta (1 Re
17,7-16). En tiempos de Eliseo eran muchos los leprosos en Israel,
más Eliseo fue enviado a ocuparse de un extranjero de Siria (2 Re 5,14). De nuevo, he aquí que aparece en
todo esto la preocupación de Lucas que desea mostrar que la apertura hacia los
paganos viene de
Jesús mismo. Jesús
tuvo las mismas dificultades que
tenían las comunidades en tiempos de Lucas.
Lucas 4,28-30:
Reacción furiosa por parte de la gente que quiere matar a Jesús
El uso de estos dos
pasajes de la Biblia produce entre la gente todavía más rabia. La comunidad de
Nazaret llega hasta el punto de querer matar a Jesús. Pero él mantiene la
calma. La rabia de los otros no consigue desviarlo de su camino. Lucas indica
cómo es difícil superar la mentalidad de privilegio y de cerrazón hacia los
otros. Hoy sucede lo mismo. Muchos de nosotros, católicos, crecemos con la
mentalidad que nos impulsa a creer que somos mejores que los otros y que para
alcanzar la salvación deben ser como nosotros. Jesús no pensaba así.
c) Ampliando las informaciones:
El significado del año jubilar
En el año 2000, el
Papa Juan Pablo II invitó a los católicos a celebrar el jubileo. La celebración
de fechas importantes forman parte de la vida. Hace descubrir el entusiasmo del comienzo, lo reaviva. En la
Biblia, “el Año Jubilar” era una ley
importante. Al comienzo, cada siete años se decretaba que las tierras
vendidas o hipotecadas volvieran al clan de sus orígenes. Cada uno debía poder
volver a su propiedad. Así se impedía la formación de latifundios y a las
familias se les garantizaba la supervivencia. Existía la obligación de vender
la tierra, de rescatar a los esclavos y de perdonar las deudas (cf. Dt
15,1-18). No era fácil celebrar el año jubilar cada siete años (cf Jeremías
34,8-16). Después del exilio se comenzó a celebrar cada setenta veces siete
años, es decir, cada cincuenta años (Lev 25,8-17). El objetivo del Año Jubilar
era, y continua siendo: restablecer los derechos de los pobres, acoger a los
excluidos y reintegrarlos en la convivencia. El jubileo era un instrumento
legal para volver al sentido
profundo de la Ley de Dios. Era una ocasión para revisar el camino recorrido,
para descubrir y corregir errores y volver a comenzar todo de nuevo. Jesús
comienza su predicación proclamando un nuevo jubileo, un “Año de Gracia de
parte del Señor”.
Oración del Salmo 72 (71)
Oración
final
“¡Él librará al pobre que clama!”
Confía, oh Dios, tu juicio al rey, al hijo de rey tu justicia:
que gobierne rectamente a tu pueblo,
a tus humildes con equidad.
Produzcan los montes abundancia,
justicia para el pueblo los collados.
Defenderá a los humildes del pueblo,
salvará a la gente pobre
y aplastará al opresor. Durará tanto como el sol,
como la luna de edad en edad;
caerá como lluvia en los retoños,
como rocío que humedece la tierra.
Florecerá en sus días la justicia,
prosperidad hasta que no haya luna;
dominará de mar a mar, desde el Río al confín de la tierra.
Ante él se doblará la Bestia,
sus enemigos morderán el polvo;
los reyes de Tarsis y las islas traerán consigo tributo.
Los reyes de Sabá y de Seba todos pagarán impuestos;
ante él se postrarán los reyes,
le servirán todas las naciones.
Pues librará al pobre suplicante,
al desdichado y al que nadie ampara;
se apiadará del débil y del pobre, salvará la vida de los pobres.
La rescatará de la opresión y la violencia, considerará su sangre valiosa;
que viva y le den el oro de Sabá.
Sin cesar rogarán por él,
todo el día lo bendecirán.
La tierra dará trigo abundante,
que ondeará en la cima de los montes;
sus frutos florecerán como el Líbano, sus espigas como la hierba del campo
¡Que su fama sea perpetua, que dure tanto como el sol!
¡Que sirva de bendición a las naciones, y todas lo proclamen dichoso!
¡Bendito Yahvé, Dios de Israel, el único que hace maravillas!
¡Bendito su nombre glorioso por siempre, la tierra toda se llene de su gloria!
¡Amén! ¡Amén!
Señor Jesús, te damos
gracia por tu Palabra que nos ha hecho ver mejor la voluntad del Padre. Haz que
tu Espíritu ilumine nuestras acciones y nos comunique la fuerza para seguir lo
que Tu Palabra nos ha hecho ver. Haz que nosotros como María, tu Madre, podamos
no sólo escuchar, sino también poner en práctica la Palabra. Tú que vives y
reinas con el Padre en la unidad del Espíritu Santo por todos los siglos de los
siglos. Amén.
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