Lectio Dom, 10, oct. de 2021

Jesús llama al joven rico

El céntuplo ya en esta vida, pero ¡con persecuciones! Marcos 10, 17-30

Oración inicial

Señor Jesús, envía tu Espíritu, para que Él nos ayude a leer la Biblia en el mismo modo con el cual Tú la has leído a los discípulos en el camino de Emaús. Con la luz de la Palabra, escrita en la Biblia, Tú les ayudaste a descubrir la presencia de Dios en los acontecimientos dolorosos de tu condena y muerte. Así, la cruz, que parecía ser el final de toda esperanza, apareció para ellos como fuente de vida y resurrección.

Crea en nosotros el silencio para escuchar tu voz en la Creación y en la Escritura, en los acontecimientos y en las personas, sobre todo en los pobres y en los que sufren. Tu palabra nos oriente a fin de que también nosotros, como los discípulos de Emaús, podamos experimentar la fuerza de tu resurrección y testimoniar a los otros que Tú estás vivo en medio de nosotros como fuente de fraternidad, de justicia y de paz. Te lo pedimos a Ti, Jesús, Hijo de María, que nos has revelado al Padre y enviado tu Espíritu. Amén.

Lectura

a)     Clave de lectura:

  • El evangelio de este 28º domingo del tiempo ordinario cuenta la historia de un joven que pregunta a Jesús cuál es el camino para la vida eterna. Jesús le da una respuesta, pero el joven no la acepta, porque era muy rico. La riqueza ofrece una cierta seguridad a las personas y éstas encuentran dificultad para privarse de esta seguridad. Atados a los beneficios de sus bienes, estas personas viven preocupadas por defender sus propios intereses. El pobre no tiene esta preocupación, y por esto se haya más libre. Pero existen pobres con mentalidad de rico. Son pobres, pero no son “pobres de espíritu” (Mt 5,3). No sólo la riqueza , sino también el deseo de riqueza puede transformar a la persona y volverla esclava de los bienes de este mundo. Y tendrán dificultades para aceptar la invitación de Jesús: “Ve, vende todo lo que tiene y dalo a los pobres, y tendrás un tesoro en el cielo; y toma tu cruz y sígueme” (Mc 10,21) No dará el paso que Jesús pide. Y yo ¿soy capaz de dejar todo por el Reino?
  • En el texto que ahora escuchamos, diversas personas se acercan a Jesús para pedirle un consejo: el joven rico, los discípulos y Pedro. En el curso de la lectura trataremos de estar atentos a la preocupación de algunas de estas personas y a la respuesta que Jesús da a cada uno de ellas.

b)     Una división del texto para ayudar en la lectura:

Marcos 10,17: La pregunta de la persona que quiere seguir a Jesús Marcos 10,18-19: La respuesta inesperada y exigente de Jesús Marcos 10,20-21: La conversación entre Jesús y el joven
Marcos 10,22: El joven se alarma y no quiere seguir a Jesús
Marcos 10,23-27: Conversación entre Jesús y los discípulos sobre la entrada de los ricos en el Reino
Marcos 10,28: La pregunta de Pedro Marcos 10, 29-30: La respuesta de Jesús

c)    El texto:

Se ponía ya en camino cuando uno corrió a su encuentro y, arrodillándose ante él, le preguntó: «Maestro bueno, ¿qué he de hacer para tener en herencia vida eterna?» Jesús le dijo: «¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno sino sólo Dios. Ya sabes los mandamientos: No mates, no cometas adulterio, no robes, no levantes falso testimonio, no seas injusto, honra a tu padre y a tu madre.» Él, entonces, le dijo:
«Maestro, todo eso lo he guardado desde mi juventud.» Jesús, fijando en él su mirada, le amó y le dijo: «Una cosa te falta: anda, cuanto tienes véndelo y dáselo a los pobres y tendrás un tesoro en el cielo; luego, ven y sígueme.» Pero él, abatido por estas palabras, se marchó entristecido, porque tenía muchos bienes.
Jesús, mirando a su alrededor, dice a sus discípulos: «¡Qué difícil es que los que tienen riquezas entren en el Reino de Dios!» Los discípulos quedaron sorprendidos al oírle estas palabras. Mas Jesús, tomando de nuevo la palabra, les dijo: «¡Hijos, qué difícil es entrar en el Reino de Dios! Es más fácil que un camello pase por el ojo de la aguja, que el que un rico entre en el Reino de Dios.» Pero ellos se asombraban aún más y se decían unos a otros: «Y ¿quién se podrá salvar?» Jesús, mirándolos fijamente, dice:
«Para los hombres, imposible; pero no para Dios, porque todo es posible para Dios.»
Pedro se puso a decirle: «Ya lo ves, nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido.» Jesús dijo: «Yo os aseguro: nadie que haya dejado casa, hermanos, hermanas, madre, padre, hijos o hacienda por mí y por el Evangelio, quedará sin recibir el ciento por uno: ahora, al presente, casas, hermanos, hermanas, madres, hijos y hacienda, con persecuciones; y en el mundo venidero, vida eterna.

Un momento de silencio orante

para que la Palabra de Dios pueda entrar en nosotros e iluminar nuestra vida.

Algunas preguntas

para ayudarnos en la meditación y en la oración.

  1. ¿Cuál es el punto de este texto que más ha llamado tu atención? ¿Por qué?
  2. ¿Cuál es la preocupación del joven y cuál su engaño?
  3. ¿Qué significa para nosotros hoy: “Ve, vende todo, dalo a los pobres”? ¿Es posible tomar esta frase literalmente?
  4. ¿Cómo entender la comparación de la aguja y el camello?
  5. ¿Cómo entender el céntuplo en esta vida, pero con persecuciones?
  6. ¿Cómo entender y practicar hoy los consejos que Jesús da al joven rico?

Para aquéllos que desean profundizar más en el tema

a)    Contexto de ayer y de hoy:

El Evangelio de este domingo describe la conversión progresiva, que según la invitación de Jesús, debe suceder en nuestra relación con los bienes materiales. Para poder comprender toda la portada de las instrucciones de Jesús es bueno recordar el contexto más amplio en el que Marcos coloca estos textos. Jesús camina hacia Jerusalén, donde será crucificado (cf. Mc 8,27; 9,30.33; 10,1.17.32). Está ya para dar su vida. Sabe que pronto será matado, pero no se echa atrás. Y dice: “El Hijo del Hombre no ha venido para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate de muchos” (Mc 10,45). Esta actitud de fidelidad y de entrega a la misión recibida del Padre le ofrece las condiciones para poder indicar qué cosa es realmente importante en la vida.

Las recomendaciones de Jesús valen para todos los tiempos, tanto para la gente del tiempo de Jesús y de los tiempos de Marcos, como para nosotros hoy, en el siglo XXI. Son como espejos donde se reflejan lo que es verdaderamente importante en la vida, ayer y hoy: recomenzar siempre de nuevo, la construcción del Reino, renovando la relación humana a todos los niveles, sea entre nosotros, como de nosotros con Dios, como con los bienes materiales.

Comentario del texto:

Marcos 10,17-19: Los mandamientos y la vida eterna
Una persona se acerca y pregunta: “Maestro bueno, ¿Qué debo hacer para tener en herencia vida eterna?” El evangelio de Mateo dice que se trataba de un joven (Mt 19,20.22). Jesús responde bruscamente: “¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno, sino sólo Dios”. Jesús desvía la atención de sí mismo hacia Dios, porque le interesa hacer la voluntad del Padre, revelar el Proyecto del Padre. Enseguida Jesús: “Tú conoces los mandamientos: no mates, no cometas adulterio, no robes, no levantes falso testimonio, honra a tu padre y a tu madre”. El joven había pedido qué hacer para heredar la vida eterna. ¡Quería vivir junto a Dios! Y Jesús le recuerda sólo los mandamientos que indican una vida junto al prójimo. No recuerda los tres primeros mandamientos que definen la relación con Dios. Para Jesús, conseguimos estar bien con Dios si conseguimos estar bien con el prójimo. No se puede engañar. La puerta para llegar a Dios es el prójimo. ¡No hay otra!

Marcos 10,20: ¿Para qué sirve cumplir los mandamientos?
El joven responde que ya observaba los mandamientos hacía mucho tiempo. Lo que es extraño es lo que sigue. El joven ha querido saber cuál es el camino de la vida eterna.

Ahora , el camino de la vida eterna era y continúa siendo: hacer la voluntad de Dios expresada en los mandamientos, Quiere decir que aquel hombre observaba los mandamientos sin saber para qué servían. No sabía que la observancia de los mandamientos que él practicaba desde la infancia, era el camino para llegar a Dios, a la vida eterna. Es como muchos católicos de hoy, que no saben para qué sirve ser católico. “He nacido en Italia, he nacido en España, por esto soy católico.” ¡Una costumbre!

Marcos 10,21-22: Compartir los bienes con los pobresJesús lo mira, lo ama, y le dice: “Sólo una cosa te falta: ve, vende lo que tienes, dalo a los pobres y tendrás un tesoro en el cielo, y después ¡ven y sígueme! Jesús no condena al joven, no lo critica, sino que trata de ayudarlo a dar un paso adelante en la vida. La conversión que Jesús quiere es progresiva. La observancia de los mandamientos solamente es el primer escaño de una escalera que va más lejos y cada vez más alto.

¡Jesús pide más! La observancia de los mandamientos prepara a la persona para poder llegar al don total de sí a favor del prójimo Los Diez Mandamientos son el camino para llegar a la práctica perfecta de los dos mandamientos del amor hacia Dios y hacia el prójimo (Mc 12,29-31; Mt 7,12). Jesús pide mucho, pero lo pide con mucho amor. El joven no acepta la propuesta de Jesús y se marcha “porque era muy rico”.

Marcos 10,23-27: El camello y el ojo de la aguja
Después que el joven se aleja, Jesús comenta su decisión. ¡Cómo es difícil para un rico entrar en el Reino de Dios! Los discípulos quedan estupefactos. Jesús repite la misma frase y añade un proverbio que se usaba para indicar una cosa humanamente imposible. ¡Es más fácil para un camello entrar por el ojo de una aguja que para un rico entrar en el Reino de Dios! Cada pueblo tiene sus expresiones y sus proverbios, que no se pueden tomar literalmente. Por ejemplo, en Brasil, para decir que una persona debe dejar de molestar a los otros se dice: “¡Vete a darte un baño!” Si se toma esta expresión literalmente la persona es engañada y no se da cuenta del mensaje. Lo mismo hay que decir del camello que debe pasar por el ojal de una aguja. ¡Imposible!

Los discípulos quedan asombrados con la afirmación de Jesús. Señal esta de que no habían entendido la repuesta de Jesús al joven rico: “Ve, vende todo lo que tiene, dalo a los pobres y ¡ven y sígueme!. El joven cumplía con los mandamientos, pero sin entender el porqué de la observancia. Algo parecido estaba sucediendo con los discípulos. Por seguir a Jesús, ellos habían abandonado todos los bienes (Mc 1,18-20), pero sin entender el por qué del abandono. Porque, si lo hubiesen entendido, no se hubieran quedado asombrados ante la exigencia de Jesús. Cuando la riqueza o el deseo de riqueza ocupa el corazón y el interés de la persona, ésta no consigue entender el sentido de la vida y del evangelio. Sólo Dios mismo la puede ayudar: “Para los hombres esto es imposible, pero no para Dios. Porque para Dios todo es posible”

Cuando Jesús habla de la casi imposibilidad del hecho que “un rico entre en el reino de Dios”, se refiere, no en primer lugar a la entrada en el cielo después de la muerte, pero sí a la entrada en la comunidad junto a Jesús. Hasta hoy, es muy difícil a un rico entrar en una pequeña comunidad eclesial de base y sentarse junto a los pobres, junto a ellos, para así seguir a Jesús.

Marcos 10,28-30: La conversación entre Jesús y Pedro
Pedro creía que “entrar en el Reino de Dios” era lo mismo que seguir a Jesús en pobreza, por lo que pregunta: “Nosotros hemos dejado todas las cosas y te hemos seguido. ¿Cuál será nuestra recompensa?” A pesar del abandono, Pedro seguía con la mentalidad primera. Todavía no había entendido el sentido del servicio y de la gratuidad. Ellos y sus compañeros abandonaron todo para obtener cualquier cosa en cambio. ¿Cuál será nuestra recompensa? La respuesta de Jesús es simbólica. Deja entrever que no deben esperar ninguna ventaja, ninguna seguridad, ninguna promoción. ¡Recibirán el céntuplo, esto sí! Pero con persecuciones en esta vida. En el mundo futuro tendrán la vida eterna del que hablaba el joven rico. “¡En verdad en verdad os digo: nadie que haya dejado casa o hermanos o hermanas o padre o madre o hijos o hacienda por mi y por el Evangelio, quedará sin recibir el ciento por uno ahora, al presente, en casas, hermanas, madres, hijos y hacienda, con persecuciones; y en el mundo venidero vida eterna”.

c)    Ampliando conocimientos

Jesús y la preferencia por los pobres

Una doble esclavitud marcaba la situación de la gente de Galilea en los tiempos de Jesús: (I) La esclavitud de la política de Herodes, apoyada por el imperio romano, mantenía por todas partes un sistema bien organizado de violencia y represión. (II) La esclavitud de la religión oficial, mantenida por las autoridades religiosas de la época. Por causa de esto, la familia, la comunidad, el clan, se desintegraba poco a poco y una gran parte de la gente vivía marginada, sin un lugar, sin una religión, sin una sociedad. Para combatir esta desintegración de la vida comunitaria y familiar, existían diversos movimientos que, como Jesús, buscaban un nuevo modo de vivir y convivir en comunidad. Por ejemplo, los esenios, los fariseos, y más tarde, los zelotas, todos ellos vivían en comunidad. En la comunidad de Jesús, por ejemplo, había algo nuevo que la diferenciaba de los otros grupos. Era la actitud ante los pobres y marginados.

Las comunidades de los fariseos vivían separados. La palabra “fariseo” quiere decir “separado”. Vivían separados del pueblo impuro. Muchos fariseos consideraban al pueblo ignorante y maldito (Jn 7,49), lleno de pecado (Jn 9,34). No aprendían nada de la gente (Jn 9,34). Jesús y su comunidad, al contrario, vivían mezclados con gente marginada, considerada impura: publicanos, pecadores, prostitutas, leprosos (Mc 2,16; 1,41; Lc 7,37). Jesús reconoce la riqueza y el valor que posen (Mt 11,25.26); Lc 21,1-4). Los proclama dichosos, porque el Reino es de ellos, de los pobres (Lc 6,20; Mt 5,3). Él mismo vive como un pobre. No tiene nada propio, ni siquiera una piedra para reposar la cabeza (Lc 9,58). Y a los que querían seguirlo para vivir con Él en comunidad, les hace escoger. ¡O Dios o el dinero! (Mt 6,24). Manda hacer esta elección por los pobres (Mc 10,21).

La pobreza que caracterizaba la vida de Jesús y de los discípulos, caracterizaba también la misión. Al contrario de los otros misioneros (Mt 23,15), los discípulos de Jesús no podían llevar nada consigo, ni oro, ni plata, ni dos túnicas, ni una alforja, ni sandalias (Mt 10,9-10). Debían confiar en la hospitalidad (Lc 9,4; 10,5-6). En el caso de ser acogido por la gente, deberían trabajar como los otros y vivir de lo que habían recibido en cambio (Lc 10,7-8).

Debían ocuparse de los enfermos y necesitados (Lc 10,9; Mt 10,8). Y entonces podían decir a la gente: “El Reino de Dios ha llegado” (Lc 10,9).

Por otro lado, cuando se trata de administrar los bienes, lo que llama la atención en las parábolas de Jesús es la seriedad que pide en el uso de estos bienes (Mt 25,21.26; Lc 19,22-23). Jesús quiere que el dinero sea puesto al servicio de la vida ( Lc 16,9-13). Para Jesús ser pobre no es sinónimo de ser perezoso y negligente.

Este testimonio a favor de los pobres era el paso que faltaba en el movimiento popular de la época de los fariseos, esenios y zelotas. Cada vez que en la Biblia surge un movimiento para renovar la Alianza, empiezan de nuevo estableciendo el derecho de los pobres, de los marginados. Sin esto, la Alianza no es posible. Así hacían los profetas, así hace Jesús. Denuncia el antiguo sistema que en nombre de Dios excluía a los pobres. Jesús anuncia un nuevo comienzo que en nombre de Dios acoge a los marginados. Este es el sentido y el motivo de la inserción y de la misión de la comunidad de Jesús en medio de los pueblos, Va a la raíz e inaugura la Nueva Alianza.

Salmo 15 (14)

¡El huésped de Dios!

Yahvé, ¿quién vivirá en tu tienda?, ¿quién habitará en tu monte santo?

El de conducta íntegra que actúa con rectitud, que es sincero cuando piensa y no calumnia con su lengua; que no daña a conocidos ni agravia a su vecino; que mira con desprecio al réprobo y honra a los que temen a Yahvé; que jura en su perjuicio y no retracta; que no presta a usura su dinero ni acepta soborno contra el inocente. Quien obra así jamás vacilará.

Oración final

Señor Jesús, te damos gracia por tu Palabra que nos ha hecho ver mejor la voluntad del Padre. Haz que tu Espíritu ilumine nuestras acciones y nos comunique la fuerza para seguir lo que Tu Palabra nos ha hecho ver. Haz que nosotros como María, tu Madre, podamos no sólo escuchar, sino también poner en práctica la Palabra. Tú que vives y reinas con el Padre en la unidad del Espíritu Santo por todos los siglos de los siglos. Amén.

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