Lectio jue, 31 mar, 2022

Tiempo de Cuaresma

Oración inicial
Señor Dios nuestro, sabemos quizás más en la teoría que en la práctica, que Tú estás con nosotros, que Tú eres nuestro Dios y nosotros tu pueblo. Perdónanos, Señor, cuando creamos nuestros propios dioses hechos a nuestra imagen y semejanza – el honor, el poder, el prestigio, cosas a las que estamos apegados y esclavizados.
Recuérdanos una y otra vez que Tú eres nuestro Dios leal que nos hiciste a tu imagen y semejanza y que nos muestras tu perfecta semejanza en Jesucristo, tu Hijo y nuestro Señor.

Lectura del Evangelio
– Juan 5,31-47
Jesús dijo a los judíos: “Si yo diera testimonio de mí, mi testimonio no tendría valor; otro es el que da testimonio de mí y yo bien sé que ese testimonio que da de mí es válido. Ustedes enviaron mensajeros a Juan el Bautista y él dio testimonio de la verdad. No es que yo quiera apoyarme en el testimonio de un hombre. Si digo esto, es para que ustedes se salven. Juan era la lámpara que ardía y brillaba, y ustedes quisieron alegrarse un instante con su luz. Pero yo tengo un testimonio mejor que el de Juan: las obras que el Padre me ha concedido realizar y que son las que yo hago, dan testimonio de mí y me acreditan como enviado del Padre. El Padre, que me envió, ha dado testimonio de mí. Ustedes nunca han escuchado su voz ni han visto su rostro, y su palabra no habita en ustedes, porque no le creen al que él ha enviado. Ustedes estudian las Escrituras pensando encontrar en ellas vida eterna; pues bien, ellas son las que dan testimonio de mí. ¡Y ustedes no quieren venir a mí para tener vida! Yo no busco la gloria que viene de los hombres; es que los conozco y sé que el amor de Dios no está en ellos. Yo he venido en nombre de mi Padre y ustedes no me han recibido. Si otro viniera en nombre propio, a ése sí lo recibirían. ¿Cómo va a ser posible que crean ustedes, que aspiran a recibir gloria los unos de los otros y no buscan la gloria que sólo viene de Dios? No piensen que yo los voy a acusar ante el Padre; ya hay alguien que los acusa: Moisés, en quien ustedes tienen su esperanza. Si creyeran en Moisés, me creerían a mí, porque él escribió acerca de mí. Pero, si no dan fe a sus escritos, ¿cómo darán fe a mis palabras?” 

Reflexión
Juan, intérprete de Jesús. Juan es un buen intérprete de las palabras de Jesús. Un buen intérprete debe tener una doble fidelidad: fidelidad a las palabras del que habla y fidelidad al lenguaje del que escucha. En el Evangelio de Juan, las palabras de Jesús no se transmiten de forma material o literal, sino que se traducen y trasladan a la lengua de las personas de las comunidades cristianas del siglo I en Asia Menor. Por eso, las reflexiones del Evangelio de Juan no siempre son fáciles de entender, porque en ellas se mezclan las palabras de Dios y las del propio evangelista, que refleja el lenguaje de la fe de las comunidades de Asia Menor. Para ello no basta con el estudio erudito o científico de Jesús. Es necesario también la experiencia vivida de la fe en la comunidad. El Evangelio de hoy es un ejemplo típico de la profundidad espiritual y mística del Evangelio del Discípulo Amado.

Iluminación recíproca entre la vida y la fe. Aquí conviene repetir lo que dice Juan Casiano sobre el descubrimiento del sentido pleno y profundo de los salmos: «Instruidos por lo que nosotros mismos sentimos, no consideremos el texto como algo que sólo hemos oído, sino como algo que hemos experimentado y que tocamos con nuestras manos; no como una historia extraña e inaudita, sino como algo que sacamos a la luz desde lo más profundo de nuestro corazón, como si fueran sentimientos que forman parte de nuestro ser.

Repitámoslos; no es la lectura (el estudio) lo que nos hace penetrar en el sentido o significado de las palabras, sino nuestra propia experiencia previamente adquirida en la vida de cada día». (Collationes X, 11). La vida ilumina el texto; el texto ilumina la vida. Si, a veces, el texto no dice nada, no es por falta de estudio o por falta de oración, sino simplemente por falta de profundidad en la propia vida.

Juan 31-32: El valor del testimonio de Jesús. El testimonio de Jesús es verdadero porque no se promociona ni se exalta a sí mismo. «Hay otro testigo que habla en mi favor», es decir, el Padre. Y Su testimonio es verdadero y merece ser creído.

Juan 5:33-36: El valor del testimonio de Juan el Bautista y de las obras de Jesús. Juan el Bautista también dio testimonio de Jesús y lo presenta a la gente como el enviado de Dios que tiene que venir a este mundo (cf. Jn 1,29.33-34; 3,28-34). Por eso, aunque el testimonio de Juan el Bautista es muy importante, Jesús no depende de él. Tiene un testigo a su favor que es mayor que el de Juan, es decir, las obras que el Padre realiza por medio de Él (Jn 14,10-11).

Juan 5:37-38: El Padre da testimonio de Jesús. Anteriormente, Jesús había dicho: «El que es de Dios escucha las palabras de Dios» (Jn 8,47). Los judíos que acusaron a Jesús no tenían una mente abierta a Dios. Por eso, no perciben el testimonio del Padre que les llega a través de Jesús.

Juan 5:39-41: La propia Escritura da testimonio de Jesús. Los judíos dicen tener fe en las Escrituras, pero, en realidad, no entienden la Escritura, porque la Escritura habla de Jesús (cf. Jn 5,46; 12,16.41; 20,9).

Juan 5:42-47: El Padre no juzga, sino que confía su juicio al Hijo. Los judíos dicen que son fieles a la Escritura de Moisés y, por eso, condenan a Jesús. En realidad, Moisés y la Escritura hablan de Jesús y nos piden que creamos en Él.

Cuestiones personales
La vida ilumina el texto; el texto ilumina la vida. ¿Cómo se utiliza esto para obtener una auténtica comprensión de cada uno?
Los judíos de la época seguían sus creencias endurecidas y no estaban abiertos a las enseñanzas de Jesús. ¿Cuál es el equilibrio adecuado entre mantener las antiguas creencias y aceptar las nuevas? ¿Cómo se discierne lo que hay que mantener y lo que hay que adoptar, y cómo se aplica esto a la doctrina y al ritual de la Iglesia?

Oración final
Yahvé, tu reinado es un reinado para siempre; Tu reinado dura de edad en edad.
Yahvé es digno de confianza en todas Sus palabras y recto en todas sus obras.
Yahvé sostiene a todos los que tropiezan levanta a los que se inclinan. (Sal 145:13-14)

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