Lc 1,26-38 – JMC

«En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llama­ do José, de la estirpe de David. La virgen se llamaba María. El ángel, entrando en su presencia, dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo». Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél. El ángel le dijo: «No temas, María, porque has encontrado gra­cia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin». María dijo al ángel: «¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?» El ángel le contestó: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por  eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios no hay nada imposi­ble». María contestó: «Aquí está la esclava del Señor; hágase en según tu palabra». Y la dejó el ángel».

  1. En la fiesta de la Inmaculada, la Iglesia celebra que María, la madre  de Jesús, no tuvo el pecado original. Por eso, como es lógico, para com­ prender debidamente lo que significa esta fiesta,  lo primero que se  ha  de tener en cuenta es lo que representa eso que los teólogos llaman el «pecado original». La teología cristiana se inventó la teoría del pecado original porque, en la antigüedad, se pensó que el relato de Adán y Eva en el paraíso (Gén 3) es un relato histórico en el que se nos cuenta cómo el primer hombre (y padre de todos los humanos) pecó y se alejó de Dios. El pecado de Adán habría sido el pecado original «originante». Y por eso todos los hijos de Adán venimos a este mundo con el pecado original «originado», es decir, heredado de nuestros padres.
  2. Hoy se sabe que lo de Adán no es una «historia», sino un «mito». Lo que con este mito quisieron decirnos los antiguos es que el mal existe en el mundo, no porque lo quiso Dios, sino porque el hombre (Adán) pecó. Es decir, el responsable del mal no es Dios, sino el hombre. Hoy, todo esto está sometido a una profunda revisión. Y lo que está claro es que el ser humano es un ser «limitado» y además «inclinado al mal». Esta limitación  y esta inclinación es lo que se puede denominar con la expresión «pecado original».
  3. María, la madre de Jesús, no hizo mal alguno. Y fue siempre una mujer del pueblo, humilde y sencilla, que «creyó» profundamente (Lc 1, 45) en Dios y sus designios. Y, sobre todo, María fue la mujer dichosa que supo criar a Jesús (cf. Lc 11, 27). La fiesta de hoy nos habla, más que de la pureza de María, de su bondad, de su fe y de su humanidad.

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