Lectio jue, 12 ene, 2023

Tiempo ordinario

Oración inicial

Muéstrate propicio, Señor, a los deseos y plegarias de tu pueblo; danos luz para conocer tu voluntad y la fuerza necesaria para cumplirla. Por nuestro Señor. Amen.

Lectura del santo Evangelio según Marcos 1,40-45

Se le acercó a Jesús un leproso para suplicarle de rodillas: “Si tú quieres, puedes curarme”. Jesús se compadeció de él, y extendiendo la mano, lo tocó y le dijo: “¡Sí quiero: sana!” Inmediatamente se le quitó la lepra y quedó limpio.

Al despedirlo, Jesús le mandó con severidad: “No se lo cuentes a nadie; pero para que conste, ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo prescrito por Moisés”.

Pero aquel hombre comenzó a divulgar tanto el hecho, que Jesús no podía ya entrar abiertamente en la ciudad, sino que se quedaba fuera, en lugares solitarios, a donde acudían a él de todas partes.

Reflexión

Acogiendo y curando al leproso Jesús revela un nuevo rostro de Dios. Un leproso llega cerca de Jesús. Era un excluido, un impuro. Debía vivir alejado. Pero aquel leproso tenía mucho valor. Transgredió las normas de la religión para poder llegar cerca de Jesús. Y grita: “¡Si quieres, puedes limpiarme!” Es decir: “¡No precisas tocarme! Basta que lo quieras para que yo sea curado”. La frase revela dos enfermedades:

la enfermedad de la lepra que lo hacía impuro;

la enfermedad de la soledad a la que era condenado por la sociedad y por la religión. Revela al mismo tiempo la gran fe del hombre en el poder de Jesús. Profundamente compadecido, Jesús cura las dos enfermedades. Primero, para curar la soledad, toca al leproso. Y es como si le dijera: “Para mí, tú no eres un excluido. ¡Yo te acojo como hermano!” Enseguida, cura la lepra diciendo: ¡Quiero! ¡Queda limpio! El leproso, para poder entrar en contacto con Jesús, había transgredido las normas de la ley. De la misma forma, Jesús, para poder ayudar a aquel excluido y así revelar un rostro nuevo de Dios, transgredí las normas de su religión y toca al leproso. En aquel tiempo, quien tocara a un leproso, se volvía impuro ante las autoridades religiosas y ante la ley de la época.

Reintegrar a los excluidos en la convivencia fraterna. Jesús no solamente cura, sino que además quiere que la persona curada pueda convivir de nuevo con los demás.

Reintegra a la persona en la convivencia. En aquel tiempo, para que un leproso fuera de nuevo acogido en la comunidad debía tener un certificado firmado por un sacerdote.

Es como hoy. El enfermo sale del hospital sólo si tiene un certificado médico firmado por un doctor. Jesús obliga al leproso a que se busque el documento, para que pueda convivir con normalidad. Obliga a las autoridades a que reconozcan que el hombre había sido curado.

El leproso anuncia el bien que Jesús le hace, y Jesús se vuelve un excluido. Jesús había prohibido al leproso que hablara de la curación. Pero no lo consiguió. El leproso, en cuanto se fue, empezó a divulgar la noticia, de modo que Jesús ya no podía entrar públicamente en el pueblo; tenía que andar por las afueras, en lugares apartados. ¿Por qué? Es que Jesús había tocado a un leproso. Por ello, en la opinión pública de aquel tiempo, Jesús, el mismo, era ahora un impuro y tenía que vivir alejado de todos. No podía entrar en las ciudades. Pero Marcos muestra que al pueblo poco le importaban esas normas oficiales, pues de todas partes llegaban a donde él estaba. ¡Subversión total!

Resumiendo. Tanto en los años 70, época en la que Marcos escribe, como hoy, época en la que vivimos, era y sigue siendo importante tener delante unos modelos de cómo vivir y anunciar la Buena Nueva de Dios y de cómo evaluar nuestra misión. En los versos de 16 a 45 del primero capítulo de su evangelio, Marcos describe la misión de la comunidad y presenta ocho criterios para que las comunidades de su tiempo pudieran evaluar la misión. He aquí el esquema:

Texto

Actividades de Jesús

Objetivo de la misión
Marcos 1,16-20 Jesús llama a los primeros discípulos formar comunidades
Marcos 1,21-22 La gente queda admirada con su enseñanza crear conciencia crítica
Marcos 1,23-28 Jesús expulsa a un demonio – luchar en contra del poder del mal
Marcos 1,29-31 Cura a la suegra de Pedro- restaurar la vida para el servicio
Marcos 1,32-34 Cura a enfermos y endemoniados acoger a los marginados
Marcos 1,35 Jesús se levanta pronto para rezar permanecer unido al Padre
Marcos 1,36-39 Jesús sigue anunciando – no encerrarse en los resultados
Marcos 1,40-45 Curación de un leproso reintegrar a los excluidos

Para la reflexión personal

Anunciar la Buena Nueva consiste en dar testimonio de la experiencia concreta que uno tiene de Jesús. El leproso, ¿qué anuncia? Cuenta a los demás el bien que le hizo Jesús. ¡Sólo esto! ¡Todo esto! Y es este testimonio lo que lleva a los demás a aceptar la Buena Nueva de Dios que Jesús nos trae. ¿Qué testimonio doy yo?

Para llevar la Buena Nueva de Dios a la gente, no hay que tener miedo de transgredir las normas religiosas que son contrarias al proyecto de Dios y que dificultan la comunicación, el diálogo y la vivencia del amor. Aunque esto traiga dificultades para la gente, como se las trajo a Jesús. ¿Tuve este valor?

Oración final

Entrad, rindamos homenaje inclinados, ¡arrodillados ante Yahvé que nos creó!
Porque él es nuestro Dios, nosotros somos su pueblo, el rebaño de sus pastos. (Sal 95,6- 7)

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Lectio mié, 11 ene, 2023

Tiempo ordinario

Oración inicial

Muéstrate propicio, Señor, a los deseos y plegarias de tu pueblo; danos luz para conocer tu voluntad y la fuerza necesaria para cumplirla. Por nuestro Señor. Amen.

Lectura del santo Evangelio según Marcos 1,29-39

Al salir Jesús de la sinagoga, fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba en cama, con fiebre, y enseguida le avisaron a Jesús. Él se le acercó, y tomándola de la mano, la levantó. En ese momento se le quitó la fiebre y se puso a servirles. 

Al atardecer, cuando el sol se ponía, le llevaron a todos los enfermos y poseídos del demonio, y todo el pueblo se apiñó junto a la puerta. Curó a muchos enfermos de diversos males y expulsó a muchos demonios, pero no dejó que los demonios hablaran, porque sabían quién era él. 

De madrugada, cuando todavía estaba muy oscuro, Jesús se levantó, salió y se fue a un lugar solitario, donde se puso a orar. Simón y sus compañeros lo fueron a buscar, y al encontrarlo, le dijeron: “Todos te andan buscando”. Él les dijo: “Vamos a los pueblos cercanos para predicar también allá el Evangelio, pues para eso he venido”. Y recorrió toda Galilea, predicando en las sinagogas y expulsando a los demonios.

Reflexión

Jesús restaura la vida para el servicio. Después de participar en la celebración del sábado en la sinagoga, Jesús entra en casa de Pedro y cura a la suegra de éste. La curación hace que la mujer se ponga de pie y atienda a los demás. Una vez recuperadas la salud y la dignidad, empieza a servir a las personas. Jesús no solamente sana a la persona, sino que sana para que la persona se ponga al servicio de la vida.

Jesús acoge a los marginados. Al caer de la tarde, terminado el sábado en la hora en que aparece la primera estrella en el cielo, Jesús acoge y cura a los enfermos y a los poseídos que la gente le trae. Los enfermos y los poseídos eran las personas más marginadas en aquella época. No sabían a quién acudir. Estaban a la merced de la caridad pública. Además de esto, la religión los consideraba impuras. No podían participar en la comunidad. Era como si Dios las rechazara y excluyera. Jesús las acoge. Así, aparece en qué consiste la Buena Nueva de Dios y lo que quiere alcanzar en la vida de la gente: acoger a los marginados y a los excluidos, y reintegrarlos en la convivencia de la comunidad.

Permanecer unido al Padre por la oración. Jesús aparece rezando. Hace un esfuerzo muy grande para tener el tiempo y el ambiente apropiado para rezar. Se levanta antes que los otros, para poder estar a solas con Dios. Muchas veces, los evangelios, nos hablan de la oración de Jesús en silencio (Mt 14,22-23; Mc 1,35; Lc 5,15-16; 3,21-22). A través de la oración, él mantiene viva en sí la conciencia de su misión.

Mantener viva la conciencia de la misión y no encerrarse en el resultado obtenido. Jesús se volvió conocido. Todos iban detrás de él. Esta publicidad gustó a los discípulos. Fueron a buscar a Jesús para llevarlo de nuevo junto con la gente que lo buscaba, y le dicen: Todos te buscan. Pensaban que Jesús iba a participar en el banquete. ¡Se engañaban! Jesús no acudió y dijo: Vamos para otros lugares. ¡He salido para esto precisamente! Seguramente se extrañaron. Jesús no era como se lo imaginaban. Tenía una conciencia mucho más clara de su misión y quería transmitirla a los discípulos. No quiere que se encierren en el resultado ya obtenido. No deben mirar atrás. Al igual que Jesús, deben mantener bien viva la conciencia de su misión. Es la misión recibida del Padre la que debe orientarlos en la toma de decisiones.

He salido para esto, precisamente. Este fue el primer malentendido entre Jesús y los discípulos. De momento, no es que una pequeña divergencia. Mas adelante, en el evangelio de Marcos, este malentendido, a pesar de las muchas advertencias de Jesús, crece y llega casi a una ruptura entre Jesús y los discípulos (cf. Mc 8,14-21.32- 33; 9,32;14,27). Hoy también existen malentendidos de cara al rumbo del anuncio de la Buena Nueva. Marcos ayuda a prestar atención a las divergencias, para no permitir que crezcan hasta llegar a una ruptura.

Para la reflexión personal

Jesús no ha venido para ser servido, sino para servir. La suegra de Pedro empieza a servir. Yo, ¿hago de mi vida un servicio a Dios y a los hermanos y hermanas?
Jesús mantenía viva la conciencia de su misión mediante la oración. ¿Y mi oración?

Oración final

Cantad a Yahvé, bendecid su nombre!
Anunciad su salvación día a día, contad su gloria a las naciones, sus maravillas a todos los pueblos. (Sal 96,2-3)

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Lectio mar, 10 ene, 2023

Tiempo ordinario

Oración inicial

Muéstrate propicio, Señor, a los deseos y plegarias de tu pueblo; danos luz para conocer tu voluntad y la fuerza necesaria para cumplirla. Por nuestro Señor. Amen.

Lectura del santo Evangelio según Marcos 1,21-28

Llegan a Cafarnaún. Al llegar el sábado entró en la sinagoga y se puso a enseñar. Y quedaban asombrados de su doctrina, porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas.

Había precisamente en su sinagoga un hombre poseído por un espíritu inmundo, que se puso a gritar: «¿Qué tenemos nosotros contigo, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a destruirnos? Sé quién eres tú: el Santo de Dios.» Jesús, entonces, le conminó diciendo:

«Cállate y sal de él.» Y agitándole violentamente el espíritu inmundo, dio un fuerte grito y salió de él. Todos quedaron pasmados de tal manera que se preguntaban unos a otros: «¿Qué es esto? ¡Una doctrina nueva, expuesta con autoridad! Manda hasta a los espíritus inmundos y le obedecen.» Bien pronto su fama se extendió por todas partes, en toda la región de Galilea.

Reflexión

Secuencia de los evangelios de los días de esta semana. El evangelio de ayer nos informaba sobre una primera actividad de Jesús: llamó a cuatro personas para formar comunidad con él (Mc 1,16-20). El evangelio de hoy describe la admiración de la gente ante la enseñanza de Jesús (Mc 1,21-22) y el primer milagro expulsando un demonio (Mc 1,23-28). El evangelio de mañana narra la curación de la suegra de Pedro (Mc 1,29-31), la curación de muchos enfermos (Mc 1,32-34) y la oración de Jesús en un lugar solitario (Mc 1.35-39). Marcos recoge estos episodios, que se transmitían oralmente en las comunidades, y los unió entre sí como los ladrillos en una pared. En los años 70, época en la que él escribe, las Comunidades necesitaban orientación. Al describir como fue el inicio de la actividad de Jesús, Marcos indicaba qué debían hacer para anunciar la Buena Nueva. Marcos hace catequesis contando a las comunidades los acontecimientos de la vida de Jesús.

Jesús enseña con autoridad, diversamente de los escribas. La primera cosa que la gente percibe es la que Jesús enseña de forma diferente. No es tanto lo referente al contenido, sino es la forma de enseñar que impresiona. Por medio de esta forma diferente, Jesús crea una conciencia crítica en la gente con relación a las autoridades religiosas de la época. La gente percibe, compara y dice: Enseña con autoridad, diferente de los escribas. Los escribas de la época enseñaban citando autoridades. Jesús no cita ninguna autoridad, sino que habla a partir de su experiencia de Dios y de la vida. Su palabra tiene raíz en el corazón.

¿Has venido a derrocarnos? En Marcos, el primer milagro es la expulsión de un demonio. Jesús combate y expulsa el poder del mal que se apoderaba de las personas y las alienaba de sí mismas. El individuo poseído gritaba: “¡Yo te he reconocido, tú eres el Santo de Dios!” El hombre repetía la enseñanza oficial que representaba al Mesías como “Santo de Dios”, esto es, como un Sumo Sacerdote, o como rey, juez, doctor o general. Hoy también, mucha gente vive alienada de sí, engañada por el poder de los medios de comunicación, de la propaganda del comercio. Repite lo que oye decir. Vive esclava del consumismo, oprimida por los préstamos de dinero, amenazada por los acreedores. Muchos piensan que su vida no es como debería ser si no pueden comprar aquello que la propaganda anuncia y recomienda.

Jesús amenaza al espíritu del mal: “¡Cállate y sal de ese hombre!” El espíritu hace revolcar al hombre, lanza un grito tremendo y sale de él. Jesús devuelve las personas a ellas mismas. Hace que la persona recupere su perfecto juicio (cf. Mc 5,15). No era fácil, ni lo fue ayer, ni lo es hoy, hacer que una persona empiece a pensar y a actuar de forma diversa de la ideología oficial.

¡Enseñanza nueva! Incluso le obedecen los espíritus impuros. Las dos primeras señales de la Buena Nueva que el pueblo percibe en Jesús, son éstas: su forma diversa de enseñar las cosas de Dios, y su poder sobre los espíritus impuros. Jesús abre un nuevo camino para que la gente llegue a ser pura. En aquel tiempo, una persona declarada impura no podía comparecer ante Dios para rezar y recibir la bendición prometida por Dios a Abrahán. Antes, tenía que purificarse. Esta y muchas otras leyes y normas dificultaban la vida de la gente y marginaban a mucha gente como impura, lejos de Dios. Ahora, purificadas por el contacto con Jesús, las personas impuras podían comparecer de nuevo ante Dios. ¡Era una gran Buena Nueva para ellos!

Para la reflexión personal

¿Puedo decir: “Soy totalmente libre, señor de mí mismo?” Si no lo puedo decir de mí mismo, entonces, algo en mí, está poseído por otros poderes. ¿Cómo hago para expulsar este poder extraño?
Hoy mucha gente no vive, sino que es vivida. No piensa, sino que es pensada por los medios de comunicación. No tiene pensamiento crítico. No es dueña de sí misma.
¿Cómo expulsar este “demonio”?

Oración final

¡Yahvé, Señor nuestro, qué glorioso es tu nombre en toda la tierra! ¿Qué es el hombre para que te acuerdes de él, el hijo de Adán para que de él te cuides? (Sal 8,2.5)

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Lectio lun, 9 ene, 2023

El Bautismo del Señor en el Jordán Mateo 3,13-17

Oración inicial

“Te alabamos, Padre invisible, dador de inmortalidad: Tú eres la fuente de la vida, la fuente de la luz, la fuente de toda gracia y de toda verdad, amante de los hombres y amante de los pobres, que con todos te reconcilias y a todos atraes hacia Ti por medio de la venida de tu Hijo amado. Haz de nosotros hombres vivos, danos el Espíritu de Luz, para que te conozcamos, el Verdadero, y a Aquél que enviaste Jesucristo” (Anáfora de Serapión)

Lectura

Introducción:

Este fragmento evangélico (Mt 3,13-17) forma parte de la sección narrativa del evangelista Mateo, la que introduce a la vida pública de Jesús. Después de la huida a Egipto, Jesús vive en Nazareth. Ya adulto, lo encontramos aquí, a las orillas del río Jordán. Se trata de la parte conclusiva del pasaje dedicado a Juan Bautista, el encuentro de los dos. Quien quisiese profundizar todavía en la personalidad de Juan y su mensaje (Mt 3,1-12 que ha sido ya propuesto en la liturgia del segundo domingo de adviento), debe tener en cuenta todo el capítulo 3º de Mateo. Nuestro pasaje está centrado en particular sobre el reconocimiento de la divinidad de Cristo en el momento de su bautismo. Dios Padre revela quien es Jesús.

Una división del texto para ayudarnos en su lectura:

Mateo: 3,13: ambientación

Mateo: 3,14-15: diálogo Juan – Jesús

Mateo: 3, 16-17: epifanía /teofanía

El texto:

Jesús llegó de Galilea al río Jordán y le pidió a Juan que lo bautizara. Pero Juan se resistía, diciendo: “Yo soy quien debe ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a que yo te bautice?” Jesús le respondió: “Haz ahora lo que te digo, porque es necesario que así cumplamos todo lo que Dios quiere”. Entonces Juan accedió a bautizarlo.

Al salir Jesús del agua, una vez bautizado, se le abrieron los cielos y vio al Espíritu de Dios, que descendía sobre él en forma de paloma y oyó una voz que decía desde el cielo: “Éste es mi Hijo muy amado, en quien tengo mis complacencias”.

Un momento de silencio orante

para que la palabra de Dios pueda entrar en nosotros e iluminar nuestra vida.

Algunas preguntas

para ayudarnos en la meditación y oración.

¿Por qué Jesús “sale al descubierto” después de la vida oculta en Nazareth?
¿Cómo madura su conciencia de su identidad y misión?
¿Me ha sucedido, en cierto momento, el comenzar algo nuevo en mi vida?
¿Quién o cuál experiencia me ha revelado más plenamente mi identidad, vocación y misión?
¿Qué sentido tiene para mí el recuerdo de mi bautismo?

Meditación

Una clave de lectura:

Junto a una lectura histórica-cronológica en la que se pone de realce el episodio del bautismo de Jesús, el encuentro con Juan, antes del comienzo de su vida pública, se puede tener presente una lectura simbólica, ayudado por los Padres orientales, en la que se encuadra mayormente el tiempo litúrgico, el de la navidad, que se concluye con la plena manifestación de Dios como hombre. Una síntesis de la manifestación – epifanía del Hijo de Dios en la carne.

Comentario del texto:

Mateo 13,13: Jesús adulto Después de la “desaparición” de Juan de la escena (13,1), Jesús, desde Nazareth, donde había pasado su infancia y la primera juventud (Mt 12,23), se dirige al río Jordán. Como buen israelita está atento a los movimientos religiosos auténticos que surgen entre el pueblo. Muestra aprobar la obra de Juan y decide recibir el bautismo con agua, no ciertamente para ser perdonado de los pecados, sino para unirse y compartir plenamente las esperanzas y expectativas de todos los hombres y mujeres. No es la humanidad la que va a Él, sino que es Él el que va hacia ella, según la lógica de la encarnación.

Mateo 13,14-15: diálogo de Juan con Jesús El intento de Juan de impedir el bautismo de Jesús es el reconocimiento de la diversidad entre los dos y el conocimiento del nuevo (la Nueva Alianza) que entra en escena. “Aquél que viene después de mí…os bautizará en Espíritu santo y fuego…tiene en la mano el bieldo…limpiará…recogerá…quemará…” (vv.11-12). El comportamiento de Jesús es el de someterse al plan salvífico de Dios (así cumplimos toda justicia), respetando el modo (en la humildad – kenosis) y los tiempos (la hora – kairos). La diversidad de los dos se colige también por las familias de proveniencia (sacerdotal la de Juan), del lugar (Jerusalén para Juan, Nazaret de Galilea para Jesús), en la modalidad de su concepción (anuncio al padre, Zacarías, según el modelo antiguo; anuncio a la madre, María), la edad de los padres (ancianos los de Juan). Todo está manifestando el pasaje entre el antiguo y el nuevo Testamento. Mateo prepara a los lectores a la novedad del Cristo: “habéis oído que fue dicho, pero yo os digo” (Mt 5).

Mateo 13,16-17: la presentación de Dios Padre y el Espíritu Santo En el evangelio de Mateo tenemos la solemne “adoración de los Magos” como reconocimiento de la realeza-divinidad de Jesús. Lucas añade también el reconocimiento de Isabel (Lc 1,42- 43), de los ángeles (Lc 2,13-14), de los pastores (Lc 2,20), de los ancianos Simeón y Ana (Lc 2,30; 28). En todos los evangelistas, pues, se evoca la proclamación de la identidad divina de Jesús por parte de Dios Padre y del Espíritu Santo presente bajo la forma de paloma. Mateo dice precisamente: “Éste es” y no “tú eres” mi Hijo amado. Jesús es de naturaleza divina y al mismo tiempo el nuevo Adán, principio de una humanidad nueva reconciliada con Dios junto a la naturaleza reconciliada también ella con Dios, a través de la inmersión de Cristo en las aguas. Se reabren los cielos después que han estado cerrados tanto tiempo por causa del pecado y la tierra queda bendecida.

La entrada de Jesús en las aguas prefigura su bajada a los infiernos y se realiza la palabra del salmista (Sal 74, 13-14), Él aplasta la cabeza del enemigo. El Bautismo no sólo prefigura, sino que inaugura y anticipa la derrota de Satanás y la liberación de Adán.

No será fácil por tanto reconocer al Mesías en la dimensión de debilidad, el mismo Juan tiene alguna duda cuando está en la cárcel y le manda decir por medio de sus discípulos: “¿Eres tú aquél que debe venir o debemos esperar a otro? (Mt 11,3).

Para el que quiera profundizar la perspectiva litúrgica y ecuménica

En la tradición de la Iglesia griega, el Bautismo de Jesús es la fiesta más importante en las celebraciones navideñas. El 6 de enero se festeja en conjunto: Bautismo, nacimiento, visita de los Magos, bodas de Caná como una sola realidad. Más que del desarrollo histórico de la vida de Jesús se tiene en cuenta su relevancia teológica– salvífica. El interés no se centra en el aspecto sentimental, sino en la manifestación histórica de Dios y su ser reconocido como Señor. Cirilo de Jerusalén afirma que Jesús confiere a las aguas del Bautismo el “color de su divinidad” (III catequesis mistagógica, 1).

Gregorio de Nisa escribe que la creación de este mundo y la creación espiritual, un tiempo enemigas, se reúnen en la amistad, y nosotros humanos, hacemos un solo coro con los ángeles, participamos en sus alabanzas (PG 46,599).

A la bajada a las aguas corresponde la bajada en las entrañas de la tierra simbolizada en el nacimiento en la cueva. Las aguas destructoras se convierten en aguas de salvación para los justos.

La lecturas vetero testamentarias en la liturgia de las Vísperas recuerdan las aguas que salvan: el Espíritu aletea sobre las aguas en la creación (Gén 1), las aguas del Nilo salvan a Moisés (Éx 2), las aguas se abren al paso del pueblo de Israel (Éx 14), las aguas de Mara se convierten en dulces (Éx 15), las aguas del Jordán se abren delante del Arca (Jos 3), las aguas del Jordán curan a Naamán el leproso (2Re 5), etc. Jesús, pues, transforma el agua en las bodas de Caná en vino (Jn 2) como señal de que la salvación ha llegado.

En esta fiesta, en la liturgia oriental, existe la tradición de bendecir el agua sumergiendo por tres veces la cruz (la triple inmersión bautismal) en un pozo o en un río. Se evoca al profeta Isaías: Alégrese el desierto y la tierra seca (Is 35,1-10), vosotros todos los sedientos venid a las aguas (Is 55,1- 13), recoged agua con gozo (Is 12,3-6).

Oración – Salmo 114 (113)

¡Aleluya!
Al salir Israel de Egipto, Jacob de un pueblo extranjero,
Judá fue su santuario, Israel fue su dominio.
El mar lo vio y huyó, el Jordán retrocedió,
los montes brincaron como carneros, las colinas igual que corderos.
Mar, ¿qué te pasa que huyes, y tú, Jordán, que retrocedes,
montes, que brincáis como carneros, colinas igual que corderos?
La tierra tiembla en presencia del Dueño,
en presencia del Dios de Jacob,
el que cambia la peña en estanque
y hace del pedernal una fuente.

Oración final

Jesús, fuente de la vida, que vienes a cancelar la condena de Adán, en el Jordán has acabado con el odio, concédenos la paz que supera toda inteligencia. Verbo esplendente enviado por el Padre, después de borrar las culpas de los mortales, ven a disipar las largas y tristes horas de la noche y mediante tu bautismo, haz salir resplandeciente a tus hijos de las olas del Jordán. Que se vista de blanco la raza humana, salga de las aguas como hijos de Dios y transforma la creación a imagen del Creador. (De los “cantos” litúrgicos orientales).

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Lectio Dom, 8 ene, 2023

Visita de los Reyes de Oriente Mateo 2,1-12.

En silencio delante de Dios

La escucha orante de la Palabra exige atención, exige que tu escuchar esté orientado a Dios sólo, con toda la disponibilidad de la que es capaz tu corazón. La calidad de la oración depende mucho de la atención que pongamos. Se ha dicho que la atención es “la esencia de la oración”. Si tu búsqueda de Dios es sincera, honesta, correcta, no podrás menos que encontrar a Dios. Hoy, en este domingo en el que Dios se manifiesta como luz de los hombres, queremos pedir al Señor “la pasión de escucharlo” con las palabras de la Beata Isabel de la Trinidad: “¡Oh Verbo eterno!, Palabra de mi Dios, quiero pasar mi vida escuchándote, quiero hacerme toda docilidad para aprender todo de Vos. Luego, a través de todas las noches, todos los vacíos, todas las impotencias, quiero estar siempre pendiente de Vos y permanecer bajo vuestra gran Luz” (Elevación a la Santísima Trinidad, 21 noviembre 1904)

La Palabra se ilumina

El contexto del pasaje:

Si en el primer capítulo del evangelio de Mateo el intento del evangelista es mostrar la identidad de Jesús (quién es Jesús), en el segundo, el misterio de la figura de Jesús viene engarzado con algunos lugares que señalan el comienzo de su vida terrestre.

El pasaje litúrgico de este domingo contiene el principio del capítulo 2 de Mateo (2,1-29) al que le siguen otros tres cuadros narrativos: la fuga a Egipto (2,13-15): la matanza de los inocentes (2,16-18) y el regreso a Egipto (2,1923).

Para una mejor comprensión del mensaje en 2,1-13 resulta más provechoso subdividir el relato de los Magos en dos partes siguiendo el criterio de los cambios de lugar: Jerusalén (2,1-6) y Belén (2, 7-12). Debemos aclarar que en el corazón de la historia de los Magos encontramos una cita bíblica que focaliza la importancia de Belén en este período de la infancia de Jesús. “Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres, no, la menor entre los principales clanes de Judá: pues de ti, saldrá un caudillo que apacentará a mi pueblo, Israel” (Mt 2,6).

Las dos ciudades constituyen el fondo de esta epopeya de los Magos y están unidas por dos hilos temáticos: la estrella (vv 2.7.9.10) y la adoración del Niño (vv 2.11).

El texto:

Jesús nació en Belén de Judá, en tiempos del rey Herodes. Unos magos de oriente llegaron entonces a Jerusalén y preguntaron: “¿Dónde está el rey de los judíos que acaba de nacer? Porque vimos surgir su estrella y hemos venido a adorarlo”.

Al enterarse de esto, el rey Herodes se sobresaltó y toda Jerusalén con él. Convocó entonces a los sumos sacerdotes y a los escribas del pueblo y les preguntó dónde tenía que nacer el Mesías. Ellos le contestaron: “En Belén de Judá, porque así lo ha escrito el profeta: Y tú Belén, tierra de Judá, no eres en manera alguna la menor entre las ciudades ilustres de Judá, pues de ti saldrá un jefe, que será el pastor de mi pueblo, Israel»

Entonces Herodes llamó en secreto a los magos, para que le precisaran el tiempo en que se les había aparecido la estrella y los mandó a Belén, diciéndoles: “Vayan a averiguar cuidadosamente qué hay de ese niño y, cuando lo encuentren, avísenme para que yo también vaya a adorarlo”.

Después de oír al rey, los magos se pusieron en camino, y de pronto la estrella que habían visto surgir, comenzó a guiarlos, hasta que se detuvo encima de donde estaba el niño. Al ver de nuevo la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa y vieron al niño con María, su madre, y postrándose, lo adoraron. Después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra. Advertidos durante el sueño de que no volvieran a Herodes, regresaron a su tierra por otro camino.

 

En silencio delante de Dios

Sitúate con sencillez delante de Dios, inmerso en un profundo silencio interior; deja aparte toda otra consideración curiosa de pensamiento o imaginación; abre tu corazón a la fuerza de la Palabra de Dios.

Para una lectura atenta

El simbolismo de la estrella:

Los Magos, astrólogos orientales, dedicados a la astrología y a la predicción del destino, a veces interrogaban a los astros. Ahora, llegados a Jerusalén dicen que han “visto su estrella en su levantar”. El término “levantar”, en griego anatolê, significa, sin artículo, el Oriente (el punto cardinal por donde se levanta el sol); pero en el texto griego está el artículo y esto significa el surgir de un verdadero y propio astro. La confirmación de esto nos viene dada por un texto bíblico: “surgirá un astro de Jacob y se levantará un hombre de Israel” (Num 24,17). La estrella se convierte en figura del nuevo rey apenas nacido y les guía al lugar donde ha nacido y se encuentra. Interesante es anotar que esta estrella, no es visible en Jerusalén, sino que vuelve a aparecer a los Magos mientras ellos se alejan de la ciudad. La estrella es, verdaderamente el elemento más significativo del relato.

Primero de todo, los Magos en su largo caminar no han seguido a la estrella, sino más bien la han visto levantarse y enseguida la han asociado con el nacimiento del Mesías.

Además el viaje no era hacia lo desconocido, sino que tenía como meta a Jerusalén, la ciudad a la cual acuden en peregrinación todos los pueblos de la tierra según el profeta Isaías.

La ciudad, a esta noticia de los Magos que vienen para adorar al Mesías, se conturba y se agita. Los habitantes de Jerusalén no parecen muy entusiastas y no se preocupan lo más mínimo de rendir homenaje al “nacido rey de los judíos”. Sino que, para colmo, Herodes proyecta matarlo.

Aunque en Is 1-6 la ciudad de Jerusalén está llamada a “levantarse y acoger la gloria del Señor”, ahora en Mateo se asiste a una reacción de rechazo por parte del rey y de Jerusalén con relación al Mesías nacido en Belén. Tal conducta prefigura el comienzo de las hostilidades que llevarán a Jesús a ser condenado precisamente en Jerusalén.

No obstante tal reacción, que impide a los Magos acercarse a la salvación precisamente en la ciudad elegida para ser instrumento de comunión de todos los pueblos de la tierra con Dios, los acontecimientos del nacimiento de Jesús se trasladan a Belén. Dios que guía los sucesos de la historia hace que se vayan de Jerusalén los Magos, que se pongan en camino y encuentren al Mesías, en la ciudad que fue patria de David, Belén. En esta ciudad David había recibido la investidura real con la unción dada por Samuel, ahora, por el contrario, el nuevo rey recibe una investidura divina: no con óleo, sino en el Espíritu Santo (1,18.20). A esta ciudad suben ahora los pueblos, representados por los magos, para contemplar el Emmanuel, el Dios con nosotros, y para hacer experiencia de paz y de fe…

El simbolismo del camino de los magos:

Un camino lleno de dificultades, pero al final termina con éxito

El motor de su itinerario es el aparecer de una estrella, asociada enseguida al nacimiento de un nuevo rey: “ hemos visto su estrella en el Oriente” . La estrella es aquí sólo una señal, un indicio que comunica a los Magos la iniciativa de ponerse en camino.

Al principio puede ser que estén movidos por la curiosidad, pero enseguida esta curiosidad se transformará en deseo de búsqueda y descubrimiento. Se da el hecho que aquel indicio de la estrella ha conmovido a los personajes y los ha empujado a buscar para encontrar una respuesta: ¿quizás a un profundo deseo? ¡Quién lo sabe! El texto muestra que los Magos tienen en el corazón una pregunta y que no temen repetirla, haciéndose inoportunos: “¿Dónde está el rey de los Judíos?” La pregunta se la hacen al rey Herodes e, indirectamente, a la ciudad de Jerusalén. La respuesta viene dada por los expertos, sumos sacerdotes, escribas: es necesario buscar el nuevo rey en Belén de Judá, porque así lo ha profetizado Isaías: “Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres, no , la menor entre los principales clanes de Judá; porque de ti saldrá un caudillo que apacentará a mi pueblo Israel” (Mt 2,6). El texto profético sale al encuentro de las dificultades de los Magos: la Palabra de Dios se convierte en luz para su camino.

En fuerza de aquella información, sacada de la profecía isaiana, y confortados por el reaparecer de la estrella los Magos emprenden de nuevo el camino teniendo como meta, Belén. La estrella que los guía se para sobre la casa en la que se encuentra Jesús. Es extraño que los que viven en Belén o en los alrededores de la casa en la que se encuentra Jesús no vean aquella señal. Además, aquellos que poseen la ciencia de las Escrituras conocen la noticia del nacimiento del nuevo rey de Israel, pero no se mueven para ir a buscarlo. Al contrario, la pregunta de los Magos había, más bien, provocado en sus corazones miedo y turbación. En definitiva, aquellos que están cerca del acontecimiento del nacimiento de Jesús no se dan cuenta de los acaecido, mientras los lejanos, después de haber recorrido un accidentado camino, al final encuentran lo que buscaban. Pero, en realidad, ¿qué es lo que ven los ojos de los Magos? Un niño con su madre, dentro de una pobre casa. El astro que los acompañaba era aquel sencillo y pobre niño, en el cual reconocen al rey de los Judíos.Se postran delante de Él y le ofrecen dones simbólicos: oro ( porque se trata de un rey); el incienso ( porque detrás de la humanidad del niño está presente la divinidad); mirra ( aquel astro es un hombre auténtico destinado a morir).

El camino de los Magos: un camino de fe:

No es errado pensar, que lo realizado por los Magos haya sido un auténtico camino de fe, mucho más, ha sido el itinerario de aquéllos que, aunque no pertenecen al pueblo elegido, han encontrado a Cristo. Al comienzo de un camino hay siempre una señal que pide ser vista allí donde todo hombre vive y trabaja. Los Magos han escrutado el cielo, para la Biblia sede de la divinidad, y de allí han tenido una señal: una estrella. Pero para comenzar el recorrido de fe no basta escrutar los signos de la presencia de lo divino. Un signo tiene la función de suscitar el deseo, que necesita para realizarse un arco de tiempo, un camino de búsqueda, una espera. Es significativa la expresión con la que Edith Stein describe su camino de fe: “Dios es la verdad. Quien busca la verdad, busca a Dios, conscientemente o no”.

Un verdadero deseo provoca preguntas. Los Magos, por su parte, encuentran a Jesús porque tienen en su corazón fuertes interrogantes. Tal experiencia del encuentro con Jesús es, verdaderamente, una provocación para la pastoral: se impone la necesidad de no privilegiar una catequesis hecha de certezas o preocupada por ofrecer respuestas prefabricadas, cuanto de despertar en el hombre de hoy preguntas significativas sobre cuestiones cruciales de la humanidad. Es lo que sugiere un obispo del centro de Italia en una carta pastoral: “Presentar a Cristo y al Evangelio en conexión con los problemas fundamentales de la existencia humana (vida-muerte, pecado–mal; justicia-pobreza, esperanza-desilusión, amor–odio, relaciones interpersonales familiares, sociales, internacionales…), donde se evita lo desfasado entre las preguntas de la humanidad y nuestras respuestas”. (Mons. Lucio María Renna, O.Carm.) La respuesta, como nos enseña la experiencia de los Magos, se encuentra en la Biblia.

Y no se trata sólo de un conocimiento intelectual o de un saber acerca del contenido de las Escrituras, como en el caso de los escribas, sino en un acercarse a ella guiado por el deseo, por la pregunta. Para los Magos aquella indicación contenida en las S. Escrituras fue iluminadora para cumplir la última etapa de su camino: Belén. Además la Palabra de Dios les permitió ver en los sencillos y humildes signos de una casa, del niño con María, su madre, al rey de los judíos, el esperado de Israel.

Los Magos adoran y descubren en Jesús a aquel que habían con tanta ansia buscado. El lector, por un lado se sorprenderá por la desproporción existente entre los gestos y dones de los Magos y la humilde realidad que se presenta a sus ojos; pero, por otra parte, está seguro que aquel niño, que los Magos adoran es precisamente el Hijo de Dios, el esperado Salvador del mundo. Y así el itinerario se convierte en itinerario de todo lector que lee esta significativa historia de los Magos: quien busca, aunque parezca que Dios está lejos, puede encontrarlo. Aquéllos que, por el contrario, presumen de saber todo de Dios y creen tener asegurada la salvación, corren nel riesgo de privarse del encuentro con Él. En una catequesis habida en Colonia con ocasión de la XX Jornada de la Juventud así se expresaba el arzobispo Bruno Forte: “los Magos representan a todos los buscadores de la verdad, listos a vivir la existencia como un éxodo, en camino hacia el encuentro con la luz que viene de lo alto” Además la experiencia de los Magos nos enseña que en toda cultura, en todo hombre hay esperanzas profundas que necesitan ser saciadas. De aquí la responsabilidad de leer los signos de Dios presentes en la historia de los hombres.

Para meditar

Después de la lectura de este pasaje del evangelio ¿estoy disponible a revivir el camino de los Magos?
¿Qué dificultades encuentras en el profundo conocimiento de Jesucristo? ¿Cómo puedes superarlas?
En tu búsqueda de la verdad ¿sabes confiarte, ponerte en camino y a la escucha de Dios?
A la luz de la Palabra, ¿qué cosa puede cambiar en tu vida?

6. Salmo 72,1-11

Es un salmo real, compuesto para festejar al rey en el día de su subida al trono. La primitiva comunidad cristiana no ha tenido ninguna clase de dudas en ver en estas imágenes el retrato del Mesías.

Confía, oh Dios, tu juicio al rey, al hijo de rey tu justicia: que gobierne rectamente a tu pueblo, a tus humildes con equidad.
Produzcan los montes abundancia, justicia para el pueblo los collados.
Defenderá a los humildes del pueblo, salvará a la gente pobre y aplastará al opresor.
Durará tanto como el sol, como la luna de edad en edad; caerá como lluvia en los retoños, como rocío que humedece la tierra.
Florecerá en sus días la justicia, prosperidad hasta que no haya luna; dominará de mar a mar, desde el Río al confín de la tierra.
Ante él se doblará la Bestia, sus enemigos morderán el polvo; los reyes de Tarsis y las islas traerán consigo tributo.
Los reyes de Sabá y de Seba todos pagarán impuestos; ante él se postrarán los reyes, le servirán todas las naciones.
Doxología También nosotros te damos gracias Padre Santo cuyo nombre es sublime; con el Hijo y el Espíritu Santo siempre gloria por los siglos eternos.

7. Oración final

Sí, ¡Amén!
Te lo decimos ¡oh, Padre! con todo el corazón sintonizados con el corazón de tu Hijo y de la Virgen María.
Te lo decimos con toda la Iglesia y por todo el género humano.
Haz que, reunidos en el amor, después del “sí” en la hora de la cruz podamos con voz unánime, en potente coro, en silencioso esplendor, cantarlo eternamente en el santuario del cielo. ¡Amén! ¡Aleluya! (Ana María Canopi)

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Lectio jue, 5 ene, 2023

Oración inicial

Dios todopoderoso y eterno: tú que has querido manifestarte con nueva claridad en el nacimiento de tu Hijo Jesucristo, concédenos, te rogamos, que así como él comparte con nosotros, naciendo de la Virgen, la condición humana, nosotros consigamos en su reino participar un día de la gloria de su divinidad. Por nuestro Señor. Amen.

Lectura del santo Evangelio según Juan 1,43-51

Determinó Jesús ir a Galilea, y encontrándose a Felipe, le dijo:

«Sígueme». Felipe era de Betsaida, la tierra de Andrés y de Pedro.

Felipe se encontró con Natanael y le dijo: «Hemos encontrado a aquel de quien escribió
Moisés en la ley y también los profetas. Es Jesús de Nazaret, el hijo de José». Natanael replicó: «¿Acaso puede salir de Nazaret algo bueno?» Felipe le contestó: «Ven y lo verás».

Cuando Jesús vio que Natanael se acercaba, dijo: «Éste es un verdadero israelita en el que no hay doblez». Natanael le preguntó: «¿De dónde me conoces?» Jesús le respondió: «Antes de que Felipe te llamara, te vi cuando estabas debajo de la higuera». Respondió Natanael: «Maestro, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el rey de Israel». Jesús le contestó: «Tú crees, porque te he dicho que te vi debajo de la higuera. Mayores cosas has de ver». Después añadió: «Yo les aseguro que verán el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre».

Reflexión

Jesús volvió para Galilea. Encontró a Felipe y le llamó: ¡Sígueme! El objetivo del llamado es siempre el mismo: «seguir a Jesús” Los primeros cristianos insistieron en conservar los nombres de los primeros discípulos. De algunos conservaron hasta los apellidos y el nombre del lugar de origen. Felipe, Andrés y Pedro eran de Betsaida (Jn 1,44). Natanael era de Caná (Jn 22,2). Hoy, muchos olvidan los nombres de las personas que están en el origen de su comunidad. Recordar los nombres es una forma de conservar la identidad.

Felipe encuentra Natanael y habla con él sobre Jesús: «Hemos hallado a aquel de quien escribió Moisés en la Ley y también los profetas. Es Jesús, el hijo de José de Nazaret». Jesús es aquel hacia quien apuntaba toda la historia del Antiguo Testamento.

Natanael pregunta: «Pero, ¿puede salir algo bueno de Nazaret?” Posiblemente en su pregunta emerge la rivalidad que acostumbraba a existir entre las pequeñas aldeas de una misma región: Caná y Nazaret. Además de esto, según la enseñanza oficial de los escribas, el Mesías vendría de Belén en Judea. No podía venir de Nazaret en Galilea (Jn 7,41-42). Andrés da la misma respuesta que Jesús había dado a los otros dos discípulos: “¡Ven y verá!» No es imponiendo sino viendo que las personas se convencen. De nuevo, ¡el mismo proceso: encontrar, experimentar, compartir, testimoniar, llevar a Jesús!

Jesús ve a Natanael y dice: «¡Ahí viene un verdadero israelita, sin falsedad!» Y afirma que ya le conocía, cuando estaba debajo de la higuera. ¿Cómo es que Natanael podía ser un «auténtico israelita” si no aceptaba a Jesús como Mesías? Natanael «estaba debajo de la higuera». La higuera era el símbolo de Israel (cf. Mi 4,4; Zc 3,10; 1Re 5,5). Israelita auténtico es aquel que sabe deshacerse de sus propias ideas cuando percibe que no concuerdan con el proyecto de Dios. El israelita que no está dispuesto a esta conversión non es ni auténtico, ni honesto. El esperaba al Mesías según la enseñanza oficial de la época (Jn 7,41-42.52). Por esto, inicialmente, no aceptaba a un mesías venido de Nazaret. Pero el encuentro con Jesús le ayudó a percibir que el proyecto de Dios no siempre es como la gente se lo imagina o desea que sea. El reconoce su engaño, cambia idea, acepta a Jesús como mesías y confiesa: «¡Maestro, tu eres el hijo de Dios, tú eres el rey de Israel!» La confesión de Natanael no es que el comienzo. Quien será fiel, verá el cielo abierto y los ángeles que suben y bajan sobre el Hijo del Hombre. Experimentará que Jesús es la nueva alianza entre Dios y nosotros, los seres humanos. Es la realización del sueño de Jacob (Gén 28,10-22).

Para la reflexión personal

¿Cuál es el título de Jesús que más te gusta? ¿Por qué?
¿Tuviste intermediario entre tú y Jesús?

Oración final

Pues bueno es Yahvé y eterno su amor, su lealtad perdura de edad en edad. (Sal 100,5)

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Lectio mié, 4 ene, 2023

Oración

Oh Padre, Tú que eres Dios omnipotente y misericordioso, acoge la oración de nosotros tus hijos; el Salvador que tú has enviado, luz nueva al horizonte del mundo, surja y brille sobre toda nuestra vida. Él es Dios…

Lectura del Evangelio según San Juan (1, 35-42)

Estaba Juan el Bautista con dos de sus discípulos, y fijando los ojos en Jesús, que pasaba, dijo: “Éste es el Cordero de Dios”. Los dos discípulos, al oír estas palabras, siguieron a Jesús. Él se volvió hacia ellos, y viendo que lo seguían, les preguntó: “¿Qué buscan?” Ellos le contestaron: “¿Dónde vives, Rabí?” (Rabí significa ‘maestro’). Él les dijo: “Vengan a ver”. Fueron, pues, vieron dónde vivía y se quedaron con él ese día. Eran como las cuatro de la tarde. Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que oyeron lo que Juan el Bautista decía y siguieron a Jesús. El primero a quien encontró Andrés, fue a su hermano Simón, y le dijo: “Hemos encontrado al Mesías” (que quiere decir ‘el Ungido’). Lo llevó a donde estaba Jesús y éste, fijando en él la mirada, le dijo: “Tú eres Simón, hijo de Juan. Tú te llamarás Kefás” (que significa Pedro, es decir, ‘roca’).

Meditación

En el primer capítulo de su Evangelio, Juan nos conduce a través de una especie de viaje temporal, en una semana, con tres repeticiones de la expresión “al día siguiente” (vv. 29, 35 y 43). Nuestro pasaje nos ubica en el segundo de estos momentos, el central, y por lo tanto el más importante, caracterizado por el itinerario físico y espiritual que hacen los primeros discípulos de Juan hacia Jesús. Es el “día siguiente” del encuentro, de la elección, del seguimiento.

Nuestra escena está atravesada de manera muy viva por el intercambio intenso de miradas: de Juan hacia Jesús (v. 35); de Jesús a los dos discípulos (v. 38); de los discípulos a Jesús (vv. 38-39); y finalmente es Jesús el que dirige nuevamente su mirada a nosotros, en la persona de Pedro (v. 42).

El evangelista utiliza verbos diferentes, pero todos cargados de distintos matices, de intensidad; no se trata de miradas superficiales, distraídas, fugaces, sino más bien de contactos profundos, intensos, que parten del corazón, del alma. Es así que Jesús, el Señor, mira a sus discípulos y nos mira a nosotros; es así también que nosotros deberíamos aprender a mirarlo a Él. De manera especial es bello el verbo que abre y cierra el pasaje: “fijar la mirada”, que significa literalmente “mirar dentro”.

Jesús está caminando por el mar, por las orillas de nuestra vida; es así que Juan lo retrata, lo fija, usando el verbo en el participio para decirnos que, en el fondo, Jesús aún hoy está pasando a nuestro lado, como en aquel día. También Él puede visitar y atravesarse en nuestras vidas; nuestra tierra puede acoger las huellas de sus pasos.

Tal vez el centro del pasaje se encuentra precisamente en el movimiento de Jesús; primero Él camina, luego se vuelve y se detiene, con la mirada, con el corazón, en la vida de los dos discípulos. Jesús “se vuelve”, es decir, cambia, se adapta, deja su condición de antes y asume otra. Jesús aquí se nos revela como Dios encarnado, Dios que ha descendido en medio de nosotros, hecho hombre. Se ha vuelto del seno del Padre y se ha dirigido a nosotros.

Es bello ver cómo el Señor nos hace participar en sus movimientos, en su propia vida; Él, de hecho, invita a los dos discípulos a “venir a ver”. No se puede estar detenido cuando se ha encontrado al Señor; su presencia nos pone en movimiento, nos hace levantar de nuestras viejas posiciones y nos hace correr. Tratemos de recoger todos los verbos que hacen referencia a los discípulos en este pasaje: “siguieron” (v. 37); “le seguían” (v. 38); “fueron… vieron… se quedaron con Él” (v. 39).

La primera parte del pasaje se cierra con la experiencia bellísima de los primeros dos discípulos que se quedaron con Jesús; lo han seguido, han entrado en su casa y se han quedado allí con Él. Es el viaje de la salvación, de la verdadera felicidad, que se ofrece también a nosotros. Basta solamente con aceptar quedarse, con ser firmes, decididos, estar enamorados, sin ir de acá para allá, hacia uno u otro maestro del momento, uno u otro nuevo amor de la vida. Porque cuando está Jesús, el Señor, cuando hemos sido invitados por Él, realmente no hace falta nada.

Algunas preguntas

El relato temporal de esta parte del Evangelio, con sus “al día siguiente” nos hace entender que el Señor no es una realidad abstracta y distante, sino que Él entra en nuestros días, en nuestros años que pasan, en nuestra existencia concreta. ¿Me siento dispuesto a abrir a Él mi tiempo, a compartir con él mi vida? ¿Estoy listo a entregar en sus manos mi presente, mi futuro, para que sea Él quien guíe cada “día siguiente” de mi vida?

Los discípulos realizan un bellísimo camino espiritual, evidenciado por los verbos “oyeron, siguieron, vieron, se quedaron”. ¿No deseo, yo también, comenzar esta bella aventura con Jesús? ¿Tengo los oídos abiertos para oír, para escuchar con profundidad y así yo también poder dar la misma respuesta positiva al Amor del Padre que desea llegar a mí? ¿Siento nacer en mí el gozo de poder comenzar un camino nuevo, caminando detrás de Jesús? ¿Tengo los ojos del corazón totalmente abiertos como para comenzar a ver lo que realmente sucede dentro de mí y a mi alrededor, y para reconocer en cada acontecimiento la presencia del Señor?

Pedro recibe un nombre nuevo por parte de Jesús; su vida se ve completamente transformada. ¿Me atrevo, hoy, a entregar al Padre mi nombre, mi vida, mi persona toda, así como es, para que Él pueda generarme de nuevo como hijo, como hija, llamándome con el nombre que él, en su infinito Amor, ha pensado para mí?

Oración final

El Señor es mi pastor, nada me falta; en verdes praderas me hace reposar, y me conduce hacia aguas frescas.
Conforta mi alma, me guía por el camino justo por amor de su nombre. Aunque camine por valles oscuros, no temo ningún mal, porque Tú estás conmigo. (del Salmo 23)

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Lectio mar, 3 ene, 2023

Oración inicial

Señor, que has comenzado de modo admirable la obra de la redención de los hombres con el nacimiento de tu Hijo, concédenos, te rogamos, una fe tan sólida que, guiados por el mismo Jesucristo, podamos alcanzar los premios eternos que nos has prometido.
Por nuestro Señor. Amen.

Lectura del santo Evangelio según Juan 1,29-34

Al día siguiente, vio Juan el Bautista a Jesús, que venía hacia él, y exclamó: «Éste es el Cordero de Dios, el que quita el pecado del mundo. Éste es aquel de quien yo he dicho: ‘El que viene después de mí, tiene precedencia sobre mí, porque ya existía antes que yo’. Yo no lo conocía, pero he venido a bautizar con agua, para que él sea dado a conocer a Israel».

Entonces Juan dio este testimonio: «Vi al Espíritu descender del cielo en forma de paloma y posarse sobre él. Yo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: ‘Aquel sobre quien veas que baja y se posa el Espíritu Santo, ése es el que ha de bautizar con el Espíritu Santo’. Pues bien, yo lo vi y doy testimonio de que éste es el Hijo de Dios».

Reflexión

En el Evangelio de Juan historia y símbolo se mezclan. En el texto de hoy, el simbolismo consiste sobre todo en evocaciones de texto conocidos del Antiguo Testamento que revelan algo respecto de la identidad de Jesús. En estos pocos versos (Jn 1,29-34) hay las siguientes expresiones con densidad simbólica:

Cordero de Dios;
Quitar el pecado del mundo;
Existía antes que yo;
El descenso del Espíritu como paloma;
Hijo de Dios.

Cordero de Dios. Este título evocaba la memoria del éxodo. En la noche de la primera Pascua, la sangre del Cordero Pascual, con el que se señalaban las puertas de las casas, constituía para la gente señal de liberación (Es 12,13-14). Para los primeros cristianos Jesús es el nuevo Cordero Pascual que libera a su pueblo (1Cor 5,7; 1P 1,19; Ap 5,6.9).

Quitar el pecado del mundo. Evoca la frase tan bonita de la profecía de Jeremías: “Ya no tendrán que enseñarse mutuamente diciéndose el uno al otro: Conozcan a Yavé. Pues me conocerán todos, del más grande al más humilde. Porque yo habré perdonado su culpa y no me acordaré más de su pecado” (Jer 31,34).

Existía antes que yo. Evoca varios textos de los libros sapienciales, en los que se habla de la Sabiduría de Dios que existía antes de todas las demás criaturas y que estaba junto a Dios como maestro de obras en la creación del universo y que, por fin, fue a morar en medio del pueblo de Dios (Prov 8,22-31; Ec 24,1-11).

El descenso del Espíritu como paloma. Evoca la acción creadora en la que se dice que “el espíritu de Dios aleteaba sobre las aguas “ (Gén 1,2). El texto de Génesis 1,2 sugiere la imagen de un pájaro que vuela sobre un nido. Imagen de la nueva creación en movimiento bajo la acción de Dios.

Hijo de Dios: es el título que resume todos los demás. El mejor comentario de este título es la explicación del mismo Jesús: “Las autoridades de los judíos respondieron: No te apedreamos por algún bien que hayas hecho, sino porque siendo hombre, insultas a Dios, haciéndote pasar por Dios.» Jesús dijo:»¿No está escrito en la Ley de ustedes: Yo lo digo: ustedes son dioses? Se llama, pues, dioses a los que reciben la palabra de Dios; y no se puede dudar de la Escritura. Entonces, si el Padre me ha consagrado y enviado al mundo, ¿no puedo decir que soy Hijo de Dios sin insultar a Dios? Si yo no cumplo las obras del Padre, no me crean. Pero si las cumplo, aunque no me crean por mí, crean por las obras que hago y sepan de una vez que el Padre está en mí y yo estoy en el Padre.» (Jn 10,33-39)

Para la reflexión personal

Jesús se ofreció a si mismo, completamente, para toda la humanidad, y yo ¿qué puedo ofrecer para ayudar a mi prójimo?
También nosotros hemos recibido el Espíritu Santo ¿Cuán consciente soy de que soy templo del Espíritu?

Oración final

Cantad a Yahvé un nuevo canto, porque ha obrado maravillas; le sirvió de ayuda su diestra, su santo brazo. (Sal 98,1)

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Lectio lun, 2 ene, 2023

Tiempo de Navidad

Oración inicial

Dios todopoderoso: que tu Salvador, luz de redención que surge en el cielo, amanezca también en nuestros corazones y los renueva siempre. Por nuestro Señor. Amen.

Lectura del santo Evangelio según Juan 1,19-28

Éste es el testimonio que dio Juan el Bautista, cuando los judíos enviaron desde Jerusalén a unos sacerdotes y levitas para preguntarle: “¿Quién eres tú?”

Él reconoció y no negó quién era. Él afirmó: “Yo no soy el Mesías”. De nuevo le preguntaron: “¿Quién eres, pues? ¿Eres Elías?” Él les respondió: “No lo soy”. “¿Eres el profeta?” Respondió: “No”. Le dijeron: “Entonces dinos quién eres, para poder llevar una respuesta a los que nos enviaron. ¿Qué dices de ti mismo?” Juan les contestó: “Yo soy la voz que grita en el desierto: ‘Enderecen el camino del Señor’, como anunció el profeta Isaías”.

Los enviados, que pertenecían a la secta de los fariseos, le preguntaron: “Entonces ¿por qué bautizas, si no eres el Mesías, ni Elías, ni el profeta?” Juan les respondió: “Yo bautizo con agua, pero en medio de ustedes hay uno, al que ustedes no conocen, alguien que viene detrás de mí, a quien yo no soy digno de desatarle las correas de sus sandalias”.

Esto sucedió en Betania, en la otra orilla del Jordán, donde Juan bautizaba.

Reflexión

El evangelio de hoy habla del testimonio de Juan Bautista. Los judíos enviaron a “sacerdotes y levitas” para interrogarlo. Asimismo, algunos años después, mandaron a algunas personas a que controlaran la actividad de Jesús (Mc 3,22). Hay una semejanza muy grande entre las respuestas de la gente respecto a Jesús y las preguntas que las autoridades hicieron a Juan. Jesús preguntó a los discípulos: “¿Quién dice la gente que yo soy?” Ellos respondieron: “Elías, Juan Bautista, Jeremías; algunos de los profetas” (cf. Mc 8,27-28). Las autoridades plantearon las mismas preguntas a Juan: “¿Quién eres: el Mesías, Elías, el Profeta?” Juan respondió citando al profeta Isaías: “Yo soy la voz del que grita en el desierto: preparad el camino al Señor”. Los otros tres evangelios tienen también la misma afirmación respecto de Juan: no es el Mesías, pero vino a preparar la llegada del Mesías. (cf. Mc 1,3; Mt 3,3; Lc 3,4). Los cuatro evangelios prestan una gran atención a la actividad y al testimonio de Juan Bautista. ¿Cuál es el motivo de esta insistencia de los evangelios en decir que Juan no es el Mesías?

Juan Bautista había sido ejecutado por Herodes, alrededor del año 30. Pero hasta finales del siglo primero, época en la que fue escrito el Cuarto Evangelio, el liderazgo de Juan Bautista seguía siendo muy fuerte entre los judíos. Hasta después de su muerte la memoria de Juan seguía ejerciendo una gran influencia en la vida de fe de la gente. Era considerado como un profeta (Mc 11,32). Era el primer gran profeta que apareció después de siglos de ausencia de profetas. Muchos le consideraban como el Mesías.

Cuando en los años 50, Pablo pasó por Efeso allí en Asia Menor, encontró a un grupo de personas que habían sido bautizadas en el nombre de Juan (cf. He 19,1-4). Por ello, era importante divulgar el testimonio de Juan Bautista quien afirmaba que no era el Mesías y apuntaba a Jesús como el Mesías. Y así Juan contribuía a irradiar mejor la Buena Noticia de Jesús.

“¿Por qué bautizas entonces, si no eres el Cristo, ni Elías, ni el Profeta?” La respuesta de Juan es otra afirmación que apunta hacia Jesús como el Mesías: «Yo bautizo con agua, pero hay uno en medio de ustedes a quien no conocen. El viene detrás de mí, y yo no merezco soltarle la correa de la sandalia». Y un poco más adelante (Jn 1,33), Juan hace alusión a las profecías que anunciaban la efusión del Espíritu para los tiempos mesiánicos: “Verás el Espíritu bajar sobre aquel que ha de bautizar con el Espíritu Santo, y se quedará en él” (cf Is 11,1-9; Ez 36,25-27; Joel 3,1-2).

Para la reflexión personal

¿Ha habido en mi vida algún Juan Bautista que preparaba el camino a Jesús?
Juan fue humilde: no se hizo mayor de lo que era en realidad. ¿Has sido bautista para alguien?

Oración final

Los confines de la tierra han visto la salvación de nuestro Dios. ¡Aclama a Yahvé, tierra entera, gritad alegres, gozosos, cantad! (Sal 98,3-4)

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