Lectio sáb 1, jul, 2023

Lectio sáb 1, jul, 2023

XII Semana del Tiempo Ordinario

1) Oración inicial

Concédenos vivir siempre, Señor, en el amor y respeto a tu santo nombre, porque jamás dejas de dirigir a quienes estableces en el sólido fundamento de tu amor. Por nuestro Señor.

2) Lectura del santo Evangelio según Mateo 8,5-17

En aquel tiempo, al entrar Jesús en Cafarnaúm, se le acercó un oficial romano y le dijo: «Señor, tengo en mi casa un criado que está en cama, paralítico, y sufre mucho». El le contestó: «Voy a curarlo».

Pero el oficial le replicó: «Señor, yo no soy digno de que entres en mi casa; con que digas una sola palabra, mi criado quedará sano. Porque yo también vivo bajo disciplina y tengo soldados a mis órdenes; cuando le digo a uno: ‘¡Ve!’, él va; al otro: ‘¡Ven!’, y viene; a mi criado: ‘¡Haz esto!’, y lo hace».

Al oír aquellas palabras, se admiró Jesús y dijo a los que lo seguían: «Yo les aseguro que en ningún israelita he hallado una fe tan grande. Les aseguro que muchos vendrán de oriente y de occidente y se sentarán con Abraham, Isaac y Jacob en el Reino de los cielos. En cambio, a los herederos del Reino los echarán fuera, a las tinieblas. Ahí será el llanto y la desesperación».

Jesús le dijo al oficial romano: «Vuelve a tu casa y que se te cumpla lo que has creído». Y en aquel momento se curó el criado.

Al llegar Jesús a la casa de Pedro, vio a la suegra de éste en cama, con fiebre. Entonces la tomó de la mano y desapareció la fiebre. Ella se levantó y se puso a servirles.

Al atardecer le trajeron muchos endemoniados. Él expulsó a los demonios con su palabra y curó a todos los enfermos. Así se cumplió lo dicho por el profeta Isaías: Él hizo suyas nuestras debilidades y cargó con nuestros dolores.

3) Reflexión

El evangelio de hoy sigue describiendo las actividades de Jesús para mostrar como practicaba la Ley de Dios, proclamada en el Monte de las Bienaventuranzas. Después de la curación del leproso del evangelio de ayer (Mt 8,1-4), sigue ahora la descripción de varias otras curaciones:

Mateo 8,5-7: La demanda del centurión y la respuesta de Jesús. Al analizar los textos del evangelio, es oportuno prestar atención siempre a los pequeños detalles. El centurión es un pagano, un extranjero. No pide nada, sino que apenas informa a Jesús que su empleado está enfermo y que sufre horriblemente. Detrás de esta actitud de la gente ante Jesús está la convicción de que no era necesario pedir las cosas a Jesús. Bastaba comunicarle el problema. Y Jesús haría el resto. ¡Actitud de ilimitada confianza! De hecho, la reacción de Jesús es inmediata: “¡Yo iré a curarle!”

Mateo 8,8: La reacción del centurión. El centurión no esperaba un gesto tan inmediato y generoso. No esperaba que Jesús fuera hasta su casa. Y desde su experiencia como capitán saca un ejemplo para expresar la fe y la confianza que tenía en Jesús. Dice: «Señor, yo no soy digno de que entres bajo mi techo; basta que lo digas de palabra y mi criado quedará sano. Porque también yo, que soy un subalterno, tengo soldados a mis órdenes, y digo a éste: `Vete’, y va; y a otro: `Ven’, y viene; y a mi siervo: `Haz esto’, y lo hace”. Esta reacción de un extranjero ante Jesús revela cómo era la opinión del pueblo respecto a Jesús. Jesús era alguien en el cual podían confiar y que no rechazaría a aquel que recorriese a él o que le revelase sus problemas. Es ésta la imagen de Jesús que el evangelio de Mateo nos comunica hasta hoy a nosotros, sus lectores del siglo XXI.

Mateo 8,10-13: El comentario de Jesús. El oficial quedó admirado con la reacción de Jesús. Jesús quedó admirado con la reacción del oficial: «Os aseguro que en Israel no he encontrado en nadie una fe tan grande.!” Y Jesús previó aquello que estaba aconteciendo en la época en que Mateo escribía su evangelio: “Y os digo que vendrán muchos de oriente y occidente y se pondrán a la mesa con Abrahán, Isaac y Jacob en el reino de los Cielos, mientras que los hijos del Reino serán echados a las tinieblas de fuera; allí será el llanto y el rechinar de dientes”. El mensaje de Jesús, la nueva Ley de Dios proclamada en lo alto del Monte de las Bienaventuranzas es una respuesta a los deseos más profundos del corazón humano. Los paganos sinceros y honestos como el centurión y tantos otros que vinieron de Oriente o de Occidente, perciben en Jesús una respuesta a sus inquietudes y le acogen. El mensaje de Jesús no es, en primer lugar, una doctrina o una moral, ni tampoco un rito o un conjunto de normas, sino una experiencia profunda de Dios que responde a lo que el corazón humano desea. Si hoy muchos se alejan de la Iglesia o van hacia otras religiones la culpa no siempre es de ellos, sino que puede ser de nosotros que no sabemos vivir ni irradiar el mensaje de Jesús.

Mateo 8,14-15: La curación de la suegra de Pedro. Jesús entró en la casa de Pedro y curó a su suegra. Estaba enferma. En la segunda mitad del siglo primero, cuando Mateo escribe, la expresión “Casa de Pedro” evoca la Iglesia, construida sobre la roca que era Pedro. Jesús entra en esta casa y cura a la suegra de Pedro: “Le tocó la mano y la fiebre la dejó; y se levantó y se puso a servirle. ”. El verbo usado en griego es diakonew, servir. Una mujer se vuelve diaconisa en la Casa de Pedro. Era lo que estaba ocurriendo en aquel tiempo. En la carta a los Romanos, Pablo menciona a la diaconisa Febe de la comunidad de Cencreas (Rom 16,1). Tenemos mucho que aprender de los primeros cristianos.

Mateo 8,16-17: La realización de la profecía de Isaías. Mateo dice que: “al atardecer”, llevaron a Jesús muchas personas que estaban poseídas por el demonio”. ¿Por qué sólo al atardecer? Porque en el evangelio de Marcos, de donde Mateo saca su información, se trata de un día de sábado (Mc 1,21), y el sábado terminaba en el momento en que aparecía la primera estrella en el cielo. En ese momento la gente podía salir de casa, cargar con el peso del enfermo y llevarlo ante Jesús. Y “¡Jesús con su palabra, expulsaba los espíritus y curaba todas las enfermedades!” Usando un texto de Isaías, Mateo ilumina el significado de este gesto de Jesús: “para que se cumpliera lo dicho por el profeta Isaías: Él tomó nuestras flaquezas y cargó con nuestras enfermedades”. De este modo, Mateo enseña que Jesús era el Mesías – Siervo, anunciado por Isaías (Is 53,4; cf. Is 42,1-9; 49,1-6; 50,4-9; 52,13-53,12). Mateo hacía lo que hacen hoy nuestras comunidades: usa la Biblia para iluminar e interpretar los acontecimientos y descubrir en ellos la presencia de la palabra creadora de Dios.

4) Para la reflexión personal

Compara la imagen que tú tienes de Jesús con la del centurión y de la gente que iba detrás de Jesús.

La Buena Nueva de Jesús no es, en primer lugar, una doctrina o una moral, ni un rito o un conjunto de normas, sino una experiencia profunda de Dios que responde a lo que el corazón humano desea. La Buena Nueva de Jesús ¿cómo repercute en ti, en tu vida y en tu corazón?

5) Oración final

Ensalzad conmigo a Yahvé, exaltemos juntos su nombre. Consulté a Yahvé y me respondió: me libró de todos mis temores. (Sal 34,4-5)

Todos los derechos: www.ocarm.org

Lectio, vie, 30 de jun, 2023

Tiempo Ordinario

Oración inicial

Concédenos vivir siempre, Señor, en el amor y respeto a tu santo nombre, porque jamás dejas de dirigir a quienes estableces en el sólido fundamento de tu amor. Por nuestro Señor.

Lectura del santo Evangelio según Mateo 8,1-4

En aquel tiempo, cuando Jesús bajó de la montaña, lo iba siguiendo una gran multitud. De pronto se le acercó un leproso, se postró ante él y le dijo: “Señor, si quieres, puedes curarme”. Jesús extendió la mano y lo tocó, diciéndole: “Sí quiero, queda curado”.

Inmediatamente quedó limpio de la lepra. Jesús le dijo: “No le vayas a contar esto a nadie. Pero ve ahora a presentarte al sacerdote y lleva la ofrenda prescrita por Moisés para probar tu curación”.

Reflexión

En los capítulos de 5 a 7 oímos las palabras de la nueva Ley proclamada por Jesús en lo alto de la Montaña. Ahora en los capítulos 8 y 9, Mateo muestra como Jesús practicaba aquello que acababa de enseñar. En los evangelios de hoy (Mt 8,1-4) y de mañana (Mt 8,5-17), vamos a ver de cerca los siguientes episodios que revelan como Jesús sanaba: la curación de un leproso (Mt 8,1-4), la curación del siervo del centurión romano (Mt 8,5-13), la curación de la suegra de Pedro (Mt 8,14-15) y la curación de numerosos enfermos (Mt 8,14-17).

Mateo 8,1-2: El leproso pide: “¡Señor, si quieres puedes limpiarme!” Un leproso llega cerca de Jesús. Era un excluido. Quien le tocaba quedaba impuro. Por esto,  los  leprosos debían ser alejados (Lv 13,45-46). Pero aquel leproso tiene mucho valor. Transgredió las normas de la religión para poder entrar  en  contacto  con  Jesús.  al llegar cerca, dice: ¡Si quieres, puedes limpiarme! O sea: no precisas tocarme. Basta    con que el Señor lo quiera, para que yo quede limpio.” Esta frase revela dos enfermedades: 1) la enfermedad de la  lepra que  lo  volvía  impuro;  2) la  enfermedad  de la soledad a la que era condenado por la sociedad y por  la  religión.  Revela  asimismo la gran fe de ese hombre en el poder de Jesús.

Mateo 8,3: Jesús lo toca y dice: ¡Quiero! Sé purificado. Profundamente compadecido, Jesús cura las dos enfermedades. Primero para curar la soledad, antes de decir cualquier palabra, toca al leproso. Es como si dijera: “Para mí, tú no eres un excluido. No tengo miedo en quedarme impuro si te toco. ¡Te acojo como hermano!” Luego cura la lepra diciendo: ¡Quiero! ¡Queda limpio! El leproso, para poder entrar en contacto con Jesús, había transgredido las normas de la ley. Asimismo, Jesús para poder ayudar a aquel excluido y, así, revelar un nuevo rostro de Dios, transgrede las normas de su religión y toca al leproso.

Mateo 8,4: Jesús ordena al hombre que vaya a conversar con los sacerdotes. En aquel tiempo, para que un leproso fuera admitido en la comunidad, necesitaba tener un certificado de curación confirmado por un sacerdote. Es como hoy. El enfermo sale del hospital solamente si tiene un certificado de alta firmado por el médico. Jesús obliga al fulano a que busque el documento, para poder convivir con normalidad. Obligó a las autoridades a que reconocieran que el hombre había sido curado. Jesús no solamente cura, sino que quiere que la persona curada pueda convivir. Reintegra a la persona en la convivencia fraterna. El evangelio de Marcos añade que el hombre no se presentó a los sacerdotes. Por el contrario “el hombre en cuanto salió, empezó a hablar y a contar detalladamente todo el asunto. Resultó que Jesús ya no podía entrar públicamente en el pueblo; tenía que andar por las afuera, en lugares apartados (Mc 1,45). ¿Por qué Jesús no podía entrar ya públicamente en una ciudad? Había tocado al leproso y ante las autoridades religiosas y ante la ley de la época se había vuelto impuro. Por eso, ahora, Jesús mismo era un impuro y tenía que ser alejado de todos. No podía entrar en las ciudades. Pero Marcos muestra que a la gente poco le importaban estas normas oficiales, pues ¡de todas partes  venían donde Jesús! ¡Subversión total! El recado que Marcos nos da es éste: para anunciar la Buena Nueva de Dios a la gente, no hay que tener miedo a transgredir las normas religiosas que son contrarias al proyecto de Dios y que impiden la fraternidad y la vivencia del amor. Aunque esto traiga dificultades para la gente, como le ocurrió a Jesús. En Jesús, todo es revelación de aquello que ¡lo anima por dentro! El no sólo anuncia la Buena Nueva del Reino. El mismo es una muestra, un testimonio vivo del Reino, una revelación de Dios. En el aparece aquello que acontece cuando un ser humano deja reinar a Dios, le deja ser el centro de su vida.

Para la reflexión personal

En nombre de la Ley de Dios, los leprosos eran excluidos, no podían convivir. En nuestra Iglesia existen costumbres y normas no escritas que, hasta hoy, marginan a las personas y las excluyen de la convivencia y de la comunión. ¿Conoces a personas así? ´¿Qué opinas con relación a esto?

Jesús tuvo el valor de tocar al leproso. ¿Tú tendrías ese valor?

Oración final

Bendeciré en todo tiempo a Yahvé, sin cesar en mi boca su alabanza; en Yahvé se gloría mi ser, ¡que lo oigan los humildes y se alegren! (Sal 34,2-3)

Todos los derechos: www.ocarm.org

Lectio, jue, 29 de jun, 2023

San Pedro Y San Pablo, apóstoles, solemnidad Jesús dice a Pedro: «Tú eres Piedra»

Piedra de apoyo y piedra de escándalo Mateo 16, 13-23

Oración inicial

Señor Jesús, envía tu Espíritu, para que Él nos ayude a leer la Biblia en el mismo modo con el cual Tú la has leído a los discípulos en el camino de Emaús. Con la luz de la Palabra, escrita en la Biblia, Tú les ayudaste a descubrir la presencia de Dios en los acontecimientos dolorosos de tu condena y muerte. Así, la cruz , que parecía ser el final de toda esperanza, apareció para ellos como fuente de vida y resurrección.

Crea en nosotros el silencio para escuchar tu voz en la Creación y en la Escritura, en los acontecimientos y en las personas, sobre todo en los pobres y en los que sufren. Tu palabra nos oriente a fin de que también nosotros, como los discípulos de Emaús, podamos experimentar la fuerza de tu resurrección y testimoniar a los otros que Tú estás vivo en medio de nosotros como fuente de fraternidad, de justicia y de paz. Te lo pedimos a Tí, Jesús, Hijo de María, que nos has revelado al Padre y enviado tu Espíritu. Amén.

Lectura

Una clave de lectura:

El texto litúrgico de la fiesta de San Pedro y San Pablo está tomado del Evangelio de Mateo: 16,13-19. En el comentario que haremos incluimos también los versículos 20-23. Porque en el conjunto del texto, del versículo 13 al 23, Jesús volviéndose a Pedro por dos veces lo llama «piedra». Una vez piedra de fundamento (Mt 16,18) y otra vez piedra de escándalo. (Mt 16,23). Las dos afirmaciones se complementan mutuamente.

Durante la lectura del texto sería bueno poner atención al modo de conducirse de Pedro y a las solemnes palabras, que Jesús le dirige en dos ocasiones.

Una división del texto para ayudar en la lectura:

13-14: Jesús quiere saber las opiniones del pueblo sobre su persona.
15-16: Jesús pregunta a los discípulos y Pedro confiesa: «¡Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios!»
17-20: Respuesta solemne de Jesús a Pedro (frase central de la fiesta de hoy).
21-22: Jesús pone en claro el significado de Mesías, pero Pedro reacciona y no lo acepta.
22-23: Respuesta solemne de Jesús a Pedro.

El texto:

En aquel tiempo, cuando llegó Jesús a la región de Cesarea de Filipo, hizo esta pregunta a sus discípulos: “¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?” Ellos le respondieron: “Unos dicen que eres Juan el Bautista; otros, que Elías; otros, que Jeremías o alguno de los profetas”.

Luego les preguntó: “Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?” Simón Pedro tomó la palabra y le dijo: “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo”.

Jesús le dijo entonces: “¡Dichoso tú, Simón, hijo de Juan, porque esto no te lo ha revelado ningún hombre, sino mi Padre que está en los cielos! Y yo te digo a ti que tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia. Los poderes del infierno no prevalecerán sobre ella. Yo te daré las llaves del Reino de los cielos; todo lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo”.

Un momento de silencio orante

para que la Palabra de Dios pueda entrar en nosotros e iluminar nuestra vida.

Algunas preguntas

para ayudarnos en la meditación y en la oración.

¿Qué punto ha llamado más mi atención?
¿Cuáles son las opiniones del pueblo sobre Jesús? ¿Qué piensan Pedro y los discípulos sobre Jesús?
¿Quién es Jesús para mí? ¿Quién soy yo para Jesús?
Pedro es piedra de dos modos: ¿cuáles?
¿Qué tipo de piedra es nuestra comunidad?

En el texto aparecen muchas opiniones sobre Jesús y varias maneras de presentarse la fe. Hoy también existen muchas opiniones diferentes sobre Jesús.

¿Qué opiniones son las conocidas por nuestra comunidad? ¿Qué misión resulta de todo esto para nosotros?

Una clave de lectura

para profundizar en el tema.

El contexto

En las partes narrativas de su Evangelio, Mateo acostumbra a seguir el orden del Evangelio de Marcos. Tal vez él cita otra fuente conocida por él y por Lucas. Pocas veces presenta informaciones propias que aparezcan sólo en su Evangelio, como en el caso del evangelio de hoy. Este texto, con el diálogo entre Jesús y Pedro, recibe diversas interpretaciones, incluso hasta opuestas, en las iglesias cristianas. En la iglesia católica constituye el fundamento del primado de Pedro. Sin disminuir a propósito la importancia de este texto, conviene situarlo en el contexto del Evangelio de Mateo, en el cual, en otros textos las mismas cualidades conferidas a Pedro son atribuidas casi todas también a otras personas. No son una exclusiva de Pedro.

Comentario del texto

Mateo: 16,13-16: Las opiniones del pueblo y de los discípulos con respecto a Jesús.

Jesús quiere saber la opinión del pueblo sobre su persona. Las respuestas son muy variadas: Juan Bautista, Elías, Jeremías, uno de los profetas. Cuando Jesús pide la opinión a los mismos discípulos, Pedro en nombre de todos, dice: «¡Tú eres el Cristo el Hijo de Dios vivo!» Esta respuesta de Pedro no es nueva. Anteriormente, después de caminar sobre las aguas, ya los mismos discípulos habían hecho una confesión de fe semejante: «¡Verdaderamente tú eres el Hijo de Dios!» (Mt 14, 33). Es el reconocimiento de que en Jesús se realizan las profecías del Antiguo Testamento.  En el Evangelio de Juan la misma profesión de fe se hace por medio de Marta: «¡Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios que ha venido a este mundo!» (Jn 11,27).

Mateo: 16-17: La respuesta de Jesús a Pedro: ¡Dichoso tú, Pedro!

Jesús proclama «dichoso» a Pedro, porque ha recibido una revelación del Padre. Tampoco aquí es nueva la respuesta de Jesús. Anteriormente Jesús había hecho una idéntica proclamación de beatitud a los discípulos porque veían y oían cosas que ninguno antes había conocido (Mt 13,16), y había alabado al Padre porque había revelado el Hijo a los pequeños y no a los sabios (Mt 11,25). Pedro es uno de los pequeños a los que el Padre se revela. La percepción de la presencia de Dios en Jesús no «viene de la carne ni de la sangre», o sea, no es fruto de estudio, ni es mérito de ningún esfuerzo humano, sino que es un don que Dios concede a quien quiere.

Mateo: 16,18-20: Las calificaciones de Pedro: Ser piedra de fundamento y recibir en posesión las llaves del Reino.

Ser Piedra: Pedro debe ser la piedra, a saber, debe ser el fundamento firme para la Iglesia, de modo que pueda resistir contra los asaltos de las puertas del infierno. Con estas palabras de Jesús a Pedro, Mateo animaba a las comunidades de la Siria o de la Palestina, que sufrían y eran perseguidas y que veían en Pedro el jefe que las había sellado desde los orígines. A pesar de ser débiles y perseguidas, ellas tenían un fundamento sólido, garantizado por la palabra de Jesús. En aquel tiempo, las comunidades cultivaban una estrecha relación afectiva muy fuerte con los jefes que habían dado origen a la comunidad. Así las comunidades de la Siria y Palestina cultivaban su relación con la persona de Pedro. La de la Grecia con la persona de Pablo. Algunas comunidades de Asia con la persona del Discípulo amado y otras con la persona de Juan el del Apocalipsis. Una identificación con estos jefes de sus orígines les ayudaba a cultivar mejor la propia identidad y espiritualidad. Pero podía ser también motivo de conflicto, como en el caso de la comunidad de Corinto (1Cor 1,11-12). Ser piedra como fundamento de la fe evoca la palabra de Dios al pueblo en el destierro de Babilonia «Oídme vosotros, los que seguís la justicia, los que buscáis a Yahvé. Considerad la roca de la que habéis sido tallados y la cantera de la que habéis sido sacados. Mirad a Abrahán, vuestro padre y a Sara que os dio  a luz; porque sólo  a él lo llamé yo, lo bendije y lo multipliqué.»  (Is 51,1-2). Aplicada a Pedro, esta cualidad    de piedra-fundamento, indica un nuevo comienzo del pueblo de Dios.

Las llaves del Reino: Pedro recibe las llaves del Reino para atar y desatar, o sea, para reconciliar entre ellos y con Dios . El mismo poder de  atar y  desatar  se les ha sido  dado  a las comunidades (Mt 18,8) y a los discípulos (Jn 20,23). Uno  de los puntos en  el que el Evangelio de Mateo insiste más, es el de la reconciliación y el perdón. (Mt 5,7.23-24.38-42.44-48; 6,14-15; 18,15-35). El hecho es que en los años 80 y 90, allá en la Siria existían muchas tensiones en las comunidades y divisiones en las familias por causa de la fe en Jesús. Algunos lo aceptaban como Mesías y otros  no, y esto era  fuente de muchos desavenencias y  conflictos.  Mateo  insiste  sobre  la  reconciliación. La reconciliación era y sigue siendo uno de los más importantes deberes de los coordinadores de las comunidades. Imitando a Pedro, deben atar y desatar, esto es, trabajar para que haya reconciliación,  aceptación  mutua,  construcción  de  la  verdadera fraternidad.

La Iglesia: La palabra Iglesia, en griego ekklesia, aparece 105 veces en el Nuevo Testamento, casi exclusivamente en las Actas de los Apóstoles y en las Cartas. Sólamente tres veces en los Evangelios, y sólo en Mateo. La palabra significa» asamblea convocada» o » asamblea elegida». Ésta indica el pueblo que se reúne convocado por la Palabra de Dios, y trata de vivir el mensaje del Reino que Jesús nos ha traído. La Iglesia o la comunidad no es el Reino, sino un instrumento y una señal del Reino. El Reino es más grande. En la Iglesia, en la comunidad, debe o debería aparecer a los ojos de todos, lo que sucede cuando un grupo humano deja a Dios reinar y tomar posesión de su vida.

Mateo: 16,21-22: Jesús completa lo que falta en la respuesta de Pedro y éste reacciona y no acepta.

Pedro había confesado: «¡Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo!» Conforme a la ideología dominante del tiempo, él se imaginaba un Mesías glorioso. Jesús lo corrige: Es necesario que el Mesías sufra y sea muerto en Jerusalén». Diciendo «es necesario», Él indica que el sufrimiento ya estaba previsto en las profecías (Is 53, 2-8). Si los discípulos aceptan a Jesús como Mesías e Hijo de Dios, deben aceptarlo también como Mesías Siervo que va a morir. ¡No sólo el triunfo de la gloria, sino también el camino de la cruz! Pero Pedro no acepta la corrección de Jesús y trata de disuadirlo.

Mateo: 16-23: La respuesta de Jesús a Pedro: piedra de escándalo.

La respuesta de Jesús es sorprendente: «¡Retírate de mi, Satanás! Tú me sirves de escándalo, porque no sientes las cosas de Dios sino la de los hombres». Satanás es el que nos aparta del camino que Dios ha trazado para nosotros. Literalmente Jesús dice: «¡Colócate detrás de mi!» (Vada retro! En latín). Pedro quería tomar la guía e indicar la dirección del camino. Jesús dice: «¡Detrás de mí!» Quien señala la dirección y el ritmo no es Pedro, sino Jesús. El discípulo debe seguir al maestro. Debe vivir en conversión permanente. La palabra de Jesús era también un mensaje para todos aquéllos que guiaban la comunidad. Ellos deben «seguir» a Jesús y no pueden colocarse delante como Pedro quería hacer. Non son ellos los que pueden indicar la dirección o el estilo. Al contrario, como Pedro, en vez de piedra de apoyo, pueden convertirse en piedra de escándalo. Así eran algunos jefes de las comunidades en tiempos de Mateo. Había ambigüedad. ¡Así nos puede suceder a nosotros hoy!

Ampliando informaciones del evangelio sobre Pedro: un retrato de San Pedro

Pedro de pescador de peces se transformó en pescador de hombres (Mc 1,7). Estaba casado (Mc 1,30). Hombre bueno, muy humano. Estaba llamado naturalmente a ser el jefe entre los doce primeros discípulos de Jesús. Jesús respetó esta tendencia natural e hizo de Pedro el animador de su primera comunidad (Jn 21, 17). Antes de entrar en la comunidad de Jesús, Pedro se llamaba Simón bar Jona (Mt 16,17), Simón hijo de Jonás.

Jesús le dió el sobrenombre de Cefas o Piedra, que luego se convirtió en Pedro. (Lc 6,14).

Por naturaleza, Pedro podía serlo todo, menos una piedra. Era valiente en el hablar,  pero a la hora del peligro se dejaba llevar del miedo y huía. Por ejemplo, aquella vez   que Jesús llegó caminando sobre las aguas, Pedro pidió: «Jesús, ¿puedo yo también ir a ti sobre las aguas?» Jesús respondió «¡Ven, Pedro!» Pedro desciende de la barca, se pone a caminar sobre las aguas. Pero cuando llega una ola un poco más alta de lo acostumbrado, se asusta, comienza a hundirse y exclama: «¡Sálvame, Señor!» Jesús lo tomó de la mano y lo salvó (Mt 14, 28-31). En la última cena, Pedro dice a Jesús: «¡Yo no te negaré jamás, Señor!» (Mc 14,31), pero pocas horas después, en el palacio del sumo sacerdote, delante de una sierva, cuando Jesús ya había sido arrestado, Pedro negó con juramento el tener algo que ver con Jesús (Mc 14, 66-72). En el huerto de los olivos, cuando Jesús fue arrestado, él llega hasta desenvainar la espada (Jn 18, 10), pero luego huyó, dejando solo a Jesús (Mc 14,50). Por naturaleza ¡Pedro no era piedra!

Sin embargo, este Pedro tan débil y humano, tan igual a nosotros, se convirtió en Piedra, porque Jesús ha rezado por él diciendo: «¡Pedro, yo he orado por ti, para que no desfallezca tu fe. Y tú, una vez convertido, confirma a tus hermanos!» (Lc 22,31-32).

Por esto, Jesús podía decir: «¡Tú eres Pedro y sobre esta piedra yo edificaré mi Iglesia!» (Mt 16,18). Jesús le ayudó a ser piedra. Después de la resurrección, en Galilea, Jesús se apareció a Pedro y le pidió dos veces: «¿Pedro me amas?» Y Pedro dos veces respondió: «Señor, Tú sabes que te amo.» (Jn 21, 15.16). Cuando Jesús hizo la misma pregunta por tercera vez, Pedro se entristeció. Debió recordar que lo había negado tres veces. A la tercera pregunta, él respondió: «Señor, Tú lo sabes todo. Tú sabes que yo te amo». Y fue en aquel momento cuando Jesús le confió el cuidado de las ovejas, diciendo: ¡Pedro, apacientas mis ovejas! Con la ayuda de Jesús la firmeza de la piedra crecía en Pedro y se reveló en el día de Pentecostés.

En el día de Pentecostés, después de la venida del Espíritu Santo, Pedro abrió la puerta de la sala, donde estaban todos reunidos, a puertas cerradas por miedo de los judíos (Jn 20,19), se llenó de valor y comenzó a anunciar la Buena Noticia de Jesús al pueblo (Act 87 2,14-40). ¡Y no se paró nunca más! Por causa de este anuncio valeroso de la resurrección, fue arrestado (Act 4,3). En el interrogatorio le fue prohibido anunciar la buena noticia (Act 4,18), pero Pedro no obedeció la prohibición. Él decía: «¡Nosotros pensamos que debemos obedecer a Dios antes que a los hombres!» (Act 4, 19; 5,29).

Fue arrestado de nuevo y (Act 5,18.26). Fue castigado (Act 5,40). Pero el dijo: «Muchas gracias. Pero nosotros continuaremos» (cfr Act 5,42).

La tradición cuenta que, al final de su vida, cuando estaba en Roma, Pedro tuvo todavía un momento de miedo. Pero luego volvió sobre sus pasos, fue arrestado y condenado a la muerte de cruz. Él pidió que le crucificasen con la cabeza hacia abajo. Pensaba que no era digno de morir del mismo modo que su maestro Jesús. ¡Pedro fue fiel así mismo hasta el final!

6. Salmo 103 (102)

Acción de gracias

Bendice, alma mía, a Yahvé, el fondo de mi ser, a su santo nombre. Bendice, alma mía, a Yahvé, nunca olvides sus beneficios.

Él, que tus culpas perdona, que cura todas tus dolencias, rescata tu vida de la fosa, te corona de amor y ternura, satura de bienes tu existencia, y tu juventud se renueva como la del águila.

Yahvé realiza obras de justicia y otorga el derecho al oprimido, manifestó a Moisés sus caminos, a los hijos de Israel sus hazañas.

Yahvé es clemente y compasivo, lento a la cólera y lleno de amor; no se querella eternamente, ni para siempre guarda rencor; no nos trata según nuestros yerros, ni nos paga según nuestras culpas.

Como se alzan sobre la tierra los cielos, igual de grande es su amor con sus adeptos; como dista el oriente del ocaso, así aleja de nosotros nuestros crímenes.

Como un padre se encariña con sus hijos, así de tierno es Yahvé con sus adeptos; que él conoce de qué estamos hechos, sabe bien que sólo somos polvo. ¡El hombre! Como la hierba es su vida, como la flor del campo, así florece; lo azota el viento y ya no existe, ni el lugar en que estuvo lo reconoce.

Pero el amor de Yahvé es eterno con todos que le son adeptos; de hijos a hijos pasa su justicia, para quienes saben guardar su alianza, y se acuerdan de cumplir sus mandatos.

Yahvé asentó su trono en el cielo, su soberanía gobierna todo el universo.

Bendecid a Yahvé, ángeles suyos, héroes potentes que cumplís sus órdenes en cuanto oís la voz de su palabra.

Bendecid a Yahvé, todas sus huestes, servidores suyos que hacéis su voluntad.

Bendecid a Yahvé, todas sus obras, en todos los lugares de su imperio. ¡Bendice, alma mía, a Yahvé!

7. Oración final

Señor Jesús, te damos gracia por tu Palabra que nos ha hecho ver mejor la voluntad del Padre. Haz que tu Espíritu ilumine nuestras acciones y nos comunique la fuerza para seguir lo que Tu Palabra nos ha hecho ver. Haz que nosotros como María, tu Madre, podamos no sólo escuchar, sino también poner en práctica la Palabra. Tú que vives y reinas con el Padre en la unidad del Espíritu Santo por todos los siglos de los siglos. Amén.

Todos los derechos: www.ocarm.org

Lectio, mié, 28 de jun, 2023

Tiempo Ordinario

Oración inicial

Concédenos vivir siempre, Señor, en el amor y respeto a tu santo nombre, porque jamás dejas de dirigir a quienes estableces en el sólido fundamento de tu amor. Por nuestro Señor.

Lectura del santo Evangelio según Mateo 7,15-20

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Cuidado con los falsos profetas. Se acercan a ustedes disfrazados de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conocerán. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos o higos de los cardos?

Todo árbol bueno da frutos buenos y el árbol malo da frutos malos. Un árbol bueno no puede producir frutos malos y un árbol malo no puede producir frutos buenos. Todo árbol que no produce frutos buenos es cortado y arrojado al fuego. Así que por sus frutos los conocerán».

Reflexión

Estamos llegando a las recomendaciones finales del Sermón del Monte. Comparando el evangelio de Mateo con el de Marcos se percibe una gran diferencia en la manera en que los dos presentan la enseñanza de Jesús. Mateo insiste más en el contenido de la enseñanza y lo organiza en cinco grandes discursos, de los cuales el Sermón del Monte es el primero (Mt 5 a 7). Marcos, por más de quince veces, dice que Jesús enseñaba, pero raramente dice lo que él enseñan. A pesar de estas diferencias, los dos concuerdan en un punto: Jesús enseñaba mucho. Enseñar era lo que Jesús más hacía (Mc 2,13; 4,1-2; 6,34). Era su costumbre (Mc 10,1). Mateo se interesaba por el contenido. Marcos ¿se interesaba por el contenido? ¡Depende de  lo que entendemos por contenido! Enseñar no es sólo cuestión de comunicar verdades para que la gente las aprenda de memoria. El contenido no está sólo en las palabras, sino también en los gestos y en la manera que Jesús tiene de relacionarse con las personas. El contenido no está nunca desligado de la persona que lo comunica. La persona es la raíz del contenido. La bondad y el amor que transparen en las palabras y en los gestos de Jesús forman parte del contenido. Son su espesor. Contenido bueno sin bondad es como leche derramada. No convence y no hay conversión.

Las recomendaciones finales y el resultado del Sermón del Monte en la conciencia de la gente ocupan el evangelio de hoy (Mt 7,15-20) y de mañana (Mt 7,21-29). (La secuencia de los evangelios diarios de la semana no es siempre la de los evangelios mismos). Mateo 7,13-14: Escoger el camino recto Mateo 7,15-20: Los profetas se conocen por los frutos Mateo 7,21-23: No sólo hablar, sino practicar Mateo 7,24-27: Construir la casa sobre roca Mateo 7,28-29: La nueva conciencia de la gente

Mateo 7,15-16ª: Cuidado con los falsos profetas. En el tiempo de Jesús, había profetas de todo tipo, personas que anunciaban mensajes apocalípticos para envolver a la gente en los diversos movimientos de aquella época. Esenos, fariseos, celotes y otros (cf. At 5,36-37). En el tiempo en que Mateo escribe había también profetas que anunciaban mensajes diferentes del mensaje proclamado por las comunidades. Las cartas de Pablo mencionan estos movimientos y tendencias (cf 1Cor 12,3; Gal 1,7-9; 2,11-14;6,12). No debe haber sido fácil para las comunidades hacer el discernimiento de espíritus. De aquí la importancia de las palabras de Jesús sobre los falsos profetas. La advertencia de Jesús es muy fuerte: «Cuidado con los falsos profetas: ellos viene vestidos con pieles de oveja, pero dentro son lobos feroces” .Jesús usa esta misma imagen cuando envía a los discípulos y a las discípulas en misión: “Os mando como cordero en medio de lobos” (Mt 10,16 y Lc 10,3). La oposición entre lobo voraz y manso cordero es irreconciliable, a no ser que el lobo se convierta y pierda su agresividad como sugiere el profeta Isaías (Is 11,6; 65,25). Lo que importa aquí en nuestro texto es el don del discernimiento. No es fácil discernir los espíritus. A veces, sucede que intereses personales o grupales llevan a las personas a proclamar como falsos a los profetas que anuncian la verdad que incomoda. Esto aconteció con Jesús. Fue eliminado y condenado a muerte como falso profeta por las autoridades religiosas de la época. De vez en cuando, lo mismo ha ocurrido y sigue ocurriendo en nuestra iglesia.

Mateo 7,16b-20 : La comparación del árbol y sus frutos. Para ayudar en el discernimiento de espíritus, Jesús usa la comparación del fruto: “Por los frutos os reconocerán”. Un criterio similar lo había sugerido ya el libro del Deuteronomio (Dt 18,21-22). Y Jesús añade: “Un árbol bueno no puede producir frutos malos, ni un árbol malo producir frutos buenos. Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y arrojado al fuego. En el evangelio de Juan, Jesús completa la comparación: “Si alguna de mis ramas no produce fruto, él lo corta; y limpia toda rama que produce fruto para que  dé más. Esas ramas son arrojadas fuera y se secan como ramas muertas.” (Jn 15,2.4.6)

Para la reflexión personal

¡Falsos profetas! Conoces algún caso en que una persona buena y honrada que proclamaba una verdad incómoda fue condenada como falso profeta?

Al juzgar por los frutos del árbol de tu vida personal, ¿cómo te defines: falso o verdadero?

Oración final

Mis ojos languidecen por tu salvación, por tu promesa de justicia. Trata a tu siervo según tu amor, enséñame tus preceptos. (Sal 119,123-124)

Todos los derechos: www.ocarm.org

Lectio, mar, 27 de jun, 2023

Tiempo Ordinario

Oración inicial

Concédenos vivir siempre, Señor, en el amor y respeto a tu santo nombre, porque jamás dejas de dirigir a quienes estableces en el sólido fundamento de tu amor. Por nuestro Señor.

Lectura del santo Evangelio según Mateo 7,6.12-14

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «No den a los perros las cosas santas ni echen sus perlas a los cerdos, no sea que las pisoteen y después se vuelvan contra ustedes y los despedacen.

Traten a los demás como quieren que ellos los traten a ustedes. En esto se resumen la ley y los profetas.

Entren por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta y amplio el camino que conduce a la perdición, y son muchos los que entran por él. Pero ¡qué estrecha es la puerta y qué angosto el camino que conduce a la vida, y qué pocos son los que lo encuentran!»

Reflexión

Discernimiento y prudencia al ofrecer las cosas de valor. En sus relaciones con los demás, Jesús pone en guardia ante algunas actitudes peligrosas. Lo primero es no juzgar (7,1-5): se trata de una verdadera prohibición, “no juzguéis”, acción que evita todo desprecio o condena de los otros. El juicio último es competencia exclusiva de Dios; nuestros parámetros y criterios son relativos; están condicionados por nuestra subjetividad. Toda condenación de los demás se vuelve también condenación de sí mismo, por cuanto nos pone bajo el juicio de Dios y se autoexcluye del perdón. Si tu ojo está limpio, es decir, si está libre de todo juicio hacia el hermano, puedes relacionarte con él de manera veraz ante Dios.

Vayamos a las palabras de Jesús que el texto nos ofrece: “No deis a los perros lo que es santo, ni echéis vuestras perlas delante de los puercos, no sea que las pisoteen con sus patas, y después, volviéndose, os despedacen” (7,6). A primera vista, este “dicho” de Jesús parece extraño a la sensibilidad del lector hodierno. Puede presentarse como un verdadero enigma. En verdad se trata de una manera de decir, de un lenguaje semítico que requiere ser interpretado. En tiempo de Jesús, como en la cultura antigua, los perros no eran muy apreciados porque se consideraban semisalvajes y callejeros (U. Luz). 79

Vayamos ahora al aspecto positivo y didáctico-sapiencial de las palabras de Jesús: no profanar las cosas santas es, a fin de cuentas, una invitación a usar la prudencia y el discernimiento. En el AT las cosas santas son la carne para el sacrificio (Lv 22,14; Es 29,33ss; Nm 18,8-19). También la prohibición de echar las perlas a los puercos resulta incomprensible. Para los hebreos, los cerdos son animales impuros, como la quintaesencia de la repugnancia. Por el contrario, las perlas son lo más precioso que puede haber. La advertencia de Jesús se refiere a aquel que sacia a los perros callejeros con la carne consagrada y destinada al sacrificio. Tal comportamiento resulta malvado y con frecuencia imprudente, pues normalmente a los perros no se les daba de comer y, movidos por su hambre insaciable, podían retroceder y asaltar a sus “bienhechores”. A nivel metafórico, las perlas indicarían las enseñanzas de los sabios y las interpretaciones de la “torâh”. En el evangelio de Mateo, la perla es imagen del reino de Dios (Mt 13,45ss). La interpretación que hace el evangelista al poner esta advertencia de Jesús, es principalmente teológica. Seguramente la interpretación que nos parecerá más acorde con el texto es la lectura eclesial de las palabras de Jesús: una advertencia a los misioneros cristianos de no predicar el evangelio a cualquiera (Gnilka Luz)

El camino a seguir. Al final del discurso (7,13-27) Mateo pone, entre otras cuestiones, una exhortación conclusiva de Jesús, que invita a hacer una elección decisiva para  entrar en el reino de los cielos: la puerta estrecha (7,13-14). La palabra de Jesús no es sólo algo que hay que comprender e interpretar, sino que sobre todo ha de formar     parte de la vida. Ahora bien, para entrar en el  reino  de los  cielos es  necesario  seguir un camino y entrar en la plenitud de la vida atravesando una “puerta”. El tema del “camino” es muy apreciado en el AT (Dt 11,26-28; 30,15-20; Jr 21,8; Sal 1,6; Sal 118,29-30; Sal 138,4; Sb 5,6-7, etc.). El camino representado en las dos puertas conduce a metas diversas.

Una significación coherente de las advertencias de Jesús sería que a la puerta ancha se une el camino ancho que conduce a la perdición, es decir, recorrer un camino ancho siempre es agradable, pero esto no se dice en nuestro texto. Más bien parece que Mateo coincide con el concepto judío de “camino”: siguiendo Dt 30,19 y Jr 21,8 se encuentran dos caminos que se contraponen, el de la muerte y el de la vida. Saber elegir entre dos modos diversos de vida es decisivo para entrar en el reino de los cielos. El que elije la vía estrecha, la de la vida, debe saber que está llena de aflicciones; al decir estrecha indica que en el sufrimiento se encuentra la prueba de la fe.

Para la reflexión personal

¿Cómo ha impactado en tu corazón la palabra de Jesús? ¿La escuchas para vivir bajo la mirada del Padre y para cambiar personalmente y en tus relaciones con los hermanos?

La palabra de Jesús, o mejor, Jesús mismo es la puerta que introduce en la vida filial y fraterna. ¿Te dejas guiar y atraer por la vía estrecha y exigente del evangelio?

¿Sigues más bien la vía ancha y fácil, que consiste en hacer lo que a uno le place o lo que conduce a satisfacer los propios deseos, y que pasa por alto las necesidades de los demás?

Oración final

Tu amor, oh Dios, evocamos en medio de tu templo; como tu fama, oh Dios, tu alabanza alcanza los confines de la tierra. (Sal 48,10-11)

Todos los derechos: www.ocarm.org

Lectio, lun, 26 de jun, 2023

Tiempo Ordinario

Oración inicial

Concédenos vivir siempre, Señor, en el amor y respeto a tu santo nombre, porque jamás dejas de dirigir a quienes estableces en el sólido fundamento de tu amor. Por nuestro Señor.

Lectura del santo Evangelio según Mateo 7,1-5

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «No juzguen y no serán juzgados; porque así como juzguen los juzgarán y con la medida que midan los medirán.

¿Por qué miras la paja en el ojo de tu hermano y no te das cuenta de la viga que tienes en el tuyo? ¿Con qué cara le dices a tu hermano: ‘Déjame quitarte la paja que llevas en el ojo’, cuando tú llevas una viga en el tuyo? ¡Hipócrita! Sácate primero la viga que tienes en el ojo, y luego podrás ver bien para sacarle a tu hermano la paja que lleva en el suyo».

Reflexión

En el evangelio de hoy seguimos la meditación sobre el Sermón del Monte que se encuentra en los capítulos 5 y 6 de Mateo. Durante la 10ª y 11ª Semana del Tiempo Ordinario veremos el capítulo 7. En estos tres capítulos 5, 6 y 7 se presenta una idea de cómo era la catequesis en las comunidades de los judíos convertidos en la segunda mitad del primer siglo en Galilea y en Siria. Mateo juntó y organizó las palabras de Jesús para enseñar cómo debía de ser la nueva manera de vivir la Ley de Dios.

Después de haber explicado cómo reestablecer la justicia (Mt 5,17 a 6,18) y cómo restaurar el orden de la creación (Mt 6,19-34), Jesús enseña cómo debe ser la vida en comunidad (Mt 7,1-12). Al final, hay algunas recomendaciones y consejos finales (Mt 7,13-27). Aquí sigue un esquema de todo el sermón del Monte:

Mateo 5,1-12: Las bienaventuranzas: solemne apertura de la nueva Ley.
Mateo: 5,13-16: La nueva presencia en el mundo: Sal de la tierra y Luz del mundo.
Mateo 5,17-19: La nueva práctica de la justicia: relación con la antigua ley.
Mateo 5, 20-48: La nueva práctica de la justicia: observando la nueva Ley.
Mateo 6,1-4: La nueva práctica de las obras de piedad: limosna
Mateo 6,5-15: La nueva práctica de las obras de piedad: la oración
Mateo 6,16-18: La nueva práctica de las obras de piedad: el ayuno
Mateo 6,19-21: Nueva relación con los bienes materiales: no acumular
Mateo 6,22-23: Nueva relación con los bienes materiales: visión correcta
Mateo 6,24: Nueva relación con los bienes materiales: Dios y el dinero
Mateo 6,25-34: Nueva relación con los bienes materiales: confiar en la providencia
Mateo 7,1-5: Nueva convivencia comunitaria: no juzgar
Mateo 7,6: Nueva convivencia comunitaria: no despreciar la comunidad
Mateo: 7,7-11: Nueva convivencia comunitaria: la confianza en Dios engendra el compartir
Mateo 7,12: Nueva convivencia comunitaria: la Regla de Oro
Mateo 7,13-14: Recomendaciones finales: escoger el camino recto
Mateo 7,15-20: Recomendaciones finales: al profeta se le reconoce por los frutos
Mateo 7,21-23: Recomendaciones finales: no sólo hablar, también practicar
Mateo 7,24-27: Recomendaciones finales: construir la casa en la roca

La vivencia comunitaria del evangelio (Mt 7,1-12) es la piedra de toque. Es donde se define la seriedad del compromiso. La nueva propuesta de la vida en comunidad aborda diversos aspectos: no ver la brizna que está en el ojo del hermano (Mt 7,1-5), no tirar perlas a los puercos (Mt 7,6), no tener miedo a pedir a Dios cosas (Mt 7,7-11). Estos consejos van a culminar en la Regla de Oro: hacer al otro lo que nos gustaría nos hiciesen a nosotros (Mt 7,12). El evangelio de hoy presenta la primera parte: Mateo 7,1-5.

Mateo 7,1-2: No juzgar, y no seréis juzgados. La primera condición para una buena convivencia comunitaria es no juzgar al hermano y a la hermana, o sea eliminar los preconceptos que impiden la convivencia transparente. ¿Qué significa esto concretamente? El evangelio de Juan da un ejemplo de cómo Jesús vivía en comunidad con sus discípulos. Jesús dice: “Ya nos les llamaré servidores, porque un servidor no sabe lo que hace su patrón. Les llamo amigos, porque les he dado a conocer todo lo que aprendí de mi Padre” (Jn 15,15). Jesús es un libro abierto para sus compañeros. Esta trasparencia nace de su total confianza en los hermanos y en las hermanas y tiene su raíz en su intimidad con el Padre que da fuerza para abrirse totalmente a los demás.

Quien convive así con los hermanos y hermanas, acepta al otro como es, sin ideas preconcebidas, sin imponer condiciones previas, sin juzgar al otro. ¡Aceptación mutua sin fingimiento y en total trasparencia! ¡Este es el ideal de la nueva vida comunitaria, nacida de la Buena Nueva que Jesús nos trae de que Dios es Padre/Madre y que, por tanto, todos somos hermanos y hermanas unos de otros. Es un ideal tan difícil y bonito y atrayente como aquel otro: ”Sed perfecto como el Padre celestial es perfecto” (Mt 5,48).

Mateo 7.3-5: Ver la brizna y no percibir la viga. Enseguida Jesús da un ejemplo: “¿Cómo es que miras la brizna que hay en el ojo de tu hermano, y no reparas en la viga que hay en tu ojo? ¿O cómo vas a decir a tu hermano: `Deja que te saque la brizna del ojo’, teniendo la viga en el tuyo? Hipócrita, saca primero la viga de tu ojo, y entonces podrás ver para sacar la brizna del ojo de tu «. Al oír esta frase, solemos pensar en los fariseos que despreciaban a la gente tildándola de ignorante y se consideraban mejores que los demás (cf. Jn 7,49; 9,34). En realidad, la frase de Jesús sirve para todos. Por ejemplo, hoy, muchos de nosotros que somos católicos pensamos que somos mejores que los demás cristianos. Pensamos que los demás son menos fieles al evangelio que nosotros. Vemos la brizna en el ojo del otro, sin ver la viga en nuestros ojos. Esta viga es la causa por la cual, hoy, mucha gente tiene dificultad en creer en la Buena Nueva de Jesús.

Para la reflexión personal

No juzgar al otro y eliminar los preconceptos: ¿cuál es la experiencia personal que tengo sobre este punto?

Brizna y viga: ¿cuál es la viga en mí que dificulta mi participación en la vida en familia y en comunidad?

Oración final

Rebosan paz los que aman tu ley, ningún contratiempo los hace tropezar. Espero tu salvación, Yahvé, y cumplo tus mandamientos. (Sal 119,165-166)

Todos los derechos: www.ocarm.org

Lectio, Dom, 25 de jun, 2023

Dar testimonio del Evangelio sin miedo Mateo 10,26-33

Oración inicial

En la oscuridad de una noche sin estrellas, la noche vacía de sentido tú, Verbo de la Vida, como relámpago en la tempestad del olvido, has entrado en el límite de la duda, al abrigo de los confines de la precariedad, para esconder la luz.

Palabras hechas de silencio y de cotidianidad tus palabras humanas, precursoras de los secretos del Altísimo: como anzuelos lanzados en las aguas de la muerte para encontrar al hombre, sumergido en su ansiosa locura, y retenerlo preso, por el atrayente resplandor del perdón.

A Ti, Océano de Paz y sombra de la eterna Gloria, te doy gracias: Mar en calma para mi orilla que espera la ola, ¡que yo te busque!

Y la amistad de los hermanos me proteja cuando la tarde descienda sobre mi deseo de ti. Amén.

Lectura

El texto:

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus apóstoles: «No teman a los hombres. No hay nada oculto que no llegue a descubrirse; no hay nada secreto que no llegue a saberse. Lo que les digo de noche, repítanlo en pleno día, y lo que les digo al oído, pregónenlo desde las azoteas.

No tengan miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. Teman, más bien, a quien puede arrojar al lugar de castigo el alma y el cuerpo.

¿No es verdad que se venden dos pajarillos por una moneda? Sin embargo, ni uno solo de ellos cae por tierra si no lo permite el Padre. En cuanto a ustedes, hasta los cabellos de su cabeza están contados. Por lo tanto, no tengan miedo, porque ustedes valen mucho más que todos los pájaros del mundo.

A quien me reconozca delante de los hombres, yo también lo reconoceré ante mi Padre, que está en los cielos; pero al que me niegue delante de los hombres, yo también lo negaré ante mi Padre, que está en los cielos».

Momento de silencio:

Dejamos que la voz del Verbo resuene en nosotros.

Meditación

Preguntas para la reflexión:

No hay nada encubierto que no deba ser descubierto: La verdad bajo los velos del silencio se extiende más que si se expone en las ávidas manos de los hombres sordos al soplo del Espíritu. La palabra de Dios que escuchas ¿dónde la colocas? ¿A merced de tus pensamientos aventureros o en el sagrario de tu acogida profunda?

Lo que os digo en la oscuridad decidlo a la luz: Cristo habla en las tinieblas, en el secreto del corazón. Para ofrecer sus palabras a la luz éstas deben pasar por tu pensamiento, dentro de tu sentir, en las entrañas antes de subir a los labios. Las palabras que habitualmente diriges a los otros ¿son palabras dichas en el secreto por Él o silabas de pensamientos que vienen al acaso?

Y no tened miedo de los que matan el cuerpo: Ninguno, ni nadie podrá hacerte mal, si Dios está contigo. Podrán hacerte prisionero, pero no podrán quitarte la libertad y la dignidad. Miedos, temores, sospechas, ansias… pueden llegar a ser un recuerdo lejano. ¿Cuándo lo dejarás en la confianza que Dios no te abandona nunca y tiene cuidado de ti?

Dos pájaros ¿no se venden quizás por un as? Y sin embargo ninguno de ellos caerá a tierra sin que lo quiera mi Padre.

La providencia de Dios puede asemejarse al destino, pero es otra cosa totalmente distinta. Los pájaros caen a tierra No es Dios quien los arroja a tierra, sino que cuando caen el Padre está allí. No es Dios quien manda la enfermedad, pero cuando el hombre se enferma, El Padre está allí con Él. Nuestras cosas le pertenecen. La soledad que a veces nos aprisiona no es abandono. ¿Volveremos alrededor la mirada para encontrar los ojos de Cristo que vive con nosotros aquel momento de desolación?

Quien me reconoce delante de los hombres, también yo lo reconoceré delante de mi Padre: Dar a Cristo el coraje de nuestra fe en Él… esta exigencia de vida en la que Dios no es un accesorio, sino el pan cotidiano y la carta identificadora, ¿por sí te interpela o todavía queda algún deseo oculto? También entre los jefes, dice Juan, muchos creyeron en Él, pero no lo reconocían abiertamente a causa de los fariseos, para no ser expulsados de la sinagoga. ¿Arriesgas tu nombre por Él?

Clave de lectura:

¡No temed! Es la palabra clave, que repetida tres veces, confiere unidad al pasaje. Probablemente es una unidad literaria que recoge cuatro dichos aislados. La fe exige como disposición de fondo el no temer. Los argumentos que surgen: proclamación pública del evangelio (vv. 26-27), la disponibilidad para afrontar el martirio sacrificando la vida física para llegar a la vida eterna (v. 28), imágenes de confianza en la providencia (vv. 29-31), la profesión valerosa de la fe en Cristo (vv. 32-33 Es de eficacia notable las contradicciones: velado / desvelado, escondido / conocido, tinieblas / luz, cuerpo / alma, reconocer / renegar…que evidencian las orillas de la vida evangélicamente vivida. Los velos del conocimiento se abren a la luz y sobre los techos del universo la palabra escuchada en el secreto corre. Todo el hombre está presente al corazón de Dios, y si las criaturas de la tierra destilan ternura, cuanto más la vida de una criatura–hijo.

26. No les tengáis miedo. Pues no hay nada encubierto que no haya de ser descubierto, ni oculto que no haya de saberse. Lo que está escondido, no está reservado a unos pocos, sino simplemente guardado en espera de ser manifestado. Hay un tiempo para tener escondido y hay un tiempo para manifestar, diría el Qoelet… saber guardar la verdad en el secreto de los días que pasan: esto es lo que forja la credibilidad de la manifestación. No se puede arrojar una semilla al aire, se guarda en el surco del corazón, se deja a sí misma mientras se transforma muriendo, se le sigue atentamente en su germinar a la luz, hasta que la espiga no esté madura y lista para la siega. Cada palabra de Dios pide pasar a través del surco de la propia historia para llevar a su tiempo fruto abundante.

27. Lo que Yo os digo en la oscuridad, decidlo vosotros a la luz y lo que oís al oído proclamadlo desde los terrados. Jesús habla en el secreto, nosotros hablamos en la luz. Dios habla, nosotros escuchamos y nos convertimos en su boca para otros. Las tinieblas de la escucha, del poner dentro, de asimilar preceden a la aurora de todo anuncio. Y cuando desde los terrados se oiga la buena noticia los hombres se verán obligados a mirar a lo alto. Un tesoro de gloria contiene cada momento de escucha, es un momento de espera que prepara al nacimiento de la luz.

28. Y no temáis a los que matan el cuerpo y no pueden matar el alma; temed más bien al que puede llevar a la perdición alma y cuerpo en la Gehenna. Se puede tener miedo de aquéllos que pueden golpear lo que no es el hombre en su plenitud: quitar la vida terrena no equivale a morir. El único verdaderamente temible es Dios. Pero Dios también después de la muerte conserva la vida del hombre, por esto no hay que temer. Suceda lo que suceda Dios está con el hombre Y esta es una certeza que permite navegar entre las borrascas más devastadoras porque los tesoros del hombre están guardados por Dios, y de la mano de Dios ninguno puede quitar a los elegidos.

29. ¿No se venden dos pajarillos por un as? Pues bien, ninguno de ellos caerá en tierra sin el consentimiento de vuestro Padre. Dos pajarillos, un as. Un mínimo valor que sin embargo está en el pensamiento del Padre. Donde la vida palpita, allí está Dios, completamente. Este cuidado profundo encanta y consuela…e invita a poner oído a todo lo que vibra y lleva la imagen santa del Eterno esplendor. Dos pajarillos: dos pequeñísimas criaturas, de vida breve. El valor de las cosas no se viene por su grandeza o potencia, sino por aquello que anima a lo que es “cuerpo”. Por tanto, todo espacio habitado que acoge la impronta del Creador es lugar de encuentro con Él, testimonio de su atención.

30. En cuanto a vosotros, hasta los cabellos de vuestra cabeza están todos contados. La preocupación de Dios por sus criaturas llega hasta contar los cabellos de nuestra cabeza ¡Es absurdo el Señor en su manera de amar! Cuando la desolación y el abandono se convierten en las palabras de hoy día, bastará contar cualquier cabello de nuestra cabeza recordar la presencia de Dios en nosotros. La protección del Padre celestial no faltará nunca a los discípulos de Jesús. El Misterio que todo lo abraza no puede desaparecer en aquéllos que han elegido el seguir a su Hijo, dejando la tierra de sus seguridades humanas.

31. No temáis pues; vosotros valéis más que muchos pajarillos. Si Dios derrocha sus preocupaciones por dos pajarillos, cuanto más las tendrá por nosotros. De frente a esta imagen viva de la sensibilidad humana y religiosa de Cristo, desaparece el temor. Dios está a favor del hombre, no contra él. Y si calla, no es porque no se preocupe de nosotros, sino porque sus pensamientos sobre nosotros tienen prospectivas más grandes que traspasan los horizontes de la temporalidad terrena.

32. Todo aquél que se declare por mí ante los hombres, yo también me declararé por él ante mi Padre que está en los cielos. Reconocerse. Cuando en una plaza llena, te encuentras entre rostros desconocidos, experimenta la sensación de extranjero. Pero apenas vislumbra un rostro familiar se te agranda el corazón y te abres camino hasta llegar a él. Este reconocerse permite manifestarte delante de los otros y de exponerte. Cristo entre la gente es el rostro familiar que debe ser reconocido como Maestro y Señor de nuestra vida. ¿Y qué temor se puede tener pensando que Él nos reconocerá delante del Padre en los cielos?

33. Pero a quien me niegue delante de los hombres, le negaré yo también ante mi Padre que está en el cielo. ¿Podemos pensar en un Jesús vengativo? No es un discurso de poca monta, sino un discurso que nace de un encuentro existencial. El que Cristo no podrá reconocer como algo propio a quien haya escogido todo menos a Él, es un discurso de fidelidad y de respeto a la libertad humana. Dios respeta la criatura al punto tal de no interferir ni en el espacio de su errar. El evangelio exige pertenencia, no palabras o hechos. ¡El corazón habita en el cielo, cuando Cristo es su aliento de vida.

Oración (salmo 22,23-32)

Contaré tu fama a mis hermanos, reunido en asamblea te alabaré: «Los que estáis por Yahvé, alabadlo, estirpe de Jacob, respetadlo, temedlo, estirpe de Israel.

Que no desprecia ni le da asco la desgracia del desgraciado; no le oculta su rostro, le escucha cuando lo invoca».

Tú inspiras mi alabanza en plena asamblea, cumpliré mis votos ante sus fieles.

Los pobres comerán, hartos quedarán, los que buscan a Yahvé lo alabarán: «¡Viva por siempre vuestro corazón!»

Se acordarán, volverán a Yahvé todos los confines de la tierra; se postrarán en su presencia todas las familias de los pueblos.

Porque de Yahvé es el reino, es quien gobierna a los pueblos.

Ante él se postrarán los que duermen en la tierra, ante él se humillarán los que bajan al polvo.

Y para aquel que ya no viva su descendencia le servirá: hablará del Señor a la edad venidera, contará su justicia al pueblo por nacer: «Así actuó el Señor».

Contemplación

Señor, entre los velos de lo recibido y no dado que yo pueda meditar y acoger todo de ti. No sea mi anunciarte un repetidor inconsciente, sino una palabra poseída en cuanto que vivida y largamente rumiada. Se desvele a mis sentidos la belleza de tu presencia, y en el misterio de tu donarte incesante descienda el velo del encuentro cerca de ti. El tesoro escondido por los siglos es ahora conocido y de las tinieblas se ha levantado una luz por los siglos. La aurora de un día sin ocaso, reluciendo sobre aquello que el amor ha creado y el pecado ha roto, haga de nuevo todas las cosas. Te reconoceré Dios mío delante de mis hermanos. porque será imposible para mí tener escondida la lámpara que tú has encendido en mi vida. ¿Quién me dará palabras que me creen y hagan de mi limite una definición maravillosa de lo que soy, yo, en particular, como ningún otro? Solo tú, Señor, tienes palabras de vida eterna. Y yo las comeré y ofreceré a costa de ser devoradas con ellas. Me bastará sentirme un pajarillo para encontrar la esperanza cuando la tormenta me bañe, porque los ases que tu das por los pajarillos no se cuentan en tu alforja. Amen.

Todos los derechos: www.ocarm.org

Lectio, vie, 23 de jun, 2023

Tiempo Ordinario

Oración inicial

¡Oh Dios!, fuerza de los que en ti esperan, escucha nuestras súplicas; y, pues el hombre es frágil y sin ti nada puede, concédenos la ayuda de tu gracia para guardar tus mandamientos y agradarte con nuestras acciones y deseos. Por nuestro Señor.

Lectura del santo Evangelio según Mateo 6,19-23

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “No acumulen ustedes tesoros en la tierra, donde la polilla y el moho los destruyen, donde los ladrones perforan las paredes y se los roban. Más bien acumulen tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el moho los destruyen, ni hay ladrones que perforen las paredes y se los roben; porque donde está tu tesoro, ahí también está tu corazón.

Tus ojos son la luz de tu cuerpo; de manera que, si tus ojos están sanos, todo tu cuerpo tendrá luz. Pero si tus ojos están enfermos, todo tu cuerpo tendrá oscuridad. Y si lo que en ti debería ser luz, no es más que oscuridad, ¡qué negra no será tu propia oscuridad!”

Reflexión

En el evangelio de hoy seguimos nuestra reflexión sobre el Sermón del Monte. Anteayer y ayer hemos reflexionado sobre la práctica de las tres obras de piedad: limosna (Mt 6,1-4), oración (Mt 6,5-15) y ayuno (Mt 6,16-18). El evangelio de hoy y de mañana presenta cuatro recomendaciones sobre la relación con los bienes materiales, explicitando así cómo vivir la pobreza de la primera bienaventuranza: (a) no acumular (Mt 6,19-21); (b) tener la visión correcta de los bienes materiales (Mt 6,22- 23); (c) no servir a dos señores (Mt 6,24); (d) abandonarse a la providencia divina (Mt 6,25-34). El evangelio de hoy presenta las dos primeras recomendaciones: no acumular bienes (6,19-21) y no mirar el mundo con ojos malos (6,22-23).

Mateo 6,19-21: No acumular tesoros en la tierra. Si, por ejemplo, hoy en la tele se da la noticia de que en el próximo mes faltarán azúcar y café, todos vamos a comprar el máximo de azúcar y café posible. Acumulamos, porque no confiamos. En los cuarenta años de desierto, el pueblo fue puesto a prueba para ver si era capaz de observar la ley de Dios (Ex 16,4). La prueba consistía en esto: ver si eran capaces de recoger sólo lo necesario de maná para un único día y no acumular para el día siguiente. Jesús dice: ««No os amontonéis tesoros en la tierra, donde hay polilla y herrumbre que corroen, y ladrones que socavan y roban. Amontonaos más bien tesoros en el cielo, donde no hay polilla ni herrumbre que corroan, ni ladrones que socaven y roben.” ¿Qué significa acumular tesoros en el cielo? Se trata de saber dónde coloca el fundamento de mi existencia. Si lo coloca en los bienes materiales de esta tierra, corro siempre el peligro de perder lo que acumulé. Si coloco el fundamento en Dios, nadie va a poder destruirlo y tendré la libertad interior de compartir con los demás los bienes que poseo. Para que esto sea posible y viable, es importante que se cree una convivencia comunitaria que favorezca el compartir y la ayuda mutua, y en la que la mayor riqueza o tesoro no es la riqueza material, sino la riqueza y el tesoro de la convivencia fraterna nacida de la certeza traída por Jesús de que Dios es Padre/Madre de todos. Donde está tu tesoro (riqueza), allí está tu corazón.

Mateo 6,22-23: La lámpara del cuerpo es el ojo. Para entender lo que Jesús pide es necesario tener ojos nuevos. Jesús es exigente y pide muchas cosas: no acumular (6,19-21), no servir a Dios y al dinero al mismo tiempo (6,24), no preocuparse de lo que bebemos y comemos (6,25-34). Estas recomendaciones exigentes tratan de aquella parte de la vida humana, donde las personas tienen más angustias y preocupaciones. Es también la parte del Sermón del Monte que es más difícil de entender y practicar. Por esto Jesús dice: «Si tu ojo está malo, «. Algunos traducen ojo malo y ojo sano. Otros traducen ojo mezquino y ojo generoso. Es igual. En la realidad, la peor enfermedad que se pueda imaginar es una persona encerrada en sí misma y en sus bienes, y la confianza que tiene sólo en sus bienes. ¡Es la enfermedad de la mezquindad! Quien mira la vida con esta mirada vivirá en la tristeza y en la oscuridad. El remedio para curar esta enfermedad es la conversión, el cambio de mentalidad y de ideología. Poniendo el fundamento de la vida en Dios, la mirada se vuelve generosa y la vida se vuelve luminosa, pues hace nacer el compartir y la fraternidad.

Jesús quiere un cambio radical. Quiere la observancia de la ley del año sabático, donde se dice que en la comunidad de los que creen, no puede haber pobres (Dt 15,4). La convivencia humana debe organizarse de tal manera que ya no es necesario preocuparse de la comida, de la bebida, de la ropa y de la vivienda, de la salud y de la educación (Mt 6,25-34). Pero esto es posible sólo si todos buscamos primero el Reino de Dios y su justicia (Mt 6,33). El Reino de Dios es permitir que Dios reine: es imitar a Jesús (Mt 5,48). La imitación de Dios lleva a compartir con justicia los bienes y lleva al amor creativo, que engendra la verdadera fraternidad. La Providencia Divina tiene que ser mediada por la organización fraterna. Sólo así es posible deshacernos de todas las preocupaciones para el mañana (Mt 6,34).

Para la reflexión personal

Jesús dice: “Donde está tu riqueza, allí estará tu corazón”. ¿Dónde está mi riqueza: en el dinero o en la fraternidad?
¿Cuál es la luz que tengo en mis ojos para mirar la vida, los acontecimientos?

Oración final

Pues Yahvé ha escogido a Sión, la ha querido como sede para sí: «Aquí está mi reposo para siempre, en él me instalaré, que así lo quiero. (Sal 132,13-14)

Todos los derechos: www.ocarm.org

Lectio, jue, 22 de jun, 2023

Tiempo Ordinario

Oración inicial

¡Oh Dios!, fuerza de los que en ti esperan, escucha nuestras súplicas; y, pues el hombre es frágil y sin ti nada puede, concédenos la ayuda de tu gracia para guardar tus mandamientos y agradarte con nuestras acciones y deseos. Por nuestro Señor.

Lectura del santo Evangelio según Mateo 6,7-15

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Cuando ustedes hagan oración, no hablen mucho, como los paganos, que se imaginan que a fuerza de mucho hablar serán escuchados. No los imiten, porque el Padre sabe lo que les hace falta, antes de que se lo pidan. Ustedes pues, oren así:

Padre nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu nombre,
venga tu Reino,
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.

Danos hoy nuestro pan de cada día,
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en tentación
y líbranos del mal.

Si ustedes perdonan las faltas a los hombres, también a ustedes los perdonará el Padre celestial. Pero si ustedes no perdonan a los hombres, tampoco el Padre les perdonará a ustedes sus faltas».

Reflexión

El evangelio de hoy nos presenta la oración del Padre Nuestro, el Salmo que Jesús nos ha dejado. Hay dos redacciones del Padre Nuestro: la de Lucas (Lc 11,1-4) y la de Mateo (Mt 6,7-13). La redacción de Lucas es más breve. Lucas escribe para las comunidades que venían del paganismo. Trata de ayudar a las personas que están iniciando el camino de la oración. En el evangelio de Mateo, el Padre Nuestro está en aquella parte del Sermón del Monte, donde Jesús orienta a los discípulos y a las discípulas en la práctica de las tres obras de piedad: limosna (Mt 6,1-4), oración (Mt 6,5-15) y ayuno (Mt 6,16-18). El Padre Nuestro forma parte de una catequesis para judíos convertidos. Ellos estaban ya acostumbrados a rezar, pero tenían ciertos vicios que Mateo trata de corregir.

En el Padre Nuestro Jesús resume toda su enseñanza en siete preces dirigidas al Padre. En estas sietes peticiones, retoma las promesas del Antiguo Testamento y manda pedir al Padre que Le ayude a realizarlas. Los primeros tres hablan de nuestra relación con Dios. Los otros cuatro tienen que ver con nuestra relación con los demás.

Mateo 6,7-8: La introducción al Padre nuestro. Jesús critica a las personas para quienes la oración era una repetición de fórmulas mágicas, de palabras fuertes, dirigidas a Dios para obligarlo a responder a sus pedidos y necesidades. Quien reza debe buscar en primer lugar el Reino, mucho más que los intereses personales. La acogida de la oración de parte de Dios no depende de la repetición de las palabras, sino de la bondad de Dios que es Amor y Misericordia. Él quiere nuestro bien y conoce nuestras necesidades, antes que recitemos nuestras oraciones.

Mateo 6,9a: Las primeras palabras: “¡Padre Nuestro, que estás en el cielo!” Abba, Padre, es el nombre que Jesús usa para dirigirse a Dios. Expresa la intimidad que tenía con Dios y manifiesta la nueva relación con Dios que debe caracterizar la vida de la gente en las comunidades cristianas (Gal 4,6; Rom 8,15). Mateo añade al nombre del Padre el adjetivo nuestro y la expresión que estás en el Cielo. La oración verdadera es una relación que nos une al Padre, a los hermanos y a las hermanas y a la naturaleza. La familiaridad con Dios no es intimista, sino que expresa la conciencia de pertenecer a la gran familia humana, de la que participan todas las personas, de todas las razas y credos: Padre Nuestro. Rezar al Padre y entrar en la intimidad con él, es también colocarse en sintonía con los gritos de todos los hermanos y hermanas. Es buscar el Reino de Dios en primer lugar. La experiencia de Dios como Padre es el fundamento de la fraternidad universal.

Mateo 6,9b-10: Las tres peticiones por la causa de Dios: el Nombre, el Reino, la Voluntad. En la primera parte del Padrenuestro, pedimos para que se restaure nuestra relación con Dios. Para restaurar la relación con Dios, Jesús pide (a) la santificación del Nombre revelado en el Éxodo en ocasión de la liberación de Egipto; (b) pide la venida del Reino, esperado por la gente tras el fracaso de la monarquía; (c) pide el cumplimiento de la Voluntad de Dios, revelada en la Ley que estaba en el centro de la Alianza. El Nombre, el Reino, la Ley: son los tres ejes sacados del Antiguo Testamento que expresan cómo debe ser la nueva relación con Dios. Las tres peticiones muestran que es preciso vivir en la intimidad con el Padre, haciendo con que su Nombre sea conocido y amado, que su Reino de amor y de comunión se vuelva realidad, y que se haga su Voluntad así en la tierra como en el cielo. En el cielo, el sol y las estrellas obedecen a la ley de Dios y crean el orden del universo. La observancia de la ley de Dios «así en la tierra como en el cielo» tiene que ser la fuente y el espejo de armonía y de bienestar en toda la creación. Esta relación renovada con Dios, se vuelve visible en la relación renovada entre nosotros que, a su vez, es objeto de cuatro peticiones más: el pan de cada día, el perdón de las deudas, el no caer en la tentación y la liberación del Mal.

Mateo 6,11-13: Las cuatro peticiones por la causa de los hermanos: Pan, Perdón, Victoria, Libertad. En la segunda parte del Padre nuestro, pedimos que sea restaurada y renovada la relación entre las personas. Las cuatro peticiones muestran cómo deben ser transformadas las estructuras de la comunidad y de la sociedad para que todos los hijos y las hijas de Dios vivan con igual dignidad. Pan de cada día: La petición del «Pan de cada día» (Mt 6,11) recuerda el maná de cada día en el desierto (Ex 16,1-36). El maná era una “prueba» para ver si la gente era capaz de caminar según la Ley de Señor (Ex 16,4), esto es, si era capaz de acumular comida sólo para un día como señal de fe que la providencia divina pasa por la organización fraterna. Jesús invita a realizar un nuevo éxodo, una nueva convivencia fraterna que garantice el pan para todos. La petición de «perdón por las deudas» (6,12) recuerda el año sabático que obligaba a los acreedores al perdón de las deudas a los hermanos (Dt 15,1-2). El objetivo del año sabático y del año jubilar (Lev 25,1-22) era de deshacer las desigualdades y empezar de nuevo. ¿Cómo rezar hoy: “Perdona nuestras ofensas así como nosotros perdonamos a nuestros deudores? Los países ricos, todos ellos cristianos, se enriquecen gracias a la deuda externa de los países pobres. No caer en la Tentación: la petición «no caer en la tentación» (6,13) recuerda los errores cometidos en el desierto, donde el pueblo cayó en la tentación (Ex 18,1-7; Núm 20,1-13; Dt 9,7-29). Es para imitar a Jesús que fue tentado y venció (Mt 4,1-17). En el desierto, la tentación llevaba a la gente a seguir por otros caminos, a volverse atrás, a no asumir el camino de la liberación y a reclamar de Moisés que lo conducía la liberación. Liberación del Mal: el mal es el Maligno, Satanás, que trata de desviar y que, de muchas maneras, trata de llevar a las personas a no seguir el rumbo del Reino, indicado por Jesús. Tentó a Jesús para que abandonara el Proyecto del Padre y fuera el Mesías conforme a las ideas de los fariseos, de los escribas y de otros grupos. El Maligno aleja de Dios y es motivo de escándalo. Entra en Pedro (Mt 16,23) y tienta a Jesús en el desierto. Jesús lo vence (Mt 4,1-11).

Para la reflexión personal

Jesús dice «perdona nuestras deudas», pero hoy rezamos «perdona nuestras ofensas»
¿Qué es más fácil: perdonar las ofensas o perdonar las deudas?
¿Cómo sueles recitar el Padre Nuestro: mecánicamente o poniendo toda tu vida y tu compromiso en él?

Oración final

Los montes se derriten como cera, ante el Dueño de toda la tierra; los cielos proclaman su justicia, los pueblos todos ven su gloria. (Sal 97,5-6)

Todos los derechos: www.ocarm.org

Lectio, mié, 21 de jun, 2023

Tiempo Ordinario

Oración inicial

¡Oh Dios!, fuerza de los que en ti esperan, escucha nuestras súplicas; y, pues el hombre es frágil y sin ti nada puede, concédenos la ayuda de tu gracia para guardar tus mandamientos y agradarte con nuestras acciones y deseos. Por nuestro Señor.

Lectura del santo Evangelio según Mateo 6,1-6.16-18

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Tengan cuidado de no practicar sus obras de piedad delante de los hombres para que los vean. De lo contrario, no tendrán recompensa con su Padre celestial.

Por lo tanto, cuando des limosna, no lo anuncies con trompeta, como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles, para que los alaben los hombres. Yo les aseguro que ya recibieron su recompensa. Tú, en cambio, cuando des limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace la derecha, para que tu limosna quede en secreto; y tu Padre, que ve lo secreto, te recompensará.

Cuando ustedes hagan oración, no sean como los hipócritas, a quienes les gusta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas, para que los vea la gente. Yo les aseguro que ya recibieron su recompensa. Tú, en cambio, cuando vayas a orar, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora ante tu Padre, que está allí, en lo secreto; y tu Padre, que ve lo secreto, te recompensará.

Cuando ustedes ayunen, no pongan cara triste, como esos hipócritas que descuidan la apariencia de su rostro, para que la gente note que están ayunando. Yo les aseguro que ya recibieron su recompensa. Tú, en cambio, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara, para que no sepa la gente que estás ayunando, sino tu Padre, que está en lo secreto; y tu Padre, que ve lo secreto, te recompensará».

Reflexión

El evangelio de hoy da continuidad a la meditación sobre el Sermón del Monte. En los días anteriores hemos reflexionado sobre el mensaje del capítulo 5 del evangelio de Mateo. En el Evangelio de hoy y en los días siguientes vamos a meditar el mensaje del capítulo 6 del mismo evangelio. La secuencia de los capítulos 5 y 6 puede ayudar en su comprensión. Los pasajes en itálico indican el texto del evangelio de hoy. He aquí el esquema:

Mateo 5,1-12: Las bienaventuranzas: solemne apertura de la nueva Ley.

Mateo 5,13-16: La nueva presencia en el mundo: Sal de la tierra y luz del mundo. Mateo 5,17-19: La nueva práctica de la justicia: relación con la antigua ley.

Mateo 5, 20-48: La nueva práctica de la justicia: observando la nueva Ley.62 Mateo 6,1-4: La nueva práctica de las obras de piedad: la limosna.

Mateo 6,5-15: La nueva práctica de las obras de piedad: la oración. Mateo 6,16-18: La nueva práctica de las obras de piedad: el ayuno. Mateo 6,19-21: La nueva relación con los bienes materiales: no acumular. Mateo 6,22-23: Nueva relación con los bienes materiales: visión correcta. Mateo 6,24: Nueva relación con los bienes materiales: Dios o el dinero.

Mateo 6,25-34: Nueva relación con los bienes materiales: abandono en la Providencia.

El evangelio de hoy trata de tres asuntos: la limosna (6,1-4), la oración (6,5-6) y el ayuno (6,16-18). Son las tres obras de piedad de los judíos.

Mateo 6,1: No practicar el bien para ser vistos por los otros. Jesús critica los que practican las buenas obras sólo para ser vistos por los hombres (Mt 6,1). Jesús pide apoyar la seguridad interior en aquello que hacemos por Dios. En los consejos que él da transpare un nuevo tipo de relación con Dios: “Y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará» (Mt 6,4). “Antes que pidan, el Padre sabe lo que necesitan” (Mt 6,8). “Si perdonan las ofensas de los hombres, también el Padre celestial los perdonará” (Mt 6,14). Es un nuevo camino que aquí se abre de acceso al corazón de Dios Padre. Jesús no permite que la práctica de la justicia y de la piedad se use como medio de auto-promoción ante Dios y la comunidad (Mt 6,2.5.16).

Mateo 6,2-4: Como practicar la limosna. Dar la limosna es una manera de realizar el compartir tan recomendado por los primeros cristianos (Hec 2,44-45; 4,32-35). La persona que practica la limosna y el compartir para promoverse a sí mismo ante los demás merece la exclusión de la comunidad, como fue el caso de Ananías y Safira (At 5,1-11). Hoy, tanto en la sociedad como en la Iglesia, hay personas que hacen gran publicidad del bien que hacen a los demás. Jesús pide el contrario: hacer el bien de forma tal que la mano izquierda no sepa lo que hace la mano derecha. Es el total desapego y la entrega total en la gratuidad del amor que cree en Dios Padre y lo imita en todo lo que hace.

Mateo 6,5-6: Como practicar la oración. La oración coloca a la persona en relación directa con Dios. Algunos fariseos transformaban la oración en una ocasión para aparecer y exhibirse ante los demás. En aquel tiempo, cuando tocaba la trompeta en los tres momentos de la oración: mañana, mediodía y tarde, ellos debían pararse en el lugar donde estaban para hacer sus oraciones. Había gente que procuraba estar en las esquinas en lugares públicos, para que todos pudiesen ver cómo rezaban. Ahora bien, una actitud así pervierte nuestra relación con Dios. Es falsa y sin sentido. Por esto, Jesús dice que es mejor encerrarse en un cuarto y rezar en secreto, preservando la autenticidad de la relación. Dios te ve también el lo secreto y él te escucha siempre. Se trata de la oración personal, no de la oración comunitaria.

Mateo 6,16-18: Como practicar el ayuno. En aquel tiempo la práctica del ayuno iba acompañada de algunos gestos exteriores bien visibles: no lavarse la cara ni peinarse, usar ropa de color oscuro. Era la señal visible del ayuno. Jesús critica esta manera de actuar y manda hacer lo contrario, para que nadie consiga percibir que estás ayunando: báñate, usa perfume, péinate bien el pelo. Y así el Padre que ve en lo secreto recompensará.

Para la reflexión personal

Cuando rezas, ¿cómo vives tu relación con Dios?
¿Cómo vives tu relación con los demás en la familia y en la comunidad?

Oración final

¡Qué grande es tu bondad, Yahvé! La reservas para tus adeptos, se la das a los que a ti se acogen a la vista de todos los hombres. (Sal 31,20)

Todos los derechos: www.ocarm.org