Mensaje del XVIII Capítulo Provincial

Comunicación Provincial (F)“todos caminamos para esta FUENTE aunque de diferentes maneras”
CV 21,6

A todos nuestros hermanos, hermanas y amigos con quienes formamos la familia del Carmelo en México:

En la asamblea extraordinaria de septiembre de 2013 pulsamos el pensar y sentir de la Provincia para tomarlo en cuenta en el proceso preparatorio hacia el XVIII Capítulo Provincial; en él resaltaban  sobre todo la vida comunitaria en la relación de fraternidad, la integración de comunidades de mayor calidad de hermanos, la vivencia de la dimensión orante, y la proyección que como carmelitas queremos dar en nuestra realidad. A partir de estos elementos generamos en la comisión precapitular algo que expresara todos estos aportes. Logramos diseñar un símbolo que se enriqueció con la reflexión de los que formamos la comisión precapitular y se amplió en el diálogo con el consejo provincial, así como también escogimos el texto teresiano de CV 21, 6: “todos caminamos para esta fuente aunque de diferentes maneras”, que complementaba y enriquecía lo expresado en el símbolo.

El símbolo expresa el dinamismo de personas, comunidades, regiones de la provincia toda en un abrazo de hermanos, centrados en la Fuente que nos da identidad y nos une. Es la imagen de la “fuente” de Teresa: Dios Trinidad, la experiencia bíblica de Él en el monte, el carisma, y todo aquello que revitaliza y anima todo nuestro ser de carmelitas descalzos, como el agua que da la vida.

Tenemos la seguridad de que la riqueza de este símbolo nos abrirá de las fronteras  del trabajo individual o de comunidades aisladas, y por la posibilidad de sus múltiples interpretaciones, nos facilitará avanzar hacia horizontes creativos y conceptuales para adaptar estas riquezas del carisma a cualquier ámbito de las necesidades de nuestra Iglesia y sociedad, desde la abundancia y multiplicidad con la que el Espíritu Santo realiza todo en todos, en este abrazo conjunto, como comunidad provincial que expresa la riqueza y diversidad de Dios que se manifiesta y actúa en nosotros, para realizar un proyecto de mayor alcance. Por ello creemos indispensable seguir creciendo en el trabajo de equipo en todas las instancias de nuestras relaciones (equipo provincial, áreas, comunidades, regiones, trabajo con laicos y con toda la familia carmelitana) en las que con cada esfuerzo y logro vamos descubriendo el acontecer de Dios siempre creativo en nuestros quehaceres.

A partir de lo que somos y vivimos, con la fuerza y dinamismo del Espíritu Santo que nos proyecta hacia el servicio del mundo en la realidad tan difícil que vivimos, y que compartimos con la Iglesia, muy concretamente la latinoamericana, podemos expresar nuestro compromiso apostólico con nuestra sociedad mexicana, reflejado sobre todo en los centros de espiritualidad que abrazan la pastoral de iglesias, misión, movimientos y grupos, atención espiritual, diplomados, etc.

Además, queremos estar atentos al dinamismo de la vida religiosa en AL y el Caribe desde lo que la CLAR (Conferencia Latinoamericana de Religiosos) propone en su Horizonte Inspirador, expresado en el marco bíblico teológico del texto Juan 11-12 y Lucas 10.

  • El ícono evangélico de Betania, como una solicitud ad intra et ad extra frente a las situaciones de muerte en la sociedad que claman por señales de vida. Estamos invitados a entrar en esta familia: casa de encuentro, comunidad de amor y corazón de humanidad…
  • Con Jesús maestro, a hacernos más humanos y mejores prójimos (Jn 11,4-5.33-36
  • Con Marta, a profesar nuestra fe y a servir en la diaconía (Jn 11,27; Lc 10,38-42).
  • Con Lázaro, a pasar de la muerte a la vida y a caminar en la libertad del Espíritu (Jn 11,1-44).
  • Con María, a quebrar los frascos y a derramar el perfume de la escucha y del amor (Jn 12,1-8; Lc 10,38-42).

 En el contexto de Betania, con Teresa de Jesús, queremos que en cada uno de nosotros “Marta y María anden siempre juntas”. En la celebración del V Centenario de su Nacimiento, en comunión con todo el Carmelo teresiano durante este trienio que empezamos, kairós del Señor, deseamos que la Santa nos renueve y oriente a través de todas las nuevas oportunidades que el Papa Francisco nos recuerda para actualizar nuestra identidad y carisma de carmelitas contemplativos para el mundo (Cfr. Mensaje al Cap. Gral. O. Carm. 2013), desde nuestra mejor expresión de humanidad y de cristianismo que nos son propias: amor de unos con otros, desasimiento de las cosas creadas y humildad.

Situación actual

Lo que predomina en la sociedad actual, no es precisamente la vida interior, que demanda profundidad, sino la superficialidad; no la interioridad sino la exterioridad, propia de la cultura dominante lo que tiene como consecuencia un inmenso vacío que produce un miedo difuso, el síndrome de pánico y otros síntomas parecidos.

¿Cómo darse un tiempo y crear condiciones para encontrarse consigo mismo y escuchar la voz interior? ¿Cuándo reservamos espacios de tiempo para hacer un viaje al interior de nuestro corazón?

Por otro lado, nos damos cuenta que no dejan de presentarse movimientos de revitalización de todo tipo: religiosos, caminos espirituales y esoterismo, bien sea porque las religiones tradicionales se renuevan y ganan más adeptos, o porque surgen nuevas iglesias, sectas y corrientes espirituales y místicas.

Es verdad que el mercado, que todo lo convierte en negocio y en oportunidad de lucro, se ha apropiado de muchas de estas experiencias, de este modo se explotan carencias humanas, sentimientos de abandono y de fragilidad para ofrecer soluciones fáciles e inmediatas. Entonces, ¿dónde queda el encuentro personal con Dios y la percepción de nuestra conexión con el Todo mayor, la comunión con todos los demás seres en los que también actúa el Espíritu? ¿Escuchamos a nuestro yo profundo?

En este retorno de lo religioso y de lo místico hay elementos positivos, porque ha permitido que las personas descubran una dimensión invisible en el mundo moderno, que puede ayudar a dar sentido a sus vidas.

Bien sabemos que, la búsqueda de una paz interior y la vivencia de una auténtica espiritualidad prescinden de cualquier espectáculo, a lo que muy fácilmente se recurre hoy. La espiritualidad es la dimensión de lo más profundamente humano, que llamamos vida interior.

Somos testigos de la necesidad de una búsqueda sincera, honesta y dolorosa de vida interior. Encontramos personas que cuestionan el sentido de la vida, que someten a la crítica nuestro paradigma cultural consumista, productor de injusticias sociales y depredador de la naturaleza; hombres y mujeres que se preguntan por el destino de la humanidad, hoy globalizada por las desigualdades sociales; sobre el futuro de nuestro planeta, sometido a grandes transformaciones por la crisis ecológica y climática irrefrenable. ¿Cómo redefinir hoy la familia, precisamente ante el eclipse de la figura paterna? ¿Cómo orar, meditar, contemplar, es decir, entrar en comunión con Dios?

Para nosotros, carmelitas descalzos, la espiritualidad y la vida interior tienen gran significado y constituyen el núcleo de nuestra razón de ser, reflejadas en nuestro quehacer, en todo un  estilo de vida que supone la integración de todas las dimensiones del ser humano, consigo mismo, con la comunidad, con la naturaleza y con Dios.

Queremos ser hombres de Espíritu, con profundidad humana, en el silencio para mirar al interior y preguntarnos entre muchas otras cuestiones: ¿Qué sentido tiene mi vida? ¿Qué estoy haciendo aquí? ¿Qué significado tiene todo este universo de cosas, de aparatos, de trabajos, de placeres, de sufrimientos, de luchas y victorias? ¿Cuál es mi lugar junto a los demás seres? ¿Cómo asumo la interdependencia de todo y me relaciono con las energías que conforman el universo y la Tierra? ¿Quién se esconde detrás de las estrellas? ¿Qué puedo esperar más allá de esta vida cuando veo a veces morir a tantos amigos cercanos de manera absurda: por accidente en carretera, por una bala perdida o de una enfermedad voraz? ¿Por qué estoy, en definitiva, en este bello y maltratado planeta?

Es decir, vivir una espiritualidad que parta de  las realidades de abajo, que afirma que Dios habla en la Biblia y por la Iglesia pero también nos habla por nosotros mismos a través de nuestros pensamientos y sentimientos, por nuestro cuerpo, por nuestros sueños, hasta por nuestras heridas y flaquezas; por todos los acontecimientos y hechos de la vida.

La experiencia de Dios pasa generalmente por muchos cruces de errores, curvas y rodeos, pasa por fracasos y desengaños. No son solamente mis virtudes las que me abren a Dios sino también mis flaquezas, mi incapacidad, incluso mis pecados, es decir, mi historia misma, en ella  es necesario abrirme a la relación personal con Dios en el punto preciso en que se agotan y cierran todas las posibilidades humanas[1].

Nuestra Provincia.

Como Provincia de carmelitas descalzos en México nos vemos con mucha esperanza hacia el futuro. Descubrimos que hemos alcanzado más convicción en los proyectos comunitarios, más credibilidad en nuestros ambientes pastorales, contamos con mayor colaboración y compromiso con los laicos, mayor influencia con otros interlocutores, sin los cuales ya no nos definimos en nuestro caminar hacia Dios. Hemos venido creando instancias para discernir, dialogar y compartir proyectos comunes como provincia (asambleas, encuentros, consejos, equipos, etc.) Reconocemos con alegría cómo nuestros compromisos en los diversos tipos de pastorales se van conjuntando en la nueva expresión de nuestras presencias, que llamamos “centros de espiritualidad”. Además contamos con vocaciones, no muchas, apoyadas con un plan formativo de calidad que ofrece el desarrollo de sus personas, su formación cristiana, nuestra riqueza espiritual, que tiene sentido desde el trabajo pastoral compartido con ellos. Es un hecho que este proceso de formación inicial se va consolidando, sin dejar de apuntar que implica nuevos retos.

Es así que, aunque no hemos crecido en número de frailes, sí se ha reducido la edad promedio que hoy es de 56 años[2]. Reconocemos sin embargo que no hemos resuelto aún algunos pendientes. Por ejemplo: adecuar nuestro proyecto provincial para que acabe de atender satisfactoriamente los retos sociales de nuestro país, la poca autocrítica, la distribución desigual del trabajo, el activismo o la falta de un compromiso mayor. Como hijos de nuestro tiempo estamos transitando desde una madurez humana alcanzada en el desarrollo de proyectos personales, hacia una mayor implicación comunitaria con el proyecto del Padre, que es el Reino. A partir de ellas queremos dar un paso mayor respondiendo a las nuevas realidades que resumimos de la siguiente manera:

a. Realidad social

No es posible confiar en la transparencia y justicia de las autoridades encargadas de proteger a la población al grado que se van desarrollando grupos de autodefensa en diversas regiones del país con un discurso y un potencial de armas y relaciones cada vez mayor. El problema es que quienes efectivamente tienen mandato de gobernar no son confiables en absoluto. Si bien la autodefensa ha de considerarse un derecho legítimo de los pueblos no es posible soslayar el grave riesgo que la multiplicación de esos grupos, con controles autónomos y sus propias directivas de acción, resultado de la ingobernabilidad.

Los procesos electorales que se han venido desarrollando desde hace años han tenido demasiadas irregularidades y evidencias de la cercanísima relación y considerable influencia de los principales capitales económicos del país sobre las instituciones y los personajes políticos. Y no hay que olvidar que una buena parte del dinero que está moviéndose en este país se ha comprobado que tiene nexos cercanos con actividades ilícitas, que van desde el narcotráfico al tráfico de personas. En torno a estos capitales en movimiento se han formado también grupos paramilitares que defienden los intereses de sus patrones, algunos de los cuales ya independizados han formado bandas de extorsión en diferentes regiones del país.

Esta situación ha conducido a la desconfianza y apatía política de la mayor parte de la población especialmente de los jóvenes. Ya no es meramente la bajísima incorporación de estos grupos a los diferentes partidos políticos o su escasa participación en votaciones u otros eventos de discusión pública, sino en la dificultad misma de identificarse como ciudadanos de una nación.[3] Esta gradualidad necesaria de incorporación en la vida pública está ausente de la experiencia de los jóvenes actuales más bien sometidos a una constante inestabilidad e inseguridad respecto de sus propios derechos ciudadanos (trabajo, educación. vivienda. etc.).

La tendencia creciente de frustración en la ciudad promueve entonces la individualización juvenil o el gregarismo en grupos naturales (familia o barrio) igualmente excluidos de la gradualidad ciudadana que enfrentan con sus propias fuerzas adquiridas los diferentes retos que alcanzan a abordar desde sus lugares geográficos naturales. El reinado de la fuerza se convierte en una de las características exacerbadas de la sociedad actual especialmente en las clases marginadas. La proliferación de bandas y la contratación de esos jóvenes como sicarios del narcotráfico y otros grupos del crimen organizado es un problema ya presente, aunque poco debatido en los círculos políticos.[4]

En el fondo de la realidad social que se vive, encontramos dos factores sobre los cuales se arraigan y desarrollan muchos males sociales: la corrupción y la impunidad. Como consecuencia encontramos la violencia institucional, la falta de rendición de cuentas, la desigualdad social con la injusta distribución de la riqueza. Constatamos un abuso excesivo de políticos banqueros y empresarios que parten de un proyecto neoliberal en detrimento de las personas y del beneficio social y de la naturaleza. Esto conlleva a una crisis generalizada en la que apreciamos la carencia de un proyecto de nación incluyente; a esto también contribuye la manipulación creciente de los medios de comunicación trayendo consigo una confusión y una falta de credibilidad en las instituciones.

Esto ha dado lugar también a la poca conciencia del pueblo acerca de los problemas que vivimos, de la falta de credibilidad de los movimientos alternativos, como la fragmentación del pensamiento, la poca continuidad en los proyectos, la carencia de una vida social digna, la despersonalización que ha provocado una generalizada crisis en la educación. En medio de este círculo vicioso la gente se ve presionada a satisfacer las necesidades básicas e inmediatas restando la posibilidad de ocuparse de proyectos sociales o nacionales.

No obstante, en medio de esta situación caótica vemos en el pueblo una gran capacidad de solidaridad y de organización. Asimismo no dejan de manifestarse diferentes grupos emergentes de variadas procedencias: indígenas, mujeres, homosexuales, migrantes, madres de desaparecidos, organizaciones no gubernamentales, tierra, jóvenes etc. En este contexto se hace evidente la búsqueda de Dios, tener una esperanza, una luz que les dé sentido a sus vidas y a la lucha por su dignidad.

Todo este escenario que vivimos a nivel de país y global nos coloca en el horizonte de cambios necesarios y transformaciones inmediatas y a largo plazo.

b. Realidad eclesial

En nuestra Iglesia descubrimos sombras que ocultan, entre otras cosas, una mundanidad espiritual, detrás de apariencias de religiosidad e incluso de amor a la Iglesia que busca en lugar de la gloria del Señor, la gloria humana y el bienestar personal.

Otra es el protagonismo de quienes en el fondo sólo confían en sus propias fuerzas y se sienten superiores a otros por cumplir determinadas normas o por ser inquebrantablemente fieles a cierto estilo católico propio del pasado. Y en lugar de facilitar el acceso a la gracia se gastan las energías en controlar.

Esta oscura mundanidad se manifiesta también en muchas otras actitudes: hay un cuidado ostentoso de la liturgia, de la doctrina y del prestigio de la Iglesia, pero sin preocuparles que el Evangelio tenga un real inserción en el Pueblo fiel de Dios, y en las necesidades propias de la historia; así, la vida de la Iglesia se convierte en una pieza de museo o en una posesión de pocos.

También puede traducirse en diversas formas de mostrarse a sí mismo en una densa vida social llena de salidas, reuniones, cenas, recepciones. O bien se despliega en un funcionalismo empresarial, cargado de estadísticas, planificaciones y evaluaciones, donde el principal beneficiario no es el Pueblo de Dios sino la Iglesia como organización.

Quien ha caído en esta mundanidad mira de arriba y de lejos, rechaza la profecía de los hermanos, descalifica a quien lo cuestione, destaca constantemente los errores ajenos y se obsesiona por la apariencia.[5]

Como Iglesia compartimos el gozo del Evangelio en medio de esta cruda realidad y, junto con ella, compartimos anhelos de un nuevo rostro que refleje la imagen del Dios verdadero.

NUESTRO SUEÑO

Entendemos nuestra colaboración a favor de una sociedad más igualitaria donde todos tengan un lugar y una valoración dignos. Nos impulsa a ello el reconocimiento de la Vida Trinitaria a cuya imagen hemos sido creados para ser amigos de Ella y entre nosotros. Esto nos facilita compartir el ser y el quehacer en la provincia y en las regiones, para estar más identificados en el ser que en la tarea.

Agradecemos profundamente al Espíritu de Dios el seguir suscitando vocaciones a nuestra forma de vida en la Iglesia. Estamos seguros que el Señor nos conduce hacia un nuevo rostro de provincia más acorde con su proyecto para el mundo de hoy y nuestra realidad.

Necesitamos consolidar las casas-comunidades que están en riesgo, de modo que no se pierda lo que el Señor nos ha dado. Esto requiere de nosotros un esfuerzo generoso. Asimismo, es tiempo de consolidar la formación de los laicos que colaboran en nuestras comunidades. Junto con ellos podemos potenciar nuestras presencias para una comunión mayor y un servicio eficaz. La realidad nos invita a buscar propuestas de integración acordes entre nosotros y con ellos.

Hay muchos campos de acción a los que podemos llegar desde lo que ya hemos creado. Del CEVHAC (Centro de Estudio de los Valores Humanos A.C.) hemos de aprovechar su crecimiento e impulso, para hacerlo crecer más y tener en él un medio oficial reconocido, de presencia y expansión.

Podemos aprovechar los medios de comunicación a nuestro alcance.

Las regiones en las que estamos organizados, nos permiten una vinculación entre nuestras casas para apoyar la consolidación de los centros de espiritualidad en todas ellas, así como también para colaborar más eficazmente con las comunidades formativas.

También tenemos oportunidades de tender puentes hacia otras fronteras que nos posibiliten una presencia de familia como carmelitas en México, no olvidamos a nuestros hermanos y hermanas carmelitas de otros lugares, con quienes estamos abiertos para la mutua colaboración.

Experimentamos la urgencia de atender la formación tanto inicial como continua para estar a la altura de lo que Dios nos confía y la sociedad nos demanda hoy.

Los trabajos realizados, la reflexión que hemos tenido, los recursos utilizados, los queremos sistematizar de modo que sean de provecho para nosotros mismos y para todo aquel que desee servirse de ese material.

Así, en este múltiple escenario social y eclesial, en proyección a diez años queremos ser Testigos de la experiencia de Dios que nos lleve a actuar integralmente, ad intra et ad extra, para que nuestra vida y quehacer reflejen esa convicción entrañable: divino y humano juntos.

Motivados por esta reflexión, queremos comprometernos a dar los pasos adecuados, y para ello hemos querido darles expresión formal mínima para desarrollarlas en nuestro trienio naciente a través de las siguientes determinaciones capitulares.

Sus hermanos en el Carmelo, los capitulares:

Fr. Ricardo Pérez Enríquez, Fr. Nicolás García Rodríguez, Fr. Germán Melgarejo Lomelín, Fr. Raúl Vargas Cerrito, Fr. Leonel Ceniceros Castro, Fr. Enrique Castro Yurrita, Fr. José Miranda Martín, Fr. Cesar Omar Hernández, Fr. Luis Fernando Téllez Arredondo, Fr. José de Jesús Orozco Mosqueda, Fr. Carlos Martínez Aguilar, Fr. Ricardo García Loe, Fr. Emilio Hadad Trujillo, Fr. Tomás Ostos Ríos, Fr. Germán Balvanera Villanueva, Fr. Jorge Orlando García Iniesta, Fr. Eduardo Juárez Domínguez, Fr. Cándido Celestino González,  Fr. Raúl Tapia Santamaría.



1] Cfr. GRUN Anselm y DUFNER Meinrad, Una espiritualidad desde abajo, El diálogo con Dios desde el fondo de la persona, ST, Santander, 2000, pp. 1-4.
2]  Edades de frailes de votos solemnes:  8 de 80 años y más, 16 de 70 a 79, 5 de 60 a 69, 9 de 50 a 59, 20 de 40 a 49, 14 de 30 a 39 y 2 de 20 a 29.
3] ALEJANDRE-ESCOBAR en REYES linares, Pedro Antonio, SJ, Un marco teológico para  el mundo actual, conferencia dictada en el III congreso de misión única, CSC. 3,4 y 5 de enero 2014, San Juan de los Lagos, Jal. p. 2 «La noción de ciudadanía se entiende como la necesidad de la sociedad y del Estado de construcción gradual de espacios valores y actitudes favorables al ejercicio efectivo de la ciudadanía por todos los sectores».
4] Cfr. Ibíd. REYES linares, Pedro Antonio, SJ.
5] Cfr. Evangelii Gaudium 93-97