Lectio sáb, 9 abr, 2022

Tiempo de Cuaresma

Oración inicial

Señor, tú que nunca dejas de procurar nuestra salvación y en estos días de Cuaresma nos otorgas gracias más abundantes, mira con amor a esta familia tuya y concede tu auxilio protector a quienes se preparan para el bautismo y a quienes hemos renacido ya a una vida nueva. Por nuestro Señor Jesucristo…

Lectura del santo Evangelio según Juan 11,45-56

En aquel tiempo, muchos de los judíos que habían ido a casa de Marta y María, al ver que Jesús había resucitado a Lázaro, creyeron en él. Pero algunos de entre ellos fueron a ver a los fariseos y les contaron lo que había hecho Jesús.

Entonces los sumos sacerdotes y los fariseos convocaron al sanedrín y decían: «¿Qué será bueno hacer? Ese hombre está haciendo muchos prodigios. Si lo dejamos seguir así, todos van a creer en él, van a venir los romanos y destruirán nuestro templo y nuestra nación».

Pero uno de ellos, llamado Caifás, que era sumo sacerdote aquel año, les dijo: «Ustedes no saben nada. No comprenden que conviene que un solo hombre muera por el pueblo y no que toda la nación perezca». Sin embargo, esto no lo dijo por sí mismo, sino que, siendo sumo sacerdote aquel año, profetizó que Jesús iba a morir por la nación, y no sólo por la nación, sino también para congregar en la unidad a los hijos de Dios, que estaban dispersos. Por lo tanto, desde aquel día tomaron la decisión de matarlo.

Por esta razón, Jesús ya no andaba públicamente entre los judíos, sino que se retiró a la ciudad de Efraín, en la región contigua al desierto y allí se quedó con sus discípulos.

Se acercaba la Pascua de los judíos y muchos de las regiones circunvecinas llegaron a Jerusalén antes de la Pascua, para purificarse. Buscaban a Jesús en el templo y se decían unos a otros: «¿Qué pasará? ¿No irá a venir para la fiesta?»

 

Reflexión:

  • El evangelio de hoy nos relata la parte final del largo episodio de la resurrección de Lázaro en Betania, en la casa de Marta y María (Juan 11,1-56). La resurrección de Lázaro es la séptima señal (milagro) de Jesús en el evangelio de Juan y es también el punto álgido y decisivo de la revelación que viene haciendo de Dios y de si mismo.
  • La pequeña comunidad de Betania, en la que a Jesús le gustaba hospedarse, refleja la situación y el estilo de vida de las pequeñas comunidades del Discípulo Amado al final del primer siglo en Asia Menor. Betania quiere decir «Casa de los pobres». Eran comunidades pobres, de gente pobre. Marta quiere decir «Señora» (coordenadora): una mujer coordinaba la comunidad. Lázaro significa «Dios ayuda»: la comunidad pobre esperaba todo de Dios. María significa «amada de Javé»: era la discípula amada, imagen de la comunidad. El episodio de la resurrección de Lázaro comunicaba esta certeza: Jesús trae vida para la comunidad de los pobres. Jesús es fuente de vida para todos los que creen en él.
  • Juan 11,45-46: La repercusión de la séptima Señal en medio del pueblo. Después de la resurrección de Lázaro (Jn 11,1-44), viene la descripción de la repercusión de esta señal en medio de la gente. La gente estaba dividida. “Muchos judíos, que habían ido a casa de María y que vieron lo que Jesús hizo, creyeron en él”. Pero otros “fueron donde los fariseos y contaron lo que Jesús había hecho.” Estos últimos le denunciaron. Para poder entender esta reacción negativa de una parte de la población, es preciso tener en cuenta que la mitad de la población de Jerusalén dependía en todo del Templo para poder vivir y sobrevivir. Por ello, difícilmente irían a apoyar a un desconocido profeta de Galilea que criticaba el Templo y las autoridades. Esto también explica el que algunos se prestaran para informar a las autoridades.
  • Juan 11,47-53: La repercusión de la séptima Señal en medio de las autoridades. La noticia de la resurrección de Lázaro hizo crecer la popularidad de Jesús. Por esto, los líderes religiosos convocan el consejo, el sinedrio, la máxima autoridad, para discernir qué hacer. Pues, “ este hombre realiza muchos signos. Si le dejamos que siga así, todos creerán en él y vendrán los romanos y destruirán nuestro Lugar Santo y nuestra nación.” Ellos temían a los romanos. De hecho, el pasado, desde la invasión romana en el 64 antes de Cristo hasta la época de Jesús, había ya mostrado varias veces que los romanos reprimían con toda la violencia cualquier intento de rebelión popular (cf Hechos 5,35-37). En el caso de Jesús, la reacción romana podía llevar a la pérdida de todo, inclusive del Templo y de la posición privilegiada de los sacerdotes. Por eso, Caifás, el sumo sacerdote, decide: “Es mejor que un solo hombre muera por el pueblo, y no que la nación entera perezca”. Y el evangelista hace un lindo comentario: “Caifás no lo dijo por su propia cuenta, sino que, como era sumo sacerdote aquel año, profetizó que Jesús iba a morir por la nación – y no sólo por la nación, sino también para reunir en uno a los hijos de Dios que estaban dispersos.” Así, a partir de este momento, los líderes, preocupados por el crecimiento de la lideranza de Jesús, y motivados por el miedo a los romanos, deciden matar a Jesús.
  • Juan 11,54-56: La repercusión de la séptima señal en la vida de Jesús. El resultado final es que Jesús tenía que vivir como un clandestino. “Por eso Jesús no andaba ya en público entre los judíos, sino que se retiró de allí a la región cercana al desierto, a una ciudad llamada Efraín, y allí residía con sus discípulos”.

La pascua estaba cerca. En esa época del año, la población de Jerusalén se triplicaba por causa del gran número de peregrinos y romeros. Todos conversaban sobre Jesús: «¿Qué piensa hacer? Será que no va para la fiesta?» Asimismo, en la época en que fue escrito el evangelio, al final del primer siglo, época de la persecución del emperador Domiciano (81 a 96), las comunidades cristianas se veían obligadas a vivir en la clandestinidad.

  • Una llave para entender la séptima señal de Lázaro. Lázaro estaba enfermo. Las hermanas Marta y María mandaron a llamar a Jesús: «¡Aquel a quien tú quieres está enfermo!» (Jn 11,3.5). Jesús atiende la petición y explica a los discípulos: «Esta enfermedad no es de muerte, es para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella.” (Jn 11,4) En el evangelio de Juan, la glorificación de Jesús acontece a través de su muerte (Jn 12,23; 17,1). Una de las causas de su condena a muerte va a ser la resurrección de Lázaro (Jn 11,50; 12,10). Muchos judíos estaban en la casa de Marta y María para consolarlas de la pérdida del hermano. Los judíos, representantes de la Antigua Alianza, sólo saben consolar. No saben traer vida nueva. Jesús es aquel que trae vida nueva. Así, por un lado, la amenaza de muerte contra Jesús y, por otro, ¡Jesús que llega para vencer la muerte! Y es en este contexto de conflicto entre vida y muerte que se realiza la séptima señal de la resurrección de Lázaro.

Marta dice que cree en la resurrección. Los fariseos y la mayoría de la gente creen en la Resurrección (Hechos 23,6-10; Mc 12,18). Creían, pero no la revelaban. Era una fe en la resurrección al final de los tiempos y no en una resurrección presente en la historia, aquí y ahora. Esta fe antigua no renovaba la vida. Pues no basta creer en la resurrección que va a acontecer al final de los tiempos, sino que hay que creer que la Resurrección que ya está presente aquí y ahora en la persona de Jesús y en aquellos que creen en Jesús. Sobre éstos la muerte ya no tiene ningún poder, porque Jesús es la «resurrección y la vida». Sin ver la señal concreta de la resurrección de Lázaro, Marta confiesa su fe: «Yo creo que tú eres el Cristo, el hijo de Dios, el que iba a venir al mundo» (Jn 11,27). Jesús ordena quitar la piedra. Marta reacciona: «Señor, ya huele, ¡es el cuarto día!»(Jn 11,39). De nuevo, Jesús la desafía haciendo referencia a la fe en la resurrección, aquí y ahora, como una señal de la gloria de Dios: «¿No te he dicho que, si crees, verás la gloria de Dios?» (Jn 11,40). Retiraron la piedra. Ante el sepulcro abierto y ante la incredulidad de las personas, Jesús se dirige al Padre. En su oración, primero pronuncia una acción de gracias: ««Padre, te doy gracias por haberme escuchado. Ya sabía yo que tú siempre me escuchas» (Jn 11,41-42). Jesús conoce al Padre y confía en él. Pero ahora pide una señal a causa de la multitud que

le rodea, para que pueda creer que él, Jesús, es el enviado del Padre. Luego grita en alto, grito creador: «Lázaro, ¡sal a fuera!» Y Lázaro sale a fuera (Jn 11,43-44). Es el triunfo de la vida sobre la muerte, de la fe sobre la incredulidad! Un agricultor comentó: «¡A nosotros nos toca retirar la piedra! Y Dios resucita la comunidad. Hay gente a la que no le gusta quitar la piedra, y por eso su comunidad no tiene vida».

Para la reflexión personal

  • ¿Qué significa para mí, bien concretamente, creer en la resurrección?
  • Parte de la gente aceptaba a Jesús, parte no. Hoy, parte de la gente acepta la renovación de la Iglesia, y parte no. ¿Y yo?

Oración final

Pues tú eres mi esperanza, Señor, mi confianza desde joven, Yahvé. En ti busco apoyo desde el vientre,
eres mi fuerza desde el seno materno.
¡A ti dirijo siempre mi alabanza! (Sal 71,5-6)

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Lectio vie, 8 abr, 2022

Tiempo de Cuaresma

Oración inicial

Perdona las culpas de tu pueblo, Señor, y que tu amor y tu bondad nos libren del poder del pecado, al que nos ha sometido nuestra debilidad. Por nuestro Señor.

Lectura del santo Evangelio según Juan 10,31-42

En aquel tiempo, cuando Jesús terminó de hablar, los judíos cogieron piedras para apedrearlo. Jesús les dijo: «He realizado ante ustedes muchas obras buenas de parte del Padre, ¿por cuál de ellas me quieren apedrear?».

Le contestaron los judíos: «No te queremos apedrear por ninguna obra buena, sino por blasfemo, porque tú, no siendo más que un hombre, pretendes ser Dios». Jesús les replicó: «¿No está escrito en su ley: Yo les he dicho: Ustedes son dioses? Ahora bien, si ahí se llama dioses a quienes fue dirigida la palabra de Dios (y la Escritura no puede equivocarse), ¿cómo es que a mí, a quien el Padre consagró y envió al mundo, me llaman blasfemo porque he dicho: ‘Soy Hijo de Dios’? Si no hago las obras de mi Padre, no me crean. Pero si las hago, aunque no me crean a mí, crean a las obras, para que puedan comprender que el Padre está en mí y yo en el Padre». Trataron entonces de apoderarse de él, pero se les escapó de las manos.

Luego regresó Jesús al otro lado del Jordán, al lugar donde Juan había bautizado en un principio y se quedó allí. Muchos acudieron a él y decían: «Juan no hizo ningún signo; pero todo lo que Juan decía de éste, era verdad». Y muchos creyeron en él allí.

Reflexión:

  • Estamos cerca de la Semana Santa, en la que conmemoramos y actualizamos la Pasión, la Muerte y la Resurrección de Jesús. Desde la cuarta semana de cuaresma, los textos cotidianos de los evangelios están sacados casi exclusivamente del Evangelio de Juan, dos capítulos que acentúan la tensión dramática entre, de un lado la revelación progresiva que Jesús hace del misterio del Padre que lo llena totalmente y, por otro, la cerrazón progresiva de parte de los judíos que se vuelven cada vez más impenetrables al mensaje de Jesús. Lo trágico de esta cerrazón es que se hace en nombre de la fidelidad a Dios. Rechazan a Jesús en nombre de Dios.
  • Esta manera que Juan tiene de presentar el conflicto entre Jesús y las autoridades religiosas no es sólo algo que aconteció en el pasado. Es un espejo de lo que acontece hoy. Algunas personas se transforman en bombas vivas y matan a los otros en nombre de Jesús. en nombre de Jesús, nosotros los miembros de las tres religiones del Dios de Abrahán, judíos, cristianos y musulmanes, nos condenamos y nos enfrentamos mutuamente, a lo largo de la historia. Es tan difícil y tan necesario el ecumenismo entre nosotros. En nombre de Dios se hicieron muchas barbaridades y se siguen haciendo hasta hoy. La cuaresma es un tiempo importante para pararse y preguntarse cuál es la imagen de Dios que habita en mi ser.
  • Juan 10,31-33: Los judíos quieren apedrear a Jesús. Los judíos buscan piedras para matar a Jesús. Jesús pregunta: “Muchas obras buenas de parte del Padre os he mostrado. ¿Por cuál de esas obras queréis apedrearme?” La respuesta: «No queremos apedrearte por ninguna obra buena, sino por una blasfemia y porque tú, siendo hombre, te haces a ti mismo Dios.” Quieren matar a Jesús por blasfemia. La ley mandaba apedrear a tales personas.
  • Juan 10,34-36: La Biblia llama a todos Hijos de Dios. Quieren matar a Jesús porque se hace pasar por ser Dios. Jesús responde en nombre de la Ley misma de Dios: «¿No está escrito en vuestra Ley: Yo he dicho: dioses sois? Si llama dioses a aquellos a quienes se dirigió la palabra de Dios -y no puede fallar la Escritura- a aquel a quien el Padre ha santificado y enviado al mundo, ¿cómo le decís que blasfema por haber dicho: `Yo soy Hijo de Dios”?
  • Es extraño el que Jesús diga “vuestra ley”. Tendría que decir “nuestra ley”. ¿Por qué habla así? Aquí trasparece de nuevo la ruptura trágica entre Judíos y Cristianos, dos

hermanos, hijos del mismo padre Abrahán, que se vuelven enemigos irreducibles hasta el punto que los cristianos dicen “vuestra ley”, como si no fuera nuestra ley.

  • Juan 10,37-38: Y menos creen en las obras que hago. Jesús vuelve a hablar de las obras que hace y que son revelación del Padre. Si no hago las obras del Padre no me creáis. Pero si las hago, aunque a mí no me creáis, creed por las obras, y así sabréis y conoceréis que el Padre está en mí y yo en el Padre. Las mismas palabras que Jesús pronunciará para los discípulos en la última Cena (Jn 14,10-11).
  • Juan 10,39-42: Quieren de nuevo matarle, pero él se escapa de sus manos. No hay ninguna señal de conversión. Siguen acusando a Jesús de blasfemia e insisten en quererle matar. No hay futuro para Jesús. Su muerte está decretada, pero su hora no ha llegado todavía. Jesús sale y atraviesa el Jordán para el lugar donde Juan había sido bautizado. Así muestra continuidad en su misión con la misión de Juan. Ayudaba a la gente a percibir la línea de Dios en la historia. La gente reconoce en Jesús a aquel que Jesús había anunciado.

Para la reflexión personal

  • Los judíos condenan a Jesús en nombre de Dios, en nombre de la imagen que tienen de Dios. ¿Condeno a alguien en nombre de Dios y después descubro que estoy equivocado?
  • Jesús se dice a si mismo “Hijo de Dios”. Cuando yo profeso en el Credo que Jesús es el Hijo de Dios, ¿qué contenido le doy en mi profesión de fe?

Oración final

Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza; Señor, mi roca, mi alcázar, mi libertador.
Dios mío, peña mía, refugio mío, escudo mío,
mi fuerza salvadora, mi baluarte. (Sal 17)

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Lectio jue, 7 abr, 2022

Tiempo de Cuaresma

Oración inicial

Escucha nuestras súplicas, Señor, y mira con amor a los que han puesto su esperanza en tu misericordia; límpialos de todos sus pecados, para que perseveren en una vida santa y lleguen de este modo a heredar tus promesas. Por nuestro Señor.

Lectura del santo Evangelio según Juan: 8,51-59

En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos: «Yo les aseguro: el que es fiel a mis palabras no morirá para siempre».

Los judíos le dijeron: «Ahora ya no nos cabe duda de que estás endemoniado. Porque Abraham murió y los profetas también murieron, y tú dices: `El que es fiel a mis palabras no morirá para siempre’. ¿Acaso eres tú más que nuestro padre Abraham, el cual murió? Los profetas también murieron. ¿Quién pretendes ser tú?».

Contestó Jesús: «Si yo me glorificara a mí mismo, mi gloria no valdría nada. El que me glorifica es mi Padre, aquel de quien ustedes dicen: `Es nuestro Dios’, aunque no lo conocen. Yo, en cambio, sí lo conozco; y si dijera que no lo conozco, sería tan mentiroso como ustedes. Pero yo lo conozco y soy fiel a su palabra. Abraham, el padre de ustedes, se regocijaba con el pensamiento de verme; me vio y se alegró por ello».

Los judíos le replicaron: «No tienes ni cincuenta años, ¿y has visto a Abraham?». Les respondió Jesús: «Yo les aseguro que desde antes que naciera Abraham, Yo Soy».

Entonces recogieron piedras para arrojárselas, pero Jesús se ocultó y salió del templo.

Reflexión

  • El capítulo 8 parece una exposición de obras de arte, en la que se pueden admirar y contemplar famosas pinturas, una al lado de otra. El evangelio de hoy trae otra pintura, un diálogo entre Jesús y los judíos. No hay mucho nexo entre una y otra pintura. Es el espectador o la espectadora que, en su observación atenta y orante, consigue descubrir el hilo invisible que enlaza entre sí las pinturas, los diálogos. De este modo vamos penetrando poco a poco en el misterio divino que envuelve a la persona de Jesús.
  • Juan 8,51: ‘Si alguno guarda mi palabra, no probará la muerte jamás’. Jesús hace una solemne afirmación. Los profetas decían: ¡Oráculo del Señor! Jesús dice: “¡En verdad, en verdad os digo!” Y la afirmación solemne es ésta: “¡Si alguno guarda mi palabra, no probará la muerte jamás!” De muchas maneras este mismo tema aparece y reaparece en el evangelio de Juan. Son palabras de grande profundidad.
  • Juan 8,52-53: Abrahán y los profetas murieron. La reacción de los judíos es inmediata: «Ahora estamos seguros de que tienes un demonio. Abrahán murió, y también los profetas. ;y tú dices: ‘Si alguno guarda mi palabra, no probará la muerte jamás.’¿Eres tú acaso más grande que nuestro padre Abrahán, que murió? También los profetas murieron. ¿Por quién te tienes a ti mismo?” Ellos no entendieron el alcance de la afirmación de Jesús. Diálogo de sordos..
  • Juan 8,54-56: Quien me glorifica es mi Padre. Siempre y de nuevo Jesús toca la misma tecla: el está de tal modo unido al Padre que nada de lo que dice y hace es de él. Todo es del Padre. Y añadía: «Si yo me glorificara a mí mismo, mi gloria no valdría nada; es mi Padre quien me glorifica, de quien vosotros decís: `Él es nuestro Dios’, y sin embargo no le conocéis, yo sí que le conozco, y si dijera que no le conozco, sería un mentiroso como vosotros. Pero yo le conozco, y guardo su palabra. Vuestro padre Abrahán se regocijó pensando en ver mi Día; lo vio y se alegró”. Estas palabras de Jesús deben haber sido como una espada que hiere la auto-estima de los judíos. Decir a las autoridades religiosas: “¡No conocéis al Dios que decís conocer!» ¡Yo le conozco y vosotros no le conocéis!”, es lo mismo que acusarlos de total ignorancia en aquel asunto sobre el cual enseñaban ser doctores especializados. Y la palabra final aumenta la medida: “Vuestro padre Abrahán se regocijó pensando en ver mi Día; lo vio y se alegró”.
  • Juan 8,57-59: “¿Aún no tienes cincuenta años y has visto a Abrahán?” Tomaron todo al pie de la letra mostrando así que no entendían nada de lo que Jesús estaba diciendo. Y Jesús hace una nueva afirmación solamente: “¡En verdad, en verdad os digo: antes de que Abrahán existiera, YO SOY!” Para los que creen en Jesús, es aquí que alcanzamos el corazón del misterio de la historia. De nuevo piedras para matar a Jesús. Ni siquiera esta vez lo conseguirán, ¡pues aún no ha llegado la hora! ¡Quien determina el tiempo y la hora es Jesús!

Para la reflexión personal

  • Diálogo de sordos entre Jesús y los judíos. ¿Has tenido alguna vez la experiencia de conversar con alguien que piensa exactamente lo contrario y no se da cuenta de ello?
  • ¿Cómo entender esta frase: “Vuestro padre Abrahán se regocijó pensando en ver mi día; lo vio y se alegró”?

Oración final

Recurrid al Señor y a su poder, buscad continuamente su rostro. Recordad las maravillas que hizo, sus prodigios, las sentencias de su boca. (Sal 104)

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Lectio mié, 6 abr, 2022

Tiempo de Cuaresma

Oración inicial

Ilumina, Señor, el corazón de tus fieles purificando por las penitencias de Cuaresma, y tú, que nos infundes el piadoso deseo de servirte, escucha paternalmente nuestras súplicas. Por nuestro Señor.

Lectura del santo Evangelio según Juan 8,31-42

En aquel tiempo, Jesús dijo a los que habían creído en él: «Si se mantienen fieles a mi palabra, serán verdaderamente discípulos míos, conocerán la verdad y la verdad los hará libres». Ellos replicaron: «Somos hijos de Abraham y nunca hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: ‘Serán libres’?».

Jesús les contestó: «Yo les aseguro que todo el que peca es un esclavo del pecado y el esclavo no se queda en la casa para siempre; el hijo sí se queda para siempre. Si el Hijo les da la libertad, serán realmente libres. Ya sé que son hijos de Abraham; sin embargo, tratan de matarme, porque no aceptan mis palabras. Yo hablo de lo que he visto en casa de mi Padre: ustedes hacen lo que han oído en casa de su padre».

Ellos le respondieron: «Nuestro padre es Abraham». Jesús les dijo: «Si fueran hijos de Abraham, harían las obras de Abraham. Pero tratan de matarme a mí, porque les he dicho la verdad que oí de Dios. Eso no lo hizo Abraham. Ustedes hacen las obras de su padre». Le respondieron: «Nosotros no somos hijos de prostitución. No tenemos más padre que a Dios».

esús les dijo entonces: «Si Dios fuera su Padre me amarían a mí, porque yo salí de Dios y vengo de Dios; no he venido por mi cuenta, sino enviado por él».

Reflexión

En el evangelio de hoy sigue la reflexión sobre el capítulo 8 de Juan. Como en círculos concéntricos, Juan profundiza en el misterio de Dios que envuelve a la persona de Jesús. Parece una repetición, porque siempre vuelve a hablar del mismo punto. En realidad, es el mismo punto, pero cada vez en un nivel más profundo. El evangelio de hoy aborda el tema de la relación de Jesús con Abrahán, el Padre del pueblo de Dios. Juan trata de ayudar las comunidades a comprender cómo Jesús se sitúa en el conjunto de la historia del Pueblo de Dios. Las ayuda a percibir la diferencia que hay entre Jesús y los judíos, y también entre los judíos y los demás: todos somos hijos e hijas de Abrahán.

  • Juan 8,31-32: La libertad que nace de la fidelidad a la palabra de Jesús. Jesús manifiesta a los judíos: “Si os mantenéis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos, y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres. Ser discípulo de Jesús es lo mismo que abrirse a Dios. Las palabras de Jesús son en realidad palabra de Dios.

Comunican la verdad, porque dan a conocer las cosas como son a los ojos de Dios y no a los ojos de los fariseos. Más tarde, durante la última Cena, Jesús enseñará lo mismo a los discípulos.

  • Juan 8,33-38: ¿Qué quiere decir ser hijo e hija de Abrahán? La reacción de los judíos es inmediata: «Nosotros somos descendencia de Abrahán y nunca hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: Os haréis libres?” Jesús insiste haciendo una distinción entre hijo y esclavo y dice: «Todo el que comete pecado es un esclavo. Y el esclavo no se queda en casa para siempre; mientras el hijo se queda para siempre. Si, pues, el Hijo os da la libertad, seréis realmente libres.” Jesús es el hijo y vive en la casa del Padre. El esclavo no vive en la casa del Padre. Vivir fuera de la casa, fuera de Dios quiere decir vivir en el pecado. Si aceptaran la palabra de Jesús podrían llegar a ser hijos y alcanzar la libertad. No serían esclavos. Y Jesús continúa: “Ya sé que sois descendencia de Abrahán; pero tratáis de matarme, porque mi palabra no prende en vosotros.” Inmediatamente aparece bien clara la distinción: “Yo hablo lo que he visto junto a mi Padre; y vosotros hacéis lo que habéis oído a vuestro padre”. Jesús les niega el derecho a decir que son hijos de Abrahán, porque sus obras afirman lo contrario.
  • Juan 8,39-41a: Un hijo de Abrahán cumple las obras de Abrahán. Ellos insisten en afirmar: “¡Nuestro Padre es Abrahán!” como si quisiesen presentar a Jesús un documento de su identidad. Jesús vuelve a insistir: “Si sois hijos de Abrahán, haced las obras de Abrahán. Pero tratáis de matarme, a mí que os he dicho la verdad que oí de Dios. Eso no lo hizo Abrahán. Vosotros hacéis las obras de vuestro padre.” Entre líneas sugiere que el padre de ellos es Satanás (Jn 8,44). Sugiere que son hijos de la prostitución.
  • Juan 8,41b-42: “Si Dios fuera vuestro Padre, me amaríais a mí, porque yo he salido y vengo de Dios; no he venido por mi cuenta, sino que él me ha enviado”. Usando palabras diversas, Jesús repite la misma verdad: “Aquel que pertenece a Dios escucha las palabras de Dios”. El origen de esta afirmación viene de Jeremías quien dice: “Pondré mi ley en su interior, la escribiré en sus corazones. Entonces yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo. Ya no tendrán que enseñarse mutuamente, diciéndose el uno al otro: ‘Conozcan a Yahvé’. Pues me conocerán todos, del más grande al más humilde. Porque yo habré perdonado su culpa y no me acordaré más de su pecado” (Jer 31,33-34). Pero ellos no se abrieron a esta nueva experiencia de Dios, y por esto no reconocieron a Jesús como enviado del Padre.

Para la reflexión personal

  • Libertad que se somete en todo al Padre. ¿Existe algo de este tipo en ti? ¿Conoces a personas así?
  • ¿Cuál es la experiencia más profunda en mí que me impulsa a reconocer a Jesús como enviado por Dios?

Oración final

Bendito eres, Señor, Dios de nuestros padres,
bendito tu nombre santo y glorioso. Bendito eres en el templo de tu santa gloria.
Bendito eres sobre el trono de tu reino. (Dn 3,52

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Lectio mar, 5 abr, 2022

Tiempo de Cuaresma

Oración inicial

Concédenos, Señor, perseverar en el fiel cumplimiento de tu santa voluntad, para que, en nuestros días, crezca en santidad y en número el pueblo dedicado a tu servicio. Por nuestro Señor.

Lectura del santo Evangelio según Juan 8,21-30

En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos: «Yo me voy y ustedes me buscarán, pero morirán en su pecado. A donde yo voy, ustedes no pueden venir». Dijeron entonces los judíos: «¿Estará pensando en suicidarse y por eso nos dice: ‘A donde yo voy, ustedes no pueden venir’?”. Pero Jesús añadió: «Ustedes son de aquí abajo y yo soy de allá arriba; ustedes son de este mundo, yo no soy de este mundo. Se lo acabo de decir: morirán en sus pecados, porque si no creen que Yo Soy, morirán en sus pecados».

Los judíos le preguntaron: «Entonces ¿quién eres tú?». Jesús les respondió: «Precisamente eso que les estoy diciendo. Mucho es lo que tengo que decir de ustedes y mucho que condenar. El que me ha enviado es veraz y lo que yo le he oído decir a él es lo que digo al mundo». Ellos no comprendieron que hablaba del Padre.

Jesús prosiguió: «Cuando hayan levantado al Hijo del hombre, entonces conocerán que Yo Soy y que no hago nada por mi cuenta; lo que el Padre me enseñó, eso digo. El que me envió está conmigo y no me ha dejado solo, porque yo hago siempre lo que a él le agrada». Después de decir estas palabras, muchos creyeron en él.

 

Reflexión

  • La semana pasada, la liturgia nos llevaba a meditar el 5 del Evangelio de Juan. Esta semana nos pone delante el capítulo 8 del mismo evangelio. Como el capítulo 5, también el capítulo 8 contiene reflexiones profundas sobre el misterio de Dios que envuelve a la persona de Jesús. Aparentemente, se trata de diálogos entre Jesús y los fariseos (Jn 8,13). Los fariseos quieren saber quién es Jesús. Ellos lo critican por dar testimonio de sí mismo sin ninguna prueba o testimonio para legitimarse ante la gente (Jn 8,13). Jesús responde diciendo que él no habla a partir de sí mismo, sino siempre a partir del Padre y en nombre del Padre (Jn 8,14-19).
  • En realidad, los diálogos son también expresión de cómo era la transmisión catequética de la fe en las comunidades del discípulo amado al final del primero siglo. Reflejan la lectura orante que los cristianos hacían de las palabras de Jesús como expresión de la Palabra de Dios. El método de pregunta y respuesta los ayudaba a encontrar la respuesta a los problemas que, en aquel final del siglo, los judíos planteaban a los cristianos. Era una manera concreta de ayudar la comunidad a profundizar su fe en Jesús y en su mensaje.
  • Juan 8,21-22: ’Adonde yo voy, vosotros no podéis ir’. Aquí Juan aborda un nuevo asunto u otro aspecto del misterio que envuelve a la persona de Jesús. Jesús habla de su ida y dice que allí donde él va, los fariseos no pueden seguirle. “Yo me voy y vosotros me buscaréis, y moriréis en vuestro pecado.” Ellos buscan a Jesús, pero no lo encuentran porque no le conocen y lo buscan con criterios equivocados. Ellos viven en el pecado y van a morir en el pecado. Vivir en el pecado quiere decir vivir alejado de Dios. Ellos imaginan a Dios de una determinada forma, y Dios es diferente a como ellos se lo imaginan. Por esto no son capaces de reconocer la presencia de Dios en Dios. Los fariseos no entienden lo que Jesús quiere decir y toman todo al pie de la letra: “¿Es que se va a suicidar?”
  • Juan 8,23-24: ‘Vosotros sois de abajo, yo soy de arriba.’ Los fariseos se orientan en todo según los criterios de este mundo. “¡Vosotros sois de este mundo, yo no soy de este mundo!” El marco de referencias que orienta a Jesús en todo lo que dice es el mundo de arriba, esto es, Dios, el Padre, y la misión que recibió del Padre. El marco de referencias de los fariseos es el mundo de aquí abajo, sin apertura, cerrado en sus propios criterios. Por esto, viven en el pecado. Vivir en el pecado es no tener la mirada de Jesús sobre la vida. La mirada de Jesús es totalmente abierta para Dios hasta el punto que Dios está en él en toda su plenitud (Cf. Col 1,19). Nosotros decimos: “Jesús es Dios”. Juan nos convida a decir: “¡Dios es Jesús!”. Por esto, Jesús dice: “Ya os he dicho que moriréis en vuestros pecados, porque si no creéis que Yo Soy, moriréis en vuestros pecados”. YO SOY es la afirmación con que Dios se presenta a Moisés en el momento de liberar a su pueblo de la opresión de Egipto (Ex 3,13-14). Es la expresión máxima de la certeza absoluta de que Dios está en medio de nosotros a través de Jesús. Jesús es la prueba definitiva de que Dios está con nosotros. Emmanuel.
  • Juan 8,25-26: ¿Quién eres tú? El misterio de Dios en Jesús no cabe en los criterios con los que los fariseos miran Jesús. De nuevo preguntan: “¿Quién eres tú?” Ellos no entendían porque no entienden el lenguaje de Jesús. Jesús hablaba con ellos a partir de todo lo que él experimentaba y vivía en contacto con el Padre y a partir de la conciencia de su misión. Jesús no se auto-promueve. El apenas dice y expresa lo que oye del Padre. Él es pura revelación porque es pura y total obediencia.
  • Juan 8,27-30: ‘Cuando hayáis levantado al Hijo del hombre, entonces sabréis que YO SOY’. Los fariseos no entienden que Jesús, en todo lo que dice y hace, es expresión del Padre. Lo comprenderán sólo después que hayan levantado al Hijo del Hombre. “Entonces sabréis que YO SOY”. La palabra levantar tiene un doble sentido de levantar sobre la Cruz y ser levantado a la derecha del Padre. La Buena Nueva de la muerte y de la resurrección revelará quién es Jesús, y ellos sabrán que Jesús es la presencia de Dios en medio de nosotros. El fundamento de esta certeza de nuestra fe es doble: de un lado, la certeza de que el Padre está siempre con Jesús y nunca le deja solo y, por otro lado, la total y radical obediencia de Jesús al Padre, por la que él se convierte en total apertura y total transparencia del Padre para nosotros.

Para la reflexión personal

  • Quien se encierra en sus criterios y piensa saberlo todo, no será nunca capaz de comprender al otro. Así eran los fariseos ante Jesús. Yo ante los demás, ¿cómo me comporto?
  • Jesús es radical obediencia al Padre y por esto es total revelación del Padre. ¿Qué imagen de Dios se irradia a partir de mí?

Oración final

Señor, escucha mi oración,
que mi grito llegue hasta ti;
no me escondas tu rostro el día de la desgracia. Inclina tu oído hacia mí;
cuando te invoco, escúchame en seguida. (Sal 101)

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Lectio lun, 4 abr, 2022

Tiempo de Cuaresma

Del santo Evangelio según san Juan 8, 12-20
En aquel tiempo, Jesús dijo a los fariseos: “Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no caminará en la oscuridad y tendrá la luz de la vida”. Los fariseos le dijeron a Jesús: “Tú das testimonio de ti mismo; tu testimonio no es válido”. Jesús les respondió: “Aunque yo mismo dé testimonio en mi favor, mi testimonio es válido, porque sé de dónde vengo y a dónde voy; en cambio, ustedes no saben de dónde vengo ni a dónde voy. Ustedes juzgan por las apariencias. Yo no juzgo a nadie; pero si alguna vez juzgo, mi juicio es válido, porque yo no estoy solo: el Padre, que me ha enviado, está conmigo. Y en la ley de ustedes está escrito que el testimonio de dos personas es válido. Yo doy testimonio de mí mismo y también el Padre, que me ha enviado, da testimonio sobre mí”. Entonces le preguntaron: “¿Dónde está tu Padre?” Jesús les contestó: “Ustedes no me conocen a mí ni a mi Padre; si me conocieran a mí, conocerían también a mi Padre”.
Estas palabras las pronunció junto al cepo de las limosnas, cuando enseñaba en el templo. Y nadie le echó mano, porque todavía no había llegado su hora. Palabra del Señor.

REFLEXIÓN:

• Con ocasión de la Fiesta de los Campamentos –cuando solían encenderse grandes fogatas en el atrio del templo– Jesús proclama con voz potente: «Yo soy la Luz del mundo» (Jn 8, 12). El lugar y las circunstancias en que Él hizo esta autorevelación adquieren un significado particular: la luz en el templo significaba la presencia de Dios y recordaba la «nube luminosa» del desierto (Cfr. Ex 13, 21-22). En Jesús, «Nuevo Templo», habita la plenitud de la divinidad. Él es la presencia radiante de un Dios que nos guía y asiste en el Nuevo Éxodo, hacia la verdadera libertad.

Lectio Dom, 3 abr, 2022

El encuentro de Jesús con una mujer a punto de ser lapidada “¡Quien esté sin pecado que tire la primera piedra!”

Juan 8,1-11

Oración inicial

Señor Jesús, envía tu Espíritu, para que Él nos ayude a leer la Biblia en el mismo modo con el cual Tú la has leído a los discípulos en el camino de Emaús. Con la luz de la Palabra, escrita en la Biblia, Tú les ayudaste a descubrir la presencia de Dios en los acontecimientos dolorosos de tu condena y muerte. Así, la cruz, que parecía ser el final de toda esperanza, apareció para ellos como fuente de vida y resurrección.

Crea en nosotros el silencio para escuchar tu voz en la Creación y en la Escritura, en los acontecimientos y en las personas, sobre todo en los pobres y en los que sufren. Tu palabra nos oriente a fin de que también nosotros, como los discípulos de Emaús, podamos experimentar la fuerza de tu resurrección y testimoniar a los otros que Tú estás vivo en medio de nosotros como fuente de fraternidad, de justicia y de paz. Te lo pedimos a Ti, Jesús, Hijo de María, que nos has revelado al Padre y enviado tu Espíritu. Amén.

Lectura

  1. Clave de lectura:

El texto de hoy nos lleva a meditar sobre las desavenencias entre Jesús y los escribas y fariseos. Jesús, por su predicación y su modo de obrar, no es hombre grato a los doctores de la ley y a los fariseos. Por esto, tratan por todos los medios de poderlo acusar y eliminar. Le colocan delante una mujer, sorprendida en adulterio, para saber de su boca si debían o no observar la ley que ordenaba lapidar a una mujer adúltera. Querían provocar a Jesús. Haciéndose pasar por personas fieles a la ley, se sirven de la mujer para argumentar contra Jesús.

La historia se repite muchas veces. En las tres religiones monoteístas: judaica, cristiana y musulmana, con el pretexto de fidelidad a la ley de Dios, han sido condenadas y masacradas muchas personas. Y hasta el presente, esto continúa. Bajo la apariencia de fidelidad a las leyes de Dios, muchas personas están marginadas de la comunión y hasta de la comunidad. Se crean leyes y costumbres que excluyen y marginan a ciertas categorías de personas.

Durante la lectura de Juan 8, 1-11, conviene leer el texto como si fuese un espejo en el que se refleja precisamente nuestra rostro. Leyéndolo, intentemos observar bien las conductas, las palabras y los gestos de las personas que aparecen en el episodio: escribas, fariseos, la mujer, Jesús y la gente.

  • Una división del texto para ayudarnos en su lectura
    Jn 8, 1-2: Jesús se dirige al templo para enseñar a la gente
    Jn 8, 3-6a: Los adversarios le provocan
    Jn 8, 6b: La reacción de Jesús , escribe en la tierra
    Jn 8, 7-8: Segunda provocación, y la misma reacción de Jesús
    Jn 8, 9-11: Epílogo final
  • Texto:

En aquel tiempo, Jesús se retiró al monte de los Olivos y al amanecer se presentó de nuevo en el templo, donde la multitud se le acercaba; y él, sentado entre ellos, les enseñaba.

Entonces los escribas y fariseos le llevaron a una mujer sorprendida en adulterio, y poniéndola frente a él, le dijeron: «Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. Moisés nos manda en la ley apedrear a estas mujeres. ¿Tú que dices?».

Le preguntaban esto para ponerle una trampa y poder acusarlo. Pero Jesús se agachó y se puso a escribir en el suelo con el dedo. Como insistían en su pregunta, se incorporó y les dijo: «Aquel de ustedes que no tenga pecado, que le tire la primera piedra». Se volvió a agachar y siguió escribiendo en el suelo.

Al oír aquellas palabras, los acusadores comenzaron a escabullirse uno tras otro, empezando por los más viejos, hasta que dejaron solos a Jesús y a la mujer, que estaba de pie, junto a él.

Entonces Jesús se enderezó y le preguntó: «Mujer, ¿dónde están los que te acusaban? ¿Nadie te ha condenado?». Ella le contestó: «Nadie, Señor». Y Jesús le dijo: «Tampoco yo te condeno. Vete y ya no vuelvas a pecar».

Un momento de silencio orante

para que la Palabra de Dios pueda entrar en nosotros e iluminar nuestra vida.

Algunas preguntas

para ayudarnos en la meditación y en la oración.

  1. ¿Cuál l es el punto de este texto que más te ha gustado o que te ha llamado más la atención?
  2. Hay diversas personas o grupos de personas que aparecen en este episodio. ¿Qué dicen y qué hacen?
  3. Trata de ponerte en el lugar de la mujer: ¿Cuáles eran sus sentimientos en aquel momento?
  4. ¿Porqué Jesús comenzó a escribir en tierra con el dedo?
  5. ¿Cuáles son los pasos que nuestra comunidad debe y puede hacer para acoger a los marginados?

Para los que desean profundizar más en el tema

  1. Contexto literario:

Los versados en las Escrituras dicen que el Evangelio de Juan, crece lentamente, o sea, que ha sido escrito poco a poco. A través del tiempo, hasta finales del primer siglo, los miembros de las comunidades de Juan, en Asia Menor, recordaban y añadían detalles a los hechos de la vida de Jesús. Uno de estos hechos, al que se han añadido estas particularidades, es nuestro texto, el episodio de la mujer que está a punto de ser lapidada (Jn 8,1-11). Poco antes de nuestro texto, Jesús había dicho: “¡Si alguno tienen sed, que venga a mí y beba!” (Jn 7,37). Esta declaración provoca muchas discusiones (Jn 7,40-53). Los fariseos llegan hasta ridiculizar a la gente, considerándola ignorante por el hecho de creer en Jesús. Nicodemos reacciona y dice: “Nuestra Ley ¿juzga quizás a alguien sin primero haberlo escuchado y saber qué hace?” (Jn 51-52). Después de nuestro texto encontramos una nueva declaración de Jesús: “¡Yo soy la luz del mundo!” (Jn 8,12), que provoca una discusión con los judíos. Entre estas dos afirmaciones, con sus subsiguientes discusiones, viene colocado el episodio de la mujer que la ley hubiera condenado, pero que es perdonada por Jesús. (Jn 8,1-11). Este contexto anterior y posterior sugiere el hecho de que el episodio ha sido inserto para aclarar que Jesús, luz del mundo, ilumina la vida de las personas y aplica la ley mejor que los fariseos.

  • Comentario del texto:

Juan 8,1-2: Jesús y la gente

Después de la discusión, descrita al final del capítulo 7 (Jn 7,37-52), todos se vuelven a casa (Jn 7,53). Jesús no tiene casa en Jerusalén. Por esto, se va al Monte de los Olivos.

Allí encuentra un jardín, donde acostumbra a pasar la noche en oración (Jn 18,1). Al día siguiente, antes de la salida del sol, Jesús se encuentra de nuevo en el templo. La gente se acerca para poder escucharlo. De ordinario la gente se sentaba en círculo alrededor de Jesús y Él enseñaba. ¿Qué habrá podido enseñar Jesús? Con seguridad todo muy bello, puesto que la gente llega antes de la aurora para poderlo escuchar.

Juan 8, 3-6a: Las provocaciones de los adversarios

Improvisadamente, llegan algunos escribas y fariseos que llevan con ellos una mujer sorprendida en flagrante adulterio. La colocan en medio del círculo entre Jesús y la gente. Según la ley, esta mujer debe ser lapidada. (Lev 20,10; Dt 22,22.24). Y le dicen: “Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. Ahora bien, Moisés en la Ley, nos mandó lapidar a una mujer como ésta. ¿Tú qué dices?” Era una provocación, una trampa. Si Jesús hubiese dicho: “Aplicad la ley”, los escribas habrían dicho a la gente: “No es tan bueno como parece, porque ordena matar a la mujer”. Si hubiese dicho: “No la matéis” hubieran dicho: “No es tan bueno como parece, porque no observa la ley”. Bajo la apariencia de fidelidad a Dios, manipulan la ley y se sirven de una mujer para poder acusar a Jesús.

Juan 8, 6b: La reacción de Jesús: escribe en tierra

Parecía una trampa sin escapatoria. Pero Jesús no se asusta. No se pone nervioso. Mas bien al contrario. Con calma, como persona dueña de la situación, se inclina y comienza a escribir en tierra con el dedo. Escribir en tierra ¿qué significado tiene? Algunos creen que Jesús está escribiendo en la tierra los pecados de los acusadores. Otros dicen que es un simple gesto de quien es dueño de la situación y no hace caso a las acusaciones de los otros. Pero es posible que se trate también de un acto simbólico, de una alusión a cualquier cosa muy común. Si tú escribe una palabra en la tierra, a la mañana siguiente no la encontrarás, porque el viento o la lluvia la habrán desfigurado, borrado.

Encontramos una alusión a lo que vamos diciendo en Jeremías, donde se lee que los nombres atribuidos a Dios son escritos en tierra, o sea quiere decir que no tienen futuro.

El viento o la lluvia lo harán desaparecer (cf. Jer 17,13) Quizás Jesús quiere decir a los otros: el pecado del que acusáis a esta mujer, Dios lo ha perdonado ya con estas letras que estoy escribiendo en la tierra. ¡De ahora en adelante no recordarán más los pecados!

Juan 8, 7-8: Segunda provocación y la misma reacción de Jesús

Ante la calma de Jesús, los que se ponen nerviosos son los adversarios. Insisten y quieren una opinión de Jesús. Y entonces Jesús se levanta y dice: “Quien de vosotros esté sin pecado tire la primera piedra”. E inclinándose comienza de nuevo a escribir en la tierra, no entra en una discusión estéril e inútil sobre la ley, cuando, en realidad el problema es otro. Jesús cambia el centro de la discusión. En vez de permitir que se coloque la luz de la ley sobre la mujer para poderla condenar, quiere que sus adversarios se examinen a la luz de lo que la ley exige de ellos. Jesús no discute la letra de la ley.

Discute y condena la conducta malévola del que manipula las personas y la ley para defender los intereses que son contrarios a Dios, autor de la ley. Juan 8,9-11: Epílogo final: Jesús y la mujer

La respuesta de Jesús desconcierta y desarma a los adversarios. Los fariseos y los escribas se retiran, llenos de vergüenza, uno tras otro, “comenzando por los más ancianos”. Ha sucedido lo contrario de lo que ellos querían. La persona condenada por la ley no era la mujer, sino ellos mismos que se creían fieles a la ley. Y finalmente Jesús queda sólo con la mujer. Jesús se levanta, se dirige hacia ella: “Mujer, ¿dónde están?¿Ninguno te ha condenado?” Ella responde: “¡Ninguno, Señor!” Y Jesús: “¡Yo tampoco te condeno! Ve, y desde ahora no peques más”. Jesús no permite a nadie usar la ley de Dios para condenar al hermano, cuando el mismo hermano es pecador. Quien tiene una viga en el propio ojo, no puede acusar a quien en el ojo tiene sólo una pajita. “Hipócrita, quita primero la viga de tus ojos y entonces podrás ver bien para quitar la pajita en el ojo de tu hermano. (Lc 6,42).

Este episodio, mejor que cualquiera otra enseñanza, revela que Jesús es la luz del mundo (Jn 11,12) que hace aparecer la verdad. Hace ver lo está escondido en las personas, en su más íntimo. A la luz de la palabra de Jesús, los que parecían ser los defensores de la ley, se revelan llenos de pecados y ellos mismos lo reconocen y se van, comenzando por los más ancianos. Y la mujer, considerada culpable y rea de la pena de muerte, está en pie delante de Jesús, perdonada, redimida, llena de dignidad (cf. Jn

3,19-21). El gesto de Jesús la hace renacer y la restituye como mujer e hija de Dios.

  • Ampliando conocimientos:

Las leyes sobre la mujer en el Antiguo Testamento y la reacción de la gente.

Desde Esdras y Nehemías, la tendencia oficial era la de excluirla de cualquier actividad pública y de considerarla no idónea para realizar funciones en la sociedad, salvo la función de esposa y madre. Lo que contribuía mayormente a su marginación era precisamente la ley de la pureza. La mujer era declarada impura por ser madre, esposa e hija: por ser mujer. Por ser madre: cuando daba a luz, era inmunda (Lev 12,1-5). Por ser hija: el hijo que nace la vuelve inmunda durante cuarenta días (Lev 12,2-4); y todavía más la hija que la vuelve por ochenta (Lev 12,5). Por ser esposa: las relaciones sexuales, supone dejar impuros un día completo, tanto a la mujer como al hombre (Lev 15.18).

Por ser mujer: la menstruación la vuelve impura una semana entera, y causa impureza en los otros. Quien toca a la que tiene menstruación debe purificarse (Lev 15,19-30). Y no es posible que una mujer mantenga su impureza en secreto, porque la ley obliga a los otros a denunciarla (Lev 5,3).

Esta legislación hacía insoportable la convivencia diaria en casa. Siete días, cada mes, la madre de familia no podía reposar en el lecho, ni sentarse en una silla, mucho menos tocar al hijo o al marido, si no quería que se contaminasen. Esta legislación era el fruto de una mentalidad, según la cual la mujer era inferior al hombre. Algunos proverbios revelan esta discriminación de la mujer (Ecl 42,9-11; 22,3). La marginación llegaba a tal punto que se consideraba a la mujer como el origen del pecado y de la muerte y causa de todos los males (Ecl 25,24;42,13-14). De este modo se justifica y se mantiene el privilegio y el dominio del hombre sobre la mujer. En el contexto de la época, la situación de la mujer en el mundo de la Biblia no era ni mejor ni peor que la de las demás personas. Se trataba de una cultura general. Incluso hoy hay muchas personas que continúan teniendo esta mentalidad. Pero como hoy, así también antes, desde el principio de la historia de la Biblia, ha habido muchas reacciones en contra de la exclusión de la mujer, sobre todo después del destierro, cuando se logró expulsar a la mujer extranjera considerada peligrosa. (cf. Esd 9, 1-3 y 10,1-3). La resistencia de la mujer creció al mismo tiempo que la marginación era más onerosa. En diversos libros sapienciales descubrimos la voz de esta resistencia: Cantar de los Cantares, Ruth, Judit, Ester. En estos libros la mujer aparece no tanto como una madre o esposa, sino como una mujer que sabe usar su belleza y feminidad para luchar por los derechos de los pobres y así defender la Alianza contra los gentiles. Es una lucha no tanto a favor del templo o de las leyes abstractas, cuanto a favor de la vida de la gente.

La resistencia de la mujer contra su exclusión encuentra también eco en Jesús. He aquí algunos episodios de la acogida que Jesús les daba:

  • La prostituta: Jesús la acoge y defiende contra el fariseo (Lc 7,36-50).
  • La mujer encorvada; Jesús la defiende contra el jefe de la sinagoga (Lc 13,10-17).
  • La mujer considerada impura es acogida sin ser censurada y es curada (Mt 5,25-34).
  • La samaritana, considerada como hereje, es la primera en recibir el secreto de que Jesús es el Mesías (Jn 4,26).
  • La mujer extranjera es ayudada por Jesús y ésta le ayuda a descubrir su misión (Mc 7, 24-30).
  • Las madres con los niños, rechazadas por los discípulos, son acogidas por Jesús (Mt 19,13-15).
  • Las mujeres son las primeras en experimentar la presencia de Jesús resucitado (Mt 28,9-10; Jn 20,16-18).

Oración del Salmo 36 (35)

La bondad de Dios desenmascara la hipocresía
El pecado es un oráculo para el impío que le habla en el fondo de su corazón; no tiene temor de Dios ni aun estando en su presencia.
Se halaga tanto a sí mismo que no descubre y detesta su culpa; sólo dice maldades y engaños, renunció a ser sensato, a hacer el bien. Maquina maldades en su lecho, se obstina en el camino equivocado, incapaz de rechazar el mal.
Tu amor, Yahvé, llega al cielo, tu fidelidad alcanza las nubes; tu justicia, como las altas montañas, tus sentencias, profundas como el océano. Tú proteges a hombres y animales, ¡qué admirable es tu amor, oh Dios!
Por eso los seres humanos se cobijan a la sombra de tus alas;
se sacian con las provisiones de tu casa, en el torrente de tus delicias los abrevas; pues en ti está la fuente de la vida, y en tu luz vemos la luz.
No dejes de amar a los que te conocen, de ser fiel con los hombres sinceros.
¡Que el pie del orgulloso no me pise, ni me avente la mano del impío!
Ved cómo caen los malhechores, abatidos, no pueden levantarse.

Oración final

Señor Jesús, te damos gracia por tu Palabra que nos ha hecho ver mejor la voluntad del Padre. Haz que tu Espíritu ilumine nuestras acciones y nos comunique la fuerza para seguir lo que Tu Palabra nos ha hecho ver. Haz que nosotros como María, tu Madre, podamos no sólo escuchar, sino también poner en práctica la Palabra. Tú que vives y reinas con el Padre en la unidad del Espíritu Santo por todos los siglos de los siglos.

Amén.

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Lectio sáb, 2 abr, 2022

Tiempo de Cuaresma

Oración inicial

Que tu amor y tu misericordia dirijan nuestros corazones, Señor, ya que sin tu ayuda no podemos complacerte. Por nuestro Señor.

Lectura del santo Evangelio según Juan 7,40-53

En aquel tiempo, algunos de los que habían escuchado a Jesús comenzaron a decir: «Éste es verdaderamente el profeta». Otros afirmaban: «Éste es el Mesías». Otros, en cambio, decían: «¿Acaso el Mesías va a venir de Galilea? ¿No dice la Escritura que el Mesías vendrá de la familia de David, y de Belén, el pueblo de David?». Así surgió entre la gente una división por causa de Jesús. Algunos querían apoderarse de él, pero nadie le puso la mano encima.

Los guardias del templo, que habían sido enviados para apresar a Jesús, volvieron a donde estaban los sumos sacerdotes y los fariseos, y éstos les dijeron: «¿Por qué no lo han traído?». Ellos respondieron: «Nadie ha hablado nunca como ese hombre». Los fariseos les replicaron: «¿Acaso también ustedes se han dejado embaucar por él? ¿Acaso ha creído en él alguno de los jefes o de los fariseos? La chusma ésa, que no entiende la ley, está maldita».

Nicodemo, aquel que había ido en otro tiempo a ver a Jesús, y que era fariseo, les dijo: «¿Acaso nuestra ley condena a un hombre sin oírlo primero y sin averiguar lo que ha hecho?». Ellos le replicaron: «¿También tú eres galileo? Estudia las Escrituras y verás que de Galilea no ha salido ningún profeta». Y después de esto, cada uno de ellos se fue a su propia casa.

Reflexión

  • En el capítulo 7, Juan constata que en medio de la gente había diversas opiniones y mucha confusión respecto a Jesús. Los parientes pensaban de una forma (Jn 7,2-5), la gente pensaba de otra forma (Jn 7,12). Unos decían: “¡Es un profeta!» (Jn 7,40). Otros decían: «¡Engaña a la gente!» (Jn 7,12) Unos lo elogiaban: «¡Hace el bien!» (Jn 7,12). Otros lo criticaban: «¡No ha estudiado!» (Jn 7,15) ¡Muchas opiniones! Cada uno tenía sus argumentos, sacados de la Biblia o de la Tradición. Pero nadie recordaba al mesías Siervo, anunciado por Isaías (Is 42,1-9; 49,1-6; 50,4-9; 52,13-53,12; 61,1-2). Hoy también se discute mucho sobre religión, y cada cual saca sus argumentos de la Biblia. Como en el pasado, hoy también acontece muchas veces que los pequeños son engañados por el discurso de los grandes y, a veces, hasta por el discurso de gente de iglesia.
  • Juan 7,40-44: Una confusión en medio de la gente. La reacción de la gente es de lo más variada. Algunos dicen: es un profeta. Otros: es el Mesías, el Cristo. Otros rebaten: no puede ser, porque el mesías vendrá de Belén y éste viene de Galilea. Estas diversas ideas sobre el Mesías producen división y disputas. Había gente que quería detenerle y darle muerte, pero no lo hicieron. Probablemente, porque tenían miedo de la multitud (cf. Mc 14,2).
  • Juan 7,45-49: Los argumentos de las autoridades. Anteriormente, ante las reacciones de la gente favorable a Jesús, los fariseos habían enviado a guardias para detenerle (Jn 7,32). Pero habían vuelto sin Jesús. Se habían quedado impresionados por su manera de hablar: «Jamás un hombre ha hablado como habla ese hombre”. Los fariseos reaccionaron: “¿Vosotros también os habéis dejado embaucar?” Para los fariseos «esa gente que no conoce la ley» se deja engañar por Jesús. Es como se dijesen: «¡Nosotros los jefes conocemos mejor las cosas y no nos dejamos engañar!» Ellos atribuyen al pueblo el adjetivo de ¡»maldito»! Las autoridades religiosas de la época trataban a la gente con mucho desprecio.
  • Juan 7,50-52: La defensa de Jesús hecha por Nicodemo. Ante este argumento estúpido, la honestidad de Nicodemo se rebela y levanta su voz para defender a Jesús: «¿Acaso nuestra Ley juzga a un hombre sin haberle antes oído y sin saber lo que hace?” La reacción de los otros es escarnio: «¿También tú eres de Galilea? ¡Indaga y verás que de Galilea no sale ningún profeta!» Ellos están seguros. Con el librito del pasado en la mano se defienden en contra del futuro que llega incomodando. ¡Esto ocurre también hoy! Sólo acepto lo nuevo si está de acuerdo con las ideas mías que son del pasado.

Para la reflexión personal

  • ¿Cuáles son hoy las diversas opiniones sobre Jesús que existen en medio de la gente? Y en tu comunidad ¿existen diferentes opiniones que generan confusión? ¿Cuáles? Cuéntalas.
  • Hay personas que sólo aceptan lo nuevo si están de acuerdo con sus ideas que pertenecen al pasado. ¿Y yo?

Oración final

Misericordia, Dios mío, por tu bondad,
por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito, limpia mi pecado. (Sal 50)

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Lectio vie, 1 abr, 2022

Tiempo de Cuaresma

Oración inicial

Señor, tú que en nuestra fragilidad nos ayudas con medios abundantes, concédenos recibir con alegría la salvación que nos otorgas y manifestarla en nuestra propia vida. Por nuestro Señor.

Lectura del santo Evangelio según Juan 7,1-2.10.25-30

Después de esto, Jesús andaba por Galilea, y no podía andar por Judea, porque los judíos buscaban matarle. Pero se acercaba la fiesta judía de las Tiendas. Pero después que sus hermanos subieron a la fiesta, entonces él también subió no manifiestamente, sino de incógnito. Decían algunos de los de Jerusalén: «¿No es a ése a quien quieren matar? Miren cómo habla con toda libertad y no le dicen nada. ¿Habrán reconocido de veras las autoridades que este es el Cristo? Pero éste sabemos de dónde es, mientras que, cuando venga el Cristo, nadie sabrá de dónde es.» Gritó, pues, Jesús, enseñando en el Templo y diciendo: «Me conocen a mí y saben de dónde soy. Pero yo no he venido por mi cuenta; sino que es veraz el que me ha enviado; pero ustedes no le conocen. Yo le conozco, porque vengo de él y él es el que me ha enviado.» Querían, pues, detenerle, pero nadie le echó mano, porque todavía no había llegado su hora.

Reflexión

  • A lo largo de los capítulos que van del 1 al 12 del Evangelio de Juan va aconteciendo la progresiva revelación que Jesús hace de sí mismo a los discípulos y a la gente. Al mismo tiempo y en la misma proporción, va creciendo la cerrazón y la oposición de las autoridades contra Jesús hasta el punto de decidir la condena y la muerte de Jesús (Jn 11,45-54). El capítulo 7, que meditamos en el evangelio de hoy, es una especie de parada en medio del camino. Ya hace prever como será el desenlace final.
  • Juan 7,1-2.10: Jesús decide ir a la fiesta de los Tabernáculos en Jerusalén. La geografía de la vida de Jesús en el evangelio de Juan es diferente de la geografía en los otros tres evangelios. Es más completa. Conforme con los otros evangelios, Jesús fue apenas una única vez en Jerusalén, cuando fue detenido y le llevaron a la muerte. Según el evangelio de Juan, Jesús fue por lo menos dos o tres veces a Jerusalén para la fiesta de la Pascua. Por eso sabemos que la vida pública de Jesús duró alrededor de tres años. El evangelio de hoy informa de que Jesús se dirigió más de una vez a Jerusalén, pero no públicamente. Fue a escondidas, pues en Judea, los judíos querían matarle.
  • Tanto aquí en el capítulo 7 como en otros capítulos, Juan habla de “judíos”, y de “vosotros los judíos”, como si él y Jesús no fuesen judíos. Esta manera de hablar refleja la situación de la trágica ruptura que tiene lugar al final del primer siglo entre los judíos (Sinagoga) y los cristianos (Ecclesia). A lo largo de los siglos, esta manera de hablar del evangelio de Juan contribuyó a acrecentar el anti-semitismo. Hoy, es muy importante tomar distancia de esta polémica para no alimentar el antisemitismo. No podemos olvidar nunca que Jesús es judío. Nació judío, vivió como judío y murió como judío. Toda su formación viene de la religión y de la cultura de los judíos.
  • Juan 7,25-27: Dudas de los habitantes de Jerusalén respecto de Jesús. Jesús está en Jerusalén y habla públicamente a las personas que quieren oírle. La gente queda confundida. Sabe que quieren matar a Jesús y que él anda suelto ante la mirada de todos. ¿Estarían reconociendo las autoridades que él es el Mesías? Pero ¿cómo es que Jesús puede ser el mesías? Todos saben que él viene de Nazaret, pero del mesías, nadie sabe el origen.
  • Juan 7,28-29: Aclaración de parte de Jesús. Jesús habla de su origen. “Sabéis de dónde soy”. Pero lo que la gente no sabe es la vocación y la misión que Jesús recibió de Dios. No vino por voluntad propia, sino como todo profeta vino para obedecer a una vocación, que es el secreto de su vida. “Pero yo no he venido por mi cuenta; sino que es veraz el que me ha enviado; pero vosotros no le conocéis. Yo le conozco, porque vengo de él y él es el que me ha enviado.”
  • Juan 7,30: Porque todavía no había llegado su hora. Querían tomar a Jesús, pero nadie le pone la mano encima “porque todavía no había llegado su hora”. En el evangelio de Juan quien determina la hora y el rumbo de los acontecimientos no son los que detienen el poder, sino que es Jesús mismo. Es él quien determina la hora (cf. Jn 2,4; 4,23; 8,20; 12.23.27; 13,1; 17,1). Y en la cruz, Jesús es quien determina hasta la hora de su muerte (Jn 19,29-30).

Para la reflexión personal

  • ¿Cómo vivo mi relación con los judíos? ¿He descubierto alguna vez un poco de antisemitismo dentro de mí? ¿He conseguido eliminarlo?
  • Como en el tiempo de Jesús, también hoy hay muchas ideas y opiniones sobre las cosas de la fe. ¿Cómo actúo? ¿Me agarro a las ideas antiguas y me encierro en ellas, o procuro entender el porqué de las novedades?

Oración final

El Señor está cerca de los atribulados,
salva a los abatidos.
Aunque el justo sufra muchos males,
de todos lo librará el Señor. (Sal 33)

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