Lectio mar, 1 de mar, 2022

Oración inicial
Concédenos tu ayuda, Señor, para que el mundo progrese, según tus designios; gocen las naciones de una paz estable y tu Iglesia se alegre de poder servirte con una entrega confiada y pacífica. Por nuestro Señor.

Lectura
Del santo Evangelio según Marcos 10,28-31

Pedro se puso a decirle: «Ya lo ves, nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido.»
Jesús dijo: «Yo os aseguro: nadie que haya dejado casa, hermanos, hermanas, madre, padre, hijos o hacienda por mí y por el Evangelio, quedará sin recibir el ciento por uno: ahora, al presente, casas, hermanos, hermanas, madres, hijos y hacienda, con persecuciones; y en el mundo venidero, vida eterna. Pero muchos primeros serán últimos y los últimos, primeros.»

Reflexión
En el evangelio de ayer, Jesús hablaba de la conversión que tiene que existir en la relación de los discípulos con los bienes materiales: desprenderse de las cosas, venderlo todo, darlo a los pobres y seguir a Jesús. Es decir, al igual que Jesús, vivir en una total gratuidad, entregando la propia vida a Dios y poniéndola en sus manos al servicio de los hermanos y de las hermanas (Mc 10,17-27). En el evangelio de hoy, Jesús explica mejor cómo debe ser esta vida de gratuidad y de servicio de los que abandonan todo por Jesús y por el Evangelio (Mc 10,28-31).

Marcos 10,28-31: El ciento por uno, pero con persecuciones. Pedro observa: «Ya lo ves, nosotros hemos dejado todo y te seguimos». Es como si dijera: “Hicimos lo que el Señor pidió al joven rico. Lo dejamos todo y te seguimos. ¿Nos explica cómo debe ser nuestra vida?” Pedro quiere que Jesús explicite un poco más el nuevo modo de vivir con espíritu de gratuidad y de servicio. La respuesta de Jesús es bonita, profunda y simbólica: «Yo os aseguro: nadie que haya dejado casa, hermanos, hermanas, madre, padre, hijos o hacienda por mí y por el Evangelio, quedará sin recibir el ciento por uno: ahora, al presente, casas, hermanos, hermanas, madres, hijos y hacienda, con persecuciones; y en el mundo venidero, vida eterna”. El tipo de vida que resulta de la entrega de todo es lo que Jesús quiere realizar:
(a) Ensancha la familia y crea comunidad, pues aumenta cien veces el número de hermanos y hermanas.
(b) Hace que los bienes se compartan, pues todos tendrán cien veces más casas y campos. La providencia divina se encarna y pasa por la organización fraterna, donde todo es de todos y no habrá más necesitados. Ellos cumplen la ley de Dios que pide “entre vosotros no haya pobres” (Dt 15,4-11). Fue lo que hicieron los primeros cristianos (He 2,42-45).Es la vivencia perfecta del servicio y de la gratuidad.
(c) No deben esperar ninguna ventaja en cambio, ni seguridad, ni promoción de nada. Por el contrario, en esta vida tendrán todo esto, pero con persecuciones. Pues los que en este mundo organizado a partir del egoísmo y de los intereses de grupos y personas, viven a partir del amor gratuito y de la entrega de sí, éstos, al igual que Jesús, serán crucificados.
(d) Serán perseguidos en este mundo, pero, en el mundo futuro tendrán la vida eterna de la que hablaba el joven rico.

Jesús y la opción por los pobres. Un doble cautiverio marcaba la situación de la gente en la época de Jesús: el cautiverio de la política de Herodes, apoyada por el Imperio Romano y mantenida por todo un sistema bien organizado de exploración y de represión, y el cautiverio de la religión oficial, mantenida por las autoridades religiosas de la época. Por esto, el clan, la familia, la comunidad, se estaba desintegrando y una gran parte de la gente vivía excluida, marginada, sin techo, sin religión, sin sociedad. Por esto había varios movimientos que, al igual que Jesús, buscaban una nueva manera de vivir y convivir en comunidad: esenios, fariseos y, más tarde, los zelotes. Dentro dela comunidad de Jesús, sin embargo, había algo nuevo que marcaba la diferencia con los otros grupos. Era la actitud ante los pobres y excluidos. Las comunidades de los fariseos vivían separadas. La palabra “fariseo” quiere decir “separado”. Vivían separadas del pueblo impuro. Muchos fariseos consideraban al pueblo como ignorante y maldito (Jn 7,49), lugar de pecado (Jn 9,34). Jesús y su comunidad, por el contrario, vivían mezclados con las personas excluidas, consideradas impuras: publicanos, pecadores, prostitutas, leprosos (Mc 2,16; 1,41; Lc 7,37).

Jesús reconoce la riqueza y el valor que los pobres poseen (Mt 11,25-26; Lc 21,1-4). Los proclama felices porque el Reino es de ellos, de los pobres (Lc 6,20; Mt 5,3). Define su propia misión como “anunciar la Buena Nueva a los pobres” (Lc 4, 18). El mismo vive como pobre. No posee nada suyo, ni siquiera una piedra donde reclinar la cabeza (Lc 9,58). Y a quien quiere seguirle para vivir con él, manda escoger: ¡o Dios, o el dinero! (Mt 6,24). ¡Manda hacer la opción por los pobres! (Mc 10,21) La pobreza que caracterizaba la vida de Jesús y de los discípulos, caracterizaba también la misión. Al contrario d los otros misioneros(Mt 23,15), los discípulos y las discípulas de Jesús no podían llevar nada, ni oro, ni plata, ni dos túnicas, ni saco, ni sandalias (Mt 10,9-10). Debían confiar en la hospitalidad (Lc 9,4; 10,5-6). Y en caso de que fueran acogidos por la gente, debían trabajar como todo el mundo y vivir de lo que recibían a cambio (Lc 10,7-8). Además de esto, debían ocuparse de los enfermos y necesitados (Lc 10,9; Mt 10,8). Entonces podían decir a la gente: “¡El Reino de Dios ha llegado!” (Lc 10,9).

Para la reflexión personal
En tu vida, ¿cómo acoges la propuesta de Pedro: “Dejamos todo y te seguimos”?
Compartir, gratuidad, servicio, acogida a los excluidos son signos del Reino. ¿Cómo los vivo hoy?

Oración final
Los confines de la tierra han visto la salvación de nuestro Dios.
¡Aclama a Yahvé, tierra entera,
gritad alegres, gozosos, cantad! (Sal 98,3-4)

Todos los derechos: www.ocarm.org

Lectio lun, 28 de feb, 2022

Oración inicial

Concédenos tu ayuda, Señor, para que el mundo progrese, según tus designios; gocen las naciones de una paz estable y tu Iglesia se alegre de poder servirte con una entrega confiada y pacífica. Por nuestro Señor.

Lectura del santo Evangelio según Marcos 10,17-27

Cuando salía Jesús al camino, se le acercó corriendo un hombre, se arrodilló ante él y le preguntó: «Maestro bueno, ¿qué debo hacer para alcanzar la vida eterna?» Jesús le contestó: «¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno sino sólo Dios. Ya sabes los mandamientos: No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no levantarás falso testimonio, no cometerás fraudes, honrarás a tu padre y a tu madre». Entonces él le contestó: «Maestro, todo eso lo he cumplido desde muy joven». Jesús lo miró con amor y le dijo: «Sólo una cosa te falta: Ve y vende lo que tienes, da el dinero a los pobres y así tendrás un tesoro en los cielos. Después, ven y sígueme». Pero al oír estas palabras, el hombre se entristeció y se fue apesadumbrado, porque tenía muchos bienes.

Jesús, mirando a su alrededor, dijo entonces a sus discípulos: «¡Qué difícil les va a ser a los ricos entrar en el Reino de Dios!» Los discípulos quedaron sorprendidos ante estas palabras; pero Jesús insistió: «Hijitos, ¡qué difícil es para los que confían en las riquezas, entrar en el Reino de Dios!

Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el Reino de Dios». Ellos se asombraron todavía más y comentaban entre sí: «Entonces, ¿quién puede salvarse?» Jesús, mirándolos fijamente, les dijo: «Es imposible para los hombres, mas no para Dios. Para Dios todo es posible». 

Reflexión

– El evangelio de hoy narra dos cosas: (a) cuenta la historia del hombre rico que pregunta por el camino de la vida eterna (Mc 10,17-22), y (b) Jesús llama la atención sobre el peligro de las riquezas (Mc 10,23-27). El hombre rico no aceptó la propuesta de Jesús, pues era muy rico. Una persona rica está protegida por la seguridad que la riqueza le da. Tiene dificultad en abrir la mano y dejar escapar esta seguridad. Agarrada a las ventajas de sus bienes vive defendiendo sus propios intereses. Una persona pobre no acostumbra tener esta preocupación. Pero puede que tenga una cabeza de rico. Entonces, el deseo de riqueza crea en ella una dependencia y hace que esta persona se vuelva esclava del consumismo. Hay gente que tiene tantas actividades que ya no tiene tiempo para dedicarse al servicio del prójimo. Con esta problemática en la cabeza, tanto de las personas como de los países, vamos a meditar el texto del hombre rico.

– Marcos 10,17-19: La observancia de los mandamientos y la vida eterna. Alguien llega cerca de Jesús y le pregunta: “Maestro bueno, ¿qué he de hacer para tener en herencia la vida eterna?” El evangelio de Mateo informa que se trata de un joven (Mt 19,20.22). Jesús responde bruscamente: “¿Por qué me llamas bueno? ¡Nadie es bueno, sino sólo Dios!” Jesús aleja la atención sobre sí mismo y apunta hacia Dios, pues lo que importa es hacer la voluntad de Dios, revelar el Proyecto del Padre. En seguida, Jesús afirma: “Ya sabes los mandamientos: No mates, no cometas adulterio, no robes, no levantes falso testimonio, no seas injusto, honra a tu padre y a tu madre”. Es importante mirar bien la respuesta de Jesús. El joven había preguntado por la vida eterna. ¡Quería vivir cerca de Dios! Pero Jesús no menciona los tres primeros mandamientos que definen nuestra relación con Dios. Recuerda los mandamientos que hablan del respeto a la vida ¡cerca del prójimo! Para Jesús, sólo conseguimos estar bien con Dios, si estamos bien con el prójimo. No sirve de nada engañarse. La puerta para llegar a Dios es el prójimo.

– Marcos 10,20: Observar los mandamientos, ¿para qué sirve? El hombre responde diciendo que ya observaba los mandamientos desde su juventud. Lo que es curioso es lo siguiente. El había preguntado por el camino de la vida. Ahora, el camino de la vida era y sigue siendo: hacer la voluntad de Dios expresada en los mandamientos. Quiere decir que él observaba los mandamientos sin saber a qué servían. De lo contrario, no hubiera hecho la pregunta. Es como lo que ocurre a muchos católicos de hoy: no saben decir para qué sirve ser católico. ”Nací en un país católico, ¡por esto soy católico!” ¡Cosa de costumbre!

– Marcos 10,21-22: Compartir los bienes con los pobres y seguir a Jesús. Oyendo la respuesta del joven: “Jesús fijando en él su mirada, le amó y le dijo: «Una cosa te falta: anda, cuanto tienes véndelo y dáselo a los pobres y tendrás un tesoro en el cielo; luego, ven y sígueme.» La observancia de los mandamientos es apenas el primer grado de una escalera que va más allá y más alto. ¡Jesús pide más! La observancia de los mandamientos prepara a la persona para que pueda llegar a la entrega total de sí a favor del prójimo. Jesús pide mucho, pero lo pide con mucho amor. El joven no aceptó la propuesta de Jesús y se fue “porque tenía muchos bienes”.

– Marcos 10,23-27: El camello y el ojo de la aguja. Después de que el joven se fuera, Jesús comentó su decisión: ¡Qué difícil es que los que tenga riquezas entren en el Reino de los Cielos! Los discípulos quedaron asombrados. Jesús repite la misma frase y añade: ¡Qué difícil es entrar en el Reino de Dios! Es más fácil que un camello pase por el ojo de la aguja, que el que un rico entre en el Reino de Dios.» La expresión “entrar en el Reino” indica no sólo y en primer lugar la entrada en el cielo después de la muerte, sino también y sobre todo la entrada en comunidad alrededor de Jesús. La comunidad es y debe ser una muestra del Reino. La alusión a la imposibilidad de que un camello pase por el ojo de la aguja viene de un proverbio popular de la época usado por el pueblo para decir que una cosa era humanamente imposible. Los discípulos quedaron desconcertados ante la afirmación de Jesús y se preguntaban unos a otros: «¿Y quién se podrá salvar?» Señal de que no habían entendido la respuesta de Jesús al joven rico: “Va, vende todos sus bienes y dalos a los pobres, luego ven y ¡sígueme!” El joven había observado los mandamientos desde su juventud, pero sin entender el porqué de la observancia. Algo semejante estaba aconteciendo con los discípulos. Ellos habían abandonado ya todos los bienes según había pedido Jesús al joven rico, pero ¡sin entender el porqué del abandono! Si lo hubiesen entendido no se hubiesen quedado asombrados ante la exigencia de Jesús. Cuando la riqueza o el deseo de la riqueza ocupan el corazón y la mirada, la persona deja de percibir el sentido del evangelio. ¡Sólo Dios puede ayudar! Jesús mira a los discípulos y dice: «Para los hombres, imposible, pero no para Dios. ¡Porque todo es posible para Dios!».

Para la reflexión personal

– Una persona que vive preocupada con su riqueza o que vive adquiriendo las cosas de la propaganda de la tele, ¿puede liberarse de todo para seguir a Jesús y vivir en paz en una comunidad cristiana? ¿Es posible? ¿Qué piensas tú? ¿Cómo lo haces tú?

– ¿Conoces a alguien que consiguió dejarlo todo por el Reino? ¿Qué significa hoy para nosotros: “Va, vende todo, dalo a los pobres”? ¿Cómo entender y practicar hoy a los consejos que Jesús dio al joven rico?

Oración final

Doy gracias a Yahvé de todo corazón,
en la reunión de los justos y en la comunidad. Grandes son las obras de Yahvé,
meditadas por todos que las aman. (Sal 111,1-2)

Todos los derechos: www.ocarm.org

Lectio Dom, 27 de feb, 2022

Una parábola que llama a la conversión El árbol se reconoce por su fruto

Lucas 6,39-45

Oración inicial

Oh Espíritu Santo, ayuda mi debilidad y enséñame a orar. Sin ti, Espíritu del Padre, no sé qué pedir, ni cómo pedirlo. Pero tú mismo vienes a mi rescate y oras al Padre por mí, con suspiros que ninguna palabra puede expresar. Oh Espíritu de Dios, tú conoces mi corazón: ora en mí como quiere el Padre. Oh Espíritu Santo, ayuda mi debilidad y enséñame a orar. Amén.

Lectura

a) Clave de lectura

El Evangelio de hoy nos trae algunos pasajes del discurso que Jesús pronuncia en la montaña después de haber pasado la noche en oración (Lucas 6,12) y después de haber llamado a los Doce para que fueran sus apóstoles (Lucas 6,13-14). La mayoría de las frases que encontramos en este discurso, ya se han pronunciado en otras ocasiones, pero Lucas, imitando a Mateo, las reúne aquí en este Discurso de la montaña.

b) Una división del texto para ayudar la lectura

Lc 6,39: La parábola del ciego que guía a otro ciego. Lc 6,40: Discípulo – Maestro.
Lc 6,41-42: La paja en el ojo del hermano.
Lc 6,43-45: La parábola del árbol que da buenos frutos.

c) El texto: Lucas 6,39-45

Jesús propuso a sus discípulos este ejemplo: «¿Puede acaso un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en un hoyo? El discípulo no es superior a su maestro; pero cuando termine su aprendizaje, será como su maestro.
¿Por qué ves la paja en el ojo de tu hermano y no la viga que llevas en el tuyo? ¿Cómo te atreves a decirle a tu hermano: ‘Déjame quitarte la paja que llevas en el ojo’, si no adviertes la viga que llevas en el tuyo? ¡Hipócrita! Saca primero la viga que llevas en tu ojo y entonces podrás ver, para sacar la paja del ojo de tu hermano.
No hay árbol bueno que produzca frutos malos, ni árbol malo que produzca frutos buenos. Cada árbol se conoce por sus frutos. No se recogen higos de las zarzas, ni se cortan uvas de los espinos. El hombre bueno dice cosas buenas, porque el bien está en su corazón, y el hombre malo dice cosas malas, porque el mal está en su corazón, pues la boca habla de lo que está lleno el corazón». 

Un momento de silencio orante

para que la Palabra de Dios pueda entrar en nosotros e iluminar nuestras vidas.

Algunas preguntas

para ayudarnos en la meditación y en la oración.

– ¿Has estado alguna vez en la situación de un ciego? ¿Qué sentimientos tuviste?
– La paja y la viga en el ojo. ¿Cómo son mis relaciones con los demás en casa y en la familia, en el trabajo y con los colegas, en la comunidad y con los hermanos y hermanas?
– Maestro y discípulo. ¿Cómo soy discípulo/a de Jesús? ¿Cuál es la cualidad de mi corazón?

Para los que desean profundizar en el texto

Lc 6,39: La parábola del ciego que guía a otro ciego.

Jesús les cuenta una parábola a los discípulos: «¿Puede un ciego guiar a otro ciego?

¿No caerán ambos en un agujero?». Una parábola de una línea, muy similar a las advertencias que, en el Evangelio de Mateo, están dirigidas a los fariseos: «¡Ay de ustedes, guías ciegos!» (Mt 23,16.17.19.24.26). Aquí, en el contexto del Evangelio de Lucas, esta parábola está dirigida a los animadores de las comunidades que se consideran maestros de la verdad, superiores a los demás. Por eso son guías ciegos.

Lc 6,40: Discípulo – Maestro.

«El discípulo no es superior al maestro; cuando el discípulo llegue a ser perfecto, será como su maestro.»Jesús es el Maestro. No el profesor. El profesor en el aula imparte diferentes asignaturas, pero no convive con los alumnos. El maestro no da clases, vive con los alumnos. Su tema es él mismo, su testimonio de vida, su forma de vivir las cosas que enseña. La convivencia con el maestro asume tres aspectos: (a) El maestro es el modelo o ejemplo a imitar (cf. Jn 13,13-15); (b) El discípulo no sólo contempla e imita, sino que también se compromete con el destino del maestro, con sus tentaciones (Lucas 22,28), con su persecución (Mt 10,24-25), con su muerte (Jn. 11,16); (c) Él no sólo imita al modelo, no sólo asume el compromiso, sino que se identifica con él: «Ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí» (Gálatas 2,20). Este tercer aspecto es la dimensión mística del seguimiento de Jesús, fruto de la acción del Espíritu.

Lc 6,41: La paja en el ojo del hermano.

«¿Por qué miras la paja que hay en el ojo de tu hermano y no ves la viga que está en el tuyo? ¿Cómo puedes decir a tu hermano: «Hermano, deja que te saque la paja de tu ojo», tú, que no ves la viga que tienes en el tuyo? ¡Hipócrita, saca primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la paja del ojo de tu hermano.” En el Sermón del Monte, Mateo trata el mismo tema y explica un poco mejor la parábola de la paja en el ojo. Jesús pide una actitud creativa que nos permita encontrarnos con el otro sin juzgarlo, sin ideas preconcebidas y racionalizaciones, aceptándolo como su hermano (Mt 7,1-5). Esta apertura total hacia el otro considerado como hermano/hermana sólo surgirá en nosotros cuando podamos relacionarnos con Dios con la total confianza de los hijos (Mt 7,7-11).

Lc 6,43-45: La parábola del árbol que da buenos frutos.

«No hay árbol bueno que dé frutos malos, ni árbol malo que dé frutos buenos: cada árbol se reconoce por su fruto. No se recogen higos de los espinos ni se cosechan uvas de las zarzas.» La carta del apóstol Santiago sirve como un comentario sobre esta palabra de Jesús: “¿Acaso brota el agua dulce y la amarga de una misma fuente?

¿Acaso, hermanos, una higuera puede producir aceitunas, o higos una vid? Tampoco el mar puede producir agua dulce. (Gc 3,11-12)”. Una persona bien formada en la tradición de la vida comunitaria produce una buena naturaleza dentro de sí misma que lo lleva a practicar la bondad. «Saca el bien del tesoro de bondad que tiene en su corazón», pero la persona que no presta atención a su educación tendrá dificultades para producir cosas buenas. Por el contrario, «El malo saca el mal de maldad, porque de la abundancia del corazón habla la boca.» Con respecto al «buen tesoro del corazón», vale la pena recordar lo que dice el libro del Sirácides sobre el corazón, fuente de buenos consejos: «Déjate llevar por lo que te dicta el corazón, porque nadie te será más fiel que él: el alma de un hombre suele advertir a menudo mejor que siete vigías apostados sobre una altura. Y por encima de todo ruego al Altísimo, para que dirija tus pasos en la verdad» (Sir 37,13-15).

Oración – Salmo 16 (15)

Protégeme, oh Dios: que me refugio en ti. Le dije a Dios: «Tú eres mi Señor,
No tengo ningún bien sin ti».
Por los santos que están en la tierra. hombres nobles, es todo mi amor.
Que otros se apresuren a construir ídolos:
yo no difundiré sus libaciones de sangre
ni pronunciaré sus nombres con mis labios.
El Señor es la herencia que me toca y mi copa en tus manos está mi vida
Para mí el destino ha caído en lugares deliciosos, Mi legado es magnífico.
Bendigo al Señor que me aconseja;
incluso en la noche mi corazón me instruye. Siempre pongo al Señor delante de mí,
está a mi derecha, no puedo vacilar. Mi corazón se regocija en esto,
mi alma se regocija;
mi cuerpo también descansa a salvo,
porque no abandonarás mi vida en el sepulcro, ni dejarás que tu santo vea la corrupción.
Me mostrarás el camino de la vida, plena alegría en tu presencia, dulzura sin fin a tu derecha.

Oración final

Dios de amor, eres un Dios de paz y unidad.
Tú eres el único que puede dispensar armonía.
El nuevo mandamiento que nos diste a través de tu Unigénito Hijo para amarnos como tú nos has amado. Nos duele el corazón y nos molesta.
De hecho, conocemos las duras resistencias de nuestro orgullo y nuestras infidelidades.
Pero tú nos diste a tu muy amado Hijo por nuestra vida y para nuestra salvación. Te rogamos, Padre, dales a tus siervos un espíritu humilde, ajeno a toda mala voluntad, una conciencia pura y pensamientos y sentimientos sinceros.
Danos un corazón capaz de amar a todos los hermanos para intercambiar un ósculo santo de amor y de paz.
Siguiendo el ejemplo de tus santos apóstoles y discípulos, haz que nos encontremos con sinceridad en tu santo Espíritu por la gracia de Jesucristo, cordero sin mancha, quien nos redimió con su sangre y nos hizo un pueblo santo para manifestar la gloria de tu nombre.
A ti la bendición por los siglos de los siglos. Amén. (De la liturgia copta de San Cirilo)

Todos los derechos: www.ocarm.org

Lectio sab, 26 de feb, 2022

Tiempo ordinario

Oración inicial

Dios todopoderoso y eterno: concede a tu pueblo que la meditación asidua de tu doctrina le enseñe a cumplir de palabra y de obra, lo que a ti te complace. Por nuestro Señor.

Lectura del santo Evangelio según Marcos 10,13-16

La gente le llevó a Jesús unos niños para que los tocara, pero los discípulos trataban de impedirlo. Al ver aquello, Jesús se disgustó y les dijo: «Dejen que los niños se acerquen a mí y no se lo impidan, porque el Reino de Dios es de los que son como ellos. Les aseguro que el que no reciba el Reino de Dios como un niño, no entrará en él». Después tomó en brazos a los niños y los bendijo imponiéndoles las manos. 

Reflexión

– El evangelio de anteayer traía consejos sobre la relación de los adultos con los pequeños y excluidos (Mc 9,41-50). El evangelio de ayer traía consejos sobre la relación entre hombre y mujer, marido y esposa (Mc 10,1-12). El evangelio de hoy trae consejos sobre la relación entre madres e hijos. Para los pequeños y excluidos Jesús pedía la máxima acogida. En la relación entre hombre-mujer, pide la máxima igualdad. Ahora con los niños, pide la máxima ternura.

– Marcos 10,13-16: Recibir el Reino como un niño. Llevaron a Jesús unos niños para que Jesús los tocara. Los discípulos trataban de impedirlo. ¿Por qué lo impiden? El texto no lo dice. Tal vez porque, según las normas rituales de la época, los niños pequeños con sus madres, vivían casi constantemente en la impureza legal. ¡Tocarlos significaba contraer impureza! Y así, si los niños tocaban a Jesús, ¡él también quedaría impuro! Pero Jesús no se incomoda con estas normas rituales de pureza legal. Corrige a los discípulos y acoge a las madres con los niños. Toca a los críos y les da un abrazo diciendo: «Dejad que los niños vengan a mí, no se lo impidáis, porque de los que son como éstos es el Reino de los Cielos”. Y cuando Jesús abraza a los niños y los bendice, pone sobre ellos la mano. ¿Qué significa esta frase? a) los niños reciben todo de sus padres. No consiguen merecer lo que reciben, pero viven de amor gratuito. b) Los padres reciben a los niños como un don de Dios y curan de ellos con todo cariño. La preocupación de los padres no es dominar a los críos, sino amarlos y educarlos, ¡para que crezcan y se realicen como personas!

– Un signo del Reino: Acoger a los pequeños y a los excluidos. Hay muchos signos de la presencia actuante del Reino en la vida y en la actividad de Jesús. Uno de ellos es su manera de acoger a los niños y a los pequeños. Además del episodio del evangelio de hoy, he aquí una lista de algunos otros momentos de acogida a los pequeños y a los niños:

a) Acoger y no escandalizar. Una de las palabras más duras de Jesús es contra aquellos que causan escándalo en los pequeños, esto es, que son motivo para el cual los pequeños dejan de creer en Dios. Para ellos, mejor sería tener una piedra de molino al cuello y ser arrojado al mar (Mc 9,42; Lc 17,2; Mt 18,6).

b) Identificarse con los pequeños. Jesús abraza a los niños y se identifica con ellos. Quien recibe a un niño, a «mí me recibe» (Mc 9,37). “Y todo lo que hacéis a uno de estos niños, a mí me lo hacéis” (Mt 25,40).

c) Hacerse como niños. Jesús pide que los discípulos se vuelvan como niños y acepten el Reino como niños. Sin esto, no es posible entrar en el Reino (Mc 10,15; Mt 18,3; Lc 9,46-48). El pone a los niños como profesores de adulto. Lo cual no es normal. Acostumbramos hacer lo contrario.

d) Defender el derecho que los niños tienen de gritar. Al entrar en el Templo, Jesús derriba las mesas de los vendedores, y son los niños los que más gritan: “¡Hosanna al hijo de David!” (Mt 21,15). Criticado por los jefes de los sacerdotes y de los escribas, Jesús se defiende y, en su defensa, hasta invoca las Escrituras (Mt 21,16).

e) Agradecer por el Reino presente en los pequeños. La alegría de Jesús es grande, cuando percibe que los niños, los pequeños, entienden las cosas del Reino que él anunciaba a la gente. “Padre, yo te doy gracias.” (Mt 11,25-26) ¡Jesús reconoce que los pequeños entienden mejor que los doctores las cosas del Reino!

f) Acoger y curar. Son muchos los niños y los jóvenes que él acoge, cura y resucita: la hija de Jairo de 12 años (Mc 5,41-42), la hija de la mujer cananea (Mc 7,29-30), el hijo de la viuda de Naím (Lc 7, 14-15), el niño epiléptico (Mc 9,25-26), el hijo del Centurión (Lc 7,9-10), el hijo del funcionario público (Jn 4,50), el niño de los cinco panes y dos peces (Jn 6,9).

Para la reflexión personal

– En nuestra sociedad y en nuestra comunidad ¿quiénes son los pequeños y los excluidos? ¿Cómo está siendo la acogida que les damos?
– En mi vida, ¿qué aprendí de los niños sobre el Reino de Dios?

Oración final

Te invoco, Yahvé, ven presto, escucha mi voz cuando te llamo.
Que mi oración sea como incienso para ti,
mis manos alzadas, como ofrenda de la tarde. (Sal 141,1-2)

Todos los derechos: www.ocarm.org

Lectio vie, 25 de feb, 2022

Tiempo ordinario

Oración inicial

Dios todopoderoso y eterno: concede a tu pueblo que la meditación asidua de tu doctrina le enseñe a cumplir de palabra y de obra, lo que a ti te complace. Por nuestro Señor.

Lectura del santo Evangelio según Marcos 10,1-12

Se fue Jesús al territorio de Judea y Transjordania, y de nuevo se le fue acercando la gente; él los estuvo enseñando, como era su costumbre. Se acercaron también unos fariseos y le preguntaron, para ponerlo a prueba: «¿Le es lícito a un hombre divorciarse de su esposa?» Él les respondió: «¿Qué les prescribió Moisés?» Ellos contestaron: «Moisés nos permitió el divorcio mediante la entrega de un acta de divorcio a la esposa». Jesús les dijo: «Moisés prescribió esto, debido a la dureza del corazón de ustedes. Pero desde el principio, al crearlos, Dios los hizo hombre y mujer. Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su esposa y serán los dos una sola cosa. De modo que ya no son dos, sino una sola cosa. Por eso, lo que Dios unió, que no lo separe el hombre». Ya en casa, los discípulos le volvieron a preguntar sobre el asunto. Jesús les dijo: «Si uno se divorcia de su esposa y se casa con otra, comete adulterio contra la primera. Y si ella se divorcia de su marido y se casa con otro, comete adulterio». 

Reflexión

– El evangelio de ayer traía los consejos de Jesús sobre la relación entre adultos y niños, entre grandes y pequeños en la sociedad. El evangelio de hoy trae consejos sobre cómo debe ser la relación entre hombre y mujer, entre marido y mujer.

– Marcos 10,1-2: La pregunta de los fariseos: “¿el marido puede repudiar a la mujer?” La pregunta es maliciosa Pretende poner a prueba a Jesús. “¿Es lícito a un marido repudiar a su mujer?” Señal de que Jesús tenía una opinión diferente, pues de lo contrario los fariseos no irían a interrogarlo sobre este asunto. No preguntan si es lícito que una esposa repudie a su marido. Esto no les pasa por la cabeza. Signo claro del fuerte dominio machista y de la marginación de la mujer en la sociedad de aquel tiempo.

– Marcos 10,3-9: La respuesta de Jesús: el hombre no puede repudiar a la mujer. En vez de responder, Jesús pregunta: “¿Qué dice la ley de Moisés?” La ley permitía al hombre escribir una carta de divorcio y repudiar a la mujer. Este permiso revela el machismo. El hombre podía repudiar a la mujer, pero la mujer no tenía este mismo derecho. Jesús explica que Moisés actuó así por la dureza de corazón de la gente, pero la intención de Dios era otra, cuando creó al ser humano. Jesús vuelve al proyecto del Creador y niega al hombre el derecho de repudiar a su mujer. Quita el privilegio del hombre ante la mujer y pide el máximo de igualdad entre los dos.

– Marcos 10,10-12: Igualdad hombre y mujer. En casa, los discípulos hacen preguntas sobre este asunto. Jesús saca las conclusiones y reafirma la igualdad de derechos y deberes entre hombre y mujer. Propone un nuevo tipo de relación entre los dos. No permite que una vez casados el hombre pueda repudiar a la mujer, y viceversa. El evangelio de Mateo añade un comentario de los discípulos sobre este asunto. Dicen: “Si la situación del hombre con la mujer es así, entonces mejor no casarse” (Mt 19,10). Prefieren no casarse, que casarse sin el privilegio de poder seguir mandando sobre la mujer y sin el derecho de poder pedir el divorcio en caso de que ella no les agrade más. Jesús va hasta el fondo y dice que hay solamente tres casos en que se permite a una persona no casarse: «No todos comprenden lo que acaban de decir, sino solamente los que reciben este don. Hay hombres que nacen incapacitados para casarse. Hay otros que fueron mutilados por los hombres. Hay otros que por amor al Reino de los Cielos han descartado la posibilidad de casarse. ¡Entienda el que pueda!” (Mt 19,11-12). Los tres casos son: “(a) impotencia, (b) castración y (c) por el Reino. No casarse sólo porque el hombre no quiere perder el dominio sobre la mujer, esto ¡la Nueva Ley del Amor no lo permite! Tanto el casarse como el celibato, ambos deben estar al servicio del Reino y no al servicio de los intereses egoístas. Ninguno de los dos puede ser motivo para mantener el dominio machista del hombre sobre la mujer. Jesús cambió la relación hombre-mujer, marido-esposa.

Para una reflexión personal

– En mi vida personal, ¿cómo vivo la relación hombre-mujer?
– En la vida de mi familia y de mi comunidad, ¿cómo está siendo la relación hombre- mujer?

Oración final

Yahvé es clemente y compasivo, lento a la cólera y lleno de amor; no se querella eternamente, ni para siempre guarda rencor. (Sal 103,8-9)

Todos los derechos: www.ocarm.org

Lectio jue, 24 de feb, 2022

Tiempo ordinario

Oración inicial

Dios todopoderoso y eterno: concede a tu pueblo que la meditación asidua de tu doctrina le enseñe a cumplir de palabra y de obra, lo que a ti te complace. Por nuestro Señor.

Lectura del santo Evangelio según Marcos 9,41-50

Jesús dijo a sus discípulos: «Todo aquel que les dé a beber un vaso de agua por el hecho de que son de Cristo, les aseguro que no se quedará sin recompensa. Al que sea ocasión de pecado para esta gente sencilla que cree en mí, más le valdría que le pusieran al cuello una de esas enormes piedras de molino y lo arrojaran al mar.
Si tu mano te es ocasión de pecado, córtatela; pues más te vale entrar manco en la vida eterna, que ir con tus dos manos al lugar de castigo, al fuego que no se apaga. Y si tu pie te es ocasión de pecado, córtatelo; pues más te vale entrar cojo en la vida eterna, que con tus dos pies ser arrojado al lugar de castigo. Y si tu ojo te es ocasión de pecado, sácatelo; pues más te vale entrar tuerto en el Reino de Dios, que ser arrojado con tus dos ojos al lugar de castigo, donde el gusano no muere y el fuego no se apaga.
Todos serán salados con fuego. La sal es cosa buena; pero si pierde su sabor, ¿con qué se lo volverán a dar? Tengan sal en ustedes y tengan paz los unos con los otros».

Reflexión

– El evangelio de hoy nos presenta algunos consejos de Jesús sobre la relación de los adultos con los pequeños y excluidos. En aquel tiempo, mucha gente pequeña era excluida y marginada. No podía participar. Muchos perdían la fe. El texto que vamos a meditar tiene algunas afirmaciones extrañas que si se toman al pie de la letra causan perplejidad en la gente.

– Marcos 9,41: Un vaso de agua es recompensado. Aquí se inserta una frase suelta de Jesús: En verdad os digo: Cualquiera que os dé de beber un vaso de agua porque sois de Cristo y lleváis su nombre, os aseguro que no quedará sin recompensa. Dos pensamientos: a) “Cualquier que os dé un vaso de agua”: Jesús está yendo a Jerusalén para entregar su vida. ¡Gesto de gran entrega! Pero no olvida los gestos pequeños de entrega del diario vivir: un vaso de agua, una acogida, una limosna, tantos gestos. Quien desprecia el ladrillo, ¡no construye nunca una casa! b) “Porque sois de Cristo”: Jesús se identifica con nosotros que queremos pertenecer a El. Esto significa que, para El, tenemos mucho valor.

– Marcos 9,42: Escándalo para los pequeños. Escándalo, literalmente, es la piedra por el camino, piedra en el zapato; es aquello que desvía a una persona del buen camino. Escandalizar a los pequeños es ser motivo por el cual los pequeños se desvían del camino y pierden la fe en Dios. Quien hace esto recibe la siguiente sentencia: “¡Al cuello una piedra de molino y ser echado al mar!” ¿Por qué tanta severidad? ¿Porque Jesús se identifica con los pequeños? (Mt 25,40.45). ¡Quien hace algo a ellos, lo hace a Jesús! Hoy, en el mundo entero, los pequeños, los pobres, muchos de ellos se están yendo de las iglesias tradicionales. Cada año, solamente en América Latina, casi unos tres millones de personas migran hacia otras iglesias. ¡No consiguen creer en lo que profesamos en nuestra iglesia! ¿Por qué será? ¿Hasta dónde tenemos la culpa? ¿Merecemos al cuello la piedra de molino?

– Marcos 9,43-48: Cortar la mano y el pie, arrancar el ojo. Jesús manda a la persona que se arranque la mano, el pie y el ojo, en caso de que fueran motivo de escándalo. Dice: “Es mejor entrar en la vida o en el Reino con un pie (mano, ojo) que entrar en el infierno con dos pies (manos, ojos)”. Estas frases no pueden tomarse al pie de la letra. Significan que una persona tiene que ser radical en la opción por Dios y por el Evangelio. La expresión ”geena (infierno) donde su gusano no muere y el fuego no se apaga”, es una imagen para indicar la situación de la persona que queda sin Dios. La geena era el nombre de un valle cerca de Jerusalén, donde se tiraba la basura de la ciudad y donde siempre había un fuego que quemaba la basura. Este lugar era nauseabundo y para la gente era símbolo de la situación de una persona que dejaba de participar en el Reino de Dios.

– Marcos 9,49-50: Sal e Paz. Estos dos versículos ayudan a entender las palabras severas sobre el escándalo. Jesús dice: “¡Tened sal en vosotros y tened paz unos con otros!” Una comunidad en la cual se vive en paz, unos con otros, es como un poco de sal que da gusto a toda la comida. La convivencia pacífica y fraterna en la comunidad es la sal que da gusto a la vida del la gente en el barrio. Es un signo del Reino, una revelación de la Buena Noticia de Dios. ¿Estamos siendo sal? Sal que no da gusto, ¡no sirve para nada!

– Jesús acoge y defiende la vida de los pequeños. Varias veces, Jesús insiste en la acogida que hay que dar a los pequeños. “Quien acoge a uno de estos pequeños en mi nombre, a mí me acoge” (Mc 9,37). Quien da un vaso de agua a uno de estos pequeños no perderá su recompensa (Mt 10,42). El pide que no se desprecien los pequeños (Mt 18,10). Y en el juicio final los justos serán recibidos porque dieron de comer “a uno de estos pequeñuelos” (Mt 25,40). Si Jesús insiste tanto en la acogida que hay que dar a los pequeños, es porque había probablemente mucha gente pequeña ¡que no era acogida! De hecho, muchas mujeres, muchos niños no contaban (Mt 14,21; 15,38), eran despreciados (Mt 18,10) y silenciados (Mt 21,15-16). Hasta los apóstoles impedían que llegasen cerca de Jesús (Mt 19,13; Mc 10,13-14). En nombre de la ley de Dios, mal interpretada por las autoridades de la época, mucha buena gente era excluida. En vez de acoger a los excluidos, la ley era usada para legitimar la exclusión. En los evangelios, la expresión “pequeños” (en griego se dice elachistoi, mikroi o nepioi), a veces indica “niños”, otras veces, indica los sectores excluidos de la sociedad. No es fácil discernir. A veces lo que es “pequeño” en un evangelio, es “niños” en otro. Porque los niños pertenecían a la categoría de los “pequeños”, de los excluidos. Además de esto, no siempre es fácil discernir entre lo que viene del tiempo de Jesús y lo que viene del tiempo de las comunidades para las cuales los evangelios fueron escritos. Aún así, lo que resulta claro es el contexto de exclusión que estaba presente en la época y la imagen que las primeras comunidades conservaron de Jesús: Jesús se pone del lado de los pequeños, de los excluidos, y asume su defensa.

Para la reflexión personal

– En nuestra sociedad y en nuestra comunidad, ¿quiénes son hoy los pequeños y los excluidos? ¿Cómo está siendo la acogida que les damos?
– “Cuerda al cuello”. Mi comportamiento ¿merece una cuerda o una cuerdecilla al cuello? ¿Y el comportamiento de nuestra comunidad: qué se merece?

Oración final

El Señor, que tus culpas perdona, que cura todas tus dolencias, rescata tu vida de la fosa,
te corona de amor y ternura. (Sal 103,3-4)

Todos los derechos: www.ocarm.org

Lectio mié, 23 de feb, 2022

Oración inicial

Dios todopoderoso y eterno: concede a tu pueblo que la meditación asidua de tu doctrina le enseñe a cumplir de palabra y de obra, lo que a ti te complace. Por nuestro Señor.

Lectura del santo Evangelio según Marcos 9,38-40

Juan le dijo a Jesús: «Hemos visto a uno que expulsaba a los demonios en tu nombre, y como no es de los nuestros, se lo prohibimos». Pero Jesús le respondió: «No se lo prohíban, porque no hay ninguno que haga milagros en mi nombre, que luego sea capaz de hablar mal de mí. Todo aquel que no está contra nosotros, está a nuestro favor». 

Reflexión

– El evangelio de hoy nos presenta un ejemplo bonito y actual de la pedagogía de Jesús. Nos muestra que él ayudaba a sus discípulos a percibir y a superar la “levadura de los fariseos y de Herodes”.

– Marcos 9,38-40: La mentalidad de cerrazón: “no viene con nosotros”. Alguien que no era de la comunidad usaba el nombre de Jesús para expulsar los demonios. Juan, el discípulo, ve y prohíbe: Tratamos de impedírselo, porque no viene con nosotros. ¡En nombre de la comunidad impide que el otro pueda hacer una buena acción! Por ser discípulo, él piensa tener el monopolio sobre Jesús y, por esto, quiere prohibir que otros usen el nombre de Jesús para realizar el bien. Era la mentalidad cerrada y antigua del “¡Pueblo elegido, Pueblo separado!”. Jesús responde: «No se lo impidáis, pues no hay nadie que obre un milagro invocando mi nombre y que luego sea capaz de hablar mal de mí. Pues el que no está contra nosotros, está por nosotros.” (Mc 9,40). Difícilmente es posible encontrar una afirmación más ecuménica que esta afirmación de Jesús. Para Jesús, lo que importa no es si la persona forma o no forma parte de la comunidad, pero si hace o no el bien que la comunidad debe realizar.

– Un retrato de Jesús como formador de sus discípulos. Jesús, el Maestro, es el eje, el centro y el modelo de formación dada a los discípulos. Por sus actitudes, es una muestra del Reino, encarna el amor de Dios y lo revela (Mc 6,31; Mt 10,30; Lc 15,11-32). Muchos pequeños gestos reflejan este testimonio de vida con que Jesús marcaba su presencia en la vida de los discípulos y de las discípulas, preparándolos para la vida y la misión. Era su manera de dar forma humana a la experiencia que él mismo tenía de Dios como Padre. He aquí un retrato de Jesús como formador de sus discípulos:

– los involucra en la misión (Mc 6,7; Lc 9,1-2;10,1),
– al volver, hace revisión con ellos (Lc 10,17-20),
– los corrige cuando se equivocan y quieren ser los primeros (Mc 9,33-35;10,14-15)
– espera el momento oportuno para corregir (Lc 9,46-48; Mc 10,14-15).
– los ayuda a discernir (Mc 9,28-29),
– los interpela cuando son lentos (Mc 4,13;8,14-21),
– los prepara para el conflicto (Jn 16,33; Mt 10,17-25),
– los manda observar la realidad (Mc 8,27-29; Jn 4,35;Mt 16,1-3),
– reflexiona con ellos sobre las cuestiones del momento (Lc 13,1-5),
– los confronta con las necesidades de la gente (Jn 6,5),
– les enseña que las necesidades de la gente están por encima de las prescripciones rituales (Mt 12,7.12),
– tiene momentos sólo con ellos para poderlos instruir (Mc 4,34;7,17;9,30-31;10,10;13,3),
– sabe escuchar, aún cuando el diálogo es difícil (Jn 4,7-42).
– los ayuda a aceptarse a sí mismos (Lc 22,32).
– es exigente y pide que lo dejen todo por amor a él (Mc 10,17-31).
– es severo con la hipocresía (Lc 11,37-53).
– hace más preguntas que dar respuestas (Mc 8,17-21).
– es firme y no se deja desviar por el camino (Mc 8,33; Lc 9,54).
– los prepara para el conflicto y la persecución (Mt 10,16-25).

– La formación no era, en primer lugar, la transmisión de verdades que había que aprender de memoria, sino una comunicación de la nueva experiencia de Dios y de la vida que irradiaba de Jesús para sus discípulos y discípulas. La comunidad que se formaba alrededor de Jesús era la expresión de esta nueva experiencia. La formación llevaba a las personas a tener otros ojos, otras actitudes. Hacía nacer en ellas una nueva conciencia respecto de la misión y respecto de sí mismas. Hacía que fueran poniendo los pies del lado de los excluidos. Producía, después de poco tiempo, una “conversión” como consecuencia de la aceptación de la Buena Nueva (Mc 1,15).

Para la reflexión personal

– ¿Qué significa hoy, en el siglo XXI, para mí, para nosotros, la afirmación de Jesús que dice: Quién no está contra nosotros, está por nosotros?”
– ¿Cómo acontece la formación de Jesús en mi vida?

Oración final

Bendice, alma mía, a Yahvé,
el fondo de mi ser, a su santo nombre. Bendice, alma mía, a Yahvé,
nunca olvides sus beneficios. (Sal 103,1-2)

Todos los derechos: www.ocarm.org

Lectio mar, 22 de feb, 2022

Tiempo ordinario

Oración inicial

Concédenos, Dios todopoderoso, que, purificados por la penitencia cuaresmal, lleguemos a las fiestas de Pascua limpios de pecado. Por nuestro Señor.

Lectura del santo Evangelio según Mateo 16,13-19

Cuando llegó Jesús a la región de Cesarea de Filipo, hizo esta pregunta a sus discípulos: «¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?» Ellos le respondieron: «Unos dicen que eres Juan el Bautista; otros, que Elías; otros, que Jeremías o alguno de los profetas». Luego les preguntó: «Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?» Simón Pedro tomó la palabra y le dijo: «Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo». Jesús le dijo entonces: «¡Dichoso tú, Simón, hijo de Juan, porque esto no te lo ha revelado ningún hombre, sino mi Padre que está en los cielos! Y yo te digo a ti que tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia. Los poderes del infierno no prevalecerán sobre ella. Yo te daré las llaves del Reino de los cielos; todo lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo».

Reflexión

– El evangelio de hoy habla de tres puntos: la opinión de la gente respecto a Jesús (Mt 16,13-14), la opinión de Pedro respecto de Jesús (Mt 16,15-16) y la respuesta de Jesús a Pedro (Mt 16,17-19).

– Mateo 16,13-14: La opinión de la gente respecto a Jesús. Jesús hace una pregunta respecto a la opinión de la gente respecto a su persona. Las respuestas son variadas: Juan Bautista, Elías, Jeremías, un profeta. Nadie acierta. Hoy también, es grande la variedad de opiniones de la gente respecto a Jesús.

– Mateo 16,15-16: La opinión de Pedro respecto a Jesús. Enseguida, Jesús pide la opinión de los discípulos. Pedro se convierte en portavoz y dice: “¡Tu eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo!” La respuesta no es nueva. Anteriormente, los discípulos habían dicho lo mismo (Mt 14,33). En el Evangelio de Juan, Marta hace la misma profesión de fe (Jn 11,27). Significa que en Jesús se realizan las profecías del AT.

– Mateo 16,17-19: La respuesta de Jesús a Pedro. La respuesta tiene varias partes:

– Bienaventurado tú Pedro Jesús proclama Pedro “¡Bienaventurado!”, porque recibiste una revelación del Padre. Aquí también la respuesta de Jesús no es nueva. Anteriormente, el había alabado al Padre por haber revelado el Hijo a los pequeños y no a los sabios e inteligentes (Mt 11,25-27) y había hecho la misma proclamación de felicidad a los discípulos porque estaban viendo y oyendo cosas que antes nadie conocía (Mt 13,16).

Pedro es Piedra. Pedro debe ser piedra, esto es, debe ser fundamento firme para la Iglesia para poder resistir contra las puertas del infierno. Con estas palabras de Jesús, Mateo anima a las comunidades perseguidas de Siria y Palestina. A pesar de ser débiles y perseguidas, las comunidades tienen un fundamento firme, garantizado por la palabra de Jesús. La piedra, como fundamento de la fe, evoca la palabra de Dios al pueblo en exilio: “¡Escúchenme, los que van tras la justicia, ustedes, los que buscan al Señor! Fíjense en la roca de la que fueron tallados, en la cantera de la que fueron extraídos; fíjense en su padre Abraham y en Sara, que los dio a luz: cuando él era uno solo, yo lo llamé, o bendije y lo multipliqué.”. (Is 51,1-2). Indica un nuevo comienzo.

– Pedro, Piedra. Jesús da un nombre a Simón y lo llama Piedra (Pedro). Pedro es Piedra de dos formas: fundamento (Mt 16,18) y es piedra de tropiezo (Mt 16,23). En nuestra iglesia católica insistimos mucho en Pedro-piedra-fundamental. Pedro, por un lado, era débil en la fe, dividido, trató de desviar a Jesús, tuvo miedo en la huerta, se durmió y huyó, no entendía lo que Jesús decía. Por otro lado, era como los pequeños que Jesús proclamó bienaventurados. Siendo uno de los doce, se hace de ellos portavoz. Más tarde, después de la muerte y de la resurrección de Jesús, su figura creció y se volvió símbolo de la Comunidad. Pedro está firme no por mérito propio, sino porque Jesús rezó por él, para que su fe no desfalleciera (Lc 22,31-34)

Iglesia, Asamblea. La palabra Iglesia, en griego eklésia, aparece 105 veces en el NT, casi exclusivamente en los Hechos de los Apóstoles y en las Cartas. En los evangelios aparece tres veces, solamente en Mateo. La palabra significa literalmente “convocada” o “escogida”. Indica a la gente se reúne convocada por la Palabra y trata de vivir el mensaje del Reino que Jesús trae. La Iglesia o la comunidad no es el Reino, pero sí uno instrumento y una muestra del Reino. El Reino es mayor. En la Iglesia, en la comunidad tiene que aparecer a los ojos de todos, aquello que acontece cuando un grupo humano deja que Jesús reine y sea el centro de sus vidas.

– Las llaves del Reino. Pedro recibe las llaves del Reino. Este mismo poder de atar y desatar es dado también a las comunidades (Mt 18,18) y a los otros discípulos (Jn 20,23). Uno de los puntos en que el evangelio de Mateo insiste más es la reconciliación y el perdón. Es una de las tareas más importantes de los coordinadores y coordinadoras de las comunidades. Imitando a Pedro, tienen que atar y desatar, es decir, procurar que reinen la reconciliación, la aceptación mutua, la construcción de la fraternidad.

Para la reflexión personal

– ¿Cuáles son las opiniones que existen en nuestra comunidad sobre Jesús? Estas diferencias en la forma de vivir y expresar la fe ¿enriquecen la comunidad o perjudican el camino y la comunión? ¿Por qué?
– ¿Quién es Jesús para mí? ¿Quién soy yo para Jesús?

Oración final

En ti, Yahvé, me cobijo,
¡nunca quede defraudado!
¡Líbrame conforme a tu justicia! (Sal 31,2)

Todos los derechos: www.ocarm.org

Lectio lun, 21 de feb, 2022

Tiempo ordinario

Oración inicial

Dios todopoderoso y eterno: concede a tu pueblo que la meditación asidua de tu doctrina le enseñe a cumplir de palabra y de obra, lo que a ti te complace. Por nuestro Señor.

Lectura del santo Evangelio según Marcos 9,14-29

Cuando Jesús bajó del monte y llegó al sitio donde estaban sus discípulos, vio que mucha gente los rodeaba y que algunos escribas discutían con ellos. Cuando la gente vio a Jesús, se impresionó mucho y corrió a saludarlo. Él les preguntó: «¿De qué están discutiendo?» De entre la gente, uno le contestó: «Maestro, te he traído a mi hijo, que tiene un espíritu que no lo deja hablar; cada vez que se apodera de él, lo tira al suelo y el muchacho echa espumarajos, rechina los dientes y se queda tieso. Les he pedido a tus discípulos que lo expulsen, pero no han podido». Jesús les contestó: «¡Gente incrédula! ¿Hasta cuándo tendré que estar con ustedes? ¿Hasta cuándo tendré que soportarlos? Tráiganme al muchacho». Y se lo trajeron. En cuanto el espíritu vio a Jesús, se puso a retorcer al muchacho; lo derribó por tierra y lo revolcó, haciéndolo echar espumarajos. Jesús le preguntó al padre: «¿Cuánto tiempo hace que le pasa esto?» Contestó el padre: «Desde pequeño. Y muchas veces lo ha arrojado al fuego y al agua para acabar con él. Por eso, si algo puedes, ten compasión de nosotros y ayúdanos». Jesús le replicó: «¿Qué quiere decir eso de ‘si puedes’? Todo es posible para el que tiene fe». Entonces el padre del muchacho exclamó entre lágrimas: «Creo, Señor; pero dame tú la fe que me falta». Jesús, al ver que la gente acudía corriendo, reprendió al espíritu inmundo, diciéndole: «Espíritu mudo y sordo, yo te lo mando: Sal de él y no vuelvas a entrar en él». Entre gritos y convulsiones violentas salió el espíritu. El muchacho se quedó como muerto, de modo que la mayoría decía que estaba muerto. Pero Jesús lo tomó de la mano, lo levantó y el muchacho se puso de pie. Al entrar en una casa con sus discípulos, éstos le preguntaron a Jesús en privado: «¿Por qué nosotros no pudimos expulsarlo?» Él les respondió: «Esta clase de demonios no sale sino a fuerza de oración y de ayuno».

Reflexión

– El evangelio de hoy informa que los discípulos de Jesús no fueron capaces de expulsar al demonio del cuerpo del niño. El poder del mal fue mayor que su capacidad. Hoy también, hay muchos males que son mayores que nuestra capacidad de enfrentarlos: violencia, drogas, guerra, dolores, falta de empleo, terrorismo, etc. Hacemos un gran esfuerzo, pero parece que en vez de mejorar el mundo queda peor aún. ¿De qué sirve luchar? Con esta pregunta en la cabeza vamos a leer y a meditar el evangelio de hoy.

– Marcos 9,14-22: La situación de la gente: desesperación sin solución. Al bajar del monte de la Transfiguración, Jesús encuentra mucha gente alrededor de los discípulos. Un padre estaba desesperado, pues un espíritu mudo se había apoderado de su hijo. Con muchos detalles, Marcos describe la situación del muchacho poseído, la angustia del padre, la incapacidad de los discípulos y la reacción de Jesús. Lo que más llama la atención son dos cosas: por un lado, la confusión y la impotencia de la gente y de los discípulos ante el fenómeno de la posesión y, por otro, el poder de Jesús y el poder de la fe en Jesús ante la cual el demonio pierde toda su influencia. El padre había pedido a los discípulos que expulsaran el demonio del muchacho, pero ellos no fueron capaces. Jesús se impacientó y dijo: «¡Oh generación incrédula!

¿Hasta cuándo estaré con vosotros? ¿Hasta cuándo habré de soportaros?

¡Traédmelo!». Jesús pregunta respecto de la dolencia del muchacho. Por la respuesta del padre, Jesús se entera de que el muchacho, “desde pequeño”, tenía una enfermedad grave que lo ponía en peligro de vida. El padre pide: “Si algo puedes, ayúdanos, compadécete de nosotros!” La frase del padre expresa la situación bien real de la gente: (a) tiene fe, (b) está sin condicione para resolver los problemas, pero

(c) tiene mucha buena voluntad para acertar.

– Marcos 9,23-27: La respuesta de Jesús: el camino de la fe. El padre había dicho: “¡Si algo puedes,….!” A Jesús no le gustó esta afirmación: “Si el señor pudiera…”. Esta condición no podía ponerse, pues “¡todo es posible a aquel que tiene fe”. El padre responde: Yo creo, ¡Señor, ayuda mi poca fe! La respuesta del padre ocupa un lugar central en este episodio. Muestra cómo ha de ser la actitud del discípulo que, a pesar de sus límites y dudas, quiere ser fiel. Viendo que venía mucha gente, Jesús actuó rápidamente. Ordenó al espíritu que saliera del muchacho y no volviera “¡nunca más!” Señal del poder de Jesús sobre el mal. Señal también de que Jesús no quería propaganda populista.

– Marcos 9,28-29. Profundización con los discípulos. En casa, los discípulos quieren saber por qué no fueron capaces de expulsar al demonio. Jesús responde: Esta clase con nada puede ser arrojada sino con la oración. Fe y oración andan juntas. Una sin la otra no existen. Los discípulos habían empeorado. Antes ellos habían sido capaces de expulsar demonios (cf. Mc 6,7.13). Ahora, no lo consiguen más. ¿Qué les falta? ¿Fe u oración? ¿Por qué faltaba? Son preguntas que se salen del texto y entran en nuestra cabeza para que también nosotros hagamos una revisión de nuestra vida.

– La expulsión de los demonios en el evangelio de Marcos. En el tiempo de Jesús, mucha gente hablaba de Satanás y de expulsión de demonios. Había mucho miedo, y había personas que explotaban el miedo de la gente. El poder del mal tiene muchos nombres. Demonio, Diablo, Belcebú, Príncipe de los demonios, Satanás, Dragón, Dominaciones, Poderes, Potestades, Soberanías, Bestia-fiera, Lucifer, etc. (cf. Mc 3,22.23; Mt 4,1; Ap 12,9; Rom 8,38; Ef 1,21). Hoy, entre nosotros, el poder del mal tiene también muchos nombres. Basta consultar el diccionario y la palabra Diablo o Demonio. También hoy, mucha gente deshonesta se enriquece, explorando el miedo que otros tienen del demonio. Ahora bien, uno de los objetivos de la Buena Nueva de Jesús es, precisamente, ayudar a la gente a liberarse de este miedo. La llegada del Reino de Dios significa la llegada de un poder más fuerte. El hombre fuerte era una imagen para designar el poder del mal que mantenía al pueblo dentro de la cárcel del miedo (Mc 3,27). El poder del mal oprime a las personas y las aliena de sí. Hace que vivan en el miedo y en la muerte (cf. Mc 5,2). Es un poder tan fuerte que nadie consigue agarrarlo (cf. Mc 5,4). El imperio romano, con sus “Legiones” (cf. Mc 5,9), esto es, con sus ejércitos, era un instrumento usado para mantener esta situación de opresión. Pero Jesús es un hombre más fuerte que vence, agarra y expulsa ¡el poder del mal! En la carta a los Romanos, el apóstol Pablo hace una enumeración de todos los posibles poderes o demonios que podría amenazarnos, y resume todo de la siguiente manera: “Ni la muerte, ni la vida, ni los ángeles, ni los principados, ni el presente, ni el futuro, ni los poderes, ni la altura, ni la profundidad, ni ninguna criatura alguna nos separarán del amor de Dios que se ha manifestado ¡en Cristo Jesús, nuestro Señor!” (Rom 8,38-39) ¡Nada! Y las primeras palabras de Jesús después de la resurrección son éstas: “¡No temáis! ¡Alegraos! ¡No tengáis miedo! ¡La paz sea con vosotros!” (Mc 16,6; Mt 28,9.10; Lc 24,36; Jn 20,21).

Para la reflexión personal

– ¿Has vivido ya una experiencia de impotencia ante el mal y la violencia? ¿Ha sido una experiencia sólo tuya o también de la comunidad? ¿Cómo la venciste y te reencontraste a ti misma?
– ¿Cuál es la clase de poder del mal que, hoy, puede ser arrojada sólo con mucha oración?

Oración final

La ley de Yahvé es perfecta, hace revivir;
el dictamen de Yahvé es veraz, instruye al ingenuo. (Sal 19,8)

Todos los derechos: www.ocarm.org

Lectio Dom, 20 de feb, 2022

Imitar la misericordia del Padre del cielo Lucas 6,27-38

Oración inicial

Señor Jesús, envía tu Espíritu, para que Él nos ayude a leer la Biblia en el mismo modo con el cual Tú la has leído a los discípulos en el camino de Emaús. Con la luz de la Palabra, escrita en la Biblia, Tú les ayudaste a descubrir la presencia de Dios en los acontecimientos dolorosos de tu condena y muerte. Así, la cruz, que parecía ser el final de toda esperanza, apareció para ellos como fuente de vida y resurrección.

Crea en nosotros el silencio para escuchar tu voz en la Creación y en la Escritura, en los acontecimientos y en las personas, sobre todo en los pobres y en los que sufren. Tu palabra nos oriente a fin de que también nosotros, como los discípulos de Emaús, podamos experimentar la fuerza de tu resurrección y testimoniar a los otros que Tú estás vivo en medio de nosotros como fuente de fraternidad, de justicia y de paz. Te lo pedimos a Ti, Jesús, Hijo de María, que nos has revelado al Padre y enviado tu Espíritu. Amén.

Lectura

a) Clave de lectura:

Lucas nos narra (Lc 6,17-19), que descendiendo de la montaña con los Doce, Jesús encuentra a una gran muchedumbre que quería escuchar su palabra y tocarlo, porque de Él salía una fuerza que sanaba a todos. Jesús acoge a las gentes y les dirige la palabra.

El texto de la Liturgia de este domingo nos pone a consideración una parte del discurso que Jesús pronunció en aquella ocasión. En el evangelio de Lucas, los destinatarios de este discurso son “los discípulos“ y “aquella gran multitud de pueblo venido de toda la Judea, de Jerusalén y del litoral de Tiro y de Sidón (Lc 6,17), o sea, se trata de judíos (Judea y Jerusalén) y de paganos (litoral de Tiro y de Sidón). En el Evangelio de Mateo, este mismo discurso se presenta como la Nueva Ley de Dios, como la Antigua Ley, pronunciada desde lo alto de la Montaña. (Mt. 5,1).

b) Una división del texto para ayudarnos en la lectura:

Lucas 6,27-28: Consejos generales

Lucas 6,29-30: Ejemplos concretos de cómo practicar los consejos generales Lucas 6, 31: Resumen central de la enseñanza de Jesús

Lucas 6,32-34: Quien quiera seguir a Jesús, debe superar la moral de los paganos Lucas 6,35-36: La raíz de la nueva moral: imitar la misericordia de Dios Padre Lucas 6,36-38: Ejemplos concretos de cómo imitar a Dios Padre

c) El texto:

Jesús dijo a sus discípulos: «Amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los aborrecen, bendigan a quienes los maldicen y oren por quienes los difaman. Al que te golpee en una mejilla, preséntale la otra; al que te quite el manto, déjalo llevarse también la túnica. Al que te pida, dale; y al que se lleve lo tuyo, no se lo reclames.
Traten a los demás como quieran que los traten a ustedes; porque si aman sólo a los que los aman, ¿qué hacen de extraordinario? También los pecadores aman a quienes los aman. Si hacen el bien sólo a los que les hacen el bien, ¿qué tiene de extraordinario? Lo mismo hacen los pecadores. Si prestan solamente cuando esperan cobrar, ¿qué hacen de extraordinario? También los pecadores prestan a otros pecadores, con la intención de cobrárselo después.
Ustedes, en cambio, amen a sus enemigos, hagan el bien y presten sin esperar recompensa. Así tendrán un gran premio y serán hijos del Altísimo, porque él es bueno hasta con los malos y los ingratos. Sean misericordiosos, como su Padre es misericordioso.
No juzguen y no serán juzgados; no condenen y no serán condenados; perdonen y serán perdonados. Den y se les dará: recibirán una medida buena, bien sacudida, apretada y rebosante en los pliegues de su túnica. Porque con la misma medida con que midan, serán medidos». 

Un momento de silencio orante

para que la Palabra de Dios pueda entrar en nosotros e iluminar nuestra vida.

Algunas preguntas

para ayudarnos en la meditación y en la oración.

– ¿Qué parte del texto te ha gustado más o ha llamado más tu atención?
– ¿Por qué Jesús dice este discurso? Observa bien las informaciones del texto y trata de sacar tus conclusiones.
– Según tu parecer ¿cuál es el centro o raíz de la enseñanza de Jesús
– ¿Cómo cumplir hoy, en nuestra sociedad de consumo e individualista, la moral propuesta por Jesús? ¿Qué quiere decir “ser misericordioso como es misericordioso el Padre del cielo?”
– ¿Has encontrado en el texto alguna frase que te sea motivo de esperanza y de ánimo?

Una clave de lectura

para los que quisieran profundizar más en el tema

– El contexto del discurso de Jesús:

Lucas presenta la enseñanza de Jesús como una revelación en forma progresiva. Varias veces, desde el comienzo de su evangelio hasta el capítulo 6,16, Lucas hace saber a sus lectores que Jesús enseñaba a la gente, pero nunca dice sobre el contenido de esta enseñanza (Lc 4,15.31.32.44; 5,1.3.15.17; 6,6). Pero ahora, después de haber dicho que Jesús vio a la multitud deseosa de escuchar la palabra de Dios, traza el primer gran discurso que se inicia con las exclamaciones “¡Bienaventurados vosotros, los pobres!” (Lc 6,20), pero “¡Ay de vosotros los ricos!” (Lc 6,24).

Algunos llaman a este discurso el “Sermón de la Llanura”, porque según Lucas, Jesús desciende de la montaña y se quedó en un rellano, donde dijo el discurso (Lc 6,17). En el evangelio de Mateo, este mismo discurso se dice desde la montaña (Mt 5,1) y es llamado “El Sermón de la Montaña”. En Mateo, se dan en el sermón nueve bienaventuranzas, que trazan un programa de vida para la comunidad cristiana de origen judaica. En Lucas, el sermón es más breve y radical. El sermón enuncia cuatro bienaventuranzas y cuatro maldiciones, dirigidas a la comunidad helenística, constituida por ricos y pobres. Los versículos del Evangelio de este domingo séptimo del Tiempo Ordinario contienen el núcleo central de la enseñanza de Jesús de cómo deben comportarse los que quieren ser sus discípulos.

– Comentario del texto:

Lucas 6,27ª: Jesús habla para todos

Desde el principio del discurso hasta ahora, Jesús había hablado para sus “discípulos” (Lc 6,20). Aquí, en el texto de Lucas 6,27ª, su auditorio aumenta y Él se dirige a “vosotros que queréis escuchar”, o sea, a los discípulos, a aquella gran multitud de pobres y enfermos, llegados de todas partes (Lc 6,17-19) y ¡a nosotros, vosotros y yo, que en este momento “escuchamos” la palabra de Jesús!

Lucas 6,27b-28: Consejos generales que delinean la nueva enseñanza

Las palabras que Jesús dirige a aquella muchedumbre pobre y necesitada son exigencias difíciles: “Amar a los enemigos, hacer el bien a los que os odian, bendecir a los que os maldicen, rezar por los que os calumnian”. Estos consejos de Jesús superan en mucho las exigencias que, en aquella época, la gente aprendía desde la infancia de los escribas y fariseos en las reuniones semanales que se realizaban en la sinagoga, esto es, “amar al prójimo y odiar al enemigo” (Mt 5,43). La nueva exigencia de Jesús supera esta moral determinada y tan frecuente, incluso hoy, y revela un aspecto de “justicia mayor” que Jesús exige de aquéllos que quieren seguirlo (Mt 5,20).

Lucas 6, 29-30: Ejemplos concretos de cómo practicar la nueva enseñanza de Jesús

Jesús pide que se ofrezca la mejilla a quien te hiera en la otra, y pide que no se reclame cuando alguien me quita lo que es mío. ¿Cómo entender estas palabras? Entonces,

¿debe el pobre resignarse cuando el rico le golpea, le roba y le engaña? Si tomásemos estas palabras literalmente, estos consejos favorecerían a los ricos. Pero ni siquiera Jesús las observó literalmente. Cuando el soldado le golpeó en el rostro, no puso la otra mejilla, sino que reaccionó con firmeza. “Si he hablado mal, demuéstrame en qué; pero si no, ¿por qué me pegas? (Jn 18,22-23). Esta práctica de Jesús nos amonesta a no tomar literalmente estas sus palabras. Además, las palabras que siguen en el mismo discurso, nos ayudan a entender lo que Jesús quiere enseñar (Lc 6,31).

Lucas 6,31: Resumen central de la enseñanza de Jesús

Jesús pronuncia esta frase revolucionaria: “Lo que queráis que os hagan los hombres, hacedlo vosotros a ellos”. El mejor comentario de esta enseñanza son algunas frases recogidas de algunas religiones: el islamismo: “Ninguno puede ser creyente hasta que no ame a su hermano como a sí mismo”. El budismo: “De cinco modos un jefe debe tratar a sus amigos y dependientes: con generosidad, cortesía, indulgencia, dándoles los que esperan recibir y siendo fieles a su palabra”. El taíismo: “Considera el buen éxito de tu vecino, como tuyo propio, y su mal como si fuese el tuyo”. El hinduísmo: No hagas a los otros lo que a ti te produciría dolor si te lo hiciesen”. En su enseñanza, Jesús, muchas veces, verbaliza el deseo más profundo y universal del corazón humano, el deseo de fraternidad, nacida de la voluntad de querer bien a los otros en total gratuidad, sin pretender obtener beneficios, méritos o recompensas. Es en la fraternidad sincera, bien vivida, donde se revela el rostro de Dios.

Lucas 6, 32-34. Quien quiera seguir a Jesús debe superar la moral de los paganos

¿Qué pensar de aquéllos que sólo aman a los que los aman? ¿Y de los que hacen el bien solamente a los que les hacen el bien? ¿Prestar solamente a aquéllos que sabemos ciertamente que nos lo restituirán? O sea, en todas las sociedades, sean cuales sean, las personas de una misma familia tratan de ayudarse mutuamente. Jesús afirma que esta práctica es universal: “También los pecadores obran así”. Pero esta práctica universal no basta para los que quieren ser seguidores de Jesús. Jesús es muy claro sobre este punto. ¡No basta! Es necesario dar un paso adelante. ¿Cuál es este paso? La respuesta se halla en lo que sigue.

Lucas 6, 35-36: La raíz de la nueva moral: imitar la misericordia de Dios Padre

Mediante su predicación, Jesús trata de cambiar y convertir a las personas. El cambio que Él desea, no se limita a una simple inversión de la situación, de modo que aquéllos que están abajo sean puestos arriba y los de arriba abajo. Porque de este modo nada cambiaría y el sistema seguiría funcionando de la misma forma inalterable. Jesús quiere cambiar el modo de vida. Quiere que sus seguidores tengan una forma de comportarse contraria: “¡Amad a vuestros enemigos!”. La Novedad que quiere construir viene de la nueva experiencia de Dios, Padre de amor. El amor de Dios por nosotros es totalmente gratuito. No depende de lo que nosotros hagamos. De aquí que el verdadero amor quiere el bien del otro independientemente de que él o ella han hecho por mí. Así imitamos la misericordia de Dios Padre y seremos “hijos del Altísimo, que es bueno con los ingratos y con los malvados”. Seremos “misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso”. Estas últimas palabras de Jesús evocan la experiencia de la misericordia de Dios que Moisés tuvo en el Monte Sinaí: “¡El Señor, el Señor! Dios misericordioso y piadoso, lento a la ira y rico de gracia y fidelidad” (Ex 34,6).

Lucas 6,36-38: Ejemplos concretos de cómo imitar a Dios Padre

¡No juzgar, no condenar, perdonar, dar sin medida! Estos son los consejos de Jesús para aquéllos que aquel día lo escuchaban. Estos ejemplos convierten explícitas y concretas las enseñanzas de Jesús en el versículo precedente sobre el amor misericordioso a los enemigos y sobre el comportamiento como hijos del Altísimo. Es la misericordia que se manifiesta en las palabras del Buen Samaritano, del Hijo pródigo y que se revela en la vida de Jesús: “¡Quien me ve, ve al Padre!”.

– Más informaciones para poder entender mejor el texto:

a) Bendecir a los que nos maldicen:

Las dos afirmaciones del mismo discurso: “¡Dichosos vosotros los pobres!” (Lc 6,20) y “¡Ay de vosotros los ricos!” (Lc 6,24) obligan a los oyentes a escoger, a hacer opciones a favor de los pobres. En el Antiguo Testamento, Dios coloca a la gente delante de posibilidades de escoger entre la bendición y la maldición. A la gente se le concede la posibilidad de poder escoger: “Yo te he puesto delante la vida y la muerte; la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu descendencia (Dt 30,19). No es Dios quien condena. Es el mismo pueblo el que escogerá la vida o la muerte, según su conducta delante de Dios y de los demás. Estos momentos de elección son momentos de la visita de Dios a su pueblo (Gen 21,1; 50,24-25; Ex 3,16; 32,34; Ger 29,10; Sal 59,6; Sal 65,10; Sal 80,15; Sal 106,4). Lucas es el único evangelista que se sirve de esta imagen de la visita de Dios (Lc 1,68.78; 7,16; 19,44; Act 15,16). Para Lucas, Jesús es la visita de Dios que pone al pueblo de frente a escoger o la bendición o la maldición: “¡Dichosos vosotros, los pobres!” y “¡Ay de vosotros, los ricos!” Pero el pueblo no reconoce la visita de Dios (Lc 19,44). Y hoy en nuestro mundo, cuya mayor producción es la pobreza de tantos, ¿somos capaces de reconocer la visita de Dios?

b) Los destinatarios del discurso de Jesús:

Jesús comienza su discurso usando la segunda persona del plural: “¡Bienaventurados vosotros, los pobres!” – “¡Ay de vosotros los ricos!” Pero delante de Jesús, en aquella extensa llanura, no había ricos. Sólo había gente pobre y enferma, venida de todas partes (Lc 6,17-19). Pero el texto dice: “¡Ay de vosotros, los ricos!”, Lucas, cuando transmite las palabras de Jesús estaba pensando también en las comunidades helenísticas de Grecia y Asia menor de los años 80, cincuenta años después de Jesús. En ellas existía discriminación de los pobres por parte de los ricos (cf. Ap 3,15-17; Sant 2,1- 4; 5,1-6; 1Cor 11,20-21), la misma discriminación típica del Imperio Romano. Jesús critica dura y directamente a los ricos: “¡Vosotros, ricos, tenéis ya vuestro consolación! ¡Ay de vosotros los que ahora estáis saciados, porque tendréis hambre! ¡ Ay los que ahora reís, porque seréis afligidos y lloraréis!”. Esto indica que para Jesús la pobreza no es una fatalidad, sino el fruto de un enriquecimiento injusto de los otros. Dígase lo mismo para la frase: “¡Ay, cuando todos los hombres hablen bien de vosotros. Lo mismo hacían vuestros padres con los falsos profetas!” Esta cuarta amenaza se refiere a los judíos, o sea, a los hijos de aquéllos que en el pasado elogiaban a los falsos profetas. Citando estas palabras de Jesús, Lucas piensa en los judíos convertidos de su tiempo que se servían de su prestigio y de su autoridad para criticar la apertura hacia los paganos.

Salmo 34 (33)

“Gratitud que nace de una mirada distinta”
Bendeciré en todo tiempo a Yahvé, sin cesar en mi boca su alabanza; en Yahvé se gloría mi ser,
¡que lo oigan los humildes y se alegren! Ensalzad conmigo a Yahvé,
exaltemos juntos su nombre. Consulté a Yahvé y me respondió: me libró de todos mis temores.
Los que lo miran quedarán radiantes, no habrá sonrojo en sus semblantes. Si grita el pobre, Yahvé lo escucha, y lo salva de todas sus angustias. El ángel de Yahvé pone su tienda en torno a sus adeptos y los libra.
Gustad y ved lo bueno que es Yahvé, dichoso el hombre que se acoge a él. Respetad a Yahvé, santos suyos, que a quienes le temen nada les falta. Los ricos empobrecen y pasan hambre, los que buscan a Yahvé de ningún bien carecen. Venid, hijos, escuchadme,
os enseñaré el temor de Yahvé.
¿A qué hombre no le gusta la vida, no anhela días para gozar de bienes? Guarda del mal tu lengua, tus labios de la mentira; huye del mal y obra el bien, busca la paz y anda tras ella.
Los ojos de Yahvé sobre los justos, sus oídos escuchan sus gritos; el rostro de Yahvé hacia los bandidos, para raer de la tierra su recuerdo.
Cuando gritan, Yahvé los oye y los libra de sus angustias; Yahvé está cerca de los desanimados, él salva a los espíritus hundidos.
Muchas son las desgracias del justo, pero de todas le libra Yahvé; cuida de todos sus huesos, ni uno solo se romperá.
Da muerte al malvado la maldad, los que odian al justo lo pagarán. Rescata Yahvé la vida de sus siervos, nada habrán de pagar los que a él se acogen.

Oración final

Señor Jesús, te damos gracia por tu Palabra que nos ha hecho ver mejor la voluntad del Padre. Haz que tu Espíritu ilumine nuestras acciones y nos comunique la fuerza para seguir lo que Tu Palabra nos ha hecho ver. Haz que nosotros como María, tu Madre, podamos no sólo escuchar, sino también poner en práctica la Palabra. Tú que vives y reinas con el Padre en la unidad del Espíritu Santo por todos los siglos de los siglos. Amén.

Todos los derechos: www.ocarm.org