Lectio, Dom, 10 sep, 2023

La corrección fraterna en comunidad
Preocuparse por los hermanos que se alejan de la comunidad Mateo 18,15-20

Oración inicial

Señor Jesús, envía tu Espíritu, para que Él nos ayude a leer la Biblia en el mismo modo con el cual Tú la has leído a los discípulos en el camino de Emaús. Con la luz de la Palabra, escrita en la Biblia, Tú les ayudaste a descubrir la presencia de Dios en los acontecimientos dolorosos de tu condena y muerte. Así, la cruz, que parecía ser el final de toda esperanza, apareció para ellos como fuente de vida y resurrección.

Crea en nosotros el silencio para escuchar tu voz en la Creación y en la Escritura, en los acontecimientos y en las personas, sobre todo en los pobres y en los que sufren. Tu palabra nos oriente a fin de que también nosotros, como los discípulos de Emaús, podamos experimentar la fuerza de tu resurrección y testimoniar a los otros que Tú estás vivo en medio de nosotros como fuente de fraternidad, de justicia y de paz. Te lo pedimos a Ti, Jesús, Hijo de María, que nos has revelado al Padre y enviado tu Espíritu. Amén.

Lectura

Una división del texto para ayudar a la lectura:

Mateo 18;15-16: Corregir al hermano y restablecer la unidad
Mateo 18,17: Quien no escucha a la comunidad se autoexcluye
Mateo 18,18: La decisión tomada en la tierra es aceptada en el cielo
Mateo 18,19: La oración en común por el hermano que sale de la comunidad
Mateo 18,20: La presencia de Jesús en la comunidad

Clave de lectura

El Evangelio de Mateo organiza las palabras de Jesús en cinco grandes Sermones o Discursos. Esto indica que hacia el final del primer siglo, época en la que se procedió a la redacción final del Evangelio de Mateo, las comunidades cristianas tenían ya unas formas concretas de catequesis. Los cinco Discursos eran como cinco grandes flechas que indicaban la ruta del camino. Ofrecían criterios para instruir a las personas y ayudarles a resolver los problemas. El Sermón de la Comunidad (Mt 18,1- 35), por ejemplo, presenta instrucciones sobre cómo debe ser la convivencia entre los miembros de la comunidad, de modo que ésta pueda ser una revelación del Reino de Dios.

En este 23º Domingo del Tiempo Ordinario leeremos y meditaremos la segunda parte del Sermón de la Comunidad y veremos de cerca dos aspectos: la corrección fraterna (18,15-18) y la oración en común: cómo preocuparse por aquéllos que han abandonado la comunidad (18,19-20)

El texto

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Si tu hermano comete un pecado, ve y amonéstalo a solas. Si te escucha, habrás salvado a tu hermano. Si no te hace caso, hazte acompañar de una o dos personas, para que todo lo que se diga conste por boca de dos o tres testigos. Pero si ni así te hace caso, díselo a la comunidad; y si ni a la comunidad le hace caso, apártate de él como de un pagano o de un publicano.

Yo les aseguro que todo lo que aten en la tierra, quedará atado en el cielo, y todo lo que desaten en la tierra, quedará desatado en el cielo.

Yo les aseguro también, que si dos de ustedes se ponen de acuerdo para pedir algo, sea lo que fuere, mi Padre celestial se lo concederá; pues donde dos o tres se reúnen en mi nombre, ahí estoy yo en medio de ellos».

Un momento de silencio orante

para que la Palabra de Dios pueda entrar en nosotros e iluminar nuestra vida.

Algunas preguntas

para ayudarnos en la meditación y en la oración.

¿Qué parte del texto te ha llamado más la atención? ¿Por qué?
¿Cuáles son los consejos que Jesús nos da para ayudar a las personas a resolver los problemas de la comunidad y reconciliarse entre ellos?
¿Cuál es la exigencia fundamental que surge de estos consejos de Jesús?
En Mateo 16,19, el poder de perdonar viene dado a Pedro; en Jn 20,23 este mismo poder se le da a los Apóstoles. Aquí, el poder de perdonar se confiere a la Comunidad. Nuestra comunidad, ¿cómo usa este poder de perdonar que Jesús le confiere?
Jesús ha dicho: “Donde dos o tres está reunidos en mi nombre, estoy yo en medio de ellos”. ¿Qué significa esto para nosotros hoy?

Para aquéllos que desean profundizar aún más en el texto

Contexto en el que nuestro texto viene inserto en el Evangelio de Mateo:

Organizando las palabras de Jesús en cinco grandes sermones o discursos, el Evangelio de Mateo imita los cinco libros del Pentateuco y presenta la Buena Nueva del Reino como una Nueva Ley. La liturgia de este domingo nos enfrenta con la Nueva Ley que instruye sobre la corrección fraterna dentro de la comunidad y el tratamiento que hay que dar a aquéllos que se excluyen de la vida comunitaria.

Comentario del texto:

Mateo 18,15-16: Corregir al hermano y reconstruir la unidad.

Jesús traza normas sencillas y concretas para indicar cómo proceder en caso de conflicto en la comunidad. Si un hermano o hermana pecan, o sea, si tienen un comportamiento en desacuerdo con la vida de la comunidad, tú no debes denunciarlo públicamente delante de la comunidad.

Antes debes hablar a solas con él. Trata de saber los motivos de obrar del otro. Si no obtienes ningún resultado, convoca a dos o tres de la comunidad para ver si se obtiene algún resultado.

Mateo escribe su evangelio alrededor de los años 80 ó 90, casi a finales del primer siglo, para las comunidades de judíos convertidos, provenientes de Galilea y de Siria. Si recuerda con tanta insistencia estas frases de Jesús, es porque de hecho, en aquellas comunidades había una gran división en torno a la aceptación de Jesús Mesías.

Muchas familias estaban divididas y eran perseguidas por sus mismos parientes que no aceptaban a Jesús, como Mesías (Mt 10,21.35-36.

Mateo 18,17: Quien no escucha a la comunidad se autoexcluye

En último caso, agotadas todas las posibilidades, el hecho del hermano reticente se necesita exponerlo a la comunidad. Y si la persona no quisiese escuchar el consejo de la comunidad, entonces que sea por ti considerado “como un publicano o un pagano”, o sea, como una persona que no pertenece a la comunidad y mucho menos que quiera formar parte de ella. Por tanto, no eres tú el que lo estás excluyendo, sino que es ella misma la que se excluye de la convivencia comunitaria.

Mateo 18,18: La decisión tomada en la tierra es aceptada en el cielo

En Mateo 16,19, el poder de perdonar se le da a Pedro; en Jn 20,23, este mismo poder se le da a los Apóstoles. Ahora, en este texto, el poder de perdonar se le da a la comunidad: “todo lo que atéis sobre la tierra será atado en el cielo y todo lo que desatéis en la tierra será desatado también en el cielo”. Aquí aparece la importancia de la reconciliación y la enorme responsabilidad de la comunidad en su modo de tratar a sus miembros. No excomulga a la persona, sino sencillamente ratifica la exclusión que la persona misma había tomado públicamente saliendo de la comunidad.

Mateo 18,19: La oración en común por el hermano que sale de la comunidad

Esta exclusión no significa que la persona sea abandonada a su propia suerte. ¡Al contrario! Puede estar separada de la comunidad, pero no estará separada de Dios. Por esto, si la conversación en la comunidad no da ningún resultado y si la persona no quiere ya integrarse en la vida de la comunidad, continuamos teniendo la obligación de rogar juntos al Padre para obtener la reconciliación. Jesús garantiza que el Padre escuchará.

Mateo 18,20: La presencia de Jesús en la comunidad

El motivo de la certeza de ser escuchado es la promesa de Jesús: “Allí donde dos o tres están reunidos en mi nombre, estoy yo en medio de ellos”. Jesús dice que Él es el centro, el eje de la comunidad, y como tal, junto a la comunidad ora al Padre, para que conceda el don del retorno al hermano que se ha excluido.

Profundizando:

La comunidad como espacio alternativo de solidaridad y de fraternidad:

Hoy, la sociedad neo-liberal, marcada por el consumismo, es dura y sin corazón. No es en ella fuerte la acogida de los pobres, de los extranjeros, de los prófugos. El dinero no acompaña a la misericordia. También la sociedad del Imperio Romano era dura y sin corazón, sin espacio para los pequeños. Ellos buscaban un refugio para su corazón, sin encontrarlo. Incluso las sinagogas eran exigentes y no ofrecían para ellos un lugar de reposo. En las comunidades cristianas, había personas que querían introducir el rigor de los fariseos en la observancia de la ley. Llevaban al centro de la convivencia fraterna los mismos criterios injustos de la sociedad y de la sinagoga.

Y así, empiezan a surgir las mismas divisiones de la sociedad y de la sinagoga entre judíos y no judíos, ricos y pobres, dominantes y sometidos, palabra y silencio, hombre y mujer, raza y religión. Y en lugar de hacer de la comunidad un espacio de acogida, ésta se convertía en lugar de condenación. Recordando las palabras de Jesús en el Discurso de la Comunidad, Mateo quiere iluminar el camino de los cristianos, de modo que la comunidad se convierta en un espacio alternativo de solidaridad y de fraternidad. Debe ser una Buena Noticia para los pobres.

La excomunión y la exclusión de la convivencia fraterna:

Jesús no quiere aumentar la exclusión. Sino que quiere favorecer la inclusión. Ha hecho esto toda su vida: acoger y reintegrar a las personas que, en nombre de un falso concepto de Dios, se habían excluido de la comunidad. Ciertamente él no puede impedir que una persona, en desacuerdo con la Buena Noticia del Reino, se obstine en no pertenecer a la comunidad y se excluya de ella. Esto es lo que hicieron algunos fariseos y doctores de la ley. Pero aún así, la comunidad debe comportarse como el Padre de la parábola del Hijo Pródigo. Debe seguir teniendo en el corazón al hermano y rogar por él, de modo que cambie de idea y vuelva a la comunidad.

Oración: Salmo 32

La confesión libera del pecado
¡Dichoso al que perdonan su culpa y queda cubierto su pecado!
Dichoso el hombre a quien Yahvé
no le imputa delito, y no hay fraude en su interior.
Guardaba silencio y se consumía mi cuerpo, cansado de gemir todo el día, pues descargabas día y noche tu mano sobre mí; mi corazón cambiaba como un campo que sufre los ardores del estío.
Reconocí mi pecado y no te oculté mi culpa; me dije: «Confesaré a Yahvé mis rebeldías».
Y tú absolviste mi culpa, perdonaste mi pecado.
Por eso, quien te ama te suplica llegada la hora de la angustia. Y aunque aguas caudalosas se desborden jamás le alcanzarán.
Tú eres mi cobijo, me guardas de la angustia, me rodeas para salvarme. «Voy a instruirte, a mostrarte el camino a seguir; sin quitarte los ojos de encima, seré tu consejero».
No seas lo mismo que caballo o mulo sin sentido, rienda y freno hacen falta para domar su brío.
Copiosas son las penas del malvado, mas a quien confía en Yahvé lo protege su amor.
¡Alegraos en Yahvé, justos, exultad, gritad de gozo los de recto corazón!

Oración final

Señor Jesús, te damos gracia por tu Palabra que nos ha hecho ver mejor la voluntad del Padre.
Haz que tu Espíritu ilumine nuestras acciones y nos comunique la fuerza para seguir lo que Tu Palabra nos ha hecho ver. Haz que nosotros como María, tu Madre, podamos no sólo escuchar, sino también poner en práctica la Palabra. Tú que vives y reinas con el Padre en la unidad del Espíritu Santo por todos los siglos de los siglos. Amén.

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Lectio, sáb, 9 sep, 2023

Tiempo Ordinario

Oración inicial

Dios todopoderoso, de quien procede todo bien, siembra en nuestros corazones el amor de tu nombre, para que, haciendo más religiosa nuestra vida, acrecientes el bien en nosotros y con solicitud amorosa lo conserves. Por nuestro Señor.

Lectura del Evangelio según Lucas 6,1-5

Un sábado, Jesús iba atravesando unos sembrados y sus discípulos arrancaban espigas al pasar, las restregaban entre las manos y se comían los granos. Entonces unos fariseos les dijeron: «¿Por qué hacen lo que está prohibido hacer en sábado?»

Jesús les respondió: «¿Acaso no han leído lo que hizo David una vez que tenían hambre él y sus hombres? Entró en el templo y tomando los panes sagrados, que sólo los sacerdotes podían comer, comió de ellos y les dio también a sus hombres».

Y añadió: «El Hijo del hombre también es dueño del sábado».

Reflexión

El evangelio de hoy nos habla del conflicto alrededor de la observancia del sábado. La observancia del sábado era una ley central, uno de los Diez Mandamientos. Ley muy antigua que fue revalorizada en la época del cautiverio. En el cautiverio, la gente tenía que trabajar siete días por semana de sol a sol, sin condiciones de reunirse para escuchar y meditar la Palabra de Dios, para rezar juntos y para compartir su fe, sus problemas y su esperanza. De allí surgió la necesidad urgente de parar por lo menos un día por semana para reunirse y animarse mutuamente en aquella condición tan dura del cautiverio. De lo contrario, perderían la fe. Fue así que renació y fue reestablecida con vigor la observancia del sábado.

Lucas 6,1-2: La causa del conflicto. En un día de sábado, los discípulos pasan por las plantaciones y se abren camino arrancando espigas. Mateo 12,1 dice que ellos tenían hambre (Mt 12,1). Los fariseos invocan la Biblia para decir que esto es trasgresión de la ley del sábado: «¿Por qué hacéis lo que no es lícito el sábado?» (Cf. Ex 20,8-11).

Lucas 6,3-4: La respuesta de Jesús. Inmediatamente, Jesús responde recordando que el mismo David hizo también cosas prohibidas, pues tiró los panes sagrados del templo y los dio de comer a los soldados que tenían hambre (1 Sam 21,2-7). Jesús conocía la Biblia y la invocaba para mostrar que los argumentos de los demás no tenían fundamento. En Mateo, la respuesta de Jesús es más completa. No sólo invoca la historia de David, sino que suscita también la legislación que permite que los sacerdotes trabajen el sábado y cita la frase del profeta Oseas: “Misericordia quiero y no sacrificio”. Cita un texto histórico, un texto legislativo y un texto profético (cf. Mt 12,1-18). En aquel tiempo, no había Biblias impresas como tenemos hoy en día. En cada comunidad sólo había una única Biblia, escrita a mano, que quedaba en la sinagoga. Si Jesús conocía tan bien la Biblia, es señal de que él, durante los 30 años de su vida en Nazaret, tiene que haber participado intensamente en la vida de la comunidad, donde todos los sábados se leían las Escrituras. Nos falta mucho a nosotros para que tengamos esa misma familiaridad con la Biblia y la misma participación en la comunidad.

Lucas 6,5: La conclusión para todos nosotros. Y Jesús termina con esta frase: ¡El Hijo del Hombre es señor del sábado! Jesús, como hijo de Hombre que vive en la intimidad con Dios, descubre el sentido de la Biblia, no de fuera a dentro, sino de dentro a fuera, esto es, descubre el sentido a partir de la raíz, a partir de su intimidad con el autor de la Biblia que es Dios mismo. Por esto, se dice señor del sábado. En el evangelio de Marcos, Jesús relativiza la ley del sábado diciendo: “El hombre está hecho por el sábado, y no el sábado por el hombre” (Mc 2,27).

Para la reflexión personal

¿Cómo pasas el domingo, nuestro sábado? ¿Vas a misa por obligación, para evitar el pecado o para estar con Dios?
Jesús conocía la Biblia casi de memoria. ¿Y yo? ¿Qué representa la Biblia para mí?

Oración final

¡Que mi boca alabe a Yahvé, que bendigan los vivientes su nombre sacrosanto para siempre jamás! (Sal 145,21)

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Lectio Divina: vie, 8 sep, 2023

Fiesta de la Natividad de la Bienaventurada Virgen María

Oración inicial

Señor, tú que te has dignado redimirnos y has querido hacernos hijos tuyos, míranos siempre con amor de padre y haz que cuantos creemos en Cristo, tu Hijo, alcancemos la libertad verdadera y la herencia eterna. Por nuestro Señor.

Lectura del Evangelio según Mateo 1,1-16.18-23

Genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham: Abra¬¬ham engendró a Isaac, Isaac a Jacob, Jacob a Judá y a sus hermanos; Judá engendró de Tamar a Fares y a Zará; Fares a Esrom, Esrom a Aram, Aram a Aminadab, Aminadab a Naasón, Naasón a Salmón, Salmón engendró de Rajab a Booz, Booz engendró de Rut a Obed, Obed a Jesé, y Jesé al rey David.

David engendró de la mujer de Urías a Salomón, Salomón a Roboam, Roboam a Abiá, Abiá a Asaf, Asaf a Josafat, Josafat a Joram, Joram a Ozías, Ozías a Joatam, Joatam a Acaz, Acaz a Ezequías, Ezequías a Manasés, Manasés a Amón, Amón a Josías, Josías engendró a Jeconías y a sus hermanos durante el destierro en Babilonia.

Después del destierro en Babilonia, Jeconías engendró a Salatiel, Salatiel a Zorobabel, Zorobabel a Abiud, Abiud a Eliaquim, Eliaquim a Azor, Azor a Sadoc, Sadoc a Aquim, Aquim a Eliud, Eliud a Eleazar, Eleazar a Matán, Matán a Jacob, y Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo.

Cristo vino al mundo de la siguiente manera: Estando María, su madre, desposada con José, y antes de que vivieran juntos, sucedió que ella, por obra del Espíritu Santo, estaba esperando un hijo. José, su esposo, que era hombre justo, no queriendo ponerla en evidencia, pensó dejarla en secreto.

Mientras pensaba en estas cosas, un ángel del Señor le dijo en sueños: «José, hijo de David, no dudes en recibir en tu casa a María, tu esposa, porque ella ha concebido por obra del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo y tú le pondrás el nombre de Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados».

Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que había dicho el Señor por boca del profeta Isaías: He aquí que la virgen concebirá y dará a luz un hijo, a quien pondrán el nombre de Emmanuel, que quiere decir Dios-con-nosotros.

Reflexión

Hoy, 8 de septiembre de fiesta de la Natividad de Nuestra Señora, el evangelio nos presenta la genealogía o el carné de identidad de Jesús. Por medio de una lista de nombres de los antepasados, el evangelista cuenta a las comunidades quién es Jesús y cómo Dios actúa de forma sorprendente para cumplir en él su promesa. Nuestros carnés de identidad llevan nuestro nombre y el nombre de nuestro país.

Algunas personas, para decir quiénes son, recuerdan también todos los nombres de los antepasados de la familia. Otras se avergüenzan de algunos de ellos, y se esconden detrás de apariencias que engañan. El carné de identidad de Jesús tiene muchos nombres. En la lista de estos nombres hay una gran novedad. En aquel tiempo, las genealogías traían a menudo los nombres de hombres. Por esto extraña el que Mateo coloque a cinco mujeres entre los antepasados de Jesús: Tamar, Raab, Ruth, la mujer de Urías y María. ¿Por qué escogió exactamente a estas cinco mujeres y no a otras? Esta es la pregunta que el evangelio de Mateo deja en nuestra cabeza.

Mateo 1,1-17: La larga lista de nombres – el comienzo y el final de la genealogía. En el comienzo y en el final de la genealogía, Mateo deja claro cuál es la identidad de Jesús:él es el Mesías, hijo de David e hijo de Abrahán. Como descendiente de David, Jesúses la respuesta de Dios a las expectativas del pueblo judío (2 Sam 7,12-16). Como descendente de Abrahán, es una fuente de bendición y de esperanza, para todas las naciones de la tierra (Gén 12, 13). Así, tanto los judíos como los paganos que formaban parte de las comunidades de Siria y de Palestina, en laépocadeMateo,ambospodían ver sus esperanzas realizadas en Jesús.

Al elaborar la lista de los antepasados de Jesús, Mateo adoptó un esquema de 3 x 14 generaciones (Mt 1,17). El número 3 es el número de la divinidad. El número 14 es dos veces 7, que es el número de la perfección. En aquel tiempo, era común interpretar o calcular la acción de Dios a través de números y fechas. Por medio de estos cálculos simbólicos, Mateo revela la presencia de Dios a lo largo de generaciones y expresa la convicción de las comunidades: Jesús apareció en el templo establecido por Dios. Con su llegada la historia alcanza su pleno cumplimiento.

El mensaje de las cinco mujeres citadas en la genealogía. Jesús es la respuesta de Dios a las expectativas tanto de judíos como de paganos, sí, pero lo es de una forma totalmente sorprendente. En las historias de las cuatro mujeres del AT, citadas en la genealogía, existe algo anormal. Las cuatro eran extranjeras, concibieron a sus hijos fuera de los patrones normales del comportamiento de la época y no satisficieron las exigencias de las leyes de la pureza en el tiempo de Jesús. Tamar, una cananea, viuda, se vistió de prostituta para obligar a Judá a que fuera fiel a la ley y a darle un hijo (Gén 38,1-30). Raab, una cananea, prostituta de Jericó, hizo alianza con los israelitas. Los ayudó a entrar en la Tierra Prometida y profesó su fe en Dios libertador del Éxodo (Js 2,1-21). Betsabé, una hitita, mujer de Urías, fue seducida, violentada y fue puesta encinta por el rey David, que, además de esto, mandó matar a su marido (2 Sam 11,1-27). Rut, una moabita, viuda pobre, optó por quedar con Noemí y adhirió al Pueblo de Dios (Rut 1,16-18). Aconsejada por la suegra Noemí, Rut imitó a Tamar y pasó la noche en la era, junto a Booz, forzándolo a que observara la ley y a que le diera un hijo. De la relación entre los dos nació Obed, el abuelo del rey David (Rut 3,1- 15; 4,13-17).

Estas cuatro mujeres cuestionan los patrones de comportamiento impuestos por la sociedad patriarcal. Asimismo, sus iniciativas poco convencionales darán continuidad al linaje de Jesús y traerán la salvación de Dios para todo el pueblo. Fue a través de ellas que Dios realizó su plan y envió al Mesías prometido. ¡Realmente, la manera de actuar de Dios sorprende y hace pensar! Al final, el lector o la lectora queda con una pregunta: ¿Y María? ¿Existe también en ella alguna irregularidad? ¿Cuál?” La respuesta nos la da la historia de San José que sigue en el texto (Mt 1,18- 23).

Mateo 1,18-23: San José era justo. La irregularidad en María es que ella quedó embarazada antes de convivir con José, su esposo prometido, que era un hombre justo. Jesús dice: “Si vuestra justicia no es mayor que la justicia de los fariseos y de los escribas, no vais a poder entrar en el Reino de los cielos”. Si José hubiese sido justo según la justicia de los fariseos, hubiera tenido que denunciar a María y ella hubiera sido apedreada. Jesús hubiera muerto. Gracias a la verdadera justicia de José, Jesús pudo nacer.

Para la reflexión personal

Cuándo me presento a los demás, ¿qué digo de mí y de mi familia?
Si el evangelista coloca apenas estas cinco mujeres al lado de más de cuarenta hombres, sin duda, quiere comunicar un mensaje. ¿Cuál es este mensaje? ¿Qué nos dice todo esto sobre la identidad de Jesús? ¿Qué nos dice sobre nosotros mismos?

Oración final

Que te alaben, Yahvé, tus creaturas, te bendigan tus fieles; cuenten la gloria de tu reinado, narren tus proezas. (Sal 145,10-11)

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Lectio, jue, 7 sep, 2023

Tiempo Ordinario

Oración inicial

Dios todopoderoso, de quien procede todo bien, siembra en nuestros corazones el amor de tu nombre, para que, haciendo más religiosa nuestra vida, acrecientes el bien en nosotros y con solicitud amorosa lo conserves. Por nuestro Señor.

Lectura del Evangelio según Lucas 5,1-11

En aquel tiempo, Jesús estaba a orillas del lago de Genesaret y la gente se agolpaba en torno suyo para oír la palabra de Dios. Jesús vio dos barcas que estaban junto a la orilla. Los pescadores habían desembarcado y estaban lavando las redes. Subió Jesús a una de las barcas, la de Simón, le pidió que la alejara un poco de tierra, y sentado en la barca, enseñaba a la multitud.

Cuando acabó de hablar, dijo a Simón: «Lleva la barca mar adentro y echen sus redes para pescar». Simón replicó: «Maestro, hemos trabajado toda la noche y no hemos pescado nada; pero, confiado en tu palabra echaré las redes». Así lo hizo y cogieron tal cantidad de pescados, que las redes se rompían. Entonces hicieron señas a sus compañeros, que estaban en la otra barca, para que vinieran a ayudarlos. Vinieron ellos y llenaron tanto las dos barcas, que casi se hundían.

Al ver esto, Simón Pedro se arrojó a los pies de Jesús y le dijo: «¡Apártate de mí, Señor, porque soy un pecador!» Porque tanto él como sus compañeros estaban llenos de asombro, al ver la pesca que habían conseguido. Lo mismo les pasaba a Santiago y a Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón.

Entonces Jesús le dijo a Simón: «No temas; desde ahora serás pescador de hombres». Luego llevaron las barcas a tierra, y dejándolo todo, lo siguieron.

Reflexión

El evangelio de hoy cuenta cómo Pedro fue llamado por Jesús. El evangelio de Marcos coloca el llamado de los primeros discípulos al comienzo del ministerio público de Jesús (Mc 1,16-20). Lucas lo coloca después de que la fama de Jesús se había extendido por toda la región (Lc 4,14). Jesús había curado a mucha gente (Lc 4,40) y había predicado en las sinagogas de todo el país (Lc 4,44). El pueblo lo buscaba y la multitud lo apretaba por todos los lados para escuchar la Palabra de Dios (Lc 5,1). Lucas hace más comprensible el llamado. Primero, Pedro puede escuchar las palabras de Jesús a la gente. Enseguida, presencia la pesca milagrosa. Después de esta doble experiencia sorprendente, llega el llamado de Jesús. Pedro escucha, deja todo y se vuelve “pescador de hombres”.

Lucas 5,1-3: Jesús enseña desde el barco. La gente busca a Jesús para oír la Palabra de Dios. Y es tanta la gente a su alrededor que Jesús queda como apretado por todos los lados. Jesús le pide ayuda a Simón Pedro y a algunos compañeros que habían vuelto de la pesca. Entra con ellos en el barco y desde allí responde a lo que el pueblo le pide, comunicándole la Palabra de Dios. Sentado, Jesús toma postura y autoridad de un maestro, pero habla desde un barco de un pescador. La novedad consiste en que el Señor no sólo enseña en una sinagoga para un público seleccionado, sino en cualquier lugar donde la gente quiere escucharle, hasta en la playa misma.

Lucas 5,4-5: «¡Por tu palabra echaré las redes!» Terminada la instrucción a la gente, Jesús se dirige a Simón y le anima a pescar de nuevo. En la respuesta de Simón se nota frustración, cansancio y desaliento: «¡Maestro, hemos estado bregando toda la noche y no hemos pescado nada!». Pero, con confianza en la palabra de Jesús, vuelven a echar las redes. ¡La palabra de Jesús tiene más fuerza que la experiencia frustrante de la noche!

Lucas 5,6-7: El resultado es sorprendente. La pesca es tan abundante que las redes casi se rompen y los barcos están a punto de hundirse. Simón necesita la ayuda de Juan y de Santiago, que están en otro barco. Nadie consigue ser completo, si está solo. Las comunidades deben ayudarse entre sí. El conflicto entre las comunidades, tanto en el tiempo de Lucas como hoy, tiene que ser superado en vista de un objetivo común, que es la misión. La experiencia de la fuerza transformadora de la Palabra de Jesús es el eje alrededor del cual las diferencias se asumen y superan.

Lucas 5,8-11: «¡Serás pescador de hombres!» La experiencia de la proximidad de Dios en Jesús le hace percibir a Simón quién es: «¡Aléjate de mí, Señor, que soy un hombre pecador!» Ante Dios ¡todos somos pecadores! Pedro y los compañeros tienen miedo y, al mismo tiempo, se sienten atraídos. Dios es un misterio fascinante: da miedo y, al mismo tiempo, atrae. Jesús aleja el miedo: «¡No tengas miedo!» Llama a Pedro y le compromete en la misión, mandando a que sea pescador de hombres. Pedro experimenta, bien concretamente, que la Palabra de Jesús es como la Palabra de Dios. Es capaz de hacer acontecer lo que afirma. En Jesús aquellos rudos trabajadores hicieron la experiencia de poder, cobraron valor y confianza. Entonces, «dejándolo todo, ¡le siguieron!». Hasta entonces, sólo Jesús anunciaba la Buena Nueva del Reino. Ahora otras personas van siendo llamadas e implicadas en la misión. Esa manera que Jesús tiene de trabajar en equipo es una Buena Nueva para el pueblo.

El episodio de la pesca en el lago manifiesta la atracción y la fuerza de la Palabra de Jesús. Atrae a la gente (Lc 5,1). Lleva a Pedro a ofrecer su barco a Jesús para que hable (Lc 5,3). La Palabra de Jesús es tan fuerte que vence la resistencia de Pedro, lleva a lanzar de nuevo la red y hace que acontezca la pesca milagrosa (Lc 5,4-6). Vence en Pedro la voluntad de alejarse de Jesús y lo atrae para que sea «pescador de gente!» (Lc 5,10) ¡Y así la Palabra de Dios actúa hasta nuestros días!

Para la reflexión personal

¿Dónde y cómo acontece hoy la pesca milagrosa, realizada en atención a la Palabra de Jesús?
Ellos largaron todo y siguieron a Jesús. ¿Yo que tengo que largar para poder seguir a Jesús?

Oración final

¿Quién subirá al monte de Yahvé?, ¿quién podrá estar en su santo recinto?
El de manos limpias y puro corazón, el que no suspira por los ídolos ni jura con engaño.
(Sal 24,3-4)

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Lectio, mié, 6 sep, 2023

Tiempo Ordinario

Oración inicial

Dios todopoderoso, de quien procede todo bien, siembra en nuestros corazones el amor de tu nombre, para que, haciendo más religiosa nuestra vida, acrecientes el bien en nosotros y con solicitud amorosa lo conserves. Por nuestro Señor.

Lectura del Evangelio según Lucas 4,38-44

En aquel tiempo, Jesús salió de la sinagoga y entró en la casa de Simón. La suegra de Simón estaba con fiebre muy alta y le pidieron a Jesús que hiciera algo por ella. Jesús, de pie junto a ella, mandó con energía a la fiebre, y la fiebre desapareció. Ella se levantó enseguida y se puso a servirles.

Al meterse el sol, todos los que tenían enfermos se los llevaron a Jesús y él, imponiendo las manos sobre cada uno, los fue curando de sus enfermedades. De muchos de ellos salían también demonios que gritaban: «¡Tú eres el Hijo de Dios!» Pero él les ordenaba enérgicamente que se callaran, porque sabían que él era el Mesías.

Al día siguiente se fue a un lugar solitario y la gente lo andaba buscando. Cuando lo encontraron, quisieron retenerlo, para que no se alejara de ellos; pero él les dijo: «También tengo que anunciarles el Reino de Dios a las otras ciudades, pues para eso he sido enviado». Y se fue a predicar en las sinagogas de Judea.

Reflexión

El evangelio de hoy nos habla de cuatro asuntos distintos: la curación de la suegra de Pedro (Lc 4,38-39), la curación de muchos enfermos, la noche después del sábado (Lc 4, 40-41), la oración de Jesús en un lugar desierto (Lc 4,42) y su insistencia en la misión (Lc 4,43-44). Con pequeñas diferencias Lucas sigue y adapta las informaciones que sacó del evangelio de Marcos.

Lucas 4,38-39: Jesús restaura la vida para el servicio. Después de participar en la celebración del sábado, en la sinagoga, Jesús entra en casa de Pedro y cura su suegra. La curación hace que ella se ponga inmediatamente de pie. Una vez recuperadas la salud y la dignidad, la suegra de Pedro se pone al servicio de las personas. Jesús no solamente cura, sino que cura para que la persona se ponga al servicio de la vida.

Lucas 4,40-41: Jesús acoge y cura a los marginados. Al caer de la tarde, en la hora en que la primera estrella aparece en el cielo, terminado el sábado, Jesús acoge y cura a los enfermos y a los poseídos que la gente había traído. Enfermos y poseídos eran las personas más marginadas en aquella época. No tenían a quien recurrir. Quedaban a la merced de la caridad pública. Además de esto, la religión las consideraba impuras. No podían participar en la comunidad.

Era como si Dios las rechazara y las excluyera. Jesús las acoge y las cura imponiéndoles las manos. Así aparece en qué consiste la Buena Nueva de Dios y lo que quiere hacer en la vida de la gente: acoger a los marginados y a los excluidos y reintegrarlos en la convivencia. “Salían también demonios de muchos, gritando y diciendo: “Tú eres el Hijo de Dios.» Pero él les conminaba y no les permitía hablar, porque sabían que él era el Cristo”. En aquel tiempo, el título Hijo de Dios no había adquirido ni la densidad ni la profundidad que el título tiene hoy para nosotros. Significaba que la gente reconocía en Jesús una presencia toda especial de Dios. Jesús no dejaba hablar a los demonios. No quería una propaganda fácil por medio del impacto de expulsiones espectaculares.

Lucas 4,42a: Permanecer unido al Padre por la oración. “Alhacersede día salióy se fue a un lugar solitario. La genteleandaba buscandoy,llegando hastaél,trataban de retenerle para que no les dejara”. Aquí Jesús aparece rezando. Hace un esfuerzo muy grande para tener el tiempo y el ambiente para rezar. Se levanta de en mediode los otros y se va hacia un lugar desierto, para poder estar a solas con Dios. Muchas veces, los evangelios nos hablan de Jesús en el silencio (Lc 3,21-22; 4,1-2.3-12; 5,15-16; 6,12; 9,18; 10,21; 5,16; 9,18; 11,1; 9,28;23,34; Mt 14,22-23; 26,38; Jn 11,41-42; 17,1-26; Mc 1,35; Lc 3,21-22). A través de la oración mantiene viva en sí la conciencia de su misión.

Lucas 4,42b-44: Mantener viva la conciencia de la misión y no quedarse en el resultado. Jesús se vuelve conocido. La gente le va detrás y no quiere que se vaya. Jesús no hace caso a lo que le piden y dice: «También a otras ciudades tengo que anunciar la Buena Nueva del Reino de Dios, porque a esto he sido enviado.” Jesús tiene muy clara su misión. No se encierra en el resultado ya obtenido, sino que quiere mantener bien viva la conciencia de su misión. Es la misión recibida del Padre lo que le orienta a la hora de tomar decisiones. ¡Porque a esto he sido enviado! Y aquí en el texto esta conciencia tan viva aparece como fruto de la oración.

Para la reflexión personal

Jesús sacaba tiempo para poder rezar y estar a solas con el Padre. ¿Yo hago lo mismo para rezar y estar a solas con Dios?
Jesús mantenía viva la conciencia de su misión. Como cristiano o cristiana que soy,
¿tengo conciencia de alguna misión o vivo sin misión?

Oración final

Esperamos anhelantes a Yahvé, él es nuestra ayuda y nuestro escudo; en él nos alegramos de corazón y en su santo nombre confiamos. (Sal 33,20-21)

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Lectio, mar, 5 sep, 2023

Tiempo Ordinario

Oración inicial

Dios todopoderoso, de quien procede todo bien, siembra en nuestros corazones el amor de tu nombre, para que, haciendo más religiosa nuestra vida, acrecientes el bien en nosotros y con solicitud amorosa lo conserves. Por nuestro Señor.

Lectura del Evangelio según Lucas 4,31-37

En aquel tiempo, Jesús fue a Cafarnaúm, ciudad de Galilea, y los sábados enseñaba a la gente. Todos estaban asombrados de sus enseñanzas, porque hablaba con autoridad.

Había en la sinagoga un hombre que tenía un demonio inmundo y se puso a gritar muy fuerte: «¡Déjanos! ¿Por qué te metes con nosotros, Jesús nazareno? ¿Has venido a destruirnos? Sé que tú eres el Santo de Dios».

Pero Jesús le ordenó: «Cállate y sal de ese hombre». Entonces el demonio tiró al hombre por tierra, en medio de la gente, y salió de él sin hacerle daño. Todos se espantaron y se decían unos a otros: «¿Qué tendrá su palabra? Porque da órdenes con autoridad y fuerza a los espíritus inmundos y éstos se salen». Y su fama se extendió por todos los lugares de la región.

Reflexión

En el evangelio de hoy, vamos a ver de cerca dos asuntos: la admiración de la gente por la manera en que Jesús enseña y sana a un hombre poseído por un demonio impuro. No todos los evangelistas cuentas los hechos del mismo modo. Para Lucas, el primer milagro es la calma con que Jesús se libró de la amenaza de muerte de parte de la gente de Nazaret (Lc 4,29-30) y la curación del hombre poseído (Lc 4,33-35). Para Mateo, el primer milagro es la curación de algunos enfermos y endemoniados (Mt 4,23) o, más específicamente, la curación de un leproso(Mt 8,1- 4). Para Marcos, fue la expulsión de un demonio (Mc 1,23-26). Para Juan, el primer milagro fue en Caná, donde Jesús transformó el agua en vino (Jn 2,1-11). Así, en la manera de contar las cosas, cada evangelista muestra cuál fue según él, la mayor preocupación de Jesús.

Lucas 4,31: El cambio de Jesús para Cafarnaún. “Jesús bajó a Cafarnaún, ciudad de la Galilea, y allí enseñaba los sábados”. Mateo dice que Jesús fue a vivir a Cafarnáun (Mt 4,13). Cambió de lugar de residencia. Cafarnáun era una pequeña ciudad junto al cruce de dos vías importantes: una que venía de Asía Menor e iba para Petra en el sur de Transjordania, y otra que venía de la región de los ríos Eufrates y Tigres y bajaba hacia Egipto. El cambio para Cafarnáun facilitaba el contacto con la gente y la divulgación de la Buena Noticia.

Lucas 4,32: La admiración de la gente por las enseñazas de Jesús. La primera cosa que la gente percibe es la forma diferente que Jesús tiene de enseñar.No es tanto el contenido, sino la forma de presentarlo lo que impresiona: “Jesús hablaba con autoridad”. Marcos añade que por su manera diferente de enseñar, Jesús creaba una conciencia crítica en la gente con relación a las autoridades religiosas de la época. La gente percibía y comparaba: El enseña con autoridad, diferente de los escribas” (Mc 1,22.27). Los escribas de la época enseñaban citando a las autoridades. Jesús no cita a ninguna autoridad, sino que habla desde su propia experiencia de Dios y de la vida.

Lucas 4,33-35: Jesús combate contra el poder del mal. El primer milagro es la expulsión de un demonio. El poder del mal se apoderaba de la gente y las alienaba. Jesús devuelve las personas a ellas mismas. Les devuelve la conciencia y la libertad. Y lo hace por el poder de su palabra: «¡Cállate y sal de él!» En otra ocasión dice: “Pero si por el dedo de Dios expulso yo los demonios, es que ha llegado a vosotros el Reino de Dios.” (Lc 11,20). Hoy también, mucha gente vive alienada de sí misma por el poder de los medios de comunicación, de la propaganda del gobierno y del comercio. Vive esclava del consumismo, oprimida por las deudas y amenazada por los cobradores. Piensa que no vive bien si no compra aquello que la propaganda anuncia. ¡No es fácil expulsar este poder que hoy aliena a tanta gente, y devolver las personas a ellas mismas!

Lucas 1,36-37: La reacción de la gente: manda sobre los espíritus impuros. Además de la forma diferente que Jesús tiene de enseñar las cosas de Dios, el otro aspecto que causaba admiración en la gente es el poder que Jesús tiene sobre los espíritus impuros: «¿Qué palabra es ésta? Manda sobre los espíritus impuros con autoridad y poder, y ellos salen». Jesús abre un nuevo camino a la gente para poder conseguir la pureza mediante el contacto con él. En aquel tiempo, una persona impura no podía comparecer ante Dios para rezar y recibir la bendición prometida por Abrahán. Tenía que purificarse, primero. Había muchas leyes y normas que dificultaban la vida de la gente y marginaban a mucha gente considerándola impura. Pero ahora, purificadas por la fe en Jesús, las personas podían comparecer de nuevo en presencia de Dios y rezarle, sin necesidad de recorrer a aquellas complicadas y a veces dispendiosas normas de pureza.

Para la reflexión personal

Jesús suscita admiración entre la gente. La actuación de nuestra comunidad en el barrio ¿produce alguna admiración en la gente? ¿Cuál?
Jesús expulsaba el poder del mal y devolvía las personas a ellas mismas. Hoy, mucha gente vive alienada de sí misma y de todo. ¿Cómo devolverlas a ellas mismas?

Oración final

Es Yahvé clemente y compasivo, tardo a la cólera y grande en amor; bueno es Yahvé para con todos, tierno con todas sus creaturas. (Sal 145,8-9)

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Lectio, lun, 4 sep, 2023

Tiempo Ordinario

Oración inicial

Dios todopoderoso, de quien procede todo bien, siembra en nuestros corazones el amor de tu nombre, para que, haciendo más religiosa nuestra vida, acrecientes el bien en nosotros y con solicitud amorosa lo conserves. Por nuestro Señor.

Lectura del Evangelio según Lucas 4,16-30

En aquel tiempo, Jesús fue a Nazaret, donde se había criado. Entró en la sinagoga, como era su costumbre hacerlo los sábados, y se levantó para hacer la lectura. Se le dio el volumen del profeta Isaías, lo desenrolló y encontró el pasaje en que estaba escrito: El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para llevar a los pobres la buena nueva, para anunciar la liberación a los cautivos y la curación a los ciegos, para dar libertad a los oprimidos y proclamar el año de gracia del Señor.

Enrolló el volumen, lo devolvió al encargado y se sentó. Los ojos de todos los asistentes a la sinagoga estaban fijos en él. Entonces comenzó a hablar, diciendo: «Hoy mismo se ha cumplido este pasaje de la Escritura, que ustedes acaban de oír».

Todos le daban su aprobación y admiraban la sabiduría de las palabras que salían de sus labios, y se preguntaban: «¿No es éste el hijo de José?»

Jesús les dijo: «Seguramente me dirán aquel refrán: ‘Médico, cúrate a ti mismo, y haz aquí, en tu propia tierra, todos esos prodigios que hemos oído que has hecho en Cafarnaúm’ «.

Reflexión

Hoy comenzamos a meditar el Evangelio de Lucas, que se prolonga a lo largo de tres meses, hasta el final del año eclesiástico. El evangelio de hoy nos habla de la visita de Jesús a Nazaret y de la presentación de su programa a la gente de la sinagoga. En un primer momento, la gente queda admirada. Pero, al darse cuenta de que Jesús quiere acoger a todos, sin excluir a nadie, la gente se rebela y quiere matarlo.

Lucas 4,16-19: La propuesta de Jesús. Impulsado por el Espíritu Santo, Jesús ha vuelto a Galilea (Lc 4,14) y empieza a anunciar la Buena Nueva del Reino de Dios. Va a las comunidades, enseña en las sinagogas y llega a Nazaret, donde se había criado. Vuelve a la comunidad, donde había participado desde pequeño, y durante treinta años. El sábado después, y como solía hacer, Jesús va a la sinagoga para participar en la celebración, se levanta para hacer la lectura. Escoge un texto de Isaías que habla de los pobres, de los presos, de los ciegos y de los oprimidos (Is 61,1-2). Este texto refleja la situación de la gente de Galilea en el tiempo de Jesús. La experiencia que Jesús tenía de Dios Padre, lleno de amor, le daba una mirada nueva para observar la realidad. En nombre de Dios, Jesús toma postura en defensa de la vida de su pueblo y, con las palabras de Isaías, define su misión: (1) anunciar la Buena Nueva a los pobres, (2) proclamar a los presos la liberación, (3) devolver la vista a los ciegos, (4) devolver la libertad a los oprimidos y, retomando la antigua tradición de los profetas, (5) proclamar “un año de gracia de parte del Señor”. ¡Proclama el año del jubileo!

En la Biblia, el “Año del Jubileo” era una ley importante. Cada siete años, inicialmente, (Dt 15,1; Lev 25,3), era necesario devolver las tierras a los clanes de los orígenes. Todos debían poder volver a su propiedad. Y así se impedía la formación de latifundios y se garantizaba la supervivencia de las familias. Era necesario perdonar también las deudas y rescatar a las personas que se habían tomado como esclavos (Dt 15,1-18). No fue fácil realizar el año del jubileo cada siete años (Cf. Jer 34,8-16). Después del exilio, se decidió hacerlo cada cincuenta años (Lev 25,8-12). El objetivo era y sigue siendo: reestablecer los derechos de los pobres, acoger a los excluidos y reintegrarlos en la convivencia. El jubileo era un instrumento legal para volver al sentido original de la Ley de Dios. Era una ocasión ofrecida por Dios para hacer una revisión del camino, para descubrir y corregir los errores y empezar de nuevo. Jesús empieza su predicación proclamando un Jubileo “Un año de gracia del Señor”.

Lucas 4,20-22: Enlazar Biblia y Vida. Terminada la lectura, Jesús actualiza el texto de Isaías diciendo: “¡Esta Escritura que acabáis de oír se ha cumplido hoy!” Asumiendo las palabras de Isaías como palabras suyas, Jesús les da un sentido pleno y definitivo y se declara mesías que viene a cumplir la profecía. Esta manera de actualizar el texto provoca una reacción de rabia entre los que se encuentran en la sinagoga. Quedan escandalizados y no quieren saber nada de él. No aceptan que Jesús sea el mesías anunciado por Isaías. Decían: “¿Acaso no es éste el hijo de José?” Quedan escandalizados porque Jesús habla de acoger a los pobres, a los ciegos y a los oprimidos. La gente no acepta la propuesta de Jesús. Y así en el momento en que presenta el proyecto de acoger a los excluidos, el mismo es excluido.

Lucas 4,23-30: Superar los límites de la raza. Para ayudar a la comunidad a que supere el escándalo y para hacerle entender que su propuesta forma parte de la tradición, Jesús cuenta dos historias de la Biblia que eran conocidas: la historia de Elías y la historia de Eliseo. Las dos historias critican la cerrazón mental de la gente de Nazaret. Elías fue enviado a la viuda de Sarepta (1 Re 17,7-16). Eliseo fue enviado a ocuparse del extranjero de Siria (2 Reyes 5,14).

Despunta aquí la preocupación de Lucas que quiere mostrar que la apertura hacia la gente viene de Jesús. Jesús tuvo las mismas dificultades que estaban teniendo las comunidades en tiempo de Lucas. Pero la llamada de Jesús no aplacó los espíritus.

¡Fue todo lo contrario! Las historias de Elías y de Eliseo provocaron más rabia aún… La comunidad de Nazaret llegó al punto de querer matar a Jesús. Pero él mantuvo la calma. La rabia de los demás no consiguió desviarle del camino. Lucas muestra así lo difícil que es superar la mentalidad del privilegio y de la cerrazón.

Es importante notar los detalles en el uso del Antiguo Testamento. Jesús cita el texto de Isaías hasta donde dice: «proclamar un año de gracia de parte del Señor». Corta todo lo demás de la frase que decía: «y un día de venganza de nuestro Dios«. La gente de Nazaret queda escandalizada ante Jesús al oír que quiere ser el mesías, porque quiere acoger a los excluidos y porque ha omitido la frase sobre la venganza. Quieren que el Día de Yahvé sea un día de venganza contra los opresores del pueblo. En este caso, la venida del Reino no sería más que un cambio superficial y no un cambio o conversión del sistema. Jesús no acepta esta manera de pensar, no acepta la venganza (cf. Mt 5,44-48). Su nueva experiencia de Dios como Padre/Madre le ayudaba a entender mejor el sentido de las profecías.

Para la reflexión personal

El programa de Jesús consiste en acoger a los excluidos. Y nosotros ¿acogemos a todos, o excluimos a algunos? ¿Cuáles son los motivos que nos llevan a excluir a ciertas personas?
El programa de Jesús, ¿está siendo realmente nuestro programa, o mi programa?
¿Cuáles son los excluidos que deberíamos acoger mejor en nuestra comunidad?
¿Qué es lo que me da fuerza para realizar la misión que Jesús nos dio?

Oración final

¡Oh, cuánto amo tu ley! Todo el día la medito.
Tu mandato me hace más sabio que mis enemigos, porque es mío para siempre. (Sal 119,97-78)

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Lectio, Dom, 3 sep, 2023

Primer anuncio de la muerte y resurrección de Jesús. El escándalo de la cruz

Mateo 16, 21-27

Oración inicial

Espíritu de verdad, enviado por Jesús para conducirnos a la verdad toda entera, abre nuestra mente a la inteligencia de las Escrituras. Tú, que descendiendo sobre María de Nazareth, la convertiste en tierra buena donde el Verbo de Dios pudo germinar, purifica nuestros corazones de todo lo que opone resistencia a la Palabra. Haz que aprendamos como Ella a escuchar con corazón bueno y perfecto la Palabra que Dios nos envía en la vida y en la Escritura, para custodiarla y producir fruto con nuestra perseverancia.

Lectura

El contexto:

Mt 16, 21-27 se encuentra entre la confesión de Pedro (16,13-20) y la transfiguración (17, 1-8) y está íntimamente ligado a ellos. Jesús pide a los doce que le digan qué piensa la gente que pueda ser Él y luego quiere saber qué dicen ellos. Pedro responde: «Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo» (16,16). Jesús, no sólo acepta esta confesión, sino que dice expresamente que su verdadera identidad ha sido revelada a Pedro por Dios. Sin embargo, insiste en que los discípulos no deben decir a nadie que Él es el Mesías. Jesús sabe bien que este título puede ser malentendido y no quiere correr ningún riesgo. «Desde entonces» (16,3) comienza a explicar a los doce gradualmente qué significa ser el mesías: Él es el mesías sufridor que entrará en su gloria a través de la cruz.

El pasaje en consideración consta de dos partes. En la primera (vv. 21-23) Jesús anuncia su muerte y resurrección y se muestra completamente decidido a seguir el proyecto de Dios sobre Él a pesar de la protesta de Pedro. En la segunda parte (vv. 24-27) Jesús demuestra la consecuencia que deberá tener sobre sus discípulos el reconocerlo como mesías sufridor. No se llega a ser discípulo, si no es pasando por el mismo camino.

Pero Jesús sabe bien que es difícil para los doce aceptar su cruz y la de ellos y para animarlos les da una anticipación de su resurrección en la transfiguración (17, 1-8).

El texto:

En aquel tiempo, comenzó Jesús a anunciar a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén para padecer allí mucho de parte de los ancianos, de los sumos sacerdotes y de los escribas; que tenía que ser condenado a muerte y resucitar al tercer día.

Pedro se lo llevó aparte y trató de disuadirlo, diciéndole: «No lo permita Dios, Señor; eso no te puede suceder a ti». Pero Jesús se volvió a Pedro y le dijo: «¡Apártate de mí, Satanás, y no intentes hacerme tropezar en mi camino, porque tu modo de pensar no es el de Dios, sino el de los hombres!»

Luego Jesús dijo a sus discípulos: «El que quiera venir conmigo, que renuncie a sí mismo, que tome su cruz y me siga. Pues el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mí, la encontrará. ¿De qué le sirve a uno ganar el mundo entero, si pierde su vida? ¿Y qué podrá dar uno a cambio para recobrarla?

Porque el Hijo del hombre ha de venir rodeado de la gloria de su Padre, en compañía de sus ángeles, y entonces le dará a cada uno lo que merecen sus obras».

Un momento de silencio orante

para que la Palabra de Dios pueda entrar en nosotros e iluminar nuestra vida.

Algunas preguntas

para ayudarnos en la reflexión personal.

¿Por qué Pedro trata de persuadir a Jesús de afrontar la pasión?
¿Por qué Jesús llama a Pedro Satanás?
¿Cómo afrontas la vida, con la lógica de Dios y de Jesús o con la de los hombres y la de Pedro?
En tu vida concreta de cada día ¿qué significa perder la vida por causa de Jesús?
¿Cuáles son tus cruces y tus Pedros?

Una clave de lectura

para aquéllos que quieran profundizar más en el tema.

«Debía andar a Jerusalén…»

Los cuatro verbos «andar», «sufrir» , » ser matado» y «resucitar (v.21) están regidos por el verbo «debía», o mejor, «era necesario que». Es un verbo que en el Nuevo Testamento tiene un preciso significado teológico. Indica que es voluntad de Dios que una cosa particular acontezca, porque está en su proyecto de salvación.

La muerte de Jesús puede ser vista como la consecuencia «lógica» de la conducta que ha tomado hacia las instituciones de su pueblo. Como todo profeta incómodo ha sido quitado de en medio.

Pero el Nuevo Testamento insiste que su muerte (y resurrección) hacía parte del proyecto de Dios que Jesús aceptó con plena libertad. «Tú me sirves de escándalo»

Escándalo quiere decir tropiezo, trampa. Escandalizar a alguien significa colocarle delante impedimentos que lo aparten del camino que lleva. Pedro es un escándalo para Jesús porque lo tienta a dejar el camino de la obediencia a la voluntad del Padre, para seguir un camino más fácil. Por esto Jesús lo asemeja a Satanás, que al principio de su ministerio había tratado de apartar a Jesús de seguir su propia misión, proponiéndole un mesianismo fácil (ver Mt 4, 1-11).

«Quien pierda la propia vida la encontrará»

Quien comprende bien el misterio de Jesús y la naturaleza de su misión, comprende también qué significa ser su discípulo. Las dos cosas están íntimamente ligadas.

Jesús mismo impone tres condiciones a aquéllos que quieren ser sus discípulos: negarse a sí mismo, tomar la propia cruz y seguirlo (v. 24). Negarse a sí mismo quiere decir no centrar su vida sobre el propio egoísmo, sino en Dios y su proyecto (el Reino). Esto comporta la aceptación de adversidades y el soportar las dificultades. Pero Jesús mismo nos ha dejado el ejemplo de cómo obrar en tales situaciones: basta imitarlo. Él no comprometió su adhesión a Dios y a su Reino y permaneció fiel hasta dar la vida.

Pero precisamente fue de esta manera cómo llegó a la plenitud de la vida en la resurrección.

Salmo 40

Invocación de ayuda de parte de uno que ha permanecido fiel a Dios
Yo esperaba impaciente a Yahvé: hacia mí se inclinó y escuchó mi clamor.
Me sacó de la fosa fatal, del fango cenagoso; asentó mis pies sobre roca, afianzó mis pasos.
Puso en mi boca un cántico nuevo, una alabanza a nuestro Dios; muchos verán y temerán, y en Yahvé pondrán su confianza.
Dichoso será el hombre que pone en Yahvé su confianza, y no se va con los rebeldes que andan tras los ídolos. ¡Cuántas maravillas has hecho, Yahvé, Dios mío, cuántos designios por nosotros; nadie se te puede comparar!
Quisiera publicarlos, pregonarlos, mas su número es incalculable.
No has querido sacrificio ni oblación, pero me has abierto el oído; no pedías holocaustos ni víctimas, dije entonces: «Aquí he venido».
Está escrito en el rollo del libro que debo hacer tu voluntad. Y eso deseo, Dios mío, tengo tu ley en mi interior.
He proclamado tu justicia ante la gran asamblea; no he contenido mis labios, tú lo sabes, Yahvé.
No he callado tu justicia en mi pecho, he proclamado tu lealtad, tu salvación; no he ocultado tu amor y tu verdad a la gran asamblea.
Y tú, Yahvé, no retengas tus ternuras hacia mí. Que tu amor y lealtad me guarden incesantes.
Pues desdichas me envuelven en número incontable.
Mis culpas me dan caza y ya no puedo ver; más numerosas que mis cabellos, y me ha faltado coraje. ¡Dígnate, Yahvé, librarme; Yahvé, corre en mi ayuda! ¡Queden confusos y humillados los que intentan acabar conmigo! ¡Retrocedan confundidos los que desean mi mal!
Queden corridos de vergüenza los que me insultan: «Ja, ja».
¡En ti gocen y se alegren todos los que te buscan! ¡Digan sin cesar: «Grande es Yahvé» los que ansían tu victoria!
Aunque soy pobre y desdichado, el Señor se ocupará de mí. Tú eres mi auxilio y libertador, ¡no te retrases, Dios mío!

Oración final

¡Oh Dios! tus caminos no son nuestros caminos y tus pensamientos no son nuestros pensamientos. En tu proyecto de salvación hay un puesto para la cruz. Tu Hijo Jesús no retrocedió delante de ella, sino «se sometió a la cruz, despreciando la ignominia» (Eb 12,2). La hostilidad de sus adversarios, no pudo apartarlo de su firme decisión de cumplir tu voluntad y anunciar tu Reino, costase lo que costase.

Fortalécenos ¡oh Padre! con el don de tu Espíritu Santo. Él nos haga capaces de seguir a Jesús con valentía y fidelidad. Nos haga sus imitadores en hacer de ti y de tu Reino el punto central de nuestra vida. Nos dé la fuerza para soportar las adversidades y dificultades para que en nosotros y en todos surja gradualmente la verdadera vida. Te lo pedimos por Cristo Nuestro Señor. Amén.

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Lectio, sáb, 2 sep, 2023

Oración inicial

¡Oh Dios!, que unes los corazones de tus fieles en un mismo deseo; inspira a tu pueblo el amor a tus preceptos y la esperanza en tus promesas, para que, en medio de las vicisitudes del mundo, nuestros corazones estén firmes en la verdadera alegría. Por nuestro Señor.

Lectura del Evangelio según Mateo 25,14-30

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos esta parábola: «El Reino de los cielos se parece también a un hombre que iba a salir de viaje a tierras lejanas; llamó a sus servidores de confianza y les encargó sus bienes. A uno le dio cinco talentos; a otro, dos; y a un tercero, uno, según la capacidad de cada uno, y luego se fue.

El que recibió cinco talentos fue enseguida a negociar con ellos y ganó otros cinco. El que recibió dos hizo lo mismo y ganó otros dos. En cambio, el que recibió un talento hizo un hoyo en la tierra y allí escondió el dinero de su señor.

Después de mucho tiempo regresó aquel hombre y llamó a cuentas a sus servidores.

Se acercó el que había recibido cinco talentos y le presentó otros cinco, diciendo: ‘Señor, cinco talentos me dejaste; aquí tienes otros cinco, que con ellos he ganado’. Su señor le dijo: ‘Te felicito, siervo bueno y fiel. Puesto que has sido fiel en cosas de poco valor, te confiaré cosas de mucho valor. Entra a tomar parte en la alegría de tu señor’.

Se acercó luego el que había recibido dos talentos y le dijo: ‘Señor, dos talentos me dejaste; aquí tienes otros dos, que con ellos he ganado’. Su señor le dijo: ‘Te felicito, siervo bueno y fiel. Puesto que has sido fiel en cosas de poco valor, te confiaré cosas de mucho valor. Entra a tomar parte en la alegría de tu señor’.

Finalmente, se acercó el que había recibido un talento y le dijo: ‘Señor, yo sabía que eres un hombre duro, que quieres cosechar lo que no has plantado y recoger lo que no has sembrado. Por eso tuve miedo y fui a esconder tu talento bajo tierra. Aquí tienes lo tuyo’.

El señor le respondió: ‘Siervo malo y perezoso. Sabías que cosecho lo que no he plantado y recojo lo que no he sembrado. ¿Por qué, entonces, no pusiste mi dinero en el banco, para que a mi regreso lo recibiera yo con intereses? Quítenle el talento y dénselo al que tiene diez. Pues al que tiene se le dará y le sobrará; pero al que tiene poco, se le quitará aun eso poco que tiene.

Y a este hombre inútil, échenlo fuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y la desesperación’ «.

Reflexión

El evangelio de hoy nos habla de la Parábola de los Talentos. Esta parábola está situada entre dos otras parábolas: la parábola de las Diez Vírgenes (Mt 25,1-13) y la parábola del Juicio Final (Mt 25,31-46). Las tres parábolas esclarecen y orientan a las personas sobre la llegada del Reino. La parábola de las Diez Vírgenes insiste en la vigilancia: el Reino puede llegar en cualquier momento. La parábola del Juicio Final dice que para tomar parte en el Reino hay que acoger a los pequeños. La parábola de los Talentos orienta sobre cómo hacer para que el Reino pueda crecer. Habla sobre los dones o carisma que las personas reciben de Dios. Toda persona tiene algunas cualidades, sabe alguna cosa que ella puede enseñar a los otros. Nadie es solamente alumno, nadie es solamente profesor. Aprendemos unos de otros.

Una clave para comprender la parábola. Una de las cosas que más influyen en la vida de la gente es la idea que nos hacemos de Dios. Entre los judíos de la línea de los fariseos, algunos se imaginaban a Dios como un Juez severo que los trataba según el mérito conquistados por las observancias. Esto causaba miedo e impedía el crecimiento de las personas. Sobre todo impedía que ellas abriesen un espacio dentro de sí para acoger la nueva experiencia de Dios que Jesús comunicaba. Para ayudar a estas personas, Mateo cuenta la parábola de los talentos.

Mateo 25,14-15: La puerta de entrada en la historia de la parábola. Jesús cuenta la historia de un hombre que, antes de viajar, distribuye sus bienes a los empleados, dándoles cinco, dos o un talento, según la capacidad de cada uno. Un talento corresponde a 34 kilos de oro, ¡lo cual no es poco! En el fondo, cada uno recibe igual, pues recibe “según su capacidad”. Quien tiene vaso grande, recibe el vaso lleno. Quien tiene el vaso pequeño, recibe el vaso lleno. Luego el dueño se va al extranjero y queda allí mucho tiempo. La historia tiene un cierto suspense. No se sabe con qué finalidad el dueño ha entregado su dinero a los empleados, ni sabe cómo va a ser el final.

Mateo 25,16-18: La manera de actuar de cada empleado. Los dos primeros trabajan y hacen duplicar los talentos. Pero aquel que recibe un talento cava un hoyo en la tierra y lo esconde bien para no perderlo. Se trata de los bienes del Reino que se entregan a las comunidades y a las personas según su capacidad. Todos y todas recibimos algunos bienes del Reino, ¡pero no todos respondemos de la misma manera!

Mateo 25,19-23: Rendimiento de cuentas del primero y del segundo empleado, y la respuesta del Señor. Después de mucho tiempo, el dueño vuelve. Los dos primeros dicen la misma cosa: “Señor, cinco/dos talentos me entregaste: aquí tienes otros cinco/dos que gané!” Y el señor da la misma respuesta: “Muy bien, siervo bueno y fiel. En lo poco has sido fiel, en lo mucho te pondré. Entra en el gozo de su señor”

Mateo 25,24-25: Rendimiento de cuentas del tercer empleado. El tercer empleado llega y dice: “Señor, sé que eres un hombre duro, que cosechas donde no sembraste y recoges donde no esparciste. Por eso me dio miedo, y fui y escondí en tierra tu talento. Mira, aquí tienes lo que es tuyo.!” En esta frase despunta una idea errada de Dios que es criticada por Jesús. El empleado ve a Dios como un patrón severo. Ante un Dios así, el ser humano tiene miedo y se esconde atrás de la observancia exacta y mezquina de la ley. Piensa que, al actuar así, la severidad del legislador no va a poderle castigar. En realidad, una persona así no cree en Dios, sino que apenas cree en sí misma y en su observancia de la ley. Se encierra en sí misma, se desliga de Dios y no consigue interesarse en los otros. Se vuelve incapaz de crecer como persona libre. Esta imagen falsa de Dios aísla al ser humano, mata a la comunidad, acaba con la alegría y empobrece la vida.

Mateo 25,26-27: Respuesta del Señor al tercer empleado. La respuesta del señor es irónica. Dice: “Siervo malo y perezoso, sabías que yo cosecho donde no sembré y recojo donde no esparcí; debías, pues, haber entregado mi dinero a los banqueros, y así, al volver yo, habría cobrado lo mío con los intereses.!” El tercer empleado no fue coherente con la imagen severa que tenía de Dios. Si se imaginaba a un Dios severo de aquella manera, hubiera tenido por lo menos que colocar el dinero en un banco. Es decir que él será condenado no por Dios, sino por la idea errada que tenía de Dios y que lo deja miedoso e inmaduro. No va a ser posible ser coherente con aquella imagen de Dios, pues el miedo deshumaniza y paraliza la vida.

Mateo 25,28-30: La palabra final del Señor que esclarece la parábola. El señor manda quitarle el talento para darlo a aquel que tiene diez “Porque a todo el que tiene, se le dará y le sobrará; pero al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará.”. Aquí está la clave que aclara todo. En realidad, los talentos, el “dinero del dueño”, los bienes del Reino, son el amor, el servicio, el compartir. Es todo aquello que hace crecer la comunidad y revela la presencia de Dios. Aquel que se encierra en si mismo con miedo a perder lo poco que tiene, va a perder hasta lo poco que tiene. Pero la persona que no piensa en sí y se entrega a los demás, va a crecer y recibir de forma inesperada, todo aquello que entregó y mucho más. “Pierde la vida quien quiere asegurarla, la gana quien tiene el valor de perderla”

La moneda diferente del Reino. No hay diferencia entre los que reciben más y los que reciben menos. Todos tienen su don según su capacidad. Lo que importa es que este don sea puesto al servicio del Reino y haga crecer los bienes del Reino que son amor, fraternidad, compartir. La clave principal de la parábola no consiste en hacer producir los talentos, sino en relacionarse con Dios de forma correcta. Los dos primeros no preguntan nada, no buscan su bienestar, no guardan para sí, no se encierran en sí mismos, no calculan. Con la mayor naturalidad, casi siempre sin darse cuenta y sin buscar mérito, empiezan a trabajar para que el don que Dios les ha dado rinda para Dios y para el Reino. El tercero tiene miedo, y no hace nada. De acuerdo con las normas de la antigua ley estaba en lo correcto. Se mantiene dentro de las exigencias. No pierde nada y no gana nada. ¡Por esto, pierde hasta lo que tenía. El Reino es riesgo. Aquel que no corre riesgos, pierde el Reino!

Para la reflexión personal

En nuestra comunidad, ¿tratamos de conocer y valorar los dones de cada persona? Nuestra comunidad ¿es un espacio donde las personas pueden desenvolver sus dones?
A veces los dones de una persona engendran envidia y competitividad en los otros.
¿Cómo reaccionamos?
¿Cómo entender la frase: «Porque a todo el que tiene, se le dará y le sobrará; pero al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará?»

Oración final

Esperamos anhelantes a Yahvé, él es nuestra ayuda y nuestro escudo; en él nos alegramos de corazón y en su santo nombre confiamos. (Sal 33,20-21)

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Lectio vie, 1 sep, 2023

Oración inicial

Ven, Señor, en ayuda de tus hijos; derrama tu bondad inagotable sobre los que te suplican, y renueva y protege la obra de tus manos en favor de los que te alaban como creador y como guía. Por nuestro Señor.

Lectura del Evangelio según Mateo 25,1-13

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos esta parábola: «El Reino de los cielos es semejante a diez jóvenes, que tomando sus lámparas, salieron al encuentro del esposo. Cinco de ellas eran descuidadas y cinco, previsoras. Las descuidadas llevaron sus lámparas, pero no llevaron aceite para llenarlas de nuevo; las previsoras, en cambio, llevaron cada una un frasco de aceite junto con su lámpara. Como el esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron.

A medianoche se oyó un grito: ‘¡Ya viene el esposo! ¡Salgan a su encuentro!’ Se levantaron entonces todas aquellas jóvenes y se pusieron a preparar sus lámparas, y las descuidadas dijeron a las previsoras: ‘Dennos un poco de su aceite, porque nuestras lámparas se están apagando’. Las previsoras les contestaron: ‘No, porque no va a alcanzar para ustedes y para nosotras. Vayan mejor a donde lo venden y cómprenlo’.

Mientras aquéllas iban a comprarlo, llegó el esposo, y las que estaban listas entraron con él al banquete de bodas y se cerró la puerta. Más tarde llegaron las otras jóvenes y dijeron: ‘Señor, señor, ábrenos’. Pero él les respondió: ‘Yo les aseguro que no las conozco’.

Estén pues, preparados, porque no saben ni el día ni la hora».

Reflexión

  • Mateo 25,1ª: El comienzo: “Entonces”. La parábola empieza con esta palabra: “Entonces”. Se trata de la venida del Hijo del Hombre (cf Mt 24,37). Nadie sabe cuándo va a venir ese día, “ni los ángeles, ni el hijo mismo, sino que solamente el Padre” (Mt 24, 36). No importa que los adivinos quieran hacer cálculos. El Hijo del Hombre vendrá de sorpresa, cuando la gente menos lo espera (Mt 24,44). Puede ser hoy, puede ser mañana. Por esto, el recado final de la parábola de las diez vírgenes es “¡Vigilad!’ Las diez muchachas deben estar preparadas para cualquier eventualidad. Cuando la policía nazista llamó a la puerta del monasterio de las Carmelitas en Echt en la provincia de Limburgia en los Países Bajos, Edith Stein, la hermana Teresa Benedicta de la Cruz, estaba Asumió la Cruz y siguió para el martirio en el campo de exterminio por amor a Dios y a su gente. Era una de las vírgenes prudentes de la parábola.
  • Mateo 25,1b-4: Las diez vírgenes preparadas para aguardar al novio. La parábola empieza así: “El Reino del Cielo es como diez vírgenes que prepararon sus lámparas y salieron al encuentro del novio”. Se trata de muchachas que debían acompañar al novio para la fiesta de la Para esto, ellas debían llevar consigo las lámparas, sea para iluminar el camino, sea para iluminar la fiesta. Cinco de ellas eran prudentes y cinco eran sin fundamento. Esta diferencia aparece con claridad en la manera en que se preparan para la función que recibirán. Junto con las lámparas encendidas, las previdentes llevaron consigo también una vasija de aceite de reserva. Se preparaban para cualquier eventualidad. Las vírgenes sin fundamento se llevaron sólo las lámparas, sin pensar en llevarse un poco de aceite de reserva.
  • Mateo 25,5-7: El retraso no previsto de la llegada del novio. El novio se demora. No había una hora determinada para que llegara. En la espera, el sueño se apodera de las muchachas, sin embargo las lámparas siguen gastando aceite e se van apagando poco a poco. De repente, en medio de la noche, se oye un grito: “¡Ya está aquí el novio! ¡Salid a su encuentro!”. Todas ellas despiertan y empiezan a preparar las lámparas que ya estaban casi al Debían de poner el aceite de reserva para evitar que las lámparas se apagaran.
  • Mateo 25,8-9: Las diversas reacciones ante la llegada atrasada del Solamente ahora las necias se dan cuenta de que olvidaron llevar consigo el aceite de reserva. Fueron a pedir aceite a las prudentes: “Dadnos de vuestro aceite, que nuestras lámparas se apagan”. Las prudentes no pudieron atender este pedido, pues en aquel momento lo que importaba no era que las prudentes compartieran su aceite con las otras, sino que estuvieran listas para acompañar al novio hasta el lugar de la fiesta. Por esto aconsejan: ‘es mejor que vayáis donde los vendedores y os lo compréis.’
  • Mateo 25,10-12: El destino de las vírgenes prudentes y de las Las necias siguen el consejo de las prudentes y van a comprar aceite. Durante esta breve ausencia de la compra llega el novio y las prudentes pueden acompañarlo a la fiesta de las bodas. Y la puerta se cierra detrás de ellas. Cuando llegan las otras, llaman a la puerta y piden: “¡Señor, Señor, abre la puerta para nosotras!” Y reciben la respuesta: “En verdad os digo que no os conozco”.
  • Mateo 25,13: La recomendación final de Jesús para todos La historia de esta parábola es muy sencilla y la lección es evidente. “Velad, pues, porque no sabéis, ni el día, ni la hora”. Moral de la historia: no seas superficial, mira más allá del momento presente, trata de descubrir el llamado de Dios hasta en las mínimas cosas de la vida, hasta en el aceite que falta en la lámpara.’

Para la reflexión personal

  • ¿Te ocurrió ya de pensar en el aceite de reserva de tu lámpara?

Oración final

Bendeciré en todo tiempo a Yahvé, sin cesar en mi boca su alabanza; en Yahvé se gloría mi ser, ¡que lo oigan los humildes y se alegren. (Sal 34,2-3)

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