Endiosamiento

EUnión

La  unión transformante, meta del camino espiritual enseñado por J. de la Cruz, tiene como remate la conversión de lo humano en divino. Equivale a endiosarse o “endivinarse” (LlA 2,18), según expresiones del Santo. El hombre se vuelve deiforme cuando está totalmente poseído de Dios. “El alma, unida a la Santísima Trinidad, se ha deiforme y Dios por participación” en la medida en que ello es posible en esta vida (CB 49,4).

Las expresiones preferidas por J. de la Cruz para expresar esa realidad aparecen siempre vinculadas a la doctrina sobre la unión o transformación. Cuando alude a una situación o estado se designa con la clásica fórmula del  matrimonio espiritual. En este estado el alma “no tiene ya afectos de voluntad, ni inteligencias de entendimiento, ni cuidado ni obra alguna que todo no sea inclinado a Dios, junto con sus apetitos, porque está como divina, endiosada” (CB 27,7).

Ese endiosamiento reproduce el ser divino tal como se ha revelado por la fe, es decir, uno y trino. No seria transformación auténtica en Dios ni no fuese en la Trinidad (CB 39,3-4). Ese es el remate de la obra del  Espíritu Santo en el hombre, ya que con sus “embestimientos” le va penetrando siempre más, “endiosando la sustancia del alma, haciéndola divina, en lo cual absorbe al alma sobre todo ser a ser de Dios” (LlB 1,35).  Deiforme, endiosar, endivinar, transformación, unión.

Eulogio Pacho