Lectio, mié, 20 sep, 2023

Oración inicial

¡Oh Dios!, creador y dueño de todas las cosas, míranos; y, para que sintamos el efecto de tu amor, concédenos servirte de todo corazón. Por nuestro Señor.

Lectura del Evangelio según Lucas 7,31-35

En aquel tiempo, Jesús dijo: «¿Con quién compararé a los hombres de esta generación? ¿A quién se parecen? Se parecen a esos niños que se sientan a jugar en la plaza y se gritan los unos a los otros: ‘Tocamos la flauta y no han bailado, cantamos canciones tristes y no han llorado’.

Porque vino Juan el Bautista, que ni comía pan ni bebía vino, y ustedes dijeron: ‘Ese está endemoniado’. Y viene el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: ‘Este hombre es un glotón y un bebedor, amigo de publicanos y pecadores’. Pero sólo aquellos que tienen la sabiduría de Dios, son quienes lo reconocen».

Reflexión

En el evangelio de hoy vemos como la novedad de la Buena Nueva fue avanzando de tal modo que las personas agarradas a las formas antiguas de la fe quedaban como perdidas sin entender nada de la acción de Dios. Para esconder su falta de apertura y de comprensión ellas se defendían y buscaban pretextos infantiles para justificar su actitud de no aceptación. Jesús reacciona con una parábola para denunciar la incoherencia de sus adversarios: “¡Os parecéis a niños que no saben lo que quieren!»

Lucas 7,31: ¿Con quién compararé a los hombres de esta generación? A Jesús le parece extraña la reacción de la gente y dice: «¿Con quién, compararé, pues, a los hombres de esta generación? Y ¿a quién se parecen?” Cuando una cosa es evidente y las personas, o por su ignorancia o por mala voluntad no quieren darse cuenta o no sen dan cuenta, es bueno encontrar comparaciones que hablan por sí solas.

Lucas 7,32: Como niños, in fundamento. La comparación que Jesús encuentra es ésta: Vosotros os parecéis a “los chiquillos que están sentados en la plaza y se gritan unos a otros diciendo: «En el mundo entero hay niños mimados y que tienen la misma reacción. Reclaman cuando los otros no hacen y actúan como ellos quieren.
El motivo de la queja de Jesús es la manera arbitraria con que, en el pasado, reaccionaron ante Juan el Bautista y, ahora en el presente, ante el mismo Jesús.

Lucas 7,33-34: Su opinión sobre Juan y Jesús. “Porque ha venido Juan el Bautista, que no comía pan ni bebía vino, y decís: `Demonio tiene.’ Ha venido el Hijo del hombre, que come y bebe, y decís: `Ahí tenéis un comilón y un borracho, amigo de publicanos y pecadores.” Jesús fue discípulo de Juan Bautista, creían él y se hizo bautizar por él. Fue cuando el bautismo que él tuvo la revelación del Padre respecto de su misión como Mesías Siervo (Mc 1,10).
Al mismo tiempo, Jesús resalta la diferencia entre él mismo y Juan. Juan era más severo, más ascético, ni comía, ni bebía. Quedaba en el desierto y amenazaba a la gente con los castigos del Juicio Final (Lc 3,7-9). Por esto decían que tenía un demonio, que estaba poseído. Jesús era más acogedor, comía y bebía como todo el mundo. Andaba por los poblados y entraba en la casa de la gente, acogía a las prostitutas y a los recaudadores de impuestos. Por eso decían que era comilón y que se emborrachaba. A pesar de generalizar al hablar de “los hombres de esta generación” (Lc 7,31), probablemente, Jesús tiene en mente la opinión de las autoridades religiosas que no creían en Jesús (Mc 11,29-33).

Lucas 7,35: La conclusión obvia a la que Jesús llega. Y Jesús termina sacando la conclusión: “Y la sabiduría se ha acreditado por todos sus hijos”. La falta de seriedad y de coherencia aparece claramente en la opinión que emiten sobre Jesús y Juan. La mala voluntad es tan evidente que no necesitaba de prueba. Esto hacer recordar la respuesta de Job a sus amigos que pretendían ser sabios: “¿Quién podría obligaros a guardar silencio? ¡Esto sería el único acto sabio de vosotros!” (Job 13,5).

Para la reflexión personal

Cuando emito una opinión sobre los otros, ¿soy como los fariseos y los escribas que opinaban sobre Juan y Jesús? Ellos apenas expresaban sus ideas preconcebidas y nada informaban sobre las personas que eran juzgados por ellos.
¿Conoces a grupos en la Iglesia de hoy que merecerían la parábola de Jesús?

Oración final

¡Feliz la nación cuyo Dios es Yahvé, el pueblo que escogió para sí como heredad! Yahvé observa de lo alto del celo, ve a todos los seres humanos. (Sal 33,12-13)

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Lectio, mar, 19 sep, 2023

Tiempo Ordinario

Oración inicial

¡Oh Dios!, creador y dueño de todas las cosas, míranos; y, para que sintamos el efecto de tu amor, concédenos servirte de todo corazón. Por nuestro Señor.

Lectura del Evangelio según Lucas 7,11-17

En aquel tiempo, se dirigía Jesús a una población llamada Naím, acompañado de sus discípulos y de mucha gente. Al llegar a la entrada de la población, se encontró con que sacaban a enterrar a un muerto, hijo único de una viuda, a la que acompañaba una gran muchedumbre.

Cuando el Señor la vio, se compadeció de ella y le dijo: «No llores». Acercándose al ataúd, lo tocó, y los que lo llevaban se detuvieron. Entonces Jesús dijo: «Joven, yo te lo mando: Levántate». Inmediatamente el que había muerto se levantó y comenzó a hablar. Jesús se lo entregó a su madre.

Al ver esto, todos se llenaron de temor y comenzaron a glorificar a Dios, diciendo: «Un gran profeta ha surgido entre nosotros. Dios ha visitado a su pueblo».

La noticia de este hecho se divulgó por toda Judea y por las regiones circunvecinas.

Reflexión

El evangelio de hoy narra el episodio de la resurrección del hijo de la viuda de Naím. Es esclarecedor el contexto literario de este episodio en el capítulo VII del Evangelio de Lucas. El evangelista quiere mostrar cómo Jesús va abriendo camino, revelando la novedad de Dios que avanza por medio del anuncio de la Buena Nueva. Se van dando la transformación y la apertura: Jesús acoge la petición de un extranjero no judío (Lc 7,1-10) y resucita al hijo de una viuda (Lc 7,11-17). La manera como Jesús revela el Reino sorprende a los hermanos que no estaban acostumbrados a tan gran apertura. Hasta Juan el Bautista se quedó como perdido y mandó preguntar: “¿Eres tú el señor o debemos esperar a otro?” (Lc 7,18-30). Jesús llegó a denunciar la incoherencia de sus anfitriones: «¡Sois como niños que no saben lo que quieren!» (Lc 7,31-35). Y al final, la apertura de Jesús para con las mujeres (Lc 7,36-50).

Lucas 7,11-12: El encuentro de las dos procesiones. “A continuación se fue a una ciudad llamada Naín. Iban con él sus discípulos y una gran muchedumbre. Cuando se acercaba a la puerta de la ciudad sacaban a enterrar a un muerto, hijo único de su madre, que era viuda; la acompañaba mucha gente de la ciudad.”. Lucas es como un pintor. Con pocas palabras consigue pintar el cuadro tan bonito del encuentro de las dos procesiones: la procesión de la muerte que sale de la ciudad y acompaña a la viuda que lleva a su único hijo hacia el cementerio; la procesión de la vida que entra en la ciudad y acompaña a Jesús. Las dos se encuentran en la pequeña ciudad, junto a la puerta de la ciudad de Naín.

Lucas 7,13: La compasión entra en acción. “Al verla el Señor tuvo compasión de ella y le dijo: ¡No llores! Es la compasión que lleva a Jesús a hablar y a actuar. Compasión significa literalmente: “sufrir con”, asumir el dolor de la otra persona, identificarse con ella, sentir con ella el dolor. Es la compasión que acciona en Jesús el poder, el poder de la vida sobre la muerte, poder creador.

Lucas 7,14-15: «¡Joven, a ti te digo, levántate!» Jesús se aproxima, toca el féretro y dice: «¡Joven, a ti te digo, levántate!» El muerto se incorporó y se puso a hablar. Y Jesús se lo dio a su madre”. A veces en momentos de gran sufrimiento provocado por el fallecimiento de una persona querida, las personas dicen: “En aquel tiempo, cuando Jesús andaba por la tierra había esperanza de no perder a una persona querida, pues Jesús podría resucitarla”. Ellas miraban el episodio de la resurrección del hijo de la viuda de Naín como un evento del pasado que apenas suscita añoranza y una cierta envidia. La intención del evangelio, sin embargo, no es suscitar añoranza ni envidia, sino ayudar a experimentar mejor la presencia viva en media de nosotros. El está hoy con nosotros, y ante los problemas y el sufrimiento que nos azotan, nos dice: “¡Te lo ordeno: levántate!”

Lucas 7,16-17: La repercusión. “Todos se quedaron con mucho miedo y glorificaban a Dios diciendo: «Un gran profeta ha surgido entre nosotros, y Dios vino a visitar a su pueblo» Y lo que se decía de él se propagó por toda Judea y por toda la región circunvecina” Es el profeta que fue anunciado por Moisés (Deut 18,15). El Dios que nos vino a visitar es el “Padre de los huérfanos y de las viudas” (Sal 68,6; Cf. Judit 9,11).

Para la reflexión personal

Fue la compasión lo que llevó a Jesús a resucitar el hijo de la viuda. El sufrimiento de los demás ¿Produce en nosotros la misma compasión? ¿Qué hago para ayudar al otro a vencer el dolor y crear vida nueva?
Dios visitó a su pueblo. ¿Percibo las muchas visitas de Dios en mi vida y en la vida de la gente?

Oración final

Servid a Yahvé con alegría, llegaos a él con júbilo!
Sabed que Yahvé es Dios, él nos ha hecho y suyos somos, su pueblo y el rebaño de sus pastos. (Sal 100,2-3)

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Lectio, lun, 18 sep, 2023

Tiempo Ordinario

Oración

Santo Padre, por Jesús, tu Hijo, el Verbo hecho carne de la vida para nosotros, envíe a mí tu Espíritu Santo para abrir mis oídos a escuchar la «carta de amor» que escribió a mí y me ilumine mi mente para que pueda comprender en profundidad. Hacer domesticar mi corazón de alegría, ya que aceptar su voluntad y me ayudará a los testigos. Amén

Lectura del Evangelio según Lucas 7, 1-10

En aquel tiempo, cuando Jesús terminó de hablar a la gente, entró en Cafarnaúm. Había allí un oficial romano, que tenía enfermo y a punto de morir a un criado muy querido. Cuando le dijeron que Jesús estaba en la ciudad, le envió a algunos de los ancianos de los judíos para rogarle que viniera a curar a su criado. Ellos, al acercarse a Jesús, le rogaban encarecidamente, diciendo: «Merece que le concedas ese favor, pues quiere a nuestro pueblo y hasta nos ha construido una sinagoga». Jesús se puso en marcha con ellos.

Cuando ya estaba cerca de la casa, el oficial romano envió unos amigos a decirle: «Señor, no te molestes, porque yo no soy digno de que tú entres en mi casa; por eso ni siquiera me atreví a ir personalmente a verte. Basta con que digas una sola palabra y mi criado quedará sano. Porque yo, aunque soy un subalterno, tengo soldados bajo mis órdenes y le digo a uno: ‘¡Ve!’, y va; a otro: ‘¡Ven!’, y viene; y a mi criado: ‘¡Haz esto!’, y lo hace».

Al oír esto, Jesús quedó lleno de admiración, y volviéndose hacia la gente que lo seguía, dijo: «Yo les aseguro que ni en Israel he hallado una fe tan grande». Los enviados regresaron a la casa y encontraron al criado perfectamente sano.

Meditación

El cap. 7, Lucas nos ayuda a aceptar la llamada dirigida a los gentiles para unirse a la fe en el Señor Jesús la figura del centurión está liderando el camino para aquellos que deseen aceptar la fe de Israel y luego encontrar y conocer el rostro de Dios en Jesús . En esta meditación del Evangelio, nosotros también se pondrá a la propuesta de abrirnos a la fe o para hacer más fuerte nuestra plena confianza en la Palabra de Dios. Vamos, pues, de seguir con el corazón, los pasos del centurión romano, ya que están presentes en él también.

Tal vez el primer aspecto que se desprende de una lectura de la pieza, es el sufrimiento que es el centurión. Trato de escuchar más cuidadosamente todas las palabras que desea poner de relieve esta realidad. Cafarnaum, un pueblo fronterizo, fuera del alcance, en los márgenes, la ciudad donde la bendición de Dios parece difícil de alcanzar. La grave enfermedad, la muerte inminente de un ser querido.

Pero ahora veo que el Señor entra en esta situación, es compartir, a vivir con su presencia amorosa. Subrayar todos los verbos que confirman esta verdad: «Por favor que venga», «se fue con ellos» era «no muy lejos». Es fantástico ver este movimiento en Jesús, que va a la persona que llama y le pide que busque la salvación. Lo hace bien con todos.

Para mí es un contacto muy útil con la figura del centurión, que aquí es un poco como mi maestro, mi guía en el camino de la fe. «Después de haber oído acerca de Jesús.» Recibió el anuncio, la noticia buena interceptado y le rompió el corazón, no si el escape está hecho, no se cerraron los oídos y la vida. Se acordó de Jesús y ahora se pretende. «Mandato». Dos veces lo hace de esta acción, primero en enviar a Jesús a los ancianos del pueblo, las figuras de autoridad, a continuación, enviar a sus amigos. Lucas utiliza dos verbos diferentes, y esto me ayuda a entender aún más que este hombre ha hecho algo, había un paso: se ha abierto gradualmente más y más para el encuentro con Jesús a los amigos es un poco ‘enviar como ellos mismos. «Para pedirle que venga a salvarnos. Hermoso dos verbos que expresan la intensidad de su solicitud a Jesús que él quiere ser, lo más cerca, se pone en su pobre vida, es decir, para visitar a su dolor. Es una declaración de amor, fe, grandes, porque es como si dijera, «Yo sin ti no puedo vivir. Ven «. Y nadie pide ninguna salvación, la curación de superficie, tal como lo entendemos el verbo particular, que Lucas quiere. De hecho estamos hablando de una salvación cruz, capaz de atravesar toda su vida, toda la persona y capaces de llevar a la persona más, más allá de todos los obstáculos a cualquier esfuerzo o pruebas, incluso más allá de la muerte.

«No soy digno». Dos veces Lucas pone en boca de las palabras del centurión, que ayudan a comprender el gran paso que hizo a sí mismo. Él se siente indigno, incompetente, inadecuado, como la expresión de las dos palabras diferentes griega usada aquí. Tal vez el primer gran avance en el camino de fe con Jesús es la siguiente: el descubrimiento de nuestra gran necesidad de él, su presencia y la conciencia cada vez más seguros de que por sí sola no puede hacerlo porque somos pobres, somos pecadores. Pero para esto, estamos infinitamente amado!

«La» palabra «. Aquí está el gran salto, el gran paso de fe. El centurión ahora creen de forma clara, serena confianza. Mientras caminaba hacia él, él también estaba haciendo su camino en el interior, estaba cambiando, se estaba convirtiendo en un hombre nuevo. Primero aceptó la persona de Jesús y luego también su palabra. Porque él es el Señor y, como tal, su palabra es eficaz, real, de gran alcance, capaz de operar lo que dice. Todas las dudas se han derrumbado, todo lo que queda es la fe que de cierta confianza en la salvación en Jesús.

Cualquier pregunta

Me escucha mi oración dirigida al centurión a Jesús que venga a salvarnos? Estoy preparado, también, para darle al Señor mi malestar, mi necesidad de Él? Estoy avergonzado de las enfermedades, la muerte que vive en mi casa en mi vida? Lo que parece tomar este primer paso de confianza?

Y si abro mi corazón a la oración, la invocación, si invitas a la venida del Señor, ¿cuál es la actitud de mi corazón? Hay dentro de mí, como el centurión, el sentimiento de ser inútil no es suficiente para mí, no ser capaz de hacer demandas? Yo me pregunto ante el Señor con humildad que proviene del amor, de la serena confianza en él?

Sólo tengo su palabra? Nunca he escuchado hasta el final, con cuidado, con respeto, aunque tal vez no pude comprender en su integridad? Y ahora, ¿qué es la palabra que quiero escuchar de la boca del Señor para mí? ¿Qué debo saber de él?

Una fe como el centurión había cargado … y yo, que soy cristiano, tengo esa fe? Tal vez yo debería rezar: «Señor, yo creo, pero me ayuda en mi incredulidad» (Mc 9, 24).

Oración Final

Para mis pies antorcha es tu palabra, Señor! ¿Cómo puede un joven su camino? En cuanto a tu palabra.
Con todo mi corazón yo te busco: no dejes que me apartan de tus mandatos.

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Lectio, Dom, 17 sep, 2023

Oración inicial

Señor Jesús, envía tu Espíritu, para que Él nos ayude a leer la Biblia en el mismo modo con el cual Tú la has leído a los discípulos en el camino de Emaús. Con la luz de la Palabra, escrita en la Biblia, Tú les ayudaste a descubrir la presencia de Dios en los acontecimientos dolorosos de tu condena y muerte. Así, la cruz, que parecía ser el final de toda esperanza, apareció para ellos como fuente de vida y resurrección.

Crea en nosotros el silencio para escuchar tu voz en la Creación y en la Escritura, en los acontecimientos y en las personas, sobre todo en los pobres y en los que sufren. Tu palabra nos oriente a fin de que también nosotros, como los discípulos de Emaús, podamos experimentar la fuerza de tu resurrección y testimoniar a los otros que Tú estás vivo en medio de nosotros como fuente de fraternidad, de justicia y de paz. Te lo pedimos a Ti, Jesús, Hijo de María, que nos has revelado al Padre y enviado tu Espíritu. Amén.

Lectura

Una división del texto para ayudar a la lectura:

Mateo 18,21: La pregunta de Pedro
Mateo 18,22: La respuesta de Jesús
Mateo 18, 23-26: 1ª parte de la parábola
Mateo 18, 27-30: 2ª parte de la parábola
Mateo 18, 31-35: 3ª parte de la parábola

Clave de lectura:

En el Evangelio de este domingo 24º del Tiempo Ordinario Jesús nos habla de la necesidad de perdonar a los hermanos. No es fácil perdonar . Hay ofensas e insultos que permanecen golpeando por mucho tiempo en el corazón. Algunas personas dicen: “Perdono, pero no olvido”. ¡No consigo olvidarme! Resentimientos, tensiones, opiniones diversas, provocaciones, hacen difícil el perdón y la reconciliación. ¿Por qué perdonar es tan difícil? En mi familia y en mi comunidad, en mi trabajo y en mis relaciones ¿creo o no un espacio para la reconciliación y para el perdón? ¿Cómo? Meditamos la tercera parte del “Sermón de la Comunidad” (Mt 18,21-35), en el que Mateo reúne las palabras y parábolas de Jesús sobre el perdón sin límite. Durante la lectura, piensa en ti mismo y trata de revisar tu vida.

El texto:

En aquel tiempo, Pedro se acercó a Jesús y le preguntó: «Si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces tengo que perdonarlo? ¿Hasta siete veces?» Jesús le contestó: «No sólo hasta siete, sino hasta setenta veces siete».

Entonces Jesús les dijo: «El Reino de los cielos es semejante a un rey que quiso ajustar cuentas con sus servidores. El primero que le presentaron le debía muchos millones. Como no tenía con qué pagar, el señor mandó que lo vendieran a él, a su mujer, a sus hijos y todas sus posesiones, para saldar la deuda. El servidor, arrojándose a sus pies, le suplicaba, diciendo: ‘Ten paciencia conmigo y te lo pagaré todo’. El rey tuvo lástima de aquel servidor, lo soltó y hasta le perdonó la deuda.

Pero, apenas había salido aquel servidor, se encontró con uno de sus compañeros, que le debía poco dinero. Entonces lo agarró por el cuello y casi lo estrangulaba, mientras le decía: ‘Págame lo que me debes’. El compañero se le arrodilló y le rogaba: ‘Ten paciencia conmigo y te lo pagaré todo’. Pero el otro no quiso escucharlo, sino que fue y lo metió en la cárcel hasta que le pagara la deuda.

Al ver lo ocurrido, sus compañeros se llenaron de indignación y fueron a contar al rey lo sucedido. Entonces el señor lo llamó y le dijo: ‘Siervo malvado. Te perdoné toda aquella deuda porque me lo suplicaste. ¿No debías tú también haber tenido compasión de tu compañero, como yo tuve compasión de ti?’ Y el señor, encolerizado, lo entregó a los verdugos para que no lo soltaran hasta que pagara lo que debía.

Pues lo mismo hará mi Padre celestial con ustedes, si cada cual no perdona de corazón a su hermano».

Un momento de silencio orante

para que la Palabra de Dios pueda entrar en nosotros e iluminar nuestra vida.

Algunas preguntas

para ayudarnos en la meditación y en la oración.

¿Qué parte de la parábola te ha llamado más la atención? ¿Por qué?
¿Cuáles son los diversos consejos que Jesús nos da para ayudarnos a reconciliarnos y a perdonar?
Mirando en el espejo de la parábola, ¿con cuál personaje me identifico más: con el rey que quiere ajustar cuentas con sus siervos, o con el siervo perdonado que no quiere perdonar a su compañero?
Mirando la realidad de nuestra familia, de nuestra comunidad, de nuestra iglesia, de nuestra sociedad y de nuestro mundo, ¿hay entre nosotros un espacio para el perdón y para la reconciliación? ¿Dónde y cómo podemos comenzar, de modo que la reconciliación se irradie entre nosotros?

Para aquéllos que desean profundizar más en el texto

Contexto en el que nuestro texto aparece en el Evangelio de Mateo:

La comparación de la que se sirve Jesús para ilustrar la obligación de perdonar y reconciliar une parábola y alegoría. Cuando Jesús habla del Rey que quiere ajustar las

cuentas con sus siervos, piensa ya en Dios que perdona todo. Cuando habla de la deuda del siervo perdonado por el rey, piensa en la deuda inmensa que tenemos delante de Dios, que nos perdona siempre.

Cuando habla de la conducta del siervo perdonado que no quiere perdonar, piensa en nosotros, perdonados por Dios, que no queremos perdonar a nuestros hermanos. – Al final del primer siglo, los judíos-cristianos de las comunidades de Siria y Palestina tenían problemas serios y graves de reconciliación con los hermanos de la misma raza. En el período del gran desastre de la destrucción de Jerusalén por parte de los romanos, en los años 70, tanto la Sinagoga como la Ecclesia se encontraban en una fase de reorganización en la región de Siria y Palestina. Por esto entre ellos existía una fuerte tensión, creciente, que era fuente de muchos sufrimientos en las familias. Esta tensión constituye el fondo del Evangelio de Mateo.

Comentario del texto:

Mateo 18,21: La pregunta de Pedro: ¿Cuántas veces perdonar?
Ante las palabras de Jesús sobre la reconciliación, Pedro pregunta: ¿Cuántas veces debo perdonar? ¿Siete veces?” Siete es un número que indica perfección y en el caso de la propuesta de Pedro, siete es sinónimo de siempre.

Mateo 18,22: La respuesta de Jesús: ¡Setenta veces siete!
Jesús mira más lejos. Elimina todo posible límite al perdón: “¡No hasta siete, sino setenta veces siete!” ¡Setenta veces siempre! Porque no hay proporción entre el perdón que recibimos de Dios y nuestro perdón dado al hermano. Para aclarar la respuesta dada a Pedro, Jesús cuenta una parábola ¡Es la parábola del perdón sin límite!

Mateo 18, 23-26: Primera parte de la parábola: la situación del deudor

Cuando habla del Rey, Jesús piensa en Dios. Un siervo tiene una deuda de diez mil talentos con el rey. O sea, 164 toneladas de oro. Él dice que pagará. Pero aunque trabajase toda la vida él, su mujer, sus hijos y toda su familia , no estaría en grado de reunir 164 toneladas de oro para restituirlo al rey. Dicho con otras palabras, no seríamos nunca capaces de quitar la deuda que tenemos con Dios. ¡Imposible! (cf. Salmo 49,8-9)

Mateo 18,27-30: Segunda parte de la parábola: El gran contraste
Ante el insistente ruego del siervo, el rey le perdona una deuda de 164 toneladas de oro. Un compañero tiene con él una deuda de cien denarios, o sea, 30 gramos de oro. No existe comparación entre las dos deudas. ¡Un grano de arena y una montaña! Ante el amor de Dios que perdona gratuitamente nuestra deuda de 164 toneladas de oro, no queda otro camino que perdonar la deuda de treinta gramos. Pero el siervo perdonado no quiere perdonar, ni siquiera ante la insistencia del deudor. Trata al compañero como el rey debería haber obrado con él y no lo hizo: ordenó que fuese metido en la cárcel hasta que pagara los 30 gramos de oro. El contraste habla por sí solo, no hay necesidad de comentarios.

Mateo 18,23-35: Tercera parte de la parábola: moral de la historia
La conducta vergonzosa del siervo perdonado que no quiere perdonar cae mal hasta en sus mismos compañeros. Lo cuentan al rey y éste obra en consecuencia: pone en movimiento el procedimiento de la justicia y el siervo perdonado que no quiere a su vez perdonar, es metido en la cárcel, donde permanecerá hasta pagar toda su deuda.
¡Debe estar allí hasta hoy! Porque no conseguirá jamás pagar las 164 toneladas de oro!

Moral de la parábola: “¡Así también mi Padre del cielo hará con cada uno de vosotros, si no perdonáis de corazón a vuestro hermano!”.

El único límite a la gratuidad de la misericordia de Dios, que nos perdona siempre, es nuestro rechazo a perdonar al hermano (Mt 18,34; 6,12.15; Lc 23,34)

Oración: Salmo 62

Dios única esperanza.
Sólo en Dios encuentro descanso, de él viene mi salvación; sólo él mi roca, mi salvación, mi baluarte; no vacilaré. ¿Hasta cuándo atacaréis a un solo hombre, lo abatiréis, vosotros todos, como a una muralla que cede, como a una pared que se desploma?
Sólo proyectan doblez, les seduce la mentira, con la boca bendicen y por dentro maldicen.
Sólo en Dios descansaré, de él viene mi esperanza, sólo él mi roca, mi salvación, mi baluarte; no vacilaré.
En Dios está mi salvación y mi honor, Dios es mi roca firme y mi refugio.
Confiad siempre en él, pueblo suyo; presentad ante él vuestros anhelos. ¡Dios es nuestro refugio!
Un soplo son los plebeyos, los notables, pura mentira; puestos juntos en una balanza pesarían menos que un soplo.
No confiéis en la opresión, no os atraiga la rapiña; a las riquezas, si aumentan, no apeguéis el corazón.
Dios ha hablado una vez, dos veces, lo he oído: que de Dios es el poder, tuyo, Señor, el amor; que tú pagas al hombre conforme a sus obras.

Oración final

Señor Jesús, te damos gracia por tu Palabra que nos ha hecho ver mejor la voluntad del Padre.
Haz que tu Espíritu ilumine nuestras acciones y nos comunique la fuerza para seguir lo que Tu Palabra nos ha hecho ver. Haz que nosotros como María, tu Madre, podamos no sólo escuchar, sino también poner en práctica la Palabra. Tú que vives y reinas con el Padre en la unidad del Espíritu Santo por todos los siglos de los siglos. Amén.

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Lectio, sáb, 16 sep, 2023

Tiempo Ordinario

Oración inicial

Señor, tú que te has dignado redimirnos y has querido hacernos hijos tuyos, míranos siempre con amor de padre y haz que cuantos creemos en Cristo, tu Hijo, alcancemos la libertad verdadera y la herencia eterna. Por nuestro Señor.

Lectura del Evangelio según Lucas 6,43-49

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «No hay árbol bueno que produzca frutos malos, ni árbol malo que produzca frutos buenos. Cada árbol se conoce por sus frutos. No se recogen higos de las zarzas, ni se cortan uvas de los espinos.

El hombre bueno dice cosas buenas, porque el bien está en su corazón; y el hombre malo dice cosas malas, porque el mal está en su corazón, pues la boca habla de lo que está lleno el corazón.

¿Por qué me dicen ‘Señor, Señor’, y no hacen lo que yo les digo? Les voy a decir a quién se parece el que viene a mí y escucha mis palabras y las pone en práctica. Se parece a un hombre, que al construir su casa, hizo una excavación profunda, para echar los cimientos sobre la roca. Vino la creciente y chocó el río contra aquella casa, pero no la pudo derribar, porque estaba sólidamente construida.

Pero el que no pone en práctica lo que escucha, se parece a un hombre que construyó su casa a flor de tierra, sin cimientos. Chocó el río contra ella e inmediatamente la derribó y quedó completamente destruida».

Reflexión

El evangelio de hoy nos presenta la parte final del Sermón de la Planicie que es la versión que Lucas da del Sermón de la Montaña del Evangelio de Mateo.

Lucas 6,43-45: La parábola del árbol que da buenos frutos. “Porque no hay árbol bueno que dé fruto malo y, a la inversa, no hay árbol malo que dé fruto bueno. Cada árbol se conoce por su fruto. No se recogen higos de los espinos, ni de la zarza se vendimian uvas”. La carta del apóstol Santiago sirve de comentario para esta palabra de Jesús: “¿Puede brotar de la misma fuente agua dulce y agua amarga? ¿Pueda una higuera producir aceitunas o la vid higos? Tampoco el mar puede dar agua dulce” (Stgo 3,11-12). La persona bien formada en la tradición de la convivencia comunitaria hace crecer dentro de sí una buena manera de ser que la lleva a practicar el bien. “Del buen tesoro de su corazón saca lo bueno”, pero la persona que descuida de su formación tendrá dificultad en producir cosas buenas. Porque “del malo saca lo malo, porque de la abundancia del corazón habla la boca». Respecto del “buen tesoro del corazón” merece la pena decir lo que dice el libro del Eclesiástico sobre el corazón: “Déjate llevar por lo que te dicta el corazón, porque nadie te será más fiel que él: el alma de un hombre suele advertir a menudo mejor que siete vigías apostados sobre una altura. Y por encima de todo ruego al Altísimo, para que dirija tus pasos en la verdad.” (Ec 37,13-15).

Lucas 6,46: No basta decir Señor, Señor. Lo importante no es hablar bien de Dios, sino hacer la voluntad del Padre y ser así una revelación de su rostro y de su presencia en el mundo.

Lucas 6,47-49: Construir la casa sobre una roca. Escuchar y practicar, es ésta la conclusión del Sermón de la Montaña. Mucha gente buscaba seguridad y poder religioso mediante dones extraordinarios o de observancia. Pero la verdadera seguridad no viene del poder, no viene de nada de esto. ¡Viene de Dios! Y Dios se vuelve fuente de seguridad, cuando tratamos de practicar su voluntad. Será la roca que nos sustenta en la hora de las dificultades y de las tormentas.

Dios, roca de nuestra vida. En el libro de los Salmos, con frecuencia encontramos la expresión: “Dios es mi roca y mi fortaleza… Dios mío, roca mía, mi refugio, mi escudo, la fuerza que me salva…” (Sal 18,3). Él es la defensa y la fuerza de quien cree en Él y de aquel que busca la justicia (Sal 18,21.24). Las personas que confían en este Dios se vuelven a su vez roca para los demás. Así, el profeta Isaías invita a quienes estaban en el cautiverio: “Escúchenme ustedes, que anhelan la justicia y que buscan a Yahvé. Miren la piedra de que fueron tallados y el corte en la roca de donde fueron sacados. Miren a Abrahán, su padre y a Sara que le dio a luz” (Is 51,1-2). El profeta pide para al pueblo que no olvide el pasado y recuerde como Abrahán y Sara por la fe en Dios se volvieron roca, comienzo del pueblo de Dios. Mirando hacia esta roca, la gente debía sacar valor para luchar y salir del cautiverio. Del mismo modo, Mateo exhorta a las comunidades para que no olviden nunca esa misma roca (Mt 7,24-25) y así puedan ellas mismas ser roca para fortalecer a sus hermanos en la fe. Este es también el sentido del nombre que Jesús da a Pedro: “Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia” (Mt 16,18). Esta es la vocación de las primeras comunidades, llamadas a unirse a Jesús, la piedra viva, para volverse también ellas piedras vivas gracias a la escucha práctica de la Palabra (Pd 2,4-10; 2,5; Ef 2,19-22).

Para la reflexión personal

¿Cuál es la calidad de mi corazón?
Mi casa, ¿está construida sobre una roca?

Oración final

Porque tú Señor has formado mis riñones, me has tejido en el vientre de mi madre; te doy gracias por tantas maravillas: prodigio soy, prodigios tus obras. (Sal 139,13-14)

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Lectio, vie, 15 sep, 2023

Bienaventurada Virgen María de los Dolores

Oración inicial

¡Oh Dios!, creador y dueño de todas las cosas, míranos; y, para que sintamos el efecto de tu amor, concédenos servirte de todo corazón. Por nuestro Señor.

Lectura del Evangelio según Juan 19,25-27

En aquel tiempo, junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María la de Cleofás, y María Magdalena.

Al ver a su madre y junto a ella al discípulo que tanto quería, Jesús dijo a su madre: «Mujer, ahí está tu hijo». Luego dijo al discípulo: «Ahí está tu madre». Y desde entonces el discípulo se la llevó a vivir con él.

Reflexión

Hoy es la fiesta de Nuestra Señora de los Dolores, el evangelio del día relata el paso en el que María, la madre de Jesús, y el discípulo amado se encuentran en el calvario ante la Cruz. La Madre de Jesús aparece dos veces en el evangelio de Juan: al comienzo, en las bodas de Caná (Jn 2,1-5), y al final, a los pies de la Cruz (Jn 19,25-27). Estos dos episodios, exclusivos del evangelio de Juan, tienen un valor simbólico muy profundo. El evangelio de Juan, comparado con los otros tres evangelios es como una radiografía, mientras que los otros tres no son que una fotografía. La radiografía ayuda a descubrir en los acontecimientos dimensiones que la mirada común no llega a percibir. El evangelio de Juan, además de describir los hechos, revela la dimensión simbólica que en ellos existen. Así, en los dos casos, en Caná y en la Cruz, la Madre de Jesús representa simbólicamente el Antiguo Testamento que aguarda la llegada del Nuevo Testamento y, en los dos casos, contribuye en la llegada del Nuevo. María aparece como el anillo entre lo que había antes y lo que vendrá después. En Caná, simboliza el AT, percibe los límites del Antiguo y toma la iniciativa para que el Nuevo pueda llegar. Va a hablar al Hijo: “¡No tienen vino!” (Jn 2,3). ¿Y en el Calvario? Veamos:

Juan 19, 25: Las mujeres y el Discípulo Amado junto a la Cruz. Así dice el Evangelio: “La madre de Jesús, la hermana de su madre, María de Cleofás, y María Magdalena estaban junto a la cruz”. La “fotografía” muestra a la madre junto con el hijo, de pie. Mujer fuerte, que no se deja abatir. “Stabat Mater Dolorosa!” Ella es una presencia silenciosa que apoya al hijo en su entrega hasta la muerte, y a la muerte de cruz (Fil 2,8). Además de estos, la “radiografía” de la fe muestra cómo se realiza el paso del AT al NT. Como en Caná, la Madre de Jesús representa el AT. El Discípulo amado representa el NT, la comunidad que creció alrededor de Jesús. Es el hijo que nació del AT, la nueva humanidad que se forma a partir de la vivencia del Evangelio del Reino. Al final del primer siglo, algunos cristianos pensaban que el AT ya no era necesario. De hecho, al comienzo del siglo segundo, Marción rechazó todo el AT y se quedó solamente con una parte del NT. Por eso, mucho quierían saber cuál es la voluntad de Jesús al respecto.

Juan 19,26-28 : El Testamento o la Voluntad de Jesús. Las palabras de Jesús son significativas. Viendo a su madre y a al lado de ella, al discípulo que él amaba, dijo a su madre: «Mujer, ahí tienen a tu hijo.» Después dijo al discípulo: «Ahí tienes a tu madre.» El Antiguo y el Nuevo Testamento deben caminar juntos. A petición de Jesús, el discípulo amado, el hijo, el NT, recibe a la Madre, el AT, en su casa. En la casa del Discípulo Amado, en la comunidad cristiana, se descubre el sentido pleno del AT. El Nuevo no se entiende sin el Antiguo, ni el Antiguo es completo sin el Nuevo. San Agustín decía: “Novum in vetere latet, Vetus in Novo patet”. (El Nuevo está escondido en lo Antiguo, el Antiguo desemboca en el Nuevo). El Nuevo sin el Antiguo sería un edificio sin fundamentos. Y el Antiguo sin el Nuevo sería un árbol de fruta que no llega a dar frutos.

María en el Nuevo Testamento. De María se habla poco en el NT, y ella misma habla menos aún. María es la Madre del silencio. La Biblia conserva apenas siete palabras de María. Cada una de estas siete palabras es como una ventana que permite mirar hacia dentro de la casa de María para descubrir cómo ella se relacionaba con Dios. La llave para entender todo esto nos la da Lucas en esta frase: “Dichosos los que escuchan la palabra de Dios y la ponen en práctica.» (Lc 11,27-28) 1ª Palabra: «¿Cómo puede ser esto si no conozco hombre?» (Lc 1,34) 2ª Palabra: «He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra.» (Lc 1,38) 3ª Palabra: «Engrandece mi alma al Señor, se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador» (Lc 1,46-55), 4ª Palabra: «Hijo mío, ¿por qué nos has hecho esto? Tu padre y yo, angustiados, te buscábamos» (Lc 2,48) 5º Palabra: «¡No tienen vino!» (Jn 2,3) 6ª Palabra: «Haced lo que él os diga!» (Jn 2,5) 7ª Palabra: El silencio a los pies de la Cruz, más elocuente que mil palabras (Jn 19,25-27)

Para la reflexión personal

María a los pies de la Cruz. Mujer fuerte y silenciosa. ¿Cómo es mi devoción a María, la madre de Jesús?

En la Pietà de Miguel Ángel, María aparece bien joven, más joven que su hijo crucificado, cuando ya tenía que tener como mínimo alrededor de 50 años. Al preguntarle al escultor porqué había esculpido el rostro de María tan joven, Miguel Ángel contestó: “Las personas apasionadas por Dios no envejecen nunca”.

¡Apasionada por Dios! ¿Hay en mí esta pasión?

Oración final

¡Qué grande es tu bondad, Yahvé!
La reservas para tus adeptos, se la das a los que a ti se acogen a la vista de todos los hombres. (Sal 31,20)

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Lectio, jue, 14 sep, 2023

Fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz El que cree en Jesús tiene vida eterna Juan 3,13-17

Oración inicial

Padre, que has querido salvar a los hombres con la Cruz de Cristo tu Hijo, concédenos, a los que hemos conocido en la tierra su misterio de amor, gozar en el cielo de los frutos de su redención. Por Cristo nuestro Señor.

Lectio

Lectura del Evangelio:

En aquel tiempo, Jesús dijo a Nicodemo: «Nadie ha subido al cielo sino el Hijo del hombre, que bajó del cielo y está en el cielo. Así como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así tiene que ser levantado el Hijo del hombre, para que todo el que crea en él tenga vida eterna.

Porque tanto amó Dios al mundo, que le entregó a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salvara por él».

Meditatio

Clave de lectura:

El texto que hoy la liturgia nos propone está sacado de la Fiesta dela Exaltación dela Santa Cruz. No nos tiene que sorprender el que el pasaje elegido para esta celebración forme parte del cuarto evangelio, porque es justamente este evangelio el que presenta el misterio de la cruz del Señor, como exaltación. Y esto está claro desde el comienzo del evangelio: “Así como Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del Hombre” (Jn 3,14; Dn 7,13). Juan nos explica el misterio del Verbo Encarnado en el movimiento paradójico del descenso-ascenso (Jn 1,14.18; 3,13). Y es éste el misterio que ofrece la clave de lectura para comprender el despliegue de la identidad y de la misión de Jesucristo passus et gloriosus, y podemos decir con razón que esto no vale solamente para el texto de Juan. La carta a los Efesios, por ejemplo, se sirve de este mismo movimiento paradójico para explicar el misterio de Cristo: “Subió.

¿Qué quiere decir, sino que había bajado con los muertos al mundo inferior?” (Ef 4,9).

Jesús es el Hijo de Dios que al hacerse Hijo del hombre (Jn 3,13) nos hace conocer los misterios de Dios (Jn 1,18). Esto el solamente puede hacerlo, ya que el sólo ha visto al Padre (Jn 6,46).

Podemos decir que el misterio del Verbo que baja del cielo responde al anhelo de los profetas: ¿quién subirá al cielo para revelarnos este misterio? (cfr. Dt 30,12; Prov 30,4). El cuarto evangelio está lleno de referencias al misterio de aquel que “ha bajado del cielo” (1 Cor 15,47).

He aquí algunas citas: Jn 6,33.38.51.62; 8,42; 16,28-30; 17,5.

La exaltación de Jesús está justamente en este bajar hasta nosotros, hasta la muerte, y a la muerte de cruz, desde la cual él será levantado como la serpiente en el desierto y “todo el que la mire … no morirá” (Núm 21,7-9; Zc 12,10). Este mirar a Cristo ensalzado, Juan lo recordará en la escena de la muerte de Jesús: “Mirarán a aquel que traspasaron” (Jn 19,37). En el contexto del cuarto evangelio, el dirigir la mirada quiere significar, “conocer”, “comprender”, “ver”.

A menudo en el evangelio de Juan, Jesús se refiere al hecho de ser levantado: “Cuando hayan levantado en alto el Hijo del hombre, entonces conocerán que yo soy” (Jn 8,28); “‘cuando yo haya sido levantado de la tierra, atraeré a todos a mí’. Jesús daba a entender así de qué muerte iba a morir” (Jn 12,32-33). También en los sinópticos Jesús anuncia a sus discípulos el misterio de su condena a muerte y muerte de cruz (véase Mt 20,17-19; Mc 10,32-34; Lc 18,31-33). En efecto, Cristo tenía que “sufrir todo esto y entrar en la gloria” (Lc 24,26).

Este misterio revela el gran amor que Dios nos tiene. Es el hijo que nos es dado, “para que quien crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna”, este hijo a quien nosotros hemos rechazado y crucificado. Pero justamente en este rechazo de nuestra parte, Dios nos ha manifestado su fidelidad y su amor que no se detiene ante la dureza de nuestro corazón. El actúa la salvación, a pesar de nuestro rechazo y desprecio (cfr.

Hechos 4,27-28), permaneciendo siempre firme en realizar su plan de misericordia: “Porque Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para juzgar el mundo, sino para que el mundo se salve por él”.

Algunas preguntas:

En el evangelio ¿qué te ha llamado la atención?
¿Qué significa para ti la exaltación de Cristo y de su Cruz?
Este movimiento de descenso-ascenso ¿qué consecuencias conlleva en la vivencia de la fe?

Oratio

Salmo 78

Escucha, pueblo mío, mi enseñanza, presta oído a las palabras de mi boca; voy a abrir mi boca en parábolas, a evocar los misterios del pasado.
Cuando los mataba, lo buscaban, se convertían, se afanaban por él, y recordaban que Dios era su Roca, el Dios Altísimo su redentor.
Le halagaban con su boca, con su lengua le mentían; su corazón no era fiel, no tenían fe en su alianza.
Él, con todo, enternecido, borraba su culpa, no los destruía; bien de veces contuvo su cólera y no despertó todo su furor.

Contemplatio

«Cristo Jesús es el Señor para gloria de Dios Padre.» (Fil 2,11)

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Lectio, mié, 13 sep, 2023

Oración inicial

Señor, tú que te has dignado redimirnos y has querido hacernos hijos tuyos, míranos siempre con amor de padre y haz que cuantos creemos en Cristo, tu Hijo, alcancemos la libertad verdadera y la herencia eterna. Por nuestro Señor.

Lectura del Evangelio según Lucas 6,20-26

En aquel tiempo, mirando Jesús a sus discípulos, les dijo:
«Dichosos ustedes los pobres,
porque de ustedes es el Reino de Dios.
Dichosos ustedes los que ahora tienen hambre,
porque serán saciados.
Dichosos ustedes los que lloran ahora,
porque al fin reirán.

Dichosos serán ustedes cuando los hombres los aborrezcan y los expulsen de entre ellos, y cuando los insulten y maldigan por causa del Hijo del hombre. Alégrense ese día y salten de gozo, porque su recompensa será grande en el cielo. Pues así trataron sus padres a los profetas.

Pero, ¡ay de ustedes, los ricos,
porque ya tienen ahora su consuelo!
¡Ay de ustedes, los que se hartan ahora,
porque después tendrán hambre!
¡Ay de ustedes, los que ríen ahora,
porque llorarán de pena!
¡Ay de ustedes, cuando todo el mundo los alabe,
porque de ese modo trataron sus padres a los falsos profetas!»

Reflexión

El evangelio de hoy nos presenta las cuatro bienaventuranzas y las cuatro maldiciones del Evangelio de Lucas. Hay una manera progresiva en la forma que Lucas tiene de presentar la enseñanza de Jesús. Hasta el 6,16, dice muchas veces que Jesús enseña a la gente, pero no llega a relatar el contenido de la enseñanza (Lc 4,15.31-32.44; 5,1.3.15.17; 6,6). Ahora, después de informar que Jesús vio la multitud deseosa de oír la palabra de Dios, Lucas trae el primer grande discurso que empieza con la exclamación:»¡Bienaventurados los pobres!» y «¡Ay de vosotros los ricos!», y ocupa todo el resto del capítulo (Lc 6,12-49). Algunos le llaman a este discurso el “Sermón de la planicie”, pues segundo Lucas, Jesús bajó de la montaña y se paró en un lugar de llanura donde hizo su discurso. En el evangelio de Mateo, este mismo discurso está hecho en el monte (Mt 5,1) y es el llamado «Sermón de la Montaña». En Mateo, el sermón tiene ocho bienaventuranzas, que tienen un programa de vida para las comunidades cristianas de origen judaica. En Lucas, el sermón es más breve y más radical. Contiene cuatro bienaventuranzas y cuatro maldiciones, dirigidas para las comunidades, constituidas de ricos y de pobres. Este discurso de Jesús va a ser meditado en el evangelio diario de los próximos días.

Lucas 6,20: ¡Bienaventurados los pobres! Mirando hacia los discípulos, Jesús declara: «¡Bienaventurados los pobres, porque vuestro es el Reino de los cielos!» Esta declaración identifica la categoría social de los discípulos. ¡Ellos son pobres! Y a ellos Jesús promete: “¡Vuestro es el Reino de los Cielos!” No es una promesa para el futuro.

El verbo está al presente. El Reino les pertenece ya. En el evangelio de Mateo, Jesús explicita el sentido y dice: «¡Bienaventurados los pobres de Espíritu!» (Mt 5,3). Son los pobres que tienen al Espíritu de Jesús. Pues hay pobres con cabeza o espíritu de rico.

Los discípulos de Jesús son pobres con cabeza de pobre. Como Jesús no quieren acumular, pero asumen su pobreza y, como él, luchan por una convivencia más justa, donde haya fraternidad y puesta en común de los bienes, sin discriminación.

Lucas 6,21-22: ¡Bienaventurados los que ahora tiene hambre y lloran! En la 2ª y 3ª bienaventuranza Jesús dice. «¡Bienaventurados los que ahora tenéis hambre, porque seréis saciados! ¡Bienaventurados los que ahora lloráis porque reiréis!» Una parte de las frases está al presente y otra al futuro. Aquello que ahora vivimos y sufrimos no es lo definitivo. Lo definitivo es el Reino que estamos construyendo hoy con la fuerza del Espíritu de Jesús. Construir el Reino trae sufrimiento y persecución, pero una cosa es cierta: el Reino va a llegar y “¡seréis saciados y reiréis!”.

Lucas 6,23: ¡Bienaventurados seréis cuando los hombres os odien…! La bienaventuranza se refiere al futuro: «Bienaventurados seréis cuando los hombres os odien, os expulsen, proscriban vuestro nombre como malo por causa del Hijo del Hombre. ¡Alegraos ese día porque grande será vuestra recompensa, porque así fueron tratados los profetas!» Con estas palabras de Jesús, Lucas anima a las comunidades de su tiempo, que estaban siendo perseguidas. El sufrimiento no es estertor de muerte, sino dolor de parto. ¡Fuente de esperanza! La persecución era una señal de que el futuro anunciado por Jesús estaba llegando para ellas. Iban por el justo camino

Lucas 6,24-25: ¡Ay de vosotros los ricos! ¡Ay de vosotros los que estáis hartos y os reís! Después de las cuatro bienaventuranzas a favor de los pobres y excluidos, siguen cuatro amenazas o maldiciones contra los ricos y los que se lo pasan bien y son elogiados por todos. Las cuatro amenazas tienen la misma forma literaria que las cuatro bienaventuranzas. La 1ª está al presente. La 2ª y la 3ª tienen una gran parte al presente y la otra al futuro. Y la 4ª se refiere enteramente al futuro. Estas amenazas sólo se encuentran en el evangelio de Lucas y no en el de Mateo. Lucas es más radical en la denuncia de la injusticia.

Delante de Jesús, en aquella planicie no había ricos. Sólo había gente pobre, venida de todos los lados (Lc 6,17-19). Asimismo, Jesús dice: «¡Ay de vosotros los ricos!» Y es que Lucas, al transmitir estas palabras de Jesús, estaba pensando más en las comunidades de su tiempo. En ellas había ricos y pobres, y había discriminación de los pobres por parte de los ricos, la misma que marcaba la estructura del Imperio Romano (cf. St 5,1-6; Ap 3,17-19). Jesús hace una crítica dura y directa a los ricos:

¡Vosotros los ricos, ya tenéis consolación! ¡Vosotros ya estáis hartos, pero pasaréis hambre! ¡Vosotros os estáis riendo, pero quedaréis afligidos y lloraréis! Señal de que para Jesús, la pobreza no es una fatalidad, ni es fruto de prejuicios, sino que es fruto de enriquecimiento injusto de los otros.

Lucas 6,26: ¡Ay de vosotros cuando todos hablen bien de vosotros, porque así vuestros padres trataron a los falsos profetas!” Esta cuarta amenaza se refiere a los hijos de los que en el pasado elogiaban a los falsos profetas. Es que algunas autoridades de los judíos usaban su prestigio y su autoridad, para criticar a Jesús.

Para la reflexión personal

¿Miramos la vida de las personas con la misma mirada de Jesús? Dentro de tu corazón, ¿qué piensas de verdad: una persona pobre y hambrienta puede ser realmente feliz? Las telenovelas y la propaganda del comercio, ¿qué ideal de nos presentan?
Diciendo “Felices los pobres”, Jesús ¿estaba queriendo decir que los pobres han de seguir en la pobreza?

Oración final

Yahvé es justo cuando actúa, amoroso en todas sus obras.
Cerca está Yahvé de los que lo invocan, de todos los que lo invocan con sinceridad. (Sal 145,17-18)

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Lectio, mar, 12 sep, 2023

Tiempo Ordinario

Oración inicial

Señor, tú que te has dignado redimirnos y has querido hacernos hijos tuyos, míranos siempre con amor de padre y haz que cuantos creemos en Cristo, tu Hijo, alcancemos la libertad verdadera y la herencia eterna. Por nuestro Señor.

Lectura del Evangelio según Lucas 6,12-19

Por aquellos días, Jesús se retiró al monte a orar y se pasó la noche en oración con Dios.

Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, eligió a doce de entre ellos y les dio el nombre de apóstoles. Eran Simón, a quien llamó Pedro, y su hermano Andrés; Santiago y Juan; Felipe y Bartolomé; Mateo y Tomás; Santiago, el hijo de Alfeo, y Simón, llamado el Fanático; Judas, el hijo de Santiago, y Judas Iscariote, que fue el traidor.

Al bajar del monte con sus discípulos y sus apóstoles, se detuvo en un llano. Allí se encontraba mucha gente, que había venido tanto de Judea y Jerusalén, como de la costa, de Tiro y de Sidón. Habían venido a oírlo y a que los curara de sus enfermedades; y los que eran atormentados por espíritus inmundos quedaban curados. Toda la gente procuraba tocarlo, porque salía de él una fuerza que sanaba a todos.

Reflexión

El evangelio de hoy trae dos asuntos: la elección de los doce apóstoles (Lc 6,12-16) y la multitud enorme de gente queriendo encontrarse con Jesús (Lc 6,17-19). El evangelio de hoy nos invita a reflexionar sobre los Doce que fueron escogidos para convivir con Jesús, como apóstoles. Los primeros cristianos recordaron y registraron los nombres de estos Doce y de algunos otros hombres y mujeres que siguieron a Jesús y que después de la resurrección fueron creando comunidades para el mundo. Hoy también, todo el mundo recuerda el nombre dealgún catequista o profesora que fue significativo/a para su formación cristiana.

Lucas 6,12-13: La elección de los 12 apóstoles. Antes de proceder a la elección de los doce apóstoles, Jesús pasó una noche entera en oración. Rezó para saber a quién escoger y escogió a los Doce, cuyos nombres están en los evangelios y que recibirán el nombre de apóstol. Apóstol significa enviado, misionero. Fueron llamados para realizar una misión, la misma que Jesús recibió del Padre (Jn 20,21). Marcos concretiza más y dice que Dios los llamó para estar con él y enviarlos en misión (Mc 3,14).

Lucas 6,14-16: Los nombres de los 12 apóstoles. Con pequeñas diferencias los nombres de los Doce son iguales en los evangelios de Mateo (Mt 10,2-4), Marcos (Mc 3,16-19) y Lucas (Lc 6,14-16). Gran parte de estos nombres vienen del AT. Por ejemplo, Simeón es el nombre de uno de los hijos del patriarca Jacob (Gén 29,33). Santiago es el mismo nombre que Jacob (Gén 25,26). Judas es el nombre de otro hijo de Jacob (Gén 35,23). Mateo también tenía el nombre de Levi (Mc 2,14), que fue otro hijo de Jacob (Gén 35,23). De los doce apóstoles, siete tienen el nombre que vienen del tiempo de los patriarcas: dos veces Simón, dos veces Santiago, dos veces Judas, y una vez ¡Levi! Esto revela la sabiduría y la pedagogía del pueblo. A través de los nombres de patriarcas y matriarcas, dados a sus hijos e hijas, mantuvieron viva la tradición de los antiguos y ayudaron a sus hijos a no perder la identidad. ¿Qué nombres les damos hoy a nuestros hijos e hijas?

Lucas 6,17-19: Jesús baja de la montaña y la multitud lo busca. Al bajar del monte con los doce, Jesús encuentra a una multitud inmensa de gente que trataba de oír su palabra y tocarle, porque de él salía una fuerza de vida. En esta multitud había judíos y extranjeros, gente de Judea y también de Tiro y Sidón. Y la gente estaba desorientada, abandonada. Jesús acoge a todos los que le buscan. Judíos y paganos.

¡Este es uno de los temas preferidos por Lucas!

Estas doce personas, llamadas por Jesús para formar la primera comunidad, no eran santas. Eran personas comunes, como todos nosotros. Tenías sus virtudes y sus defectos. Los evangelios informan muy poco sobre la forma de ser o el carácter de cada una de ellas. Pero lo poco que informan es motivo de consolación para nosotros:

Pedro era una persona generosa y entusiasta (Mc 14,29.31; Mt 14,28-29), pero a la hora del peligro y de la decisión, su corazón sigue encogido y se vuelve atrás (Mt 14,30; Mc 14,66-72). Llega a ser satanás para Jesús (Mc 8,33). Jesús le dio el apellido de Piedra (Pedro). Pedro, por sí mismo, no era Piedra. Se volvió piedra (roca), porque Jesús rezó por él (Lc 22,31-32).

Santiago y Juan estaban dispuestos a sufrir con Jesús y por Jesús (Mc 10,39), pero eran muy violentos (Lc 9, 54). Jesús los llama “hijos del trueno” (Mc 3,17). Juan parecía tener ciertos celos. Quería Jesús sólo para su grupo (Mc 9,38).

Felipe tenía una forma de ser acogedora. Sabía poner a los demás en contacto con Jesús (Jn 1,45-46), pero no era muy práctico en resolver los problemas (Jn 12,20-22; 6,7). A veces era medio ingenuo. Hubo momentos en que Jesús perdió la paciencia con él: “Pero Felipe, ¿tanto tiempo que estoy contigo, y aún no me conoces?” (Jn 14,8-9)

Andrés, hermano de Pedro y amigo de Felipe, era más práctico. Felipe recurre a él para resolver los problemas (Jn 12,21-22). Fue Andrés el que le llamó a Pedro (Jn 1,40- 41), y fue Andrés el que encontró al niño con los cinco panes y los dos peces (Jn 6,8- 9).

Bartolomé parece haber sido el mismo que Natanael. Este era del barrio, y no podía admitir que nada bueno pudiera venir de Nazaret (Jn 1,46).

Tomás fue capaz de sustentar su opinión, una semana entera, contra el testimonio de todos los demás (Jn 20,24-25). Pero cuando vio que estaba equivocado, no tuvo miedo en reconocer su error (Jn 20,26-28). Era generoso, dispuesto a morir con Jesús (Jn 11,16).

Mateo o Levi era publicano, cobrador de impuestos, como Zaqueo (Mt 9,9; Lc 19,2). Eran personas comprometidas con el sistema opresor de la época.

Simón, por el contrario, parece haber sido del movimiento que se oponía radicalmente al sistema que el imperio romano imponía al pueblo judío. Por eso tenía el apellido de Zelota (Lc 6,15). El grupo de los Zelotas llegó a provocar una rebelión armada contra los romanos.

Judas era lo que se ocupaba del dinero del grupo (Jn 13,29). Llegó a traicionar a Jesús.

Santiago de Alfeo y Judas Tadeo, de estos dos los evangelios sólo informan del nombre.

Para la reflexión personal

Jesús pasó la noche entera en oración para saber qué escoger, y escogió a estos doce. ¿Cuál es la lección que sacas de aquí?
¿Recuerdas los nombres de las personas que están en el origen de la comunidad a la que perteneces? ¿Qué más recuerda de ellas: el contenido que te enseñaron o el testimonio que te dieron?

Oración final

Alaben su nombre entre danzas, haciendo sonar tambores y cítaras.
Porque Yahvé se complace en su pueblo, adorna de salvación a los desvalidos. (Sal 149,3-4)

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Lectio, lun, 11 sep, 2023

Tiempo Ordinario

Oración inicial

Señor, tú que te has dignado redimirnos y has querido hacernos hijos tuyos, míranos siempre con amor de padre y haz que cuantos creemos en Cristo, tu Hijo, alcancemos la libertad verdadera y la herencia eterna. Por nuestro Señor.

Lectura del santo Evangelio según Lucas 6,6-11

Un sábado, Jesús entró en la sinagoga y se puso a enseñar. Había allí un hombre que tenía la mano derecha paralizada. Los escribas y fariseos estaban acechando a Jesús para ver si curaba en sábado y tener así de qué acusarlo.

Pero Jesús, conociendo sus intenciones, le dijo al hombre de la mano paralizada: «Levántate y ponte ahí en medio». El hombre se levantó y se puso en medio. Entonces Jesús les dijo: «Les voy a hacer una pregunta: ¿Qué es lo que está permitido hacer en sábado: el bien o el mal, salvar una vida o acabar con ella?» Y después de recorrer con la vista a todos los presentes, le dijo al hombre: «Extiende la mano». El la extendió y quedó curado.

Los escribas y fariseos se pusieron furiosos y discutían entre sí lo que le iban a hacer a Jesús.

Reflexión

Contexto. Nuestro pasaje presenta a Jesús curando a un hombre que tenía una mano seca. A diferencia del contexto de los cap. 3-4 en los que Jesús aparece solo, aquí Jesús aparece rodeado de sus discípulos y de las mujeres que lo acompañaban. En los primeros tramos de este camino encontrará el lector diversos modos de escuchar la palabra de Jesús por parte de los que lo siguen que en definitiva podrían sintetizarse en dos experiencias que reclaman a su vez dos tipos de aproximación a Jesús: el de Pedro (5,1-11) y el del centurión (7,1-10). El primero encuentra a Jesús que, después de la pesca milagrosa, lo invita a ser pescador de hombres, y cae después de rodillas ante Jesús: “Aléjate de mí, Señor, que soy un hombre pecador” (5,8).

El segundo no tiene ninguna comunicación directa con Jesús: ha oído hablar muy bien sobre Jesús y le envía intermediarios para pedirle la curación de su criado que está muriendo; pide algo no para sí, sino para una persona muy querida. La figura de Pedro representa la actitud del que, sintiéndose pecador, pone su obrar bajo el influjo de la Palabra de Jesús. El centurión, mostrando su solicitud por el criado, aprende a escuchar a Dios. Pues bien, la curación del hombre que tiene una mano seca se coloca entre estas vías o actitudes que caracterizan la itinerancia de la vida de Jesús. El hecho milagroso se produce en un contexto de debate o controversia: las espigas arrancadas en sábado y una curación también en sábado, precisamente la mano seca. Entre las dos discusiones, la palabra de Jesús juega un papel crucial: “El Hijo del hombre es señor del sábado” (6,5). Yendo a nuestro pasaje, preguntémonos qué significa esta mano seca? Es símbolo de la salvación del hombre que es conducido a su situación original, la de la creación. Además, la mano derecha expresa el obrar humano. Jesús devuelve a este día de la semana, el sábado, su más profundo sentido: es el día de la alegría, de la restauración, y no de la limitación. El sábado que Jesús presenta es el sábado mesiánico, no el sábado legalista; las curaciones realizadas por él son signos del tiempo mesiánico, de la restauración y liberación del hombre.

Dinámica del milagro. Lucas pone ante Jesús a un hombre con una mano sin fuerza, seca, paralizada. Nadie se interesa por pedir su curación y menos aún el directamente interesado. Pero la enfermedad no era sólo un problema individual, sino que sus efectos repercuten en toda la comunidad. En nuestro relato no emerge tanto el problema de la enfermedad sino más bien su relación con el sábado. Jesús es criticado porque ha curado en sábado. La diferencia con los fariseos consiste en que éstos, en el día de sábado, no actúan en base al mandamiento del amor que es la esencia de la ley. Jesús, después de ordenar al hombre ponerse en el centro de la asamblea, hace una pregunta decisiva: “¿es lícito o no curar en sábado?”.

Los espacios para la respuesta son reducidos: curar o no curar, o sea, curar o destruir (v.9). Imaginémonos la dificultad de los fariseos: había que excluir que en sábado se pudiese hacer el mal o conducir al hombre a la perdición y menos aún curar ya que ayudar en sábado estaba permitido sólo en casos de extrema necesidad. Los fariseos se sienten provocados, lo cual excita su agresividad. Aparece como evidente que la intención de Jesús al curar en sábado es procurar el bien del hombre, en primer lugar el que está enfermo. Esta motivación de amor nos invita a reflexionar sobre nuestro comportamiento y a fundamentarlo en el de Jesús, que salva. Jesús no presta atención sólo a la curación del enfermo, sino que está también interesado por la de sus adversarios: corarlos de su torcida actitud al observar la ley; observar el sábado sin reanimar al prójimo de sus enfermedades no está en conformidad con lo que Dios quiere. Para el evangelista, la función del sábado es hacer el bien, salvar como Jesús hace en su vida terrena.

Para la reflexión personal

¿Te sientes urgido las palabras de Jesús? ¿Cómo te comprometes en tu servicio a la vida? ¿Sabes crear condiciones para que el otro viva mejor?
¿Sabes poner en el centro de tu atención a todos los hombres y a sus necesidades?

Oración final

Se alegrarán los que se acogen a ti, gritarán alborozados por siempre; tú los protegerás, en ti disfrutarán los que aman tu nombre. (Sal 5,12)

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