Lectio jue, 24 de feb, 2022

Tiempo ordinario

Oración inicial

Dios todopoderoso y eterno: concede a tu pueblo que la meditación asidua de tu doctrina le enseñe a cumplir de palabra y de obra, lo que a ti te complace. Por nuestro Señor.

Lectura del santo Evangelio según Marcos 9,41-50

Jesús dijo a sus discípulos: «Todo aquel que les dé a beber un vaso de agua por el hecho de que son de Cristo, les aseguro que no se quedará sin recompensa. Al que sea ocasión de pecado para esta gente sencilla que cree en mí, más le valdría que le pusieran al cuello una de esas enormes piedras de molino y lo arrojaran al mar.
Si tu mano te es ocasión de pecado, córtatela; pues más te vale entrar manco en la vida eterna, que ir con tus dos manos al lugar de castigo, al fuego que no se apaga. Y si tu pie te es ocasión de pecado, córtatelo; pues más te vale entrar cojo en la vida eterna, que con tus dos pies ser arrojado al lugar de castigo. Y si tu ojo te es ocasión de pecado, sácatelo; pues más te vale entrar tuerto en el Reino de Dios, que ser arrojado con tus dos ojos al lugar de castigo, donde el gusano no muere y el fuego no se apaga.
Todos serán salados con fuego. La sal es cosa buena; pero si pierde su sabor, ¿con qué se lo volverán a dar? Tengan sal en ustedes y tengan paz los unos con los otros».

Reflexión

– El evangelio de hoy nos presenta algunos consejos de Jesús sobre la relación de los adultos con los pequeños y excluidos. En aquel tiempo, mucha gente pequeña era excluida y marginada. No podía participar. Muchos perdían la fe. El texto que vamos a meditar tiene algunas afirmaciones extrañas que si se toman al pie de la letra causan perplejidad en la gente.

– Marcos 9,41: Un vaso de agua es recompensado. Aquí se inserta una frase suelta de Jesús: En verdad os digo: Cualquiera que os dé de beber un vaso de agua porque sois de Cristo y lleváis su nombre, os aseguro que no quedará sin recompensa. Dos pensamientos: a) “Cualquier que os dé un vaso de agua”: Jesús está yendo a Jerusalén para entregar su vida. ¡Gesto de gran entrega! Pero no olvida los gestos pequeños de entrega del diario vivir: un vaso de agua, una acogida, una limosna, tantos gestos. Quien desprecia el ladrillo, ¡no construye nunca una casa! b) “Porque sois de Cristo”: Jesús se identifica con nosotros que queremos pertenecer a El. Esto significa que, para El, tenemos mucho valor.

– Marcos 9,42: Escándalo para los pequeños. Escándalo, literalmente, es la piedra por el camino, piedra en el zapato; es aquello que desvía a una persona del buen camino. Escandalizar a los pequeños es ser motivo por el cual los pequeños se desvían del camino y pierden la fe en Dios. Quien hace esto recibe la siguiente sentencia: “¡Al cuello una piedra de molino y ser echado al mar!” ¿Por qué tanta severidad? ¿Porque Jesús se identifica con los pequeños? (Mt 25,40.45). ¡Quien hace algo a ellos, lo hace a Jesús! Hoy, en el mundo entero, los pequeños, los pobres, muchos de ellos se están yendo de las iglesias tradicionales. Cada año, solamente en América Latina, casi unos tres millones de personas migran hacia otras iglesias. ¡No consiguen creer en lo que profesamos en nuestra iglesia! ¿Por qué será? ¿Hasta dónde tenemos la culpa? ¿Merecemos al cuello la piedra de molino?

– Marcos 9,43-48: Cortar la mano y el pie, arrancar el ojo. Jesús manda a la persona que se arranque la mano, el pie y el ojo, en caso de que fueran motivo de escándalo. Dice: “Es mejor entrar en la vida o en el Reino con un pie (mano, ojo) que entrar en el infierno con dos pies (manos, ojos)”. Estas frases no pueden tomarse al pie de la letra. Significan que una persona tiene que ser radical en la opción por Dios y por el Evangelio. La expresión ”geena (infierno) donde su gusano no muere y el fuego no se apaga”, es una imagen para indicar la situación de la persona que queda sin Dios. La geena era el nombre de un valle cerca de Jerusalén, donde se tiraba la basura de la ciudad y donde siempre había un fuego que quemaba la basura. Este lugar era nauseabundo y para la gente era símbolo de la situación de una persona que dejaba de participar en el Reino de Dios.

– Marcos 9,49-50: Sal e Paz. Estos dos versículos ayudan a entender las palabras severas sobre el escándalo. Jesús dice: “¡Tened sal en vosotros y tened paz unos con otros!” Una comunidad en la cual se vive en paz, unos con otros, es como un poco de sal que da gusto a toda la comida. La convivencia pacífica y fraterna en la comunidad es la sal que da gusto a la vida del la gente en el barrio. Es un signo del Reino, una revelación de la Buena Noticia de Dios. ¿Estamos siendo sal? Sal que no da gusto, ¡no sirve para nada!

– Jesús acoge y defiende la vida de los pequeños. Varias veces, Jesús insiste en la acogida que hay que dar a los pequeños. “Quien acoge a uno de estos pequeños en mi nombre, a mí me acoge” (Mc 9,37). Quien da un vaso de agua a uno de estos pequeños no perderá su recompensa (Mt 10,42). El pide que no se desprecien los pequeños (Mt 18,10). Y en el juicio final los justos serán recibidos porque dieron de comer “a uno de estos pequeñuelos” (Mt 25,40). Si Jesús insiste tanto en la acogida que hay que dar a los pequeños, es porque había probablemente mucha gente pequeña ¡que no era acogida! De hecho, muchas mujeres, muchos niños no contaban (Mt 14,21; 15,38), eran despreciados (Mt 18,10) y silenciados (Mt 21,15-16). Hasta los apóstoles impedían que llegasen cerca de Jesús (Mt 19,13; Mc 10,13-14). En nombre de la ley de Dios, mal interpretada por las autoridades de la época, mucha buena gente era excluida. En vez de acoger a los excluidos, la ley era usada para legitimar la exclusión. En los evangelios, la expresión “pequeños” (en griego se dice elachistoi, mikroi o nepioi), a veces indica “niños”, otras veces, indica los sectores excluidos de la sociedad. No es fácil discernir. A veces lo que es “pequeño” en un evangelio, es “niños” en otro. Porque los niños pertenecían a la categoría de los “pequeños”, de los excluidos. Además de esto, no siempre es fácil discernir entre lo que viene del tiempo de Jesús y lo que viene del tiempo de las comunidades para las cuales los evangelios fueron escritos. Aún así, lo que resulta claro es el contexto de exclusión que estaba presente en la época y la imagen que las primeras comunidades conservaron de Jesús: Jesús se pone del lado de los pequeños, de los excluidos, y asume su defensa.

Para la reflexión personal

– En nuestra sociedad y en nuestra comunidad, ¿quiénes son hoy los pequeños y los excluidos? ¿Cómo está siendo la acogida que les damos?
– “Cuerda al cuello”. Mi comportamiento ¿merece una cuerda o una cuerdecilla al cuello? ¿Y el comportamiento de nuestra comunidad: qué se merece?

Oración final

El Señor, que tus culpas perdona, que cura todas tus dolencias, rescata tu vida de la fosa,
te corona de amor y ternura. (Sal 103,3-4)

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