Lectio jue, 22 dic, 2022

Oración inicial

Señor Dios, que con la venida de tu Hijo has querido redimir al hombre, sentenciado a muerte; concede a los que van a adorarlo, hecho niño en Belén, participar de los bienes de su redención. Por nuestro Señor.

Lectura del santo Evangelio según Lucas 1,46-55

En aquel tiempo, dijo María:
“Mi alma glorifica al Señor
y mi espíritu se llena de júbilo en Dios, mi salvador,
porque puso sus ojos en la humildad de su esclava.
Desde ahora me llamarán dichosa todas las generaciones,
porque ha hecho en mí grandes cosas el que todo lo puede.
Santo es su nombre,
y su misericordia llega de generación en generación
a los que lo temen.

Ha hecho sentir el poder de su brazo:
dispersó a los de corazón altanero,
destronó a los potentados
y exaltó a los humildes.

A los hambrientos los colmó de bienes
y a los ricos los despidió sin nada.

Acordándose de su misericordia,
vino en ayuda de Israel, su siervo,

como lo había prometido a nuestros padres,
a Abraham y a su descendencia,
para siempre’’.

María permaneció con Isabel unos tres meses y luego regresó a su casa.

Reflexión

El cántico de María era uno de los cánticos de las comunidades de los primeros cristianos. Revela el nivel de conciencia y la firmeza de fe que las animaba por dentro. Cantado por las Comunidades, este cántico de María enseña a rezar y a cantar.

Lucas 1,46-50: Maria empieza proclamando el cambio que acontece en su propia vida bajo la mirada amorosa de Dios, lleno de misericordia. Por esto, canta feliz: «Exulto de gozo en Dios, mi Salvador».

Lucas 1,51-53: Luego canta la fidelidad de Dios hacia su pueblo y proclama el cambio que el brazo del Señor estaba realizando a favor de los pobres y hambrientos. La expresión «brazo de Dios» recuerda la liberación del Éxodo. Es esta fuerza salvadora y libertadora de Javé la que hace acontecer los cambios: dispersa a los orgullosos (Lc 1,51), destrona a los poderosos y eleva a los humildes (Lc 1,52), despide a los ricos sin nada y llena de bienes a los hambrientos (Lc 1,53).

Lucas 1,54-55: Al final, María recuerda que todo esto es expresión de la misericordia de Dios con su pueblo y expresión de su fidelidad a las promesas hechas a Abrahán.

La Buena Nueva vista no como una recompensa por la observancia de la Ley, sino como expresión de la bondad y de la fidelidad de Dios a sus promesas. Es lo que Pablo enseñaba a los Gálatas y a los Romanos.

Para la reflexión personal

Los cánticos son el termómetro de la vida de las comunidades. Revelan el grado de conciencia y de compromiso. Examina los cánticos de tu comunidad.

Analiza la conciencia social que aflora en el cántico de María. En el siglo 20 después de Cristo este canto fue censurado por los militares de un país latinoamericano, porque fue considerado subversivo.

Oración final

Levanta del polvo al humilde,
alza del muladar al indigente
para sentarlo junto a los nobles,
y darle en heredad trono de gloria.
(1Sam 1,8)

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Lectio mié 21 dic, 2022

Oración inicial

Escucha, Señor, la oración de tu pueblo, alegre por la venida de tu Hijo en carne mortal, y haz que cuando vuelva en su gloria, al final de los tiempos, podamos alegrarnos de escuchar de sus labios la invitación a poseer el reino eterno. Por nuestro Señor.

Lectura del santo Evangelio según Lucas 1,39-45

En aquellos días, María se encaminó presurosa a un pueblo de las montañas de Judea y, entrando en la casa de Zacarías, saludó a Isabel. En cuanto ésta oyó el saludo de María, la criatura saltó en su seno.

Entonces Isabel quedó llena del Espíritu Santo y, levantando la voz, exclamó: “¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a verme? Apenas llegó tu saludo a mis oídos, el niño saltó de gozo en mi seno. Dichosa tú, que has creído, porque se cumplirá cuanto te fue anunciado de parte del Señor”.

Reflexión

Lucas acentúa la prontitud de María en servir, en ser sierva. El ángel habla del embarazo de Isabel e, inmediatamente María se dirige de prisa a su casa para ayudarla. De Nazaret hasta la casa de Isabel hay una distancia de más de 100 Km., cuatro días de viaje, ¡como mínimo! No había ni bus, ni tren. María empieza a servir y a cumplir su misión a favor del pueblo de Dios.

Isabel representa el Antiguo Testamento que estaba terminando. María representa el Nuevo que está empezando. El Antiguo Testamento acoge el Nuevo con gratitud y confianza, reconociendo en ello el don gratuito de Dios que viene a realizar y a completar la expectativa de la gente. En el encuentro de las dos mujeres se manifiesta el don del Espíritu. La criatura salta de alegría en el seno de Isabel. Esta es la lectura de fe que Isabel hace de las cosas de la vida.

La Buena Nueva de Dios revela su presencia en las cosas más comunes de la vida humana: dos mujeres se visitan para ayudarse mutuamente. Visita, alegría, embarazo, niños, ayuda mutua, casa, familia: en esto Lucas quiere que las comunidades y todos nosotros percibamos y descubramos la presencia de Dios.

Isabel dice a María: “¡Bendita eres tú entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre!” Hasta hoy, estas palabras forman parte del salmo más conocido y más rezado en el mundo entero, que es el Dios te salve María.

«¡Dichosa por haber creído que de cualquier manera se cumplirán las promesas del Señor!”. Es el elogio de Isabel a María y lo que recuerda Lucas a las comunidades: creer en la Palabra de Dios, pues la Palabra de Dios tiene la fuerza para realizar todo aquello que nos dice. Es Palabra creadora. Engendra vida en el seno de la virgen, en el seno de la gente pobre que la acoge con fe.

María e Isabel se conocían ya. Y sin embargo, en este encuentro, descubren, la una en la otra, un misterio que aún no conocían y que las llenó de mucha alegría. Hoy también encontramos a personas que nos sorprenden con la sabiduría que poseen y con el testimonio de fe que nos dan. ¿Te ha sucedido algo parecido? ¿Has encontrado a personas que te han sorprendido? ¿Qué me impide descubrir y vivir la alegría de la presencia de Dios en nuestra vida?

La actitud de María ante la Palabra expresa el ideal que Lucas quiere comunicar a las Comunidades: no encerrarse en ellas mismas, sino salir de casa, estar atentas a las necesidades concretas de las personas, y tratar de ayudar a los demás en la medida de las necesidades.

Para la reflexión personal

Colocándome en la posición de María e Isabel: ¿soy capaz de percibir y experimentar la presencia de Dios en las cosas sencillas y comunes de la vida de cada día?
El elogio de Isabel a María: “¡Has creído!” Su marido tuvo problema en creer lo que el ángel le decía. ¿Y yo?

Oración final

Esperamos anhelantes a Yahvé,
él es nuestra ayuda y nuestro escudo;
en él nos alegramos de corazón
y en su santo nombre confiamos.
(Sal 33,20-21)

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Lectio mar, 20 dic, 2022

Oración inicial

Señor y Dios nuestro, a cuyo designio se sometió la Virgen Inmaculada aceptando, al anunciárselo el ángel, encarnar en su seno a tu Hijo; tú que la has transformado, por obra del Espíritu Santo, en templo de tu divinidad, concédenos, siguiendo su ejemplo, la gracia de aceptar tus designios con humildad de corazón. Por nuestro Señor.

Lectura del santo Evangelio según Lucas 1,26-38

En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un varón de la estirpe de David, llamado José. La virgen se llamaba María.

Entró el ángel a donde ella estaba y le dijo: “Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo”. Al oír estas palabras, ella se preocupó mucho y se preguntaba qué querría decir semejante saludo.

El ángel le dijo: “No temas, María, porque has hallado gracia ante Dios. Vas a concebir y a dar a luz un hijo y le pondrás por nombre Jesús. Él será grande y será llamado Hijo del Altísimo; el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, y él reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reinado no tendrá fin”.

María le dijo entonces al ángel: “¿Cómo podrá ser esto, puesto que yo permanezco virgen?” El ángel le contestó: “El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso, el Santo, que va a nacer de ti, será llamado Hijo de Dios. Ahí tienes a tu parienta Isabel, que a pesar de su vejez, ha concebido un hijo y ya va en el sexto mes la que llamaban estéril, porque no hay nada imposible para Dios”. María contestó: “Yo soy la esclava del Señor; cúmplase en mí lo que me has dicho”. Y el ángel se retiró de su presencia.

Reflexión

La visita del ángel a María evoca las visitas de Dios a varias mujeres del Antiguo Testamento: Sara, madre de Isaac (Gn 18,9-15), Ana, madre de Samuel (1 Sam 1,9-18), la madre de Sansón (Jueces 13,2-5). A todas ellas fue anunciado el nacimiento de un hijo con una misión importante en la realización del plan de Dios.

La narración empieza con una expresión “En el sexto mes”. Es el sexto mes de embarazo para Isabel. La necesidad concreta de Isabel, una mujer ya avanzada en edad que va a tener a su primer hijo, con un parto a riesgo, es el telón de fondo de todo este episodio. Y ella lo menciona al comienzo (Lc 1,26) y al final de la visita del ángel (Lc 1,36.39).

El ángel le dice: “¡Alégrate!, ¡Llena de gracia! ¡El Señor está contigo!” Palabras símiles fueron dichas a Moisés (Ex 3,12), a Jeremías (Jr 1,8), a Jedeón (Jz 6,12) y a otras personas con una misión importante en el plan de Dios. María se queda extrañada ante este saludo, y tratar de saber el significado de aquellas palabras. Es realista. Quiere entender. No acepta cualquier inspiración.

El ángel responde: “¡No temas, María!” Como en la visita del ángel a Zacarías, el ángel recuerda aquí que el primer saludo de Dios es siempre: ”¡No temas!” Luego el ángel recuerda las promesas del pasado que se cumplirán mediante el hijo que va a nacer y que debe recibir el nombre de Jesús. Será llamado Hijo del Altísimo y en él se realizará el Reino de Dios. Esta es la explicación del ángel para que María no tenga miedo.

María tiene conciencia de la misión que está recibiendo, pero sigue siendo realista. No se deja embalar por la grandeza de la oferta y mira su condición. Analiza la oferta a partir de los criterios que tiene a su disposición. Humanamente hablando, no es posible: “¡Cómo podré ser madre si no tengo relación con ningún hombre?”

El ángel explica que el Espíritu Santo, presente en la Palabra de Dios desde el día de la Creación (Génesis 1,2), consigue realizar cosas que parecen imposibles. Por esto, el Santo que va a nacer de María será llamado Hijo de Dios. El milagro se repite hoy. Cuando la Palabra de Dios es acogida por los pobres, algo nuevo acontece por el poder del Espíritu Santo. Algo tan nuevo y sorprendente como que un hijo va a nacer de una virgen o un hijo va a nacer de una mujer ya entrada en edad como Isabel, de la que todos decían que ¡no podía tener hijos! Y el ángel añade: “¡Ahí tienes a tu parienta, Isabel: se encuentra ya en el sexto mes del embarazo!”

La respuesta del ángel aclara todo para Maria, y ella se entrega: “¡He aquí la sierva del Señor! Hágase en mí según su Palabra”. Maria usa para si el título de Sierva, sirvienta del Señor. Este título viene de Isaías, que presenta la misión del pueblo no como un privilegio, sino como un servicio a los otros pueblos (Is 42,1-9; 49,3-6). Más tarde, Jesús definirá también su misión como un servicio: “No vine para ser servido, sino para servir” (Mt 20,28). ¡Aprendió de su Madre!

Para la reflexión personal

¿Qué es lo que más te llama la atención en la visita del ángel Gabriel a Maria?

Jesús elogio a su madre cuando dice:“Dichosos aquellos que oyen la Palabra y la ponen en práctica” (Lc 11,28). ¿Cómo se relacionó María con la Palabra de Dios durante la visita del ángel?

Oración final

De Yahvé es la tierra y cuanto la llena, el orbe y cuantos lo habitan, pues él lo fundó sobre los mares, lo asentó sobre los ríos. (Sal 24,1-2)

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Lectio lun, 19 dic, 2022

Oración inicial

Dios y Señor nuestro, que en el parto de la Virgen María has querido revelar al mundo entero el esplendor de tu gloria: asístenos con tu gracia, para que proclamemos con fe integra y celebremos con piedad sincera el misterio admirable de la encarnación de tu Hijo. Que vive y reina ….

Lectura del santo Evangelio según Lucas 1,5-25

Hubo en tiempo de Herodes, rey de Judea, un sacerdote llamado Zacarías, del grupo de Abías, casado con una descendiente de Aarón, llamada Isabel. Ambos eran justos a los ojos de Dios, pues vivían irreprochablemente, cumpliendo los mandamientos y disposiciones del Señor. Pero no tenían hijos, porque Isabel era estéril y los dos, de avanzada edad.

Un día en que le correspondía a su grupo desempeñar ante Dios los oficios sacerdotales, le tocó a Zacarías, según la costumbre de los sacerdotes, entrar al santuario del Señor para ofrecer el incienso, mientras todo el pueblo estaba afuera, en oración, a la hora de la incensación.

Se le apareció entonces un ángel del Señor, de pie, a la derecha del altar del incienso. Al verlo, Zacarías se sobresaltó y un gran temor se apoderó de él. Pero el ángel le dijo: “No temas, Zacarías, porque tu súplica ha sido escuchada. Isabel, tu mujer, te dará un hijo, a quien le pondrás el nombre de Juan. Tú te llenarás de alegría y regocijo, y otros muchos se alegrarán también de su nacimiento, pues él será grande a los ojos del Señor; no beberá vino ni licor y estará lleno del Espíritu Santo, ya desde el seno de su madre. Convertirá a muchos israelitas al Señor; irá delante del Señor con el espíritu y el poder de Elías, para convertir los corazones de los padres hacia sus hijos, dar a los rebeldes la cordura de los justos y prepararle así al Señor un pueblo dispuesto a recibirlo”.

Pero Zacarías replicó: “¿Cómo podré estar seguro de esto? Porque yo ya soy viejo y mi mujer también es de edad avanzada”. El ángel le contestó: “Yo soy Gabriel, el que asiste delante de Dios. He sido enviado para hablar contigo y darte esta buena noticia. Ahora tú quedarás mudo y no podrás hablar hasta el día en que todo esto suceda, por no haber creído en mis palabras, que se cumplirán a su debido tiempo”.

Mientras tanto, el pueblo estaba aguardando a Zacarías y se extrañaba de que tardara tanto en el santuario. Al salir no pudo hablar y en esto conocieron que había tenido una visión en el santuario. Entonces trató de hacerse entender por señas y permaneció mudo.

Al terminar los días de su ministerio, volvió a su casa. Poco después concibió Isabel, su mujer, y durante cinco meses no se dejó ver, pues decía: “Esto es obra del Señor. Por fin se dignó quitar el oprobio que pesaba sobre mí”.

Reflexión

El evangelio de hoy nos habla de la visita del ángel Gabriel a Zacarías (Lc 1,5-25). El evangelio de mañana nos habla de la visita del mismo ángel Gabriel a María (Lc 1,26- 38). Lucas coloca las dos visitas la una al lado de la otra, para que nosotros, leyendo los dos textos con atención, percibamos las pequeñas y significativas diferencias entre las dos visitas, entre el Antiguo y el Nuevo Testamento. Trata de descubrir las diferencias entre las visitas del ángel Gabriel a Zacarías y a María por medio de las siguientes preguntas: ¿Dónde aparece el ángel? ¿A quién aparece? ¿Cuál es el anuncio? ¿Cuál es la respuesta? ¿Cuál es la reacción de la persona visitada después e la visita? Etc.

El primer mensaje del ángel de Dios a Zacarías es: “¡No temas!” Hasta hoy, Dios sigue causando miedo a mucho gente y hasta hoy el mensaje sigue siendo válido: “¡No temas!” Inmediatamente después, el ángel dice: “¡Tu oración ha sido escuchada!” En la vida, ¡todo es fruto de oración!

Zacarías representa el Antiguo Testamento. El cree, pero su fe es débil. Después de la visita, se queda mudo, incapaz de comunicar con los demás. La economía anterior, revelada en Zacarías, estaba en el final de sus capacidades, había agotado sus recursos. La nueva economía de Dios estaba por llegar en María.

En el anuncio del ángel aparece la importancia de la misión del niño que va a nacer y cuyo nombre será Juan: “No beberá vino ni licor, y estará lleno de Espíritu Santo ya desde el seno de su madre”, esto es, Juan será una persona enteramente consagrada a Dios y a su misión.“Por él muchos hijos de Israel volverán al Señor su Dios, pues el abrirá el camino al Señor con el espíritu y el poder del profeta Elías para reconciliar a los padres con los hijos. Hará que los rebeldes vuelvan a la sabiduría de los buenos, con el fin de preparar al Señor un pueblo bien dispuesto.», esto es, en el niño Juan acontecerá el esperado retorno del profeta Elías que vendrá a realizar la reconstrucción de la vida comunitaria: reconciliar a los padres con los hijos y hacer que los rebeldes vuelvan a la sabiduría de los buenos.

De hecho, la misión de Juan fue muy importante. Para la gente él era un profeta (Mc 11,32). Muchos años después, en Éfeso, Pablo encontró a personas que habían sido bautizadas en el bautismo de Juan (Hec 19,3)

Cuando Isabel, siendo ya vieja, concibe y queda embarazada, se escondió por cinco meses. Por el contrario, María en vez de esconderse salió de su casa, para servir.

Para la reflexión personal

¿Qué te llama más la atención en esta visita del ángel Gabriel a Zacarías?

Convertir el corazón de los padres hacia los hijos y de los hijos hacia los padres, esto es, reconstruir el tejido de relaciones humanas en la base y rehacer la vida en comunidad. Esta es la misión de Juan. Fue también la misión de Jesús y sigue siendo hoy la misión más importante. ¿Cómo contribuyo en esta misión?

Oración final

Pues tú eres mi esperanza, Señor, mi confianza desde joven, Yahvé. En ti busco apoyo desde el vientre, eres mi fuerza desde el seno materno. (Sal 71,5-6)

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Lectio Dom, 18 dic, 2022

La justicia de José salvó la vida de María Mateo 1,18-24

Oración inicial

Señor Jesús, envía tu Espíritu, para que Él nos ayude a leer la Biblia en el mismo modo con el cual Tú la has leído a los discípulos en el camino de Emaús. Con la luz de la Palabra, escrita en la Biblia, Tú les ayudaste a descubrir la presencia de Dios en los acontecimientos dolorosos de tu condena y muerte. Así, la cruz, que parecía ser el final de toda esperanza, apareció para ellos como fuente de vida y resurrección.

Crea en nosotros el silencio para escuchar tu voz en la Creación y en la Escritura, en los acontecimientos y en las personas, sobre todo en los pobres y en los que sufren. Tu palabra nos oriente a fin de que también nosotros, como los discípulos de Emaús, podamos experimentar la fuerza de tu resurrección y testimoniar a los otros que Tú estás vivo en medio de nosotros como fuente de fraternidad, de justicia y de paz. Te lo pedimos a Ti, Jesús, Hijo de María, que nos has revelado al Padre y enviado tu Espíritu. Amén.

Lectura

Clave de lectura:

Los miembros de las comunidades cristianas de Palestina y de la Siria, para los que Mateo escribe su evangelio, eran en gran parte judíos convertidos. Aceptaron a Jesús como Mesías y creyeron en Él. Fueron perseguidos a causa de su fe. Sus hermanos judíos le decían: “Vosotros cristianos vivís engañados; ¡Jesús no es, no puede ser el Mesías!”. En el texto que meditamos este domingo, se ve manifiestamente la preocupación de Mateo, que quiere confirmar la fe de las comunidades. Es como si quisiera decirles: “ ¡Vosotros no vivís engañado! ¡Jesús es verdaderamente el Mesías!”. La intención de los capítulos 1o y 2o del Evangelio de Mateo es el de informar a los lectores con respecto a Jesús, cuya actividad será descrita a partir del capítulo 3o. En estos dos primeros capítulos, Mateo presenta las credenciales de Jesús, nuevo legislador, nuevo Moisés. En la genealogía (Mt 1,1-17) ya había mostrado que Jesús pertenece a la raza de David y de Abrahán (Mt 1,1). En estos versículos (Mt 1, 18-25), Mateo continúa presentando a Jesús describiendo su nacimiento. Cuenta cómo José ha recibido la noticia de que María está encinta y las profecías que se cumplirán con el nacimiento de Jesús, demostrando que Él es el Mesías esperado. Durante la lectura, es bueno prestar atención a lo que el texto dice sobre la persona de Jesús, sobre todo por lo tocante al significado de los nombres que Él recibe.

Una división del texto para ayudar en la lectura:

Mateo 1,18: Una irregularidad legal de María
Mateo 1,19: La justicia de José
Mateo 1,20-21: La aclaración del ángel
Mateo 1,22-23: La melodía del evangelio de Mateo
Mateo 1,24-25: La obediencia de José

El texto:

Cristo vino al mundo de la siguiente manera: Estando María, su madre, desposada con José, y antes de que vivieran juntos, sucedió que ella, por obra del Espíritu Santo, estaba esperando un hijo. José, su esposo, que era hombre justo, no queriendo ponerla en evidencia, pensó dejarla en secreto.

Mientras pensaba en estas cosas, un ángel del Señor le dijo en sueños: «José, hijo de David, no dudes en recibir en tu casa a María, tu esposa, porque ella ha concebido por obra del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo y tú le pondrás el nombre de Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados».

Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que había dicho el Señor por boca del profeta Isaías: He aquí que la virgen concebirá y dará a luz un hijo, a quien pondrán el nombre de Emmanuel, que quiere decir Dios-con-nosotros.

Cuando José despertó de aquel sueño, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y recibió a su esposa.

Un momento de silencio orante

para que la Palabra de Dios pueda entrar en nosotros e iluminar nuestra vida.

Algunas preguntas

para ayudarnos en la meditación y en la oración.

¿Cuál es el punto de este texto que más ha llamado tu atención? ¿Por qué?

Según las palabras del ángel ¿quién es el hijo que nacerá de María?

Según las palabras de Mateo ¿qué profecía del Antiguo Testamento se realiza enJesús

¿Cuáles son los dos nombres que el Niño recibe y cuál es el proyecto de Dios, escondido en estos nombres?

¿Cómo entender la conducta de José?¿Qué nos enseña esta conducta?

¿En qué consiste exactamente la “justicia” de José?

¿Cuál es nuestra justicia, comparada con la de José?

Para aquéllos que desean profundizar más en el tema

Contexto del pasaje del evangelio:

La genealogía de Jesús (Mt 1,1-17) nos deja con un interrogante. Junto a  los nombres de los cuarenta y dos ascendientes paternos de Jesús (Mt 1,17), Mateo cita los nombres de cuatro ascendientes maternas solamente: Tamar (Mt  1,3), Racab, Rut (Mt  1,4) y la  mujer de Uría (Mt 1,6). Las cuatro mujeres conciben a sus hijos fuera de los parámetros de la pureza o justicia legal de la época. Desde luego estas cuatro mujeres se encuentran en estado irregular ante la Ley. Es evidente la irregularidad de estas cuatro ascendientes. Basta leer los textos del Antiguo Testamento, donde vienen escritas las historias de  cada una. Es así como al final de la genealogía surge una pregunta: Y María, esposa de José, de quien nace Jesús (Mt 1,16) ¿también ella incurre en alguna irregularidad de tipo legal?. Es de esto de lo que nos habla el texto que meditamos este domingo.

Comentario del texto:

Mateo 1,18: Una irregularidad legal en María

María aparece encinta antes de convivir con José, su prometido esposo. Quien observa las cosas desde fuera constata una irregularidad y dirá: “¡María, que horror! Según la ley de Moisés este error merecía la pena de muerte (Dt 22,20). Para evitar esta interpretación falsa de los hechos, Mateo ayuda al lector a ver el otro aspecto de la preñez de María: “Concibió por obra del Espíritu Santo”. A los ojos humanos puede parecer una transgresión de la Ley, pero a los ojos de Dios era exactamente lo contrario.

Mateo 1,19: La justicia de José

La gravidez de María sucede antes de que conviva con José, no por una desviación humana, sino más bien por voluntad divina. Dios mismo se ha burlado de las leyes de la pureza legal en el modo que ha hecho nacer al Mesías en medio de nosotros. Si José hubiese obrado según las exigencias de la ley de la época, hubiera debido denunciar a María y posiblemente le hubiera arrojado piedras. La preñez antes del matrimonio es irregular y según la ley de la pureza legal, debería ser castigada con la pena de muerte (Dt 22,20). Pero José, porque era justo, no obedece a las exigencias de las leyes de la pureza legal. Su justicia es mayor. En vez de denunciar, prefiere respetar el misterio que no entiende y decide abandonar a María en secreto. La justicia mayor de José salva la vida tanto de María como la de Jesús.

Así, Mateo envía un aviso importante a las comunidades de la Palestina y de la Siria. Es como si dijese: “He aquí lo que hubiera sucedido si se hubiera seguido la observancia rigurosa que ciertos fariseos exigen de vosotros. ¡Hubieran dado muerte al Mesías!. Más tarde Jesús dirá: “Si vuestra justicia no supera la de los escribas y la de los fariseos, no entraréis en el reino de los cielos” (Mt 5,20).

Mateo 1,20-21: La aclaración del ángel y los dos nombres del hijo de María: Jesús y Emmanuel.

“El ángel del Señor” ayuda a descubrir la dimensión más profunda de la vida y de los sucesos. Ayuda a hacer la radiografía de los acontecimientos y a percibir la llamada de Dios, que a ojos desnudos, no se percibe. El ángel hace entender a José que la preñez de María es fruto de la acción del Espíritu Santo. Dios mismo, el día de la creación, aleteaba sobre las aguas y llenaba de fuerza la palabra creadora de Dios (Gén 1,2). En María acontece la nueva creación. Es el principio del nuevo cielo y de la nueva tierra, anunciados por Isaías (Is 65,17). El hijo de María recibe dos nombres: Jesús y Emmanuel. Jesús significa “Yahvé salva”. La salvación no viene por las cosas que nosotros hacemos por Dios, sino por las que Dios hace por nosotros. Emmanuel significa “Dios con nosotros”. En la salida de Egipto, en el Éxodo, Dios baja junto al pueblo oprimido (Ex 3,8) y dice a Moisés: “Yo estaré contigo” (Ex 3,12) y desde aquel momento y después no abandona más a su pueblo. Los dos nombres, Jesús y Emmanuel, cumplen y superan la esperanza del pueblo.

Mateo 1,22-23: La melodía del Evangelio de Mateo

“Todo esto sucedió para que se cumpliese lo dicho por el Señor por medio del profeta”.

Esta frase y otras semejantes son como una melodía, palabras que se repiten muchas veces en el Evangelio de Mateo (Mt 1,23; 2,5.15.17.23; 4,14; 8,17; 13,14.35; etc.). Revela el objetivo que el autor tiene en la  mente:  confirmar  a  sus  lectores  de  origen  judío  el hecho de que Jesús es verdaderamente el Mesías prometido. En Él  se cumplen las profecías de los profetas.  Aquí Mateo  invoca el texto de Isaías:  “La Virgen concebirá  y dará a luz un hijo y le  pondrán  por  nombre  Emmanuel”  (Is  7,14).  El  título  Emmanuel más que un nombre, revela el significado de Jesús para nosotros. Jesús es la prueba de  que Dios continúa estando con nosotros (Mt 1,25). El  mismo  nombre  del niño  es  Jesús (Mt 1,25)

Mateo 1,24-25: La obediencia de José:

Despertado del sueño, José hizo lo que le dijo el ángel y llevó a María a su casa. Y continúa diciendo que no tuvo relación con María, para confirmar que Jesús nació del Espíritu Santo.

Ampliando el tema

Una clave para el Evangelio de Mateo – El Evangelio de Mateo se dirige a una comunidad de judíos convertidos, que viven una profunda crisis de identidad con  relación a su pasado judío. Cuando en el año 65, d.de C., explotó la rebelión contra Roma, los judíos cristianos no participaron y abandonaron Jerusalén. Los fariseos hicieron lo mismo. Después de la destrucción de Jerusalén en el año 70, los fariseos organizaron lo que quedaba del pueblo y se declararon de un modo más decidido en contra de los cristianos, que terminaron por ser excomulgados. Esta excomunión hizo más agudo el problema de la identidad. Ahora, oficialmente excomulgados, no podían frecuentar sus sinagogas, sus rabinos. Y surge para ellos la pregunta: ¿A quién pertenecen las promesas: a la sinagoga o a la iglesia? ¿Quién es el verdadero pueblo de Dios: ellos o nosotros? ¿Es Jesús verdaderamente el Mesías? Mateo escribe su evangelio para esta comunidad. El Evangelio de Mateo se puede definir con estas tres palabras:

Evangelio de la consolación para los excomulgados y perseguidos por los hermanos que no aceptan a Jesús en calidad de Mesías (Cristo); ayuda a superar el trauma de la rotura, de la separación

Evangelio de la revelación: muestra a Jesús como el verdadero Mesías, el nuevo Mesías, en el que culmina toda la historia del A. T. con sus promesas.

Evangelio de la nueva práctica: que describe el obrar de Jesús y muestra cómo llegar a una nueva justicia, más grande que la de los fariseos.

Esto sucedió para que se cumpliese – por medio de esta frase repetida muchas veces en su evangelio, Mateo, toca el punto de mayor tensión entre cristianos y judíos.

Partiendo de la Biblia, ellos decían: “¡Jesús no es, no puede ser el Mesías!”. Partiendo de la misma Biblia, Mateo responde afirmando: “¡Jesús es verdaderamente el Mesías!”

La preñez de María – Tanto Mateo como Lucas citan el texto de Isaías”una virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrán por nombre Emmanuel” (Is 7,14). Pero hay una diferencia: Lucas coloca a María en el centro y da más importancia al signo de la virginidad (Lc 1,31). Mateo pone el centro en José y da más importancia al significado del nombre Emmanuel.

El sueño de José – El ángel se le aparece en sueños a José y le ayuda a entender. Con la ayuda del ángel José consigue descubrir la acción de Dios en lo sucedido, que según la opinión de la época, parece ser sólo fruto de la desviación y del pecado. Ángel quiere decir mensajero. Lleva un mensaje y una ayuda para percibir la acción de Dios en la vida. Hoy son muchos los ángeles que nos orientan en la vida. A veces obran en sueños, otras veces en las reuniones, en las conversaciones, en los encuentros bíblicos, en los hechos, etc… ¡Muchos ángeles, muchos ángeles!

Oración: Salmo 72 (71)

Su nombre dura para siempre.

Confía, oh Dios, tu juicio al rey, al hijo de rey tu justicia:
que gobierne rectamente a tu pueblo, a tus humildes con equidad. Produzcan los montes abundancia, justicia para el pueblo los collados. Defenderá a los humildes del pueblo, salvará a la gente pobre y aplastará al opresor. Durará tanto como el sol, como la luna de edad en edad; caerá como lluvia en los retoños, como rocío que humedece la tierra. Florecerá en sus días la justicia, prosperidad hasta que no haya luna; dominará de mar a mar, desde el Río al confín de la tierra. Ante él se doblará la Bestia, sus enemigos morderán el polvo; los reyes de Tarsis y las islas traerán consigo tributo.
Los reyes de Sabá y de Seba todos pagarán impuestos; ante él se postrarán los reyes, le servirán todas las naciones.
Pues librará al pobre suplicante, al desdichado y al que nadie ampara; se apiadará del débil y del pobre, salvará la vida de los pobres.
La rescatará de la opresión y la violencia, considerará su sangre valiosa; (que viva y le den el oro de Sabá).
Sin cesar rogarán por él, todo el día lo bendecirán.
La tierra dará trigo abundante, que ondeará en la cima de los montes; sus frutos florecerán como el Líbano, sus espigas como la hierba del campo. ¡Que su fama sea perpetua, que dure tanto como el sol!
¡Que sirva de bendición a las naciones, y todas lo proclamen dichoso!
¡Bendito Yahvé, Dios de Israel, el único que hace maravillas!
¡Bendito su nombre glorioso por siempre, la tierra toda se llene de su gloria!
¡Amén! ¡Amén!

Oración final

Señor Jesús, te damos gracia por tu Palabra que nos ha hecho ver mejor la voluntad del Padre. Haz que tu Espíritu ilumine nuestras acciones y nos comunique la fuerza para seguir lo que Tu Palabra nos ha hecho ver. Haz que nosotros como María, tu Madre, podamos no sólo escuchar, sino también poner en práctica la Palabra. Tú que vives y reinas con el Padre en la unidad del Espíritu Santo por todos los siglos de los siglos. Amén.

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Lectio sáb, 17 dic, 2022

Oración inicial

Dios, creador y restaurador del hombre, que has querido que tu Hijo, Palabra eterna, se encarnase en el seno de María siempre Virgen, escucha nuestras súplicas y que Cristo, tu Unigénito, hecho hombre por nosotros, se digne hacernos partícipes de su condición divina. Por nuestro Señor.

Lectura del santo Evangelio según Mateo 1,1-17

Genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham: Abraham engendró a Isaac, Isaac a Jacob, Jacob a Judá y a sus hermanos; Judá engendró de Tamar a Fares y a Zará; Fares a Esrom, Esrom a Aram, Aram a Aminadab, Aminadab a Naasón, Naasón a Salmón, Salmón engendró de Rajab a Booz; Booz engendró de Rut a Obed, Obed a Jesé, y Jesé al rey David.

David engendró de la mujer de Urías a Salomón, Salomón a Roboam, Roboam a Abiá, Abiá a Asaf, Asaf a Josafat, Josafat a Joram, Joram a Ozías, Ozías a Joatam, Joatam a Acaz, Acaz a Ezequías, Ezequías a Manasés, Manasés a Amón, Amón a Josías, Josías engendró a Jeconías y a sus hermanos durante el destierro en Babilonia.

Después del destierro en Babilonia, Jeconías engendró a Salatiel, Salatiel a Zorobabel, Zorobabel a Abiud, Abiud a Eliaquim, Eliaquim a Azor, Azor a Sadoc, Sadoc a Aquim, Aquim a Eliud, Eliud a Eleazar, Eleazar a Matán, Matán a Jacob, y Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo.

De modo que el total de generaciones, desde Abraham hasta David, es de catorce; desde David hasta la deportación a Babilonia, es de catorce, y desde la deportación a Babilonia hasta Cristo, es de catorce.

Reflexión

La genealogía define la identidad de Jesús. El es el «hijo de David y el hijo de Abrahán” (Mt 1,1; cf 1,17). Como hijo de David, es la respuesta de Dios a las expectativas del pueblo judío (2Sam 7,12-16). Como hijo de Abrahán, es una fuente de bendición para todas las naciones (Gn 12,13). Judíos y paganos ven realizadas sus esperanzas en Jesús.

En la sociedad patriarcal de los judíos, las genealogías traían a menudo nombres de hombres. Sorprende el que Mateo coloque a cinco mujeres entre los antenatos de Jesús: Tamar, Raab, Ruth, la mujer de Urías y María. ¿Por qué Mateo escoge precisamente a estas cuatro mujeres como compañeras de María? A ninguna reina, a ninguna matriarca, a ninguna de las mujeres luchadoras del Éxodo: ¿Por qué? Es ésta la pregunta que el Evangelio de Mateo nos deja en la cabeza.

En la vida de las cuatro mujeres compañeras de María hay algo anormal. Las cuatro son extranjeras, concebirán a sus hijos fuera de los patrones normales y no cumplirán con las exigencias de las leyes de pureza del tiempo de Jesús. Tamar, una Cananea, viuda, se viste de prostituta para obligar al patriarca Judá a que sea fiel a la ley y a que le dé un hijo (Gn 38,1-30). Raab, una Cananea de Jericó, era una prostituta que ayudó a los Israelitas a entrar en la Tierra Prometida (Js 2,1-21). Ruth, una Moabita, viuda y pobre, optó por quedarse al lado de Noemí y adherir al Pueblo de Dios (Rt 1,16-18). Tomó la iniciativa de imitar a Tamar y de pasar la noche en la era, junto con Booz, obligándolo a observar la ley y a darle un hijo. De la relación entre los dos nació Obed, el abuelo del rey David (Rt 3,1-15; 4,13-17). Betsabé, una Hitita, mujer de Urías, fue seducida, violentada y quedó embarazada por el rey David, quien, además mandó matar a su marido (2Sm 11,1-27). La forma de actuar de estas cuatro mujeres estaba en desacuerdo con las normas tradicionales. Y sin embargo fueron estas iniciativas poco convencionales las que dieron continuidad al linaje de Jesús y trajeron la salvación de Dios a todo el pueblo. Todo esto nos hace pensar y nos cuestiona cuando damos demasiado valor a la rigidez de las normas.

El cálculo de 3 x 14 generaciones (Mt 1,17) tiene un significado simbólico. Tres es el número de la divinidad. Catorce es el doble de siete. Siete es el número de la perfección. Por medio de este simbolismo, Mateo expresa la convicción de los primeros cristianos según la cual Jesús aparece en el tiempo establecido por Dios. Con su llegada la historia llega a su plenitud.

Para la reflexión personal

¿Cuál es el mensaje que tú descubres en la genealogía de Jesús? ¿Has encontrado una respuesta a la pregunta que Mateo nos deja en la cabeza?
Las compañeras de María, la madre de Jesús, son bien distintas de como nos la imaginábamos. ¿Cuál es la conclusión que tú sacas para tu devoción por Nuestra Señora?

Oración final

¡Que su fama sea perpetua, que dure tanto como el sol!
¡Que sirva de bendición a las naciones,
y todas lo proclamen dichoso! (Sal 72,17)

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Lectio vie, 16 dic, 2022

Juan es la lámpara, Jesús la luz

Oración

Padre, tú enviaste a Juan para que anunciase la venida de tu Hijo Jesús, y él dio testimonio de amor inmenso a su Amigo y Señor. En la plenitud de los tiempos nos has enviado a tu Hijo como Salvador, que ha dado testimonio de tu amor hasta la muerte y nos ha enseñado a vivir en íntima familiaridad contigo. Haz que también nosotros acojamos con gran alegría la Presencia de Cristo para vivir en comunión con Él y caminar hacia ti iluminados por la luz de su rostro. Que brille su luz sobre nosotros y que llegue a los hermanos y hermanas que tú pones en nuestro camino. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Lectura del evangelio según san Juan (5, 33-36)

«Ustedes enviaron mensajeros a Juan el Bautista y él dio testimonio de la verdad. No es que yo quiera apoyarme en el testimonio de un hombre. Si digo esto, es para que ustedes se salven. Juan era la lámpara que ardía y brillaba, y ustedes quisieron alegrarse un instante con su luz.
Pero yo tengo un testimonio mejor que el de Juan: las obras que el Padre me ha concedido realizar y que son las que yo hago, dan testimonio de mí y me acreditan como enviado del Padre».

Meditación

“Vosotros mandasteis…el Padre me ha enviado”. El verbo “mandar”, “enviar”, abre y cierra este breve pasaje que recoge y resume toda la luz y riqueza de la Palabra del Señor quiere ofrecernos. Los judíos mandan sacerdotes y levitas desde Jerusalén para interrogar a Juan (Jn 1, 19); los envían con el fin de sonsacar y hacerse con el testimonio de Juan para poder matarlo. El Padre envía a su Hijo Jesús desde su seno (Jn 1,1-2) como Don de gracia y de salvación para todos los hombres.

Enviar es la acción propia del Padre; a los que son hijos, nosotros, les corresponde aceptar a aquel que es enviado. En esta acogida, vivida día a día, nace la experiencia de libertad y de crecimiento en el Espíritu, gracias a la cual nosotros mismos podemos pasar a ser los enviados, los misioneros, los testimonios de Dios en el mundo. Este es el recorrido que se nos ofrece y que Jesús, con su Palabra, quiere que descubramos. Él está dispuesto a recorrerlo con nosotros como maestro, como hermano y amigo, como compañero de viaje. “dio testimonio”. He aquí otra palabra clave de nuestro pasaje, que se repite varias veces con expresiones diversas: dar testimonio; recibir testimonio; tengo un testimonio; dan testimonio de mí. Un testigo es aquel que ha visto y oído y por eso mismo puede recordar y repetir, puede afirmar, puede declarar con seguridad, con claridad. La palabra bíblica, incluso en el Antiguo Testamento, es muy fuerte, ya que la raíz de la palabra testigo-testimonio expresa una acción que se prolonga en el tiempo o una realidad que contiene en sí la fuerza de llegar “hasta”, de ir “más allá”, al otro lado, hasta la eternidad. Lo que Juan lleva a cabo, lo que vemos realizado en la vida de Jesús y posteriormente de sus discípulos a lo largo de los siglos, es justamente este movimiento de salir de sí, de darse incondicionalmente, con las palabras y con las obras, con la vida entera. Ellos han ido al otro lado, han pasado las fronteras, han dicho y repetido su sí a Dios. Nada ha sido capaz de frustrar su carrera hacia Dios y hacia los hermanos.

“Él era la lámpara”. En el centro del pasaje resalta la imagen de la lámpara con palabras que evocan la luz: “arde”, “alumbra”, “luz”. De esta manera, Jesús nos indica la dirección a mantener, el punto a dónde mirar. También hay una luz segura, un fuego encendido para nuestra noche (Sal 139, 12). La lámpara, que son los profetas (2P 1, 19) y los testigos de Cristo, la lámpara que de manera particular es Juan Bautista, principalmente en este tiempo de Adviento, tiene la misión de conducirnos a la verdadera luz, la que ilumina a todo hombre (Jn 1, 9), la que no conoce ocaso (Lc 1, 78- 79), la que es la vida misma (Jn 8, 12; 9, 5): Jesús.

Aparece también un signo característico, una prueba segura que el Señor pone ante nosotros: la alegría. Junto a esta luz que viene de lo alto, del Padre, nace la alegría. Sólo basta mirarse por dentro, ponerse con corazón abierto y sincero ante Él y ante nosotros mismos, con nuestra vida, para tratar de descubrir los signos de esta alegría.

¿Sólo para una hora? ¿Tal vez para siempre? …

Algunos interrogantes

Los pasos del camino de fe que el Señor nos presenta, especialmente en este tiempo de Adviento, son muy claros: de Juan a Cristo, del testimonio al Testigo fiel y verdadero, de la lámpara a la luz que no conoce ocaso, de Cristo al Padre…

¿Estoy dispuesto a modificar mis pasos para no permanecer parado? ¿Siento dentro de mí el deseo de encaminarme verdaderamente hacia Cristo y hacia el Padre juntamente con Él? ¿Sigo prefiriendo olvidarme, esperar tiempos mejores y seguir, como los judíos, enviando a otros a hacer preguntas para hallar soluciones superficiales e inmediatas?

¿Mantengo abiertos los ojos y el corazón disponible para acoger el testimonio de Jesús, el de las obras que Él lleva a cabo, el del Padre que lo revela como Hijo, como Hermano? ¿Me muestro más bien ciego, incapaz de ver los signos de la gracia, de la misericordia, de la presencia de Dios?

¿Tengo disposición interior para ser testimonio de Cristo, del Padre? ¿Estoy más bien espantado, sin ganas, sin disponibilidad, prefiriendo mantenerme cerrado en vez de abrirme?

¿Hay alguna luz en mi vida, o me siento completamente a oscuras? ¿Hay niebla a mi alrededor, en mi corazón? La lámpara de la Palabra permanece encendida ya que el Padre ha enviado a su Hijo, Palabra viva y eterna, en la cual Él nos lo ha dicho todo.

¿Deseo yo escuchar, deseo recordar, deseo repetir todo lo que he oído?

También en estas pocas líneas emerge con fuerza y con claridad la relación de amor que mantiene Jesús con su Padre, la relación que los une y que hace de ellos una sola cosa. Yo sé que esta relación está abierta, porque el Padre también me invita a mí, y a todo hombre que viene a este mundo, a entrar, a permanecer en ella, para que goce de la verdadera alegría. ¿Acepto esta invitación, o estoy fuera y tal vez, como el joven rico, me voy con el corazón triste?

Oración final

R/ El Señor me ha dicho: “Tú eres mi hijo”. ¿Cómo podrá un joven andar honestamente? Cumpliendo tus palabras.
Te busco de todo corazón,
no consientas que me desvíe de tus mandamientos. En mi corazón escondo tus consignas,
así no pecaré contra ti. Bendito eres, Señor,
enséñame tus leyes.
Mis labios van enumerando
los mandamientos de tu boca;
mi alegría es el camino de tus preceptos, más que todas las riquezas. Medito tus decretos,
y me fijo en tus sendas; tu voluntad es mi delicia, no olvidaré tus palabras.
(del Salmo 119)

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Lectio jue, 15 dic, 2022

Oración

La conciencia de nuestra culpa nos entristece, Señor, y nos hace sentirnos indignos de servirte; reconocemos que tenemos necesidad de tu salvación y de tu perdón de Padre. Manda, una vez más, a tu mensajero para que prepare el camino de tu Hijo ante nosotros: deseamos recorrerlo fielmente, dejándonos sumergir en el bautismo de tu misericordia. Concédenos tu alegría y tu salvación con la venida del Redentor, tu Hijo, que es Dios y vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo per los siglos de los siglos. Amén.

Lectura del Evangelio según S. Lucas (7, 24-30)

Cuando se fueron los mensajeros de Juan, Jesús comenzó a hablar de él a la gente, diciendo: “¿Qué salieron a ver en el desierto? ¿Una caña sacudida por el viento? ¿O qué salieron a ver? ¿Un hombre vestido con telas preciosas? Los que visten fastuosamente y viven entre placeres, están en los palacios. Entonces, ¿qué salieron a ver? ¿Un profeta? Sí, y yo les aseguro que es más que profeta. Es aquel de quien está escrito: Yo envío mi mensajero delante de ti para que te prepare el camino. Yo les digo que no hay nadie más grande que Juan entre todos los que han nacido de una mujer. Y con todo, el más pequeño en el Reino de Dios es mayor que él”.

Todo el pueblo que lo escuchó, incluso los publicanos, aceptaron el designio de justicia de Dios, haciéndose bautizar por el bautismo de Juan. Pero los fariseos y los escribas no aceptaron ese bautismo y frustraron, en su propio daño, el plan de Dios.

Meditación

Estamos a punto de entrar en los días de la Novena de la Navidad y la Iglesia nos invita hoy, a través de la Palabra de la Liturgia, a hacer nuestra opción clara, definida y fuerte: o bien aceptar la propuesta de Juan el Bautista y así entrar también nosotros en el camino que él vino a preparar, reconociendo que somos pecadores y necesitados de conversión; o bien creernos ya en posesión de la salvación y no necesitados de nada.

Este texto de Lucas nos ayuda a entrar en un diálogo y una confrontación personal con Jesús muy fuertes, porque Él, con sus preguntas y sus afirmaciones, nos pone ante los ojos del corazón el camino espiritual, el tramo que quizá ya hemos recorrido y el que todavía tenemos por delante.

El primer elemento a subrayar es la triple repetición de la pregunta de Jesús a las muchedumbres: “¿Qué habéis ido a ver?” Es importante porque , si traducimos el texto literalmente, dice: “¿Qué habéis salido a ver?”. Al usar este verbo el Señor saca a la luz un aspecto positivo, pone de relieve un compromiso espiritual, un itinerario ya iniciado.

Pero, al mismo tiempo, quiere ayudarnos a tomar mejor conciencia de lo que ha sucedido dentro de nosotros, quiere disipar nuestras tinieblas, quiere empujarnos hacia opciones más auténticas y vitales. Y, como siempre ha hecho con sus discípulos, y sigue haciendo hoy con nosotros, parte el Pan de la Palabra y nos desvela el sentido de la Escritura. Tomando prestado un verso de la profecía de Malaquías, Jesús nos ofrece la verdadera clave de lectura de la figura de Juan el Bautista. Es el mensajero, el enviado de Dios, que abre y prepara el camino para la venida del Mesías. Juan es el eslabón entre la Antigua y la Nueva Alianza; es el puente que permite alcanzar la verdadera Tierra Prometida, Jesús; es la puerta abierta hacia el Reino de Dios.

Pero, como dice Jesús en los últimos versos, todavía ha de darse un proceso de conversión. Después de haber salido y haber visto es necesario escuchar y hacerse bautizar (v. 29). Es decir, se hace necesario que se de en nosotros mismos un camino de apertura, de disponibilidad sincera a la voz de Dios. Sin miedo, sin retener nada, deberemos sumergirnos con confianza como en un bautismo. Descender en el agua de la misericordia y dejarnos acoger plenamente entre los brazos del Padre.

El texto termina con una referencia al designio de Dios, es decir a su voluntad de amor para con nosotros, a su plan de salvación. Dios quiere, desea, anhela conducirnos con Él a la salvación y a la felicitad plenas. Pero, por nuestra parte, se da una respuesta libre, una respuesta de amor. Lucas nos pone delante dos posibilidades en la elección , expresándola a través de dos verbos: “bendijeron [a Dios]” y “frustraron [el designio de Dios]” De nosotros depende la elección que hagamos.

Algunas preguntas

¿Puedo considerarme también yo entre aquellos que han salido y han visto? ¿Se ha dado en mí de verdad este movimiento espiritual, que me ha llevado, al menos en parte, hacia Dios, hacia el misterio de su voluntad en mi vida, hacia los hermanos, hacia las situaciones aunque sean pesadas y molestas?

¿Están mis ojos de verdad abiertos para ver o para contemplar, consiguiendo caminar un poco más allá de la superficie de las cosas y más allá de las apariencias de las personas?

Si creo que aún no se han realizado en mí estos pasajes, ahora, mientras se aproxima este periodo fuerte del año, de preparación cercana a la Navidad, ¿estoy dispuesto a tomar este compromiso, quiero también yo salir y ver a Dios en mi vida?

Juan se me presenta en este texto como un profeta, un mensajero , uno que prepara el camino. ¿Creo en esta realidad? ¿Acepto abrirme a la fuerza del anuncio de la Palabra del Señor, quiero comenzar a escuchar de verdad el mensaje que Dios desea ofrecer a mi vida, a mi persona? Si es un camino trazado también para mí, ¿estoy dispuesto a recorrerlo?

Y finalmente, el paso más importante. ¿Opto, también yo, por reconocerme necesitado del abrazo del Padre? ¿Me arrojo en el agua buena de su amor para recibir el nuevo bautismo? ¿Tengo aún miedo de dejarme bañar, de dejarme llenar en mi vida de Él, de su presencia, de su respiro ?¿Quiero, hoy, comenzar una nueva vida? Y ¿qué signo podré poner para decir que esta elección mía es cierta? ¿Quizá la confesión, la participación en la Misa de modo más asiduo?

Sí, de verdad deseo descender en el agua de la misericordia y sumergirme totalmente en ella, sin resistirme más sin querer ya más salir de ella. Amén.

Oracón final

Sólo tú, Señor, eres mi bien

Protégeme , Dios mío, que me refugio en ti: yo digo al Señor: “Tú eres mi bien.”
Los dioses y señores de la tierra No me satisfacen.
Multiplican las estatuas De dioses extraños;
no derramaré sus libaciones con mis manos, ni tomaré sus nombres en mis labio. El Señor es el lote de mi heredad y mi copa; mi suerte está en tu mano:
me ha tocado un lote hermoso, me encanta mi heredad.
Bendeciré al Señor, que me aconseja, hasta de noche mi instruye internamente. Tengo siempre presenta al Señor,
con él a mi derecha no vacilaré. Por eso se me alegra el corazón, se gozan mis entrañas.

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Lectio mié, 14 dic, 2022

Oración

Concédenos, Dios todopoderoso, que la fiesta ya cercana del nacimiento de tu Hijo nos conforte en esta vida y nos obtenga la recompensa eterna. Por nuestro Señor Jesucristo.

Evangelio según San Lucas

Juan envió a dos de sus discípulos a preguntar a Jesús: “¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?” Cuando llegaron a donde estaba Jesús, le dijeron: “Juan el Bautista nos ha mandado a preguntarte si eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro”.
En aquel momento, Jesús curó a muchos de varias enfermedades y dolencias y de espíritus malignos, y a muchos ciegos les concedió la vista. Después contestó a los enviados: “Vayan a contarle a Juan lo que han visto y oído: los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan y a los pobres se les anuncia el Evangelio. Dichoso el que no se escandalice de mí”.

Lectio

Se trata de un texto común para Mateo y Lucas, en este último ubicado entre el relato del milagro de la resurrección del hijo de la viuda de Naín (pasaje propio de Lucas) y el elogio que Jesús hace de Juan Bautista. Es en este contexto que se nos sugiere una especie de paso entre la imagen de Jesús que sana, incluso de la muerte, y la invitación a la conversión, hecha por Jesús mismo en los tres pasajes sucesivos: poner en plena luz la figura de Juan, juzgar a su generación y acoger el gesto de la pecadora en casa del fariseo. Este texto también se puede leer a la luz de un contexto más remoto: en todo el recorrido del Bautista y en la experiencia profética de Israel que espera y hace experiencia del Dios que escucha y visita.

Los discípulos de Juan tienen aquí un rol de primer plano; son ellos los que abren y cierran el pasaje; son ellos los que crean el vínculo comunicativo entre su maestro, detenido en la prisión de Herodes (cfr. Lc 3,19-20), y Jesús. Ellos informan al Bautista y dos de ellos son mandados de parte suya con una pregunta directa para el maestro de Nazaret: dos veces Lucas nos pone delante esta cuestión de capital importancia. Y la pregunta se enfoca en la espera. Juan sabe que alguien debe venir. El problema es entender si ese alguien es Jesús o si se necesita esperar a otro. El hecho que Juan mande a preguntarle explícitamente esto a Jesús, significa que él confía en él. Tal vez él puede haber estado algo equivocado sobre el cumplimiento del balance judicial vinculado a la imagen bíblica del “día del Señor”, tema que se encuentra en el trasfondo de toda su predicación (cfr. Lc 3,7ss).

Es como si la narración aquí sufriese un salto: la pregunta parece que permanece como suspendida y, con la probabilidad de un evento instantáneo, se mencionan todas las obras de sanación realizadas por Jesús a favor de “muchos”. Como obra final se menciona el don de la vista a los ciegos. Y después de las obras, las palabras de respuesta. “Id”, dice Jesús a los discípulos de Juan: es una misión, respecto a aquél que ya había –con sus medios y sus perspectivas- evangelizado (cfr. Lc 3,18). Pero ahora la buena noticia está completa y realizada porque las obras que Jesús hace son justamente aquéllas mencionadas por los profetas (es como una “lectio” de varios pasajes del profeta Isaías; con la diferencia que esta vez la vista a los ciegos es la primera de las obras mencionadas). Un mensaje inequívoco para un hombre como Juan, sobre quien la Palabra de Dios había venido (cfr. Lc 3,2). Y, al final, el anuncio de una bienaventuranza que puede sonar extraña, porque aparece en forma negativa: bienaventurado el que no encuentra en Jesús ocasión de tropiezo, de obstáculo en el camino de la fe. ¿Cómo comprender esto? De hecho es una bienaventuranza que va más allá del mensaje para el Bautista, y que se dirige al que escucha la Palabra.

Meditatio

El contexto ya nos ha sugerido la circularidad entre la gracia y el compromiso, entre la iniciativa de Dios en Cristo y la necesaria correspondencia del hombre. Dios ama y llama en primer lugar, pero pide el asentimiento libre y responsable; este asentimiento es posible en cuanto Dios ama en primer lugar.

El hecho  que entren en  juego algunos discípulos demuestra que la pregunta de  Juan es de interés no sólo en este momento, sino también de interés para la “descendencia espiritual” de los movimientos cuyo exponente es Juan. Ya al inicio del ministerio público de Jesús dos discípulos del Bautista se convierten en sus discípulos (cfr. Jn 1,37) e incluso Pablo, años después, encontrará individuos que habían recibido el bautismo  de Juan (cfr. Act 19,1-7).

En el centro del pasaje esté el tema de la espera realizada, pero según el proyecto de Dios, anunciado por los profetas de Israel según coordinadas que no son simples.

También la palabra de Jesús no hace descuentos y saber ser severa, pero el Dios que ama en primer lugar ha ofrecido en su Hijo un espacio inédito de acercamiento y misericordia. Una posibilidad de acoger con fe, como nos sugiere la prioridad dada en la ceguera sanada.

Y es justamente la fe que conduce a la bienaventuranza. Aquella fe proclamada por Jesús al final del pasaje se comprende solamente si se considera que el peso de la responsabilidad está de parte del observador, allí donde hay el riesgo de producir el escándalo; se necesita entonces deponer la mirada inquisidora, que proyecta las pretensiones humanas o los propios prejuicios, para abrirse con libertad y simplicidad a lo que Dios en Jesús está realizando. Es la lógica del Reino de Dios, que supera también la heroica coherencia de Juan (cfr. Lc 7,28).

Nos preguntamos:

¿Vivimos a la escucha de la Palabra como dinámica de conversión?
¿Sabemos acoger los signos de la presencia operante de Jesús también en nuestros tempo?
¿Sabemos confiarnos al Evangelio de manera activa, como verdaderos discípulos?

Oratio

Danos, Señor, ojos para ver y oídos para escuchar.
Danos, Señor, el coraje de buscar siempre tu verdad y de pedirte su revelación en la oración.
Danos, Señor, el saber caminar con todos, con quien ha comprendido más de cerca tu proyecto, con quien aún le cuesta ver tu cercanía.

Contemplatio

El pasaje evangélico nos invita a reconocer el estilo de Jesús: paciente, acogedor, iluminador. La escucha de la Palabra requiere de una visión inclusiva de lo que ha sido revelado, sin absolutizar: en cada caso la Escritura viene plenamente iluminada en Jesús.
Nos invita además a saber leer la acción de Dios en el mundo; lo que puede ser extendido a los “signos de los tiempos”.

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Lectio mar, 13 dic, 2022

Oración

Concede, Señor, a los que vivimos oprimidos por la antigua esclavitud del pecado, ser liberados por el nuevo y esperado nacimiento de tu Hijo. Que vive y reina ….

Lectura del Evangelio según Mateo 21,28-32

Jesús dijo a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo: “¿Qué opinan de esto? Un hombre que tenía dos hijos fue a ver al primero y le ordenó: ‘Hijo, ve a trabajar hoy en la viña’. Él le contestó: ‘Ya voy, señor’, pero no fue. El padre se dirigió al segundo y le dijo lo mismo. Éste le respondió: ‘No quiero ir’, pero se arrepintió y fue. ¿Cuál de los dos hizo la voluntad del padre?” Ellos le respondieron: “El segundo”.

Entonces Jesús les dijo: “Yo les aseguro que los publicanos y las prostitutas se les han adelantado en el camino del Reino de Dios. Porque vino a ustedes Juan, predicó el camino de la justicia y no le creyeron; en cambio, los publicanos y las prostitutas sí le creyeron; ustedes, ni siquiera después de haber visto, se han arrepentido ni han creído en él”.

Reflexión

El evangelio de hoy trae una parábola. Como de costumbre, Jesús cuenta una historia sacada de la vida cotidiana de las familias; una historia común que habla por si sola y no necesita de mucha explicación. Por medio de una historia muy sencilla, Jesús trata enseguida de implicar a los oyentes y comunicar un mensaje. Se implican en la historia, sin, de momento, darse cuenta del objetivo que Jesús tenía en mente. Después que dieran una respuesta a la pregunta, Jesús aplica la historia y los oyentes se dan cuenta de que ellos se condenaron a sí mismos.

Mateo 21,28-30: La historia de los dos hijos. Jesús hace una pregunta inicial: «Pero, ¿qué os parece?” Es para llamar la atención de las personas para que presten mucha atención a la historia que sigue. En seguida viene la historia: «Un hombre tenía dos hijos.  Llegándose  al  primero,  le  dijo:  `Hijo,  vete  hoy  a  trabajar  en  la  viña.’  Y  él respondió: `No quiero’, pero después se arrepintió y fue. Llegándose al segundo, le dijo lo mismo. Y él respondió: `Voy, Señor’, y no fue”. Se trata de una historia de la vida familiar de cada día. Las personas que escuchan a Jesús entienden del asunto, pues ya lo habían vivido, a lo mejor, muchas veces en su propia casa. De momento no se percibe lo que Jesús tiene en mente. ¿Qué quiere alcanzar con esta historia?

Mateo 21,31a: La implicación de las autoridades en la historia de los dos hijos. Jesús formula la historia en forma de  pregunta. Al comienzo  dice: “Pero,  ¿qué os  parece?”   y al final termina preguntando: “¿Cuál de los dos hizo la voluntad del padre?» Los que escuchan son padres de familia y responden desde lo que  debe  haber  acontecido varias veces con sus hijos: Los jefes de los sacerdotes y los ancianos del pueblo respondieron «El primero». Esta es la respuesta que Jesús quería oír de ellos  y  por donde los coge en flagrante para comunicar su mensaje.

Mateo 21,31b-32: La conclusión de Jesús. “En verdad os digo que los publicanos y las prostitutas llegan antes que vosotros al Reino de Dios. Porque vino Juan a vosotros por camino de justicia, y no creísteis en él, mientras que los publicanos y las prostitutas creyeron en él. Y vosotros, ni viéndolo, os arrepentisteis después, para creer en él”. La conclusión de Jesús es evidente y muy dura. En la opinión de los sacerdotes y de los ancianos, los publicanos y las prostitutas eran personas pecadoras e impuras que no hacían la voluntad del Padre. En opinión de Jesús, publicanos y prostitutas, de hecho, decían “No quiero”, pero acababan haciendo la voluntad del Padre, pues se arrepienten ante la predicación de Juan Bautista. En cuanto a ellos, los sacerdotes y los publicanos que oficialmente siempre dicen “¡Sí, señor, voy!”, pero acaban no observando la voluntad del Padre, pues no quisieron creer en Juan Bautista.

Para la reflexión personal

¿Con cuáles de los dos hijos me identifico?
¿Quiénes son hoy las prostitutas y los publicanos que dicen “¡No quiero!”, pero terminan haciendo la voluntad del Padre?

Oración final

Bendeciré en todo tiempo a Yahvé, sin cesar en mi boca su alabanza; en Yahvé se gloría mi ser, ¡que lo oigan los humildes y se alegren! (Sal 34,2-3)

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