Lectio Dom, 1 ene, 2023

Visita de los Pastores a Jesús y a su Madre
Los marginados son preferidos por Dios
Lucas 2,16-21

Oración inicial

Señor Jesús, envía tu Espíritu, para que Él nos ayude a leer la Biblia en el mismo modo con el cual Tú la has leído a los discípulos en el camino de Emaús. Con la luz de la Palabra, escrita en la Biblia, Tú les ayudaste a descubrir la presencia de Dios en los acontecimientos dolorosos de tu condena y muerte. Así, la cruz, que parecía ser el final de toda esperanza, apareció para ellos como fuente de vida y resurrección.

Crea en nosotros el silencio para escuchar tu voz en la Creación y en la Escritura, en los acontecimientos y en las personas, sobre todo en los pobres y en los que sufren. Tu palabra nos oriente a fin de que también nosotros, como los discípulos de Emaús, podamos experimentar la fuerza de tu resurrección y testimoniar a los otros que Tú estás vivo en medio de nosotros como fuente de fraternidad, de justicia y de paz. Te lo pedimos a Ti, Jesús, Hijo de María, que nos has revelado al Padre y enviado tu Espíritu. Amén.

Lectura

Clave de lectura:

El motivo que mueve a José y a María a llegarse a Belén fue un censo impuesto por el emperador de Roma (Lc 2,17). Periódicamente, las autoridades romanas decretaban estos censos en las diversas regiones del inmenso imperio. Se trataba de controlar a la población y saber cuántas personas debían pagar los impuestos. Los ricos pagaban los impuestos sobre los terrenos y bienes que poseían. Los pobres por el número de hijos que tenían. A veces el impuesto total superaba el 50% del rédito de la persona. En el evangelio de Lucas notamos una diferencia significativa entre el nacimiento de Jesús y el nacimiento de Juan Bautista. Juan nace en su casa, en su tierra, en medio de sus parientes y vecinos y es acogido por todos. (Lc 1,57-58). Jesús nace desconocido, fuera del ambiente familiar y de los vecinos, fuera de su tierra. “ No había puesto para ellos en el mesón”. Debió ser dejado en un pesebre (Lc 2,7).

Intentemos colocar y comentar nuestro texto (Lc 2,16-21) en el amplio contexto de la visita de los pastores (Lc 2,8-21). Durante la lectura tratemos de estar atento a lo que sigue: ¿Cuáles son las sorpresas y contrastes que aparecen en este texto?

Una división del texto para ayudarnos en la lectura:
Lucas 2,8-9: Los pastores en el campo, los primeros invitados
Lucas 2,10-12: El primer anuncio de la Buena Noticia se hace a los pastores
Lucas 2,13-14: La alabanza de los ángeles
Lucas 2,15-18: Los pastores van a Belén y cuentan la visión de los ángeles
Lucas 2,19-20: Comportamiento de María y de los pastores ante los hechos
Lucas 2, 21: La circuncisión del pequeño Jesús
Lucas 2,21: La circuncisión del pequeño Jesús

Texto:

Los pastores fueron a toda prisa hacia Belén y encontraron a María, a José y al niño, recostado en el pesebre. Después de verlo, contaron lo que se les había dicho de aquel niño, y cuantos los oían quedaban maravillados. María, por su parte, guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón.

Los pastores se volvieron a sus campos, alabando y glorificando a Dios por todo cuanto habían visto y oído, según lo que se les había anunciado.

Cumplidos los ocho días, circuncidaron al niño y le pusieron el nombre de Jesús, aquel mismo que había dicho el ángel, antes de que el niño fuera concebido.

Un momento de silencio orante

para que la Palabra de Dios pueda entrar en nosotros e iluminar nuestra vida.

Algunas preguntas

para ayudarnos en la meditación y en la oración.

¿Qué es lo que más te ha gustado en este texto? ¿Por qué?
¿Cuáles son las sorpresas y contrastes que aparecen en el texto?
¿De qué modo el texto enseña que el pequeño es el más grande en el cielo y el más pobre en la tierra?
¿Cuáles son las conductas de María y de los pastores ante el Misterio de Dios que se les revela?
¿Cuál es el mensaje que Lucas quiere comunicarnos por medio de estos detalles?

Para aquéllos que desean profundizar más en el tema

Contexto de entonces y de hoy

El texto de esta fiesta de la Madre de Dios (Lc 2,16-21) forma parte de la descripción más amplia del nacimiento de Jesús (Lc 2,1-7) y de la visita de los pastores (Lc 2,8-21).

El ángel había anunciado el nacimiento del Salvador, dando una señal para reconocerlo: “Encontraréis un niño envuelto en pañales, y acostado en un pesebre”. Ellos esperaban al Salvador de todo un pueblo y deberán reconocerlo en un niño recién nacido, pobre, que yace entre dos animales. ¡Gran sorpresa!

El plan de Dios acontece de modo inesperado, lleno de sorpresa. Esto sucede hoy también. ¡Un niño pobre será el Salvador del mundo! ¿Te lo puedes creer?

Comentario del texto:

Lucas 2,8-9: Los primeros invitados Los pastores eran personas marginadas, poco apreciadas. Vivían junto con los animales, separados del resto de la humanidad. A causa del contacto permanente con los animales eran considerados impuros. Nunca, nadie les hubiera invitado a visitar a un recién nacido. Pero precisamente a estos pastores aparece el Ángel del Señor para transmitirle la gran noticia del nacimiento de Jesús. Ante la aparición de los ángeles ellos se llenan de temor.

Lucas 2,10-12: El primer anuncio de la Buena Nueva La primera palabra del ángel es: ¡No temáis! La segunda es: ¡Gozo para todo el pueblo!

La tercera es: ¡Hoy! Para enseguida dar tres nombres como queriéndonos indicar quien es Jesús: ¡Salvador, Cristo y Señor! ¡Salvador es aquél que libera a todos de todo lo que les ata! A los gobernantes de aquel tiempo les gustaba usar el título de Salvador. Ellos mismos se atribuían el título de Soter = Salvador). Cristo significa ungido o mesías. En el Viejo Testamento éste era el título que se le daba a los reyes y a los profetas. Era también el título del futuro Mesías que cumpliría las promesas de Dios con respecto al pueblo. Esto significa que el recién nacido, que yace en un pesebre, viene a realizar la esperanza del pueblo. ¡Señor era el nombre que se daba a Dios mismo! Aquí tenemos los tres títulos más grandes que se pueda imaginar. A partir de este anuncio del nacimiento de Jesús Salvador Cristo Señor, imagínate alguno con una categoría más elevada. El ángel te dice: “¡Atención! Te doy esta señal de reconocimiento: encontrarás a un niño en un pesebre, en medio de los pobres!” ¿Tú lo creerías? ¡El modo como Dios obra es diverso del nuestro!

Lucas 2,13-14: Alabanza de los ángeles: Gloria a Dios en lo más alto del cielo, Paz en la tierra a los hombres en quienes Él se complace Una multitud de ángeles aparece y desciende del cielo. Es el cielo el que se plega sobre la tierra. Las dos frases del versículo resumen el proyecto de Dios, su plan. La primera dice qué sucede en el mundo de arriba: Gloria Dios en lo más alto del cielo. La segunda dice lo que sucederá en el mundo de aquí abajo: ¡Paz en la tierra a los hombres que Él ama! Si la gente pudiera experimentar lo que verdaderamente significa ser amados por Dios, todo cambiaría y la paz habitaría en la tierra. Y sería ésta la mayor gloria de Dios que vive en lo más alto.

Lucas 2, 15-18: Los pastores van hasta Belén y cuentan la visión de los ángeles La Palabra de Dios no es un sonido producido por la boca. Es sobre todo ¡un acontecimiento! Los pastores dicen literalmente: “Vayamos a ver esta palabra que se ha verificado y que el Señor nos ha manifestado” En hebreo, la expresión DABAR puede significar al mismo tiempo palabra y cosa (acontecimiento), generado por la palabra. La palabra de Dios tiene fuerza creadora. Cumple lo que dice. En la creación dijo Dios: “¡Hágase la luz! ¡Y la luz se hizo!” (Gén 1,3). La palabra del ángel a los pastores es el acontecimiento del nacimiento de Jesús.

Lucas 2,19-20: Conducta de María y de los pastores ante los hechos, ante la palabra Lucas añade enseguida que “ María conservaba estas palabras (acontecimientos) meditándolos en su corazón”. Son dos modos de percibir y acoger la Palabra de Dios: (i) Los pastores se levantan y van para ver los hechos y verificar en ellos la señal que se les había dado por el ángel, y después, vuelven a sus rebaños glorificando y alabando a Dios por todo lo que habían visto y oído. (ii) María, por su parte, conservaba con cuidado todos los acontecimientos en la memoria y los meditaba en su corazón. Meditar las cosas significa rumiarlas e iluminarlas con la luz de la Palabra de Dios, para así llegar a entender mejor todo el significado para la vida.

Lucas 2,21: La circuncisión y el Nombre de Jesús De acuerdo con una norma de la Ley, el pequeño Jesús es circuncidado el octavo día después de su nacimiento (cf Gén 17,12). La circuncisión era una señal de pertenencia al pueblo. Daba identidad a la persona. En esta ocasión cada niño recibía su nombre (cf Lc 1,59-63). El niño recibe el nombre de Jesús que le había sido dado por el ángel, antes de ser concebido. El ángel había dicho a José que el nombre del niño debía ser Jesús “él salvará a su pueblo de sus pecados” (Mt 1,21). El nombre de Jesús es Cristo, que significa Ungido o Mesías. Jesús es el Mesías esperado. Un tercer nombre es Emmanuel, que significa Dios con nosotros (Mt 1,23). ¡El nombre completo es Jesús Cristo Emmanuel!

Ampliando informaciones:

María en el evangelio de Lucas

La función de los dos primeros capítulos del Evangelio de Lucas:
Se trata de dos capítulos bastantes conocidos, pero pocos profundizados. Lucas los escribe imitando los escritos del Viejo Testamento. Es como si estos dos capítulos fuesen los últimos del Viejo Testamento abriendo la puerta para la llegada del Nuevo Testamento. En estos capítulos nos hace sentir el perfume de un ambiente de ternura y alabanza. Del principio al fin, se alaba y canta la misericordia de Dios que, finalmente, viene a cumplir sus promesas. Lucas nos muestra cómo Jesús, cumple el Viejo Testamento iniciando el Nuevo Testamento. Y lo cumple a favor de los pobres, de los anawim, de aquéllos que sabrán esperar su venida: Isabel, Zacarías, José, Simeón, Ana , los pastores. Por esto, los dos primeros capítulos no son historia según el sentido que hoy le damos a la historia. Sirven mucho más como un espejo, en el que los destinatarios, los cristianos convertidos del paganismo, podían descubrir quién era Jesús y cómo había venido para realizar las profecías del Viejo Testamento, respondiendo a las más profundas aspiraciones del corazón humano. Era espejo también de lo que estaba acaeciendo en las comunidades del tiempo de Lucas. Las comunidades venidas del paganismo nacerán de las comunidades de los judíos convertidos. Pero ellos eran diferentes. El Nuevo Testamento no correspondía a lo que el Viejo Testamento imaginaba y esperaba. Era “la señal de contradicción” (Lc 2,34), causaba tensión y era fuente de muchos dolores. En la conducta de María, Lucas presenta un modelo de cómo las comunidades podían reaccionar y perseverar en el Nuevo.

La clave de lectura:

En estos dos capítulos Lucas presenta a María como modelo para la vida de las comunidades. La clave nos viene dada en aquel episodio en la que una mujer del pueblo elogia a la madre de Jesús. Jesús modifica el elogio y dice : “Dichosos aquéllos que escuchan la palabra de Dios y la guardan” (Lc 11,27-28) Aquí está la grandeza de María.

Es en el modo en el que María sabe referirse a la Palabra de Dios en el que las comunidades contemplan el modo más correcto de relacionarse con la Palabra de Dios: acogerla, encarnarla, vivirla, profundizarla, rumiarla, hacerla nacer y crecer, dejarse plasmar por ella, aun cuando no se entienda o cuando nos hace sufrir. Es ésta la visión que subyace en los dos títulos de los capítulos 1 y 2 del Evangelio de Lucas, que hablan de María, la madre de Jesús.

Aplicando la clave a los textos:

Lucas 1,26-38: La Anunciación: “¡Hágase en mí según tu palabra! Saber abrirse, de modo que la Palabra de Dios sea acogida y se encarne.

Lucas 1,39-45 La Visitación: ¡Dichosa la que ha creído!” Saber reconocer la Palabra de Dios en los hechos de la vida

Lucas 1,46-56: El Magnificat: “¡El Señor ha hecho cosas grandes en mí!” Un canto subversivo de resistencia y esperanza

Lucas 2,1-20: El Nacimiento: “Ella conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón” No había puesto para ellos. Los marginados acogen la Palabra

Lucas 2,21-32: La Presentación: ¡Mis ojos han visto tu salvación!” Los muchos años purifican los ojos

Lucas 2,33-38: Simeón y Ana: “Una espada te traspasará el alma” Ser cristianos quiere decir ser señales de contradicción

Lucas 2,39-52: A los doce años: “¿No sabíais que yo debo ocuparme de las cosas de mi Padre?” ¡Ellos no entendieron lo que les decía!

Los contrastes que más resaltan en nuestro texto:

En las tinieblas de la noche brilla una luz (2,8-9)
El mundo arriba, el cielo parece envolver a nuestro mundo aquí abajo (2,13)
La grandeza de Dios se manifiesta en la pequeñez de un niño (2,7)
La gloria de Dios se hace presente en un pesebre, junto a animales (2,16)
El miedo provocado por la repentina aparición del ángel se convierte en alegría (2,9- 10)
Las personas marginadas de todo son las primeras invitadas (2,8)
Los pastores reconocen a Dios presente en un niño (2,20)

Rezar con el Salmo 23 (22)

“¡El Señor es mi pastor!”

Yahvé es mi pastor, nada me falta. En verdes pastos me hace reposar.
Me conduce a fuentes tranquilas, allí reparo mis fuerzas. Me guía por cañadas seguras haciendo honor a su nombre.
Aunque fuese por valle tenebroso, ningún mal temería, pues tú vienes conmigo; tu vara y tu cayado me sosiegan.
Preparas ante mí una mesa, a la vista de mis enemigos; perfumas mi cabeza, mi copa rebosa.
Bondad y amor me acompañarán todos los días de mi vida, y habitaré en la casa de Yahvé un sinfín de días.

Oración final

Señor Jesús, te damos gracia por tu Palabra que nos ha hecho ver mejor la voluntad del Padre. Haz que tu Espíritu ilumine nuestras acciones y nos comunique la fuerza para seguir lo que Tu Palabra nos ha hecho ver. Haz que nosotros como María, tu Madre, podamos no sólo escuchar, sino también poner en práctica la Palabra. Tú que vives y reinas con el Padre en la unidad del Espíritu Santo por todos los siglos de los siglos. Amén.

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Lectio sáb, 31 dic, 2022

Tiempo de Navidad

Oración inicial

Dios todopoderoso y eterno, que has establecido el principio y la plenitud de toda religión en el nacimiento de tu Hijo Jesucristo: te suplicamos nos concedas la gracia de ser contados entre los miembros vivos de su Cuerpo, porque sólo en él radica la salvación del mundo. Por nuestro Señor.

Lectura del santo Evangelio según Juan 1,1-18

En el principio ya existía aquel que es la Palabra,
y aquel que es la Palabra estaba con Dios y era Dios.
Ya en el principio él estaba con Dios.
Todas las cosas vinieron a la existencia por él
y sin él nada empezó de cuanto existe.
Él era la vida, y la vida era la luz de los hombres.
La luz brilla en las tinieblas
y las tinieblas no la recibieron.

Hubo un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan.
Éste vino como testigo, para dar testimonio de la luz,
para que todos creyeran por medio de él.
Él no era la luz, sino testigo de la luz.

Aquel que es la Palabra era la luz verdadera,
que ilumina a todo hombre que viene a este mundo.
En el mundo estaba;
el mundo había sido hecho por él
y, sin embargo, el mundo no lo conoció.

Vino a los suyos y los suyos no lo recibieron;
pero a todos los que lo recibieron
les concedió poder llegar a ser hijos de Dios,
a los que creen en su nombre,
los cuales no nacieron de la sangre,
ni del deseo de la carne, ni por voluntad del hombre,
sino que nacieron de Dios.

Y aquel que es la Palabra se hizo hombre
y habitó entre nosotros.
Hemos visto su gloria,
gloria que le corresponde como a Unigénito del Padre,
lleno de gracia y de verdad.

Juan el Bautista dio testimonio de él, clamando:
“A éste me refería cuando dije:
‘El que viene después de mí, tiene precedencia sobre mí,
porque ya existía antes que yo’ ”.

De su plenitud hemos recibido todos gracia sobre gracia.
Porque la ley fue dada por medio de Moisés,
mientras que la gracia y la verdad vinieron por Jesucristo.
A Dios nadie lo ha visto jamás.
El Hijo unigénito, que está en el seno del Padre,
es quien lo ha revelado.

Reflexión

El Prólogo es la primera cosa que se ve al abrir el evangelio de Juan. Pero fue la última en ser escrita. Es el resumen final, puesto en el comienzo. En él, Juan describe la caminada de la Palabra de Dios. Ella estaba junto a Dios, desde antes de la creación y por medio de ella todo fue creado. Todo lo que existe es expresión de la Palabra de Dios. Como la Sabiduría de Dios (Prov 8,22-31), la Palabra quiso llegar más cerca de nosotros y se hizo carne en Jesús. Vino en medio de nosotros, realizó su misión y volvió a Dios. Jesús es esta Palabra de Dios. Todo lo que dice y hace es comunicación que nos revela al Padre.

Diciendo «En el principio era la Palabra», Juan evoca la primera frase de la Biblia que dice: «En el principio Dios creó el cielo y la tierra» (Gn 1,1). Dios creó todo por medio de su Palabra. «El habló y las cosas empezaron a existir» (Sl 33,9; 148,5). Todas las criaturas son una expresión de la Palabra de Dios. Esta Palabra viva de Dios, presente en todas las cosas, brilla en las tinieblas. Las tinieblas intentan apagarla, pero no lo consiguen. La búsqueda de Dios, siempre nueva, renace en el corazón humano. Nadie consigue taparla. ¡No conseguimos vivir sin Dios por mucho tiempo!

Juan Bautista vino para ayudar al pueblo a que descubriera y saboreara esta presencia luminosa y consoladora de la Palabra de Dios en la vida. El testimonio de Juan el Bautista fue tan importante, que mucha gente pensaba de él que  era el Cristo (Mesías). (Hechos 19,3; Jn 1,20) Por eso, el Prólogo aclara diciendo: «¡Juan no era la luz! Vino para dar testimonio de la luz!»

Así como la Palabra de Dios se manifiesta en la naturaleza, en la creación, asimismo se manifiesta en el «mundo», esto es, en la historia de la humanidad y, en particular, en la historia del pueblo de Dios. Pero el “mundo» no reconoció ni recibió la Palabra. El «vino para los suyos, pero los suyos no le recibieron». Aquí, cuando dice mundo, Juan quiere indicar el sistema tanto del imperio como de la religión de la época, ambos encerrados en si mismos y, por esto mismo, incapaces de reconocer y recibir la Buena Nueva (Evangelio), la presencia luminosa de la Palabra de Dios.

Pero las personas que se abren aceptando la Palabra, se vuelven hijos e hijas de Dios. La persona se vuelve hijo o hija de Dios no por propios méritos, ni por ser de la raza de Israel, sino por el simple hecho de confiar y creer que Dios, en su bondad, nos acepta y nos acoge. La Palabra de Dios entra en la persona y hace con que ella se siente acogida por Dios como hija, como hijo. Es el poder de la gracia de Dios.

Dios no quiere quedarse lejos de nosotros. Por esto, su Palabra llegó más cerca todavía y se hizo presente en medio de nosotros en la persona de Jesús. El Prólogo dice literalmente: «La Palabra se hizo carne y puso su tienda entre nosotros» Antiguamente, en el tiempo del éxodo, allí en el desierto Dios vivía en una tienda en medio del pueblo (Ex 25,8). Ahora, la tienda donde Dios mora con nosotros es Jesús, «lleno de gracia y de verdad» Jesús vino a revelar quién es este Dios nuestro, que está presente en todo, desde el comienzo de la creación.

Para la reflexión personal

Todo lo que existe es una expresión de la Palabra de Dios, una revelación de su presencia. ¿Será que soy suficientemente contemplativo para poder percibir y experimentar esta presencia universal de la Palabra de Dios?
¿Qué significa para mí poder ser llamado hijo de Dios?

Oración final

Griten de gozo los árboles del bosque,
delante de Yahvé, que ya viene,
viene, sí, a juzgar la tierra!
Juzgará al mundo con justicia,
a los pueblos con su lealtad. (Sal 96,12-13)

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Lectio vie, 30 dic, 2022

La huída a Egipto y el regreso a Nazaret
Mateo 2,13-23

LECTIO

Oración inicial:

Oh Dios, nuestro Creador y Padre, tú has querido que tu Hijo, engendrado antes de la aurora del mundo, fuese en todo semejante a nosotros encarnándose en el seno de la Virgen María por obra del Espíritu Santo. Envía sobre nosotros tu mismo Espíritu vivificador, para que podamos ser siempre más dóciles a la acción santificadora, dejándonos transformar dócilmente por el mismo Espíritu en la imagen y semejanza de Jesucristo tu Hijo, nuestro hermano, salvador y redentor.

Lectura del Evangelio de Mateo:

Después de que los Magos partieron de Belén, el ángel del Señor se le apareció en sueños a José y le dijo: «Levántate, toma al niño y a su madre, y huye a Egipto. Quédate allá hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo».

José se levantó y esa misma noche tomó al niño y a su madre y partió para Egipto, donde permaneció hasta la muerte de Herodes. Así se cumplió lo que dijo el Señor por medio del profeta: De Egipto llamé a mi hijo.

Después de muerto Herodes, el ángel del Señor se le apareció en sueños a José y le dijo: «Levántate, toma al niño y a su madre y regresa a la tierra de Israel, porque ya murieron los que intentaban quitarle la vida al niño».

Se levantó José, tomó al niño y a su madre y regresó a tierra de Israel. Pero, habiendo oído decir que Arquelao reinaba en Judea en lugar de su padre, Herodes, tuvo miedo de ir allá, y advertido en sueños, se retiró a Galilea y se fue a vivir en una población llamada Nazaret. Así se cumplió lo que habían dicho los profetas: Se le llamará nazareno.

MEDITATIO

Clave de lectura:

El evangelio de Mateo ha sido llamado el “Evangelio del Reino”. Mateo nos invita a reflexionar sobre la venida del reino de los cielos. En la estructura de su relato evangélico algunos han visto un drama en siete actos, que trata de la realidad de la venida de este Reino. El drama comienza con la preparación para esta venida del reino en la persona del Mesías niño y termina con la venida del Reino en el sufrimiento y en el triunfo con la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo, Hijo de Dios.

El pasaje del evangelio propuesto para nuestra reflexión, forma parte por así decir del primer acto, en el cual Mateo nos presenta la persona de Jesús como el cumplimiento de las Escrituras. Mateo es el evangelista que más veces cita el Antiguo Testamento para demostrar que en Cristo se cumplen la ley y los profetas. Jesús, la realización y la perfección de las Escrituras, ha venido al mundo para restablecer el reino de los cielos, ya anunciado en la alianza de Dios con su pueblo. Con la venida de Cristo, esta alianza no se limita sólo al pueblo hebreo, sino que se extiende a todos los pueblos. Mateo dirige una comunidad de hebreos cristianos, perseguida por la sinagoga, y la invita a la apertura hacia los gentiles. Él es el escriba sabio que sabe sacar de su tesoro lo que es antiguo y lo que es nuevo. El evangelio ha sido primeramente escrito en arameo y después redactado en griego.

El pasaje Mateo 2,13-23, hace parte de la sección que trata del nacimiento y la infancia de “Jesucristo hijo de David, hijo de Abrahán” (Mt 1,1). Jesús es hijo de su pueblo, pero también es hijo de toda la humanidad. En su genealogía se encuentran influencias extranjeras (Mt 1, 3-6). Los primeros llamados a dar homenaje al recién nacido, además de María su Madre (Mt 2, 11), son los Magos. El Mesías atrae a los sabios con su luz ofreciéndoles la salvación (Mt 2,1-12). Los Magos reciben esta salvación en contraste con Herodes y la Jerusalén turbada (Mt 2,3). Desde su nacimiento, Jesús es perseguido por los jefes de su pueblo y al mismo tiempo revive las esperiencias dolorosas de su pueblo.

Ya desde su nacimiento revive la experiencia de su pueblo exiliado y humillado más de una vez. El evangelio nos demuestra esto con el relato de la huida a Egipto y la matanza de los inocentes. El drama de estos sucesos se desarrolla delante de nosotros en estos apartados:

El ángel que aparece en sueños a José después de la partida de los Magos, y la huída a Egipto (Mt 2,13-15).

Herodes que cae en la cuenta de la burla de los Magos y mata a todos los niños de Belén (Mt 2, 16-18).

La muerte de Herodes y el regreso “clandestino” de la Santa Familia, no a Belén sino a Galilea (Mt 2, 19-23)

El tema del rey que mata a los temidos adversarios es común en la historia de toda dinastía real. En la literatura bíblica además de esta escena de Herodes que busca al Niño Jesús para matarlo, encontramos en el Antiguo Testamento algunos relatos semejantes. En el primer libro de Samuel, Saúl rechazado por el Señor, tiene temor de David e intenta matarlo (1 Sam 15; 18; 19; 20). Mical y Jonatán lo ayudan a escapar (1Sam 19,20). Además, en el primer libro de los Reyes, el rey Salomón, en su vejez, infiel a Dios y a sus padres, con el corazón pervertido, cometió lo que es malo a los ojos del Señor (1 Re 11,3-13). Por eso el Señor suscita contra él un adversario (1 Re 11,14), Hadad, que durante el reino de David huye y se refugia en Egipto (1 Re 11,17). Otro adversario de Salomón es Jeroboán, que también se refugia en Egipto para escapar del rey que   quiere matarlo (1 Re 11,40). Esto era el período de la degeneración del reino. En el segundo libro de los Reyes, esta vez en el contexto del asedio a Jerusalén, que sucede “en el año nono de su reinado [de Nabucodonosor], en el décimo mes, el diez del mes”  (2 Re 25,1) del año 589, encontramos el saqueo de Jerusalén y la segunda deportación del pueblo en el año 587 (2 Re 25, 8-21). El pueblo “que quedaba en el país de la Judea” (2Re 25,22) se somete a Godolía puesto como gobernador por Nabucodonosor. “Ismael […] con diez hombres […] dieron muerte a Godolía, a los Judíos y Caldeos que estaban con él”. Luego, por temor de los Caldeos, huyeron a Egipto (2 Re 25-26). En el libro del profeta Jeremías encontramos también el relato  de  Uría  “un hombre  que  profetizaba en el nombre del Señor” (Jer 26, 20). Éste huye a Egipto porque el rey Joaquín trataba  de matarlo. El rey logró encontrarlo en Egipto y lo mató (Jer 25 20-24).

Con estos hechos que aclaran la huída de la Sagrada Familia a Egipto, Mateo nos hace ver a Jesús que ya desde niño participa de la suerte de su pueblo. Egipto se convierte para Jesús en refugio, como lo fue para los patriarcas:

Abrahán que “descendió en Egipto, para vivir allí, porque la carestía pesaba sobre aquel país” (Gén 12,1)

José amenazado por los hermanos que intentan matarlo por envidia y es después vendido a los mercaderes que lo conducen a Egipto entregándolo a Putifar (Gén 37, 12- 36)

Israel (Jacob) que sale para Egipto llamado por su hijo José (Gén 46, 1-7).

La familia de Israel (Jacob) que entra en Egipto y allí se establece (Gén 46-50; Ex 1, 1-6)

Mateo cambia el sentido de la cita tomada de Oseas 11,1: “De Egipto llamé a mi hijo” y la interpreta como si Dios llamase a su Hijo Jesús para huir a Egipto (Mt 2,15). El sentido original de Oseas era, que el Señor llamó a su hijo Israel a huir a Egipto para formar un pueblo. La huída a Egipto de Jesús y el exterminio de los inocentes de Belén nos recuerda la opresión de Israel en el país de Egipto y el exterminio de los recién nacidos machos. (Éx 1, 8-22)

La profecía aplicada para la matanza de los inocentes está tomada del libro de la consolación compuesto por los capítulos 30 y 31 del libro del profeta Jeremías. El lamento está ligado a la promesa del Señor que consuela a Raquel esposa de Jacob (Israel) madre de José sepultada según la tradición cerca de Belén y le promete que habrá una compensación por sus penas, sus hijos que no volverán jamás (Jer 31, 15-18).

Volviendo de Egipto después de la muerte de Herodes, José decide establecerse en Galilea en una ciudad llamada Nazaret. Jesús será llamado Nazareno. Más tarde también sus discípulos serán reconocidos como Nazarenos (Act 24,5). Este apelativo además de indicar el nombre de una ciudad, puede también referirse al “retoño”, o sea, al “neçer” de Isaías 11,1. Puede también referirse al resto de Israel “naçur” (ver Is 42,6)

Preguntas para la reflexión personal:

¿Qué es lo que más te ha llamado la atención de este relato de Mateo?
¿Quée significa para ti el reino de los cielos?
¿En qué se diferencia el reino de los cielos de los reinos de este mundo?

Mateo nos presenta la persona de Jesús como aquél que se identifica con la suerte de su pueblo. Lee los pasajes citados en la clave de lectura para reflexionar y orar obre los acontecimientos del pueblo de Dios, en el que Jesús se ha identificado. ¿Cuáles son las situaciones semejantes en nuestro mundo? Pregúntate que puedes hacer tú para mejorar el ambiente en el que vives y trabajas…sobre todo si no concuerdan con el reino de los cielos.

ORATIO

Oración personal en silencio.

Termina la lectio divina con esta oración:
Padre misericordioso, concédenos seguir los ejemplos de la Sagrada Familia de Jesús, José y María, para que estemos siempre seguros en las pruebas de esta vida hasta el día en que nos reunamos en la gloria del cielo. Por Cristo nuestro Señor.

CONTEMPLATIO

La paz de Cristo reine en vuestros corazones. (Col 3,15)

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Lectio jue, 29 dic, 2022

Oración inicial

Dios todopoderoso, a quien nadie ha visto nunca; tú que has disipado las tinieblas del mundo con la venida de Cristo, la Luz verdadera, míranos complacido, para que podamos cantar dignamente la gloria del nacimiento de tu Hijo. Que vive y reina …..

Lectura del santo Evangelio según Lucas 2,22-35

Transcurrido el tiempo de la purificación de María, según la ley de Moisés, ella y José llevaron al niño a Jerusalén para presentarlo al Señor, de acuerdo con lo escrito en la ley: Todo primogénito varón será consagrado al Señor, y también para ofrecer, como dice la ley, un par de tórtolas o dos pichones.

Vivía en Jerusalén un hombre llamado Simeón, varón justo y temeroso de Dios, que aguardaba el consuelo de Israel; en él moraba el Espíritu Santo, el cual le había revelado que no moriría sin haber visto antes al Mesías del Señor. Movido por el Espíritu, fue al templo, y cuando José y María entraban con el niño Jesús para cumplir con lo prescrito por la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios, diciendo:

“Señor, ya puedes dejar morir en paz a tu siervo,
según lo que me habías prometido,
porque mis ojos han visto a tu Salvador,
al que has preparado para bien de todos los pueblos;
luz que alumbra a las naciones
y gloria de tu pueblo, Israel”.

El padre y la madre del niño estaban admirados de semejantes palabras. Simeón los bendijo, y a María, la madre de Jesús, le anunció: “Este niño ha sido puesto para ruina y resurgimiento de muchos en Israel, como signo que provocará contradicción, para que queden al descubierto los pensamientos de todos los corazones. Y a ti, una espada te atravesará el alma”.

Reflexión

Los primeros dos capítulos del Evangelio de Lucas, escrito en la mitad de los años 80, no son historia según el sentido en que hoy entendemos la historia. Funcionan mucho más como espejo, en el cual los cristianos convertidos del paganismo, descubrieron que Jesús había venido a realizar las profecías del Antiguo Testamento y a atender las más profundas inspiraciones del corazón humano. Son, asimismo, símbolo y espejo de lo que estaba ocurriendo entre los cristianos del tiempo de Lucas. Las comunidades llegadas del paganismo habían nacido de las comunidades de judíos convertidos, pero eran diferentes. El Nuevo no correspondía a lo que el Antiguo imaginaba y esperaba. Era «señal de contradicción» (Lc 2,34), causaba tensiones y era fuente de mucho dolor. En la actitud de María, imagen del Pueblo de Dios, Lucas representa un modelo de cómo perseverar en el Nuevo, sin ser infiel al Antiguo.

En estos dos primeros capítulos del Evangelio de Lucas, todo gira entorno del nacimiento de dos niños: Juan y Jesús. Los dos capítulos nos hacen sentir el perfume del evangelio de Lucas. En ellos, el ambiente es de ternura y de alabanza. Desde el comienzo al fin, se alaba y se canta, pues, por fin, la misericordia de Dios se reveló en Jesús; él cumplió las promesas hechas a los padres. Y Dios las cumplió a favor de los pobres; de los anawim, como Isabel y Zacarías, María y José, Ana y Simeón, los pastores. Estos supieron esperar su venida.

La insistencia de Lucas en decir que María y José cumplieron todo aquello que la Ley prescribe, evoca lo que Pablo escribió en la carta a los Gálatas.: “Cuando llegó la plenitud de los tiempos, Dios envió a su Hijo, nacido de una mujer, sometido a la Ley para rescatar a los que estaban sometidos a la Ley, para que fuesen adoptados como hijos” (Gal 4,4-5).

La historia del viejo Simeón enseña que la esperanza, aunque se demore, un día se realiza. No se frustra, ni se deshace. Pero la forma de realizarse no siempre corresponde a la manera que nos imaginamos. Simeón esperaba al Mesías glorioso de Israel. Llegando al templo, en medio de tantas parejas que llevan a sus niños, él ve a una pareja pobre de Nazaret. Y en esta pareja pobre con su niño ve la realización de su esperanza y de la esperanza del pueblo: “Mis ojos han visto la salvación ante todos los pueblos para iluminar a las naciones y gloria de tu pueblo, Israel.»

En el texto del evangelio de este día, aparecen los temas preferidos por Lucas, a saber, una gran insistencia en la acción del Espíritu Santo, en la oración y en el ambiente orante, una atención continua a la acción y participación de las mujeres, y una preocupación constante con los pobres y con el mensaje para los pobres.

Para la reflexión personal

¿Serías capaz de percibir en un niño pobre la luz para iluminar a las naciones?
¿Serías capaz de aguantar una vida entera esperando la realización de tu esperanza?

Oración final

¡Cantad a Yahvé un nuevo canto,
canta a Yahvé, tierra entera,
cantad a Yahvé, bendecid su nombre!
Anunciad su salvación día a día.
(Sal 96,1-2)

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Lectio mié, 28 dic, 2022

Oración inicial

Dios nuestro, que concediste a los Santos Inocentes dar testimonio de Cristo, no de palabra, sino con su sangre, ayúdanos a poner de manifiesto nuestra fe, no sólo con nuestros labios, sino, más bien, con nuestra conducta diaria. Por nuestro Señor Jesucristo. Amen.

Lectura del santo Evangelio según Mateo 2,13-18

Después de que los magos partieron de Belén, el ángel del Señor se le apareció en sueños a José y le dijo: “Levántate, toma al niño y a su madre y huye a Egipto. Quédate allá hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo”.

José se levantó y esa misma noche tomó al niño y a su madre y partió para Egipto, donde permaneció hasta la muerte de Herodes. Así se cumplió lo que dijo el Señor por medio del profeta: De Egipto llamé a mi hijo.

Cuando Herodes se dio cuenta de que los magos lo habían engañado, se puso furioso y mandó matar, en Belén y sus alrededores, a todos los niños menores de dos años, conforme a la fecha que los magos le habían indicado.

Así se cumplieron las palabras del profeta Jeremías: En Ramá se ha escuchado un grito, se oyen llantos y lamentos: es Raquel que llora por sus hijos y no quiere que la consuelen, porque ya están muertos.

Reflexión

El Evangelio de Mateo, redactado entorno a los años 80 y 90, tiene la preocupación de mostrar que en Jesús se realizan las profecías. Muchas veces se dice: “Esto sucedió para que se realizara lo que dice la escritura. ” (cf. Mt 1,22; 2,17.23; 4,14; 5,17; etc.). Es porque los destinatarios del Evangelio de Mateo son las comunidades de judíos convertidos que vivían una crisis profunda de fe y de identidad. Después de la destrucción de Jerusalén en el año 70, los fariseos eran el único grupo superviviente del judaísmo. En los años 80, cuando empezaron a reorganizarse, creció la oposición entre judíos fariseos y judíos cristianos. Estos últimos terminaron siendo excomulgados de la sinagoga y separados del pueblo de las promesas. La excomulga volvió a agudizar el problema de la identidad. No podían frecuentar más sus sinagogas. Y llegó la duda: ¿Será que nos equivocamos? ¿Quién es el verdadero pueblo de Dios? Jesús, ¿es realmente el Mesías?

Es para este grupo sufrido que Mateo escribe su evangelio como Evangelio de la consolación para ayudarlos a superar el trauma de la ruptura, como Evangelio de la revelación para mostrar que Jesús es el verdadero Mesías, el nuevo Moisés, en quien se realizan las promesas; como Evangelio de la nueva práctica para enseñar el camino de cómo alcanzar la nueva justicia, mayor que la justicia de los fariseos (Mt 5,20).

En el evangelio de hoy aparece esta preocupación de Mateo. El consuela las comunidades perseguidas mostrando que Jesús también fue perseguido. El revela que Jesús es el Mesías, pues por dos veces insiste en decir que las profecías se realizarán en él; y sugiere además que Jesús es el nuevo Moisés, pues al igual que Moisés fue perseguido y tuvo que huir. El indica un nuevo camino, sugiriendo que deben hacer como los magos que supieron evitar la vigilancia de Herodes e volvieron por otro camino a su morada.

Para la reflexión personal

Herodes mandó matar a los niños de Belén. El Herodes de hoy sigue matando a millones de niños. Mueren de hambre, de enfermedad, de desnutrición, por el aborto. ¿Quién es hoy Herodes?
Mateo ayuda a superar la crisis de fe y de identidad. Hoy, muchos viven una crisis profunda de fe y de identidad. El Evangelio, ¿cómo puede ayudar a superar esta crisis de fe?

Oración final

Nuestra ayuda es el nombre de Yahvé,
que hizo el cielo y la tierra.
(Sal 124,8)

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Lectio mar, 27 dic, 2022

Oración inicial

Dios nuestro, que por medio del apóstol san Juan, has querido descubrirnos la profundidad de la vida y del amor de tu Hijo, haz que seamos capaces de conocer y de amar cada día más a Jesucristo, nuestro redentor, que vive y reina ….

Lectura del santo Evangelio según Juan 20, 2-8

El primer día después del sábado, María Magdalena vino corriendo a la casa donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, a quien Jesús amaba, y les dijo: “Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo habrán puesto”.

Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos iban corriendo juntos, pero el otro discípulo corrió más aprisa que Pedro y llegó primero al sepulcro, e inclinándose, miró los lienzos puestos en el suelo, pero no entró.

En eso, llegó también Simón Pedro, que lo venía siguiendo, y entró en el sepulcro. Contempló los lienzos puestos en el suelo y el sudario, que había estado sobre la cabeza de Jesús, puesto no con los lienzos en el suelo, sino doblado en sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro, y vio y creyó, porque hasta entonces no habían entendido las Escrituras, según las cuales Jesús debía resucitar de entre los muertos.

Reflexión

El evangelio de hoy trae el pasaje del Evangelio de Juan, que habla del Discípulo Amado. Probablemente, se escogió este texto para que se lea y medite en el día de hoy, fiesta de San Juan Evangelista, por la identificación espontánea que todos hacemos del discípulo amado con el apóstol Juan. Lo curioso es que en ningún trozo del evangelio de Juan se dice que el discípulo amado es Juan. Pero desde el más remoto inicio de la Iglesia, siempre se insistió en la identificación de los dos. Por ello, insistiendo en la semejanza entre los dos, corremos el riesgo de perder un aspecto muy importante del mensaje del Evangelio respecto al discípulo amado.

En el evangelio de Juan el discípulo amado representa la nueva comunidad que nace alrededor de Jesús. El Discípulo Amado está a los pies de la Cruz, junto a María, la madre de Jesús (Jn 19,26). María representa el Pueblo de la antigua alianza. Al final del siglo primero, época en que se hizo la redacción final del Evangelio de Juan, había un conflicto creciente entre la sinagoga y la iglesia. Algunos cristianos querían abandonar el Antiguo Testamento y quedarse sólo con el Nuevo Testamento. A los pies de la Cruz, Jesús dice: “Mujer, ¡he aquí a tu hijo!” y al discípulo amado: “Hijo, ¡he aquí a tu madre!” Y los dos tienen que permanecer unidos, como madre e hijo. Separar el Antiguo Testamento del Nuevo Testamento, en aquel tiempo  era  lo mismo que lo que hoy llamamos separación entre fe (NT) y vida (AT).

En el evangelio de hoy, Pedro y el Discípulo Amado, alertados por el testimonio de María Magdalena, corren juntos hacia el Santo Sepulcro. El joven es más veloz que el viejo y llega primero. Mira dentro del sepulcro, observa todo, pero no entra. Deja que Pedro entre. Pedro entra. Es sugestiva la manera en que el evangelio describe la reacción de los dos hombres ante lo que ambos ven: “Entró a la sepultura y vio los lienzos por el suelo. El sudario que pasaba sobre la cabeza no estaba en el suelo como los lienzos, sino enrollado en su mismo lugar. Entonces el otro discípulo, que había llegado primero, entró a su vez, vio y creyó”. Ambos vieron la misma cosa, pero sólo se dice del Discípulo Amado que creyó: “Entonces el otro discípulo, que había llegado primero, entró a su vez, vio y creyó” Por qué? ¿Será que Pedro no creyó?

El discípulo amado tiene una mirada diferente que percibe más que los demás. Tiene una mirada amorosa que percibe la presencia de la novedad de Jesús. De madrugada, después de aquella noche de búsqueda y después de la pesca milagrosa, es él, el discípulo amado, que percibe la presencia de Jesús y dice “¡Es el Señor!” (Jo 21,7). En aquella ocasión, Pedro, alertado por la afirmación del discípulo amado también reconoce y empieza a entender. Pedro aprende del discípulo amado. Enseguida Jesús pregunta tres veces: “Pedro, ¿me amas tú?” (Jn 21,15.16.17). Por tres veces, Pedro respondió: “¡Tú sabes que yo te amo¡” Después de la tercera vez, Jesús confía las ovejas a los cuidados de Pedro, pues en ese momento también Pedro se vuelve “Discípulo Amado”.

Para la reflexión personal

Todos los que creemos en Jesús somos hoy el Discípulo Amado. ¿Será que tengo la misma mirada amorosa para percibir la presencia de Dios y creer en su resurrección?
Separar el Antiguo del Nuevo Testamento es lo mismo que separar Vida y Fe. ¿Cómo hago y vivo esto?

Oración final

Los montes se derriten como cera,
ante el Dueño de toda la tierra;
los cielos proclaman su justicia,
los pueblos todos ven su gloria.
(Sal 97,5-6)

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Lectio lun, 26 dic, 2022

Oración inicial

Dios nuestro, que concediste a san Esteban, protomártir, fortaleza para orar por sus verdugos, haz que, a imitación suya, sepamos perdonar de corazón a cuantos nos hayan ofendido o causado algún mal. Por nuestro Señor Jesucristo. Amen.

Lectura del santo Evangelio según Mateo 10,17-22

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus apóstoles: “Cuídense de la gente, porque los llevarán a los tribunales, los azotarán en las sinagogas, los llevarán ante gobernadores y reyes por mi causa; así darán testimonio de mí ante ellos y ante los paganos. Pero, cuando los enjuicien, no se preocupen por lo que van a decir o por la forma de decirlo, porque, en ese momento se les inspirará lo que han de decir. Pues no serán ustedes los que hablen, sino el Espíritu de su Padre el que hablará por ustedes.

El hermano entregará a su hermano a la muerte, y el padre a su hijo; los hijos se levantarán contra sus padres y los matarán; todos los odiarán a ustedes por mi causa, pero el que persevere hasta el fin, se salvará’’.

Reflexión

El contraste es grande. Ayer, día de Navidad, tuvimos el pesebre del recién nacido con el canto de los ángeles y la visita de los pastores. Hoy es la sangre derramada de Esteban, apedreado hasta la muerte, porque tuvo el valor de creer en la promesa expresada en la sencillez del pesebre. Esteban criticó la interpretación fundamentalista de la Ley de Dios y el monopolio del Templo. Por eso le mataron (Hechos 6,13-14).

Hoy, en la fiesta de Esteban, primer mártir, la liturgia nos presenta un pasaje del evangelio de Mateo (Mt 10,17-22), sacado del así llamado Sermón de la Misión (Mt 10,5-42). En él Jesús advierte a sus discípulos diciendo que la fidelidad al evangelio conlleva dificultades y persecución: “a ustedes los arrastrarán ante las autoridades, y los azotarán en las sinagogas”. Más para Jesús lo que importa en la persecución no es el lado doloroso del sufrimiento, más bien el lado positivo del testimonio: “Por mi causa, ustedes serán llevados ante los gobernantes y los reyes, teniendo así la oportunidad de dar testimonio de mí ante ellos y los paganos”. La persecución es una oportunidad para dar testimonio de la Buena Nueva que Dios nos trae.

Fue lo que aconteció con Esteban. El dio testimonio de su fe en Jesús hasta el último momento de su vida. En la hora de su muerte dijo: “Veo el cielo abierto; y al Hijo del Hombre de pie a la derecha de Dios” (Hechos 7,56). Y al caerse muerto bajo las piedras imitó a Jesús, gritando: “¡Señor, no les tengas en cuenta este pecado!” (Hechos 7,60; Lc 23,34).

Jesús había dicho: “Cuando los juzguen, no se preocupen por lo que van a decir ni cómo tendrán que hacerlo; en esa misma hora se les dará lo que van a decir; Pues no van a ser ustedes los que hablarán, sino el Espíritu de su Padre, el que les hablará por ustedes”. Esta profecía se realizó también en Esteban. Sus adversarios “no podían resistir a la sabiduría y al Espíritu con que hablaba” (Hechos 6,10). “Los miembros del sanedrín tuvieron la impresión de ver en su rostro el rostro de un ángel” (Hechos 6,15). Esteban hablaba “repleto de Espíritu Santo” (Hechos 7,55). Por esto, la rabia de los demás era tan grande y lo lincharon.

Hoy también sucede lo mismo. En muchos lugares mucha gente es arrastrada ante los tribunales y sabe dar respuestas que superan en sabiduría las de sabios y entendidos (Lc 10,21).

Para la reflexión personal

Poniéndote en la posición de Esteban: ¿has sufrido alguna vez por causa de tu fidelidad al Evangelio?
La sencillez del pesebre y la dureza del martirio van a la par en la vida de Santos y Santas y en la vida de tantas personas que hoy son perseguidas hasta la muerte por causa de su fidelidad al evangelio. ¿Tú conoces de cerca personas así?

Oración final

En ti, Yahvé, me cobijo,
¡nunca quede defraudado!
¡Líbrame conforme a tu justicia,
tiende a mí tu oído, date prisa!
(Sal 31,2-3)

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Lectio Dom, 25 dic, 2022

ORACIÓN INICIAL

En la oscuridad de una noche sin estrellas, la noche vacía de sentido tú, Verbo de la Vida, como relámpago en la tempestad del olvido, has entrado en el límite de la duda, al abrigo de los confines de la precariedad, para esconder la luz.

Palabras hechas de silencio y de cotidianidad tus palabras humanas, precursoras de los secretos del Altísimo: como anzuelos lanzados en las aguas de la muerte para encontrar al hombre, sumergido en su ansiosa locura, y retenerlo preso, por el atrayente resplandor del perdón.

A Ti, Océano de Paz y sombra de la eterna Gloria, te doy gracias: Mar en calma para mi orilla que espera la ola, ¡que yo te busque! Y la amistad de los hermanos me proteja cuando la tarde descienda sobre mi deseo de ti. Amén.

LECTURA

El texto:

En el principio ya existía aquel que es la Palabra,
y aquel que es la Palabra estaba con Dios y era Dios.
Ya en el principio él estaba con Dios.
Todas las cosas vinieron a la existencia por él
y sin él nada empezó de cuanto existe.
Él era la vida, y la vida era la luz de los hombres.
La luz brilla en las tinieblas
y las tinieblas no la recibieron.

Hubo un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan.
Éste vino como testigo, para dar testimonio de la luz,
para que todos creyeran por medio de él.
Él no era la luz, sino testigo de la luz.

Aquel que es la Palabra era la luz verdadera,
que ilumina a todo hombre que viene a este mundo.
En el mundo estaba;
el mundo había sido hecho por él
y, sin embargo, el mundo no lo conoció.

Vino a los suyos y los suyos no lo recibieron;
pero a todos los que lo recibieron
les concedió poder llegar a ser hijos de Dios,
a los que creen en su nombre,
los cuales no nacieron de la sangre,
ni del deseo de la carne, ni por voluntad del hombre,
sino que nacieron de Dios.

Y aquel que es la Palabra se hizo hombre
y habitó entre nosotros.
Hemos visto su gloria,
gloria que le corresponde como a unigénito del Padre,
lleno de gracia y de verdad.

Juan el Bautista dio testimonio de él, clamando:
“A éste me refería cuando dije:
‘El que viene después de mí, tiene precedencia sobre mí,
porque ya existía antes que yo’ ”.

De su plenitud hemos recibido todos gracia sobre gracia.
Porque la ley fue dada por medio de Moisés,
mientras que la gracia y la verdad vinieron por Jesucristo.
A Dios nadie lo ha visto jamás.
El Hijo unigénito, que está en el seno del Padre,
es quien lo ha revelado.

Momento de silencio:

Dejamos que la Voz del Verbo resuene en nosotros.

MEDITATIO

Preguntas para la reflexión:

Dios, que es luz, ha escogido ahuyentar las tinieblas del hombre, haciéndose él mismo tinieblas. El hombre ha nacido ciego (cfr Jn 9,1-41): la ceguera es para él la condición de criatura. El gesto simbólico de Jesús de recoger fango y derramarlo sobre los ojos del ciego de nacimiento de Juan, nos quiere indicar la novedad de la encarnación: es un gesto de la nueva creación. A aquel ciego, cuando aún estaban sus ojos cubiertos por el fango de la creación, se le pide, no un acto de fe, sino de obediencia: ir a la piscina de Siloé que significa “enviado”. Y el enviado es Jesús.

¿Sabremos obedecer a la Palabra que cada día llega a nosotros?

El hombre ciego en el evangelio de Juan es un pobre: no pretende nada, no pide nada. También nosotros, a menudo, vivimos en la ceguera cotidiana con la resignación de quien no merece horizontes diversos. ¿Nos reconoceremos privado de todo, para que sea también destinado a nosotros el don de Dios, don de la redención de la carne, pero sobre todo don de luz y de fe?

La ley fue dada por medio de Moisés, la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo. A Dios ninguno lo ha visto: sólo el Hijo unigénito, que está en el seno del Padre, él lo ha revelado” (Jn 1,17-18). La inteligencia de lo que acaece en la historia de nuestra vida nos lleva a salir de la ceguera de la presunción y a contemplar la luz que brilla sobre el rostro del Hijo de Dios. Y nuestros ojos, inundados de luz, se abren a los acontecimientos. ¿Cuándo conseguiremos ver a Dios entre nosotros?

Clave de lectura:

Juan, un hombre que ha tenido ocasión de ver resplandecer la luz, que ha visto, oído, tocado, la luz. En el principio el Verbo existía: constantemente dirigido hacia el amor del Padre, se ha convertido en la explicación verdadera, en la exégesis única (Jn 1,18), la revelación de su amor. En el Logos era la vida y la vida era la luz, pero las tinieblas no la han acogido. En el Antiguo Testamento la revelación del Verbo de Dios es revelación de luz: a ella corresponde la plenitud de la gracia, la gracia de la gracia, que se nos da en Jesús, revelación del amor sin límites de Dios (Jn 1,4-5,16). También todo el testimonio del Antiguo Testamento es un testimonio de luz: desde Abrahán a Juan Bautista, Dios manda testimonios de la luz; Juan Bautista es el último de ellos: anuncia la luz que está por venir en el mundo y reconoce en Jesús la luz esperada (Jn 1,6-8;15).

Dabar IHWH es la comunicación de Dios con el hombre, dada para todos aquéllos que Dios ha llamado y aquéllos sobre los cuáles cae, sobre los cuáles viene la palabra del Señor (cfr Is 55,10-11). Como dice San Agustín: La Palabra de Dios es la verdadera luz.

La palabra sale de la boca de Dios, pero conserva toda su fuerza, es persona, crea y sostiene el mundo. Esta palabra que crea y salva se identifica con la Torah, con la que Israel entiende la revelación divina en su totalidad, con la Sabiduría: De Sión saldrá la ley y de Jerusalén la palabra del Señor (Is 2,3).

El memra (arameo) es el concepto que ha servido a Juan para pasar del dabar al logos: en los targum el memra tiene una función creadora, pero sobre todo reveladora, que se expresa de modo particular a través de la imagen de la luz. En el Targum Neophiti, en el famoso poema de las cuatro noches sobre Éx. 12,42 está escrito: La primera noche fue aquélla en la que IHWH se manifestó sobre el mundo para crearlo: el mundo estaba desierto y vacío y las tinieblas recubrían la faz del abismo. Y el menra de IHWH era la luz que brillaba.” En el Targum Jerusalaim el manuscrito 110 dice: “Con su palabra IHWH brillaba e iluminaba”.

El midrash subraya que la ley existía antes del mundo, era vida, era luz: “Las palabras de la Torah son luz para el mundo” (Midrash Dt Rabba 7.3). Hija unigénita de Dios, la Torah ha sido escrita con fuego negro en la llama blanca y yace sobre las rodillas de Dios, mientras Dios se sienta sobre el trono de gloria (cfr Midrash al Salmo 90.3).

El logos-luz se hace presente en el mundo: Todo es vida en él: el Verbo substituye a la Torah. Se transcienden los signos, y más que substitución se asiste a un cumplimiento. Si la Torah para el judío es la hija de Dios, Juan muestra que ella es el logos, que desde el principio está junto a Dios, es Dios. Este logos se hace carne: hombre, caduco, limitado, finito, metiendo su gloria en la carne. Él ha puesto su tienda, skené, entre nosotros, se ha convertido en sekinah de Dios entre nosotros, y ha hecho ver la gloria, la presencia aplastante de Dios a los hombres. La gloria que habitaba en la tienda del Éxodo ( Éx 40,34-38), que habitaba en el templo (1 Re 8,10), ahora habita en la carne del Hijo de Dios. Es una verdadera epifanía. La shekinak se hace visible, porque la shekinah es Cristo, lugar de la presencia y de la gloria divina. Hay quien ha visto la gloria de Dios: el Unigénito lleno de gracia y de verdad; él viene a revelarnos el rostro del Padre, el único que puede hacerlo, porque está en el seno del Padre. De esta plenitud de vida tiene origen la nueva creación. Moisés ha dado la ley, Cristo da la gracia y la verdad, el amor, la fidelidad. En el Hijo se puede contemplar a Dios sin morir, porque quien ve al Hijo ve al Padre: Jesús es la exégesis, la narración de la vida divina.

Y el lugar de revelación su carne. He aquí por qué Juan dirá en el cumplimiento de la hora: “Nosotros hemos visto su gloria” (Jn 1,14), donde por “hora de la glorificación” no se ve otra cosa que tinieblas. La luz está escondida en su dar la vida por amor de los hombres, en el amor hasta el final, sin  volver atrás, respetando la libertad del hombre  de crucificar al Autor de la vida: Dios es glorificado en el momento de  la pasión: un amor cumplido, definitivo, sin límites, un amor demostrado hasta las últimas consecuencias: Es el misterio de la luz que se hace camino en las tinieblas, sí, porque el amor ama la oscuridad de la noche: cuando la vida se hace más íntima y las propias palabras mueren para vivir en el respiro de la persona amada la luz está en el amor que ilumina aquella hora de expropiación, hora en la que se pierde uno mismo, para encontrarse restituído en el abrazo de la vida.

ORACIÓN

Jerusalén, quítate el vestido de luto y aflicción y vístete ya siempre con las galas de la gloria de Dios. Envuélvete en el manto de la justicia divina y adorna tu cabeza con la gloria del Eterno. Porque Dios mostrará tu esplendor a toda la tierra y te dará para siempre este nombre: «Paz en la justicia y gloria en la piedad». Levántate, Jerusalén, súbete en alto, mira hacia oriente y contempla a tus hijos convocados desde oriente a occidente por la palabra del Santo y disfrutando del recuerdo de Dios.
Se te marcharon a pie, conducidos por el enemigo, pero Dios te los devuelve encumbrados en gloria y en litera real.
Porque Dios ha ordenado rebajarse a todo monte elevado y a las dunas permanentes, y rellenarse a los barrancos, hasta nivelar la tierra, para que Israel camine seguro bajo la gloria de Dios.
Y hasta los bosques y los árboles aromáticos darán sombra a Israel por orden de Dios.
Porque Dios conducirá a Israel con alegría a la luz de su gloria, con su misericordia y su justicia.
Baruc 5,1-9

CONTEMPLACIÓN

Padre de la luz, vengo a tí con todo el grito de mi existir. Después de dar pasos buenos y de resbalones en el mal, llego a entender, porque lo experimento, que por mí sólo existo en la oscuridad de las tinieblas. Sin tu luz, no veo nada. Eres tú, en efecto, la fuente de la vida, tú, Sol de justicia, el que abre mis ojos, tú el camino que conduce al Padre. Hoy has venido a nosotros, Palabra eterna, como luz que sigue atravesando las páginas de la historia para ofrecer a los hombres los dones de la gracia y de la alegría en el desierto de la carestía y de la ausencia: el pan y el vino de tu Nombre santo, que en la hora de la Cruz se convirtieron en el signo visible del amor consumado, nos hacen nacer contigo en el seno fecundo que es la Iglesia, la cuna de tu vida para nosotros.

Como María, queremos estar cerca de ti para aprender a ser como Ella, llena de la gracia del Altísimo. Y cuando nuestras tiendas recojan la nube del Espíritu en el fulgor de una palabra pronunciada, entonces entenderemos la gloria de tu Rostro y bendeciremos en un silencio adorante sin ninguna frialdad, la Belleza del ser una sola cosa contigo, Verbo del Dios viviente.

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Lectio sáb, 24 dic, 2022

Oración inicial

Apresúrate, Señor Jesús, y no tardes, para que tu venida consuele y fortalezca a los que esperan todo de tu amor. Tú que vives y reinas.

Lectura del santo Evangelio según Lucas 1,67-79

En aquel tiempo, Zacarías, padre de Juan, lleno del Espíritu Santo, profetizó diciendo:

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
y ha hecho surgir en favor nuestro
un poderoso salvador en la casa de David, su siervo.
Así lo había anunciado desde antiguo,
por boca de sus santos profetas:
que nos salvaría de nuestros enemigos
y de las manos de todos los que nos odian,
para mostrar su misericordia a nuestros padres,
acordándose de su santa alianza.

El Señor juró a nuestro padre Abraham
concedernos que, libres ya de nuestros enemigos,
lo sirvamos sin temor, en santidad y justicia
delante de él, todos los días de nuestra vida.

Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor a preparar sus caminos
y a anunciar a su pueblo la salvación,
mediante el perdón de los pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto
para iluminar a los que viven en tinieblas y en sombras de muerte,
para guiar nuestros pasos por el camino de la paz’’.

Reflexión

El Cántico de Zacarías es uno de los muchos cánticos de las comunidades de los primeros cristianos, que hasta hoy están esparcidos por los escritos del Nuevo Testamento: en los evangelios (Lc 1,46-55; Lc 2,14; 2,29-32), en las cartas paulinas (1Cor 13,1-13; Ef 1,3-14; 2,14-18; Fil 2,6-11; Col 1,15-20) y en el Apocalipsis (1,7; 4,8; 11,17-18; 12,10-12; 15,3-4; 18,1 hasta 19,8). Estos cánticos nos dan una idea de cómo era la vivencia de la  fe y de la liturgia semanal en  aquellos  primeros  tiempos. Dejan  entrever una liturgia que era, al mismo tiempo, celebración del misterio, profesión de fe, animación de la esperanza y catequesis.

Aquí en el Cántico de Zacarías, los miembros de aquellas primeras comunidades, casi todos judíos, cantan la alegría de haber sido visitados por la bondad de Dios que, en Jesús, vino a realizar las promesas. El cántico tiene una bonita estructura, bien elaborada. Parece una lenta subida que lleva a los fieles hasta lo alto de la montaña, de donde observan el camino recorrido desde Abrahán (Lc 1,68-73), experimentan el comienzo de la realización de las promesas (Lc 1,74-75) y de allí miran hacia delante previendo el camino que tiene que recorrer el niño Juan hasta el nacimiento de Jesús; el sol de justicia que viene a preparar para todos el camino de la Paz (Lc 76- 79).

Zacarías comienza alabando a Dios porque ha visitado y redimido a su pueblo (Lc 1,68) y ha suscitado a un poderoso salvador en la casa de David su siervo (Lc 1,69) como había prometido por boca de los profetas (Lc 1,70). Y describe en qué consiste esta salvación poderosa: salvarnos de todos nuestros enemigos y de las manos de todos los que nos odian (Lc 1,71). Esta salvación es el resultado, no de nuestro esfuerzo, sino de la bondad misericordiosa de Dios mismo que se acordó de su alianza sagrada y del juramento hecho a Abrahán; nuestro padre (Lc 1,72). Dios es fiel. Este es el fundamento de nuestra seguridad.

Seguidamente Zacarías describe en qué consiste el juramento de Dios a Abrahán: es la esperanza de “que, libres de nuestros enemigos, podamos vivir sin temor, en santidad y justicia, en presencia de Dios, todos los días de nuestra vida”. Este era el gran deseo de la gente de aquel tiempo y sigue siendo el gran deseo de todos los pueblos de todos los tiempos: vivir en paz, sin miedo, sirviendo a Dios y al prójimo, en santidad y justicia, todos los días de nuestra vida. Este es lo alto de la montaña, el punto de llegada, que apareció en el horizonte con el nacimiento de Juan (Lc 1,73- 75).

Ahora la atención del cántico se dirige a Juan, al niño que acaba de nacer. El será el profeta del Altísimo, porque irá delante del Señor preparándole el camino, capacitando a su pueblo para conocer la salvación para el perdón de los pecados (Lc 1,76-77). Aquí tenemos una alusión clara a la profecía mesiánica de Jeremías que decía: “Ya no tendrá que enseñarse mutuamente, diciéndose el uno al otro: «Conozcan a Javé». Porque todos, grandes y pequeños, me conocerán, oráculo de Javé, porque yo habré perdonado su culpa y no me acordaré más de su pecado” (Jer 31,34). En la Biblia, “conocer” es sinónimo de “experimentar”. El perdón y la reconciliación nos hacen experimentar la presencia de Dios.

Todo esto será fruto de la acción misericordiosa del corazón de nuestro Dios y se realizará plenamente con la venida de Jesús, el sol que viene de lo alto para iluminar todos los que están en tinieblas y sombras de muerte y para guiar nuestros pasos por los caminos de la Paz (Lc 1,78-79).

Para la reflexión personal

Hay veces que es bueno leer el cántico como si fuera por primera vez para poder descubrir en él toda la novedad de la Buena Nueva de Dios.
¿Has experimentado alguna vez la bondad de Dios? ¿Has experimentado alguna vez el perdón de Dios?

Oración final

Cantaré por siempre el amor de Yahvé,
anunciaré tu lealtad de edad en edad. Dije:
«Firme está por siempre el amor,
en ellos cimentada tu lealtad.
(Sal 89,2-3)

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Lectio vie, 23 dic, 2022

Oración

Apresúrate, Señor Jesús, y no tardes, para que tu venida consuele y fortalezca a los que esperan todo de tu amor. Tú que vives y reinas.

Lectura del Evangelio según Lucas 1,57-66

Por aquellos días, le llegó a Isabel la hora de dar a luz y tuvo un hijo. Cuando sus vecinos y parientes se enteraron de que el Señor le había manifestado tan grande misericordia, se regocijaron con ella.

A los ocho días fueron a circuncidar al niño y le querían poner Zacarías, como su padre; pero la madre se opuso, diciéndoles: “No. Su nombre será Juan”. Ellos le decían: “Pero si ninguno de tus parientes se llama así”.

Entonces le preguntaron por señas al padre cómo quería que se llamara el niño. Él pidió una tablilla y escribió: “Juan es su nombre”. Todos se quedaron extrañados. En ese momento a Zacarías se le soltó la lengua, recobró el habla y empezó a bendecir a Dios.

Un sentimiento de temor se apoderó de los vecinos, y en toda la región montañosa de Judea se comentaba este suceso. Cuantos se enteraban de ello se preguntaban impresionados: “¿Qué va a ser de este niño?” Esto lo decían, porque realmente la mano de Dios estaba con él.

Reflexión

En los capítulos 1 e 2 de su evangelio, Lucas describe el anuncio y el nacimiento de dos niños, Juan y Jesús, que va a desempeñar un papel importante en la realización del proyecto de Dios. Lo que Dios inició en el AT comienza a realizarse por medio de ellos. Por esto, en estos dos capítulos, Lucas evoca muchos hechos y personas del AT y llega a imitar el estilo del AT. Es para sugerir que con el nacimiento de estos dos niños, se traza una gran curva en la historia y se inicia la realización de las promesas de Dios por medio de Juan y de Jesús y con la colaboración de los padres, Isabel y Zacarías y María y José.

Existe un cierto paralelismo entre el anuncio y el nacimiento de los dos niños:

El anuncio del nacimiento de Juan (Lc 1,5-25) y de Jesús (Lc 1,26-38)

Las dos madres embarazadas se encuentran y experimentan la presencia de Dios (Lc 1,27-56)

El nacimiento de Juan (Lc 1,57-58) y de Jesús (Lc 2,1-20)

La circuncisión en la comunidad de Juan (Lc 1,59-66) y de Jesús (Lc 2,21-28)

El canto de Zacarías (Lc 1,67-79) y el canto de Simeón con la profecía de Ana (Lc 2,29-32)

La vida oculta de Juan (Lc 1,80) y de Jesús (Lc 2,39-52)

Lucas 1,57-58: Nacimiento de Juan Bautista. “Se le cumplió a Isabel el tiempo de dar a luz y tuvo un hijo. Oyeron sus vecinos y parientes que el Señor le había hecho gran misericordia, y se congratulaban con ella”. Como tantas mujeres del AT, Isabel era estéril: Como Dios tuvo piedad de Sara (Gén 16,1; 17,17; 18,12), de Raquel (Gén 29,31) y de Ana (1Sam 1,2.6.11) transformando la esterilidad en fecundidad, así El tuvo piedad de Isabel, y ella concibió a un hijo. Embarazada, Isabel se escondió durante cinco meses. Cuando después de cinco meses, la gente pudo comprobar en su cuerpo como Dios había sido bueno con Isabel, todos se alegraron con ella. Este ambiente comunitario en que todos participan de la vida de los demás, tanto en la alegría como en el dolor, es el ambiente en que Juan y Jesús nacieron, crecieron y recibieron su formación. Un ambiente así marca la personalidad de las personas por el resto de su vida. Y este ambiente comunitario es el que más nos falta hoy.

Lucas 1,59: Dar el nombre el octavo día. “Al octavo día fueron a circuncidar al niño y querían ponerle el nombre de su padre, Zacarías”. La implicación de la comunidad en la vida de familia de Zacarías, de Isabel y Juan es tal que los padres y los vecinos llegan a interferir hasta en escoger el nombre de la criatura. Quieren dar al niño en nombre del padre: “¡Zacarías!” Zacarías quiere decir: Dios se acordó. Tal vez querrían expresar la gratitud a Dios por haberse acordado de Isabel y de Zacarías y por haberles dado a un hijo en su vejez.

Lucas 1,60-63: ¡Su nombre será Juan! Pero Isabel interviene y no permite que los parientes tomen la delantera en la cuestión del nombre. Recordando el anuncio del nombre hecho por el ángel Zacarías (Lc 1,13), ella dice: «¡No! Se llamará Juan». En un lugar pequeño como Ain Karem en la sierra de Judea, el control social es muy fuerte. Y cuando una persona sale fuera de las costumbres normales del lugar, es criticada. Isabel no siguió las costumbres del lugar y escogió un nombre fuera de los patrones normales. Por esto, los parientes y los vecinos reclamaron diciendo: «No hay nadie en tu parentela que tenga ese nombre». Los parientes no ceden con facilidad y hacen señas al padre para saber de él cómo quiere que se le llame al niño. Él pidió una tablilla y escribió: “Juan es su nombre”. Todos quedaron admirados, pues debían de haber percibido algo del misterio de Dios que envolvía el nacimiento del niño.

Y esta percepción que la gente tiene del misterio de Dios presente en los hechos tan comunes de la vida, es la que Lucas quiere comunicar a sus lectores y lectoras. En su manera de describir los acontecimientos, Lucas no es como el fotógrafo que sólo registra lo que los ojos pueden ver. Es como aquel que usa los Rayos X y que registra aquello que los ojos no pueden ver. Lucas lee los hechos con los Rayos X de la fe que revela lo que la mirada común no percibe.

Lucas 1,64-66: La noticia del niño se difunde. “Y al punto se abrió su boca y su lengua, y hablaba bendiciendo a Dios. Invadió el temor a todos sus vecinos, y en toda la montaña de Judea se comentaban todas estas cosas; todos los que las oían las grababan en su corazón, diciéndose: Pues ¿qué será este niño? Porque, en efecto, la mano del Señor estaba con él”.

La manera en que Lucas describía los hechos evoca las circunstancias del nacimiento de las personas que en el AT tuvieron un papel importante en la realización del proyecto de Dios y cuya infancia ya parecía marcada por el destino privilegiado que iba a tener: Moisés (Ex 2,1-10), Sansón (Ju 13,1-4 e 13,24-25), Samuel (1Sam 1,13-28 e 2,11).

Si se conoce bien el Antiguo Testamento, se encontrarán muchas evocaciones en el evangelio de Lucas. Los dos primeros capítulos de su Evangelio no son historias en el sentido en que hoy entendemos la historia. Funcionan más como un espejo para ayudar a los lectores y lectoras a descubrir que Juan y Jesús habían venido a cumplir las profecías del Antiguo Testamento. Lucas quiere mostrar que Dios, mediante los dos niños, vino a responder a las más profundas aspiraciones del corazón humano. Por un lado, Lucas muestra que el Nuevo realizar lo que el Antiguo prefiguraba. Por otro lado, muestra que lo nuevo supera lo antiguo y no corresponde en todo a lo que el pueblo del Antiguo Testamento imaginaba y esperaba. En la actitud de Isabel y de Zacarías, de María y de José, Lucas presenta un modelo de cómo convertirse y creer en lo Nuevo que está llegando.

Para la reflexión personal

¿Qué es lo que más me llama la atención en la manera que Lucas tiene de describir los hechos de la vida?
¿Cómo leo los hechos de mi vida? ¿Cómo fotografía o cómo rayo X?

Oración final

Amor y verdad son las sendas de Yahvé
para quien guarda su alianza y sus preceptos.
Yahvé se confía a sus adeptos,
los va instruyendo con su alianza.
(Sal 25,10.14)

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