Lectio mié, 21 de sep, 2022

Tiempo Ordinario

Oración inicial

Padre de bondad, que por la gracia de la adopción nos has hecho hijos de la luz; concédenos vivir fuera de las tinieblas del error y permanecer siempre en el esplendor de la verdad. Por nuestro Señor.

Lectura del santo Evangelio según Mateo 9,9-13

Jesús vio a un hombre llamado Mateo, sentado a su mesa de recaudador de impuestos, y le dijo: “Sígueme”. Él se levantó y lo siguió.

Después, cuando estaba a la mesa en casa de Mateo, muchos publicanos y pecadores se sentaron también a comer con Jesús y sus discípulos. Viendo esto, los fariseos preguntaron a los discípulos: “¿Por qué su Maestro come con publicanos y pecadores?” Jesús los oyó y les dijo: “No son los sanos los que necesitan de médico, sino los enfermos. Vayan, pues, y aprendan lo que significa: Yo quiero misericordia y no sacrificios. Yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores”.

Reflexión

El Sermón de la Montaña ocupa los capítulos de 5 a 7 del Evangelio de Mateo. La parte narrativa de los capítulos 8 y 9 tiene como finalidad mostrar cómo Jesús practicaba lo que acababa de enseñar. En el Sermón de la Montaña Jesús enseñó la acogida (Mt 5,23- 25.38-42.43). Ahora, él mismo la practica al acoger a leprosos (Mt 8,1-4), extranjeros (Mt 8,5-13), mujeres (Mt 8,14-15), enfermos (Mt 8,16-17), endemoniados (Mt 8,28-34), paralíticos (Mt 9,1-8), publicanos (Mt 9,9-13), personas impuras (Mt 9,20-22), Jesús rompe con las normas y costumbres que excluían y dividían a las personas, esto es, el miedo y la falta de fe (Mt 8,23-27) y las leyes de pureza (9,14-17), e indica claramente cuáles son las exigencias de quienes quieren seguirle. Tienen que tener el valor de abandonar muchas cosas (Mt 8,18-22). Así, en las actitudes y en la práctica de Jesús, aparece en qué consisten el Reino y la observancia perfecta de la Ley de Jesús.

  • Mateo 9,9: El llamado para seguir a Jesús. Las primeras personas llamadas a seguir a Jesús fueron cuatro pescadores, todos judíos (Mt 4,18-22). Ahora Jesús llama a un publicano, considerado pecador y tratado como impuro por las comunidades más observantes de los En los demás evangelios, este publicano se llama Leví. Aquí su nombre es Mateo, que significa don de Dios o dado por Dios. Las comunidades, en vez de excluir al publicano como impuro, deben considerarlo como un Don de Dios para la comunidad, pues su presencia hace que la comunidad se vuelva ¡señal de salvación para todos! Como los primeros cuatro llamados, así el publicano Mateo deja todo lo que tiene y sigue a Jesús. El seguimiento de Jesús exige ruptura. Mateo deja su despacho de impuestos, su fuente de renta, y sigue a Jesús.
  • Mateo 9,10: Jesús se sienta en la mesa con los pecadores y los publicanos. En aquel tiempo, los judíos vivían separados de los paganos y de los pecadores y no comían con ellos en la misma mesa. Los judíos cristianos tenían que romper este aislamiento y crear comunión con los paganos e impuros. Fue esto lo que Jesús enseñó en el Sermón de la Montaña, como expresión del amor universal de Dios Padre (Mt 5,44-48). La misión de las comunidades era ofrecer un lugar a los que no tenían lugar. En algunas comunidades, las personas venidas del paganismo, aún siendo cristianas, no eran aceptadas en la misma mesa (cf. Hec 10,28; 11,3; Gal 2,12). El texto del evangelio de hoy indica cómo Jesús comía con publicanos y pecadores en la misma casa y en la misma mesa.
  • Mateo 9,11: La pregunta de los A los judíos estaba prohibido sentarse en la mesa con publicanos y paganos, pero Jesús no presta atención a esto, por el contrario, confraterniza con ellos. Los fariseos, viendo la actitud de Jesús, preguntan a los discípulos: “¿Por qué vuestro maestro come con los recaudadores de impuestos y con los pecadores?» Esta pregunta puede ser interpretada como expresión del deseo de éstos, que quieren saber porqué Jesús actúa así. Otros interpretan la pregunta como una crítica de los comportamientos de Jesús, pues durante más de quinientos años, desde el tiempo del cautiverio en Babilonia hasta la época de Jesús, los judíos habían observado las leyes de pureza. Esta observancia secular se volvió para ellos una fuerte señal de identidad. Al mismo tiempo, era factor de su separación en medio de los otros pueblos. Así, por las causas de las leyes de pureza, no podían ni conseguían sentarse en la mesa para comer con los paganos. Comer con los paganos significaba volverse impuro Los preceptos de la pureza eran rigurosamente observados, tanto en Palestina como en las comunidades judaicas de la Diáspora. En la época de Jesús, había más de quinientos preceptos para guardar la pureza. En los años setenta, época en que Mateo escribe, este conflicto era muy actual.
  • Mateo 9,12-13: Misericordia quiero y no sacrificios. Jesús oye la pregunta de los fariseos a los discípulos y responde con dos aclaraciones. La primera está sacada del sentido común: «No necesitan médico los que están fuertes, sino los que están mal”. La otra está sacada de la Biblia: “Aprendan, pues, lo que significa: Misericordia quiero, y no sacrificio”. Por medio de estas dos aclaraciones Jesús explicita y aclara su misión junto con la gente: “No he venido a llamar a los justos sino a los pecadores». Jesús niega la crítica de los fariseos, y no acepta sus argumentos, pues nacían de una falsa idea de la Ley de El mismo invoca la Biblia: «¡Misericordia quiero y no sacrificio!» Para Jesús la misericordia es más importante que la pureza legal. Apela a la tradición profética para decir que para Dios la misericordia vale más que todos los sacrificios (Os 6,6; Is 1,10-17). Dios tiene entrañas de misericordia, que se conmueven ante las faltas de su pueblo (Os 11,8-9).

Para la reflexión personal

  • Hoy, en nuestra sociedad, ¿quién es marginado y quién es excluido? ¿Por qué? En nuestra comunidad ¿tenemos ideas preconcebidas? ¿Cuáles? ¿Cuál es el desafío que las palabras de Jesús plantean a nuestra comunidad, hoy?
  • Jesús ordena al pueblo que lea y que entienda el Antiguo Testamento que dice: «Misericordia quiero y no sacrificios». ¿Qué quiere decir con esto Jesús, hoy?

Oración final

Señor, dichosos los que guardan sus preceptos,
los que lo buscan de todo corazón;
los que, sin cometer iniquidad,
andan por sus caminos. (Sal 119,2-3)

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Lectio mar, 20 de sep, 2022

Oración inicial

¡Oh Dios!, que has puesto la plenitud de la ley en el amor a ti y al prójimo; concédenos cumplir tus mandamientos para llegar así a la vida eterna. Por nuestro Señor.

Lectura del santo Evangelio según Lucas 8,19-21

Fueron a ver a Jesús su madre y sus parientes, pero no podían llegar hasta donde él estaba porque había mucha gente. Entonces alguien le fue a decir: “Tu madre y tus hermanos están allá afuera y quieren verte”. Pero él respondió: “Mi madre y mis hermanos son aquellos que escuchan la palabra de Dios y la ponen en práctica”.

Reflexión

El evangelio de hoy nos habla del episodio en que los padres de Jesús, inclusive su madre, quisieron conversar con é, pero Jesús no les presta atención. Jesús tuvo problemas con la familia. A veces, la familia ayuda a vivir mejor y a participar en la comunidad. Otras veces, dificulta esa convivencia. Así fue para Jesús, y así es para nosotros.

  • Lucas 8,19-20: La familia busca a Jesús. Los parientes llegan a la casa donde estaba Jesús. Probablemente habían venido de De allí a Cafarnaúm hay sólo unos 40 km. Su madre estaba con ellos. No entran, pues había mucha gente, pero le mandan un recado: “Tu madre y tus hermanos están fuera ahí fuera, y quieren verte». Según el evangelio de Marcos, los parientes no quieren ver a Jesús. Ellos quieren llevárselo y traérselo para casa (Mc 3,32). Pensaban que Jesús se había vuelto loco (Mc 3,21). Probablemente, tenían miedo, pues según nos informa la historia, la vigilancia de parte de los romanos con relación a todos los que de una forma o de otro tenían un cierto liderazgo popular, era enorme (cf. He 5,36-39). En Nazaret, en la sierra, estaría más al seguro que en la ciudad de Cafarnaúm.
  • Lucas 8,21: La respuesta de Jesús. La reacción de Jesús es firme:»Mi madre y mis hermanos son los que oyen la Palabra de Dios, y la ponen en práctica.» En Marcos, la reacción de Jesús es más Marcos dice: “Entonces Jesús miró hacia las personas que estaban sentadas a su alrededor y dijo: Aquí están mi madre y mis hermanos. Aquel que hace la voluntad de Dios, éste es mi hermano, mi hermana y mi madre» (Mc 3,34- 35). ¡Jesús ensancha la familia! No permite que la familia lo aleje de la misión: ni la familia (Jn 7,3-6), ni Pedro (Mc 8,33), ni los discípulos (Mc 1,36-38), ni Herodes (Lc 13,32), ni nadie (Jn 10,18).

Es la palabra la que crea la nueva familia alrededor de Jesús: «Mi madre y mis hermanos son aquellos que escuchan la Palabra de Dios, y la ponen en práctica.». Un buen comentario de este episodio es lo que dice el evangelio de Juan en el prólogo: “En el mundo estaba, y el mundo fue hecho por ella, y el mundo no la conoció. Vino a los suyos, y los suyos no la recibieron. Pero a todos los que la recibieron les dio poder de hacerse hijos de Dios, a los que creen en su nombre; los cuales no nacieron de sangre, ni de deseo de carne, ni de deseo de hombre sino que nacieron de Dios. Y la Palabra se hizo carne, y puso su Morada entre nosotros, y hemos contemplado su gloria, gloria que recibe del Padre como Unigénito, lleno de gracia y de verdad” (Jn 1,10-14). La familia, los parientes, no entendieron a Jesús (Jn 7,3-5; Mc 3,21), no hacen parte de la nueva Hacen parte de la nueva comunidad sólo aquellos y aquellas que reciben la Palabra, esto es, que creen en Jesús. Estos nacen de Dios y forman la Familia de Dios.

La situación de la familia en el tiempo de Jesús. En el tiempo de Jesús, tanto la coyuntura política, social y económica como la ideología religiosa, todo conspiraba para el enflaquecimiento de los valores centrales del clan, de la La preocupación con los problemas de la propia familia impedía que las personas se uniesen en comunidad. Ahora, para que el Reino de Dios pudiera manifestarse, de nuevo, en la convivencia comunitaria de la gente, las personas tenían que superar los límites estrechos de la pequeña familia y abrirse a la gran familia, a la Comunidad. Jesús dio el ejemplo. Cuando su familia trató de apoderarse de él, reaccionó y ensanchó la familia (Mc 3,33-35). Creó comunidad.

Los hermanos y las hermanas de Jesús. La expresión “hermanos y hermanas de Jesús” es causa de mucha polémica entre católicos y Basándose en éste y en otros textos, los protestantes dicen que Jesús tenía más hermanos y que María tenía más hijos. Los católicos dicen que María no tuvo más hijos. ¿Qué pensar de esto? En primer lugar, las dos posiciones, tanto de los católicos como de los protestantes, ambas tienen argumentos sacados de la Biblia y de la Tradición de sus respectivas iglesias. Por esto, no conviene pelearse ni discutir esta cuestión con argumentos sólo de la cabeza. Pues se trata de convicciones profundas, que tienen que ver con la fe y con los sentimientos de ambos. El argumento sólo de la cabeza no consigue deshacer una convicción del corazón. ¡Apenas irrita y aleja! Aún cuando no concuerdo con la opinión del otro, tengo que respetarla siempre. En segundo lugar, en vez de discutir alrededor de textos, nosotros todos, católicos y protestantes, deberíamos unirnos bien para luchar en defensa de la vida, creada por Dios, vida tan desfigurada por la pobreza, por la injusticia, por la falta de fe. Deberíamos recordar alguna que otra frase de Jesús: “He venido para que todos tengan vida, y la tengan en abundancia”(Jn 10,10). “Que todos sean uno, para que el mundo crea que Tú, Padre, me has enviado”(Jn 17,21). “¡No se lo impidáis! Quien no está en contra está a favor nuestro” (Mc 10,39.40).

Para la reflexión personal

  • La familia ¿ayuda o dificulta tu participación en la comunidad cristiana?
  • ¿Cómo asumes tu compromiso en la comunidad cristiana sin perjudicar ni la familia ni la comunidad?

Oración final

Enséñame, Yahvé, el camino de tus preceptos,
lo quiero recorrer como recompensa.
Dame inteligencia para guardar tu ley
y observarla de todo corazón. (Sal 119,33-34)

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Lectio lun, 19 de sep, 2022

Oración inicial

¡Oh Dios!, que has puesto la plenitud de la ley en el amor a ti y al prójimo; concédenos cumplir tus mandamientos para llegar así a la vida eterna. Por nuestro Señor.

Lectura del santo Evangelio según Lucas 8,16-18

Jesús dijo a la multitud: «Nadie enciende una vela y la tapa con alguna vasija o la esconde debajo de la cama, sino que la pone en un candelero, para que los que entren puedan ver la luz. Porque nada hay oculto que no llegue a descubrirse, nada secreto que no llegue a saberse o a hacerse público.

Fíjense, pues, si están entendiendo bien, porque al que tiene se le dará más; pero al que no tiene se le quitará aun aquello que cree tener».

Reflexión

El evangelio de hoy nos trae tres pequeños dichos de Jesús. Son frases sueltas que Lucas coloca aquí después de la parábola de la simiente (Lc 8,4-8) y de su explicación a los discípulos (Lc 8,9-15). En este contexto literario Lucas coloca las tres frases, y ayuda a comprender la manera en que quiere que la gente entienda estas frases de Jesús.

  • Lucas 8,16: La lámpara que ilumina. «Nadie enciende una lámpara y la tapa con una vasija, o la pone debajo de un lecho, sino que la pone sobre un candelero, para que los que entren vean la ”. Esta frase de Jesús es una pequeña parábola. Jesús no explica, pues todo el mundo sabía de qué se trataba. Era algo da la vida de todos los días. En aquel tiempo, no había luz eléctrica. Uno se puede imaginar lo siguiente. La familia está reunida en casa. Comienza a caer la noche. Alguien se levanta, toma la lámpara, la enciende y la pone debajo de una cama o la tapa con algo. ¿Qué dirán los demás? Todos gritarán: ¿Estás loco/a, o qué? ¡Pon la lámpara encima de la mesa!” En una reunión bíblica, alguien hizo el siguiente comentario: la palabra de Dios es una lámpara para ser encendida en la oscuridad de la noche. Si se queda en el libro cerrado de la Biblia, es como una lámpara tapada con una vasija. Está colocada encima de la mesa e ilumina la casa cuando es leída por la comunidad y está enlazada con la vida.
    En el contexto en que Lucas coloca esta frase, se refiere a la explicación que Jesús dio de la parábola de la semilla (Lc 8,9-15). Es como si dijera: las cosas que tú acabas de oír, no debes guardarlas para ti, sino que debes irradiarlas para los demás. Un cristiano no debe tener miedo a dar testimonio y a irradiar la Buena Nueva. La humildad es importante, pero es falsa la humildad que esconde los dones de Dios dados para edificar la comunidad (1Cor 12,4-26; Rom 12,3-8).
  • Lucas 8,17: Lo escondido se volverá “Pues nada hay oculto que no quede manifiesto, y nada secreto que no venga a ser conocido y descubierto.” Esta segunda frase de Jesús, de acuerdo con el contexto que fue puesto por Lucas, también se refiere a las enseñanzas que Jesús dio en particular a sus discípulos (Lc 8,9-10). Los discípulos no pueden conservarlas para sí, sino que deben divulgarlas, pues forman parte de la Buena Nueva de Dios que Jesús nos trae.
  • Lucas 8,18: Prestar atención a las ideas “Mirad, pues, cómo oís; porque al que tenga, se le dará; y al que no tenga, aun lo que crea tener se le quitará». En aquel tiempo, había muchas ideas preconcebidas sobre el Mesías que impedían a la gente el que entendiera de forma correcta la Buena Nueva del Reino que Jesús anunciaba. Por esto, esta advertencia de Jesús con relación a ideas preconcebidas es de mucha actualidad. Jesús pide a los discípulos que tomen conciencia de las ideas preconcebidas con que escuchan la enseñanza que él les ofrece. A través de esta frase de Jesús, Lucas está diciendo a las comunidades y a todos nosotros: “¡Prestad atención a las ideas con que miráis a Jesús!” Pues, si el color de los ojos es verde, todo será de color de verde. ¡Si fuera azul, todo será de color de azul! Si la idea con la que miro a Jesús fuera equivocada, todo lo que pienso, recibo y enseño sobre Jesús estará amenazado de error. Si yo pienso que el mesías ha de ser un rey glorioso, no voy a entender nada de lo que Jesús enseña sobre la Cruz, sobre el sufrimiento, la persecución y el compromiso, y hasta voy a perder aquello que yo pensaba poseer. Uniendo esta tercera fase a la primera, se puede concluir lo siguiente: quien quiera quedarse con lo que recibe, sin compartirlo con los demás, pierde aquello que tiene, pues se va a pudrir.

Para la reflexión personal

  • ¿Tienes experiencia de ideas preconcebidas que te impiden percibir y apreciar en su justo valor, las cosas buenas que las personas hacen?
  • ¿Te has dado cuenta de las ideas preconcebidas que están detrás de ciertas historias, anécdotas y parábolas que las personas cuentan?

Oración final

Dichosos los que caminan rectamente,
los que proceden en la ley de Yahvé.
Dichosos los que guardan sus preceptos,
los que lo buscan de todo corazón. (Sal 119,1-2)

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Lectio Dom, 18 de sep, 2022

La parábola del administrador infiel
La fidelidad a Dios como único Señor Lucas 16, 1-13

Oración inicial

Señor, Padre mío, hoy coloco delante de ti mi debilidad, mi vergüenza, mi lejanía; no escondo mi deshonestidad e infidelidad, porque tú todo lo conoces y lo ves, hasta el fondo, con los ojos de tu amor y de tu compasión. Te ruego, buen médico, derrama sobre mi herida el ungüento de tu Palabra, de tu voz que me habla, me llama y me amaestra. No me quites tu don, que es el Espíritu Santo: deja que sople sobre mí, como aliento de vida, de los cuatro vientos; que me cubra como lengua de fuego y que me inunde como agua de salvación; envíalo para mí de tus cielos santos, como columna de verdad, que me anuncie también para hoy, que tú eres y me esperas, me tomas de nuevo contigo, después de todo, como al primer día, cuando tú me plasmaste, me creaste y me llamaste.

Lectura

Para colocar el pasaje en su contexto:

Esta perícopa evangélica pertenece a la gran sección del relato de Lucas que comprende todo el largo viaje de Jesús hacia Jerusalén; se abre con Lucas 9, 51 para terminar en Lucas 19, 27. Esta sección, a su vez, está subdividida en tres partes, casi tres etapas del viaje de Jesús, cada una de la cuales se introduce con una anotación casi de repetición: “Jesús se dirigió decididamente hacia Jerusalén” (9, 51); “Pasaba por ciudades y aldeas enseñando, mientras caminaba hacia Jerusalén” (13,22); “Durante el viaje hacia Jerusalén, Jesús atravesó la Samaría y la Galilea” ( 17,11); para llegar a la conclusión del 19,28: “Dichas estas cosas Jesús siguió adelante subiendo hacia Jerusalén”, cuando Jesús entra en la Ciudad.

Nos encontramos en la segunda parte, que va desde 13, 22 a 17,10 y que se compone de diversas enseñanzas, que Jesús ofrece a sus interlocutores: la gente, los fariseos, los escribas, los discípulos. En esta unidad, Jesús está dialogando con sus discípulos y les propone una parábola, para indicar cual debe ser el correcto uso de los bienes de este mundo y cómo debe ser la administración concreta de la propia vida, sumergida en una relación filial con Dios. Siguen tres aplicaciones secundarias de la misma parábola en situaciones diversas, que ayudan al discípulo a dejar espacio a la vida nueva en el Espíritu, que el Padre ofrece.

Para ayudar a la lectura del pasaje:

  • 1-8: Jesús expone la parábola del administrador sabio y sagaz: un hombre, acusado por su excesiva avidez, de alguna manera ya insostenible, se encuentra en un momento decisivo y difícil de su vida, pero consigue utilizar todos sus recursos humanos para convertir en bien su clamoroso fallo. Como este hijo del mundo ha sabido discernir sus intereses, así también lo hijos de la luz deben aprender a discernir la voluntad de amor y de don del Padre a ellos para vivir como Él.
  • v.9: Jesús quiere hacer comprender que también la riqueza deshonesta e injusta, que es la de este mundo, si se utiliza para el bien, en el don , conduce a la salvación.
  • 10-12: Jesús explica que los bienes de este mundo no están condenados, sino que hay que estimarlos por el valor que tienen. Se llaman “mínimos”, son “el poco” de nuestra vida, pero estamos llamados a administrarlos con fidelidad y atención, porque son medios para entrar en comunión con los hermanos y por tanto con el Padre.
  • 13: Jesús ofrece una enseñanza fundamental: hay un sólo y único fin en nuestra vida y es Dios, el Señor. Buscar y servir otra cualquier realidad significa convertirse en esclavos, atarse a engaños y morir ya desde ahora.

El texto:

Jesús dijo a sus discípulos: “Había una vez un hombre rico que tenía un administrador, el cual fue acusado ante él de haberle malgastado sus bienes. Lo llamó y le dijo: ‘¿Es cierto lo que me han dicho de ti? Dame cuenta de tu trabajo, porque en adelante ya no serás administrador’.

Entonces el administrador se puso a pensar: ‘¿Que voy a hacer ahora que me quitan el trabajo? No tengo fuerzas para trabajar la tierra y me da vergüenza pedir limosna. Ya sé lo que voy a hacer, para tener a alguien que me reciba en su casa, cuando me despidan’.

Entonces fue llamando uno por uno a los deudores de su amo. Al primero le preguntó: ‘¿Cuánto le debes a mi amo?’ El hombre respondió: ‘Cien barriles de aceite’. El administrador le dijo: ‘Toma tu recibo, date prisa y haz otro por cincuenta’. Luego preguntó al siguiente: ‘Y tú, ¿cuánto debes?’ Éste respondió: ‘Cien sacos de trigo’. El administrador le dijo: ‘Toma tu recibo y haz otro por ochenta’.

El amo tuvo que reconocer que su mal administrador había procedido con habilidad. Pues los que pertenecen a este mundo son más hábiles en sus negocios, que los que pertenecen a la luz.

Y yo les digo: Con el dinero, tan lleno de injusticias, gánense amigos que, cuando ustedes mueran, los reciban en el cielo.

El que es fiel en las cosas pequeñas, también es fiel en las grandes; y el que es infiel en las cosas pequeñas, también es infiel en las grandes. Si ustedes no son fieles administradores del dinero, tan lleno de injusticias, ¿quién les confiará los bienes verdaderos? Y si no han sido fieles en lo que no es de ustedes, ¿quién les confiará lo que sí es de ustedes?

No hay criado que pueda servir a dos amos, pues odiará a uno y amará al otro, o se apegará al primero y despreciará al segundo. En resumen, no pueden ustedes servir a Dios y al dinero’’.

Un momento de silencio orante

Acojo el silencio de este momento, de este tiempo sagrado del encuentro con Él. Yo, pobre, sin dinero, sin posesiones, sin casa y sin fuerza propia, porque nada viene de mí, sino que toda cosa me la da Él, me dejo alcanzar de su riqueza de compasión y de misericordia.

Algunas preguntas

  • Como todo cristiano, también yo soy “un administrador” del Señor. El Hombre rico de nuestra existencia, el Único que posee bienes y riquezas. ¿Qué es lo que rige mi pensamiento y por consiguiente, mis elecciones, mis acciones de cada día y mis relaciones?
  • La vida, los bienes, los dones que mi Padre me ha dado, estas infinitas riquezas, que valen más que nada en el mundo: ¿las estoy malgastando, tirando como perlas a los puercos?
  • El administrador infiel, pero sabio, sagaz, de improviso cambia de vida, cambia las relaciones, medidas, Hoy es un nuevo día, es el principio de una nueva vida, dirigida por la lógica del perdón, de la distribución: ¿sé que la verdadera sabiduría está escondida en la misericordia?
  • “O amará al uno, o amará al ..” ¿De quién quiero ser siervo? ¿En casa de quién quiero vivir? ¿Junto a quién quiero vivir mi vida?

Una clave de lectura

* ¿Quién es el administrador del Señor?

En la parábola de Lucas se repite por siete veces el término “administrador” o administración”, que viene a ser así la palabra clave del pasaje y del mensaje que el Señor quiere dejarme. Trato ahora de buscar en las Escrituras algunas huellas, o una luz que me ayude a entender mejor y a verificar mi vida, mi administración que el Señor me ha confiado.

En el Antiguo Testamento se encuentra varias veces esta realidad, sobre todo referida a las riquezas de los reyes o a las riquezas de las ciudades o imperios: en los libros de las Crónicas (o Paralipómenos), por ejemplo, se habla de administradores del rey David (1 Cr 27,31; 28,1) y así también en los libros de Ester (3,9), Daniel (2,49; 6,4) y Tobías (1,22) encuentro administradores de reyes y príncipes. Es una administración del todo mundana, ligada a las posesiones, al dinero, a la riqueza, al poder; o sea, ligada a una realidad negativa, como la acumulación, la usurpación, la violencia. Es, en resumen, una administración que acaba, caduca y engañosa, aun cuando se reconozca que ella sea, en cierta medida, necesaria para el desarrollo de la sociedad.

El Nuevo Testamento, al contrario, me introduce de pronto en una dimensión diversa, más elevada, porque mira a las cosas del espíritu, del alma, cosas que no terminan, que no se cambian con el mudar de los tiempos y de las personas. San Pablo dice: “Cada uno se considere como ministro de Cristo y administrador de los misterios de Dios. Ahora bien, lo que se requiere en los administradores es que cada uno resulte fiel” (1 Cor 4, 1s) y Pedro: “Cada uno viva según la gracia recibida, poniéndola al servicio de los otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios” (1 Pt 4,10). Por tanto comprendo que yo soy un administrador de los misterios y de la gracia de Dios, a través del instrumento pobre y miserable que es mi misma vida; en ella yo estoy llamado a ser fiel y bueno. Pero este adjetivo “bueno” es igual al que Juan usa refiriéndose al pastor, a Jesús: kalós, a saber, bello y bueno. Y ¿por qué? Simplemente porque ofrece su vida al Padre por las ovejas. Esta es la única verdadera administración que se me confía en este mundo, para el mundo futuro.

  • Qué cosa es la sagacidad del administrador del Señor?

El pasaje dice que el dueño alaba a su mayordomo injusto, porque había obrado con “sagacidad” y repite el término, “sagaz”, varias veces. Quizás una traducción más correcta podría ser “sapiente”, o sea “sabio” o “prudente”. Es una sabiduría que nace de un pensar atento, profundo, de la reflexión, del estudio y de la aplicación de la mente, de los afectos a algo que interesa grandemente. Como adjetivo este vocablo se encuentra en Mt. 7, 24, donde se nos muestra la verdadera sabiduría del hombre que construye la casa sobre la roca y no sobre la arena, o sea, del hombre que fundamenta su existencia sobre la Palabra del Señor y también en Mt 25, donde sabias son las vírgenes que tienen consigo las lámparas y el aceite, de modo que no puedan ser sorprendidas por las tinieblas, sino que saben esperar siempre con amor invencible, incorruptible, el regreso del Señor. Por tanto, este administrador es sabio y prudente, no porque se tome a broma a los otros, sino porque ha sabido regular su vida y transformarla sobre la medida y la forma de vida de su Señor: ha puesto todo el empeño de su ser, mente, corazón, voluntad y deseo de imitar a aquel a quien servía.

  • La infidelidad (deshonestidad) y la injusticia

Otra palabra repetida muchas veces es “injusto” = “deshonesto” . Al administrador se le llama injusto y también a la riqueza. La deshonestidad es una característica que puede atacar al ser, en las grandes cosas, en lo mucho, pero también en las pequeñas, en lo poco. El texto griego no usa propiamente el término “injusto”, sino que dice “administrador de la injusticia”, “riqueza de la injusticia” e “injusto en lo mínimo”, “injusto en lo mucho”. La injusticia es una mala distribución, no igual, no equilibrada, en ella falta la armonía, falta un centro que atraiga hacia sí toda la energía, todo cuidado o intento; crea fracturas, heridas, dolor sobre dolor, acumulación por una parte y carencia por otra.

Todos nosotros nos hemos topado en cierto modo con la realidad de la injusticia, porque es algo que pertenece a este mundo. Y nos hemos visto arrastrado por una y otra parte, perdemos la armonía, el equilibrio, la belleza; así es, no podemos negarlo. La palabra del Evangelio condena esta desarmonía tan fuerte que es el acumular, el mirar sólo para sí, el aumentar cada vez más, el tener y nos muestra el camino de curación que es el don, el compartir, el dar con corazón abierto, con misericordia. Como hace el Padre con nosotros, sin cansarse, sin desfallecer.

  • Y la mammona ¿qué es?

La palabra mammona aparece, en toda la Biblia, sólo en este capítulo de Lucas (vv. 9.11 y 13) y en Mt 6,24. Es un vocablo semítico que corresponde a “riqueza”, “posesiones”, “ganancias”, pero que se convierte en casi la personificación del dios-dinero, a quien los hombres sirven como locos, esclavos de “aquella avaricia insaciable, que es la idolatría” (Col 3, 5). Aquí todo está claro, está pleno de luz. Sé bien, ahora, cual es la pregunta que me queda, después del encuentro con esta Palabra del Señor: “¿A quién quiero servir yo? La respuesta es una sola, única, precisa…Retengo en mi corazón este verbo estupendo, maravilloso y dulce, el verbo “servir” y lo rumío, extrayendo toda la substancia de la verdad que lleva consigo. Me vuelven a la mente las palabras de Josué al pueblo: “Si os disgusta servir al Señor, escoged hoy a quién queréis servir” (Jos 24, 15).

Sé que soy injusto, que soy un administrador infiel, sé que no tengo nada, pero hoy yo escojo, con todo lo que soy, servir al Señor (cf. Act 20, 19; 1 Tes 1, 9; Gál 1, 10; Rom 12,11).

Un momento de oración. Salmo 69

Reflexión sapiencial sobre el corazón, que encuentra su riqueza en la presencia de Dios.

Rit. Dichosos los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.

¡Oíd esto, pueblos todos, escuchad, habitantes del mundo, lo mismo plebeyos que notables, ricos y pobres a la vez!
Mi boca va a hablar sabiduría, mi corazón meditará cordura; prestaré oído al proverbio, expondré mi enigma con la cítara. Rit.

¿Por qué he de temer los malos tiempos, cuando me cercan maliciosos los que me hostigan, los que ponen su confianza en su fortuna y se glorían de su enorme riqueza? No puede un hombre redimirse ni pagar a Dios por su rescate, (es muy caro el precio de su vida, y nunca tendrá suficiente) para vivir eternamente sin tener que ver la fosa. Rit.

Puede ver, sin duda, morir a los sabios, lo mismo que perecen necios y estúpidos, y acabar dejando a otros sus riquezas.
Sus tumbas son sus casas eternas, sus moradas de edad en edad, ¡y habían dado su nombre a países! El hombre opulento no entiende, a las bestias mudas se parece.
Así andan ellos, seguros de sí mismos, y llegan al final, contentos de su suerte. Rit.

No temas si alguien se enriquece, cuando crece el boato de su casa. Que, al morir, nada ha de llevarse, no bajará su boato con él.
Aunque en vida se daba parabienes (¡te alaban cuando todo te va bien!), irá a unirse a sus antepasados, que no volverán a ver la luz. Rit.

“Dios quiere un amor gratuito, o sea un amor puro. Dios llena los corazones, no los cofres.

¿Para qué te sirven las riquezas si tu corazón está vacío?” (S. Agustín)

Oración final

Señor, gracias por este tiempo pasado contigo, escuchando tu voz que me hablaba con amor y misericordia infinita; siento que mi vida está sana, sólo cuando permanezco contigo, en ti, cuando me dejo recoger por ti. Tú has cogido entre tus manos mi avaricia, que me vuelve seco y árido, que me encierra y me deja triste y solo; has escuchado mi avidez insaciable, que me llena de vacío y de dolor; has aceptado y tomado sobre ti mi ambigüedad e infidelidad, mi cojear, cansado e indeciso Señor, ¡soy feliz cuando me abro a ti y te muestro todas mis heridas! Gracias por el bálsamo de tus palabras y de tus silencios Gracias por el soplo de tu Espíritu, que envía fuera el hálito del mal, del enemigo.

Señor, yo he robado, lo sé, me he quedado con lo que no era mío, lo he escondido, lo he malgastado, desde hoy quiero empezar a restituir, quiero vivir mi vida como un don siempre multiplicado y compartido con los demás. Mi vida es poca cosa, pero en tus manos se convertirá en barriles de aceite, medidas de grano, consolación y alimento para mis hermanos y mis hermanas.

Señor, no tengo más palabras delante de tu amor tan grande y desbordante, pero hago sólo una cosa: abro las puertas de mi corazón, y con una sonrisa, acogeré a todos aquellos que tú me envíes. (Act 28,30).

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Lectio sáb, 17 de sep, 2022

Tiempo Ordinario

Oración inicial

¡Oh Dios!, creador y dueño de todas las cosas, míranos; y, para que sintamos el efecto de tu amor, concédenos servirte de todo corazón. Por nuestro Señor.

Lectura del santo Evangelio según Lucas 8,4-15

Mucha gente se había reunido alrededor de Jesús, y al ir pasando por los pueblos, otros más se le unían. Entonces les dijo esta parábola:

“Salió un sembrador a sembrar su semilla. Al ir sembrando, unos granos cayeron en el camino, la gente los pisó y los pájaros se los comieron. Otros cayeron en terreno pedregoso, y al brotar, se secaron por falta de humedad. Otros cayeron entre espinos, y al crecer éstos, los ahogaron. Los demás cayeron en tierra buena, crecieron y produjeron el ciento por uno”. Dicho esto, exclamó: “¡El que tenga oídos para oír, que oiga!”

Entonces le preguntaron los discípulos: “¿Qué significa esta parábola?” Y él les respondió: “A ustedes se les ha concedido conocer claramente los secretos del Reino de Dios; en cambio, a los demás, sólo en parábolas para que viendo no vean y oyendo no entiendan.

La parábola significa esto: la semilla es la palabra de Dios. Lo que cayó en el camino representa a los que escuchan la palabra, pero luego viene el diablo y se la lleva de sus corazones, para que no crean ni se salven. Lo que cayó en terreno pedregoso representa a los que, al escuchar la palabra, la reciben con alegría, pero no tienen raíz; son los que por algún tiempo creen, pero en el momento de la prueba, fallan. Lo que cayó entre espinos representa a los que escuchan la palabra, pero con los afanes, riquezas y placeres de la vida, se van ahogando y no dan fruto. Lo que cayó en tierra buena representa a los que escuchan la palabra, la conservan en un corazón bueno y bien dispuesto, y dan fruto por su constancia’’.

Reflexión

En el evangelio de hoy vamos a meditar la parábola de la simiente. Jesús tenía una manera bien popular de enseñar por medio de parábolas. Una parábola es una comparación que usa las cosas conocidas y visibles de la vida para explicar las cosas invisibles y desconocidas del Reino de Dios. Jesús tenía una capacidad muy grande de encontrar imágenes bien simples para las cosas de Dios con las cosas de la vida que la gente conocía y experimentaba en su lucha diaria por la sobre vivencia. Esto supone dos cosas: estar dentro de las cosas de la vida y estar dentro de las cosas de Dios, del Reino de Dios. Por ejemplo, la gente de Galilea entendía de simiente, de terreno, de lluvia, de sol, de sal, de cosecha, de pesca, Ahora bien, son exactamente estas cosas conocidas por la gente las que Jesús usa en las parábolas para explicar el misterio del Reino. El agricultor que escucha, dice: “Simiente en el terreno, ¡yo sé lo que es! Jesús dice que esto tiene que ver con el Reino de Dios ¿qué será?” ¡Y es posible imaginar las largas conversaciones de la gente! La parábola se mezcla con la gente y lleva a escuchar la naturaleza y a pensar en la vida.

Al terminar de contar una parábola, Jesús no explicaba, pero solía decir: “¡Quién tiene oídos para oír que oiga!” Lo que significaba: “¡Y esto! Vosotros lo habéis oído. ¡Ahora tratad de entender!” De vez en cuando, explicaba para los discípulos. A la gente le gustaba esta manera de enseñar, porque Jesús creía en la capacidad que las personas tienen de descubrir el sentido de las parábolas. La experiencia que la gente tenía de la vida era para él un medio para descubrir la presencia del misterio de Dios en sus vidas y engendrar valor para no desanimar a lo largo del camino.

  • Lucas 8,4: La multitud detrás de Jesús. Lucas dice: Se iba reuniendo mucha gente, a la que se añadía la que procedía de las Entonces él contó esta parábola. Marcos describe como Jesús contó la parábola. Y se reunió tanta gente junto a él que hubo de subir a una barca y, ya en el mar, se sentó; toda la gente estaba en tierra a la orilla del mar (Mc 4,1).
  • Lucas 8,5-8a: La parábola de la simiente retrata la vida de los campesinos. En aquel tiempo, no era fácil vivir de la El terreno era muy pedregoso. Había mucho matorral. Poca lluvia, mucho sol. Además de esto, muchas veces, la gente acortaba el camino y, pasando en medio del campo, pisoteaba las plantas (Mc 2,23). Sin embargo, a pesar de todo esto, cada año, el agricultor sembraba y plantaba, confiando en la fuerza de la simiente, en la generosidad de la naturaleza.
  • Lucas 8,8b: ¡Quién tiene oído para oír, que oiga! Al final, Jesús termina diciendo: “¡Quien tiene oído para oír, que oiga!” El camino para llegar a comprender la parábola es la búsqueda: “¡Tratad de entender!” La parábola no entrega el significado de inmediato, pero lleva a la persona a que Le lleva a descubrir el mensaje desde la experiencia que la persona misma tiene de la simiente. Despierta la creatividad y la participación. No es una doctrina que ya viene pronta para ser enseñada y decorada. La Parábola no da agua en botella, sino que entrega la fuente.
  • Lucas 8,9-10: Jesús explica la parábola a los discípulos. En casa, a solas con Jesús, los discípulos quieren saber el significado de la parábola. Jesús respondió por medio de una frase difícil y misteriosa. Dice a los discípulos: «A vosotros se os ha dado el conocer los misterios del Reino de Dios; a los demás sólo en parábolas, para que viendo, no vean y, oyendo, no entiendan”. Esta frase hace que la gente se pregunte: Al final, la parábola ¿sirve para qué? ¿Para aclarar o para esconder? Jesús ¿usaba las parábolas, para que la gente continuara en la ignorancia y no llegara a convertirse? ¡Ciertamente que no! Pues en otro lugar se dice que Jesús usaba parábolas “según la capacidad de los oyentes” (Mc 4,33). La parábola revela y esconde ¡al mismo tiempo! Revela para “los de dentro”, que acepan a Jesús como Mesías Servidor. Esconde para los que insisten en ver en él al Mesías como Rey Estos entienden las imágenes de la parábola, pero no llegan a comprender su significado.
  • Lucas 8,11-15: La explicación de la parábola, parte por Una por una, Jesús explica las partes de la parábola, desde la simiente y el terreno hasta la cosecha. Algunos estudiosos piensan que esta explicación fue añadida después. No sería de Jesús, sino de alguna comunidad. ¡Es bien posible! ¡No importa ¡pues dentro del germen de la parábola está la flor de la explicación. Germen y flor, ambos tienen el mismo origen que es Jesús. Por esto, nosotros también podemos continuar la reflexión y descubrir otras cosas bonitas dentro de la parábola. Una vez alguien preguntó en una comunidad: “Jesús dijo que teníamos que ser sal. ¿Para qué sirve la sal?” Las personas fueron dando su opinión a partir de la experiencia que cada cual tenía de la sal. Discutían y, al final, encontraron más de diez finalidades diferentes para la sal. Y aplicaron todo esto a la vida de la comunidad y descubrieron que ser sal es difícil y exigente. ¡La parábola funcionó! Lo mismo vale para la simiente. Todo el mundo tiene alguna experiencia de la simiente.

Para la reflexión personal

  • La simiente cae en cuatro lugares diferentes: camino, piedra, espinos y tierra ¿Qué significa cada uno de estos cuatro terrenos? ¿Qué tipo de tierra soy yo? A veces la gente es piedra, otra vez espinos. Otras veces es camino o tierra buena. En nuestra comunidad, ¿qué somos normalmente?
  • ¿Cuáles son los frutos que la Palabra de Dios está produciendo en nuestra vida y en nuestra comunidad?

Oración final

Señor, explicando tus proezas a los hombres,
el esplendor y la gloria de tu reinado.
Tu reinado es un reinado por los siglos,
tu gobierno, de edad en edad. (Sal 145,12-13)

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Lectio vie, 16 de sep, 2022

Tiempo Ordinario

Oración inicial

¡Oh Dios!, creador y dueño de todas las cosas, míranos; y, para que sintamos el efecto de tu amor, concédenos servirte de todo corazón. Por nuestro Señor.

Lectura del santo Evangelio según Lucas 8,1-3

Jesús comenzó a recorrer ciudades y poblados predicando la buena nueva del Reino de Dios. Lo acompañaban los Doce y algunas mujeres que habían sido libradas de espíritus malignos y curadas de varias enfermedades. Entre ellas iban María, llamada Magdalena, de la que habían salido siete demonios; Juana, mujer de Cusa, el administrador de Herodes; Susana y otras muchas, que los ayudaban con sus propios bienes.

Reflexión

El evangelio de hoy continúa el episodio de ayer, que hablaba de la actitud sorprendente de Jesús para con las mujeres, cuando defendió a una mujer, conocida en la ciudad como pecadora, contra las críticas de un fariseo. Ahora, en el comienzo del capítulo VIII, Lucas describe como Jesús iba por los poblados y por las ciudades de Galilea, y la novedad es que iba acompañado no sólo por los discípulos, sino que también por las discípulas.

  • Lucas 8,1: Los doce que siguen a Jesús. En una única frase Lucas describe la situación: Jesús anda por todas partes, por los poblados y ciudades de Galilea, anunciando la Buena Nueva de Dios y los doce están con él. La expresión “seguir a Jesús” (cf. Mc 1,18; 15,41) indica la condición del discípulo que sigue al Maestro, veinte y cuatro horas por día, procurando imitar su ejemplo y participar de su
  • Lucas 8,2-3: Las mujeres siguen a Jesús. Lo sorprendente es que, al lado de los hombres, hay también mujeres “junto a Jesús”. Lucas coloca a los discípulos y a las discípulas en pie de igualdad, pues ambos siguen a Jesús. Lucas también conservó los nombres de algunas de estas discípulas: María Magdalena, nacida en la ciudad de Mágdala. Había sido curada de siete demonios. Juana, mujer de Cuza, procurador de Herodes Antipas, que era gobernador de Galilea. Susana y varias otras. De ellas se afirma que “sirven a Jesús con sus bienes”. Jesús permitía que un grupo de mujeres le “siguiera” (Lc 8,2-3; 23,49; Mc 15,41). El evangelio de Marcos, hablando de las mujeres en el momento de la muerte de Jesús, informa: “Unas mujeres miraban de lejos. Entre ellas, María Magdalena, María, madre de Santiago, el menor, y de José, y Salomé. Ellas habían seguido y servido a Jesús, desde cuando él estaba en Galilea. Junto con ellas había otras más, que habían subido con Jesús a Jerusalén” (Mc 15,40-41). Marcos define su actitud con tres palabras: seguir, servir, subir hasta Jerusalén. Los primeros cristianos no llegaron a elaborar una lista de estas discípulas que seguían a Jesús como hicieron los doce discípulos. Pero en las páginas del evangelio de Lucas aparecen los nombres de siete discípulas: Maria Magdalena, Juana, mujer de Cuza, Susana (Lc 8,3), Marta y Maria (Lc 10,38), María, madre de Santiago (Lc 24,10) y Ana, la profetisa (Lc 2,36), de ochenta y cuatro de El número de ochenta y cuatro es doce veces siete. ¡La edad perfecta! La tradición eclesiástica posterior no valoró este dado del discipulado de las mujeres con el mismo peso con que valoró el seguimiento de Jesús por parte de los hombres. ¡Es una lástima!
  • El Evangelio de Lucas fue considerado siempre el evangelio de las mujeres. De hecho, Lucas es lo que trae el mayor número de episodios en que se destaca la relación de Jesús con las mujeres. Y la novedad no está sólo en la presencia de las mujeres alrededor de Jesús, pero también y sobre todo en la actitud de de Jesús con relación de Jesús con las mujeres. Jesús las toca y se deja tocar por las mujeres, sin miedo a contaminarse (Lc 7,39; 8,44-45.54). A diferencia de los maestros de la época, Jesús acepta a las mujeres como seguidoras y discípulas (Lc 8,2-3; 10,39). La fuerza libertadora de Dios, actuante en Jesús, hace que la mujer se levante y asuma su dignidad (Lc 13,13). Jesús es sensible al sufrimiento de la viuda y se solidariza con su dolor (Lc 7,13). El trabajo de la mujer preparando alimento está considerado por Jesús como señal del Reino (Lc 13,20-21). La viuda persistente que lucha por sus derechos es colocada como modelo de oración (Lc 18,1-8), y la viuda pobre que comparte sus pocos bienes con los demás como modelo de entrega y de don (Lc 21,1-4). En una época en que el testimonio de las mujeres no era considerado como válido, Jesús acoge a las mujeres como testigos de su muerte (Lc 23,49), sepultura (Lc 23,55-56) y resurrección (Lc 24,1-11.22-24)

Para la reflexión personal

  • En su comunidad, en su país, en su Iglesia, ¿cómo se le valora a la mujer?
  • Compare la actitud de nuestra Iglesia con la actitud de Jesús.

Oración final

Sondéame, oh Dios, conoce mi corazón,
examíname, conoce mis desvelos.
Que mi camino no acabe mal,
guíame por el camino eterno. (Sal 139,23-24)

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Lectio jue, 15 de sep, 2022

Tiempo Ordinario

Oración inicial

¡Oh Dios!, creador y dueño de todas las cosas, míranos; y, para que sintamos el efecto de tu amor, concédenos servirte de todo corazón. Por nuestro Señor.

Lectura del santo Evangelio según Juan 19,25-27

Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María la de Cleofás, y María Magdalena.
Al ver a su madre y junto a ella al discípulo que tanto quería, Jesús dijo a su madre: «Mujer, ahí está tu hijo». Luego dijo al discípulo: «Ahí está tu madre». Y desde entonces el discípulo se la llevó a vivir con él.

Reflexión

Hoy es la fiesta de Nuestra Señora de los Dolores, el evangelio del día relata el paso en el que María, la madre de Jesús, y el discípulo amado se encuentran en el calvario ante la La Madre de Jesús aparece dos veces en el evangelio de Juan: al comienzo, en las bodas de Caná (Jn 2,1-5), y al final, a los pies de la Cruz (Jn 19,25-27). Estos dos episodios, exclusivos del evangelio de Juan, tienen un valor simbólico muy profundo. El evangelio de Juan, comparado con los otros tres evangelios es como una radiografía, mientras que los otros tres no son que una fotografía. La radiografía ayuda a descubrir en los acontecimientos dimensiones que la mirada común no llega a percibir. El evangelio de Juan, además de describir los hechos, revela la dimensión simbólica que en ellos existen. Así, en los dos casos, en Caná y en la Cruz, la Madre de Jesús representa simbólicamente el Antiguo Testamento que aguarda la llegada del Nuevo Testamento y, en los dos casos, contribuye en la llegada del Nuevo. María aparece como el anillo entre lo que había antes y lo que vendrá después. En Caná, simboliza el AT, percibe los límites del Antiguo y toma la iniciativa para que el Nuevo pueda llegar. Va a hablar al Hijo: “¡No tienen vino!” (Jn 2,3).

¿Y en el Calvario? Veamos:

  • Juan 19, 25: Las mujeres y el Discípulo Amado junto a la Cruz. Así dice el Evangelio: “La madre de Jesús, la hermana de su madre, María de Cleofás, y María Magdalena estaban junto a la cruz”. La “fotografía” muestra a la madre junto con el hijo, de pie. Mujer fuerte, que no se deja abatir. “Stabat Mater Dolorosa!” Ella es una presencia silenciosa que apoya al hijo en su entrega hasta la muerte, y a la muerte de cruz (Fil 2,8). Además de estos, la “radiografía” de la fe muestra cómo se realiza el paso del AT al NT. Como en Caná, la Madre de Jesús representa el AT. El Discípulo amado representa el NT, la comunidad que creció alrededor de Jesús. Es el hijo que nació del AT, la nueva humanidad que se forma a partir de la vivencia del Evangelio del Reino. Al final del primer siglo, algunos cristianos pensaban que el AT ya no era necesario. De hecho, al comienzo del siglo segundo, Marción rechazó todo el AT y se quedó solamente con una parte del NT. Por eso, muchos querían saber cuál es la voluntad de Jesús al respecto.
  • Juan 19,26-28: El Testamento o la Voluntad de Jesús. Las palabras de Jesús son significativas. Viendo a su madre y a al lado de ella, al discípulo que él amaba, dijo a su madre: «Mujer, ahí tienen a tu hijo.» Después dijo al discípulo: «Ahí tienes a tu madre.» El Antiguo y el Nuevo Testamento deben caminar juntos. A petición de Jesús, el discípulo amado, el hijo, el NT, recibe a la Madre, el AT, en su En la casa del Discípulo Amado, en la comunidad cristiana, se descubre el sentido pleno del AT. El Nuevo no se entiende sin el Antiguo, ni el Antiguo es completo sin el Nuevo. San Agustín decía: “Novum in vetere latet, Vetus in Novo patet”. (El Nuevo está escondido en lo Antiguo, el Antiguo desemboca en el Nuevo). El Nuevo sin el Antiguo sería un edificio sin fundamentos. Y el Antiguo sin el Nuevo sería un árbol de fruta que no llega a dar frutos.
  • María en el Nuevo Testamento. De María se habla poco en el NT, y ella misma habla menos aún. María es la Madre del silencio. La Biblia conserva apenas siete palabras de María. Cada una de estas siete palabras es como una ventana que permite mirar hacia dentro de la casa de María para descubrir cómo ella se relacionaba con La llave para entender todo esto nos la da Lucas en esta frase: “Dichosos los que escuchan la palabra de Dios y la ponen en práctica.» (Lc 11,27-28)

1ª Palabra: «¿Cómo puede ser esto si no conozco hombre?» (Lc 1,34)
2ª Palabra: «He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra.» (Lc 1,38)
3ª Palabra: «Engrandece mi alma al Señor, se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador» (Lc 1,46-55)
4ª Palabra: «Hijo mío, ¿por qué nos has hecho esto? Tu padre y yo, angustiados, te buscábamos» (Lc 2,48)
5º Palabra: «¡No tienen vino!» (Jn 2,3)
6ª Palabra: «Haced lo que él os diga!» (Jn 2,5)
7ª Palabra: El silencio a los pies de la Cruz, más elocuente que mil palabras (Jn 19,25-27)

Para la reflexión personal

  • María a los pies de la Cruz. Mujer fuerte y silenciosa. ¿Cómo es mi devoción a María, la madre de Jesús?
  • En la Pietà de Miguel Ángel, María aparece bien joven, más joven que su hijo crucificado, cuando ya tenía que tener como mínimo alrededor de 50 años. Al preguntarle al escultor porqué había esculpido el rostro de María tan joven, Miguel Ángel contestó: “Las personas apasionadas por Dios no envejecen nunca”. ¡Apasionada por Dios! ¿Hay en mí esta pasión?

Oración final

¡Qué grande es tu bondad, Yahvé! La reservas para tus adeptos,
se la das a los que a ti se acogen
a la vista de todos los hombres. (Sal 31,20)

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Lectio mié, 14 de sep, 2022

Oración de inicio

 

Dios Todopoderoso,
nuestro creador y guía,
que te sirvamos con todo nuestro corazón
y conocer Tu perdón en nuestras vidas.
Te lo pedimos por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo y el Espíritu Santo,
un solo Dios, por los siglos de los siglos. Amén. 

 

 

 

 

 

 

Lectura del Evangelio – Lucas 7,31-35

 

En aquel tiempo, Jesús dijo: «¿Con quién compararé a los hombres de esta generación? ¿A quién se parecen? Se parecen a esos niños que se sientan a jugar en la plaza y se gritan los unos a los otros: ‘Tocamos la flauta y no han bailado, cantamos canciones tristes y no han llorado’. Porque vino Juan el Bautista, que ni comía pan ni bebía vino, y ustedes dijeron: ‘Ése está endemoniado’. Y viene el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: ‘Este hombre es un glotón y un bebedor, amigo de publicanos y pecadores’. Pero sólo aquellos que tienen la sabiduría de Dios, son quienes lo reconocen»

Reflexión

 

• En el Evangelio de hoy vemos la originalidad de la Buena Noticia que abre el camino a personas apegadas a antiguas formas de fe que se sienten perdidas y no comprenden nada más de la acción de Dios. Para ocultar su falta de apertura y de comprensión defienden y buscan pretextos infantiles para justificar su actitud de falta de aceptación. Jesús reacciona con una parábola para denunciar la confusión de sus enemigos: “Son semejantes a niños que no saben lo que quieren”.

• Lucas 7,31: ¿Con quién, pues, los compararé? Jesús queda impactado por la reacción de la gente y dice: ¿Qué comparación, entonces, puedo encontrar para la gente de esta generación? ¿Cómo son?. Cuando algo es evidente y las personas, por ignorancia o por mala voluntad, no perciben las cosas y no quieren percibirlas, es bueno encontrar una comparación evidente que revele su incoherencia y su mala voluntad. Y Jesús es un Maestro en encontrar comparaciones que hablen por sí solas.

• Lucas 7,32: Como niños sin juicio. La comparación que encuentra Jesús es ésta. Eres como “esos niños, que se gritan unos a otros mientras están sentados en la plaza del mercado: te tocamos la flauta, y no quisiste bailar; ¡cantamos cantos fúnebres y no lloraste!”. Los niños mimados, en todo el mundo, tienen la misma reacción. Se quejan cuando los demás no hacen y actúan como dicen. El motivo de la queja de Jesús es la forma arbitraria con la que la gente en el pasado reaccionó ante Juan el Bautista y cómo reacciona ahora ante Jesús. 

• Lucas 7,33-34: Su opinión sobre Juan y Jesús. “Porque ha venido Juan el Bautista, que no come pan ni bebe vino, y dicen: está poseído. Ha venido el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: mira, comilón y borracho, amigo de publicanos y de pecadores”. Jesús fue discípulo de Juan el Bautista; Creyó en él y fue bautizado por él. Con motivo de este Bautismo en el Jordán, tuvo la revelación del Padre sobre su misión como Mesías-Siervo (Mc 1,10). Al mismo tiempo, Jesús enfatizó la diferencia entre Él y Juan. Juan era más severo, más ascético, no comía ni bebía. Permaneció en el desierto y amenazó al pueblo con el castigo del Juicio Final (Lc 3,7-9). Debido a esto, la gente decía que estaba poseído. Jesús fue más acogedor; Comió y bebió como todos los demás. Recorrió los pueblos y entró en las casas de la gente; Aceptó a los recaudadores de impuestos ya las prostitutas. Por eso decían que era un glotón y un borracho. Aun considerando sus palabras sobre “los hombres de esta generación” (Lc 7,31), de manera general, probablemente, Jesús tenía presente la opinión de la autoridad religiosa que no creía en Jesús (Mc 11,29-33).

• Lucas 7,35: La conclusión obvia a la que llega Jesús. Y Jesús termina sacando esta conclusión: “Sin embargo, la sabiduría es justificada por todos sus hijos”. La falta de seriedad y de coherencia se ve claramente en la opinión que se da sobre Jesús y sobre Juan. La mala voluntad es tan evidente que no necesita prueba. Eso recuerda la respuesta de Job a sus amigos que se creen sabios: “¡Nadie les enseñará a estar quietos! – ¡La única sabiduría que se convierte en ti!” (Job 13:5). 

Preguntas personales

 

  • Cuando expreso mi opinión sobre los demás, ¿soy como los fariseos y los escribas que daban su opinión sobre Jesús y Juan? Expresaron sólo sus ideas preconcebidas y nada dijeron sobre las personas a las que juzgaban.
  • ¿Conoces algún grupo en la Iglesia que merezca la parábola de Jesús?

Oración final

 

¡Qué bienaventurada la nación cuyo Dios es Yahvé,
el pueblo que ha escogido como herencia suya.
Desde el cielo Yahvé mira hacia abajo,
Ve a todos los hijos de Adán. (Sal 33,12-13)

 

 

 

 

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Lectio mar, 13 de sep, 2022

Tiempo Ordinario

Oración inicial

¡Oh Dios!, creador y dueño de todas las cosas, míranos; y, para que sintamos el efecto de tu amor, concédenos servirte de todo corazón. Por nuestro Señor.

Lectura del santo Evangelio según Lucas 7,11-17

Se dirigía Jesús a una población llamada Naím, acompañado de sus discípulos y de mucha gente. Al llegar a la entrada de la población, se encontró con que sacaban a enterrar a un muerto, hijo único de una viuda, a la que acompañaba una gran muchedumbre.

Cuando el Señor la vio, se compadeció de ella y le dijo: «No llores». Acercándose al ataúd, lo tocó, y los que lo llevaban se detuvieron. Entonces Jesús dijo: «Joven, yo te lo mando: Levántate». Inmediatamente el que había muerto se levantó y comenzó a hablar. Jesús se lo entregó a su madre.

Al ver esto, todos se llenaron de temor y comenzaron a glorificar a Dios, diciendo: «Un gran profeta ha surgido entre nosotros. Dios ha visitado a su pueblo».

La noticia de este hecho se divulgó por toda Judea y por las regiones circunvecinas.

Reflexión

  • El evangelio de hoy narra el episodio de la resurrección del hijo de la viuda de Naím. Es esclarecedor el contexto literario de este episodio en el capítulo VII del Evangelio de Lucas. El evangelista quiere mostrar cómo Jesús va abriendo camino, revelando la novedad de Dios que avanza por medio del anuncio de la Buena Nueva. Se van dando la transformación y la apertura: Jesús acoge la petición de un extranjero no judío (Lc 7,1-10) y resucita al hijo de una viuda (Lc 7,11-17). La manera como Jesús revela el Reino sorprende a los hermanos que no estaban acostumbrados a tan gran apertura. Hasta Juan el Bautista se quedó como perdido y mandó preguntar: “¿Eres tú el señor o debemos esperar a otro?” (Lc 7,18-30). Jesús llegó a denunciar la incoherencia de sus anfitriones: «¡Sois como niños que no saben lo que quieren!» (Lc 7,31-35). Y al final, la apertura de Jesús para con las mujeres (Lc 7,36-50).
  • Lucas 7,11-12: El encuentro de las dos “A continuación se fue a una ciudad llamada Naín. Iban con él sus discípulos y una gran muchedumbre. Cuando se acercaba a la puerta de la ciudad sacaban a enterrar a un muerto, hijo único de su madre, que era viuda; la acompañaba mucha gente de la ciudad.”. Lucas es como un pintor. Con pocas palabras consigue pintar el cuadro tan bonito del encuentro de las dos procesiones: la procesión de la muerte que sale de la ciudad y acompaña a la viuda que lleva a su único hijo hacia el cementerio; la procesión de la vida que entra en la ciudad y acompaña a Jesús. Las dos se encuentran en la pequeña ciudad, junto a la puerta de la ciudad de Naín.
  • Lucas 7,13: La compasión entra en acción. “Al verla el Señor tuvo compasión de ella y le dijo: ¡No llores! Es la compasión que lleva a Jesús a hablar y a Compasión significa literalmente: “sufrir con”, asumir el dolor de la otra persona, identificarse con ella, sentir con ella el dolor. Es la compasión que acciona en Jesús el poder, el poder de la vida sobre la muerte, poder creador.
  • Lucas 7,14-15: «¡Joven, a ti te digo, levántate!» Jesús se aproxima, toca el féretro y dice: «¡Joven, a ti te digo, levántate!» El muerto se incorporó y se puso a Y Jesús se lo dio a su madre”.
    A veces en momentos de gran sufrimiento provocado por el fallecimiento de una persona querida, las personas dicen: “En aquel tiempo, cuando Jesús andaba por la tierra había esperanza de no perder a una persona querida, pues Jesús podría resucitarla”. Ellas miraban el episodio de la resurrección del hijo de la viuda de Naín como un evento del pasado que apenas suscita añoranza y una cierta envidia. La intención del evangelio, sin embargo, no es suscitar añoranza ni envidia, sino ayudar a experimentar mejor la presencia viva en media de nosotros. El está hoy con nosotros, y ante los problemas y el sufrimiento que nos azotan, nos dice: “¡Te lo ordeno: levántate!”
  • Lucas 7,16-17: La repercusión. “Todos se quedaron con mucho miedo y glorificaban a Dios diciendo: «Un gran profeta ha surgido entre nosotros, y Dios vino a visitar a su pueblo» Y lo que se decía de él se propagó por toda Judea y por toda la región circunvecina” Es el profeta que fue anunciado por Moisés (Deut 18,15). El Dios que nos vino a visitar es el “Padre de los huérfanos y de las viudas” (Sal 68,6; Cf. Judit 9,11).

Para la reflexión personal

  • Fue la compasión lo que llevó a Jesús a resucitar el hijo de la El sufrimiento de los demás ¿Produce en nosotros la misma compasión? ¿Qué hago para ayudar al otro a vencer el dolor y crear vida nueva?
  • Dios visitó a su pueblo. ¿Percibo las muchas visitas de Dios en mi vida y en la vida de la gente?

Oración final

Servid a Yahvé con alegría, llegaos a él con júbilo!
Sabed que Yahvé es Dios,
él nos ha hecho y suyos somos,
su pueblo y el rebaño de sus pastos. (Sal 100,2-3)

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Lectio lun, 12 de sep, 2022

Tiempo Ordinario

Oración

Santo Padre, por Jesús, tu Hijo, el Verbo hecho carne de la vida para nosotros, envíe a mí tu Espíritu Santo para abrir mis oídos a escuchar la «carta de amor» que escribió a mí y me ilumine mi mente para que pueda comprender en profundidad. Hacer domesticar mi corazón de alegría, ya que aceptar su voluntad y me ayudará a los testigos. Amén

Lectura del santo Evangelio según Lucas (7, 1-10)

Cuando Jesús terminó de hablar a la gente, entró en Cafarnaúm. Había allí un oficial romano, que tenía enfermo y a punto de morir a un criado muy querido. Cuando le dijeron que Jesús estaba en la ciudad, le envió a algunos de los ancianos de los judíos para rogarle que viniera a curar a su criado. Ellos, al acercarse a Jesús, le rogaban encarecidamente, diciendo: «Merece que le concedas ese favor, pues quiere a nuestro pueblo y hasta nos ha construido una sinagoga». Jesús se puso en marcha con ellos.

Cuando ya estaba cerca de la casa, el oficial romano envió unos amigos a decirle: «Señor, no te molestes, porque yo no soy digno de que tú entres en mi casa; por eso ni siquiera me atreví a ir personalmente a verte. Basta con que digas una sola palabra y mi criado quedará sano. Porque yo, aunque soy un subalterno, tengo soldados bajo mis órdenes y le digo a uno: ‘¡Ve!’, y va; a otro: ‘¡Ven!’, y viene; y a mi criado: ‘¡Haz esto!’, y lo hace».

Al oír esto, Jesús quedó lleno de admiración, y volviéndose hacia la gente que lo seguía, dijo: «Yo les aseguro que ni en Israel he hallado una fe tan grande». Los enviados regresaron a la casa y encontraron al criado perfectamente sano.

Meditación

  • El 7, Lucas nos ayuda a aceptar la llamada dirigida a los gentiles para unirse a la fe en el Señor Jesús la figura del centurión está liderando el camino para aquellos que deseen aceptar la fe de Israel y luego encontrar y conocer el rostro de Dios en Jesús. En esta meditación del Evangelio, nosotros también se pondrá a la propuesta de abrirnos a la fe o para hacer más fuerte nuestra plena confianza en la Palabra de Dios. Vamos, pues, de seguir con el corazón, los pasos del centurión romano, ya que están presentes en él también.
  • Tal vez el primer aspecto que se desprende de una lectura de la pieza es el sufrimiento que es el centurión. Trato de escuchar más cuidadosamente todas las palabras que desea poner de relieve esta Capernaum, un pueblo fronterizo, fuera del alcance, en los márgenes, la ciudad donde la bendición de Dios parece difícil de alcanzar. La grave enfermedad, la muerte inminente de un ser querido.
  • Pero ahora veo que el Señor entra en esta situación, es compartir, a vivir con su presencia amorosa. Subrayar todos los verbos que confirman esta verdad: «Por favor que venga», «se fue con ellos» era «no muy lejos». Es fantástico ver este movimiento en Jesús, que va a la persona que llama y le pide que busque la salvación. Lo hace bien con
  • Para mí es un contacto muy útil con la figura del centurión, que aquí es un poco como mi maestro, mi guía en el camino de la fe. «Después de haber oído acerca de Jesús.» Recibió el anuncio, la noticia buena interceptado y le rompió el corazón, no si el escape está hecho, no se cerraron los oídos y la Se acordó de Jesús y ahora se pretende.
  • «Mandato». Dos veces lo hace de esta acción, primero en enviar a Jesús a los ancianos del pueblo, las figuras de autoridad, a continuación, enviar a sus Lucas utiliza dos verbos diferentes, y esto me ayuda a entender aún más que este hombre ha hecho algo, había un paso: se ha abierto gradualmente más y más para el encuentro con Jesús a los amigos es un poco ‘enviar como ellos mismos. «Para pedirle que venga a salvarnos. Hermoso dos verbos que expresan la intensidad de su solicitud a Jesús que él quiere ser, lo más cerca, se pone en su pobre vida, es decir, para visitar a su dolor. Es una declaración de amor, fe, grandes, porque es como si dijera, «Yo sin ti no puedo vivir. Ven». Y nadie pide ninguna salvación, la curación de superficie, tal como lo entendemos el verbo particular, que Lucas quiere. De hecho estamos hablando de una salvación cruz, capaz de atravesar toda su vida, toda la persona y capaces de llevar a la persona más, más allá de todos los obstáculos a cualquier esfuerzo o pruebas, incluso más allá de la muerte.
  • «No soy digno». Dos veces Lucas pone en boca de las palabras del centurión, que ayudan a comprender el gran paso que hizo a sí mismo. Él se siente indigno, incompetente, inadecuado, como la expresión de las dos palabras diferentes griega usada aquí. Tal vez el primer gran avance en el camino de fe con Jesús es la siguiente: el descubrimiento de nuestra gran necesidad de él, su presencia y la conciencia cada vez más seguros de que por sí sola no puede hacerlo porque somos pobres, somos Pero para esto, estamos infinitamente amado!
  • «La» palabra «. Aquí está el gran salto, el gran paso de El centurión ahora creen de forma clara, serena confianza. Mientras caminaba hacia él, él también estaba haciendo su camino en el interior, estaba cambiando, se estaba convirtiendo en un hombre nuevo. Primero aceptó la persona de Jesús y luego también su palabra. Porque él es el Señor y, como tal, su palabra es eficaz, real, de gran alcance, capaz de operar lo que dice. Todas las dudas se han derrumbado, todo lo que queda es la fe que de cierta confianza en la salvación en Jesús.

Para la reflexión personal

  • ¿Me escucha mi oración dirigida al centurión a Jesús que venga a salvarnos? Estoy preparado, también, para darle al Señor mi malestar, mi necesidad de Él? Estoy avergonzado de las enfermedades, la muerte que vive en mi casa en mi vida? Lo que parece tomar este primer paso de confianza?
  • Y si abro mi corazón a la oración, la invocación, si invitas a la venida del Señor, ¿cuál es la actitud de mi corazón? Hay dentro de mí, como el centurión, el sentimiento de ser inútil, no es suficiente para mí, no ser capaz de hacer demandas? Yo me pregunto ante el Señor con humildad que proviene del amor, de la serena confianza en él?
  • Sólo tengo su palabra? Nunca he escuchado hasta el final, con cuidado, con respeto, aunque tal vez no pude comprender en su integridad? Y ahora, ¿qué es la palabra que quiero escuchar de la boca del Señor para mí? ¿Qué debo saber de él?
    Una fe como el centurión había cargado … y yo, que soy cristiano, tengo esa fe? Tal vez yo debería rezar: «Señor, yo creo, pero me ayuda en mi incredulidad» (Mc 9, 24).

Oración Final

Para mis pies antorcha es tu palabra, Señor!
¿Cómo puede un joven su camino? En cuanto a tu palabra.
Con todo mi corazón yo te busco:
no dejes que me apartan de tus mandatos.

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