Lectio mar, 1 de mar, 2022

Oración inicial
Concédenos tu ayuda, Señor, para que el mundo progrese, según tus designios; gocen las naciones de una paz estable y tu Iglesia se alegre de poder servirte con una entrega confiada y pacífica. Por nuestro Señor.

Lectura
Del santo Evangelio según Marcos 10,28-31

Pedro se puso a decirle: «Ya lo ves, nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido.»
Jesús dijo: «Yo os aseguro: nadie que haya dejado casa, hermanos, hermanas, madre, padre, hijos o hacienda por mí y por el Evangelio, quedará sin recibir el ciento por uno: ahora, al presente, casas, hermanos, hermanas, madres, hijos y hacienda, con persecuciones; y en el mundo venidero, vida eterna. Pero muchos primeros serán últimos y los últimos, primeros.»

Reflexión
En el evangelio de ayer, Jesús hablaba de la conversión que tiene que existir en la relación de los discípulos con los bienes materiales: desprenderse de las cosas, venderlo todo, darlo a los pobres y seguir a Jesús. Es decir, al igual que Jesús, vivir en una total gratuidad, entregando la propia vida a Dios y poniéndola en sus manos al servicio de los hermanos y de las hermanas (Mc 10,17-27). En el evangelio de hoy, Jesús explica mejor cómo debe ser esta vida de gratuidad y de servicio de los que abandonan todo por Jesús y por el Evangelio (Mc 10,28-31).

Marcos 10,28-31: El ciento por uno, pero con persecuciones. Pedro observa: «Ya lo ves, nosotros hemos dejado todo y te seguimos». Es como si dijera: “Hicimos lo que el Señor pidió al joven rico. Lo dejamos todo y te seguimos. ¿Nos explica cómo debe ser nuestra vida?” Pedro quiere que Jesús explicite un poco más el nuevo modo de vivir con espíritu de gratuidad y de servicio. La respuesta de Jesús es bonita, profunda y simbólica: «Yo os aseguro: nadie que haya dejado casa, hermanos, hermanas, madre, padre, hijos o hacienda por mí y por el Evangelio, quedará sin recibir el ciento por uno: ahora, al presente, casas, hermanos, hermanas, madres, hijos y hacienda, con persecuciones; y en el mundo venidero, vida eterna”. El tipo de vida que resulta de la entrega de todo es lo que Jesús quiere realizar:
(a) Ensancha la familia y crea comunidad, pues aumenta cien veces el número de hermanos y hermanas.
(b) Hace que los bienes se compartan, pues todos tendrán cien veces más casas y campos. La providencia divina se encarna y pasa por la organización fraterna, donde todo es de todos y no habrá más necesitados. Ellos cumplen la ley de Dios que pide “entre vosotros no haya pobres” (Dt 15,4-11). Fue lo que hicieron los primeros cristianos (He 2,42-45).Es la vivencia perfecta del servicio y de la gratuidad.
(c) No deben esperar ninguna ventaja en cambio, ni seguridad, ni promoción de nada. Por el contrario, en esta vida tendrán todo esto, pero con persecuciones. Pues los que en este mundo organizado a partir del egoísmo y de los intereses de grupos y personas, viven a partir del amor gratuito y de la entrega de sí, éstos, al igual que Jesús, serán crucificados.
(d) Serán perseguidos en este mundo, pero, en el mundo futuro tendrán la vida eterna de la que hablaba el joven rico.

Jesús y la opción por los pobres. Un doble cautiverio marcaba la situación de la gente en la época de Jesús: el cautiverio de la política de Herodes, apoyada por el Imperio Romano y mantenida por todo un sistema bien organizado de exploración y de represión, y el cautiverio de la religión oficial, mantenida por las autoridades religiosas de la época. Por esto, el clan, la familia, la comunidad, se estaba desintegrando y una gran parte de la gente vivía excluida, marginada, sin techo, sin religión, sin sociedad. Por esto había varios movimientos que, al igual que Jesús, buscaban una nueva manera de vivir y convivir en comunidad: esenios, fariseos y, más tarde, los zelotes. Dentro dela comunidad de Jesús, sin embargo, había algo nuevo que marcaba la diferencia con los otros grupos. Era la actitud ante los pobres y excluidos. Las comunidades de los fariseos vivían separadas. La palabra “fariseo” quiere decir “separado”. Vivían separadas del pueblo impuro. Muchos fariseos consideraban al pueblo como ignorante y maldito (Jn 7,49), lugar de pecado (Jn 9,34). Jesús y su comunidad, por el contrario, vivían mezclados con las personas excluidas, consideradas impuras: publicanos, pecadores, prostitutas, leprosos (Mc 2,16; 1,41; Lc 7,37).

Jesús reconoce la riqueza y el valor que los pobres poseen (Mt 11,25-26; Lc 21,1-4). Los proclama felices porque el Reino es de ellos, de los pobres (Lc 6,20; Mt 5,3). Define su propia misión como “anunciar la Buena Nueva a los pobres” (Lc 4, 18). El mismo vive como pobre. No posee nada suyo, ni siquiera una piedra donde reclinar la cabeza (Lc 9,58). Y a quien quiere seguirle para vivir con él, manda escoger: ¡o Dios, o el dinero! (Mt 6,24). ¡Manda hacer la opción por los pobres! (Mc 10,21) La pobreza que caracterizaba la vida de Jesús y de los discípulos, caracterizaba también la misión. Al contrario d los otros misioneros(Mt 23,15), los discípulos y las discípulas de Jesús no podían llevar nada, ni oro, ni plata, ni dos túnicas, ni saco, ni sandalias (Mt 10,9-10). Debían confiar en la hospitalidad (Lc 9,4; 10,5-6). Y en caso de que fueran acogidos por la gente, debían trabajar como todo el mundo y vivir de lo que recibían a cambio (Lc 10,7-8). Además de esto, debían ocuparse de los enfermos y necesitados (Lc 10,9; Mt 10,8). Entonces podían decir a la gente: “¡El Reino de Dios ha llegado!” (Lc 10,9).

Para la reflexión personal
En tu vida, ¿cómo acoges la propuesta de Pedro: “Dejamos todo y te seguimos”?
Compartir, gratuidad, servicio, acogida a los excluidos son signos del Reino. ¿Cómo los vivo hoy?

Oración final
Los confines de la tierra han visto la salvación de nuestro Dios.
¡Aclama a Yahvé, tierra entera,
gritad alegres, gozosos, cantad! (Sal 98,3-4)

Todos los derechos: www.ocarm.org

Lectio lun, 28 de feb, 2022

Oración inicial

Concédenos tu ayuda, Señor, para que el mundo progrese, según tus designios; gocen las naciones de una paz estable y tu Iglesia se alegre de poder servirte con una entrega confiada y pacífica. Por nuestro Señor.

Lectura del santo Evangelio según Marcos 10,17-27

Cuando salía Jesús al camino, se le acercó corriendo un hombre, se arrodilló ante él y le preguntó: «Maestro bueno, ¿qué debo hacer para alcanzar la vida eterna?» Jesús le contestó: «¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno sino sólo Dios. Ya sabes los mandamientos: No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no levantarás falso testimonio, no cometerás fraudes, honrarás a tu padre y a tu madre». Entonces él le contestó: «Maestro, todo eso lo he cumplido desde muy joven». Jesús lo miró con amor y le dijo: «Sólo una cosa te falta: Ve y vende lo que tienes, da el dinero a los pobres y así tendrás un tesoro en los cielos. Después, ven y sígueme». Pero al oír estas palabras, el hombre se entristeció y se fue apesadumbrado, porque tenía muchos bienes.

Jesús, mirando a su alrededor, dijo entonces a sus discípulos: «¡Qué difícil les va a ser a los ricos entrar en el Reino de Dios!» Los discípulos quedaron sorprendidos ante estas palabras; pero Jesús insistió: «Hijitos, ¡qué difícil es para los que confían en las riquezas, entrar en el Reino de Dios!

Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el Reino de Dios». Ellos se asombraron todavía más y comentaban entre sí: «Entonces, ¿quién puede salvarse?» Jesús, mirándolos fijamente, les dijo: «Es imposible para los hombres, mas no para Dios. Para Dios todo es posible». 

Reflexión

– El evangelio de hoy narra dos cosas: (a) cuenta la historia del hombre rico que pregunta por el camino de la vida eterna (Mc 10,17-22), y (b) Jesús llama la atención sobre el peligro de las riquezas (Mc 10,23-27). El hombre rico no aceptó la propuesta de Jesús, pues era muy rico. Una persona rica está protegida por la seguridad que la riqueza le da. Tiene dificultad en abrir la mano y dejar escapar esta seguridad. Agarrada a las ventajas de sus bienes vive defendiendo sus propios intereses. Una persona pobre no acostumbra tener esta preocupación. Pero puede que tenga una cabeza de rico. Entonces, el deseo de riqueza crea en ella una dependencia y hace que esta persona se vuelva esclava del consumismo. Hay gente que tiene tantas actividades que ya no tiene tiempo para dedicarse al servicio del prójimo. Con esta problemática en la cabeza, tanto de las personas como de los países, vamos a meditar el texto del hombre rico.

– Marcos 10,17-19: La observancia de los mandamientos y la vida eterna. Alguien llega cerca de Jesús y le pregunta: “Maestro bueno, ¿qué he de hacer para tener en herencia la vida eterna?” El evangelio de Mateo informa que se trata de un joven (Mt 19,20.22). Jesús responde bruscamente: “¿Por qué me llamas bueno? ¡Nadie es bueno, sino sólo Dios!” Jesús aleja la atención sobre sí mismo y apunta hacia Dios, pues lo que importa es hacer la voluntad de Dios, revelar el Proyecto del Padre. En seguida, Jesús afirma: “Ya sabes los mandamientos: No mates, no cometas adulterio, no robes, no levantes falso testimonio, no seas injusto, honra a tu padre y a tu madre”. Es importante mirar bien la respuesta de Jesús. El joven había preguntado por la vida eterna. ¡Quería vivir cerca de Dios! Pero Jesús no menciona los tres primeros mandamientos que definen nuestra relación con Dios. Recuerda los mandamientos que hablan del respeto a la vida ¡cerca del prójimo! Para Jesús, sólo conseguimos estar bien con Dios, si estamos bien con el prójimo. No sirve de nada engañarse. La puerta para llegar a Dios es el prójimo.

– Marcos 10,20: Observar los mandamientos, ¿para qué sirve? El hombre responde diciendo que ya observaba los mandamientos desde su juventud. Lo que es curioso es lo siguiente. El había preguntado por el camino de la vida. Ahora, el camino de la vida era y sigue siendo: hacer la voluntad de Dios expresada en los mandamientos. Quiere decir que él observaba los mandamientos sin saber a qué servían. De lo contrario, no hubiera hecho la pregunta. Es como lo que ocurre a muchos católicos de hoy: no saben decir para qué sirve ser católico. ”Nací en un país católico, ¡por esto soy católico!” ¡Cosa de costumbre!

– Marcos 10,21-22: Compartir los bienes con los pobres y seguir a Jesús. Oyendo la respuesta del joven: “Jesús fijando en él su mirada, le amó y le dijo: «Una cosa te falta: anda, cuanto tienes véndelo y dáselo a los pobres y tendrás un tesoro en el cielo; luego, ven y sígueme.» La observancia de los mandamientos es apenas el primer grado de una escalera que va más allá y más alto. ¡Jesús pide más! La observancia de los mandamientos prepara a la persona para que pueda llegar a la entrega total de sí a favor del prójimo. Jesús pide mucho, pero lo pide con mucho amor. El joven no aceptó la propuesta de Jesús y se fue “porque tenía muchos bienes”.

– Marcos 10,23-27: El camello y el ojo de la aguja. Después de que el joven se fuera, Jesús comentó su decisión: ¡Qué difícil es que los que tenga riquezas entren en el Reino de los Cielos! Los discípulos quedaron asombrados. Jesús repite la misma frase y añade: ¡Qué difícil es entrar en el Reino de Dios! Es más fácil que un camello pase por el ojo de la aguja, que el que un rico entre en el Reino de Dios.» La expresión “entrar en el Reino” indica no sólo y en primer lugar la entrada en el cielo después de la muerte, sino también y sobre todo la entrada en comunidad alrededor de Jesús. La comunidad es y debe ser una muestra del Reino. La alusión a la imposibilidad de que un camello pase por el ojo de la aguja viene de un proverbio popular de la época usado por el pueblo para decir que una cosa era humanamente imposible. Los discípulos quedaron desconcertados ante la afirmación de Jesús y se preguntaban unos a otros: «¿Y quién se podrá salvar?» Señal de que no habían entendido la respuesta de Jesús al joven rico: “Va, vende todos sus bienes y dalos a los pobres, luego ven y ¡sígueme!” El joven había observado los mandamientos desde su juventud, pero sin entender el porqué de la observancia. Algo semejante estaba aconteciendo con los discípulos. Ellos habían abandonado ya todos los bienes según había pedido Jesús al joven rico, pero ¡sin entender el porqué del abandono! Si lo hubiesen entendido no se hubiesen quedado asombrados ante la exigencia de Jesús. Cuando la riqueza o el deseo de la riqueza ocupan el corazón y la mirada, la persona deja de percibir el sentido del evangelio. ¡Sólo Dios puede ayudar! Jesús mira a los discípulos y dice: «Para los hombres, imposible, pero no para Dios. ¡Porque todo es posible para Dios!».

Para la reflexión personal

– Una persona que vive preocupada con su riqueza o que vive adquiriendo las cosas de la propaganda de la tele, ¿puede liberarse de todo para seguir a Jesús y vivir en paz en una comunidad cristiana? ¿Es posible? ¿Qué piensas tú? ¿Cómo lo haces tú?

– ¿Conoces a alguien que consiguió dejarlo todo por el Reino? ¿Qué significa hoy para nosotros: “Va, vende todo, dalo a los pobres”? ¿Cómo entender y practicar hoy a los consejos que Jesús dio al joven rico?

Oración final

Doy gracias a Yahvé de todo corazón,
en la reunión de los justos y en la comunidad. Grandes son las obras de Yahvé,
meditadas por todos que las aman. (Sal 111,1-2)

Todos los derechos: www.ocarm.org