Déjate amar

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Santa Isabel de la Trinidad, Déjate amar


1. Mi Madre querida, mi sacerdote santo.
Cuando leáis estas páginas, vuestra pequeña Alabanza de gloria no cantará más en la tierra, sino habitará en el inmenso Hogar de amor. Podréis, por tanto, creerla y escucharla como “mensajero” del buen Dios. Madre querida, hubiera querido deciros todo lo que habéis sido para mí; pero la hora es tan grave, tan solemne… No quiero detenerme a deciros cosas que creería disminuirlas diciéndolas con palabras. Lo que va a hacer vuestra hija es revelaros lo que siente, o, con más verdad, lo que su Dios le ha hecho comprender en horas de profundo recogimiento, de contacto unificante.


2. “Vos sois amada extraordinariamente” amada con el amor de preferencia que tuvo el Maestro en la tierra hacia algunos y que los llevó tan lejos. El no os dice como a Pedro: “¿Me amas más que éstos?”. Madre, escuche lo que le dice: “¡Déjate amar más que éstos!”, es decir, sin temer que algún obstáculo sea obstáculo. porque yo soy libre para derramar mi amor en quien me place. «Déjate amar más que éstos», ésa es tu vocación, y siendo fiel a ella me harás feliz, porque engrandecerás el poder de mi amor. Este amor sabrá rehacer lo que hubieres deshecho. «Déjate amar más que éstos».


3. Madre tan querida, ¡si supieseis con qué certeza comprendo el plan de Dios sobre vuestra alma! El se me presenta lleno de una inmensa luz, y comprendo que allá en el cielo voy a cumplir, a mi vez, un sacerdocio para vuestra alma. Es el Amor quien me asocia a su obra en vos. ¡Oh, Madre, cuán grande y adorable es de parte de Dios! ¡Qué simple para vos, y esto precisamente es lo que la hace tan luminosa! Madre, Déjese amar más que los otros. Esto explica todo e impide al alma extrañarse…


4. Si se lo permitís, vuestra pequeña hostia pasará su cielo en el fondo de vuestra alma. Ella os conservará en comunión con el Amor, creyendo al Amor; esto será la señal de su habitación en vos. ¡Oh, en qué intimidad vamos a vivir! Madre querida, que vuestra vida se desarrolle también en el cielo, donde cantaré en vuestro nombre el Sanctus eterno; no haré nada sin vos ante el trono de Dios. Sabéis bien que llevo vuestro sello y que algo de vos misma ha aparecido con vuestra hija delante de la Faz de Dios. Os pido también que no hagáis nada sin mí, me lo habéis permitido. Vendré a vivir en vos, y esta vez seré vuestra madrecita. Yo os instruiré, para que mi visión os aproveche, participéis en ella y así viváis la vida de los bienaventurados.


5. Madre venerada, madre consagrada para mí desde la eternidad, al partir os lego la vocación que fue mía en el seno de la Iglesia militante y que cumpliré en adelante incesantemente en la Iglesia triunfante: “Alabanza de gloria de la Santa Trinidad”. Madre, “Dejaos amar más que éstos”. Es de esta manera como vuestro Maestro quiere que vos seáis alabanza de gloria. El se alegra de construir (Col 2,7) en vos por su amor y para su gloria, y es El solo el que quiere obrar, aunque no hayáis hecho nada para obtener esta gracia, sino lo que hace la criatura: pecados y miserias… El os ama así. El os ama «más que a éstos». El lo hará todo en vos, y llegará hasta el final; pues cuando un alma es amada por El hasta este punto, de esta manera, amada con un amor inmutable y creador, con un amor libre que transforma como a El le agrada, ¡oh, qué lejos va esa alma!


6. Madre, la fidelidad que os pide el Maestro es de permanecer en comunión con el Amor, de derramaros, de enraizaros (Ef 3,17) en este Amor que quiere marcar vuestra alma con el sello de su potencia y grandeza. No seréis superficial si estáis despierta en el amor. Pero en las horas que no sintáis más que el decaimiento, el cansancio, le agradaréis todavía, si sois fiel en creer que El obra aún, que os ama de todos modos, y más aún: porque su amor es libre y es así como quiere engrandecerse en vos. Y vos os dejaréis amar “más que éstos”. Esto es, creo, lo que quiere decir… ¡Vivid en el fondo de vuestra alma!. Mi Maestro me hace comprender con claridad que allí quiere crear cosas adorables. Estáis llamada a rendir homenaje a la simplicidad del Ser divino y a engrandecer la potencia de su Amor. Creed a su “mensajero” y leed estas líneas como venidas de El.
[Isabel ilustra ahora sus convicciones con una larga cita de Santa Angela de Foligno. Todo son palabras dirigidas por Jesús o el Espíritu Santo a Santa Angela.]


7. “¡Oh, yo te amo, yo te amo más que a otras personas de este mundo!… Soy ‘yo’ quien vengo y te traigo la alegría desconocida… Voy a entrar en el fondo de ti.
¡Oh, mi esposa! ¡Me he posado y reposado en ti; ahora poséete y repósate en mí!
¡Amame! ¡Toda tu vida me agradará con que me ames!… ¡Haré en ti grandes cosas, seré conocido en ti, glorificado, clarificado en ti!…

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