Lectio mar, 1 ago, 2023

Tiempo Ordinario

Oración inicial

¡Oh Dios!, protector de los que en ti esperan; sin ti nada es fuerte ni santo. Multiplica sobre nosotros los signos de tu misericordia, para que, bajo tu guía providente, de tal modo nos sirvamos de los bienes pasajeros que podamos adherirnos a los eternos. Por nuestro Señor.

Lectura del santo Evangelio según Mateo 13,36-43

En aquel tiempo, Jesús despidió a la multitud y se fue a su casa. Entonces se le acercaron sus discípulos y le dijeron: “Explícanos la parábola de la cizaña sembrada en el campo”.

Jesús les contestó: “El sembrador de la buena semilla es el Hijo del hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los ciudadanos del Reino; la cizaña son los partidarios del demonio; el enemigo que la siembra es el demonio; el tiempo de la cosecha es el fin del mundo, y los segadores son los ángeles.

Y así como recogen la cizaña y la queman en el fuego, así sucederá al fin del mundo: el Hijo del hombre enviará a sus ángeles para que arranquen de su Reino a todos los que inducen a otros al pecado y a todos los malvados, y los arrojen en el horno encendido. Allí será el llanto y la desesperación.

Entonces los justos brillarán como el sol en el Reino de su Padre. El que tenga oídos, que oiga”.

Reflexión

El evangelio de hoy nos presenta la explicación que Jesús da de la parábola del trigo y la cizaña, cuando los discípulos se lo preguntan. Algunos estudiosos piensan que la explicación que Jesús da a los discípulos no es de Jesús, sino que es de la comunidad. Es posible y es probable, pues una parábola, por su propia naturaleza, pide la implicación y la participación de las personas en el descubrimiento del sentido. Así como la planta ya está dentro de su semilla, así, en cierto modo, la explicación de la comunidad ya está dentro de la parábola. Y es exactamente éste el objetivo que Jesús quería y que quiere alcanzar con la parábola. El sentido que hoy nosotros vamos a descubrir en la parábola que Jesús contó hace dos mil años atrás ya estaba implícito en la historia que Jesús contó, como la flor está ya dentro de su semilla.

Mateo 13,36: Los discípulos piden la explicación de la parábola del trigo y de la cizaña. Los discípulos, en casa, conversan con Jesús y piden una explicación de la parábola del trigo y de la cizaña (Mt 13,24-30). Varias veces se informa de que Jesús, en casa, seguía enseñando a los discípulos (Mc 7,17; 9,28.33; 10,10). En aquel tiempo no había televisión y en las largas horas de espera, por las noches, la gente se reunía para conversar y para tratar asuntos de la vida. Jesús hacía lo mismo. Era en estas ocasiones que él contemplaba la enseñanza y la formación de los discípulos.

Mateo 13,38-39: El significado de cada uno de los elementos de la parábola. Jesús responde retomando cada uno de los seis elementos de la parábola y les da un sentido: el campo es el mundo; la buena semilla son los miembros del Reino; la cizaña son los miembros del adversario (maligno); el enemigo es el diablo; la siega es el fin de los tiempos; los segadores son los ángeles. Ahora haz tú la experiencia leyendo de nuevo la parábola (Mt 13,24-30) colocando el sentido cierto en cada uno de los seis elementos: campo, buena semilla, cizaña, enemigo, siega y segadores. Y así la historia toma un sentido totalmente diferente y tú alcanzas el objetivo que Jesús tenía en mente al contar a la gente esta historia del trigo y de la cizaña. Algunos piensan que esta parábola debe ser entendida como una alegoría y no como una parábola propiamente dicha.

Mateo 13,40-43: La aplicación de la parábola o de la alegoría. Con estas informaciones dadas por Jesús tú entenderás la aplicación que él da: De la misma manera, pues, que se recoge la cizaña y se la quema en el fuego, así será al fin del mundo. El Hijo del hombre enviará a sus ángeles, que recogerán de su Reino todos los escándalos y a los obradores de iniquidad, y los arrojarán en el horno de fuego; allí será el llanto y el rechinar de dientes. Entonces los justos brillarán como el sol en el Reino de su Padre. El destino de la cizaña es el horno, el destino del trigo bueno es brillar como el sol en el Reino de los Cielos. Por detrás de estas dos imágenes está la experiencia de las personas. Después de que escucharon a Jesús y lo aceptaron en sus vidas, todo cambió para ellas. El fin llegó. Es decir, en Jesús llegó aquello que, en el fondo, todos esperaban: la realización de las promesas. Ahora la vida se divide en antes y después de que escucharon y aceptaron a Jesús en sus vidas. La nueva vida comenzó como el brillar del sol. Si hubiesen continuado a vivir como antes, serían como cizaña echada al horno, vida sin sentido y sin servidumbre para nada.

Parábola y Alegoría. Existe la parábola. Existe la alegoría. Existe la mezcla de las dos que es la forma más común. Por lo general, a todo se le llama parábola. En el evangelio de hoy tenemos el ejemplo de una alegoría. Una alegoría es una historia que la persona cuenta, pero cuando cuenta, no piensa en los elementos de la historia, sino en el asunto que debe ser esclarecido. Al leer una alegoría no es necesario mirar primero la historia como un todo, pues en una alegoría la historia no se construyó entorno a un punto central que después sirve como medio de comparación, sino que cada elemento tiene su función independiente a partir del sentido que recibe. Se trata de descubrir lo que cada elemento de las dos historias nos tiene que decir sobre el Reino como lo hace la explicación que Jesús dio de la parábola: campo, buena semilla, cizaña, siega y segadores. Generalmente, las parábolas son alegorizantes. Hay mezcla de las dos.

Para la reflexión personal

En el campo existe todo mezclado: cizaña y trigo. En el campo de mi vida ¿qué prevalece: el trigo o la cizaña?
¿Has intentado conversar con otras personas para descubrir el sentido de alguna parábola?

Oración final

Feliz quien se apoya en el Dios de Jacob, quien tiene su esperanza en Yahvé, su Dios, que hizo el cielo y la tierra, el mar y cuanto hay en ellos; que guarda por siempre su lealtad. (Sal 146,5-6)

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Lectio lun, 31, jul, 2023

Tiempo Ordinario

1) Oración inicial

¡Oh Dios!, protector de los que en ti esperan; sin ti nada es fuerte ni santo. Multiplica sobre nosotros los signos de tu misericordia, para que, bajo tu guía providente, de tal modo nos sirvamos de los bienes pasajeros que podamos adherirnos a los eternos. Por nuestro Señor.

2) Lectura del Evangelio según Mateo 13,31-35

En aquel tiempo, Jesús propuso esta otra parábola a la muchedumbre: «El Reino de los cielos es semejante a la semilla de mostaza que un hombre siembra en su huerto. Ciertamente es la más pequeña de todas las semillas, pero cuando crece, llega a ser más grande que las hortalizas y se convierte en un arbusto, de manera que los pájaros vienen y hacen su nido en las ramas».
Les dijo también otra parábola: «El Reino de los cielos se parece a un poco de levadura que tomó una mujer y la mezcló con tres medidas de harina, y toda la masa acabó por fermentar».
Jesús decía a la muchedumbre todas estas cosas con parábolas, y sin parábolas nada les decía, para que se cumpliera lo que dijo el profeta: Abriré mi boca y les hablaré con parábolas; anunciaré lo que estaba oculto desde la creación del mundo.

3) Reflexión

Estamos meditando el Sermón de las Parábolas, cuyo objetivo es revelar, por medio de comparaciones, el misterio del Reino de Dios presente en la vida del pueblo. El evangelio nos trae hoy dos pequeñas parábolas, del grano de mostaza y de la levadura. En ellas Jesús cuenta dos historias sacadas de la vida de cada día que servirán como medio de comparación para ayudar a la gente a descubrir el misterio del Reino. Al meditar estas dos historias, lo primero que hay que hacer no es querer descubrir lo que cada elemento de las historias nos quiere decir sobre el Reino. Lo primero que hay que hacer es mirar la historia en sí misma como un todo y tratar de descubrir cuál es el punto central en torno al cual la historia fue construida, pues es este punto central lo que servirá como medio de comparación para revelar el Reino de Dios. Vamos a ver cuál es el punto central de las dos parábolas.

Mateo 13,31-32: La parábola del grano de mostaza. Jesús dice: «El Reino de los Cielos es como un grano de mostaza“ y luego cuenta la historia: un grano bien pequeño es lanzado en el campo; pero aun siendo pequeño, crece, se hace mayor que las otras plantas y llega a atraer los pajarillos para que hagan en ellas sus nidos. Jesús no explica la historia. Aquí vale lo que dice en otra ocasión: “Quien tenga oídos para oír, que oiga” Es decir: “Es esto. ¡Ustedes han oído, y ahora traten de entender!” A nosotros nos toca descubrir lo que esta historia nos revela sobre el Reino de Dios presente en nuestras vidas. Así, por medio de esta historia del grano de mostaza, Jesús provoca nuestra fantasía, pues cada uno de nosotros entiende algo de siembra. Jesús espera que las personas, nosotros todos, comencemos a compartir lo que cada uno descubre.

Comparto aquí tres puntos que descubrí sobre el Reino a partir de esta parábola: (a) Jesús dice: «El Reino de los Cielos es como un grano de mostaza“. El Reino no es algo abstracto, ni es una idea. Es una presencia en medio de nosotros (Lc 17,21). ¿Cómo es esta presencia? Es como el grano de mostaza: presencia bien pequeña, humilde, que casi no se ve. Se trata de Jesús mismo, un pobre carpintero, andando por Galilea, hablando del Reino a la gente de las aldeas. El Reino de Dios no sigue los criterios de los grandes del mundo. Tiene otro modo de pensar y de proceder. (b) La parábola evoca una profecía de Ezequiel, en la que se dice que Dios hará brotar una pequeña rama de cedro y la plantará en las alturas de la montaña de Israel. Este pequeño brote de cedro: ” echará ramas y producirá frutos, y se convertirá en un magnífico cedro. Pájaros de todas clases anidarán en él, habitarán a la sombra de sus ramas. Y todos los árboles del campo sabrán que yo, el Señor, humillo al árbol elevado y exalto al árbol humillado, hago secar al árbol verde y reverdecer al árbol seco. Yo, el Señor, lo he dicho y lo haré. (Ez 17,22-23). (c) El grano de mostaza, aun siendo pequeño, crece y suscita esperanza. Como el grano de mostaza, así el Reino tiene una fuerza interior y crece. ¿Crece cómo? Crece a través de la predicación de Jesús y de los discípulos y de las discípulas, en los poblados de la Galilea. Crece, hasta hoy, a través del testimonio de las comunidades y se vuelve buena noticia de Dios que irradia y atrae a la gente. La persona que llega cerca de la comunidad se siente acogida, en casa, y hace en ella su nido, su morada. Al final, la parábola deja una pregunta en el aire: ¿quiénes son los pajarillos? La pregunta tendrá respuesta más adelante en el evangelio. El texto sugiere que se trata de los paganos que van a poder entrar en el Reino (Mt15,21-28).

Mateo 13,33: La parábola de la levadura. La historia de la segunda parábola es ésta: una mujer mezcla un poco de levadura con tres medidas de harina, hasta que todo quede fermentado. De nuevo, Jesús no explica, sólo dice: «El Reino del Cielo es como la levadura…”. Como en la primera parábola, depende de nosotros el saber descubrir el significado para hoy. Comparto algunos puntos que he descubierto y que me hicieron pensar: (a) Lo que crece no es la levadura, sino la masa. (b) Se trata de una cosa bien casera, del trabajo de la mujer en casa. (c) La levadura tiene algo de podrido que se mezcla con la masa pura de la harina. (d) El objetivo es hacer ‘levitar’ la masa y no apenas una parte. (e) La levadura no tiene fin en sí misma, sino que sirve para hacer crecer la masa.

Mateo 13,34-35: Por qué Jesús habla en parábolas. Aquí, al final del Sermón de las Parábolas, Mateo trae una aclaración sobre el motivo que llevaba a Jesús a enseñar a la gente en forma de parábolas. Él dice que era para que se cumpliera la profecía que dice: » Abriré con parábolas mi boca, publicaré lo que estaba oculto desde la creación del mundo.». En realidad, el texto citado no es de un profeta, sino de un salmo (Sal 78,2). Para los primeros cristianos todo el Antiguo Testamento era una gran profecía que tenía que anunciar veladamente la venida del Mesías y la realización de las promesas de Dios. En Marcos 4,34-34, el motivo que llevaba a Jesús a enseñar a la gente por medio de parábolas era para adaptar el mensaje a la capacidad de la gente. Al ser ejemplos sacados de la vida de la gente, Jesús ayudaba a las personas a descubrir las cosas de Dios en lo cotidiano. La vida se volvía transparente. Jesús hacía percibir que lo extraordinario de Dios se esconde en las cosas ordinarias y comunes de la vida de cada día. La gente entendía así, de la vida. En las parábolas recibía una llave para abrirla y encontrar dentro de la vida las señales de Dios. Al final del Sermón de las Parábolas, en Mateo 13,52, como luego veremos, se va a dar otro motivo que lleva Jesús a enseñar por medio de parábolas.

4) Para la reflexión personal

¿Cuál es el punto de estas dos parábolas que más te gustó o que más te llamó la atención? ¿Por qué?
¿Cuál es la semilla que, sin que te hayas dado cuenta, creció en ti y en tu comunidad?

5) Oración final

Yo, en cambio, cantaré tu fuerza, aclamaré tu lealtad por la mañana; pues has sido un baluarte para mí, un refugio el día de la angustia. (Sal 59,17)

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Lectio Dom, 30, jul, 2023

Tres parábolas del Reino de Dios

Descubrir los signos de Dios en la vida de cada día

Mateo 13,44-52

Oración inicial

Señor Jesús, envía tu Espíritu, para que Él nos ayude a leer la Biblia en el mismo modo con el cual Tú la has leído a los discípulos en el camino de Emaús. Con la luz de la Palabra, escrita en la Biblia, Tú les ayudaste a descubrir la presencia de Dios en los acontecimientos dolorosos de tu condena y muerte. Así, la cruz, que parecía ser el final de toda esperanza, apareció para ellos como fuente de vida y resurrección.

Crea en nosotros el silencio para escuchar tu voz en la Creación y en la Escritura, en los acontecimientos y en las personas, sobre todo en los pobres y en los que sufren. Tu palabra nos oriente a fin de que también nosotros, como los discípulos de Emaús, podamos experimentar la fuerza de tu resurrección y testimoniar a los otros que Tú estás vivo en medio de nosotros como fuente de fraternidad, de justicia y de paz. Te lo pedimos a Ti, Jesús, Hijo de María, que nos has revelado al Padre y enviado tu Espíritu. Amén.

Lectura

a) Una división del texto para ayudarnos en la lectura:

Mateo 13,44: Parábola del tesoro escondido

Mateo 13,45-46: Parábola del mercader que busca perlas preciosas

Mateo: 13,47-50: Parábola de la red echada al mar

Mateo 13,51-52: Una parábola para concluir el discurso de las parábolas.

b) Clave de lectura:

En este domingo decimoséptimo ordinario meditamos las tres parábolas que componen la parte final del Discurso de las Parábolas: el tesoro escondido, el mercader de perlas preciosas y la red echada en el mar. Las parábolas de Jesús nos ayudan a sintonizar nuestra mirada para percibir mejor la presencia del Reino de Dios en las cosas más comunes de la vida. En el curso de la lectura es bueno fijar la atención a cuanto sigue: “¿Qué cosa es para mí un tesoro escondido, un mercader en perlas preciosas o una red echada en el mar? ¿De qué modo me ayuda mi experiencia a entender las parábolas del tesoro, de la perla y de la red?”

c) El texto:

En aquel tiempo, Jesús dijo a la multitud: «El Reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en un campo. El que lo encuentra lo vuelve a esconder, y lleno de alegría, va y vende cuanto tiene y compra aquel campo.
El Reino de los cielos se parece también a un comerciante en perlas finas que, al encontrar una perla muy valiosa, va y vende cuanto tiene y la compra.
También se parece el Reino de los cielos a la red que los pescadores echan en el mar y recoge toda clase de peces. Cuando se llena la red, los pescadores la sacan a la playa y se sientan a escoger los pescados; ponen los buenos en canastos y tiran los malos. Lo mismo sucederá al final de los tiempos: vendrán los ángeles, separarán a los malos de los buenos y los arrojarán al horno encendido. Allí será el llanto y la desesperación.
¿Han entendido todo esto?» Ellos le contestaron: «Sí». Entonces él les dijo: «Por eso, todo escriba instruido en las cosas del Reino de los cielos es semejante al padre de familia, que va sacando de su tesoro cosas nuevas y cosas antiguas».

Un momento de silencio orante

para que la Palabra de Dios pueda entrar en nosotros e iluminar nuestra vida.

Algunas preguntas

para ayudarnos en la meditación y en la oración.

¿Qué parte del texto ha llamado principalmente mi atención? ¿Por qué?
Según mi experiencia de vida, ¿qué entiendo por tesoro escondido, por mercader de perlas preciosas o por red echada en el mar?
Esta experiencia mía ¿cómo me ayuda a entender las parábolas del tesoro, de la perla y de la red?
¿Cuál es la diferencia que existe entre las parábolas del tesoro y de la perla?
¿Qué dice el texto sobre la misión a realizar en cualidad de discípulos de Cristo?

Para los que quieren profundizar en el tema

a) Contexto de las parábolas pronunciadas por Jesús:

Los evangelios contienen muchas parábolas de Jesús. Mateo llega hasta decir: “Todas estas cosas Jesús dijo a la gente en parábolas y no les hablaba sino era en parábolas” (Mt 13,34). Era el método usado comúnmente en aquella época para enseñar. Así era cómo Jesús se hacía entender de la gente. En las parábolas, Jesús parte de cosas muy comunes de la vida y las usa como términos de comparación para ayudar a las personas a entender mejor las cosas menos conocidas del Reino de Dios. En el evangelio de este domingo, Jesús parte de tres cosas bien conocidas de la vida de la gente: el tesoro escondido en el campo, el mercader que busca perlas finas y la red que los pescadores echan al mar. b) Comentario del texto:

Mateo 13,44: La parábola del tesoro escondido

Aquí, el término de comparación para aclarar las cosas del Reino de Dios es el tesoro escondido en el campo. Ninguno sabe que en el campo hay un tesoro. Un hombre lo encuentra por casualidad. No sabía que lo encontraría. Lo encuentra y se alegra y acoge con gratitud lo imprevisto. El tesoro descubierto no le pertenece todavía, será suyo sólo si consigue comprar el campo. Así eran las leyes de la época. Por esto va, vende todo lo que posee y compra aquel campo. Comprando el campo, se hace dueño del tesoro. Jesús no explica la parábola. Vale aquí lo que ha dicho antes: “Quien tenga oídos oiga” (Mt 13,9.43). O sea: “El Reino de Dios es esto. Lo habéis escuchado. ¡Ahora, tratad de entenderlo! Si Jesús no explica la parábola, tampoco yo la explico. Es tarea de cada uno de nosotros. Pero quisiera dar una sugerencia partiendo de lo que yo mismo he entendido. El campo es nuestra vida. En la vida de cada cual hay un tesoro escondido, tesoro precioso, más precioso que todas las cosas de valor. Quien lo encuentra ¿ da todo lo que posee para comprar aquel tesoro? ¿Lo has encontrado tú?

Mateo 13,45-46: La parábola del mercader en perlas finas

En la primera parábola, el término de comparación era “ el tesoro escondido en el campo”. En esta parábola, el acento es diverso. El término de comparación no es la perla preciosa, sino la actividad, el esfuerzo del mercader que busca perlas preciosas. Todos saben que tales perlas existen. Lo que importa no es saber que esas perlas existen, sino buscarlas sin descanso, hasta encontrarla. Las dos parábolas tienen elementos comunes y elementos diversos. En los dos casos, se trata de una cosa preciosa: tesoro y perla. En los dos casos hay un encuentro, y en los dos casos la persona va y vende todo lo que tiene para poder comprar el valor que ha encontrado. En la primera parábola, el encuentro se sucede por casualidad. En la segunda, el encuentro es fruto del esfuerzo y de la búsqueda. Tenemos dos aspectos fundamentales del Reino de Dios. El Reino existe, está escondido en la vida, en espera de quien lo encuentre. El Reino es fruto de una búsqueda y de un encuentro. Son las dos dimensiones fundamentales de la vida humana: la gratitud de amor que nos acoge y nos encuentra y la observancia fiel que nos lleva al encuentro.

Mateo 13,47-50: La parábola de la red echada en el mar

Aquí el Reino es semejante a una red, no una red cualquiera, sino una red echada en el mar y que pesca de todo. Se trata de algo típico en la vida de aquéllos que escuchaban, donde la mayoría eran pescadores, que vivían de la pesca. Una experiencia que ellos tienen de la red echada en el mar y que captura de todo, cosas buenas y cosas menos buenas. El pescador no puede evitar que entren cosas no buenas en su red. Porque él no consigue controlar lo que viene de abajo, en el fondo del agua del mar, donde se mueve su red. Sólo lo sabrá cuando tire de la red hacia lo alto y se sienta con sus compañeros para hacer la separación. Entonces sabrán qué es lo que vale y lo que no vale. De nuevo, Jesús no explica la parábola, pero da una indicación: “Así será al final de mundo”. Habrá una separación entre buenos y malos.

Mateo 13, 51-52: Conclusión del discurso parabólico

En el Evangelio de Mateo, el discurso parabólico termina con un breve diálogo entre Jesús y aquéllos que lo escuchaban que sirve de clave de lectura para todas las parábolas. Jesús pregunta: “¿Habéis entendido todo esto?” Respuesta de la gente: “¡Sí!” Y Jesús concluye con una frase muy bella: “Por esto todo escriba convertido en discípulo del reino de los cielos es semejante al dueño de la casa que extrae de su arca cosas nuevas y cosas antiguas” Esta frase final es otra pequeña parábola. “Las cosas nuevas y las cosas antiguas que el dueño de la casa saca de su arca” son las cosas de la vida que Jesús apenas ha propuesto en las parábolas: semillas arrojadas en el campo (Mt 13,4-8), el grano de mostaza (Mt 13,31-32), la levadura (Mt 13,33), el tesoro escondido en el campo (Mt 13,44) el mercader de perlas finas (Mt 13,45-46), la red echada en el mar (Mt 13, 47-48). La experiencia que cada uno tiene de estas cosas es su tesoro. Y en esta experiencia es donde cada uno encuentra el término de comparación para poder entender mejor las cosas del Reino de Dios. A veces, cuando las parábolas no nos dicen nada y no dejan libre su mensaje, la causa no es la falta de estudios. Sino la falta de experiencia en la vida o la falta de profundidad de la propia vida. Las personas que viven en la superficie sin profundizar en la experiencia de la propia vida, no tienen un arca de donde extraer cosas nuevas y cosas viejas. c) Profundizando: La enseñanza de las parábolas

Las parábolas de Jesús son un instrumento pedagógico que se sirve de la vida cotidiana para indicar cómo ésta nos habla de Dios. Las parábolas hacen transparente la realidad, reveladora de la presencia y acción de Dios. Convierten contemplativa la mirada de la persona. Una parábola se refiere a cosas de la vida y por esto es una enseñanza abierta que nos hace partícipes, que nos compromete, todos tenemos cualquier experiencia de las cosas de la vida.

La enseñanza en parábolas hace partir a las personas de su experiencia de las cosas comunes de la vida para poder entender el Reino: semilla, sal, luz, oveja, flor, mujer, niños, padre, red, pez tesoro, perla etc. Jesús no acostumbraba generalmente a explicar las parábolas. Sino que por lo general terminaba con esta frase: “¡Quién haya oído, entienda!” (Mt 11.15; 13,9.43). O sea: “Es esto.

Lo habéis escuchado. Ahora tratad de entender”. Jesús dejaba abierto el sentido de la parábola, no lo determinaba. Señal de que creía en la capacidad que la gente tenía para descubrir el sentido de la parábola partiendo de su experiencia de vida. Alguna vez, a petición de sus discípulos, explicaba su significado (Mt 13,10.36). Por ejemplo, los versículos 36-43 explican la parábola del trigo y de la cizaña y también es posible que estas explicaciones sean reflexiones de la catequesis que se hacían en las comunidades de los primeros cristianos. Las comunidades se reunían y discutían las parábolas de Jesús, tratando de comprender lo que Jesús quería decir. Así, poco a poco, la enseñanza de Jesús comenzaba a ser asimilada en las catequesis de las comunidades que luego se convertirán en una explicación de la parábola.

Salmo 19,8-15

La ley de Yahvé es perfecta,

La ley de Yahvé es perfecta, hace revivir; el dictamen de Yahvé es veraz, instruye al ingenuo. Los preceptos de Yahvé son rectos, alegría interior; el mandato de Yahvé es límpido, ilumina los ojos. El temor de Yahvé es puro, estable por siempre; los juicios del Señor veraces, justos todos ellos, apetecibles más que el oro, que el oro más fino; más dulces que la miel, más que el jugo de panales.
Por eso tu siervo se empapa en ellos, guardarlos trae gran ganancia; Pero ¿quién se da cuenta de sus yerros?
De las faltas ocultas límpiame.
Guarda a tu siervo también del orgullo, no sea que me domine; entonces seré irreprochable, libre de delito grave.
Acepta con agrado mis palabras, el susurro de mi corazón, sin tregua ante ti, Yahvé, Roca mía, mi redentor.

Oración final

Señor Jesús, te damos gracia por tu Palabra que nos ha hecho ver mejor la voluntad del Padre.
Haz que tu Espíritu ilumine nuestras acciones y nos comunique la fuerza para seguir lo que Tu Palabra nos ha hecho ver. Haz que nosotros como María, tu Madre, podamos no sólo escuchar, sino también poner en práctica la Palabra. Tú que vives y reinas con el Padre en la unidad del Espíritu Santo por todos los siglos de los siglos. Amén.

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Lectio sáb 29, jul, 2023

Tiempo Ordinario

1) Oración inicial

¡Oh Dios!, protector de los que en ti esperan; sin ti nada es fuerte ni santo. Multiplica sobre nosotros los signos de tu misericordia, para que, bajo tu guía providente, de tal modo nos sirvamos de los bienes pasajeros que podamos adherirnos a los eternos. Por nuestro Señor.

2) Lectura del santo Evangelio según Lucas 10,38-42

En aquel tiempo, Jesús entró en un poblado, y una mujer, llamada Marta, lo recibió en su casa. Ella tenía una hermana, llamada María, la cual se sentó a los pies de Jesús y se puso a escuchar su palabra. Marta, entre tanto, se afanaba en diversos quehaceres, hasta que, acercándose a Jesús, le dijo: «Señor, ¿no te has dado cuenta de que mi hermana me ha dejado sola con todo el quehacer? Dile que me ayude».
El Señor le respondió: «Marta, Marta, muchas cosas te preocupan y te inquietan, siendo así que una sola es necesaria. María escogió la mejor parte y nadie se la quitará».

3) Reflexión

Dinámica del relato. La condición de Jesús de maestro itinerante ofrece a Marta la posibilidad de acogerlo en su casa. La narración presenta la actitud de las dos hermanas: María, sentada, a los pies de Jesús, preocupada por escuchar su palabra; Marta, en cambio, preocupada por preparar los numerosos servicios, se acerca a Jesús protestando por el comportamiento de la hermana. El diálogo entre Jesús y Marta ocupa un amplio espacio de la narración (vv.40b-42): Marta empieza con una pregunta retórica, “¿Señor, no te importa que mi hermana me deje sola en el trabajo?”; después pide que Jesús intervenga y ordene a su hermana que no abandone los trabajos domésticos, “Dile, pues, que me ayude”. Jesús responde con tono afectuoso, expresado en la repetición del nombre “Marta, Marta”: le recuerda que ella está preocupada por “muchas cosas”, que en realidad es necesaria “una sólo” y concluye con una alusión a la hermana que ha escogido la mejor parte, la cual no le será quitada. Lucas construye su relato sobre el contraste de la personalidad diversa de Marta y de María; la primera, preocupada por “muchas” cosas, la segunda hace una cosa sólo, está preocupada por escuchar al Maestro. La función de este contraste es la de subrayar la actitud de María, dedicada a la plena y total escucha del Maestro, con lo que pasa a ser modelo de todo creyente.

La figura de Marta. Es la que toma la iniciativa de acoger a Jesús en su casa. Al dedicarse a acoger al Maestro, se preocupa con afán de las muchas cosas que se han de preparar y, ante esto, siente la tensión de encontrarse sola. Le agobia tanto trabajo, está ansiosa, vive una gran tensión. Por eso, Marta se “adelanta” y dispara a Jesús una justa petición de ayuda: ¿por qué la hermana la deja sola? Jesús le responde constatando el hecho de que ella está preocupada y tiene el corazón dividido entre el deseo de ofrecer a Jesús una comida digna de su persona y el deseo de dedicarse a escucharlo. Por tanto, Jesús no reprueba el servicio de Marta, sino la angustia con que lo lleva a cabo. Jesús había explicado un poco antes, en la parábola del sembrador, que la semilla caída entre abrojos evoca la situación de los que escuchan la Palabra pero son presa de las preocupaciones (Lc 8,14). En la laboriosidad de Marta no critica Jesús el valor de la acogida a su persona, sino que alerta sobre los riesgos en que se puede caer: el afán y la angustia. También sobre estos riesgos se pronuncia Jesús: “Buscad su reino y lo demás os será dado por añadidura” (Lc 12,31).

La figura de María. Es la que escucha la Palabra, cosa que se expresa con un pretérito imperfecto, “escuchaba”, indicando una acción continua en la escucha de Jesús. La actitud de María contrasta con el afán y la tensión de la hermana. Jesús dice que María ha escogido “la parte buena”, la escucha de su Palabra. De las palabras de Jesús aprende el lector que no se trata de dos partes, de las cuales una es mejor que la otra, sino que existe sólo la parte buena: escuchar su Palabra. Esta actitud no significa evadirse del propio quehacer o responsabilidad cotidiana, sólo expresa la necesidad de que la escucha de la Palabra preceda a cualquier servicio o actividad.

Equilibrio entre acción y contemplación. Lucas presta particular atención a unir escucha de la Palabra y relación con el Señor. No se trata de dividir la jornada en un tiempo dedicado a la oración y otro al servicio, sino que la atención a la Palabra precede y acompaña al servicio. El deseo de escuchar a Dios no se puede suplir por otras actividades: es necesario dedicar cierto tiempo y espacio para buscar al Señor. El compromiso de cultivar la escucha de la Palabra nace de la atención a Dios: todo puede contribuir, el ambiente, el lugar, el tiempo. Pero el deseo de encontrar a Dios debe nacer en el propio corazón. No existen tácticas que te lleven a encontrar a Dios de manera automática. Se trata de un problema de amor: es necesario escuchar a Jesús, estar con Él; entonces se comunica el don y se inicia el enamoramiento. El equilibrio entre escucha y servicio implica a todos los creyentes, tanto en la vida familiar como en la profesional y social: ¿qué hacer para que los bautizados sean perseverantes y alcancen la madurez de la fe? Educarse en la escucha de la Palabra de Dios. Es éste el camino más difícil, pero el más seguro para llegar a la madurez en la fe.

4) Para la reflexión personal

¿Sé crear en mi vida situaciones e itinerarios de escucha? ¿Me limito sólo a escuchar la Palabra en la iglesia, o me esfuerzo también en buscar espacios y lugares adecuados para una escucha personal y profunda?
¿Te limitas a un consumo privado de la Palabra o eres anunciador de la misma y luz para los demás, no sólo lámpara que ilumina tu propia vida privada?

5) Oración final

Yahvé, ¿quién vivirá en tu tienda?
¿quién habitará en tu monte santo? El de conducta íntegra87 que actúa con rectitud. (Sal 15,1-2)

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Lectio vie, 28, jul, 2023

Tiempo Ordinario

1) Oración inicial

Muéstrate propicio con tus hijos, Señor, y multiplica sobre ellos dones de tu gracia, para que, encendidos de fe, esperanza y caridad, perseveren fielmente en el cumplimiento de tu ley. Por nuestro Señor.

2) Lectura del santo Evangelio según Mateo 13,18-23

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Escuchen ustedes lo que significa la parábola del sembrador. A todo hombre que oye la palabra del Reino y no la entiende, le llega el diablo y le arrebata lo sembrado en su corazón. Esto es lo que significan los granos que cayeron a lo largo del camino.
Lo sembrado sobre terreno pedregoso significa al que oye la palabra y la acepta inmediatamente con alegría; pero, como es inconstante, no la deja echar raíces, y apenas le viene una tribulación o una persecución por causa de la palabra, sucumbe.
Lo sembrado entre los espinos representa a aquel que oye la palabra, pero las preocupaciones de la vida y la seducción de las riquezas, la sofocan y queda sin fruto.
En cambio, lo sembrado en tierra buena, representa a quienes oyen la palabra, la entienden y dan fruto; unos, el ciento por uno; otros, el sesenta; y otros, el treinta’’.

3) Reflexión.

Contexto. A partir del cap.12, aparece una oposición entre los cabecillas religiosos de Israel, los escribas y fariseos, por una parte, mientras por otra, entre las multitudes que escuchan a Jesús maravilladas por sus acciones prodigiosas, se va formando poco a poco un grupo de discípulos de características aún no definidas pero que sigue a Jesús con perseverancia. A doce de estos discípulos les entrega Jesús el don de su autoridad y de sus poderes; los envía como mensajeros del reino y les da instrucciones exigentes y radicales (10,5-39). En el momento en que se desenlaza la controversia con sus opositores, Jesús reconoce su verdadera parentela no en la línea de la carne (madre, hermanos), sino en los que lo siguen, lo escuchan y cumplen la voluntad del Padre (12,46-50). Este último relato nos permite imaginar que el auditorio al que Jesús dirige la palabra es doble: por un lado los discípulos a los que se les concede conocer los misterios del reino (13,11) y que están en condiciones de entenderlos (13,50), y por otro lado la muchedumbre que parece estar privada de esta comprensión profunda (13,11.34-36).

A las grandes multitudes que se reúnen para escuchar a Jesús les es presentada en primer lugar la parábola del sembrador. Jesús habla de una semilla que cae o no en la tierra. Su crecimiento depende del lugar en que cae; es posible que sea impedida hasta el punto de no dar fruto, como acontece en las tres primeras categorías de terreno: “el camino” (lugar duro por el paso de los hombres y de los animales), “el terreno pedregoso” (formado por rocas), “los abrojos” (terreno cubierto de espinas). Sin embargo, la que cae sobre “tierra buena” da un fruto excelente aunque en cuantía diversa. Se orienta al lector a prestar más atención al fruto del grano que a la acción del sembrador. Además, Mateo focaliza la atención del auditorio sobre la tierra buena y sobre el fruto que ésta es capaz de producir de forma excepcional.

La primera Parte de la parábola acaba con una advertencia: “El que tenga oídos, que oiga” (v.9); es una llamada a la libertad de escuchar. La palabra de Jesús puede quedarse en simple “parábola” para una multitud incapaz de comprender, pero para el que se deja llevar por su fuerza puede revelar “los misterios del reino de los cielos”. El acoger la palabra de Jesús es lo que distingue a los discípulos y a la muchedumbre anónima; la fe de los primeros revela la ceguera de los segundos y los empuja a buscar más allá de la parábola.

Escuchar y comprender. Siempre es Jesús el que conduce a los discípulos a la pista correcta para la comprensión de la parábola. En el futuro será la Iglesia la que será guiada por medio de los discípulos a la comprensión de la Palabra de Jesús. En la explicación de la parábola, los dos verbos “escuchar” y “comprender” aparecen en 13,23: “Lo sembrado en tierra buena es el que escucha la Palabra y la comprende”. Es en la comprensión donde el discípulo que escucha cada día la Palabra de Jesús se distingue de las multitudes que sólo la escuchan ocasionalmente.

Impedimentos para la comprensión. Jesús se refiere principalmente a la respuesta negativa que sus contemporáneos dan a su predicación del reino de los cielos. Esta respuesta negativa va ligada a impedimentos de índole diversa.

El terreno del camino es el que los viandantes han convertido en sendero endurecido y aparece del todo negativo: “Todos saben que no sirve para nada echar la semilla en el camino: no se dan las condiciones necesarias para el crecimiento. Después la gente pasa, pisotea y destruye la semilla. La semilla no se echa en cualquier parte (Carlos Mesters). Ante todo está la responsabilidad personal del individuo: acoger la Palabra de Dios en el propio corazón; si por el contrario cae en un corazón “endurecido”, obstinado en las propias convicciones y en la indiferencia, se ofrece campo al maligno que acaba por completar esta actitud persistente de cerrazón a la Palabra de Dios.

El terreno pedregoso. Si el primer impedimento es un corazón insensible e indiferente, la imagen de la semilla que cae sobre piedras, sobre rocas y entre espinos, indica el corazón inmerso en una vida superficial y mundana. Estos estilos de vida son energías que impiden que la Palabra dé fruto. Se da un atisbo de escucha, pero pronto queda bloqueado, no sólo por las tribulaciones y las pruebas inevitables, sino también por la implicación del corazón en las preocupaciones y en las riquezas. Una vida no profunda y superficial se aviene con la inestabilidad.

La tierra buena: es el corazón que escucha y comprende la palabra; esta da fruto. Este rendimiento es obra de la Palabra en un corazón acogedor. Se trata de una comprensión dinámica, que se deja envolver por la acción de Dios presente en la Palabra de Jesús. La comprensión de su Palabra permanecerá inaccesible si descuidamos el encuentro con él y no le dejamos que dialogue con nosotros.

4) Para la reflexión personal

La escucha de la Palabra de Dios, ¿te lleva a la comprensión profunda o permanece sólo como un ejercicio intelectual?
¿Eres corazón acogedor y disponible, dócil para llegar a una comprensión plena de la Palabra?

5) Oración final

Los preceptos de Yahvé son rectos, alegría interior;
el mandato de Yahvé es límpido, ilumina los ojos. (Sal 19,9)

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Lectio jue, 27, jul, 2023

1) Oración inicial

Muéstrate propicio con tus hijos, Señor, y multiplica sobre ellos dones de tu gracia, para que, encendidos de fe, esperanza y caridad, perseveren fielmente en el cumplimiento de tu ley. Por nuestro Señor.

2) Lectura del Evangelio según Mateo 13,10-17

En aquel tiempo, se acercaron a Jesús sus discípulos y le preguntaron: «¿Por qué les hablas en parábolas?» El les respondió: «A ustedes se les ha concedido conocer los misterios del Reino de los cielos; pero a ellos no. Al que tiene se le dará más y nadará en la abundancia; pero al que tiene poco, aun eso poco se le quitará. Por eso les hablo en parábolas, porque viendo no ven y oyendo no oyen ni entienden.
En ellos se cumple aquella profecía de Isaías que dice: Ustedes oirán una y otra vez y no entenderán; mirarán y volverán a mirar, pero no verán; porque este pueblo ha endurecido su corazón, ha cerrado sus ojos y tapado sus oídos, con el fin de no ver con los ojos ni oír con los oídos, ni comprender con el corazón. Porque no quieren convertirse ni que yo los salve.
Pero, dichosos ustedes, porque sus ojos ven y sus oídos oyen. Yo les aseguro que muchos profetas y muchos justos desearon ver lo que ustedes ven y no lo vieron y oír lo que ustedes oyen y no lo oyeron».

3) Reflexión

El Capítulo 13 nos presenta el Sermón de las Parábolas. Siguiendo el texto de Marcos (Mc 4,1-34), Mateo omitió la parábola de la semilla que germina sola (Mc 4,26-29), amplió la discusión sobre el porqué de las parábolas (Mt 13,10-17) y aumentó las parábolas del trigo y la cizaña (Mt 13,24-30), de la levadura (Mt 13,33), del tesoro (Mt 13,44), de la perla (Mt 13,45-46) y de la red (Mt 13,47-50). Junto con las parábolas del sembrador (Mt 13,4-11) y del grano de mostaza (Mt 13,31-32), son en todo siete parábolas las del Sermón de las Parábolas (Mt 13,1-50).

Mateo 13,10: La pregunta. En el evangelio de Marcos los discípulos piden una explicación de las parábolas (Mc 4,10). Aquí en Mateo, la perspectiva es otra. Quieren saber porqué Jesús, cuando habla a la multitud, sólo habla en parábolas: «¿Por qué usas parábolas para hablar con ellos?» ¿Cuál es el motivo de esta diferencia?

Mateo 13,11-13: A ustedes les es dado conocer el misterio del Reino. Jesús responde: ««Es que a vosotros se os ha dado conocer los misterios del Reino de los Cielos, pero a ellos no. Porque a quien tiene se le dará y le sobrará; pero a quien no tiene, aun lo que tiene se le quitará. ”. ¿Por qué a los apóstoles era dado conocer y a los otros no? Una comparación para ayudar en la comprensión. Dos personas escuchan a la madre que enseña sobre algo: «quien ama, no corta no cose…”. Una de las dos personas que escucha es hija y la otra no lo es. La hija entiende y la otra no entiende nada. ¿Por qué? Porque en casa de la madre, la expresión «cortar y coser» significaba calumniar. Así, la enseñanza de la madre ayuda a la hija a que entienda mejor cómo practicar el amor. Crece en ella aquello que ya sabía. A quien tiene se le dará y le sobrará. La otra persona no entendió nada y perdió hasta lo poco que pensaba entender respecto del amor y del ‘cortar y coser’. Se quedó confusa y no consiguió entender qué tenía que ver el amor con ‘cortar y coser’. Quien no tiene, aún aquello que tiene se le quitará. Una parábola revela y esconde ¡al mismo tiempo! Revela para “los de dentro”, que aceptan a Jesús como Mesías Siervo. Esconde para los que insisten en decir que el Mesías será y debe ser un Rey Glorioso. Estos entienden las imágenes de la parábola, pero no llegan a entender su significado. En cuanto a los discípulos, crecen en aquello que ya saben respecto del Mesías. Los otros no entienden nada y pierden hasta lo poco que pensaban saber sobre el Reino y el Mesías.

Mateo 13,14-15: La realización de la profecía de Isaías. Como la otra vez (Mt 12,18-21), en esta reacción diferente de la gente y de los fariseos ante la enseñanza de las parábolas, Mateo ve de nuevo una realización de la profecía de Isaías. Y hasta cita por extenso el texto de Isaías que dice así: “Oír, oiréis, pero no entenderéis, mirar, miraréis, pero no veréis. Porque se ha embotado el corazón de este pueblo, han hecho duros sus oídos, y sus ojos han cerrado; no sea que vean con sus ojos, con sus oídos oigan, con su corazón entiendan y se conviertan, y yo los sane.

Mateo 13,16-17: Dichosos los ojos que ven lo que estáis viendo. Todo esto explica la frase final: “«¡Pero dichosos vuestros ojos, porque ven, y vuestros oídos, porque oyen! Pues os aseguro que muchos profetas y justos desearon ver lo que vosotros veis, pero no lo vieron, y oír lo que vosotros oís, pero no lo oyeron.”

Las parábolas: una nueva manera de hablar a la gente sobre Dios. La gente queda impresionada con la manera que Jesús tiene de enseñar. “¡Una nueva enseñanza! ¡Dada con autoridad! ¡Diferente a la de los escribas!” (Mc 7,28). Jesús tenía una capacidad muy grande de encontrar imágenes bien sencillas para comparar las cosas de Dios con las cosas de la vida que el pueblo conocía y experimentaba en su lucha diaria para sobrevivir. Esto supone dos cosas: estar por dentro de las cosas de la vida de la gente, y estar por dentro de las cosas de Dios, del Reino de Dios. En algunas parábolas acontecen cosas que no acostumbran a acontecer en la vida. Por ejemplo, ¿dónde se vio un pastor de cien ovejas que abandona a las noventa y nueve para encontrar aquella única que se perdió? (Lc 15,4) ¿Dónde se vio a un padre que acoge con una fiesta al hijo que ha malgastado todos sus bienes, sin decirle una palabra de reproche? (Lc 15,20-24). ¿Dónde se vio a un samaritano ser mejor que el levita y el sacerdote? (Lc 10,29-37). La parábola induce a pensar. Nos lleva a implicarnos en la historia desde nuestra propia experiencia de vida. Hace que nuestra experiencia nos lleve a descubrir que Dios está presente en lo cotidiano de nuestra vida. La parábola es una forma participativa de enseñar, de educar. No nos da todo cambiado en un minuto. No hace saber, sino que hace descubrir. La parábola cambia la mirada, hace que la persona sea contemplativa, observadora de la realidad. Aquí está la novedad de la enseñanza de las parábolas de Jesús, distinta de la de los doctores que enseñaban que Dios se manifestaba sólo en la observancia de la Ley. Para Jesús “el Reino no es fruto de observancia. ¡El Reino está presente en medio de ustedes!” (Lc 17,21). Pero los oyentes no siempre lo perciben.

4) Para la reflexión personal

Jesús dice: “Es que a vosotros se os ha dado conocer los misterios del Reino de los Cielos”. Cuando leo los evangelios, ¿soy como los que no entienden nada o como aquel a quien le he dado conocer el Reino?
¿Cuál es la parábola de Jesús con la que más me identifico? ¿Por qué?

5) Oración final

Tu amor, Yahvé, llega al cielo, tu fidelidad alcanza las nubes; tu justicia, como las altas montañas, tus sentencias, profundas como el océano. (Sal 36,6-7)

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Lectio mié, 26, jul, 2023

Santos Joaquín y Ana, padres de la bienaventurada Virgen María y protectores de la Orden, memoria obligatoria

1) Oración inicial

Muéstrate propicio con tus hijos, Señor, y multiplica sobre ellos dones de tu gracia, para que, encendidos de fe, esperanza y caridad, perseveren fielmente en el cumplimiento de tu ley. Por nuestro Señor.

2) Lectura del Evangelio según Mateo 13,1-9

Un día salió Jesús de la casa donde se hospedaba y se sentó a la orilla del mar. Se reunió en torno suyo tanta gente, que él se vio obligado a subir a una barca, donde se sentó, mientras la gente permanecía en la orilla. Entonces Jesús les habló de muchas cosas en parábolas y les dijo:
«Una vez salió un sembrador a sembrar, y al ir arrojando la semilla, unos granos cayeron a lo largo del camino; vinieron los pájaros y se los comieron. Otros granos cayeron en terreno pedregoso, que tenía poca tierra; ahí germinaron pronto, porque la tierra no era gruesa; pero cuando subió el sol, los brotes se marchitaron, y como no tenían raíces, se secaron. Otros cayeron entre espinos, y cuando los espinos crecieron, sofocaron las plantitas. Otros granos cayeron en tierra buena y dieron fruto: unos, ciento por uno; otros, sesenta; y otros, treinta. El que tenga oídos, que oiga».

3) Reflexión

En el capítulo 13 del Evangelio de Mateo empieza el tercero gran discurso, el Sermón de las Parábolas. Como ya dijimos anteriormente en el comentario del evangelio del mié (14° del tiempo ordinario), Mateo organizó su evangelio como una nueva edición de la Ley de Dios o como un nuevo “Pentateuco” con sus cinco libros. Por esto, su evangelio nos presenta cinco discursos o enseñanzas de Jesús, seguidos de partes narrativas, en las que se describe cómo Jesús practicaba lo que había enseñado en los discursos. He aquí el esquema: Introducción: nacimiento y preparación del Mesías (Mt 1 a 4) a) Sermón de la Montaña: la puerta de entrada en el Reino (Mt 5 a 7) Narrativa Mt 8 e 9 b) Sermón de la Misión: cómo anunciar e irradiar el Reino (Mt 10) Narrativa Mt 11 e 12 c) Sermón de las Parábolas: el misterio del Reino presente en la vida (Mt 13) Narrativa Mt 14 a 17 d) Sermón de la Comunidad: la nueva manera de convivir en el Reino (Mt 18) Narrativa 19 a 23 e) Sermón de la venida futura del Reino: la utopía que sustenta la esperanza (Mt 24 e 25) Conclusión: pasión, muerte y resurrección (Mt 26 a 28).

En el evangelio de hoy vamos a meditar sobre la parábola de la semilla. Jesús tenía una manera bien popular de enseñar por medio de comparaciones y parábolas. Generalmente, cuando terminaba de contar una parábola, no explicaba, sino que acostumbraba a decir: “¡Quien tenga oídos para oír que oiga!” (Mt 11,15; 13,9.43). De vez en cuando, explicaba a los discípulos (Mt 13,36). Las parábolas hablan de las cosas de la vida: semilla, lámpara, grano de mostaza, sal, etc. Son cosas que existen en la vida de todos, de la gente de aquel tiempo como de la de hoy. De este modo, la experiencia que hoy tenemos de estas cosas se vuelve para nosotros un medio para descubrir la presencia del misterio de Dios en nuestras vidas. Hablar en parábolas es revelar el misterio del Reino presente en la vida.

Mateo 13,1-3: Sentado en un barco, Jesús enseñaba a la gente. Como en el Sermón de la Montaña (Mt 5,1-2), también aquí Jesús hace una breve introducción al Sermón de las Parábolas, describiendo la manera en que Jesús enseña a la gente a orillas del lago, sentado en un barco, y mucha gente está su alrededor para escucharle. Jesús no era una persona culta (Jn 7,15). No había cursado estudios en la escuela superior de Jerusalén. Venía del interior, de Nazaret. Era un desconocido, medio campesino, medio artesano. Sin pedir permiso a las autoridades religiosas, comenzó a enseñar a la gente. A la gente le gustaba oírle. Jesús enseñaba sobre todo mediante parábolas. Ya vimos varias: la del pescador de hombres (Mt 4,19), de la sal (Mt 5,13), de la lámpara (Mt 5,15), de las aves del cielo y de los lirios del campo (Mt 6,26.28), de la casa construida sobre roca (Mt 7,24). Pero ahora, en el capítulo 13, las parábolas empiezan a tener un significado especial: sirven para revelar el misterio del Reino de Dios presente en medio de la gente y en la actividad de Jesús.

Mateo 13,4-8: La parábola de la semilla habla de la vida de los campesinos. En aquel tiempo, no era fácil vivir de la agricultura. El terreno era muy pedregoso. Había mucho matorral. Poca lluvia, mucho sol. Además de esto, muchas veces la gente al pasar por el campo pisaba las plantas (Mt 12,1). Sin embargo, y a pesar de todo esto, todos los años, el agricultor sembraba y plantaba, confiando en la fuerza de la semilla, en la generosidad de la naturaleza. La parábola del sembrador describe lo que todos sabían y hacían: la semilla sembrada por el agricultor cae. Una parte cae a lo largo del camino; otra entre piedras y espinos; otra parte en tierra buena, donde, según la calidad del terreno, se reproduce treinta, sesenta y hasta cien veces. Una parábola es una comparación. Se sirve de cosas conocidas y visibles de la vida para explicar las cosas invisibles y desconocidas del Reino de Dios. La gente de Galilea entendía de semillas, de terreno, de lluvia, de sol y de cosecha. Y Jesús se sirve exactamente de estas cosas conocidas por el pueblo para explicar el misterio del Reino.

Mateo 13,9: Quien tenga oídos para oír, que oiga significa: “¡Esto es! Habéis oído: ¡ahora se trata de entender!” El camino para llegar al entendimiento de la parábola es la búsqueda: “¡Traten de entender!” La parábola no entrega todo inmediatamente, pero lleva a pensar y hace descubrir desde la experiencia que los oyentes tienen de la semilla. Provoca la creatividad y la participación. No es una doctrina que llega ya pronta para ser enseñada y asimilada. La Parábola no da agua embotellada, sino que entrega la fuente. El agricultor que escucha la parábola dice: “Semilla en la tierra, ¡yo sé lo que es! Pero Jesús dice que esto tiene que ver con el Reino de Dios: ¡Qué será?” Y nos podemos imaginar las largas conversaciones de la gente. La parábola se mezcla con la gente y lleva a escuchar la naturaleza y a pensar en la vida. Una vez alguien preguntó en una comunidad: ¿Para qué sirve la sal? Discutieron y, al final, encontraron más de diez diversas finalidades para la sal. Y fueron a aplicar todo esto a la vida de la comunidad y descubrieron que ser sal es difícil y exigente. ¡La parábola funcionó!

4) Para la reflexión personal

¿Cómo fue la enseñanza del catecismo que has recibido cuando eras niño/a? ¿Fue de comparaciones sacadas de la vida’ ¿Recuerdas alguna comparación importante que el/la catequista te contó? Y hoy ¿cómo es la catequesis en tu comunidad?

A veces somos camino; otras veces piedra; otras veces, espinos; otras veces, tierra buena. Yo ¿qué soy? En nuestra comunidad ¿qué somos? La Palabra de Dios, ¿qué fruto está produciendo en mi vida, en mi familia y en nuestra comunidad: treinta, sesenta, o cien?

5) Oración final

Yahvé en su santo Templo, Yahvé en su trono celeste; sus ojos ven el mundo, sus pupilas examinan a los hombres. (Sal 11,4)

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Lectio mar, 25, jul, 2023

Santiago, Apóstol

1) Oración inicial

Muéstrate propicio con tus hijos, Señor, y multiplica sobre ellos dones de tu gracia, para que, encendidos de fe, esperanza y caridad, perseveren fielmente en el cumplimiento de tu ley. Por nuestro Señor.

2) Lectura del Evangelio según Mateo 20,20-28

En aquel tiempo, se acercó a Jesús la madre de los hijos de Zebedeo, junto con ellos, y se postró para hacerle una petición. Él le preguntó: «¿Qué deseas?» Ella respondió: «Concédeme que estos dos hijos míos se sienten, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda, en tu Reino». Pero Jesús replicó: «No saben ustedes lo que piden. ¿Podrán beber el cáliz que yo he de beber?» Ellos contestaron: «Sí podemos». Y él les dijo: «Beberán mi cáliz; pero eso de sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo; es para quien mi Padre lo tiene reservado».

Al oír aquello, los otros diez discípulos se indignaron contra los dos hermanos. Pero Jesús los llamó y les dijo: «Ya saben que los jefes de los pueblos los tiranizan y que los grandes los oprimen. Que no sea así entre ustedes. El que quiera ser grande entre ustedes, que sea el que los sirva, y el que quiera ser primero, que sea su esclavo; así como el Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar la vida por la redención de todos».

3) Reflexión

Jesús y los discípulos están en camino hacia Jerusalén (Mt 20,17). Jesús sabe que van a matarlo (Mt 20,8). El profeta Isaías lo había anunciado ya (Is 50,4-6; 53,1-10). Su muerte no será fruto de un destino o de un plan ya preestablecido, sino que será consecuencia del compromiso libremente asumido de ser fiel a la misión que recibió del Padre junto a los pobres de su tierra. Jesús ya tenía dicho que el discípulo tiene que seguir al maestro y cargar su cruz detrás de él (Mt 16,21.24), pero los discípulos no entendieron bien qué estaba ocurriendo (Mt 16,22-23; 17,23). El sufrimiento y la cruz no se combinaban con la idea que ellos tenían del Mesías.

Mateo 20,20-21: La petición de la madre de los hijos de Zebedeo. Los discípulos no sólo no entendían, sino que seguían con sus ambiciones personales. La madre de los hijos de Zebedeo, como portavoz de sus dos hijos, Santiago y Juan, llega cerca de Jesús para pedirle un favor: «Manda que estos dos hijos míos, se sienten uno a tu derecha y otro a tu izquierda en tu Reino». Ellos no habían entendido la propuesta de Jesús. Estaban preocupados sólo con sus propios intereses. Esto refleja las tensiones en las comunidades, tanto en el tiempo de Jesús como en el tiempo de Mateo, como hoy en nuestras comunidades.

Mateo 20,22-23: La respuesta de Jesús. Jesús reacciona con firmeza. Responde a los hijos y no a la madre: ««No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber la copa que yo voy a beber?» » Se trata del cáliz del sufrimiento. Jesús quiere saber si ellos, en vez del lugar de honor, aceptan entregar su vida hasta la muerte. Los dos responden: “¡Podemos!” Era una respuesta sincera y Jesús confirma: «Mi copa sí la beberéis”. Al mismo tiempo, parece una respuesta precipitada, pues pocos días después, abandonaron a Jesús y lo dejaron solo en la hora del sufrimiento (Mt 26,51). Ellos no tenían mucha conciencia crítica, ni tampoco perciben su realidad personal. Y Jesús completa: “pero sentarse a mi derecha o mi izquierda no es cosa mía el concederlo, sino que es para quienes está preparado por mi Padre.» Lo que él Jesús puede ofrecer, es el cáliz del sufrimiento de la cruz.

Mateo 20,24-27: Entre ustedes no sea así. “Al oír esto los otros diez, se indignaron contra los dos hermanos”. La demanda que la madre hace en nombre de los dos produce enfrentamiento y discusión en el grupo. Jesús los llama y habla sobre el ejercicio del poder: ««Sabéis que los jefes de las naciones las dominan como señores absolutos, y los grandes las oprimen con su poder. No ha de ser así entre vosotros, sino que el que quiera llegar a ser grande entre vosotros, será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros, será vuestro esclavo; de la misma manera que el Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos.» En aquel tiempo, los que detenían el poder no tenían en cuenta a la gente. Actuaban según como les parecía (cf. Mc 14,3-12). El imperio romano controlaba el mundo y lo mantenía sometido por la fuerza de las armas y, así, a través de tributos, tasas e impuestos, conseguía concentrar la riqueza de la gente en mano de unos pocos allí en Roma. La sociedad estaba caracterizada por el ejercicio represivo y abusivo del poder. Jesús tenía otra propuesta. El enseña contra los privilegios y contra la rivalidad. Invierte el sistema e insiste en la actitud de servicio como remedio contra la ambición personal. La comunidad tiene que preparar una alternativa. Cuando el imperio romano quiere desintegrar, víctima de sus propias contradicciones internas, las comunidades deberían estar preparadas para ofrecer a la gente un modelo alternativo de convivencia social.

Mateo 20,28: El resumen de la vida de Jesús. Jesús define su vida y su misión: “El Hijo del Hombre no ha venido para ser servido, sino para servir, y para dar la vida en rescate de muchos”. En esta autodefinición de Jesús están implicados tres títulos que lo definen y que eran para los primeros cristianos el inicio de la Cristología: Hijo del Hombre, Siervo de Yahvé y Hermano mayor (Pariente próximo o Goel). Jesús es el Mesías Servidor, anunciado por el profeta Isaías (cf. Is 42,1-9; 49,1-6; 50,4-9; 52,1353,12). Aprendió de su madre quien dijo: “¡He aquí la esclava del Señor!”(Lc 1,38). Propuesta totalmente nueva para la sociedad de aquel tiempo.

4) Para la reflexión personal

Santiago y Juan piden favores, Jesús promete sufrimiento. Yo, ¿qué busco en mi relación con Dios y qué pido en la oración? ¿Cómo acojo el sufrimiento que se da en la vida y que es contrario a aquello que pido en la oración?

Jesús dice: “¡No ha de ser así entre vosotros!” Nuestra manera de vivir en la comunidad y en la iglesia ¿está de acuerdo con este consejo de Jesús?

5) Oración final

Los paganos decían:

¡Grandes cosas ha hecho Yahvé en su favor! ¡Sí, grandes cosas ha hecho por nosotros Yahvé, y estamos alegres! (Sal 126,2-3)

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Lectio lun, 24, jul, 2023

Tiempo Ordinario

1) Oración inicial

Muéstrate propicio con tus hijos, Señor, y multiplica sobre ellos dones de tu gracia, para que, encendidos de fe, esperanza y caridad, perseveren fielmente en el cumplimiento de tu ley. Por nuestro Señor.

2) Lectura del Evangelio según Mateo 12,38-42

En aquel tiempo, le dijeron a Jesús algunos escribas y fariseos: «Maestro, queremos verte hacer una señal prodigiosa». El les respondió: «Esta gente malvada e infiel está reclamando una señal, pero la única señal que se le dará, será la del profeta Jonás. Pues de la misma manera que Jonás estuvo tres días y tres noches en el vientre de la ballena, así también el Hijo del hombre estará tres días y tres noches en el seno de la tierra.
Los habitantes de Nínive se levantarán el día del juicio contra esta gente y la condenarán, porque ellos se convirtieron con la predicación de Jonás, y aquí hay alguien más grande que Jonás.
La reina del sur se levantará el día del juicio contra esta gente y la condenará, porque ella vino de los últimos rincones de la tierra a oír la sabiduría de Salomón, y aquí hay alguien más grande que Salomón».

3) Reflexión

El evangelio de hoy nos relata una discusión entre Jesús y las autoridades religiosas de la época. Esta vez son los doctores de la ley quienes piden a Jesús que haga una señal para ellos. Jesús había realizado ya muchas señales: había curado al leproso (Mt 8,1-4), al empleado del centurión (Mt 8,5-13), a la suegra de Pedro (Mt 8,14-15), a los enfermos y poseídos de la ciudad (Mt 8,16), había calmado la tempestad (Mt 8,23-

27), había expulsado los demonios (Mt 8,28-34) y había hecho muchos otros milagros. La gente, viendo las señales, reconoció en Jesús al Siervo de Yahvé (Mt 8,17; 12,17-21). Pero los doctores y los fariseos no fueron capaces de percibir el significado de tantas señales que Jesús había realizado. Ellos querían algo diferente.

Mateo 12,38: Los doctores y los fariseos piden una señal. Los fariseos llegan y dicen a Jesús: «Maestro, queremos ver una señal realizada por ti». Quieren que Jesús realice para ellos una señal, un milagro para que puedan examinar y verificar si Jesús es o no el enviado por Dios según lo imaginaban y esperaban. Quieren someterle a prueba. Quieren que Jesús se someta a sus criterios para que puedan enmarcarlo dentro del esquema de su mesianismo. No hay en ellos apertura para una posible conversión. No habían entendido nada de todo lo que Jesús había hecho.

Mateo 12,39: La respuesta de Jesús: la señal de Jonás. Jesús no se somete a la petición de las autoridades religiosas, pues no hay sinceridad en su petición. «¡Generación malvada y adúltera! Un signo pide, y no se le dará otro signo que el signo del profeta Jonás¡”. Estas palabras profieren un juicio muy fuerte respecto a los doctores y a los fariseos. Evocan el oráculo de Oseas que denunciaba a la gente como esposa infiel y adúltera (Os 2,4). El evangelio de Marcos dice que Jesús, ante la petición de los fariseos, suelta un profundo suspiro (Mc 8,12), probablemente de disgusto y de tristeza ante una ceguera tan grande. Pues de nada sirve mostrar un cuadro bonito a aquel que no quiere abrir los ojos. ¡Quien cierra los ojos no puede ver! La única señal que se les dará es la señal de Jonás.

Mateo 12,41: Aquí hay algo más que Jonás. Jesús apunta hacia el futuro: “Así como Jonás estuvo tres días y tres noches en el vientre del cetáceo, así también el Hijo del Hombre pasará tres días y tres noches en el seno de la tierra”. Es decir, la única señal será la resurrección de Jesús, que se prolongará en la resurrección de sus seguidores. Esta es la señal que, en el futuro, se dará a los doctores y a los fariseos. Se confrontarán con el hecho de que Jesús, será por ellos condenado a muerte, y a una muerte de cruz, y Dios le resucitará y le seguirá resucitando de muchas maneras en los que creerán en él, por ejemplo, le resucitará en el testimonio de los apóstoles, “personas iletradas” que tuvieron el valor de enfrentarse a las autoridades anunciando la resurrección de Jesús (Hch 4,13). ¡Lo que convierte es el testimonio! No los milagros: “Los ninivitas se levantarán en el Juicio con esta generación y la condenarán; porque ellos se convirtieron por la predicación de Jonás, y aquí hay algo más que Jonás.”. La gente de Nínive se convirtió ante el testimonio de la predicación de Jonás y denunció la incredulidad de los doctores y de los fariseos. Pues “aquí hay algo más que Jonás”.

Mateo 12,42: Aquí hay algo más que Salomón. La alusión a la conversión de la gente de Nínive se asocia y hace recordar el episodio de la Reina de Sabá: “La reina del Mediodía se levantará en el Juicio con esta generación y la condenará; porque ella vino de los confines de la tierra a oír la sabiduría de Salomón, y aquí hay algo más que Salomón.». Esta evocación casi ocasional del episodio de la Reina de Sabá que reconoció la sabiduría de Salomón, muestra cómo se usaba la Biblia en aquel tiempo. Era por asociación. La regla principal de la interpretación era ésta: “La Biblia se explica por la Biblia”. Hasta hoy, ésta es una de las normas más importantes para la interpretación de la Biblia, sobre todo para la lectura orante de la Palabra de Dios.

4) Para la reflexión personal

Convertirse es mudar no sólo de comportamiento moral, sino que también de ideas y de modo de pensar. Moralista es aquel que muda de comportamiento, pero guarda inalterable su manera de pensar. Yo, ¿cómo soy?
Ante la actual renovación de la Iglesia, ¿soy el fariseo que pide una señal o soy como la gente que reconoce que éste es el camino que Dios quiere?

5) Oración final

Pues tu amor Señor es mejor que la vida, por eso mis labios te alaban, así quiero bendecirte en mi vida, levantar mis manos en tu nombre. (Sal 63,4-5)

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Lectio Dom, 23, jul, 2023

El misterioso crecimiento del Reino

La paciencia de Dios

Mateo 13, 24-43

Oración inicial

Espíritu de verdad, enviado por Jesús para conducirnos a la verdad toda entera, abre nuestra mente a la inteligencia de las Escrituras. Tú, que descendiendo sobre María de Nazareth, la convertiste en tierra buena donde el Verbo de Dios pudo germinar, purifica nuestros corazones de todo lo que opone resistencia a la Palabra. Haz que aprendamos como Ella a escuchar con corazón bueno y perfecto la Palabra que Dios nos envía en la vida y en la Escritura, para custodiarla y producir fruto con nuestra perseverancia.

Lectura

a) División del texto:

El texto consta de tres parábolas, un intermedio y la explicación de la primera parábola: Las tres parábolas, la de la cizaña y el trigo (13, 24-30), la del grano de mostaza (13, 31-32), y la de la levadura (13, 33), tienen la misma finalidad. Quieren corregir las expectativas de los contemporáneos de Jesús, que creían que el Reino de Dios irrumpiría con fuerza y eliminaría de pronto todo lo que le fuera contrario. A través de estas parábolas Jesús quiere explicar a sus oyentes que Él no ha venido a instaurar el Reino con potencia, sino para inaugurar los tiempos nuevos gradualmente, en la cotidianidad de la historia, de una forma que, a veces, pasa inadvertida. Sin embargo, su obra lleva consigo una fuerza inherente, un dinamismo y un poder transformante que poco a poco va cambiando la historia desde dentro, según el proyecto de Dios…¡si se tiene ojos para verlo! En 13, 10-17, entre la parábola del sembrador y su explicación, el evangelista introduce un coloquio entre Jesús y sus discípulos en el que el Maestro les explica el motivo por el cual a la muchedumbre habla sólo en parábolas. También aquí, entre las parábolas y la explicación, el evangelista hace un breve comentario del por qué Jesús habla en parábolas (13, 34-33). Sigue finalmente la explicación de la parábola de la cizaña y el trigo (13, 36-43). Lo que maravilla en esta explicación es que mientras muchos detalles de la parábola son interpretados, ni siquiera se hace una mínima mención del punto clave de la parábola, a saber, el diálogo entre el amo y sus siervos con respecto a la cizaña que ha crecido con el grano. Muchos estudiosos deducen que la explicación de la parábola no es obra de Jesús, sino del evangelista y cambia el sentido original de la parábola. Mientras Jesús intentaba corregir la impaciencia mesiánica de sus contemporáneos, Mateo se dirige a los cristianos tibios para exhortarles y casi amenazarlos con el juicio de Dios. Parábola y explicación forman parte, de todos modos, del texto canónico y por tanto las dos se tienen en consideración, porque las dos contienen la Palabra de Dios dirigida a nosotros hoy.

b) El texto:

En aquel tiempo, Jesús propuso esta parábola a la muchedumbre: «El Reino de los cielos se parece a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero mientras los trabajadores dormían, llegó un enemigo del dueño, sembró cizaña entre el trigo y se marchó. Cuando crecieron las plantas y se empezaba a formar la espiga, apareció también la cizaña.
Entonces los trabajadores fueron a decirle al amo: ‘Señor, ¿qué no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde, pues, salió esta cizaña?’ El amo les respondió: ‘De seguro lo hizo un enemigo mío’. Ellos le dijeron: ‘¿Quieres que vayamos a arrancarla?’ Pero él les contestó: ‘No. No sea que al arrancar la cizaña, arranquen también el trigo. Dejen que crezcan juntos hasta el tiempo de la cosecha y, cuando llegue la cosecha, diré a los segadores: Arranquen primero la cizaña y átenla en gavillas para quemarla, y luego almacenen el trigo en mi granero’ «.
Luego les propuso esta otra parábola: «El Reino de los cielos es semejante a la semilla de mostaza que un hombre siembra en un huerto. Ciertamente es la más pequeña de todas las semillas, pero cuando crece, llega a ser más grande que las hortalizas y se convierte en un arbusto, de manera que los pájaros vienen y hacen su nido en las ramas».
Les dijo también otra parábola: «El Reino de los cielos se parece a un poco de levadura que tomó una mujer y la mezcló con tres medidas de harina, y toda la masa acabó por fermentar».
Jesús decía a la muchedumbre todas estas cosas con parábolas, y sin parábolas nada les decía, para que se cumpliera lo que dijo el profeta: Abriré mi boca y les hablaré con parábolas; anunciaré lo que estaba oculto desde la creación del mundo.
Luego despidió a la multitud y se fue a su casa. Entonces se le acercaron sus discípulos y le dijeron: «Explícanos la parábola de la cizaña sembrada en el campo».
Jesús les contestó: «El sembrador de la buena semilla es el Hijo del hombre, el campo es el mundo, la buena semilla son los ciudadanos del Reino, la cizaña son los partidarios del maligno, el enemigo que la siembra es el diablo, el tiempo de la cosecha es el fin del mundo, y los segadores son los ángeles.
Y así como recogen la cizaña y la queman en el fuego, así sucederá al fin del mundo: el Hijo del hombre enviará a sus ángeles para que arranquen de su Reino a todos los que inducen a otros al pecado y a todos los malvados, y los arrojen en el horno encendido. Allí será el llanto y la desesperación. Entonces los justos brillarán como el sol en el Reino de su Padre. El que tenga oídos, que oiga».

Un momento de silencio orante

para que la Palabra de Dios pueda entrar en nosotros e iluminar nuestra vida.

Algunas preguntas

para ayudarnos en la reflexión personal.

De frente al mal que ves en el mundo y en ti mismo ¿cuál es tu reacción, la de los siervos o la del amo?
¿Cuáles son los signos de la presencia de Dios que consigues vislumbrar en el mundo y en tu vida?
¿Qué imagen de Dios emerge de estas tres parábolas? ¿Es ésta tu imagen de Dios?

Una clave de lectura

para aquéllos que quieran profundizar más en el tema.

a) El Reino de Dios:

En los dos sumarios que nos ofrece del ministerio de Jesús, Mateo lo presenta predicando el evangelio o la buena nueva del Reino y sanando (4, 23; 9, 35). La expresión «Reino de los cielos» se encuentra 32 veces en Mateo. Es una expresión equivalente a «Reino de Dios», que se encuentra sólo 4 veces en Mateo, mientras es la expresión más usual en el resto del Nuevo Testamento. Por respeto, los hebreos evitaban mencionar no sólo el Nombre de Dios que fue revelado a Moisés (ver Ex 3, 1315), sino también la palabra Dios a la que substituyen con otras varias palabras y expresiones entre las cuales «El Cielo» o «Los Cielos». Mateo, el más hebraico de los evangelistas, se conforma a esta usanza.

La expresión no se encuentra en el Antiguo Testamento, donde sin embargo se encuentra a menudo la idea de la realeza de Dios sobre Israel y sobre el universo y también el equivalente verbal de la expresión neotestamentaria, «Dios reina». En efecto, el Reino de Dios, incluso como viene presentado en el Nuevo Testamento, es sobre todo la acción de Dios que reina y la situación nueva que resulta de su reinar. Dios ha sido siempre rey, pero con el pecado Israel y la humanidad toda entera se sustraen de su reinado y crean una situación contraria a su proyecto originario. El Reino de Dios se establecerá cuando todo esté de nuevo sometido a su dominio, o sea, cuando, aceptando su soberanía, la humanidad realice su diseño.

Jesús ha proclamado la venida de estos tiempos nuevos (ver por ejemplo Mt 3,2). De cualquier modo la realidad del Reino de Dios se hace presente y anticipada en Él y en la comunidad fundada por Él. Pero la Iglesia no es todavía el Reino. Ella crece misteriosa y gradualmente hasta conseguir su plenitud al final de los tiempos. b) La lógica de Dios:

La realidad del Reino y su crecimiento, como viene descrito por Jesús, nos ponen de frente al misterio de Dios, cuyos pensamientos no son siempre nuestros pensamientos. No confundamos realeza con fuerza, con imposición, con triunfalismo. Nos gusta las cosas hechas a lo grande.

Consideramos que hemos realizado una empresa, cuando viene aclamada y cuando a ella se adhieren muchas personas. Éstas, sin embargo, son tentaciones por las que también la comunidad cristiana se deja seducir y en vez de ponerse al servicio del Reino, a menudo se encuentra en contraposición a él. Dios, por su parte, prefiere llevar adelante su proyecto con cosas pequeñas, pobres, insignificantes y mientras nosotros tenemos siempre prisa por llevar a término cuanto antes nuestros proyectos, Dios sabe esperar con mucha paciencia y longanimidad.

Salmo 145

Himno al Señor Rey

Te ensalzaré, Dios mío, mi Rey, bendeciré tu nombre por siempre; todos los días te bendeciré, alabaré tu nombre por siempre.

Grande es Yahvé, muy digno de alabanza, su grandeza carece de límites. Una edad a otra encomiará tus obras, pregonará tus hechos portentosos. El esplendor, la gloria de tu majestad, el relato de tus maravillas recitaré. Del poder de tus portentos se hablará, y yo tus grandezas contaré; se recordará tu inmensa bondad, se aclamará tu justicia.

Es Yahvé clemente y compasivo, tardo a la cólera y grande en amor; bueno es Yahvé para con todos, tierno con todas sus creaturas. Te alaben, Yahvé, tus creaturas, te bendigan tus fieles; cuenten la gloria de tu reinado, narren tus proezas, explicando tus proezas a los hombres, el esplendor y la gloria de tu reinado. Tu reinado es un reinado por los siglos, tu gobierno, de edad en edad. Fiel es Yahvé en todo lo que dice, amoroso en todo lo que hace. Yahvé sostiene a los que caen, endereza a todos los encorvados. Los ojos de todos te miran esperando; tú les das a su tiempo el alimento. Tú abres la mano y sacias de bienes a todo viviente. Yahvé es justo cuando actúa, amoroso en todas sus obras. Cerca está Yahvé de los que lo invocan, de todos los que lo invocan con sinceridad. Cumple los deseos de sus leales, escucha su clamor y los libera. Yahvé guarda a cuantos le aman, y extermina a todos los malvados. ¡Que mi boca alabe a Yahvé, que bendigan los vivientes su nombre sacrosanto para siempre jamás!

Oración final

Sab 11, 24-12, 2.15-1873

«Tú tienes piedad de todos, porque todo lo puedes y disimulas los pecados de los hombres para traerlos a la penitencia. Pues amas todo cuanto existe y nada aborreces de lo que has hecho; pues si tú hubieras odiado alguna cosa, no la habrías formado.

¿Y cómo podría subsistir nada si tú no quisieras? o ¿cómo podría conservarse sin ti? Pero a todos perdonas, porque son tuyos, Señor, amador de las almas. Porque en todas las cosas está tu espíritu incorruptible.

Y por eso corriges poco a poco a los que caen, y a los que pecan los amonestas, despertando la memoria de su pecado, para que apartándose de la maldad, crean, Señor, en ti.»

Siendo justo, todo lo dispone con justicia no condenas al que no merece ser castigado pues lo tienes por indigno de tu poder. Porque tu poder es el principio de la justicia y tu poder soberano te autoriza para perdonar a todos. Sólo si no eres creído perfecto en poder haces alarde de tu fuerza, confundes la audacia de los que dudan de ella. Pero tú, Señor de la fuerza, juzgas con benignidad.

Y con mucha indulgencia nos gobiernas, pues cuando quieres tienes el poder en las manos»

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