Lectio lun, 3 de oct, 2022

Tiempo Ordinario

Oración inicial

Dios todopoderoso y eterno, que con amor generoso desbordas los méritos y deseos de los que te suplican; derrama sobre nosotros tu misericordia, para que libres nuestra conciencia de toda inquietud y nos concedas aun aquello que no nos atrevemos a pedir. Por nuestro Señor.

Lectura del Evangelio según Lucas 10,25-37

En aquel tiempo, se presentó ante Jesús un doctor de la ley para ponerlo a prueba y le preguntó: “Maestro, ¿qué debo hacer para conseguir la vida eterna?” Jesús le dijo: “¿Qué es lo que está escrito en la ley? ¿Qué lees en ella?” El doctor de la ley contestó: “Amarás al Señor tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con todo tu ser, y a tu prójimo como a ti mismo”. Jesús le dijo: “Has contestado bien; si haces eso, vivirás”.
El doctor de la ley, para justificarse, le preguntó a Jesús: “¿Y quién es mi prójimo?” Jesús le dijo: “Un hombre que bajaba por el camino de Jerusalén a Jericó, cayó en manos de unos ladrones, los cuales lo robaron, lo hirieron y lo dejaron medio muerto. Sucedió que por el mismo camino bajaba un sacerdote, el cual lo vio y pasó de largo. De igual modo, un levita que pasó por ahí, lo vio y siguió adelante. Pero un samaritano que iba de viaje, al verlo, se compadeció de él, se le acercó, ungió sus heridas con aceite y vino y se las vendó; luego lo puso sobre su cabalgadura, lo llevó a un mesón y cuidó de él. Al día siguiente sacó dos denarios, se los dio al dueño del mesón y le dijo: ‘Cuida de él y lo que gastes de más, te lo pagaré a mi regreso’.
¿Cuál de estos tres te parece que se portó como prójimo del hombre que fue asaltado por los ladrones?’’ El doctor de la ley le respondió: “El que tuvo compasión de él”. Entonces Jesús le dijo: “Anda y haz tú lo mismo”.

Reflexión

El evangelio de hoy nos presenta la parábola del Buen Samaritano. Meditar una parábola es lo mismo que profundizar en la vida, para descubrir en ella los llamados de Dios. Al descubrir el largo viaje de Jesús hacia Jerusalén (Lc 9,51 a 19,28), Lucas ayuda a las comunidades a comprender mejor en qué consiste la Buena Nueva del Reino. Lo hace presentando a personas que vienen a hablar con Jesús y le plantean preguntas. Eran preguntas reales de la gente al tiempo de Jesús y eran también preguntas reales de las comunidades del tiempo de Lucas. Así, en el evangelio de hoy, un doctor de la ley pregunta: «¿Qué he de hacer para tener en herencia vida eterna?» La respuesta, tanto del doctor como de Jesús, ayuda a comprender mejor el objetivo de la Ley de Dios.

Lucas 10,25-26: «¿Qué he de hacer para tener en herencia vida eterna?» Un doctor, conocedor de la ley, quiere provocar la pregunta: «¿Qué he de hacer para tener en heredad vida eterna?» El doctor piensa que tiene que hacer algo para poder heredar. El quiere garantizarse la herencia por su propio esfuerzo. Pero una herencia no se merece. La herencia la recibimos simplemente por ser hijo o hija. ”Así, pues, ya no eres esclavo, sino hijo, y tuya es la herencia por gracia de Dios”. (Gal 4,7). Como hijos y hijas no podemos hacer nada para merecer la herencia. ¡Podemos perderla!

Lucas 10,27-28: La respuesta del doctor. Jesús responde con una nueva pregunta: “¿Qué está escrito en la Ley?» El doctor responde correctamente. Juntando dos frases de la Ley, él dice: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo.» La frase viene del Deuteronomio (Dt 6,5) y del Levítico (Lev 19,18). Jesús aprueba la respuesta y dice: «¡Haz esto y vivirás!» Lo importante, lo principal, ¡es amar a Dios! Pero Dios viene hasta mí, en el prójimo. El prójimo es la revelación de Dios para conmigo. Por esto, he de amar también a mi prójimo con todo mi corazón, con toda mi alma, con toda mi fuerza y con todo mi entendimiento.

Lucas 10,29: «¿Y quién es mi prójimo?» Queriendo justificarse, el doctor pregunta: «¿Y quién es mi prójimo?» El quiere saber para él:»¿En qué prójimo Dios viene hasta mi?» Es decir, ¿cuál es la persona humana prójima a mí que es revelación de Dios para mi? Para los judíos, la expresión prójimo iba ligada al clan. Aquel que no pertenecía al clan, no era prójimo. Según el Deuteronomio, podían explotar al “extranjero”, pero no al “prójimo” (Dt 15,1-3). La proximidad se basaba en lazos de raza y de sangre. Jesús tiene otra forma de ver, que expresa en la parábola del Buen Samaritano.

Lucas 10,30-36: La parábola:

Lucas 10,30: El asalto por el camino de Jerusalén hacia Jericó. Entre Jerusalén y Jericó se encuentra el desierto de Judá, refugio de revoltosos, marginados y asaltantes. Jesús cuenta un caso real, que debe haber ocurrido muchas veces. “Bajaba un hombre de Jerusalén a Jericó y cayó en manos de salteadores que, después de despojarle y darle una paliza, se fueron, dejándole medio muerto.”

Lucas 10,31-32: Pasa un sacerdote, pasa un levita. Casualmente, pasa un sacerdote y, acto seguido, un levita. Son funcionarios del Templo, de la religión oficial. Los dos vieron al hombre asaltado, pero pasaron adelante. ¿Por qué no hicieron nada? Jesús no lo dice. Deja que nosotros supongamos o nos identifiquemos. Tiene que haber ocurrido varias veces, tanto en tiempo de Jesús, como en tiempo de Lucas. Hoy también acontece: una persona de Iglesia pasa cerca de un hombre sin darle ayuda. Puede que el sacerdote y el levita tengan una justificación: «¡No es mi prójimo!» o: «El es impuro y si lo toco, ¡yo también quedo impuro!» Y hoy: «¡Si ayudo, pierdo la misa del domingo, y peco mortalmente!»

Lucas 10,33-35: Pasa un samaritano. Enseguida, llega un samaritano que estaba de viaje. Ve, es movido a compasión, se acerca, cuida las llagas, le monta sobre su cabalgadura, le lleva a la hospedería, da al dueño de la hospedería dos denarios, el sueldo de dos días, diciendo: «Cuida de él y si gastas algo más te lo pagaré cuando vuelva.» Es la acción concreta y eficaz. Es la acción progresiva: llevar, ver, moverse a compasión, acercarse y salir para la acción. La parábola dice «un samaritano que estaba de viaje». Jesús también iba de viaje hacia Jerusalén. Jesús es el buen samaritano. Las comunidades deben ser el buen samaritano.

Lucas 10,36-37: ¿Quién de estos tres te parece que fue prójimo del que cayó en manos de los salteadores?” Él dijo: “El que practicó la misericordia con él.» Díjole Jesús: «Vete y haz tú lo mismo.” Al comienzo el doctor había preguntado: “¿Quién es mi prójimo?” Por detrás de la pregunta estaba la preocupación consigo mismo. El quería saber: «¿A quién Dios me manda amar, para que yo pueda tener paz en mi conciencia y decir: Hizo todo lo que Dios me pide: «¿Quién de estos tres te parece que fue prójimo del que cayó en manos de los salteadores?» La condición del prójimo no depende de la raza, del parentesco, de la simpatía, de la cercanía o de la religión. La humanidad no está dividida en prójimo y no prójimo. Para que tu sepas quién es tu prójimo, esto depende de que tu llegues, veas, te muevas a compasión y te acerques. Si tu te aproxima, te acercas, el otro será tu prójimo! Depende de ti y no del otro! Jesús invierte todo y quita la seguridad que la observancia de la ley podría dar al doctor.

Los Samaritanos. La palabra samaritano viene de Samaría, capital del reino de Israel en el Norte. Después de la muerte de Salomón, en el 931 antes de Cristo, las diez tribus del Norte se separaron del reino de Judá en el Sur y formaron un reino independiente (1 Re 12,1-33). El Reino del Norte sobrevivió durante unos 200 años. En el 722, su territorio fue invadido por Asiria. Gran parte de su población fue deportada (2 Re 17,5-6) y gente de otros pueblos fue traída hacia Samaria (2 Rs 17,24). Hubo mezcla de raza y de religión (2 Re 17,25-33). De esta mezcla nacieron los samaritanos. Los judíos del Sur despreciaban a los samaritanos considerándolos infieles y adoradores de falsos dioses (2 Re 17,34-41). Había muchas ideas preconcebidas contra los samaritanos. Eran mal vistos. De ellos se decía que tenían una doctrina equivocada y que no formaban parte del pueblo de Dios. Algunos llegaban hasta el punto de decir que ser samaritano era cosa del diablo (Jn 8,48). Muy probablemente, la causa de este odio no era sólo la raza y la religión. Era también un problema político y económico, enlazado con la posesión de la tierra. Esta rivalidad perduró hasta el tiempo de Jesús. Sin embargo Jesús los pone como modelo para los demás.

Para la reflexión personal

El samaritano de la parábola no pertenecía al pueblo judío, pero hacía lo que Jesús pedía. ¿Hoy acontece lo mismo? ¿Conoces a gente que no va a la Iglesia pero que vive lo que el evangelio pide? ¿Quién es hoy el sacerdote, el levita y el samaritano?

El doctor pregunta: “¿Quién es mi prójimo?” Jesús pregunta: “¿Quién fue prójimo del hombre asaltado?” Son dos perspectivas diferentes: el doctor pregunta desde sí. Jesús pregunta desde las necesidades del otro. Mi perspectiva ¿cuál es?

Oración final

Doy gracias a Yahvé de todo corazón,
en la reunión de los justos y en la comunidad.
Grandes son las obras de Yahvé,
meditadas por todos que las aman. (Sal 111,1-2)

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Domingo, 2 de oct, 2022

¡Señor, aumenta nuestra fe, de modo que podamos hacer de nuestra vida un servicio gratuito a Dios y a los hermanos! Lucas 17, 5-10

Oración inicial

Señor Jesús, envía tu Espíritu, para que Él nos ayude a leer la Biblia en el mismo modo con el cual Tú la has leído a los discípulos en el camino de Emaús. Con la luz de la Palabra, escrita en la Biblia, Tú les ayudaste a descubrir la presencia de Dios en los acontecimientos dolorosos de tu condena y muerte. Así, la cruz, que parecía ser el final de toda esperanza, apareció para ellos como fuente de vida y resurrección.

Crea en nosotros el silencio para escuchar tu voz en la Creación y en la Escritura, en los acontecimientos y en las personas, sobre todo en los pobres y en los que sufren. Tu palabra nos oriente a fin de que también nosotros, como los discípulos de Emaús, podamos experimentar la fuerza de tu resurrección y testimoniar a los otros que Tú estás vivo en medio de nosotros como fuente de fraternidad, de justicia y de paz. Te lo pedimos a Ti, Jesús, Hijo de María, que nos has revelado al Padre y enviado tu Espíritu. Amén.

Lectura

Clave de lectura:

El texto de la liturgia de este domingo forma parte de la larga sección típica de Lucas (Lc 9,51 a 19,28), en la que se describe la lenta subida de Jesús hacia Jerusalén, donde será preso, será condenado y morirá. La mayor parte de esta sección está dedicada a la instrucción de los discípulos. Nuestro texto forma parte de esta instrucción a los discípulos. Jesús les enseña cómo debe ser la vida en comunidad (Lc 17,1).

Una división del texto para ayudar en su lectura:

Lucas 17,5: Los apóstoles le piden a Jesús que les aumente su fe
Lucas 17,6: Vivir con fe grande como un grano de mostaza
Lucas 17,7-9: Vivir la vida al servicio gratuito de Dios y de los hermanos
Lucas 17,10: Aplicación de la comparación del siervo inútil.

El texto:

En aquel tiempo, los apóstoles dijeron al Señor: «Auméntanos la fe». El Señor les contestó: «Si tuvieran fe, aunque fuera tan pequeña como una semilla de mostaza, podrían decir a ese árbol frondoso: ‘Arráncate de raíz y plántate en el mar’, y los obedecería.
¿Quién de ustedes, si tiene un siervo que labra la tierra o pastorea los rebaños, le dice cuando éste regresa del campo: ‘Entra en seguida y ponte a comer’? ¿No le dirá más bien: ‘Prepárame de comer y disponte a servirme, para que yo coma y beba; después comerás y beberás tú’? ¿Tendrá acaso que mostrarse agradecido con el siervo, porque éste cumplió con su obligación?
Así también ustedes, cuando hayan cumplido todo lo que se les mandó, digan: ‘No somos más que siervos, sólo hemos hecho lo que teníamos que hacer’ «.

Un momento de silencio orante

para que la Palabra de Dios pueda entrar en nosotros e iluminar nuestra vida.

Algunas preguntas

para ayudarnos en la meditación y en la oración.

¿Qué punto de este texto te ha gustado más o ha llamado más tu atención?
¿Fe en quién? ¿En Dios? ¿En los otros? ¿En nosotros mismos?
Fe como un grano de mostaza: ¿Acaso tengo yo una fe así?
Hacer de la propia vida un servicio sin esperar recompensa: ¿soy capaz de vivir así?

Una clave d lectura para profundizar el tema.

Contexto histórico de nuestro texto:

El contexto histórico del Evangelio de Lucas tiene siempre dos dimensiones: la época de Jesús, los años treinta, en el cual suceden las cosas descritas en el texto y la época de las comunidades, a las que Lucas dirige su Evangelio, más de cincuenta años después. Al relatar las palabras y gestos de Jesús, Lucas piensa no sólo en lo que sucedió en los años treinta, sino también y sobre todo en la vida de las comunidades de los años ochenta con sus problemas y sus angustias, comunidades a las que quiere ofrecer una luz y una posible solución (Lc 1, 1.4).

Clave de lectura: el contexto literario:

El contexto literario (Lc 17,1-21) en el que está colocado nuestro texto (Lc 17, 1-10) nos ayuda a entender mejor las palabras del Señor. En él Lucas reúne las palabras de Jesús con las que enseña cómo debe ser una comunidad. En primer lugar (Lc 17,1-2), Jesús reclama la atención de los discípulos sobre los pequeños, o sea los excluidos de la sociedad. En segundo lugar (Lc 17,3-4) , reclama la atención sobre los miembros débiles de la comunidad. En relación con ellos, Jesús quiere que los discípulos se sientan responsables y tengan una conducta de comprensión y de reconciliación. En tercer lugar (Lc 17, 5-6) (y aquí comienza nuestro texto) habla de la fe en Dios que debe ser el motor de la vida en comunidad. En cuarto lugar (Lc 17, 7-10) , Jesús dice que los discípulos deben servir a los demás con la máxima abnegación y con desprendimiento, considerándose siervos inútiles. En quinto lugar (Lc 17, 11-19), Jesús enseña cómo deben recibir el servicio de los demás. Deben mostrar gratitud y reconocimiento. En sexto lugar (Lc 17, 20-21) Jesús enseña cómo mirar la realidad que nos rodea. Pregona que no se debe correr tras la propaganda engañosa de aquellos que enseñan que el Reino de Dios, cuando llegue, podrá ser observado por todos. La llegada del Reino de Dios no podrá ser observada por todos. Jesús dice lo contrario: “La llegada del Reino de Dios no podrá ser observada como se observa la del rey de la tierra. Para Jesús el Reino de Dios ¡ha llegado ya! Y está en medio de nosotros, independientemente de nuestro esfuerzo o de nuestro mérito. ¡Es pura gracia! Y sólo la fe lo percibe.

Comentario del texto:

Lucas 17,5: Los apóstoles piden a Jesús que les aumente su fe

Los discípulos se dan cuenta de que no es fácil comportarse como Jesús pide de ellos: la atención hacia los pequeños (Lc 17, 1-2) y la reconciliación con los hermanos y hermanas más débiles de la comunidad (Lc 17, 3-4). ¡Y esto con mucha fe! No solamente fe en Dios, sino también en las posibilidades de recuperar al hermano o hermana. Por esto, van a Jesús y le piden: “Aumenta nuestra fe”

Lucas 17,5-6: Vivir con una fe grande como un grano de mostaza

Jesús responde: “Si tuvierais una fe tanto como un grano de mostaza, habríais dicho a este sicómoro: «¡Arráncate y plántate en el mar!». Esta afirmación de Jesús suscita dos preguntas: (1). ¿Será que Jesús quiere insinuar que los apóstoles no tienen la fe tan grande como un grano de mostaza? La comparación usada por Jesús es fuerte e insinuante. Un grano de mostaza es muy pequeño, tanto como la pequeñez de los discípulos. Pero por medio de la fe, pueden llegar a ser fuertes, más fuerte que la montaña o el mar. Si Jesús hablase hoy diría: “Si tuvieseis la fe grande como un átomo, podríais hacer explotar esta montaña”. O sea, a pesar de las dificultades que comporta, la reconciliación entre los hermanos es posible, porque la fe consigue realizar lo que parecía imposible. Sin el eje central de la fe, la relación rota no se recompone y la comunidad que Jesús desea no se realiza. Nuestra fe debe llevarnos al punto de ser capaces de arrancar de dentro de nosotros la montaña de prejuicios y lanzarlos al mar.

(2) ¿Será que Jesús con esta afirmación, se ha querido referir a la fe en Dios o a la fe en las posibilidades de recuperación de los hermanos y hermanas más débiles? Prevalentemente las referencias son para ambos a la vez. Pues así como el amor de Dios se concretiza en el amor al prójimo, así también la fe en Dios se concretiza en la fe en los hermanos, en la reconciliación, en el perdón ¡hasta sesenta veces siete! (Mt 18,22) La fe es el control remoto del poder de Dios, que obra y se revela en el trato humano renovado, vivido en comunidad.

Lucas 17, 7-9: Jesús dice cómo debemos cumplir los deberes para con la comunidad

Para enseñar que en la vida de la comunidad todos deben ser abnegados y desprendidos de sí mismos, Jesús se sirve del ejemplo del esclavo. En aquel tiempo un esclavo no podía merecer nada. El patrono, duro y exigente, le pedía sólo el servicio. No era costumbre dar las gracias. Delante de Dios somos como el esclavo delante de su señor.

Parece extraño que Jesús se sirva de este ejemplo duro, extraído de la vida social injusta de la época, para describir nuestra relación con la comunidad. Esto sucede en otra ocasión, cuando compara la vida del Reino a la de un ladrón. Lo que importa es el término de la comparación: Dios viene como un ladrón, sin avisar primero, cuando menos lo esperamos; como un esclavo delante de su señor, tampoco podemos nosotros ni debemos tener méritos ante los hermanos y hermanas de la comunidad.

Lucas 17,10: Aplicación de la comparación del siervo inútil

Jesús lleva este ejemplo a la vida de la comunidad: como un esclavo delante de su dueño, así debe ser nuestro comportamiento en la comunidad; no debemos hacer las cosas para merecer el apoyo, la aprobación, la promoción o el elogio, sino simplemente para demostrar que pertenecemos a Dios. “De igual modo vosotros, cuando hayáis hecho todo lo que os mandaron, decid: «No somos más que unos siervos inútiles: Hemos hecho lo que teníamos que hacer»”. Delante de Dios no merecemos nada. Todo lo que hemos recibido no lo merecemos. Vivimos gracias al amor gratuito de Dios.

Profundizando sobre la fe y el servicio:

La fe en Dios se concretiza en la recuperación del hermano

Primer hecho: Sucedió en Alemania durante la segunda guerra mundial: dos judíos, Samuel y Juan estaban en un campo de concentración. Eran muy mal tratados y a veces torturados. Juan, el más joven, se irritaba. Su rabia se manifestaba en imprecaciones, palabrotas a un soldado alemán que le golpeaba y maltrataba. Samuel, el más grande, mantenía la calma. Un día, en un momento de distracción, Juan dijo a Samuel: “¿Cómo puedes permanecer tranquilo ante tanta barbaridad?¿Por qué eres tan valiente? Tú debes reaccionar manifestando tu oposición a este régimen tan absurdo”. Samuel respondió: “Es más difícil permanecer tranquilo, que ser valiente. Yo no trato de ser valiente por miedo de que él, por mi rabia, apague el último rastro de humanidad que hay todavía escondido en este soldado embrutecido”.

Segundo hecho: Sucedió en Palestina, durante la ocupación romana: Jesús ha sido condenado a muerte por el Sanedrín. Por su fe en Dios Padre, Jesús acoge a todos como hermanos y hermanas, y obrando así, interpela, de modo radical, el sistema que en nombre de Dios mantiene marginada a tanta gente. La sentencia del Sanedrín viene ratificada por el imperio romano y Jesús es condenado al suplicio en el Monte Calvario. Los soldados cumplen la sentencia. Uno de ellos traspasa las manos de Jesús con un clavo. La reacción de Jesús: ”¡Padre perdónalos, porque no saben lo que hacen!” (Lc 23,24). La fe en Dios se revela en el perdón concedido a los lo que están matando.

El servicio que se debe prestar al pueblo de Dios y a la humanidad

Al tiempo de Jesús había una gran variedad de expectativas mesiánicas. De acuerdo con las diversas interpretaciones de las profecías, había gente que esperaban un Mesías Rey ( Lc 15,9.32), un Mesías Santo o Sumo Sacerdote (Mc 1,24), un Mesías Guerrero(Lc 23,5; Mc 15,6; 13, 6-8), un Mesías Doctor (Jn 4,25; Mc 1,22.27), un Mesías Juez (Lc 3,5-9; Mc 1,8), un Mesías Profeta (Mc 6,4; 14,65). Cada persona, según sus propios intereses o clase social, esperaba el Mesías, según sus propios deseos y esperanzas.

Pero parece que ninguno, salvo los anawin, los pobres de Yahvé esperaban al Mesías Siervo, anunciado por el profeta Isaías (Is 42,1; 49,3; 52, 13). A veces, los pobres recordaban considerar la esperanza mesiánica como un servicio que ofrecer a la humanidad por el pueblo de Dios. María, la pobre de Yahvé, dijo al ángel: “He aquí la sierva del Señor”. Ha sido la mujer de la que Jesús aprendió el camino del servicio. “El Hijo del Hombre no ha venido a ser servido sino a servir” (Mc 10, 45).

La figura del siervo, descrita en los cuatro cantos de Isaías (Is 42, 1-9; 49, 1-6; 52, 13 a 53,12), indicaba no un individuo aislado, sino el pueblo de la cautividad (Is 41,8-9; 42,18- 20; 43,10; 44,1-2; 44,21; 45,4; 48,20; 54,17), descrito por Isaías como pueblo “ oprimido, desfigurado, sin apariencia de persona y sin un mínimo de condición de hombre, pueblo ultrajado, maltratado, reducido al silencio, sin gracia ni belleza, rebosante de dolor, evitado por los otros como si fuese un leproso, condenado como un criminal, sin juicio ni defensa” (Cf. Is 53,2-8). ¡Retrato perfecto de la tercera parte de la humanidad de hoy! Este pueblo siervo “no grita, no alza la voz, no hará oír en la plaza su voz, no romperá una caña cascada” (Is 42,2). Perseguido, no persigue; oprimido, no oprime; pisoteado, no pisotea. No consigue entrar en la vorágine de la violencia del imperio que oprime: Esta conducta resistente del Siervo de Yahvé es la raíz de la justicia, que Dios quiere ver implantada en todo el mundo: Por esto pide al pueblo ser su Siervo con la misión de hacer resplandecer la justicia en todo el mundo (Is 42,2-6;49,6). Jesús conoce estos cantos y en la realización de su misión se deja orientar por ellos. A la hora del bautismo en el río Jordán el Padre le confía la misión de Siervo (Mc 1,11). Cuando en la sinagoga de Nazaret, expone su programa a la gente de su tierra, Jesús asume esta misión públicamente (Lc 4,16,21). En su actitud de servicio Jesús nos revela el rostro de Dios que atrae, y el camino de regreso hacia Dios.

Oración: Salmo 72 (71)

La esperanza de que para todos llegue el Mesías Salvador Confía,
oh Dios, tu juicio al rey,
al hijo de rey tu justicia:
que gobierne rectamente a tu pueblo, a tus humildes con equidad.
Produzcan los montes abundancia,
justicia para el pueblo los collados.
Defenderá a los humildes del pueblo, salvará a la gente pobre
y aplastará al opresor. Durará tanto como el sol,
como la luna de edad en edad; caerá como lluvia en los retoños,
como rocío que humedece la tierra.
Florecerá en sus días la justicia, prosperidad hasta que no haya luna;
dominará de mar a mar,
desde el Río al confín de la tierra.
Ante él se doblará la Bestia,
sus enemigos morderán el polvo;
los reyes de Tarsis y las islas traerán consigo tributo.
Los reyes de Sabá y de Seba todos pagarán impuestos;
ante él se postrarán los reyes, le servirán todas las naciones.
Pues librará al pobre suplicante,
al desdichado y al que nadie ampara;
se apiadará del débil y del pobre, salvará la vida de los pobres.
La rescatará de la opresión y la violencia,
considerará su sangre valiosa;
(que viva y le den el oro de Sabá).
Sin cesar rogarán por él,
todo el día lo bendecirán.
La tierra dará trigo abundante,
que ondeará en la cima de los montes;
sus frutos florecerán como el Líbano,
sus espigas como la hierba del campo.
¡Que su fama sea perpetua,
que dure tanto como el sol!
¡Que sirva de bendición a las naciones,
y todas lo proclamen dichoso!
¡Bendito Yahvé, Dios de Israel,
el único que hace maravillas!
¡Bendito su nombre glorioso por siempre,
la tierra toda se llene de su gloria!
¡Amén! ¡Amén!

Oración final

Señor Jesús, te damos gracia por tu Palabra que nos ha hecho ver mejor la voluntad del Padre. Haz que tu Espíritu ilumine nuestras acciones y nos comunique la fuerza para seguir lo que Tu Palabra nos ha hecho ver. Haz que nosotros como María, tu Madre, podamos no sólo escuchar, sino también poner en práctica la Palabra. Tú que vives y reinas con el Padre en la unidad del Espíritu Santo por todos los siglos de los siglos. Amén.

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