Lectio mar, 20 feb, 2024

Tiempo de Cuaresma

Oración inicial

Señor, mira con amor a tu familia y a los que moderan su cuerpo con la penitencia, aviva en su espíritu el deseo de poseerte. Por nuestro Señor.

Lectura del santo Evangelio según Mateo 6,7-15

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Cuando ustedes hagan oración no hablen mucho, como los paganos, que se imaginan que a fuerza de mucho hablar, serán escuchados. No los imiten, porque el Padre sabe lo que les hace falta, antes de que se lo pidan. Ustedes, pues, oren así:
Padre nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu nombre,
venga tu Reino,
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día,
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en tentación
y líbranos del mal.
Si ustedes perdonan las faltas a los hombres, también a ustedes los perdonará el Padre celestial. Pero si ustedes no perdonan a los hombres, tampoco el Padre les perdonará a ustedes sus faltas”.

Reflexión

Las dos reacciones del Padre Nuestro: Lucas (Lc 11,1-4) y Mateo (Mt 6,7-13). En Lucas, el Padre Nuestro es más corto. Lucas escribe para las comunidades que vinieron del paganismo. Trata de ayudar a las personas que están iniciando el camino de la oración. En Mateo, el Padre Nuestro está situado en el Sermón del Monte, en aquella parte donde Jesús orienta a los discípulos en la práctica de las tres obras de piedad: limosna (Mt 6,1-4), oración (Mt 6,5-15) y ayuno (Mt 6,16-18). El Padre Nuestro forma parte de una catequesis para los judíos convertidos. Ellos ya estaban acostumbrados a rezar, pero tenían ciertos vicios que Mateo trata de corregir.

Mateo 6,7-8: Los vicios que hay que corregir. Jesús critica a las personas para quienes la oración es una repetición de fórmulas mágicas, de palabras fuertes, dirigidas a Dios para obligarle a atender a sus necesidades. La acogida de la oración por parte de Dios no depende de la repetición de palabras, sino de la bondad de Dios que es Amor y Misericordia. Él quiere nuestro bien y conoce nuestras necesidades antes de que expresemos nuestras preces.

Mateo 6,9a: Las primeras palabras: “Padre Nuestro” Abba, Padre, es el nombre que Jesús usa para dirigirse a Dios. Revela la nueva relación con Dios que debe caracterizar la vida de las comunidades (Gl 4,6; Rm 8,15). Decimos “Padre nuestro” y no “Padre mío”. El adjetivo “nuestro” acentúa la conciencia de que todos pertenecemos a la gran familia humana de todas las razas y credos. Rezar al Padre y entrar en la intimidad con él, es también colocarse en sintonía con los gritos de todos los hermanos y hermanas por el pan de cada día. Es buscar el Reino de Dios en primer lugar. La experiencia de Dios como nuestro Padre es el fundamento de la fraternidad universal.

Mateo 6,9b-10: Tres pedidos por la causa de Dios: el Nombre, el Reino, la Voluntad. En la primera parte del Padre Nuestro, pedimos para que sea restaurada nuestra relación con Dios. Santificar el Nombre El nombre JAVÉ significa Estoy contigo. Dios con nosotros. En este NOMBRE Dios se dio a conocer (Ex 3,11-15). El Nombre de Dios es santificado cuando es usado con fe y no con magia; cuando es usado conforme con su verdadero objetivo, es decir no para la opresión, sino para la liberación del pueblo y para la construcción del Reino. La Venida del Reino: El único Dueño y Rey de la vida humana es Dios (Is 45,21; 46,9). La venida del Reino es la realización de todas las esperanzas y promesas. Es la vida plena, la superación de las frustraciones sufridas con los reyes y con los gobiernos humanos. Este Reino acontecerá, cuando la voluntad de Dios se realice plenamente. Hacer la Voluntad: La voluntad de Dios se expresa en su Ley. Hágase su voluntad, así en la tierra como en el cielo. En el cielo, el sol y las estrellas obedecen a las leyes de sus órbitas y crean el orden del universo (Is 48,12-13). La observancia de la ley de Dios será fuente de orden y de bienestar para la vida humana.

Mateo 6,11-13: Cuatro pedidos para la causa de los hermanos: Pan, Perdón, Victoria, Libertad. En la segunda parte del Padre nuestro pedimos que sea restaurada la relación entre las personas. Los cuatro pedidos muestran cómo deben ser transformadas las estructuras de la comunidad y de la sociedad para que todos los hijos y las hijas de Dios vivan con igual dignidad. Pan de cada día: En el éxodo, cada día, la gente recibía el maná en el desierto (Ex 16,35). La Providencia Divina pasaba por la organización fraterna, por el compartir. Jesús nos convida para realizar un nuevo éxodo, una nueva convivencia fraterna que garantice el pan para todos (Mt 6,34-44; Jn 6,48-51). Perdón de las deudas: Cada 50 años, el Año Jubilar obligaba a todos al perdón de las deudas. Era un nuevo comienzo (Lv 25,8-55). Jesús anuncia un nuevo Año Jubilar, «un año de gracia de parte del Señor» (Lc 4,19). ¡El Evangelio quiere recomenzar todo de nuevo! No caer en la Tentación: En el éxodo, el pueblo fue tentado y cayó (Dt 9,6-12). Murmuró y quiso volverse atrás (Ex 16,3; 17,3). En el nuevo éxodo, la tentación será superada por la fuerza que el pueblo recibe de Dios (1Cor 10,12-13). Liberación del Maligno: El Maligno es Satanás, que aleja de Dios y es motivo de escándalo. Logró entrar en Pedro (Mt 16,23) y tentó a Jesús en el desierto. Jesús lo venció (Mt 4,1-11). Ele nos dice: «¡Animo! ¡Yo vencí el mundo!» (Jn 16,33).

Mateo 6,14-15: Quien no perdona no será perdonado. Rezando el Padre nuestro, pronunciamos la frase que nos condena o absuelve. Rezamos: “Perdona nuestras deudas, así como nosotros perdonamos a nuestros deudores” (Mt 6,12). Ofrecemos a Dios la medida del perdón que queremos. Si perdonamos mucho, Él nos perdonará mucho. Si perdonamos poco, él perdonará poco. Si no perdonamos, él tampoco no podrá perdonar.

Para la reflexión personal

Jesús dice «perdona nuestras deudas”. En algunos países se traduce «perdona nuestras ofensas». ¿Qué es más fácil: perdonar ofensas o perdonar deudas?
Las naciones cristianas del hemisferio norte (Europa y USA) rezan todos los días: “Perdónanos nuestras deudas así como también nosotros perdonamos a nuestros deudores”. Pero ellas no perdonan la deuda externa de los países pobres del Tercer Mundo. ¿Cómo explicar esta terrible contradicción, fuente de empobrecimiento de millones de personas?

Oración final

Ensalzad conmigo a Yahvé, exaltemos juntos su nombre. Consulté a Yahvé y me respondió: me libró de todos mis temores. (Sal 34,4-5)

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Lectio lun, 19 feb, 2024

Tiempo de Cuaresma

Oración inicial

Conviértenos a ti, Dios Salvador nuestro; ilumínanos con la luz de tu palabra, para que la celebración de esta Cuaresma produzca en nosotros sus mejores frutos. Por nuestro Señor.

Lectura del santo Evangelio según Mateo 25,31-46

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Cuando venga el Hijo del hombre, rodeado de su gloria, acompañado de todos sus ángeles, se sentará en su trono de gloria. Entonces serán congregadas ante él todas las naciones, y él apartará a los unos de los otros, como aparta el pastor a las ovejas de los cabritos, y pondrá a las ovejas a su derecha y a los cabritos a su izquierda.
Entonces dirá el rey a los de su derecha: ‘Vengan, benditos de mi Padre; tomen posesión del Reino preparado para ustedes desde la creación del mundo; porque estuve hambriento y me dieron de comer, sediento y me dieron de beber, era forastero y me hospedaron, estuve desnudo y me vistieron, enfermo y me visitaron, encarcelado y fueron a verme’. Los justos le contestarán entonces: ‘Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te dimos de comer, sediento y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos de forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o encarcelado y te fuimos a ver?’ Y el rey les dirá: ‘Yo les aseguro que, cuando lo hicieron con el más insignificante de mis hermanos, conmigo lo hicieron’.
Entonces dirá también a los de su izquierda: ‘Apártense de mí, malditos; vayan al fuego eterno, preparado para el diablo y sus ángeles; porque estuve hambriento y no me dieron de comer, sediento y no me dieron de beber, era forastero y no me hospedaron, estuve desnudo y no me vistieron, enfermo y encarcelado y no me visitaron’.
Entonces ellos le responderán: ‘Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento, de forastero o desnudo, enfermo o encarcelado y no te asistimos?’ Y él les replicará: ‘Yo les aseguro que, cuando no lo hicieron con uno de aquellos más insignificantes, tampoco lo hicieron conmigo’. Entonces irán éstos al castigo eterno y los justos a la vida eterna”.

Reflexión

El Evangelio de Mateo presenta a Jesús como el nuevo Moisés. Como Moisés, Jesús promulgó la Ley de Dios. Como la antigua Ley, así la nueva ley dada por Jesús tiene cinco libros o discursos. El Sermón del Monte (Mt 5,1 a 7,27), el primer discurso, se abre con las ocho bienaventuranzas. El Sermón de la Vigilancia (Mt 24,1 a 25,46), el quinto y último se cierra con la descripción del Juicio Final. Las bienaventuranzas describen la puerta de entrada para el Reino de Dios, enumerando ocho categorías de personas: los pobres de espíritu, los mansos, los afligidos, los que tienen hambre y sed de justicia, los misericordiosos, los de corazón limpio, los promotores da paz y los perseguidos por causa de la justicia (Mt 5,3-10). La parábola del Juicio Final cuenta lo que debemos hacer para poder tomar posesión del Reino: acoger a los hambrientos, a los sedientos, a los extranjeros, a los desnudos, a los enfermos y presos (Mt 25,35-36). Tanto en el comienzo como al final de la Nueva Ley, están los excluidos y los marginados.

Mateo 25,31-33: Abertura del Juicio Final. El Hijo del Hombre reúne a su alrededor a las naciones del mundo. Separa a las personas como el pastor separa a las ovejas de los cabritos. El pastor sabe discernir. Él no se equivoca: las ovejas a la derecha, los cabritos a la izquierda. Él sabe discernir a los buenos y a los malos. Jesús no juzga, ni condena (cf. Jn 3,17; 12,47). El apenas separa. Es la persona misma la que juzga o se condena por la manera como se porta en relación con los pequeños y los excluidos.

Mateo 25,34-36: La sentencia para los que están a la derecha del Juez. Los que están a su derecha son llamados “¡Benditos de mi Padre!”, esto es, reciben la bendición que Dios prometió a Abrahán y a su descendencia (Gen 12,3). Ellos son convidados a tomar posesión del Reino, preparado para ellos desde la fundación del mundo. El motivo de la sentencia es éste: «Tuve hambre y sed, era extranjero, estaba desnudo, enfermo y preso, y ustedes me acogieron y ayudaron”. Esta frase nos hace saber quiénes son las ovejas. Son las personas que acogieron al Juez cuando éste estaba hambriento, sediento, extranjero, desnudo, enfermo y peso. Y por el modo de hablar «mi Padre» e «Hijo del Hombre», sabemos que el Juez es Jesús mismo. ¡El se identifica con los pequeños!

Mateo 25,37-40: Una demanda de esclarecimiento y la respuesta del Juez: Los que acogen a los excluidos son llamados “justos”. Esto significa que la justicia del Reino no se alcanza observando normas y prescripciones, pero sí acogiendo a los necesitados. Pero lo curioso es que los justos no saben cuándo acogieron a Jesús necesitado. Jesús responde: «¡Toda vez que lo hicisteis a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis!» ¿Quiénes son estos «hermanos míos más pequeños»? En otros pasajes del Evangelio de Mateo, las expresiones «hermanos míos» y «pequeñuelos» indican a los discípulos (Mt 10,42; 12,48-50; 18,6.10.14; 28,10). Indican también a los miembros más abandonados de la comunidad, a los despreciados que no tienen a dónde ir y que no son bien recibidos (Mt 10,40). Jesús se identifica con ellos. Pero no es sólo esto. En el contexto tan amplio de esta parábola final, la expresión «mis hermanos más pequeños» se alarga e incluye a todos aquellos que en la sociedad no tienen lugar. Indica a todos los pobres. Y los «justos» y los «benditos de mi Padre» son todas las personas de todas las naciones que acogen al otro en total gratuidad, independientemente del hecho de ser cristiano o no.

Mateo 25,41-43: La sentencia para los que están a su izquierda. Los que están del otro lado del Juicio son llamados “malditos” y están destinados al fuego eterno, preparado por el diablo y los suyos. Jesús usa el lenguaje simbólico común de aquel tiempo para decir que estas personas no van a entrar en el Reino. Y aquí también el motivo es uno sólo: no acogieron a Jesús hambriento, sediento, extranjero, desnudo, enfermo y preso. No es Jesús que nos impide entrar en el Reino, sino nuestra práctica de no acoger al otro, la ceguera que nos impide ver a Jesús en los pequeños.

Mateo 25,44-46: Un pedido de aclaración y la respuesta del Juez. El pedido de esclarecimiento muestra que se trata de gente que se porta bien, personas que tienen la conciencia en paz. Están seguras de haber practicado siempre lo que Dios les pedía. Por eso se extrañan cuando el Juez dice que no lo acogieron. El Juez responde: “¡Todas las veces que no hicieron esto a unos de estos pequeños, conmigo dejasteis de hacerlo!” ¡La omisión! ¡No hicieron más! Apenas dejaron de practicar el bien a los pequeños y acoger a los excluidos. Y sigue la sentencia final: estos van para el fuego eterno, y los justos van para la vida eterna. ¡Así termina el quinto libro de la Nueva Ley!

Para la reflexión personal

¿Qué es lo que más te ha llamado la atención en la parábola del Juicio Final?
Párate y piensa: si el Juicio final fuera hoy, ¿tú estarías del lado de las ovejas o de los cabritos?

Oración final

Los preceptos de Yahvé son rectos, alegría interior; el mandato de Yahvé es límpido, ilumina los ojos. (Sal 19,9)

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Lectio Dom, 18 feb, 2024

Domingo de Cuaresma
Vencida la tentación con la fuerza del Espíritu
Jesús comienza el anuncio de la Buena Nueva del Reino Marcos, 1,12-15

 Oración inicial

Señor Jesús, envía tu Espíritu, para que Él nos ayude a leer la Biblia en el mismo modo con el cual Tú la has leído a los discípulos en el camino de Emaús. Con la luz de la Palabra, escrita en la Biblia, Tú les ayudaste a descubrir la presencia de Dios en los acontecimientos dolorosos de tu condena y muerte. Así, la cruz, que parecía ser el final de toda esperanza, apareció para ellos como fuente de vida y resurrección. Crea en nosotros el silencio para escuchar tu voz en la Creación y en la Escritura, en los acontecimientos y en las personas, sobre todo en los pobres y en los que sufren. Tu palabra nos oriente a fin de que también nosotros, como los discípulos de Emaús, podamos experimentar la fuerza de tu resurrección y testimoniar a los otros que Tú estás vivo en medio de nosotros como fuente de fraternidad, de justicia y de paz. Te lo pedimos a Ti, Jesús, Hijo de María, que nos has revelado al Padre y enviado tu Espíritu. Amén.

Lectura

Una clave de lectura:

El texto de la liturgia de este domingo nos presenta el comienzo de la vida pública de Jesús: los cuarenta días en el desierto, las tentaciones de Satanás, la prisión de Juan Bautista, el inicio del anuncio de la Buena Nueva de Dios y un breve resumen en cuatro puntos de lo que Jesús anunciaba al pueblo de su tierra. Durante la lectura pongamos atención a estos dos puntos: ¿Qué anuncia Jesús al pueblo? ¿Qué nos pide Jesús a todos?

División del texto para ayudar a su lectura:

Marcos 1, 12-13: La buena noticia es sellada y probada en el desierto. Marcos 1,14: Jesús comienza el anuncio de la buena nueva de Dios Marcos 1, 15: El resumen de la buena noticia de Dios

El texto:

En aquel tiempo, el Espíritu impulsó a Jesús a retirarse al desierto, donde permaneció cuarenta días y fue tentado por Satanás. Vivió allí entre animales salvajes, y los ángeles le servían.

Después de que arrestaron a Juan el Bautista, Jesús se fue a Galilea para predicar el Evangelio de Dios y decía: «Se ha cumplido el tiempo y el Reino de Dios ya está cerca. Arrepiéntanse y crean en el Evangelio».

Un momento de silencio orante

para que la Palabra de Dios pueda entrar en nosotros e iluminar nuestra vida.

Algunas preguntas

para ayudarnos en la meditación y en la oración.
¿Qué punto del texto os ha gustado más o qué os ha impresionado más?
Cuarenta días en el desierto y, al final, las tentaciones. ¿Cuál es el significado de esta información para la comunidad del tiempo de Marcos? ¿Cuál es el significado para nosotros hoy?
¿Fue la prisión de Juan Bautista lo que motivó a Jesús a regresar a Galilea y comenzar el anuncio de la Buena Nueva de Dios? ¿Cuál es el significado de esta información para la comunidad del tiempo de Marcos? ¿Y cuál es el significado para nosotros hoy?
¿Qué mensaje nos da todo esto hoy?

Una clave de lectura

para aquéllos que quieran profundizar más en el tema.

El contexto en el cual aparece el texto en el Evangelio de Marcos:

La Buena Nueva de Dios, preparada a través de la historia (Mc 1, 1-8), fue proclamada solemnemente por el Padre en el momento del Bautismo de Jesús (Mc 1, 9-11). Ahora aquí, en nuestro texto, viene probada en el desierto (Mc 1. 12-13) y, de pronto, aparece el resultado de la larga preparación. Jesús anuncia la Buena Nueva públicamente al pueblo (Mc 1,14-15).

En los años setenta, época en la escribe Marcos, los cristianos, leyendo esta descripción del comienzo de la Buena Nueva, miraban en el espejo de la propia vida. Desierto, tentación, prisión no faltaban. Eran el pan de cada día. Y sin embargo, como Jesús, trataban de anunciar la Buena Nueva de Dios.

Comentario:

Marcos 1, 12-13: La Buena Nueva es atestiguada y probada en el desierto Después del Bautismo, el Espíritu de Dios toma posesión de Jesús y lo transporta al desierto, donde se prepara para la misión. (Mc 1, 12s). Marcos dice que Jesús estuvo en el desierto por espacio de cuarenta días y que fue tentado por Satanás. En Mateo 4, 1- 11, se lee más explícitamente la tentación: tentación del pan, tentación del prestigio, tentación del poder. Fueron las tres tentaciones que encontró el pueblo israelita en el desierto, después de la salida de Egipto (Dt 8,3-; 6,13.16). Tentación es todo aquello que nos aleja del camino de Dios. La Carta a los Hebreos dice: «Jesús fue tentado en todo como nosotros, excepto en el pecado» (Heb 4, 15). Orientándose por la Palabra de Dios, Jesús afrontaba las tentaciones (Mt 4, 4.7.10). Metido en medio del pueblo y unido al Padre con la oración, fiel a entrambos, El resistió, y continuó en el camino del Mesías-Servidor, el camino del servicio a Dios y al pueblo (Mt 20,28).

Marcos 1, 14: Jesús comienza el anuncio de la Buena Nueva. Mientras Jesús se preparaba en el desierto, Juan Bautista fue arrestado por Herodes. Dice el texto: Después que Juan fue entregado, marchó Jesús a Galilea; y proclamaba la Buena Nueva de Dios. La prisión de Juan Bautista no asustó a Jesús: más bien al contrario. La experiencia del Bautismo le había abierto los ojos. El vio en el arresto de Juan la señal de la llegada del Reino. El encarcelamiento de Juan estaba ligado a la política del país. También hoy los hechos de la política influyen en el anuncio que nosotros hacemos de la Buena Nueva al pueblo. Marcos dice que Jesús proclamaba el Evangelio de Dios. Jesús nos hace saber que Dios es una Buena Noticia para la vida humana. Dice San Agustín: «Nos has hecho para ti y nuestro corazón está inquieto hasta que no descanse en Ti». El anuncio de Jesús respondía a las ansias más profundas del corazón humano.

Marcos 1, 15: El resumen de la Buena Noticia de Dios El anuncio de la Buena Noticia de Dios tiene cuatro puntos: i) La espera ha terminado. ii) El Reino de Dios ha llegado.Cambiar la vida. iv) Creer a la Buena Noticia.

i) ¡La espera ha terminado!: Para algunos judíos el tiempo para la llegada del Reino todavía no había terminado. Para los fariseos, por ejemplo, el reino llegaría cuando la observancia de la ley fuese ya perfecta. Para los esenios, cuando el país estuviera purificado. Para los herodianos cuando ellos hubieran poseído el dominio del mundo. Jesús piensa de forma diversa. Él tiene una manera distinta de leer los Dice que la espera ha terminado.

ii)¡El Reino de Dios ha llegado! Para los fariseos y los esenios, la llegada del reino dependía del propio esfuerzo de cada uno. Sólo llegaría cuando hubiesen realizado su parte, esto es, observar toda la ley, purificar todo el país. Jesús dice lo contrario: «El Reino de Dios ha llegado». Ya estaba allí, entre ellos. Independientemente del esfuerzo hecho. Cuando Jesús dice «El Reino ha llegado», no quiere decir que está por llegar solamente en aquel momento, sino que él ya está allí. Lo que todos esperaban estaba ya presente, en medio del pueblo, y ellos no lo sabían y menos aún lo percibían. (cfr Lc 17,21). Jesús lo percibió porque leía la realidad con otra mirada. Es esta presencia escondida del Reino en medio del pueblo, la que Jesús revela y anuncia a los pobres de su pueblo. Es esta semilla del reino la que recibirá la lluvia de su Palabra y el calor de su Amor.

iii) ¡Cambiar la vida! Algunos traducen: «haced penitencia»; otros: «convertíos» o «arrepentíos». El sentido exacto es cambiar el modo de pensar y de vivir. Para poder percibir esta presencia del Reino la persona debe comenzar a pensar, vivir y actuar de un modo diferente. Debe cambiar la vida y encontrar otro modo de convivencia. Debe dejar aparte el legalismo de la enseñanza de los fariseos y dejar que la nueva experiencia de Dios invada su vida y le dé ojos nuevos para leer y entender los hechos.

iv) ¡Creed la Buena Nueva! No es fácil aceptar el mensaje. No es fácil comenzar a pensar de un modo diferente del que se ha aprendido desde pequeño. Esto es posible a través de un acto de fe. Cuando uno llega con una noticia inesperada, difícil de aceptar, se acepta sólo si la persona que la anuncia es digna de crédito. Y así dirá a los otros: «¡Se puede aceptar! Yo conozco la persona, ella no engaña. Es de confianza, habla con verdad». ¡ Jesús es digno de confianza!

Ampliando las informaciones:

El comienzo de la predicación de la Buena Nueva de Dios hecha por Jesús en Galilea:

La prisión de Juan hace regresar a Jesús y hace que comience el anuncio de la Buena Nueva. Fue un comienzo explosivo y creativo. Jesús recorre la Galilea entera: aldeas, pueblos, ciudades (Mc 1, 39). Visita las comunidades. Cambia incluso de residencia y va a habitar a Cafarnaún (Mc 1, 21; 2,1), ciudad que se encuentra en la encrucijada de caminos, lo que facilitaba la divulgación del mensaje. Casi no se para, se mueve siempre. Los discípulos ellos y ellas, van con Él, de todas partes. A lo largo de las playas, por los caminos, a la montaña, en el desierto, sobre la barca, en las sinagogas, en las casas. Con mucho entusiasmo.

Jesús ayuda al pueblo, ofreciendo diversas clases de servicio: arroja muchos espíritus (Mc 1, 39), cura a los enfermos y afligidos (Mc 1, 34), purifica a los marginados por la ley de la pureza (Mc 1, 40-45), acoge a los marginados y los trata con familiaridad (Mc 2, 15). Anuncia, llama, convoca, atrae, consuela, ayuda. Es una pasión que se revela.

Pasión por el Padre y por el pueblo pobre y abandonado de su tierra. Donde encuentra gente que lo escucha, habla y transmite la Buena Noticia de Dios. Por cualquier parte.

En Jesús, todo es revelado de lo que lo anima por dentro. No sólo anuncia la Buena Noticia del Reino. El mismo es una figura, un testimonio del Reino. En él aparece lo que sucede cuando una persona humana deja que Dios reine, que tome posesión de su vida. Con su modo de vivir y obrar, Jesús revela lo que Dios tenía in mente cuando llamó al pueblo en el tiempo de Abrahán y de Moisés. Jesús disuelve una nostalgia y la convierte en esperanza. De repente aparece claro para el pueblo: «¡Esto era lo que Dios quería, cuando nos llamó a ser su pueblo!» El pueblo gozaba oyendo a Jesús.

Este fue el comienzo del anuncio de la Buena Noticia del Reino que se divulgaba rápidamente por las aldeas de Galilea. Comenzó como una pequeña semilla, pero siguió creciendo hasta convertirse en un gran árbol, donde el pueblo podía encontrar descanso (Mc 4, 31-32). El mismo pueblo se convertía en divulgador de la noticia.

El pueblo de la Galilea quedaba impresionado por la manera que Jesús tenía de enseñar: «Una doctrina nueva enseñada con autoridad, no como los escribas» (Mc 1, 22.27) . Enseñar era lo que más hacía Jesús (Mc 2, 13; 4,1-2; 6,34). Era su costumbre (Mc 10, 1). Más de quince veces el Evangelio de Marcos dice que Jesús enseñaba. Pero Marcos casi nunca dice qué enseñaba Jesús. ¿Quizás no interesaba el contenido?

Depende de lo que entendamos por contenido. Enseñar no es sólo cuestión de enseñar verdades al pueblo. El contenido que Jesús daba se transparentaba no sólo en sus palabras, sino en sus gestos y en el modo de relacionarse con las personas. El contenido nunca está desligado de la persona que lo comunica. Jesús era una persona acogedora (Mc 56, 34). Quería bien al pueblo. La bondad y el amor que envolvía sus palabras hacen parte del contenido. Contenido bueno sin bondad es como leche derramada.

Marcos define el contenido de la enseñanza de Jesús como «Buena Noticia de Dios» (Mc 1, 14). La Buena Noticia que Jesús proclama viene de Dios. Hace ver la experiencia que Jesús mismo tiene de Dios como Padre. Revelar a Dios como Padre es la fuente, el contenido y el destino de la Buena Noticia de Jesús.

6. Salmo 25 (24)

El Dios de Jesús nos llama a la conversión
A ti, Yahvé, dirijo mi anhelo. A ti, Dios mío. En ti confío, ¡no quede defraudado, ni triunfen de mí mis enemigos! El que espera en ti no queda defraudado, queda defraudado el que traiciona sin motivo.
Muéstrame tus caminos, Yahvé, enséñame tus sendas. Guíame fielmente, enséñame, pues tú eres el Dios que me salva. En ti espero todo el día, por tu bondad, Yahvé.
Acuérdate, Yahvé, de tu ternura y de tu amor, que son eternos. De mis faltas juveniles no te acuerdes, acuérdate de mí según tu amor.
Bueno y recto es Yahvé: muestra a los pecadores el camino, conduce rectamente a los humildes y a los pobres enseña su sendero.
Amor y verdad son las sendas de Yahvé para quien guarda su alianza y sus preceptos. Haz gala de tu nombre, Yahvé, y perdona mi culpa, que es grande.
Cuando un hombre respeta a Yahvé, él le indica el camino a seguir; vivirá colmado de dicha, su estirpe poseerá la tierra.
Yahvé se confía a sus adeptos, los va instruyendo con su alianza. Mis ojos están fijos en Yahvé, que sacará mis pies de la trampa.
Vuélvete a mí, tenme piedad, me siento solo y desdichado. La angustia crece en mi corazón, hazme salir de mis tormentos.
Mira mi aflicción y mi penar, perdona todos mis pecados. Mira cuántos son mis enemigos, la violencia del odio que me tienen.
Guarda mi vida, ponme a salvo, no me avergüence por confiar en ti. Integridad y rectitud me ampararán, porque espero en ti, Yahvé. Redime, Dios, a Israel de todas sus angustias.

7. Oración final

Señor Jesús, te damos gracia por tu Palabra que nos ha hecho ver mejor la voluntad del Padre. Haz que tu Espíritu ilumine nuestras acciones y nos comunique la fuerza para seguir lo que Tu Palabra nos ha hecho ver. Haz que nosotros como María, tu Madre, podamos no sólo escuchar, sino también poner en práctica la Palabra. Tú que vives y reinas con el Padre en la unidad del Espíritu Santo por todos los siglos de los siglos. Amén.

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Lectio sáb, 17 feb, 2024

Tiempo de Cuaresma

Oración inicial

Dios todopoderoso y eterno, mira compasivo nuestra debilidad y extiende sobre nosotros tu mano poderosa. Por nuestro Señor.

Lectura del santo Evangelio según Lucas 5,27-32

En aquel tiempo, vio Jesús a un publicano, llamado Leví (Mateo), sentado en su despacho de recaudador de impuestos, y le dijo: “Sígueme”. Él, dejándolo todo, se levantó y lo siguió.

Leví ofreció en su casa un gran banquete en honor de Jesús, y estaban a la mesa, con ellos, un gran número de publicanos y otras personas. Los fariseos y los escribas criticaban por eso a los discípulos, diciéndoles: “¿Por qué comen y beben con publicanos y pecadores?” Jesús les respondió: “No son los sanos los que necesitan al médico, sino los enfermos. No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores, para que se conviertan”.

Reflexión

 El Evangelio de hoy trae el mismo asunto sobre el cual hemos reflexionado ya en enero en el evangelio de Marcos (Mc 2,13-17). Sólo que esta vez está sacado del Evangelio de Lucas y es bien abreviado, concentrando la atención en la cena principal que es el llamado y la conversión de Leví y la conversión que esto supone para nosotros que estamos entrando en la cuaresma.

Jesús llama a un pecador para ser discípulo. Jesús llama a Leví, un publicano, e este, inmediatamente, lo deja todo, sigue a Jesús y empieza a hacer parte del grupo de los discípulos. Enseguida Lucas dice que Leví preparó un gran banquete en su casa. En Marcos, parecía que el banquete era en la casa de Jesús. Lo que importa es la insistencia en la comunión de mesa de Jesús con los pecadores, lo cual estaba prohibido.

Jesús vino no para los justos, sino para los pecadores. El gesto de Jesús provocó la rabia de las autoridades religiosas. Estaba prohibido comer con publicanos y pecadores, pues sentarse a la mesa con alguien era lo mismo que tratarle como hermano. Con su gesto Jesús estaba acogiendo a los excluidos como hermanos de la misma familia de Dios. En vez de hablar directamente con Jesús, los escribas de los fariseos hablan con los discípulos: ¡Qué! ¿Él come con los pecadores y publicanos? Jesús responde: No necesitan médico los que están, sino los que están mal. No he venido a llamar a justos, sino a pecadores. Es la conciencia de su misión que ayuda a encontrar la respuesta y a indicar el rumbo para el anuncio de la Buena Nueva de Dios. El vino para reunir a la gente dispersa, para reintegrar a los que han sido excluidos, para revelar que Dios no es un juez severo que condena y expulsa, sino un Pare/Madre que acoge y abraza.

Para la reflexión personal

Jesús acoge e incluye a las personas. ¿Cuál es mi actitud?
El gesto de Jesús revela la experiencia que tiene de Dios como Padre. ¿Cuál es la imagen de Dios que se irradia para los demás a través de mi comportamiento?

Oración final

Presta oído, Yahvé, respóndeme, que soy desventurado y pobre; guarda mi vida, que yo te amo, salva a tu siervo, confío en ti. (Sal 86,1-2)

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Lectio vie, 16 feb, 2024

Tiempo de Cuaresma

Oración inicial

Confírmanos, Señor, en el espíritu de penitencia con que hemos empezado la Cuaresma; y que la austeridad exterior que practicamos vaya siempre acompañada por la sinceridad de corazón. Por nuestro Señor.

Lectura del santo Evangelio según Mateo 9,14-15

En aquel tiempo, los discípulos de Juan fueron a ver a Jesús y le preguntaron: “¿Por qué tus discípulos no ayunan, mientras nosotros y los fariseos sí ayunamos?” Jesús les respondió: “¿Cómo pueden llevar luto los amigos del esposo, mientras él está con ellos? Pero ya vendrán días en que les quitarán al esposo, y entonces sí ayunarán”.

Reflexión

El evangelio de hoy es una versión abreviada del evangelio que ya meditamos en enero, donde se nos proponía el mismo asunto del ayuno (Mc 2,18-22), pero con una pequeña diferencia. La liturgia de hoy omite todo lo relativo al remiendo nuevo en trapo viejo y sobre el vino nuevo en pellejos viejos (Mt 9,16-17), y concentra su atención en el ayuno.

Jesús no insiste en la práctica del ayuno. El ayuno es una costumbre muy antigua, practicada en casi todas las religiones. Jesús mismo lo practicó durante cuarenta días (Mt 4,2). Pero él no insiste con los discípulos para que hagan lo mismo. Les deja libertad. Por esto, los discípulos de Juan Bautista y de los fariseos, que eran obligados a ayudar, quieren saber por qué Jesús no insiste en el ayuno.

En cuanto al novio, cuando está con ellos no precisan ayunar. Jesús responde con una comparación. En cuanto el novio está con los amigos del novio, esto es, durante la fiesta de bodas, no precisan ayunar. Jesús se considera el novio. Los discípulos son los amigos del novio. Durante el tiempo en que él, Jesús, está con los discípulos, hay fiesta de bodas. Llegará el día en que el novio no estará. En ese tiempo, si ellos quieren, podrán ayunar. En esta frase Jesús alude a su muerte. Sabe y siente que, si continúa por este camino de libertad, las autoridades religiosas querrán matarlo.

El ayuno y la abstinencia de la carne son prácticas universales y bien actuales. Los musulmanes tienen el ayuno del mes de Ramadán, durante el cual no comen ni beben, desde el amanecer hasta el anochecer del sol. Cada vez más, las personas, por motivos diversos, se imponen a sí mismas alguna forma de ayuno. El ayuno es un medio importante para llegar a un dominio de sí mismo, a un autocontrol, como existe en casi todas las religiones y como es apreciado por todos los deportistas.

La Biblia hace mucha referencia al ayuno. Era una forma de hacer penitencia y provocar la conversión. A través de la práctica del ayuno, los cristianos imitaban a Jesús que ayunó cuarenta días. El ayuno apunta a alcanzar la libertad de mente, el control de sí, una visión crítica de la realidad. Es un instrumento para mantener libre la mente y para no dejarse llevar por cualquier viento. A través del ayuno, la claridad de mente aumenta. Y es, además, una forma para cuidar mejor la salud. El ayuno puede ser una forma de identificación con los pobres que están forzados el año entero y raramente comen carne. Existe el ayuno como protestación.

A pesar de que hoy no se practica el ayuno ni la abstinencia, el objetivo que estaba en la base de esta práctica continúa inalterada como fuerza que debe animar nuestra vida: participar en la pasión, muerte y resurrección de Jesús. Dar la vida para poder poseerla en Dios. Tomar conciencia de que el compromiso con el Evangelio es un viaje sin retorno, que exige perder la vida para poderla poseer y reencontrar todo en total libertad.

Para la reflexión personal

¿Qué formas de ayunos practica usted? Y si no lo hace ¿de qué forma podría hacerlo?
El ayuno ¿cómo puede ayudarme a prepararme mejor para la fiesta de pascua?

Oración final

Piedad de mí, oh, Dios, por tu bondad, por tu inmensa ternura borra mi delito, lávame a fondo de mi culpa, purifícame de mi pecado. (Sal 51,3-4)

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Lectio jue, 15 feb, 2024

Tiempo de Cuaresma

Oración inicial

Señor, que tu gracia inspire, sostenga y acompañe nuestras obras, para que nuestro trabajo comience en ti, como en su fuente, y tienda siempre a ti, como a su fin. Por nuestro Señor.

Lectura del santo Evangelio según Lucas 9,22-25

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Es necesario que el Hijo del hombre sufra mucho, que sea rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, que sea entregado a la muerte y que resucite al tercer día”.
Luego, dirigiéndose a la multitud, les dijo: “Si alguno quiere acompañarme, que no se busque a sí mismo, que tome su cruz de cada día y me siga.
Pues el que quiera conservar para sí mismo su vida, la perderá; pero el que la pierda por mi causa, ése la encontrará. En efecto, ¿de qué le sirve al hombre ganar todo el mundo, si se pierde a sí mismo o se destruye?”

Reflexión

Ayer hemos empezado la Cuaresma. Hasta ahora la liturgia diaria seguía el evangelio de Marcos, paso a paso. A partir de ayer y hasta el día de Pascua, la secuencia de las lecturas diarias será dada por la tradición antigua de la cuaresma con sus lecturas propias, ya fijas, que nos ayudarán a entrar en el espíritu de la cuaresma y en la preparación de la Pascua. Ya desde el primer día, la perspectiva es la Pasión, la Muerte y Resurrección y el significado de este misterio para nuestra vida. Es lo que nos propone el texto bien breve del evangelio de hoy. El texto habla de pasión, muerte y resurrección de Jesús y afirma que el seguimiento de Jesús implica cargar con la cruz detrás de Jesús.

Poco antes en Lucas 9,18-21, Jesús había preguntado: “¿Quién dice la gente que soy?”. Ellos respondieron relatando las diversas opiniones: “Juan Bautista, Elías o uno de los antiguos profetas”. Después de oír las opiniones de los demás, Jesús pregunta: “Y vosotros ¿quién decís que soy?” Pedro respondió: “¡El Cristo de Dios!”, es decir, el señor es aquel que el pueblo ¡está esperando! Jesús concordó con Pedro, pero prohibió de hablar sobre esto a la gente. ¿Por qué Jesús lo prohíbe? Es que en aquel tiempo todos esperaban al mesías, pero cada uno a su manera: algunos como rey, otros como sacerdote, doctor, guerrero, juez, o profeta. Jesús piensa de forma distinta. Se identifica como el mesías servidor y sufriente, anunciado por Isaías (Is 42,1-9; 52,13-53,12).

El primer anuncio de la pasión. Jesús comienza a enseñar que él es el Mesías Servidor y afirma que, como Mesías Servidor anunciado por Isaías, será preso y morirá en el ejercicio de su misión de justicia (Is 49,4-9; 53,1-12). Lucas acostumbra a seguir el evangelio de Marcos, mas aquí omite la reacción de Pedro que desaconsejaba a Jesús pensar en el mesías sufriente y omite también la dura respuesta: “¡Lejos de mí, Satanás, porque no piensas las cosas de Dios, sino de los hombres!” Satanás es una palabra hebraica que significa acusador, aquel que aleja a los demás del camino de Dios. Jesús no permite que Pedro lo aleje de su misión.

Condiciones para seguir a Jesús. Jesús saca las conclusiones que valen hasta hoy: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y me siga. En aquel tiempo, la cruz era la pena de muerte que el imperio romano castiga a los criminales marginales. Tomar la cruz y cargarla en pos de Jesús era lo mismo que aceptar ser marginado por el sistema injusto que legitimaba la injusticia. Era lo mismo que romper con el sistema. Como decía Pablo en la carta a los Gálatas: “El mundo quedó crucificado para mí y yo para el mundo” (Gl 6,14). La Cruz no es fatalismo, ni es exigencia del Padre. La Cruz es la consecuencia del compromiso libremente asumido por Jesús de revelar la Buena Nueva de que Jesús es Padre y que, por tanto, todos y todas deben ser aceptados y tratados como hermanos y hermanas. Por causa de este anuncio revolucionario, fue perseguido y no tuvo miedo a dar su vida. No hay mayor amor que dar la vida por los hermanos.

Para la reflexión personal

Todos esperaban al mesías, cada uno a su manera. ¿Cuál es el mesías que yo espero o que la gente espera?
La condición para seguir a Jesús es la cruz. ¿Cómo me sitúo ante las cruces de la vida?

Oración final

Feliz quien no sigue consejos de malvados ni anda mezclado con pecadores ni en grupos de necios toma asiento, sino que se recrea en la ley de Yahvé, susurrando su ley día y noche. (Sal 1,1-2)

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Lectio mié, 14 feb, 2024

Miércoles de Ceniza

El significado de la oración, de la limosna y del ayuno Cómo utilizar bien el tiempo de la Cuaresma

Oración inicial

Señor Jesús, envía tu Espíritu, para que Él nos ayude a leer la Biblia en el mismo modo con el cual Tú la has leído a los discípulos en el camino de Emaús. Con la luz de la Palabra, escrita en la Biblia, Tú les ayudaste a descubrir la presencia de Dios en los acontecimientos dolorosos de tu condena y muerte. Así, la cruz, que parecía ser el final de toda esperanza, apareció para ellos como fuente de vida y resurrección.

Crea en nosotros el silencio para escuchar tu voz en la Creación y en la Escritura, en los acontecimientos y en las personas, sobre todo en los pobres y en los que sufren. Tu palabra nos oriente a fin de que también nosotros, como los discípulos de Emaús, podamos experimentar la fuerza de tu resurrección y testimoniar a los otros que Tú estás vivo en medio de nosotros como fuente de fraternidad, de justicia y de paz. Te lo pedimos a Ti, Jesús, Hijo de María, que nos has revelado al Padre y enviado tu Espíritu. Amén.

Lectura

Clave de lectura:

El evangelio de este Miércoles de Ceniza está sacado del Sermón de la Montaña y quiere ofrecernos una ayuda para hacernos entender cómo practicar las tres obras de piedad: oración, limosna y ayuno y cómo utilizar bien el tiempo de Cuaresma. El modo de cumplir estas tres obras ha cambiado mucho a través de los siglos, según las culturas y costumbres de los pueblos y la salud de las personas. Hoy las personas más ancianas recuerdan el ayuno severo y obligatorio de cuarenta días durante toda la cuaresma. A pesar de los cambios en el modo de practicar las obras de piedad, queda la obligación humana y cristiana (i) de compartir nuestros bienes con los pobres (limosna), (ii) de vivir en contacto con el Creador (oración) y (iii) de saber controlar nuestro ímpetu y nuestros deseos (ayuno). Las palabras de Jesús que meditamos pueden hacer surgir en nosotros la creatividad necesaria para encontrar nuevas formas para vivir estas tres prácticas tan importantes de la vida cristiana.

Una división del texto para ayudarnos en su lectura:
Mateo 6,1: La clave general para entender la enseñanza que sigue Mateo 6, 2: Cómo no hacer limosna
Mateo 6,3-4: Cómo hacer limosna Mateo 6,5: Cómo no orar
Mateo 6,6: Cómo orar
Mateo 6,16. Cómo no hacer ayuno Mateo 6,17-18: Cómo hacer ayuno

Texto:
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Tengan cuidado de no practicar sus obras de piedad delante de los hombres para que los vean. De lo contrario, no tendrán recompensa con su Padre celestial.
Por lo tanto, cuando des limosna, no lo anuncies con trompeta, como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles, para que los alaben los hombres. Yo les aseguro que ya recibieron su recompensa. Tú, en cambio, cuando des limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace la derecha, para que tu limosna quede en secreto; y tu Padre, que ve lo secreto, te recompensará.
Cuando ustedes hagan oración, no sean como los hipócritas, a quienes les gusta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas, para que los vea la gente. Yo les aseguro que ya recibieron su recompensa. Tú, en cambio, cuando vayas a orar, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora ante tu Padre, que está allí, en lo secreto; y tu Padre, que ve lo secreto, te recompensará.
Cuando ustedes ayunen, no pongan cara triste, como esos hipócritas que descuidan la apariencia de su rostro, para que la gente note que están ayunando. Yo les aseguro que ya recibieron su recompensa. Tú, en cambio, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara, para que no sepa la gente que estás ayunando, sino tu Padre, que está en lo secreto; y tu Padre, que ve lo secreto, te recompensará».

Un momento de silencio orante

para que la Palabra de Dios pueda entrar en nosotros e iluminar nuestra vida.

Algunas preguntas

para ayudarnos en la meditación y en la oración.
¿Cuál es el punto del texto que más te ha llamado la atención o que te ha gustado más?
¿Cómo entender la advertencia inicial hecha por Jesús?
¿Qué critica y qué enseña Jesús sobre la limosna? Haz un resumen para ti
¿Qué critica y qué enseña Jesús sobre la oración? Haz un resumen para ti
¿Qué critica y que enseña Jesús sobre el ayuno? Haz un resumen para ti

Para aquellos que quisieran profundizar más en el tema

Contexto:

Jesús habla de tres cosas: la limosna (Mt 6,1-6), la oración (Mt 6,5-15) y el ayuno (Mt 6,16- 18). Eran las tres obras de piedad de los judíos. Jesús critica el hecho de que practican la piedad para ser vistos de los hombres (Mt 6,1). No permite que la práctica de la justicia y de la piedad se use como un medio de promoción social en la comunidad (Mt 6,2.5.16). En las palabras de Jesús aparece un nuevo tipo de relación con Dios que se abre para nosotros. Él dice: “Tu Padre que ve en el secreto te recompensará” (Mt 6,4). “Vuestro Padre que conoce vuestras necesidades antes de que le pidáis cualquier cosa” (Mt 6,8). “Si perdonáis a los hombres sus faltas, también vuestro Padre celestial os perdonará” (Mt 6,14). Jesús nos ofrece un nuevo camino de acceso al corazón de Dios. La meditación de sus palabras referentes a las obras de piedad podrá ayudarnos a descubrir este nuevo camino.

Comentario del texto

Mateo 6,1: La clave general para entender la enseñanza que sigue

Jesús dice: “Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres, para ser vistos por ellos; de lo contrario no tendréis recompensa de vuestro Padre que está en los cielos”. La justicia de la que habla Jesús consiste en conseguir el lugar donde Dios nos quiere. El camino para llegar allí está expresado en la Ley de Dios. Jesús avisa del hecho de que no se debe observar la ley para ser elogiados de los hombres. Antes había dicho: “Si vuestra justicia no supera la justicia de los doctores de la ley y de los fariseos, no entraréis en el Reino de los cielos” (Mt 5,26). Cuando leemos esta frase, no debemos pensar sólo en los fariseos del tiempo de Jesús, sino más bien en el fariseo que duerme en cada uno de nosotros. Si José, esposo de María, hubiese seguido la justicia de la ley de los fariseos, hubiera debido denunciar a María. Pero él era “justo” (Mt 1,19), poseía ya la nueva justicia anunciada por Jesús. Por esto transgredió la antigua ley y salva la vida de María y de Jesús. La nueva justicia anunciada por Jesús reposa sobre otra base, sale de otra fuente. Debemos construir nuestra seguridad desde dentro, no en lo que nosotros hacemos por Dios, sino en lo que Dios hace por nosotros. Y esta es la clave principal para entender la enseñanza de Jesús sobre las obras de piedad. En todo lo que sigue, Mateo aplica este principio general a la práctica de la limosna, de la oración y del ayuno. Desde el punto de vista didáctico, primero dice cómo no debe ser, y luego enseguida enseña cómo debe ser.

Mateo 6,2: Cómo no hacer limosna

El modo errado de hacer limosna, sea en tiempos pasados como hoy, es el de usar un modo vistoso, para ser reconocido y aclamado por los otros. A veces sobre los bancos de la iglesia se ven escritas estas palabras: “Obsequio de la familia tal”. En televisión, a los políticos les gusta mostrarse como grandes benefactores de la humanidad en las inauguraciones de obras públicas al servicio de la comunidad. Jesús dice: “ Aquellos que así obran, ya han recibido su recompensa”.

Mateo 6,3-4: Cómo hacer limosna

El modo correcto de hacer limosna es éste: “Que tu mano izquierda no sepa lo que hace la derecha”. O sea, debo dar limosna de tal modo que ni yo tenga la sensación de estar haciendo una cosa buena, que merece una recompensa por parte de Dios y elogio por parte de los hombres. La limosna es una obligación. Es una forma de compartir algo que tengo, con aquéllos que no tienen nada. En una familia, lo que es de uno es de todos. Jesús elogia el ejemplo de la viuda, que daba hasta lo que le era necesario (Mc 12,44).

Mateo 6,5: Cómo no orar

Hablando de algunos modos equivocados de orar, Jesús menciona algunos usos y costumbres raras de aquella época. Cuando se tocaba la trompeta para la oración de la mañana, del mediodía o de la tarde, había gente que le gustaba encontrarse en mitad de la calle para orar solemnemente con los brazos abiertos haciéndose así ver de todos y ser considerados, de esta forma, como gente piadosa. Otros en la sinagoga, asumían posturas extravagantes, para llamar la atención de la comunidad.

Mateo 6,6: Cómo orar

Para no dejarnos dudas, Jesús exagera sobre cómo orar. Dice que se necesita orar, en secreto, solo delante de Dios Padre. Ninguno te verá. Incluso, para los otros, tú serás alguien que no reza. ¡No importa! También de Jesús dijeron: “No es de Dios”. Y esto porque Jesús oraba mucho de noche y no le importaba la opinión de los demás. Lo que importa es tener la conciencia en paz y tener la certeza de que Dios es el Padre que me acoge y no a partir de lo que hago por Dios o a partir de la satisfacción que busco en el hecho de que otros me aprecian como una persona pía que ora.

Mateo 6,16: Cómo no ayunar

Jesús critica las prácticas equivocadas del ayuno. Había gente que se desfiguraban el rostro, no se lavaban, usaban vestidos rotos, no se peinaban, de modo que todos pudiesen ver que estaban ayunando y de un modo perfecto.

Mateo 6,17-18: Cómo ayunar

Jesús recomendaba lo contrario. Cuando tú ayunes derrama perfume sobre tu cabeza, lávate la cara, de modo que ninguno se dé cuenta de que estás ayunando, sino sólo tu Padre que está en los cielos. Como decíamos antes, se trata de un camino nuevo de acceso al corazón de Dios que se abre delante de nosotros. Jesús, para asegurarnos interiormente, no pide lo que nosotros hacemos por Dios, sino más bien lo que Dios hace por nosotros. La limosna, la oración y el ayuno no son dineros para comprar el favor de Dios, sino sólo la respuesta de gratitud al amor recibido y experimentado.

Ampliando conocimientos:

El contexto más amplio del Evangelio de Mateo

 El Evangelio de Mateo ha sido escrito para una comunidad de judíos convertidos que estaban atravesando una crisis profunda de identidad, con relación a su pasado. Después de convertirse a Jesús, habían continuado viviendo según sus antiguas tradiciones y frecuentaban las sinagogas, junto con los parientes y amigos, como antes. Pero sufrían, a causa de una fuerte presión por parte de los amigos judíos que no aceptaban a Jesús como Mesías. Esta tensión aumentó después de los años setenta. Cuando, en el 66 d. de Cristo, explotó la revuelta de los judíos contra Roma, dos grupos no quisieron participar, el grupo de los fariseos y el grupo de los judíos cristianos. Ambos grupos sostenían que ir contra Roma no tenía nada que ver con la venida del Mesías, como otros defendían. Después de la destrucción de Jerusalén por parte de los romanos en el 70, los otros grupos judíos desaparecieron todos. Quedaron sólo los fariseos y los judíos cristianos. Ambos pretendían ser los herederos de las promesas de los profetas, y por esto, aumentaba la tensión entre los hermanos a causa de la herencia. Los fariseos reorganizaron el resto del pueblo y tomaron posición cada vez más encontrada contra los cristianos, que acabaron por ser excomulgados de la sinagoga. Esta excomunicación reabrió todo el problema de la identidad. Ahora los cristianos eran de modo oficial y formal separados del pueblo de las promesas. No podían frecuentar más sus sinagogas y sus rabinos. Y ellos se preguntaban: “¿Quién es el verdadero pueblo de Dios ellos o nosotros?” ¿Es Jesús verdaderamente el Mesías? Mateo, por tanto, escribe su evangelio (1) para este grupo de cristianos, como un evangelio de consolación para aquéllos que estaban excomulgados y perseguidos por los judíos: ayudándoles a superar el trauma de la rotura; (2) como un evangelio de revelación, mostrando que Jesús es el verdadero Mesías, el nuevo Moisés, que cumple las promesas; (3) como un evangelio de nueva práctica, mostrando cómo deben hacer para llegar a la verdadera justicia, mucho mayor que la justicia de los fariseos.

Una clave para el Sermón de la Montaña

El Sermón de la Montaña es el primero de los cinco discursos del Evangelio de Mateo. Describe las condiciones que permiten a una persona el poder entrar en el Reino de Dios: la puerta de entrada, la nueva lectura de la ley, el modo nuevo de ver y practicar las obras de piedad; el modo nuevo de vivir en comunidad. En una palabra, en el Sermón de la Montaña, Jesús comunica el modo nuevo de mirar las cosas de la Vida y del Reino. Se trata de una división que sirve de clave de lectura:

Mt 5,1-16: La puerta de entrada

Mt 5,1-10: Las ocho Bienaventuranzas ayudan a percibir donde el Reino está ya presente (Mt entre los pobres y perseguidos) y donde estará en breve (Mt entre los otros seis grupos).

Mt 5,12-16: Jesús dirige palabras de consuelo a los discípulos y avisa: aquél que viva las bienaventuranzas será perseguido (Mt 5,11-12), pero su vida tendrá un sentido, un significado, porque será sal de la tierra (Mt 5,13) y luz del mundo (Mt 5,14-16).

Mt 5,17 al 6,18: La nueva relación con Dios: Una nueva Justicia

Mt 5,17-48: La nueva justicia debe superar la justicia de los fariseos

Jesús radicalizaba la ley, o sea, la llevaba a su raíz, a su objetivo principal y último que es servir la vida, la justicia, el amor y la verdad. Los mandamientos de la ley indican un nuevo camino de vida, evitado por los fariseos (Mt 5,17-20).

De pronto Jesús presenta varios ejemplos de cómo deben ser entendidos los mandamientos de la Ley de Dios dada por Moisés: antiguamente se os dijo, pero yo os digo ((Mt 5,21- 48).

 Mt 6,1-18: La nueva justicia no debe buscar recompensa o mérito (Es el evangelio de este Miércoles de Ceniza)

Mt 6,19-34: La nueva relación con los bienes de la tierra: una nueva visión de la creación

Afronta las necesidades primarias de la vida: alimentos, vestidos, casa, salud. Es la parte de la vida que produce más angustias en las personas. Jesús enseña cómo relacionarse con los bienes materiales y con las riquezas de la tierra: no acumular bienes (Mt 6,19-21), no mirar al mundo con mirada afligida (Mt 6,22-23), no servir a Dios y al dinero al mismo tiempo (Mt 6, 24), no preocuparse por lo que comeremos o beberemos (Mt 6,23-34).

Mt 7,1-29: La nueva relación con las personas: una nueva vida en comunidad

No buscar la paja en el ojo de tu hermano (Mt 7,1-15), no echar las perlas a los puercos (Mt 7,6); no tener miedo de buscar las cosas de Dios (Mt 7,7-11); la regla de oro (Mt 7,12); escoger el camino estrecho y difícil (Mt 7, 13-14) ; poner atención a los falsos profetas (Mt 7,15-20); no sólo hablar sino obrar (Mt 7,21-23); la comunidad construida sobre esta base estará segura, en pie, a pesar de la tempestad (Mt 7,24-27) . El resultado de estas palabras es una nueva conciencia delante de los escribas y fariseos (Mt 7,28-29).

Oración de un Salmo: Salmo 40 (39)

Dichoso será el hombre
que pone en Yahvé su confianza, Anunciar la gran justicia de Dios Yo esperaba impaciente a Yahvé: hacia mí se inclinó
y escuchó mi clamor. Me sacó de la fosa fatal, del fango cenagoso;
asentó mis pies sobre roca, afianzó mis pasos.
Puso en mi boca un cántico nuevo, una alabanza a nuestro Dios; muchos verán y temerán,
y en Yahvé pondrán su confianza.
Y no se va con los rebeldes que andan tras los ídolos.
¡Cuántas maravillas has hecho, Yahvé, Dios mío,
cuántos designios por nosotros; nadie se te puede comparar!
Quisiera publicarlos, pregonarlos,
mas su número es incalculable.
No has querido sacrificio ni oblación, pero me has abierto el oído;
no pedías holocaustos ni víctimas, dije entonces: «Aquí he venido».
Está escrito en el rollo del libro que debo hacer tu voluntad.
Y eso deseo, Dios mío, tengo tu ley en mi interior. He proclamado tu justicia ante la gran asamblea;
no he contenido mis labios, tú lo sabes, Yahvé.
No he callado tu justicia en mi pecho, he proclamado tu lealtad, tu salvación; no he ocultado tu amor y tu verdad
a la gran asamblea.
Y tú, Yahvé, no retengas tus ternuras hacia mí.
Que tu amor y lealtad me guarden incesantes.
Pues desdichas me envuelven en número incontable.
Mis culpas me dan caza y ya no puedo ver;
más numerosas que mis cabellos, y me ha faltado coraje.
los que me insultan: «Ja, ja».
¡En ti gocen y se alegren
¡Dígnate, Yahvé, librarme; Yahvé, corre en mi ayuda!
¡Queden confusos y humillados los que intentan acabar conmigo!
¡Retrocedan confundidos los que desean mi mal!
Queden corridos de vergüenza todos los que te buscan!
¡Digan sin cesar: «Grande es Yahvé» los que ansían tu victoria!
Aunque soy pobre y desdichado, el Señor se ocupará de mí.
Tú eres mi auxilio y libertador,
¡no te retrases, Dios mío!

Oración final

Señor Jesús, te damos gracia por tu Palabra que nos ha hecho ver mejor la voluntad del Padre. Haz que tu Espíritu ilumine nuestras acciones y nos comunique la fuerza para seguir lo que Tu Palabra nos ha hecho ver. Haz que nosotros como María, tu Madre, podamos no sólo escuchar, sino también poner en práctica la Palabra. Tú que vives y reinas con el Padre en la unidad del Espíritu Santo por todos los siglos de los siglos. Amén.

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Lectio mar, 13 feb, 2024

Tiempo Ordinario

Oración inicial

Señor, tú que te complaces en habitar en los rectos y sencillos de corazón; concédenos vivir por tu gracia de tal manera, que merezcamos tenerte siempre con nosotros. Por nuestro Señor.

Lectura del santo Evangelio según Marcos 8,14-21

En aquel tiempo, cuando los discípulos iban con Jesús en la barca, se dieron cuenta de que se les había olvidado llevar pan; sólo tenían uno. Jesús les hizo esta advertencia: «Fíjense bien y cuídense de la levadura de los fariseos y de la de Herodes». Entonces ellos comentaban entre sí: «Es que no tenemos panes».

Dándose cuenta de ello, Jesús les dijo: «¿Por qué están comentando que no trajeron panes? ¿Todavía no entienden ni acaban de comprender? ¿Tan embotada está su mente? ¿Para qué tienen ustedes ojos, si no ven, y oídos, si no oyen? ¿No recuerdan cuántos canastos de sobras recogieron, cuando repartí cinco panes entre cinco mil hombres?» Ellos le contestaron: «Doce». Y añadió: «¿Y cuántos canastos de sobras recogieron cuando repartí siete panes entre cuatro mil?» Le respondieron: «Siete». Entonces él dijo: «¿Y todavía no acaban de comprender?»

Reflexión

El evangelio de ayer hablaba del malentendido entre Jesús y los fariseos. El evangelio de hoy habla del malentendido entre Jesús y los discípulos y muestra como la “levadura de los fariseos y de Herodes” (religión y gobierno), se había infiltrado también en la cabeza de los discípulos hasta el punto de que no fueron capaces de acoger la Buena Nueva.

 Marcos 8,14-16: Cuidado con la levadura de los fariseos y de Herodes. Jesús advierte a los discípulos: “Guardaos de la levadura de los fariseos y de Herodes”. Pero ellos no entendían las palabras de Jesús. Piensan que habla así porque habían olvidado comprar el pan. Jesús dice una cosa y ellos entienden otra. Este desencuentro era el resultado de la influencia insidiosa de la “levadura de los fariseos” en la cabeza y en la vida de los discípulos.

Marcos 8,17-18ª: Las preguntas de Jesús. Ante esta falta casi total de percepción en los discípulos, Jesús hace una serie de preguntas rápidas, sin esperar una respuesta. Preguntas duras que evocan cosas muy serias y revelan una total incomprensión por parte de los discípulos. Por increíble que parezca, los discípulos llegaron a un punto en que no se diferenciaban de los enemigos de Jesús. Anteriormente, Jesús se había quedado triste con la “dureza de corazón” de los fariseos y de los herodianos (Mc 3,5). Ahora, los discípulos mismos tenían un “corazón endurecido” (Mc 8,17). Anteriormente, “los de fuera” (Mc 4,11) no entendían las parábolas, porque “tenían ojos y no veían oídos y escuchaban” (Mc 4,12). Ahora, los discípulos mismos no entendían nada, porque “tienen ojos y no ven, oídos y no oyen” (Mc 8,18). Además de esto, la imagen del “corazón endurecido” evocaba la dureza del corazón de la gente del AT que siempre se desviaba del camino. Evocaba asimismo el corazón endurecido del faraón que oprimía y perseguía al pueblo (Ex 4,21; 7,13; 8,11.15.28; 9,7…). La expresión “tienen ojos y no ven, oídos y no oyen” evocaba no sólo a la gente sin fe, criticada por Isaías (Is 6,9-10), sino que también a los adoradores de los falsos dioses, de los cuales el salmo decía: “Tienen ojos y no ven, tienen oídos y no oyen” (Sal 115,5- 6).

Marcos 18b-21: Las dos preguntas sobre el pan. Las dos preguntas finales son sobre la multiplicación de los panes: ¿Cuántos cestos recogieron la primera vez? ¡Doce! Y ¿la segunda? ¡Siete! Como los fariseos, también los discípulos, a pesar de haber colaborado activamente en la multiplicación de los panes, no llegaron a comprender su significado. Jesús termina: «¿Aún no entendéis?» La forma que Jesús tiene de lanzar estas preguntas, una después de otra, casi sin esperar respuesta, parece una ruptura. Revela un desencuentro muy grande. ¿Cuál es la causa de este desencuentro?

La causa del desencuentro entre Jesús y los discípulos. La causa del desencuentro entre Jesús y los discípulos no fue su mala voluntad. Los discípulos no eran como los fariseos. Estos también no entendían, pero en ellos había malicia. Se servían de la religión para criticar y condenar a Jesús (Mc 2,7.16.18.24; 3,5.22-30). Los discípulos, por el contrario, eran buena gente. No tenían mala voluntad. Pues, aún siendo víctimas de la “levadura de los fariseos y de los herodianos”, no estaban interesados en defender el sistema de los fariseos y de los herodianos en contra de Jesús. Entonces, ¿cuál era la causa? La causa del desencuentro entre Jesús y los discípulos tenía que ver con la esperanza mesiánica. Había entre los judíos una gran variedad de expectativas mesiánicas. De acuerdo con las diversas interpretaciones de las profecías, había gente que esperaba a un Mesías Re (cf. Mc 15,9.32). Otros, a un Mesías Santo o Sacerdote (cf. Mc 1,24). Otros, a un Mesías Guerrillero subversivo (cf Lc 23,5; Mc 15,6; 13,6-8). Otros, a un Mesías Doctor (cf. Jn 4,25; Mc 1,22.27). Otros, a un Mesías Juez (cf. Lc 3,5-9; Mc 1,8). Otros, a un Mesías Profeta (6,4; 14,65). A lo que parece, nadie esperaba a un Mesías Siervo, anunciado por el profeta Isaías (Is 42,1; 49,3; 52,13). Ellos no daban valor a la esperanza mesiánica como servicio del pueblo de Dios a la humanidad. Cada cual, según sus propios intereses y según su clase social, esperaba al Mesías, queriendo encajarlo en su propia esperanza. Por esto, el título Mesías, dependía de las personas o de la posición social, podía significar cosas bien diferentes. ¡Había mucha confusión de ideas! Es en esta actitud de Siervo que está la llave que va a encender una luz en la oscuridad de los discípulos y que los ayudará a convertirse. Solamente aceptando al Mesías como el Siervo sufriente de Isaías, ellos serán capaces de abrir los ojos y comprender el Misterio de Dios en Jesús.

Para la reflexión personal

¿Cuál es hoy la levadura de los fariseos y de Herodes para nosotros? ¿Qué significa hoy, para mí, tener el “corazón endurecido”?
La levadura de Herodes y de los fariseos impedía a los discípulos entender la Buena Nueva. La propaganda de la televisión ¿nos impide hoy entender la Buena Nueva de Jesús?

Oración final

Cuando digo: «Vacila mi pie», tu amor, Yahvé, me sostiene; en el colmo de mis cuitas interiores, tus consuelos me confortan por dentro. (Sal 94,18-19)

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Lectio lun, 12 feb, 2024

Tiempo Ordinario

Oración inicial

Señor, tú que te complaces en habitar en los rectos y sencillos de corazón; concédenos vivir por tu gracia de tal manera, que merezcamos tenerte siempre con nosotros. Por nuestro Señor.

Lectura del santo Evangelio según Marcos 8,11-13

En aquel tiempo, se acercaron a Jesús los fariseos y se pusieron a discutir con él, y para ponerlo a prueba, le pedían una señal del cielo. Jesús suspiró profundamente y dijo: «¿Por qué esta gente busca una señal? Les aseguro que a esta gente no se le dará ninguna señal».
Entonces los dejó, se embarcó de nuevo y se fue a la otra orilla.

Reflexión

Marcos 8,11-13: Los fariseos piden un signo del cielo. El Evangelio de hoy presenta una discusión de los fariseos con Jesús. Al igual que Moisés en el Antiguo Testamento, Jesús había dado de comer al pueblo en el desierto, realizando la multiplicación de los panes (Mc 8,1-10). Señal de que se presentaba ante el pueblo como un nuevo Moisés. Pero los fariseos no fueron capaces de percibir el significado de la multiplicación de los panes. Comenzaron a discutir con Jesús y piden un signo “venido del cielo”. No habían entendido nada de lo que Jesús había hecho. “Jesús suspira profundamente”, probablemente de desahogo y de tristeza ante una ceguera tan grande. Y concluye “¡No se dará a esta generación ningún signo!” Los dejó y se fue a la otra orilla del lago. No sirve de nada mostrar una linda pintura a quien no quiere abrir los ojos. ¡Quien cierra los ojos no puede ver!

El peligro de la ideología dominante. Aquí se percibe claramente la “levadura de Herodes y de los fariseos” (Mc 8,15), la ideología dominante de la época, hacía perder a las personas la capacidad de analizar con objetividad los eventos. Esa levadura venía de lejos y hundía sus profundas raíces en la vida de la gente. Llegó a contaminar la mentalidad de los discípulos y en ellos se manifestaba de muchas maneras. Con la formación que Jesús les daba él trataba de luchar en contra de esa levadura y de erradicarla.

He aquí algunos ejemplos de esta ayuda fraterna de Jesús a los discípulos. a) Mentalidad de grupo cerrado. Un cierto día, alguien que no era de la comunidad, usó el nombre de Jesús para expulsar demonios. Juan vio y prohibió: “Se lo impedimos porque no es de los nuestros” (Mc 9,38). Juan pensaba tener monopolio sobre Jesús y quería prohibir que otros usasen su nombre para hacer el bien. Quería una comunidad encerrada en sí misma. Era la levadura del «¡Pueblo elegido, Pueblo separado!». Jesús responde: «¡No lo impidáis!… ¡Quien no está en contra está por nosotros!» (Mc 9,39-40). b) Mentalidad de grupo que se considera superior a los otros. Una vez, los samaritanos no quisieron acoger a Jesús. La reacción de algunos discípulos fue inmediata: “¡Que un fuego del cielo baje sobre este pueblo!” (Lc 9,54). Pensaban que, por el hecho de estar con Jesús, todos deberían acogerlos. Pensaban tener a Dios de su lado para defenderlos. Era la levadura del “¡Pueblo elegido, Pueblo privilegiado!”. Jesús los reprehende: «Vosotros no sabéis con qué espíritu estáis siendo animados» (Lc 9,55). c) Mentalidad de competición y de prestigio. Los discípulos discutían entre ellos para obtener el primer puesto (Mc 9,33-34). Era la levadura de clase y de competitividad, que caracterizaba la religión oficial y a la sociedad del Imperio Romano. Se infiltraba ya en la pequeña comunidad alrededor de Jesús. Jesús reacciona y manda tener la mentalidad contraria: «El primero sea el último» (Mc 9, 35). d) Mentalidad de quien margina al pequeño. Los discípulos alejaban a los críos. Era la levadura de la mentalidad de la época, segundo la cual los niños no contaban y debían de ser disciplinados por los adultos. Jesús los reprocha: ”¡Dejad que los niños vengan a mí!” (Mc 10,14). El coloca a los niños como profesores de los adultos: “Quien no recibe el Reino como un niño, no puede entrar en el Reino” (Lc 18,17).

Como en el tiempo de Jesús, también hoy la mentalidad neoliberal de la ideología dominante renace y reaparece hasta en la vida de las comunidades y de las familias.

 La lectura orante del evangelio, hecha en comunidad, puede ayudarnos a cambiar en nosotros la visión de las cosas y a profundizar en nosotros la conversión a la fidelidad que Jesús nos pide.

Para la reflexión personal

Ante la alternativa: tener fe en Jesús o pedir un signo del cielo, los fariseos querían un signo del cielo. No fueron capaces de creer en Jesús. ¿Me ocurrió algo así a mí también? ¿Qué escogí?
La levadura de los fariseos impedía a los discípulos y a las discípulas percibir la presencia del Reino de Dios. ¿Existe en mí algún resto de esta levadura de los fariseos?

Oración final

Señor, tú que eres bueno y bienhechor, enséñame tus preceptos. (Sal 119,68)

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Lectio Dom, 11 feb, 2024

Jesús cura un leproso
Insertar de nuevo a los excluidos en la convivencia humana Marcos, 1,40-45

Oración inicial

Señor Jesús, envía tu Espíritu, para que Él nos ayude a leer la Biblia en el mismo modo con el cual Tú la has leído a los discípulos en el camino de Emaús. Con la luz de la Palabra, escrita en la Biblia, Tú les ayudaste a descubrir la presencia de Dios en los acontecimientos dolorosos de tu condena y muerte. Así, la cruz, que parecía ser el final de toda esperanza, apareció para ellos como fuente de vida y resurrección. Crea en nosotros el silencio para escuchar tu voz en la Creación y en la Escritura, en los acontecimientos y en las personas, sobre todo en los pobres y en los que sufren. Tu palabra nos oriente a fin de que también nosotros, como los discípulos de Emaús, podamos experimentar la fuerza de tu resurrección y testimoniar a los otros que Tú estás vivo en medio de nosotros como fuente de fraternidad, de justicia y de paz. Te lo pedimos a Ti, Jesús, Hijo de María, que nos has revelado al Padre y enviado tu Espíritu. Amén.

 Lectura

Clave de lectura:

El evangelio de este sexto domingo del Tiempo Ordinario nos muestra cómo Jesús acoge a un leproso. En aquel tiempo, los leprosos eran las personas más excluidas de la sociedad, evitadas por todos. No podían participar en ninguna cosa. Porque antiguamente, la falta de medicinas eficaces, el miedo al contagio y la necesidad de defender la vida de la comunidad obligaba a las personas a aislarse y a excluir a los leprosos. Además, entre el pueblo de Dios, donde la defensa del don de la vida era uno de los deberes más sagrados, se llegó a pensar que fuese una obligación divina la exclusión del leproso, porque era el único modo de defender a la comunidad contra el contagio de la muerte. Por esto, en Israel, el leproso se sentía impuro y excluido no sólo de la sociedad, sino hasta de Dios (cfr. Lev 14,1-32). De todos modos, poco a poco, en la medida en que se descubría mejores remedios y sobre todo gracias a la experiencia profunda comunicada por Jesús respecto a Dios nuestro Padre, los leprosos comenzaron a ser acogidos y reintegrados, en nombre del mismo Dios, como hermanos en la convivencia humana. A pesar de dos mil años de cristianismo, la exclusión y la marginación de ciertas categorías de personas continúan hasta hoy, tanto en la sociedad como en la Iglesia. Por ejemplo, los enfermos de sida, los emigrantes, los homosexuales, los divorciados, etc. ¿Cuáles son hoy, en tu país, las categorías de personas excluidas y evitadas en la sociedad y en la Iglesia? Con estas preguntas en la mente nos disponemos a leer y meditar el evangelio de este domingo.

Una división del texto para ayudarnos en su lectura:

Marcos 1,40: La situación de abandono y de exclusión de un leproso Marcos, 1,41- 42: Jesús acoge y cura a un leproso

Marcos 1, 43- 44: Insertar de nuevo a los excluidos en la convivencia humana Marcos 1, 45: El leproso proclama el bien recibido por Jesús, y Jesús se convierte en un excluido

Texto:

En aquel tiempo, se le acercó a Jesús un leproso para suplicarle de rodillas: “Si tú quieres, puedes curarme”. Jesús se compadeció de él, y extendiendo la mano, lo tocó y le dijo: “¡Sí quiero: Sana!” Inmediatamente se le quitó la lepra y quedó limpio.
Al despedirlo, Jesús le mandó con severidad: “No se lo cuentes a nadie; pero para que conste, ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo prescrito por Moisés”.
Pero aquel hombre comenzó a divulgar tanto el hecho, que Jesús no podía ya entrar abiertamente en la ciudad, sino que se quedaba fuera, en lugares solitarios, a donde acudían a él de todas partes.

Un momento de silencio orante

para que la Palabra de Dios pueda entrar en nosotros e iluminar nuestra vida.

Algunas preguntas

para ayudarnos en la meditación y en la oración.
¿Qué punto de este texto te ha gustado más y cuál te ha llamado más la atención?¿Por qué?
¿Cómo se expresa en este texto la marginación de los leprosos?
¿Cómo Jesús acoge, cura y reintegra al leproso? Intentemos observar bien todos los detalles.
¿Cómo imitar hoy la conducta de Jesús con los excluidos?

Para aquellos que desean profundizar más en el tema

Contexto de entonces y de hoy:

Tanto en los años 70, época en la que escribe Marcos, como hoy, época en la que vivimos nosotros, era y continúa siendo muy importante tener criterios o modelos para saber cómo vivir y anunciar la Buena Nueva de Dios y cómo realizar nuestra misión de cristiano. En los versículos del 16 al 45 del primer capítulo, al reunir otros episodios, Marcos describe cómo Jesús anunciaba la Buena Nueva. Cada episodio constituye un criterio para la comunidad de su tiempo, de modo que ésta pudiese examinar su misión. El texto de este domingo concreta el octavo criterio: “reinsertar a los excluidos”. He aquí el cuadro de conjunto que se explicará a continuación.

TEXTO

ACTIVIDAD DE JESÚS – OBJETIVO DE LA BUENA NUEVA

Marcos 1,16-20:Jesús llama a los primeros discípulos Formar comunidad
Marcos 1,21-22:La gente se admira de su enseñanza Crear conciencia crítica
Marcos 1,23-28: Jesús arroja a un demonio Combatir el poder del mal
Marcos 1,29-31: La curación de la suegra de Pedro,
Marcos, 1,2-34:Restaurar la vida por medio del servicio
Marcos 1,35:La curación de enfermos y endemoniados Acoger a los marginados
Marcos 1,36-39: Jesús se levanta para orar estando oscuro Permanecer unido al Padre
Marcos 1,40-45: Jesús sigue anunciando la Buena Nueva No limitarse a los resultados
Jesús cura a un leproso Reintegrar a los excluidos

Comentario del texto

Marcos 1, 40:La situación de abandono y de exclusión de un leproso

Un leproso se acerca a Jesús. Era un excluido, impuro. Debía ser alejado de la convivencia humana. Quien se le acercaba también quedaba impuro Pero aquel leproso tenía mucho valor. Hace caso omiso de las normas de la religión para poder estar cerca de Jesús. Le dice: “¡Si quieres, puedes curarme!” O sea: “¡No hay necesidad de que me toques! ¡Basta que lo quieras, para que yo sea curado!”. La frase revela dos males: 1) el mal de la enfermedad de la lepra que lo convertía en impuro; 2) el mal de la soledad a la que estaba condenado por la sociedad y por la religión. Revela también la gran fe de los hombres en el poder de Jesús.

Marcos 1,41-42: Acogiendo y curando al leproso Jesús revela el nuevo rostro de Dios

Profundamente compasivo, Jesús cura los dos males. En primer lugar, para curar el mal de la soledad, toca al leproso. Es como si le dijese: “Para mí, tú no eres un excluido. ¡Te acojo como hermano!” En segundo lugar, cura la enfermedad de la lepra diciendo: “¡Quiero! ¡Queda limpio!” Para poder entrar en contacto con Jesús, el leproso había transgredido las normas de la ley. Jesús, para poder ayudar al excluido y así revelar el nuevo rostro de Dios, transgredió las normas de su religión y toca al leproso. En aquel tiempo, quien tocaba a un leproso se convertía en impuro a los ojos de las autoridades religiosas y ante la ley de la época.

Marcos 1, 43-44: Reinsertar a los excluidos en la convivencia fraterna

Jesús no sólo cura, sino que quiere que la persona curada pueda de nuevo convivir con los otros. Reintegra a la persona en la convivencia. En aquel tiempo, para que un leproso fuera de nuevo acogido en comunidad tenía necesidad de un certificado de curación dado por un sacerdote. Así estaba escrito en la ley con respecto a la purificación de un leproso (Lev 14, 1-32) Lo mismo sucede hoy. El enfermo sale del hospital con la cartilla médica firmada del correspondiente médico. Jesús obliga al leproso a consignar el documento a las autoridades competentes de modo que pueda reinsertarse con normalidad en la sociedad. Obligando así a las autoridades a reconocer que el hombre ha sido curado.

Marcos 1, 45: El leproso proclama el bien que Jesús le ha hecho y Jesús se convierte en excluido

Jesús había prohibido al leproso el hablar de la curación. Pero éste no lo hace. El leproso, comenzó a proclamar y a divulgar el hecho, al punto que Jesús no podía entrar públicamente en una ciudad. Sino que se quedaba fuera en lugares desiertos.

¿Por qué Jesús se quedaba fuera en lugares desiertos? Jesús había tocado al leproso. Por tanto, según la opinión de la religión de aquel tiempo, ahora él mismo estaba impuro, y debía vivir alejado de todos. No podía entrar en las ciudades. Pero Marcos indica que a la gente no le importaba mucho estas normas oficiales, sino que ¡… venían a él de todas partes! ¡Subversión total!

 Ampliando los conocimientos

Los ocho criterios para evaluar la Misión de la Comunidad

Una doble esclavitud marcaba a la gente de la época de Jesús: la esclavitud de la religión oficial, mantenida por las autoridades oficiales de la época, y la esclavitud de la política de Herodes, apoyada por el Imperio Romano y sostenida por todo el sistema organizado de violencia y represión. A causa de todo esto, una gran parte de la gente era excluida de la religión y de la sociedad. ¡Al contrario, por tanto, de la fraternidad que Dios soñó para todos! Y es precisamente en este contexto en donde Jesús comienza a desarrollar su misión de anunciar la Buena Nueva de Dios. El evangelio de este domingo forma parte de una unidad literaria más amplia (Mc 1,16-45).Además de la descripción de la preparación de la Buena Nueva (Mc1,1-13) y de su proclamación (Mc 1,14-15), Marcos reúne ocho actividades de Jesús para describir cómo fue la misión de Jesús de anunciar la Buena Nueva y cómo debe ser la misión de las comunidades (Mc 16-45). Es la misma misión que Jesús recibió del Padre (Jn 20,21). Marcos recoge estos episodios, que se transmitían en las comunidades oralmente, y los une entre sí como viejos ladrillos de una nueva pared. Estos ocho episodios son ocho criterios que sirven a las comunidades para una buena revisión y para verificar si están desarrollando bien su misión. Veamos:

Mc 1,16-20: Crear comunidad

La primera cosa que Jesús hace es llamar a las personas para que lo sigan. Una tarea fundamental de la misión es congregar las personas en torno a Jesús y crear comunidad.

Mc 1,21-22: Suscitar una conciencia crítica

La primera cosa que la gente percibe es la diferencia entre la enseñanza de Jesús y la de los escribas. Forma parte de la misión obrar de modo que la gente asuma una conciencia crítica, incluso ante la religión oficial.

Mc 1,23-28: Combatir el poder del mal

El primer milagro de Jesús es la expulsión de un espíritu impuro. Forma parte de la misión combatir el poder del mal que destruye la vida y aliena a las personas de sí misma.

Mc 1,29-31: Restaurar la vida mediante el servicio

Jesús cura la suegra de Pedro, y ésta se levanta y empieza a servir. Forma parte de la misión preocuparse de los enfermos de modo que puedan alzarse y de nuevo ofrecer a los otros sus servicios.

Mc 1,32-34: Acoger a los marginados

Después que pasó el sábado, la gente llevaba delante de Jesús a todos los enfermos y endemoniados para ser curados por Jesús, y él los cura a todos, imponiendo sus manos. Forma parte de la misión acoger a los marginados.

Mc 1,35: Permanecer unidos al Padre mediante la oración

Después de un día de trabajo que se prolonga hasta el atardecer, Jesús se levanta pronto para poder orar en un lugar desierto. Forma parte de la misión permanecer unidos a la fuente de la Buen Nueva, que es el Padre, mediante la oración.

Mc 1, 36-39: Mantener la conciencia de la misión

Los discípulos estaban contentos de los resultados y querían que Jesús volviese. Pero él continuó por su camino. Forma parte de la misión no contentarse con el resultado obtenido, sino mantener viva la conciencia de la misión.

Mc 1,40-45: Reinsertar a los marginados en la convivencia

Jesús cura a un leproso y pide que se presente al sacerdote para poder ser declarado curado y poder volver a vivir entre la gente. Forma parte de la misión reinsertar a los excluidos en la convivencia humana.

Estos ocho puntos tan bien escogidos por Marcos indican la finalidad de la misión de Jesús: “He venido para que todos tengan vida, y la tengan en abundancia” (Jn 19,19. ). Estos mismos ocho puntos pueden servir para evaluar nuestra comunidad. Así se ve cómo Marcos ha construido su evangelio. Una bella construcción que ha tenido en cuenta dos cosas al mismo tiempo: 1) Informar a las personas respecto a lo que Jesús ha hecho y ha enseñado; 2) formar las comunidades y a las personas en la misión de anunciadores de la Buena Nueva de Dios.

Oración de un Salmo: Salmo 125 (124)

¡Quien confía en el Señor no vacila!
Los que confían en Yahvé son como el monte Sión, inconmovible, estable para siempre.
¡Jerusalén, de montes rodeada! Así rodea a su pueblo Yahvé desde ahora y para siempre. Nunca caerá el cetro impío sobre la heredad de los justos, para que los justos no alarguen su mano a la maldad.
Favorece a los buenos, Yahvé, a los rectos de corazón. ¡A los que se desvían por sendas tortuosas los suprima Yahvé con los malhechores! ¡Paz a Israel!

Oración final

Señor Jesús, te damos gracia por tu Palabra que nos ha hecho ver mejor la voluntad del Padre. Haz que tu Espíritu ilumine nuestras acciones y nos comunique la fuerza para seguir lo que Tu Palabra nos ha hecho ver. Haz que nosotros como María, tu Madre, podamos no sólo escuchar, sino también poner en práctica la Palabra. Tú que vives y reinas con el Padre en la unidad del Espíritu Santo por todos los siglos de los siglos. Amén.

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