Lectio Dom, 19 jun, 2022

Lucas 9, 18-24

Un día en que Jesús, acompañado de sus discípulos, había ido a un lugar solitario para orar, les preguntó: «¿Quién dice la gente que soy yo?». Ellos contestaron: «Unos dicen que eres Juan el Bautista; otros, que Elías, y otros, que alguno de los antiguos profetas que ha resucitado».

Él les dijo: «Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?». Respondió Pedro: «El Mesías de Dios». Él les ordenó severamente que no lo dijeran a nadie.

Después les dijo: «Es necesario que el Hijo del hombre sufra mucho, que sea rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, que sea entregado a la muerte y que resucite al tercer día».

Luego, dirigiéndose a la multitud, les dijo: «Si alguno quiere acompañarme, que no se busque a sí mismo, que tome su cruz de cada día y me siga. Pues el que quiera conservar para sí mismo su vida, la perderá; pero el que la pierda por mi causa, ése la encontrará».

Sobre el texto

El relato evangélico que leemos hoy es la conclusión lógica del leído el domingo anterior. La contemplación de las acciones mesiánicas de Jesús debe llevar a la confesión de fe en Él.

El pasaje de hoy se encuentra en un lugar clave en el evangelio de Lucas, justamente el capítulo que concluye el ministerio mesiánico en Galilea (Lucas 5,1-9,50) y el programa de la formación de los discípulos que se realizará a lo largo de la extensa subida a Jerusalén (9,51-19,48).

Puesto que este pasaje es clave -porque es “programático”- para comprender todo el itinerario de discipulado que se realizará a lo largo de la subida a Jerusalén (nos ocupará prácticamente el resto del año litúrgico) y ya que tendremos que remitirnos a él una y otra vez, le daremos amplio espacio a la presentación de los elementos fundamentales del pasaje.

El texto que leemos hoy, tiene tres partes bien conectadas:
(1) La confesión de fe de Pedro (9,18-20)
(2) La revelación del camino Pascual de Jesús (9,21-22)
(3) Las consecuencias de este camino para el discipulado (9,23-24)

La primera novedad lucana de este pasaje es que está ambientado en una experiencia de oración de Jesús y sus discípulos. Comenzaremos por ahí.

La oración de Jesús en el momento decisivo

A diferencia del relato de Marcos y de Mateo, esta escena no sucede en los alrededores de Cesarea de Filipo, durante una caminata. El ambiente es diferente: la quietud y la soledad de la oración, “Él estaba orando a solas…” (9,18a).

Es característico del evangelio de Lucas el que Jesús se encuentre en oración en los momentos decisivos de su ministerio público. Por ejemplo, a la hora del bautismo (3,21), de la elección de los Doce (6,12), del comienzo de la subida a Jerusalén (9,28-29), de la Pasión (22,41), de la muerte (23,46).  Este es el caso de la escena que ocupa hoy nuestra atención: Jesús ora en el momento de la decisiva revelación de su identidad, del anuncio de su pasión y de la consecuencia de ésta para la vida de sus discípulos.

Se dice que “Él estaba orando a solas” (9,18a), pero paradójicamente “se hallaban con Él los discípulos” (9,19b). También más adelante, una semana después en el monte de la Transfiguración (9,28-32), el día que los enseña a orar (11,1) y cuando los exhorta para combatir al tentador junto con él en la agonía (23,39-46), Jesús ora en presencia de los discípulos.

Como en todas las escenas de oración de Jesús en este evangelio, lo que Jesús busca allí es la guía divina que lo orienta en la realización de su misión: supone confianza y entrega total al proyecto del Padre.  La revelación que viene enseguida va precisamente en esta línea.

La identidad de Jesús es confesada por los discípulos por medio de su portavoz: Pedro

Jesús entonces toma la iniciativa y se dirige a los discípulos para hacerles dos preguntas: “¿Quién dice la gente que soy yo?” (9,18c); “Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?” (9,20a). La pregunta por la identidad indaga en otras palabras sobre el rol que Él cumple en medio de su pueblo y del mundo.

Veamos los diversos aspectos que entran en juego en el diálogo entre Jesús y sus discípulos.

  • La pregunta llega cuando el tiempo está maduro

No es la primera vez que se escuchan preguntas de esta naturaleza. La pregunta por la identidad de Jesús -“¿Quién es Jesús?”- ya había sido planteada en pasajes anteriores en el evangelio de Lucas, por ejemplo:

  • Los escribas y fariseos, escandalizados porque Jesús perdonaba pecados reflexionaban: “¿Quién es éste, que dice blasfemias?” (5,21).
  • Los discípulos llenos de temor ante el milagro de la tempestad calmada se dicen entre sí: “¿Quién es éste, que impera a los vientos y al agua, y le obedecen?” (8,25).
  • El rey Herodes Antipas cuando se entera de la misión de la predicación del Reino se pregunta: “¿Quién es, pues éste, de quien oiga tales cosas?” (9,9).

Inclusive, si miramos el conjunto del evangelio notaremos que Lucas nos habitúa a ver que las grandes acciones de Jesús regularmente llevan a una afirmación sobre quién es Jesús.  Para este evangelista es claro que la respuesta sobre el sentido de la misión que Jesús realiza en el mundo sólo se puede dar a partir de la observación atenta de sus acciones y de la escucha de su Palabra.

La escena de la confesión de fe, en el evangelio de Lucas presupone todo lo que la gente y los discípulos han contemplado en la persona de Jesús en los capítulos 8,22 a 9,17.

Pero esta es la primera vez que Jesús abre el espacio para que los discípulos expresen su propio punto de vista. No más preguntas sino conclusiones.

  • El tipo de pregunta

Jesús nunca le pide a sus discípulos que le den opinión sobre sus discursos o sobre sus obras, lo hace únicamente sobre su propia persona. 

Para Jesús lo que cuenta es lo que están comprendiendo sobre él, ya que los quiere conducir hacia un conocimiento claro y hacia una confesión de fe sin equívocos.  Pues bien, en el centro del Evangelio no está tanto su anuncio sino la mismísima persona de Jesús.

 

  • El punto de vista de la muchedumbre

Como preludio a la declaración del punto de vista de los discípulos, Jesús pregunta cuáles son las opiniones populares sobre él.  Se trata del parecer de las “multitudes” (no de “los hombres”, como escriben Marcos y Mateo).

Se dan las mismas respuestas ya dadas anteriormente en 9,7-8 en boca de Herodes Antipas, voz oficial dentro del mundo de la política. En 9,19 leemos: “Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías; otros, que un profeta de los antiguos había resucitado”. Las tres afirmaciones coinciden en que se trata de un “profeta”.

Desde que inauguró su misión en la sinagoga de Nazareth, Jesús mismo se había presentado en el ropaje de un profeta (“Ningún profeta es bien recibido en su patria”, 4,24), luego el evangelio no hizo sino comprobar una y otra vez su comportamiento profético. La gente lo reconoció así (“un gran profeta se ha levantado entre nosotros”, 7,16), incluso un fariseo cuestionó la autenticidad de Jesús precisamente sobre este punto (“Si éste fuera profeta…”, 7,39).

La gente tiene a Jesús en una alta consideración: ve en Él a una figura profética similar a la de los grandes profetas portavoces de Dios.

Pero la estimación popular aparece inadecuada, ya que Jesús no es ni Elías ni Juan Bautista ni ningún antiguo profeta resucitado. Es verdad que Jesús sostiene una relación especial con Dios,  y por eso es correcto el título de “profeta”, pero se nota que la gente no reconoce aún la relación única y particular que Jesús tiene con Dios. Entonces, ¿dónde se verifica la novedad del profetismo de Jesús, que no parece encajar en la visión popular?

  • El punto de vista de los discípulos: “vosotros” y “yo”

Enseguida Jesús les pide a los discípulos su propia respuesta personal. Nótese el énfasis en el “vosotros” (9,20a). Con ello, Jesús establece un contraste con las “multitudes”, pero también confronta inevitablemente a cada uno sobre la cuestión que decide la vida: la fe.

Se les pregunta a todos, pero es Pedro quien responde como vocero que es capaz de interpretar el sentir de todos y expresarlo. Pedro va directo al título: “El Cristo de Dios” (9,20b). Profundicemos:

(1) El título de “Cristo” ya se lo habían aplicado por primera vez a Jesús los ángeles en la noche del nacimiento (2,11) y se repite con cierta frecuencia a lo largo del evangelio hasta la última página (ver 24,26.46).

(2) En el evangelio de Lucas se siente la necesidad de darle una precisión al título de “Cristo” añadiéndole el determinativo: “de Dios”. Así se enfatiza que Jesús es el “ungido de Dios” destinado para su servicio (ver 2,26; 23,35; Hechos 3,18; 4,26). ¿De qué servicio se trata en última instancia? Esto se comprenderá en el relato de la Pasión (ver 23,35), de ello tendremos una visión anticipada en las líneas que siguen en el pasaje.

Por primera vez los discípulos reconocen de manera explicita que Jesús es el Mesías.

Jesús es el Mesías-Cristo prometido que realiza las esperanzas salvíficas de su pueblo. Pero a Jesús no se le puede “capturar” en los esquemas que proyectan los deseos populares, lo primero que hay que hacer para entenderlo es entrar en sintonía con Dios para comprender su plan de salvación, su proyecto, su sueño de humanidad. Por eso, en este pasaje de la confesión de fe, era necesario el ambiente inicial de oración: ambiente de escucha y obediencia a Dios que determina el recto comprender y actuar.

  • La respuesta correcta proviene de los discípulos y no de la muchedumbre

Vale la pena detenernos un momento antes de continuar la lectura del pasaje. ¿Por qué son los discípulos los que aciertan en la respuesta? ¿Qué vieron los discípulos que no vio la gente?

Que la respuesta correcta provenga de los discípulos, indica cuál es la función o el oficio de ellos con relación a toda la actividad de Jesús con el pueblo, su tarea es llevar al conocimiento del sentido de ésta, en otras palabras, ayudar a entender quién es Jesús.

Recordemos que precisamente, enmarcada entre las preguntas por la identidad de Jesús (9,7-9 y 9,18-20), Lucas nos presentó la multiplicación de los panes: el servicio mesiánico de Jesús.  En ese momento los discípulos vieron lo que el pueblo no había visto (volver sobre la parte final del evangelio del domingo pasado), por eso ellos están en capacidad de responder.

La confesión de quién es verdaderamente Jesús, está en estrecha conexión con lo que Jesús les ha revelado de sí mismo como dador de vida en algunas escenas que los discípulos -separados de la gente- pudieron ver más de cerca: la tempestad calmada (8,22-25), la resurrección de la hija de Jairo (8,49-56), el banquete mesiánico con la multitud (9,12-17), eventos todos que fueron revelatorios solamente para los discípulos.

Por tanto, los discípulos de Jesús son aquellos que, guiado por las claves de lectura que les da el Maestro, pueden ver más profundamente los eventos y enseñanzas que el resto de la gente; son aquellos que pueden constatar, a partir de la valoración de las bendiciones que provienen del Maestro, que Él es más que un profeta; son aquellos que, teniendo como modelo a María (ver 2,19), confrontan continuamente los hechos con las enseñanzas, en otros términos: hacen el itinerario completo de la Palabra (hoy: “lectio divina”): “después de haber oído, conservan la Palabra con corazón bueno y  recto, y dan fruto con perseverancia” (8,15). Los frutos se ven en la correcta confesión de fe y en el compromiso radical con el camino de la Cruz del Mesías.

En fin, los discípulos son aquellos que van más allá del diagnóstico y de la perplejidad de Herodes, de las apreciaciones técnicas de los escribas y fariseos, y del entusiasmo primario de las multitudes, y dan el salto cualitativo de la fe que, comprendiendo la revelación del Maestro, van hasta el fondo de su propuesta y se apropian de su escandalosa novedad profética.  Una opción tendrá su costo.

El doloroso camino del Mesías (9,21-22)

Cuando Pedro confiesa a Jesús como “Cristo de Dios”, ya está aludiendo implícitamente al camino de la Pasión. Esa parece ser la razón por la cual Lucas –a diferencia de Marcos- no nos presenta la reprensión que Pedro recibe por no querer aceptar la Cruz; más bien pareciera que Pedro y sus compañeros ya estuvieran preparados para este momento.

La mirada más bien se centra en la contemplación del destino doloroso de Jesús como manera concreta de asumir el camino “de Dios”.

Viene ahora la revelación que señala la dirección del profetismo de Jesús en misión mesiánica. Notemos (1) el silencio de los discípulos y (2) la voz del Maestro.

  • El Mandato del silencio (9,21)

Jesús se dirige a sus discípulos con autoridad: “Les mandó enérgicamente que no dijeran esto a nadie” (9,21).

Jesús acoge la confesión de fe de Pedro y la proyecta hacia adelante. Si les pide silencio no es porque lo dicho anteriormente sea falso sino precisamente porque es verdadero, y porque su comprensión los supera.  Jesús pide el silencio que aprende.

  • Una nueva enseñanza de Jesús (9,22)

He aquí el nuevo aprendizaje que ilumina la comprensión del mesianismo de Jesús. Las nuevas palabras llegan como una pieza fresca de enseñanza.

Jesús se llama a sí mismo ahora “el Hijo del hombre” (ya lo venía haciendo desde 5,24; 6,5.22; 7,34; 9,26.58…). Este calificativo explica mejor la función del Mesías: su camino de gloria por medio del sufrimiento (como lo explicamos antes en esta misma publicación periódica).

Dicho sufrimiento no es absurdo, él tiene sentido dentro del plan divino de salvación –predicho por las Escrituras-, que se realiza en el itinerario de Jesús. Que Dios está obrando por detrás de todos estos acontecimientos, transformando el mal en bien, se nota en la palabrita técnica “debe” (significa: “necesidad divina” o “según la lógica divina de salvar en la historia”), que los evangelistas reservan para este momento (ver Lucas 13,33; 17,25).

La enseñanza de Jesús delinea las cuatro etapas del camino doloroso del Mesías-Hijo del hombre con cuatro verbos en infinitivo:

(1) Debe “sufrir mucho”. Incluye todos los dolores que se narran en el relato de la pasión de Jesús: físicos, morales; por sí mismo, por sus discípulos, por su pueblo. En esta experiencia de Jesús pareciera resonar la verdad de las palabras del Salmo: “Yahvé está cerca de los que tienen roto el corazón, Él salva los espíritus hundidos” (34,19). No olvidemos que la Pasión de Jesús en Lucas descubre en todo instante la presencia luminosa de Dios en medio de la noche del dolor (ver el Salmo 33,20).

(2) Debe “ser rechazado”: esto es, excluido de su pueblo, excomulgado (ver Lucas 20,17).  Será una expulsión oficial. Los tres grupos mencionados componen el Sanedrín: la máxima autoridad religiosa en pleno. Pero la marginación de Jesús, por causa de su opción por los marginados, tiene un sentido, como dice el Salmo: “La piedra que los constructores desecharon en piedra angular se ha convertido” (118,22; ver Lucas 20,17).

(3) Debe “ser matado” (18,33). No se dice crucificado, nunca se profetizó una muerte en Cruz, ésta vendría como resultado de la coyuntura histórica. Lo fundamental es que  el rechazo de Jesús fue hasta las últimas consecuencias. Pues bien, desde eso fondo, el más bajo posible, Dios reconducirá –por el camino de la vida- la compleja historia humana.

(4) Debe “resucitar al tercer día”: la última palabra es de victoria, el triunfo final de la justicia de Dios (ver la profecía de Oseas 6,2). En el verbo griego (literalmente “levantar”) deja entender que hay una resurrección y una exaltación.  El camino del Mesías culmina en la gloria.

Como puede verse, el “debe” va señalando cómo Dios actúa por dentro del tejido de la historia, haciendo allí una dinámica de salvación que transforma la mezquindad humana en fuerza de vida y crecimiento.

La última palabra, la más importante es la de la victoria y la vida: Jesús es un Mesías crucificado pero que resucita. Por eso, cuando el discípulo escuche el llamado de Jesús para compartir su camino tendrá que ver más allá de la renuncia la Buena Noticia de la Resurrección: “ganará la vida”.

Las implicaciones del camino del Mesías para la vida de los discípulos (9,23-24)

La enseñanza de Jesús pasa de la instrucción sobre su destino personal a las consecuencias que dicho destino tiene para la vida de los discípulos, porque ellos son los seguidores del Hijo del hombre sufriente. En pocas palabras Jesús pide una fe que sea tan leal que esté dispuesta a ir hasta el martirio.

Sobre la confesión de fe y el anuncio de la Pasión emergen con mayor claridad (1) las exigencias (9,23) y el sentido de la vocación de los discípulos (9,24).

  • Las exigencias de la vocación de los discípulos (9,23)

Vale la pena que reparemos en ellas, palabra por palabra.

Decía a todos” (9,23a). Jesús levanta la mirada a todos los potenciales discípulos, no sólo para los que ya lo perdieron todo por él sino también para los candidatos.

Si alguno quiere venir en pos de mí” (9,23b). La decisión de seguir a Jesús, que parte de una acto profundo de libertad del discípulo (“Si alguno quiere…”), implica un andar siempre en su ruta. Es curioso que mientras la expresión “ir en pos de…” en el Antiguo Testamento sirve para calificar la idolatría –obedecer a falsos dioses (ver Jueces 2,12; Deuteronomio 13,5; 1 Reyes 18,21), en boca de Jesús es la máxima expresión de la adhesión a Dios en aquel que ha sido confesado como “el Cristo de Dios”.

A quien responde se le piden tres actitudes:

(1) “Niéguese a sí mismo” (9,23c). Es ante todo ser capaces de decirle “no” a lo que no es coherente con la opción por Jesús y que generalmente proviene de sí mismo y de las propias ambiciones, para vivir al estilo de la Cruz. Esto supone un continuo “discernimiento de espíritus”. Esto no será cosa de un día sino de siempre, como se verá enseguida.

(2) “Tome su cruz cada día” (9,23d). Literalmente es tomar la propia cruz y cargarla hasta el lugar de la ejecución. Por lo tanto, en principio es estar preparados para morir por crucifixión. Pero el sentido de la frase de Jesús va más allá: al describir la acción de los ya condenados yendo al patíbulo para la ejecución, Jesús invita a cada discípulo a colocarse en el lugar del que ya está condenado a muerte.

Pero no se trata de un martirio en sentido literal sino de la actitud del que mira su propia vida en el mundo como ya terminada. El discípulo pertenece a otro ámbito de vida: su principio inspirador es el amor misericordioso que acoge al otro desde él y no desde uno mismo, el amor que se hace capacidad del otro para redimirlo asumiéndolo en el propio ámbito de vida. 

Y esto no se hace un día sino siempre: se trata del nuevo impulso de vida característico del Reino de Dios.  La frase “cada día”, acentúa la necesidad de una renovación diaria de esta actitud.

(3) “Sígame” (9,23e). La idea de fondo es: “y de esta manera síganme”. La palabra nos remite a esta frase que aparece en el punto de partida del discipulado: “dejándolo todo, le siguieron” (5,11). Con las actitudes anteriores el discípulo irá siempre detrás de Maestro haciendo todo lo que Él hace.  Y el discípulo que toma la Cruz ya está haciendo lo que Jesús hace porque “Todo (discípulo) que esté bien formado será como su Maestro” (6,40b).

  • El sentido de la vocación del discípulo (9,24)

Para comprender mejor no hay como los paralelos.  Jesús finalmente coloca en contraposición dos tipos de personas:

(1) Hay personas que desean preservar su vida (“Quien quiera salvar su vida…”): están ante todo preocupadas por ellas mismas, por su exclusiva felicidad, siendo capaces incluso de dejar a otra persona de lado con tal de no sacrificar los propios sueños; éste es el trasfondo de muchas situaciones de pecado.

Pues bien, Jesús dice que la persona que desee preservar su manera de vivir evitando cualquier sacrificio, la autonegación para optar por los valores del evangelio, esquivando el martirio, “perderá su vida”, o sea, quizás gozará por un rato pero no alcanzará la plenitud de la vida, e incluso se la habrá negado a otros. Este tipo de personas, en el juicio final no gozará de la vida eterna que vendrá (ver 9,26).

(2) Hay personas que están bien dispuestas para perder generosamente su vida (“Quien pierda su vida por mí…”), es decir, que han descubierto a Jesús y “por” Él se la juegan toda, porque sólo desean vivir según los valores de su evangelio, el mayor de todos: el amor de la Cruz, que es vivir radicalmente en función de los demás.

Estas personas, paradójicamente preservan la vida. A través de la experiencia del “perder” (el “darse”) será salvada su vida en un sentido profundo porque ha alcanzado la identidad con el Maestro y con Él recorre el camino que verdaderamente conduce a la gloria. No hay que olvidar que hay una causa: la pérdida es por causa de Jesús, por lealtad personal a Jesús.  Esta lealtad no se quedará sin la contraparte en el tiempo final: “ése salvará su vida”.

Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón

  • ¿Qué opinión de Jesús tiene la gente con la que trato cotidianamente en ambientes distintos a los de mi comunidad de fe? ¿Se parece a la opinión de la gente en tiempos de Jesús?
  • Jesús hoy te pregunta: ¿Y tú, quién dices que soy yo? ¿Qué le contestas a partir de lo que sabes de Él? ¿Qué le contestas a partir de la experiencia que tienes de Él? ¿En qué forma el contacto diario con la Palabra de Dios te lleva a descubrir los rasgos de la identidad de Jesús?
  • “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día y sígame”. ¿Cuál es tu mayor cruz? ¿Cómo la estás llevando? ¿Hacía dónde la llevas? ¿Qué te hace pensar que es la cruz con la cual sigues a Jesús?
  • ¿Te sientes verdadero/a discípulo/a de Jesús? ¿Qué efectos produce en ti la confrontación de tu vida con las enseñanzas de Jesús?
  • Las enseñanzas de Jesús delinean las cuatro etapas del camino doloroso del Mesías: ¿En qué forma estas cuatro etapas están “marcando” un proceso en la vida de mi grupo o comunidad?

Un Padre de la Iglesia y un pensamiento mariano para este domingo

6.1.    Un Padre de la Iglesia relee el evangelio

San León Magno (del siglo V dC), en una de sus homilías, retomaba la dinámica del pasaje de Lucas: “Que la fe todos se afirme con la predicación del Evangelio, y que ninguno sienta vergüenza de la Cruz de Cristo, por la cual el mundo ha sido redimido. Que ninguno, por tanto, se lamente de sufrir por la justicia, ni ponga en duda la recompensa prometida; porque es por el trabajo que se llega al reposo, por la muerte que se lleva a la vida. Ya que Cristo ha aceptado la debilidad de nuestra pobreza, si nosotros perseveramos en confesarlo y amarlo, somos vencedores de lo que él ha vencido y recibimos lo que Él ha prometido”

6.2.    Un pensamiento mariano inspirado en el evangelio

Dice el cardenal Giovanni Saldarini:

“María es la virgen ‘por’ el Reino de los Cielos, que ha aceptado perder su vida por Jesús y por la salvación mesiánica y de este modo ha salvado su propia vida.

En ella se realiza esta lógica misteriosa de la negación de sí mismo para seguir a Jesús, que realiza en plenitud la vida de la persona”

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Lectio sáb, 18 jun, 2022

Tiempo Ordinario

Oración inicial

¡Oh Dios!, fuerza de los que en ti esperan, escucha nuestras súplicas; y, pues el hombre es frágil y sin ti nada puede, concédenos la ayuda de tu gracia para guardar tus mandamientos y agradarte con nuestras acciones y deseos. Por nuestro Señor.

Lectura del santo Evangelio según Mateo 6,24-34

«Nadie puede servir a dos amos, porque odiará a uno y amará al otro, o bien obedecerá al primero y no le hará caso al segundo. En resumen, no pueden ustedes servir a Dios y al dinero.

Por eso les digo que no se preocupen por su vida, pensando qué comerán o con qué se vestirán. ¿Acaso no vale más la vida que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? Miren las aves del cielo, que ni siembran, ni cosechan, ni guardan en graneros y, sin embargo, el Padre celestial las alimenta. ¿Acaso no valen ustedes más que ellas? ¿Quién de ustedes, a fuerza de preocuparse, puede prolongar su vida siquiera un momento?

¿Y por qué se preocupan del vestido? Miren cómo crecen los lirios del campo, que no trabajan ni hilan. Pues bien, yo les aseguro que ni Salomón, en el esplendor de su gloria, se vestía como uno de ellos. Y si Dios viste así a la hierba del campo, que hoy florece y mañana es echada al horno, ¿no hará mucho más por ustedes, hombres de poca fe?

No se inquieten, pues, pensando: ¿Qué comeremos o qué beberemos o con qué nos vestiremos? Los que no conocen a Dios se desviven por todas estas cosas; pero el Padre celestial ya sabe que ustedes tienen necesidad de ellas. Por consiguiente, busquen primero el Reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas se les darán por añadidura. No se preocupen por el día de mañana, porque el día de mañana traerá ya sus propias preocupaciones.

A cada día le bastan sus propios problemas».

Reflexión

  • El evangelio de hoy nos ayuda a revisar la relación con los bienes materiales y trata dos asuntos de distinto peso: nuestra relación con el dinero (Mt 6,24) y nuestra relación con la Providencia Divina (Mt 6,25-34). Los consejos dados por Jesús suscitan diversas preguntas de difícil respuesta. Por ejemplo, ¿cómo entender hoy la afirmación: «No puedes servir a Dios y al dinero” (Mt 6,24)? ¿Cómo entender la recomendación de no preocuparnos con la comida, la bebida y la ropa (Mt 6,25)?
  • Mateo 6,24: «Nadie puede servir a dos señores; porque aborrecerá a uno y amará al otro; o bien se entregará a uno y despreciará al otro. No podéis servir a Dios y al Dinero. Cada cual tendrá que elegir. Tendrá que preguntarse: “¿Quién ocupa el primer lugar en mi vida: Dios o el dinero?” De esto dependerá la comprensión de los consejos que siguen sobre la Providencia Divina (Mt 6,25-34). No se trata de una opción hecha sólo con la cabeza, sino de una opción de vida bien concreta que envuelve las actitudes.
  • Mateo 6,25: Jesús critica la excesiva preocupación con la comida y el vestido. Esta crítica de Jesús provoca hasta hoy mucho espanto entre la gente, pues la gran preocupación que tiene un padre, una madre de familia es la comida y el vestido para los hijos. El motivo de la crítica es que la vida vale más que la comida y el cuerpo vale más que la ropa. Para aclarar su crítica, Jesús cuenta dos parábolas: de los pajaritos y de las flores.
  • Mateo 6,26-27: La parábola de los pajaritos: la vida vale más que la comida. Jesús manda mirar a los pajaritos. No siembran, no almacenan, y sin embargo tienen siempre algo que comer, porque el Padre celestial los alimenta: “¿No valéis vosotros más que ellos?” Lo que Jesús critica es cuando la preocupación por la comida ocupa todo el horizonte de la vida de las personas, sin dejar espacio para experimentar y saborear la gratuidad de la fraternidad y de la pertenencia al Padre. Por eso, el sistema neoliberal es criminal porque obliga a la gran mayoría de las personas a vivir 24 horas al día preocupándose por la comida y por la ropa, y produce en otra pequeña minoría rica el ansia de comprar y consumir hasta el punto de no dejar espacio para otra cosa. Jesús dice que la vida vale más de los bienes de consumo. El sistema neoliberal impide la vivencia del Reino.
  • Mateo 6,28-30: La parábola de los lirios: el cuerpo vale más que el vestido. Jesús manda mirar las flores, los lirios del campo. ¡Con qué elegancia y belleza Dios los viste! “Si Dios los viste así, ¿no lo hará mucho más con vosotros, hombres de poca fe? Jesús insiste en las cosas de la naturaleza, para que viendo las flores y el campo, la gente recuerde la misión que tenemos: luchar por el Reino y crear una convivencia que pueda garantizar comida y vestido para todos.
  • Mateo 6,31-32: No ser como los paganos. Jesús retoma la crítica contra una excesiva preocupación por la comida, la bebida y el vestido. Y concluye: “¡Son los paganos que se preocupan con todo esto!” Debe de haber una diferencia en la vida de los que tienen fe en Jesús y de los que no la tienen. Los que tienen fe en Jesús comparten con él la experiencia de gratuidad de Dios como Padre, Abba. Esta experiencia de paternidad tiene que revolucionar la convivencia. Tiene que engendrar una vida comunitaria que sea fraterna, semilla de una nueva sociedad.
  • Mateo 6,33-34: El Reino en primer lugar. Jesús apunta dos criterios: “Buscar primero el Reino” y “No preocuparse por el día de mañana”. Buscar en primer lugar el Reino y su justicia significa tratar de hacer la voluntad de Dios y permitir a Dios que reine en nuestra vida. La búsqueda de Dios se traduce concretamente en búsqueda de una convivencia fraterna y justa. Donde hay esta preocupación por el Reino, nace una vida comunitaria donde todos viven como hermanos y hermanas y nadie pasará más necesidad. Allí no habrá más preocupación con el día de mañana, esto es, no habrá más preocupación en acumular.
  • Buscar primero el Reino de Dios y su justicia. El Reino de Dios tiene que ser el centro de todas nuestras preocupaciones. El Reino pide una convivencia, donde no haya acumulación, y donde haya compartir, para que todos tengan lo necesario para vivir. El Reino es la nueva convivencia fraterna, en la que cada persona se siente responsable del otro. Esta manera de ver el Reino ayuda a entender mejor las parábolas de los pajaritos y de las flores, pues para Jesús la Providencia Divina pasa por la organización fraterna. Preocuparse por el Reino y su justicia es lo mismo que preocuparse por aceptar a Dios como Padre y ser hermanos y hermanas de otros. Ante el creciente empobrecimiento causado por el neoliberalismo económico, la salida concreta que el evangelio nos presenta y que los pobres encontrarán para su supervivencia es la solidaridad y la organización.
  • Una lama afilada en la mano de un niño puede ser una arma mortal. Una lama afilada en la mano de una persona agarrada con cuerdas es arma que salva. Así son las palabras de Jesús sobre la Providencia Divina. Sería anti-evangélico decir a un padre de familia sin empleo, pobre, con ocho hijos y mujer enferma: «¡No ande preocupado con lo que va a comer y a beber! ¿Por qué preocuparse del vestido y de la salud?» (Mt 6,25.28). Esto lo podemos decir cuando, al imitar a Dios como Jesús, nos organizamos entre nosotros para poder compartir, garantizando a los hermanos la sobre vivencia. De lo contrario seríamos como los tres amigos de Job, para defender a Dios, contaban mentiras sobre la vida humana (Job 13,7). Sería como “disponer de un huérfano y traicionar a un amigo” (Job 6,27). En boca del sistema de los ricos, estas palabras pueden ser armas mortales contra los pobres. En boca del pobre, pueden ser una salida real y concreta para una convivencia mejor, más justa y más fraterna.

Para la reflexión personal

  • ¿Cómo entiendo y vivo la confianza en la Providencia Divina?
  • Como cristianos tenemos la misión de dar una expresión concreta a aquello que nos anima por dentro. ¿Cuál es la expresión que estamos dando a nuestra confianza en la Divina Providencia?

Oración final

Mi lengua proclama tu promesa, pues justos son tus mandamientos. Acuda tu mano en mi socorro, pues he elegido tus ordenanzas. (Sal 119,172-173)

Todos los derechos: www.ocarm.org

Lectio vie, 17 jun, 2022

Tiempo Ordinario

Oración inicial

¡Oh Dios!, fuerza de los que en ti esperan, escucha nuestras súplicas; y, pues el hombre es frágil y sin ti nada puede, concédenos la ayuda de tu gracia para guardar tus mandamientos y agradarte con nuestras acciones y deseos. Por nuestro Señor.

Lectura del santo Evangelio según Mateo 6,19-23

Jesús dijo a sus discípulos: «No acumulen ustedes tesoros en la tierra, donde la polilla y el moho los destruyen, donde los ladrones perforan las paredes y se los roban. Más bien acumulen tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el moho los destruyen, ni hay ladrones que perforen las paredes y se los roben; porque donde está tu tesoro, ahí también está tu corazón.

Tus ojos son la luz de tu cuerpo; de manera que, si tus ojos están sanos, todo tu cuerpo tendrá luz. Pero si tus ojos están enfermos, todo tu cuerpo tendrá oscuridad. Y si lo que en ti debería ser luz, no es más que oscuridad, ¡qué negra no será tu propia oscuridad!».

Reflexión

  • En el evangelio de hoy seguimos nuestra reflexión sobre el Sermón del Monte. Anteayer y ayer hemos reflexionado sobre la práctica de las tres obras de piedad: limosna (Mt 6,1-4), oración (Mt 6,5-15) y ayuno (Mt 6,16-18). El evangelio de hoy y de mañana presenta cuatro recomendaciones sobre la relación con los bienes materiales, explicitando así cómo vivir la pobreza de la primera bienaventuranzas: (a) no acumular (Mt 6,19-21); (b) tener la visión correcta de los bienes materiales (Mt 6,22- 23); (c) no servir a dos señores (Mt 6,24); (d) abandonarse a la providencia divina (Mt 6,25-34). El evangelio de hoy presenta las dos primeras recomendaciones: no acumular bienes (6,19-21) y no mirar el mundo con ojos malos (6,22-23).
  • Mateo 6,19-21: No acumular tesoros en la tierra. Si, por ejemplo, hoy en la tele se da la noticia de que en el próximo mes faltarán azúcar y café, todos vamos a comprar el máximo de azúcar y café posible. Acumulamos, porque no confiamos. En los cuarenta años de desierto, el pueblo fue puesto a prueba para ver si era capaz de observar la ley de Dios (Ex 16,4). La prueba consistía en esto: ver si eran capaces de recoger sólo lo necesario de maná para un único día y no acumular para el día siguiente. Jesús dice: ««No os amontonéis tesoros en la tierra, donde hay polilla y herrumbre que corroen, y ladrones que socavan y roban. Amontonaos más bien tesoros en el cielo, donde no hay polilla ni herrumbre que corroan, ni ladrones que socaven y roben.” ¿Qué significa acumular tesoros en el cielo? Se trata de saber dónde coloca el fundamento de mi existencia. Si lo coloca en los bienes materiales de esta tierra, corro siempre el peligro de perder lo que acumulé. Si coloco el fundamento en Dios, nadie va a poder destruirlo y tendré la libertad interior de compartir con los demás los bienes que poseo. Para que esto sea posible y viable, es importante que se cree una convivencia comunitaria que favorezca el compartir y la ayuda mutua, y en la que la mayor riqueza o tesoro no es la riqueza material, sino la riqueza y el tesoro de la convivencia fraterna nacida de la certeza traída por Jesús de que Dios es Padre/Madre de todos. Donde está tu tesoro (riqueza), allí está tu corazón.
  • Mateo 6,22-23: La lámpara del cuerpo es el ojo. Para entender lo que Jesús pide es necesario tener ojos nuevos. Jesús es exigente y pide muchas cosas: no acumular (6,19-21), no servir a Dios y al dinero al mismo tiempo (6,24), no preocuparse de lo que bebemos y comemos (6,25-34). Estas recomendaciones exigentes tratan de aquella parte de la vida humana, donde las personas tienen más angustias y preocupaciones. Es también la parte del Sermón del Monte que es más difícil de entender y practicar. Por esto Jesús dice: «Si tu ojo está malo, «. Algunos traducen ojo malo y ojo sano. Otros traducen ojo mezquino y ojo generoso. Es igual. En la realidad, la peor enfermedad que se pueda imaginar es una persona encerrada en sí misma y en sus bienes, y la confianza que tiene sólo en sus bienes. ¡Es la enfermedad de la mezquindad! Quien mira la vida con esta mirada vivirá en la tristeza y en la oscuridad. El remedio para curar esta enfermedad es la conversión, el cambio de mentalidad y de ideología. Poniendo el fundamento de la vida en Dios, la mirada se vuelve generosa y la vida se vuelve luminosa, pues hace nacer el compartir y la fraternidad.
  • Jesús quiere un cambio radical. Quiere la observancia de la ley del año sabático, donde se dice que en la comunidad de los que creen, no puede haber pobres (Dt 15,4). La convivencia humana debe organizarse de tal manera que ya no es necesario preocuparse de la comida, de la bebida, de la ropa y de la vivienda, de la salud y de la educación (Mt 6,25-34). Pero esto es posible sólo si todos buscamos primero el Reino de Dios y su justicia (Mt 6,33). El Reino de Dios es permitir que Dios reine: es imitar a Jesús (Mt 5,48). La imitación de Dios lleva a compartir con justicia los bienes y lleva al amor creativo, que engendra la verdadera fraternidad. La Providencia Divina tiene que ser mediada por la organización fraterna. Sólo así es posible deshacernos de todas las preocupaciones para el mañana (Mt 6,34).

Para la reflexión personal

  • Jesús dice: “Donde está tu riqueza, allí estará tu corazón”. ¿Dónde está mi riqueza: en el dinero o en la fraternidad?
  • ¿Cuál es la luz que tengo en mis ojos para mirar la vida, los acontecimientos?

Oración final

Pues Yahvé ha escogido a Sión,
la ha querido como sede para sí:
«Aquí está mi reposo para siempre,
en él me instalaré, que así lo quiero. (Sal 132,13-14)

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Lectio jue, 16 jun, 2022

Multiplicar el pan para los hambrientos Jesús promueve la participación. Lucas 9,10-17

Oración inicial

Señor Jesús, envía tu Espíritu, para que Él nos ayude a leer la Biblia en el mismo modo con el cual Tú la has leído a los discípulos en el camino de Emaús. Con la luz de la Palabra, escrita en la Biblia, Tú les ayudaste a descubrir la presencia de Dios en los acontecimientos dolorosos de tu condena y muerte. Así, la cruz, que parecía ser el final de toda esperanza, apareció para ellos como fuente de vida y resurrección.

Crea en nosotros el silencio para escuchar tu voz en la Creación y en la Escritura, en los acontecimientos y en las personas, sobre todo en los pobres y en los que sufren. Tu palabra nos oriente a fin de que también nosotros, como los discípulos de Emaús, podamos experimentar la fuerza de tu resurrección y testimoniar a los otros que Tú estás vivo en medio de nosotros como fuente de fraternidad, de justicia y de paz. Te lo pedimos a Ti, Jesús, Hijo de María, que nos has revelado al Padre y enviado tu Espíritu. Amén.

Lectura

Clave de lectura: el contexto literario:

Nuestro texto se encuentra a mitad del evangelio de Lucas: Jesús extiende e intensifica su misión por las aldeas de la Galilea y manda a sus doce discípulos para que le ayuden (Lc 9,1-6). La noticia de todo esto llega a Herodes, aquel que mandó matar a Juan Bautista ((Lc 9, 7-9) Cuando sus discípulos regresan de la misión, Jesús los invita a ir a un lugar solitario (Lc 9,10) Aquí sigue nuestro texto que habla de la multiplicación de los panes (Lc 9, 11-17) En seguida Jesús hace una pregunta: “¿Quién dice la gente que soy yo?” (Lc 9, 18-21).

Dicho esto, por la primera vez, habla de su pasión y de su muerte y de las consecuencias de todo esto para la vida de los discípulos (Lc 9, 22-28). Luego viene la Transfiguración, en la que Jesús habla con Moisés y con Elías de su pasión, con el aturdimiento y la incomprensión de parte de los discípulos (Lc 9, 44-50). Finalmente, Jesús decide ir a Jerusalén, donde encontrará la muerte (Lc 9, 52).

  1. Una división del texto para ayudar la lectura:

Lucas 9,10: Se retiran a un lugar apartado
Lucas 9,11: La gente reconoce a Jesús y Jesús acoge a la gente
Lucas 9,12: La preocupación de los discípulos por el hambre de la gente
Lucas 9, 13. La propuesta de Jesús y la repuesta de los discípulos
Lucas 14-15: La iniciativa de Jesús para resolver el problema del hambre
Lucas 9,16: La evocación y el sentido de la Eucaristía
Lucas 9,17: El gran signo: Todos comieron

El texto:

Cuando caía la tarde, los doce apóstoles se acercaron a decirle: «Despide a la gente para que vayan a los pueblos y caseríos a buscar alojamiento y comida, porque aquí estamos en un lugar solitario». Él les contestó: «Denles ustedes de comer». Pero ellos le replicaron: «No tenemos más que cinco panes y dos pescados; a no ser que vayamos nosotros mismos a comprar víveres para toda esta gente». Eran como cinco mil varones.

Entonces Jesús dijo a sus discípulos: «Hagan que se sienten en grupos como de cincuenta». Así lo hicieron, y todos se sentaron. Después Jesús tomó en sus manos los cinco panes y los dos pescados, y levantando su mirada al cielo, pronunció sobre ellos una oración de acción de gracias, los partió y los fue dando a los discípulos para que ellos los distribuyeran entre la gente.

Comieron todos y se saciaron, y de lo que sobró se llenaron doce canastos.

Un momento de silencio orante

para que la Palabra de Dios pueda entrar en nosotros e iluminar nuestra vida.

Algunas preguntas

para ayudarnos en la meditación y en la oración.

  1. ¿Cuál es el punto del texto que más te ha gustado o que más te ha llamado la atención?
  2. ¿Cuál es la situación de la gente, que se desprende del texto?
  3. ¿Cuál es la reacción o el sentimiento de Jesús ante la situación de la gente?
  4. ¿Qué hechos del Antiguo Testamento se evocan en este texto?
  5. ¿Conoces iniciativas de personas que hoy dan de comer a la gente hambrienta?
  6. ¿Cómo ayudamos nosotros a la gente? ¿Damos peces o enseñamos a pescar?

Una clave de lectura

para los que desean profundizar en el tema

a)      El contexto histórico de nuestro texto:

El contexto histórico del Evangelio de Lucas tiene siempre dos aspectos: el contexto del tiempo de Jesús en los años 30, en Palestina, y el contexto de las comunidades cristianas de los años 80, para las que Lucas escribe su Evangelio.

Al tiempo de Jesús en la Palestina, el pueblo vivía en la expectativa de que el Mesías, cuando viniese, sería como un nuevo Moisés, y repetiría los grandes prodigios operados por Moisés en el Éxodo: conducir al pueblo por el desierto y alimentarlo con el maná.

La multiplicación de los panes en el desierto era para la gente la gran señal de que estaba llegando el tiempo mesiánico (Cf.6,14-15).

Al tiempo de Lucas, en las comunidades de Grecia, era importante confirmar a los cristianos en sus convicciones de fe y orientarlos en medio de las dificultades. En el modo de describir la multiplicación de los panes, Lucas recuerda la celebración de la Eucaristía que se realizan en las comunidades de los años 80, y ayuda a las personas a profundizar el significado de la Eucaristía en sus propias vidas. Además, en la misma descripción de la multiplicación de los panes, como veremos, Lucas evoca figuras importantes de la historia del pueblo de Dios: Moisés, Elías y Eliseo, mostrando así que Jesús es verdaderamente el Mesías que viene a cumplir las promesas del pasado.

Comentario del texto:

Lucas 9,10: Jesús y los discípulos se retiran a un lugar solitario
Los discípulos regresan de la misión, a la que han sido enviados (Lc 9,1-6). Jesús los invita a retirarse a un lugar solitario, cerca de Betsaida, al norte del lago de Galilea. El evangelio de Marcos añade que Él los invita a descansar un poco (Mc 6,31).

Describiendo la misión de los 72 discípulos, Lucas describe la revisión de la acción misionera por parte de Jesús, acción desarrollada por los discípulos (Lc 10, 17-20).

Lucas 9,11: La gente busca a Jesús y Jesús acoge a la gente
La gente sabe dónde se encuentra Jesús y lo sigue. Marcos es más explícito. Dice que Jesús y sus discípulos van en barca y la gente lo sigue a pie, por otro camino, en un lugar determinado. La gente llega primero que Jesús (Mc 6,32-33). Llegados al lugar del descanso, viendo aquella muchedumbre, Jesús la acoge, habla del Reino y cura los enfermos. Marcos añade que la gente parecía un rebaño sin pastor. Ante esta situación de la gente, Jesús reacciona como “un buen pastor”, orientando a la gente con su palabra y alimentándola con panes y peces (Mc 6, 34ss).

Lucas 9,12: La preocupación de los discípulos y el hambre de la gente
El día comienza a decaer y se acerca el ocaso. Los discípulos están preocupados y piden a Jesús que despida a las gentes. Dicen que en el desierto no es posible encontrar comida para tanta gente. Para ellos la única solución es que la gente vaya a las aldeas vecinas a comprar pan. No consiguen imaginar otra posible solución.

Entre líneas sobre esta descripción de la situación de la gente, aparece algo muy importante. Para poder estar con Jesús, la gente se olvida de comer. Quiere decir que Jesús debe haber sabido atraer a la gente hasta el punto, de que ésta olvida todo, siguiéndolo por el desierto.

Lucas 9,13: La propuesta de Jesús y la respuesta de los discípulos
Jesús dice: “Dadles vosotros de comer”. Los discípulos se asustan, porque sólo tienen cinco panes y dos peces. Pero son ellos los que deben solucionar el problema y la única cosa que le viene a la mente es que la gente vaya a comprar pan. Sólo tienen la solución tradicional, según la cual alguno debe procurar pan para la gente.

Alguno debe procurar el dinero, comprar pan y distribuirlo a la gente, pero en aquel desierto, esta solución es imposible. Ellos no encuentran otra posibilidad de resolver el problema. O sea: Si Jesús insiste en no mandar a la gente a sus casas, no hay solución para el hambre de la gente. No pasa por sus mentes que la solución podría venir de Jesús y de la misma gente.

Lucas 9, 14-15: La iniciativa de Jesús para resolver el problema del hambre.
Había allí cinco mil personas. ¡Mucha gente! Jesús pide a los discípulos que la gente se siente en grupos de cincuenta. Y es aquí, cuando Lucas comienza a usar la Biblia para iluminar los hechos de la vida de Jesús. Recuerda a Moisés. Él es, de hecho, el primero que dio de comer a la gente hambrienta en el desierto, después de la salida de Egipto (cf. Num cap. 1 al 4). Lucas evoca también a Eliseo. En efecto, es Eliseo quien en el Antiguo Testamento, hace desaparecer el hambre de  la  muchedumbre  con  unos pocos panes e incluso sobra (2 Re 4,42-44). El texto sugiere pues, que Jesús es el nuevo Moisés, el nuevo profeta que debe venir al mundo (cf. Jn 6, 14-15). Todas las comunidades conocían el Antiguo Testamento y a buen entendedor bastan pocas palabras. Así van descubriendo poco a poco el misterio que envuelve la persona de Jesús.

Lucas 9, 16. Evocación y significado de la Eucaristía
Después que el pueblo se sienta en tierra, Jesús multiplica los panes y pide a los discípulos que lo distribuyan. Aquí es importante notar, cómo Lucas describe el hecho.

Dice: “Tomó entonces los cinco panes y los dos peces y, levantando los ojos al cielo, pronunció sobre ellos la bendición, los partió y los iba dando a los discípulos para que los fueran sirviendo a la gente”. Este modo de hablar a las comunidades de los años 80  ( y de todos los tiempos) hace pensar en la Eucaristía. Porque estas mismas palabras serán usadas (y lo son todavía) en la celebración de la Cena del Señor (22, 19). Lucas sugiere que la Eucaristía debe llevar a la multiplicación de los panes, que quiere decir compartir. Debe ayudar a los cristianos a preocuparse de las necesidades concretas del prójimo. Es pan de vida que da valor y lleva al cristiano a afrontar los problemas de la gente de modo diverso, no desde afuera, sino desde dentro de la gente.

Lucas 9,17: El gran signo: Todos comieron

Todos comieron, se saciaron y ¡sobraron cestas enteras! Solución inesperada, realizada por Jesús y nacida desde dentro de la gente, partiendo de aquel poco que habían llevado, cinco panes y dos peces. Y sobraron doce cestos, después que cinco mil personas han comido ¡cinco panes y dos peces!

Profundizando: El milagro más grande

Algunos se preguntan: ¿Pero entonces, no hubo milagro?¿Fue sólo compartir? He aquí tres reflexiones a modo de respuestas:

Primera reflexión: ¿Cuál sería hoy el milagro más grande: por ejemplo, en un determinado día del año, el día de Navidad, todas las personas tienen qué comer, reciben una cesta de Navidad; o podría ser que la gente comenzase a compartir su pan, llegar a quitar el hambre a todos y que sobrara alimento para otras gentes?¿Cuál sería  el milagro más grande? ¿Qué pensáis?

Segunda reflexión: La palabra Milagro (miraculum) viene del verbo admirar. Un milagro es una acción extraordinaria, fuera de lo normal, que causa admiración y hace pensar en Dios. El gran milagro, el más grande de todos es (1) Jesús mismo, Dios hecho hombre. ¡Es tan extraordinariamente humano, como sólo Dios mismo puede ser humano! Otro gran milagro (2) es el cambio que Jesús consigue obtener de la gente, habituada a soluciones de fuera, Jesús consigue hacer que la gente afronte el problema a partir de ella misma, a partir de los medios de que dispone. Gran milagro, cosa extraordinaria, y (3) que mediante este gesto de Jesús todos comen y la comida sobra.

Cuando se comparte, hay siempre …¡ y sobra! Por tanto, son tres los grandes milagros: Jesús mismo, la conversión de las personas, el compartir los bienes que genera abundancia. Tres milagros nacidos de la nueva experiencia de Dios como Padre, que se nos revela en Jesús: Esta experiencia de Dios cambió todos los esquemas mentales y el modo de vivir junto a los otros. Este es el milagro más grande: ¡ otro mundo es posible!

Tercera reflexión: Es difícil saber cómo han sucedido de hecho las cosas. Ninguno está diciendo que Jesús no hizo el milagro. ¡Hay hechos y muchos! Pero no debemos olvidar que el milagro más grande es la resurrección de Jesús. Por la fe en Jesús, la gente comienza a vivir en un mundo nuevo, compartiendo su pan con los hermanos y hermanas que no tienen nada y que están hambrientos: “Y todos distribuían lo que tenían, y no había necesidades entre ellos” (cf. Act 4, 43). Cuando en la Biblia se describe un milagro, la atención mayor no viene puesta en el aspecto milagroso en sí, sino más bien en el significado que tiene para la vida y para la fe de las comunidades que creen en Jesús, revelación del Padre. En el así llamado “primer mundo” de los países dichos “cristianos”, los animales tienen más alimento que los seres humanos del tercer mundo. Mucha gente tiene hambre. Quiere decir que la Eucaristía no tiene todavía la profundidad y la raigambre que pudiera y debiera tener.

Oración de un salmo: 81 (80)

Dios que libera y alimenta a su pueblo
¡Aclamad a Dios, nuestra fuerza,
vitoread al Dios de Jacob!
¡Tañed, tocad el tamboril,
la melodiosa cítara y el arpa;
tocad la trompeta por el nuevo mes,
por la luna llena, que es nuestra fiesta!
Porque es una ley para Israel,
una norma del Dios de Jacob;
un dictamen que impuso a José al salir del país de Egipto.
Se oye una lengua desconocida:
«Yo liberé sus hombros de la carga,
sus manos la espuerta abandonaron;
en la aflicción gritaste y te salvé.
Te respondí oculto en el trueno
te probé en las aguas de Meribá.
Escucha, pueblo mío, te conjuro,
¡ojalá me escucharas, Israel!
No tendrás un dios extranjero,
no adorarás a un dios extraño.
Yo soy Yahvé, tu Dios,
que te saqué del país de Egipto;
abre tu boca y yo la llenaré.
Pero mi pueblo no me escuchó,
Israel no me obedeció;
los abandoné a su corazón obstinado,
para que caminaran según sus caprichos.
¡Ojalá me escuchara mi pueblo
e Israel siguiera mis caminos,
abatiría al punto a sus enemigos,
contra sus adversarios volvería mi mano!
Los que odian a Yahvé lo adularían
y su suerte quedaría fijada;
lo sustentaría con flor de trigo,
lo saciaría con miel de la peña».

Oración final

Señor Jesús, te damos gracia por tu Palabra que nos ha hecho ver mejor la voluntad del Padre. Haz que tu Espíritu ilumine nuestras acciones y nos comunique la fuerza para seguir lo que Tu Palabra nos ha hecho ver. Haz que nosotros como María, tu Madre, podamos no sólo escuchar, sino también poner en práctica la Palabra. Tú que vives y reinas con el Padre en la unidad del Espíritu Santo por todos los siglos de los siglos. Amén.

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Lectio mié, 15 jun, 2022

Tiempo Ordinario

Oración inicial

¡Oh Dios!, fuerza de los que en ti esperan, escucha nuestras súplicas; y, pues el hombre es frágil y sin ti nada puede, concédenos la ayuda de tu gracia para guardar tus mandamientos y agradarte con nuestras acciones y deseos. Por nuestro Señor.

Lectura del santo Evangelio según Mateo 6,1-6.16-18

Jesús dijo a sus discípulos: «Tengan cuidado de no practicar sus obras de piedad delante de los hombres para que los vean. De lo contrario, no tendrán recompensa con su Padre celestial.

Por lo tanto, cuando des limosna, no lo anuncies con trompeta, como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles, para que los alaben los hombres. Yo les aseguro que ya recibieron su recompensa. En cambio, cuando tú des limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace la derecha, para que tu limosna quede en secreto; y tu Padre, que ve lo secreto, te recompensará.

Cuando ustedes hagan oración, no sean como los hipócritas, a quienes les gusta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas, para que los vea la gente. Yo les aseguro que ya recibieron su recompensa. Tú, en cambio, cuando vayas a orar, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora ante tu Padre, que está allí, en lo secreto; y tu Padre, que ve lo secreto, te recompensará.

Cuando ustedes ayunen, no pongan cara triste, como esos hipócritas que descuidan la apariencia de su rostro, para que la gente note que están ayunando. Yo les aseguro que ya recibieron su recompensa. Tú, en cambio, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara, para que no sepa la gente que estás ayunando, sino tu Padre, que está en lo secreto; y tu Padre, que ve lo secreto, te recompensará».

Reflexión

  • El evangelio de hoy da continuidad a la meditación sobre el Sermón del Monte. En los días anteriores hemos reflexionado sobre el mensaje del capítulo 5 del evangelio de Mateo. En el Evangelio de hoy y en los días siguientes vamos a meditar el mensaje del capítulo 6 del mismo evangelio. La secuencia de los capítulos 5 y 6 puede ayudar en su comprensión. Los pasajes en itálico indican el texto del evangelio de hoy. He aquí el esquema:
    Mateo 5,1-12: Las bienaventuranzas: solemne apertura de la nueva Ley.
    Mateo 5,13-16: La nueva presencia en el mundo: Sal de la tierra y luz del mundo. Mateo 5,17-19: La nueva práctica de la justicia: relación con la antigua ley.
    Mateo 5, 20-48: La nueva práctica de la justicia: observando la nueva Ley.
    Mateo 6,1-4: La nueva práctica de las obras de piedad: la limosna.
    Mateo 6,5-15: La nueva práctica de las obras de piedad: la oración.
    Mateo 6,16-18: La nueva práctica de las obras de piedad: el ayuno.
    Mateo 6,19-21: La nueva relación con los bienes materiales: no acumular.
    Mateo 6,22-23: Nueva relación con los bienes materiales: visión correcta.
    Mateo 6,24: Nueva relación con los bienes materiales: Dios o el dinero.
    Mateo 6,25-34: Nueva relación con los bienes materiales: abandono en la Providencia.
  • El evangelio de hoy trata de tres asuntos: la limosna (6,1-4), la oración (6,5-6) y el ayuno (6,16-18). Son las tres obras de piedad de los judíos.
  • Mateo 6,1: No practicar el bien para ser vistos por los otros. Jesús critica los que practican las buenas obras sólo para ser vistos por los hombres (Mt 6,1). Jesús pide apoyar la seguridad interior en aquello que hacemos por Dios. En los consejos que él da transpare un nuevo tipo de relación con Dios: “Y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará» (Mt 6,4). “Antes que pidan, el Padre sabe lo que necesitan” (Mt 6,8). “Si perdonan las ofensas de los hombres, también el Padre celestial los perdonará” (Mt 6,14). Es un nuevo camino que aquí se abre de acceso al corazón de Dios Padre. Jesús no permite que la práctica de la justicia y de la piedad se use como medio de auto-promoción ante Dios y la comunidad (Mt 6,2.5.16).
  • Mateo 6,2-4: Como practicar la limosna. Dar la limosna es una manera de realizar el compartir tan recomendado por los primeros cristianos (Hec 2,44-45; 4,32-35). La persona que practica la limosna y el compartir para promoverse a sí mismo ante los demás merece la exclusión de la comunidad, como fue el caso de Ananías y Safira (At 5,1-11). Hoy, tanto en la sociedad como en la Iglesia, hay personas que hacen gran publicidad del bien que hacen a los demás. Jesús pide el contrario: hacer el bien de forma tal que la mano izquierda no sepa lo que hace la mano derecha. Es el total desapego y la entrega total en la gratuidad del amor que cree en Dios Padre y lo imita en todo lo que hace.
  • Mateo 6,5-6: Como practicar la oración. La oración coloca a la persona en relación directa con Dios. Algunos fariseos transformaban la oración en una ocasión para aparecer y exhibirse ante los demás. En aquel tiempo, cuando tocaba la trompeta en los tres momentos de la oración: mañana, mediodía y tarde, ellos debían pararse en el lugar donde estaban para hacer sus oraciones. Había gente que procuraba estar en las esquinas en lugares públicos, para que todos pudiesen ver cómo rezaban. Ahora bien, una actitud así pervierte nuestra relación con Dios. Es falsa y sin sentido. Por esto, Jesús dice que es mejor encerrarse en un cuarto y rezar en secreto, preservando la autenticidad de la relación. Dios te ve también en lo secreto y él te escucha siempre. Se trata de la oración personal, no de la oración comunitaria.
  • Mateo 6,16-18: Como practicar el ayuno. En aquel tiempo la práctica del ayuno iba acompañada de algunos gestos exteriores bien visibles: no lavarse la cara ni peinarse, usar ropa de color oscuro. Era la señal visible del ayuno. Jesús critica esta manera de actuar y manda hacer lo contrario, para que nadie consiga percibir que estás ayunando: báñate, usa perfume, péinate bien el pelo. Y así el Padre que ve en lo secreto recompensará.

Para la reflexión personal

  • Cuando rezas, ¿cómo vives tu relación con Dios?
  • ¿Cómo vives tu relación con los demás en la familia y en la comunidad?

Oración final

¡Qué grande es tu bondad, Yahvé!
La reservas para tus adeptos,
se la das a los que a ti se acogen
a la vista de todos los hombres. (Sal 31,20)

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Lectio mar, 14 jun, 2022

Tiempo Ordinario

Oración inicial

¡Oh Dios!, fuerza de los que en ti esperan, escucha nuestras súplicas; y, pues el hombre es frágil y sin ti nada puede, concédenos la ayuda de tu gracia para guardar tus mandamientos y agradarte con nuestras acciones y deseos. Por nuestro Señor.

Lectura del santo Evangelio según Mateo 5,43-48

Jesús dijo a sus discípulos: «Han oído que se dijo: Ama a tu prójimo y odia a tu enemigo. Yo, en cambio, les digo: Amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los odian y rueguen por los que los persiguen y calumnian, para que sean hijos de su Padre celestial, que hace salir su sol sobre los buenos y los malos, y manda su lluvia sobre los justos y los injustos.

Porque, si ustedes aman a los que los aman, ¿qué recompensa merecen? ¿No hacen eso mismo los publicanos? Y si saludan tan sólo a sus hermanos, ¿qué hacen de extraordinario? ¿No hacen eso mismo los paganos? Ustedes, pues, sean perfectos, como su Padre celestial es perfecto».

Reflexión

  • En el evangelio de hoy llegamos a la cima de la Montaña de las Bienaventuranzas, donde Jesús proclamó la Ley del Reino de Dios, cuyo ideal se resume en esta frase lapidaria: “Sed perfectos como vuestro Padre celestial” (Mt 5,48). ¡Jesús estaba corrigiendo la Ley de Dios! Cinco veces de seguido había afirmado: “¡Se os dijo, pero yo os digo!” (Mt 5,21.27, 31.33.38). Es una señal de mucho valor de su parte corregir, públicamente, ante toda la gente reunida, el tesoro más sagrado de la gente, la raíz de su identidad, que era la Ley de Dios. Jesús quiere comunicar una nueva mirada para entender y practicar la Ley de Dios. La llave para poder tener esta nueva mirada es la afirmación: Sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto”. Nunca nadie podrá llegar a decir: “¡Hoy fui perfecto como el Padre celestial es perfecto!” Estaremos siempre por debajo de la medida que Jesús nos ha puesto delante. ¿Por qué él nos puso delante un ideal que para nosotros los mortales es imposible alcanzar?
  • Mateo 5,43-45: Oísteis que se os digo: Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo. En esta frase Jesús explicita la mentalidad con la cual los escriba explicaban la ley; mentalidad que nacía de las divisiones entre judíos y no judíos, entre prójimo y no prójimo, entre santo y pecador, entre puro e impuro, etc. Jesús manda subvertir este pretendido orden nacido de divisiones interesadas. Manda superar las divisiones. “Pues yo os digo: Amad a vuestros enemigos y rogad por los que os persigan, para que seáis hijos de vuestro Padre celestial, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y llover sobre justos e injustos. Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa vais a tener?” .Aquí sacamos de la fuente, de donde brota la novedad del Reino. Esta fuente es Dios mismo, reconocido como Padre, que hace nacer el sol sobre malos y buenos. Jesús manda que imitemos a este Dios: «Sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto» (5,48). Es imitando a este Dios que creamos una sociedad justa, radicalmente nueva:
  • Mateo 5,46-48: Ser perfecto como el Padre celestial es perfecto. Todo se resume en imitar a Dios: » Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa vais a tener? ¿No hacen eso mismo también los publicanos? Y si no saludáis más que a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de particular? ¿No hacen eso mismo también los gentiles? Vosotros, pues, sed perfectos como es perfecto vuestro Padre celestial.» (Mt 5,43-48). El amor es el principio y el fin de todo. No hay mayor amor que dar la vida para los hermanos (Jn 15,13). Jesús imitó al Padre y reveló su amor. Cada gesto, cada palabra de Jesús, desde el nacimiento hasta la hora de morir en la cruz, era una expresión de este amor creador que no depende del presente que recibe, ni discrimina al otro por motivo de raza, sexo, religión o clase social, sino que nace de un querer al otro, gratuitamente. Fue un creciendo continuo desde el nacimiento hasta la muerte en Cruz.
  • La manifestación plena del amor creador en Jesús. Fue cuando en la Cruz ofreció el perdón al soldado que lo torturaba y lo mataba. El soldado, empleado del imperio, tomó el pulso de Jesús y lo apoyó sobre el brazo de la cruz, luego colocó un clavo y empezó a dar golpes. Varios martillazos. La sangre corría. El cuerpo de Jesús se contorcía por el dolor. El soldado, mercenario ignorante, ajeno a lo que estaba haciendo y a lo que estaba ocurriendo a su alrededor, seguía dando golpes como si fuera un clavo en la pared de la casa para colgar un cuadro. En este momento Jesús dirige al Padre esta oración: “Padre, ¡perdona¡ ¡No saben lo que hacen!” (Lc 23,34). Por más que los hombres quisieran la falta de humanidad no consiguió apagar en Jesús la humanidad. Ellos lo prenderán, lo insultarán, escupirán en el rostro, le darán golpes, harán de él un rey payaso con la corona de espinas en la cabeza, le flagelarán, le torturarán, le harán andar por las calles como un criminal, tiene que escuchar los insultos de las autoridades religiosas, en el calvario lo dejarán totalmente desnudo a la vista de todos y de todas. Pero el veneno de la falta de humanidad no consiguió alcanzar la fuente de la humanidad, que brotaba desde dentro de Jesús. El agua que brotaba desde dentro era más fuerte que el veneno que venía de fuera, queriendo de nuevo contaminarlo todo. Mirando aquel soldado ignorante y bruto, Jesús tuvo pena del muchacho y rezó por él y por todos: “¡Padre, perdona!” y hasta consigue una disculpa: “Son ignorantes. ¡No saben lo que están haciendo!” Ante el Padre, Jesús se hizo solidario de los que lo torturaban y maltrataban. Era como el hermano que va con sus hermanos asesinos ante el juez y él, víctima de sus propios hermanos, dice al juez: “Son mis hermanos, sabe. Son ignorantes. ¡Pero mejorarán! ” Era como si Jesús estuviera con miedo que la mínima rabia contra el muchacho pudiera apagar en él el pequeño resto de humanidad que aún llevaba dentro. Este gesto increíble de humanidad y de fe en la posibilidad de recuperación de aquel soldado fue la mayor revelación del amor de Dios. Jesús puede morir: “¡Está todo consumado!” E inclinando la cabeza, entrega el espíritu (Jn 19,30). Realizó la profecía del Siervo sufriente (Is 53).

Para la reflexión personal

  • ¿Cuál es la motivación más profunda del esfuerzo que haces para observar la Ley de Dios: merecer la salvación o agradecer la bondad inmensa de Dios que te ha creado, te mantiene en vida y te salva?
  • ¿Cómo entiendes la frase: “ser perfecto como el Padre celestial es perfecto?”

Oración final

Piedad de mí, oh Dios, por tu bondad, por tu inmensa ternura borra mi delito, lávame a fondo de mi culpa, purifícame de mi pecado. (Sal 51,3-4)

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Lectio lun, 13 jun, 2022

San Antonio de Padua, presbítero y doctor de la Iglesia

Oración inicial

¡Oh Dios!, fuerza de los que en ti esperan, escucha nuestras súplicas; y, pues el hombre es frágil y sin ti nada puede, concédenos la ayuda de tu gracia para guardar tus mandamientos y agradarte con nuestras acciones y deseos. Por nuestro Señor.

Lectura del santo Evangelio según Mateo 5,38-42

Jesús dijo a sus discípulos: «Han oído que se dijo: Ojo por ojo, diente por diente. Pero yo les digo que no hagan resistencia al hombre malo. Si alguno te golpea en la mejilla derecha, preséntale también la izquierda; al que te quiera demandar en juicio para quitarte la túnica, cédele también el manto. Si alguno te obliga a caminar mil pasos en su servicio, camina con él dos mil. Al que te pide, dale; y al que quiere que le prestes, no le vuelvas la espalda».

Reflexión

  • El evangelio de hoy forma parte de una pequeña unidad literaria que va desde Mt 5,17 hasta Mt 5,48, en la que se describe como pasar de la antigua justicia de los fariseos (Mt 5,20) para la nueva justicia del Reino de Dios (Mt 5,48). Describe como subir la Montaña de las Bienaventuranzas, de donde Jesús anunció la nueva Ley del Amor. El gran deseo de los fariseos era alcanzar la justicia, ser justo ante Dios. Es éste también el deseo de todos nosotros. Justo es aquel o aquella que consigue vivir allí donde Dios quiere que lo haga. Los fariseos se esforzaban para alcanzar la justicia a través de la observancia estricta de la Ley. Pensaban que era por el esfuerzo que podrían llegar hasta el lugar donde Dios los quería. Jesús toma postura ante esta práctica y anuncia que la nueva justicia tiene que superar la justicia de los fariseos (Mt 5,20). En el evangelio de hoy estamos casi llegando a la cima de la montaña. Falta poco. La cima está descrita con la frase: “Sed perfecto como vuestro Padre celestial es perfecto” (Mt 5,48), que meditaremos en el evangelio de mañana. Veamos de cerca este último grado que nos falta para llegar a la cima de la Montaña, de la que San Juan de la Cruz dice: “Aquí reinan el silencio y el amor”.
  • Mateo 5,38: Ojo por ojo, diente por diente. Jesús cita un texto de la Ley antigua diciendo: «Habéis oído que se dijo: Ojo por ojo, diente por diente!”. El abrevia el texto diciendo: ”Vida por vida, ojo por ojo, diente por diente, pie por pie, quemadura por quemadura, herida por herida, golpe por golpe” (Ex 21,23-25). Como en los casos anteriores, aquí también Jesús hace una relectura enteramente nueva. El principio: “ojo por ojo, diente por diente” estaba en la raíz de la interpretación que los escribas hacían de la ley. Este principio debe ser subvertido, pues pervierte y perjudica la relación entre las personas y con Dios.
  • Mateo 5,39ª: No devolver mal con mal. Jesús afirma exactamente lo contrario: “Pero yo os digo: no os vengais de quien os hace el mal”. Ante una violencia recibida, nuestra relación natural es pagar al otro con la misma moneda. La venganza pide: “ojo por ojo, diente por diente”. Jesús pide retribuir el mal no con el mal, sino con el bien. Pues, si no sabremos superar la violencia recibida, la espiral de violencia lo invadirá todo y no habrá salida. Lamec decía: “Pongan atención a mis palabras. Yo he muerto a un hombre por la herida que me hizo y a un muchacho por un moretón que recibí. Si Caín ha de ser vengado siete veces, Lamec ha de serlo setenta y siete veces” (Gn 4,24). Fue por causa de esta venganza extremada que todo terminó en la confusión de la Torre de Babel (Gen 11,1-9). Fiel a la enseñanza de Jesús, Pablo escribe en la carta a los Romanos: “antes bien, al que te abofetee en la mejilla derecha ofrécele también la otra; al que quiera pleitear contigo para quitarte la túnica déjale también el manto; y al que te obligue a andar una milla vete con él dos. “No devuelvan a nadie mal por mal, procuren ganarse el aprecio de todos los hombres. No te dejes vencer por lo malo, más bien vence el mal a fuerza de bien”. (Rom 12,17.21). Para poder tener esta actitud, es necesario tener mucha fe en la posibilidad que el ser humano tiene de recuperarse. ¿Cómo hacer esto en la práctica? Jesús nos ofrece 3 ejemplos concretos.
  • Mateo 5,39b-42: Los cuatro ejemplos para superar la espiral de violencia. Jesús dice: al que te abofetee en la mejilla derecha ofrécele también la otra; (b) al que quiera pleitear contigo para quitarte la túnica déjale también el manto; (c) y al que te obligue a andar una milla vete con él dos. (d) a quien te pida da, y al que desee que le prestes algo no le vuelvas la espalda.(Mt 5,40-42). ¿Cómo entender estas cuatro afirmaciones? Jesús mismo nos ofreció una ayuda de cómo debemos entenderlas. Cuando el soldado le dio una bofetada en el rostro, él no ofreció la otra. Por el contrario, reaccionó con energía: “Si he hablado mal, muéstrame en qué, pero si he hablado bien, ¿por qué me pegas?” (Jn 18,23) Jesús no enseña la pasividad. San Pablo piensa que, retribuyendo el mal con el bien, “haciendo esto, amontonarás brasas sobre su cabeza” (Rom 12,20). Esta fe en la posibilidad de recupero del ser humano sólo es posible desde una raíz que nace de la total gratuidad del amor creador que Dios mostró para con nosotros en la vida y en las actitudes de Jesús.

Para la reflexión personal

  • ¿Has sentido alguna vez una rabia tan grande como para querer aplicar la venganza “ojo por ojo”, diente por diente”? ¿Cómo hacer para superarla?
  • ¿Será que la convivencia comunitaria hoy en la iglesia favorece el tener en nosotros el amor creador que Jesús sugiere en el evangelio de hoy?

Oración final

Escucha mi palabra, Yahvé,
repara en mi plegaria,
atento a mis gritos de auxilio,
rey mío y Dios mío. (Sal 5,2-3)

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Lectio Dom, 12 jun, 2022

La promesa del Espíritu: Jesús lo enviará en el nombre del Padre Juan 16,12-15

Lectio

Oración inicial:

Oh Dios, que al enviar a tu hijo Jesús, nos has revelado la intención más clara de tu amor en el querer salvar al hombre. Pasa siempre junto a nosotros revelándonos tus atributos de compasión, misericordia, clemencia y lealtad. Espíritu de amor ayúdanos a progresar en el conocimiento del Hijo para llegar a la posesión de la vida.

Haz que meditando tu Palabra en esta fiesta podamos descubrir con más conocimiento, que tu misterio, oh Dios, es un canto de amor compartido. Tú eres nuestro Dios y no un Dios solitario. Eres Padre fuente fecunda. Eres Hijo, Palabra hecha carne, amor vecino y fraterno. Eres Espíritu Santo, amor hecho abrazo.

Lectura del Evangelio:

Jesús dijo a sus discípulos: «Aún tengo muchas cosas que decirles, pero todavía no las pueden comprender. Pero cuando venga el Espíritu de la verdad, él los irá guiando hasta la verdad plena, porque no hablará por su cuenta, sino que dirá lo que haya oído y les anunciará las cosas que van a suceder. Él me glorificará, porque primero recibirá de mí lo que les vaya comunicando. Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso he dicho que tomará de lo mío y se lo comunicará a ustedes».

Momentos de silencio orante:

Digamos con San Agustín: “ Concédeme tiempo para meditar sobre los secretos de tu ley, no cierres la puerta a quien llama. Oh Señor, realiza tu obra en mí y revélame estas páginas. Haz que yo encuentre gracia delante de ti y se me abran, cuando llamo, los íntimos secretos de tu Palabra”

MEDITATIO

Preámbulo:

Antes de entrar en el camino de la lectio, es importante pararse brevemente sobre el contexto en el cual se ha inserto nuestro pasaje litúrgico. Las palabras de Jesús en Juan 16,12-15 forman parte de aquella sección del evangelio de Juan que los exegetas llaman el libro de la revelación (13,1-17,26). Jesús en el discurso de despedida, se revela en profunda intimidad, los llama amigos, les promete su Espíritu Santo que los acompañará en el acoger el misterio de su Persona. Los discípulos, luego, son invitados a crecer en el amor hacia el Maestro, que se ofrece totalmente a ellos.

Siempre, en esta sección, se pueden separar tres secuencias o partes bien delimitadas.

La primera comprende los capítulos 13-14 y tiene como hilo conductor el siguiente tema: la nueva comunidad está fundada sobre el mandamiento nuevo del amor. Con sus instrucciones Jesús explica que la práctica del amor es el itinerario que la comunidad debe recorrer en su camino hacia el Padre. En la segunda Jesús describe el rostro de la comunidad en medio del mundo. Les recuerda que la comunidad por Él fundada desarrolla su misión en un mundo hostil y sólo a través de la práctica del amor es posible su crecimiento agregando nuevos miembros. En esto consiste el “llevar  frutos” por parte de la comunidad. Las condiciones pedidas para un amor fecundo en el mudo: estar unidos a Jesús. De Él mana la vida – el Espíritu (Jn 15,1-6); la unión a Jesús con un amor que responde al suyo de modo que se establezca una relación de amistad entre Jesús y sus discípulos (Jn 15,7-17).

Aunque la misión de la comunidad, semejante a la de Jesús, tendrá lugar en medio del odio del mundo (Jn 15,18-25), sin embargo, los discípulos estarán sostenido por el Espíritu (Jn 15,26-16.15). Jesús les revela que la misión en el mundo comporta dolor y gozo y que Él estará ausente-presente (Jn 16,16-23a), pero les asegura la ayuda del amor del Padre y su victoria sobre el mundo (Jn 16,23b-33). La tercera parte de la sección contiene la plegaria de Jesús: Él ruega por la comunidad presente (Jn 17,6-19); por la comunidad del futuro (Jn 17,20-23) y expresa el deseo de que el Padre honre a todos los que lo han reconocido y, finalmente, que se cumpla su obra en el mundo (Jn 17,24-26).

Para meditar:

– La voz del Espíritu es la voz de Jesús mismo.

Precedentemente en Jn 15,15, Jesús había comunicado a sus discípulos lo que había oído del Padre. Este mensaje no sería y no podía ser comprendido por sus discípulos en toda su fuerza. El motivo es, que los discípulos ignoran por el momento el significado de la muerte en cruz de Jesús y la substitución del viejo modo de ser salvado. Con su muerte se abre una nueva y definitiva intervención salvífica en la vida de la humanidad.

Los discípulos comprenderán las palabras y los gestos de Jesús después de su resurrección (Jn 2,22) o después de su muerte (Jn 12,16). En la enseñanza de Jesús hay tantas realidades y tantos mensajes que podrán ser comprendidos a poco que la experiencia ponga a la comunidad delante de nuevos acontecimientos o circunstancias; es en la vida diaria, comprendida a la luz de la resurrección, cuando se podrá comprender el significado de su muerte –exaltación.

Será el Espíritu Santo, el profeta de Jesús. El que comunicará a los discípulos lo que haya oído de Él. En la misión que la comunidad de Jesús realizará, el Espíritu Santo le comunica la verdad, en el sentido de explicar y ayudar a aplicar lo que Jesús es y lo que significa como manifestación del amor del Padre. Con sus mensajes proféticos la comunidad de los discípulos no transmite una nueva doctrina, sino propone con continuidad la realidad de la persona de Jesús, contenido de su testimonio y orientación de su misión en el mundo. La voz del Espíritu Santo, que la comunidad percibirá, es la voz del mismo Jesús. Tras las huellas de los profetas veterotestamentarios, que interpretaban la historia a la luz de la alianza, el Espíritu Santo se muestra determinante para hacer conocer a Jesús ofreciendo a la comunidad de los creyentes la clave para comprender la historia como una confrontación continua entre lo que el “mundo” representa y el proyecto de Dios. El punto de partida para leer la propia presencia en el mundo es la muerte–exaltación de Jesús y creciendo siempre más en su comprensión, los cristianos podrán descubrir en los acontecimientos diarios “el pecado del mundo” y sus deletéreos efectos.

Es determinante el papel del Espíritu Santo como intérprete del misterio de la vida de Jesús en la vida de los discípulos: es su guía en el emprender el justo cometido a favor del hombre. Para obtener éxito en su actividad a favor del hombre deben por un lado escuchar las problemáticas de la vida y de la historia y por otra parte estar atentos a la voz del Espíritu Santo, única fuente atendible para dar con el verdadero sentido de los sucesos históricos en el mundo.

La voz del Espíritu Santo: el verdadero intérprete de la historia

Después Jesús explica las modalidades con las que el Espíritu Santo interpreta la vida y la historia humana. Ante todo manifestando su “gloria”, lo que quiere decir que “tomará de lo suyo”. Más específicamente “de lo mío” quiere decir que el Espíritu Santo toma de Jesús el mensaje, toda cosa pronunciada por Él. Manifestar la gloria quiere decir manifestar el amor que Él ha demostrado en su muerte. Estas palabras de Jesús son muy importantes porque evitan el reducir el papel del Espíritu Santo a una iluminación. Lo suyo es una comunicación del amor de Jesús que los pone en sintonía con su mensaje, pero también con el sentido profundo de su vida: el amor demostrado donando la propia vida sobre la cruz. En esto consiste el papel del Espíritu Santo, Espíritu de verdad. El escuchar el mensaje y su penetración, el estar en sintonía con el amor, son dos aspectos del papel del Espíritu Santo que permiten a la comunidad de los creyentes interpretar la historia. Todavía mejor, las palabras de Jesús intentan comunicar que sólo a través de la comunicación del amor por parte del Espíritu Santo es posible conocer qué es el hombre, entender la meta de su vida, y realizar un mundo nuevo. El modelo es siempre el amor de Jesús.

Jesús, el Padre, el Espíritu Santo y la comunidad de creyentes (v.15)

Cuando Jesús dice que “todo lo que posee el Padre es mío” ¿ qué cosa quiere decir?

Ante todo que esto que Jesús posee es en común con el Padre. El primer don del Padre a Jesús ha sido su gloria (v.1.14), más específicamente, el amor leal, el Espíritu (Jn 1,3; 17,10). Esta comunicación, no ha de entenderse como estática, sino dinámica, quiere decir continua y recíproca. En este sentido el Padre y Jesús son uno. Tal comunicación recíproca y constante compenetra la actividad de Jesús, el cual puede realizar las obras del Padre, su diseño sobre la creación. Para ser capaces de entender, de interpretar la historia, los creyentes son llamados a estar en sintonía con Jesús, aceptando en su existencia la realidad de su amor y concretizándolo a favor del hombre. Tal es el diseño del Padre: el amor de Jesús por sus discípulos va investido de la realización del hombre.

El diseño del Padre que se ha realizado en la vida de Jesús, debe realizarse en la comunidad de los creyentes y guiar el empeño de los creyentes por promover la vida de los hombres. ¿Quién es el ejecutor del diseño del Padre en la vida de Jesús? Es el Espíritu Santo, que uniendo Jesús al Padre, realiza y lleva a cumplimiento el proyecto del Padre y hace a la comunidad de los creyentes partícipes de esta actividad dinámica de Jesús: “ tomará de lo mío”, la comunidad, gracias a la acción del Espíritu de la verdad, lo oye en su mensaje, lo concretiza como amor para comunicarlo.

El Espíritu Santo comunica a los discípulos de Jesús toda la verdad y riqueza de Jesús; el lugar en el que habita es Jesús; “viene” a la comunidad; acogido, hace a la comunidad partícipe del amor de Jesús.

Algunas preguntas:

  • Un gran peligro amenaza, hoy, a las comunidades cristianas. ¿Estamos cayendo en la tentación de dividir a Jesús, siguiendo o a un Jesús hombre que con su obrar ha cambiado la historia, o un Jesús glorioso separado de su existencia terrena y por tanto de la nuestra?
  • ¿Somos conscientes de que Jesús no es sólo un ejemplo del pasado, sino que es sobre todo el salvador presente? ¿Qué Jesús no es sólo objeto de contemplación y gozo, sino el Mesías a quien seguir y con cuya obra es necesario colaborar?
  • Dios no es una abstracción, sino el Padre que se hace visible en Jesús. ¿Te empeñas en “verlo” y reconocerlo en la humanidad de Jesús?
  • ¿Estás atento al Espíritu de la Verdad que te comunica toda la verdad total de Jesús?

ORATIO

Salmo 103: Manda tu Espíritu Señor a renovar la tierra

Es un canto glorioso de acción de gracias que invita a meditar sobre la caducidad humana en comparación con la misericordia eterna de Dios. A la liberación del pecado, de la enfermedad y de la muerte, sigue la acción benévola y afectuosa de Dios: nos sacia de bienes para toda la vida.

Bendice, alma mía, a Yahvé,
el fondo de mi ser, a su santo nombre.
Bendice, alma mía, a Yahvé,
nunca olvides sus beneficios.
Él, que tus culpas perdona,
que cura todas tus dolencias,
rescata tu vida de la fosa,
te corona de amor y ternura,
satura de bienes tu existencia,
y tu juventud se renueva como la del águila.
Yahvé realiza obras de justicia
y otorga el derecho al oprimido,
manifestó a Moisés sus caminos,
a los hijos de Israel sus hazañas.
Yahvé es clemente y compasivo,
lento a la cólera y lleno de amor;
no se querella eternamente,
ni para siempre guarda rencor;
no nos trata según nuestros yerros,
ni nos paga según nuestras culpas.
Como un padre se encariña con sus hijos,
así de tierno es Yahvé con sus adeptos;
Pero el amor de Yahvé es eterno
con todos que le son adeptos.
Bendecid a Yahvé, ángeles suyos,
héroes potentes que cumplís sus órdenes
en cuanto oís la voz de su palabra.
Bendecid a Yahvé, todas sus huestes,
servidores suyos que hacéis su voluntad.
Bendecid a Yahvé, todas sus obras,
en todos los lugares de su imperio.
¡Bendice, alma mía, a Yahvé!

Oración final

¡Espíritu de la verdad!
Tú nos haces hijos e hijas de Dios, de modo que podamos acercarnos al Padre.
¡Oh Padre! nos dirigimos a ti con un corazón sólo y una sola alma y te pedimos:
¡Oh Padre, envía tu Santo Espíritu !
¡Envía tu Espíritu sobre la Iglesia!
Que cada cristiano crezca, en sintonía con el amor de Cristo, en el amor por Dios y por sus hermanos.
¡Oh Padre! renueva nuestra fe en el Reino que Jesús ha venido a proclamar y a encarnar sobre la tierra.
No permitas que nos dejemos dominar por la desilusión y vencer por el cansancio.
Que nuestras comunidades sean la levadura que haga crecer en la sociedad la justicia y la paz.

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Lectio sáb, 11 jun, 2022

Mateo 5, 33-37
Jesús dijo a sus discípulos: «Han oído ustedes que se dijo a los antiguos: No jurarás en falso y le cumplirás al Señor lo que le hayas prometido con juramento. Pero yo les digo: No juren de ninguna manera, ni por el cielo, que es el trono de Dios; ni por la tierra, porque es donde él pone los pies; ni por Jerusalén, que es la ciudad del gran Rey. Tampoco jures por tu cabeza, porque no puedes hacer blanco o negro uno solo de tus cabellos. Digan simplemente sí, cuando es sí; y no, cuando es no. Lo que se diga de más, viene del maligno». Palabra del Señor.

REFLEXIÓN:

• Judío de la tribu de Leví y nacido probablemente en Chipre, su nombre original era el de José. Los Apóstoles, sin embargo, se lo cambiaron por el de Bernabé, que significa “el esforzado”, “el que anima y entusiasma”. Los Hechos de los Apóstoles nos hablan también de que Bernabé vendió su finca y –con gran generosidad– entregó todo el dinero a los Apóstoles para que fuera luego distribuido entre los pobres (Hech, 4). Ahí mismo se le llega a catalogar como «un hombre bueno, lleno del Espíritu Santo y de fe» (Hech 11, 24)…

• Bernabé fue un gran colaborador de San Pablo, lo acompañó en su primer viaje apostólico y muy probablemente se contaba entre los setenta y dos discípulos mencionados en el Evangelio (Cfr. Lc 10, 1). Durante toda su vida fue un gran conciliador entre los representantes de la cultura hebrea y los provenientes de cultura la griega. Escritos apócrifos hablan de un hipotético viaje a Roma y de su martirio, hacia el año 70, en Salamina, por mano de los judíos de la diáspora, que lo lapidaron.

Lectio vie, 10 jun, 2022

Tiempo Ordinario

Oración inicial

¡Oh Dios!, fuente de todo bien, escucha sin cesar nuestras súplicas; y concédenos, inspirados por ti, pensar lo que es recto y cumplirlo con tu ayuda. Por nuestro Señor.

Lectura del santo Evangelio según Mateo 5,27-32

Jesús dijo a sus discípulos: «Han oído que se dijo a los antiguos: No cometerás adulterio. Pero yo les digo que quien mire con malos deseos a una mujer, ya cometió adulterio con ella en su corazón. Por eso, si tu ojo derecho es para ti ocasión de pecado, arráncatelo y tíralo lejos, porque más te vale perder una parte de tu cuerpo y no que todo él sea arrojado al lugar de castigo. Y si tu mano derecha es para ti ocasión de pecado, córtatela y arrójala lejos de ti, porque más te vale perder una parte de tu cuerpo y no que todo él sea arrojado al lugar de castigo.

También se dijo antes: El que se divorcie, que le dé a su mujer un certificado de divorcio. Pero yo les digo que el que se divorcia, salvo el caso de que vivan en unión ilegítima, expone a su mujer al adulterio, y el que se casa con una divorciada comete adulterio».

Reflexión:

  • En el evangelio de hoy, hace una relectura del mandamiento “No cometer adulterio”. Jesús relee la ley a partir de la intención que Dios tenía al proclamarla, en el Monte Sinaí, siglos atrás. Lo que importa es el Espíritu de la Ley, no encerrarse en la letra. Retoma y defiende los grandes valores de la vida humana que están por detrás de cada uno de los Diez Mandamientos. Insiste en el amor, en la fidelidad, en la misericordia, en la justicia y en la verdad, en la humanidad (Mt 9,13; 12,7; 23,23; Mt 5,10; 5,20; Lc 11,42; 18,9). El resultado de la plena observancia de la Ley de Dios es la humanización de la vida. La observancia de la Ley humaniza a la persona. En Jesús aparece aquello que acontece cuando un ser humano deja que Dios ocupe el centro de su vida. El objetivo último es unir los dos amores, la construcción de la fraternidad en defensa de la vida. Cuanto más se vive la fraternidad, tanto mayor será la plenitud de vida y mayor es la adoración de las criaturas todas a Dios, Creador y Salvador.
  • En el evangelio de hoy, Jesús mira de cerca la relación mujer y hombre, en el matrimonio, la base fundamental de la convivencia en familia. Había un mandamiento que decía: “No cometer adulterio, y otro que decía: “El que repudie a su mujer, que le dé acta de divorcio”. Jesús retoma los dos y les da un nuevo sentido.
  • Mateo 5,27-28: No cometer adulterio. ¿Qué nos pide este mandamiento? La respuesta antigua era ésta: el hombre no puede dormir con la mujer de otro. Es lo que exigía la letra del mandamiento. Pero Jesús va más allá de la letra y dice: Todo el que repudia a su mujer, excepto en caso de fornicación, la hace ser adúltera; y el que se case con una repudiada, comete adulterio”. El objetivo del mandamiento es la fidelidad mutua entre el hombre y la mujer que asumirían vivir juntos como casados. Y esta fidelidad sólo será completa, si los dos saben mantener la fidelidad mutua hasta en el pensamiento y en el deseo y si saben llegar a una total trasparencia entre sí.
  • Mateo 5,29-30: Arrancar el ojo y cortar la mano. Para ilustrar lo que acaba de decir Jesús se sirve de una palabra fuerte que usó también en otra ocasión, cuando habló de no escandalizar a los pequeños (Mt 18,9 y Mc 9,47). Dice: “Si, pues, tu ojo derecho te es ocasión de pecado, sácatelo y arrójalo de ti; más te conviene que se pierda uno de tus miembros, que no que todo tu cuerpo sea arrojado a la gehenna” Estas afirmaciones pueden tomarse al pie de la letra. Indican la radicalidad y la seriedad con la que Jesús insiste en la observancia de este mandamiento.
  • Mateo 5,31-32: La cuestión del divorcio. Al hombre estaba permitido dar un acta de divorcio para la mujer. Jesús dirá en el Sermón de la Comunidad que lo permitió por la dureza de corazón de la gente (Mt 19,8). “Pues yo os digo: Todo el que repudia a su mujer, excepto en caso de fornicación, la hace ser adúltera; y el que se case con una repudiada, comete adulterio». Se había discutido ya mucho sobre este asunto. Basándose en esta afirmación de Jesús, la iglesia oriental permite el divorcio en caso de “fornicación”, esto es en caso de infidelidad. Otros dicen que aquí la palabra fornicación traduce un término aramaico o hebraico zenuth que indicaba un casamiento con un grado de parentesco prohibido. No serían unas bodas válidas.
  • Cualquiera que sea la interpretación correcta de esta palabra, lo que importa es ver el objetivo y el sentido general de las afirmaciones de Jesús en la nueva lectura que hace de los Diez Mandamientos. Jesús apunta hacia un ideal que debe estar siempre delante de mis ojos. El ideal último es éste: “Ser perfecto como el padre celestial es perfecto” (Mt 5,48). Este ideal vale para todos los mandamientos revisados por Jesús. En la relectura del mandamiento: “No cometer adulterio” este ideal se traduce en una total transparencia y honestidad entre marido y mujer. Nadie nunca va a poder decir: “Soy perfecto como el Padre celestial es perfecto”. Estaremos siempre por debajo de la medida. Nunca vamos a poder merecer el premio por nuestra observancia porque estaremos siempre por debajo de la medida. Lo que importa es mantenerse en camino, mantener alto el ideal ante nuestros ojos, ¡siempre¡ Y al mismo tiempo, como Jesús, debemos saber aceptar a las personas con la misma misericordia con que él aceptaba a las personas y las orientaba para el ideal. Por esto, ciertas exigencias jurídicas de la iglesia de hoy, como por ejemplo, no permitir la comunión a personas que viven en segundas nupcias, se parecen más a la actitud de los fariseos que a la actitud de Jesús. Nadie aplica al pie de la letra la explicación del mandamiento. “No matar”, en la que Jesús dice que todo aquel que llama a su hermano idiota merece el infierno (Mt 5,22). Pues en este caso, todos estaríamos seguros de terminar allí y nadie se salvaría. ¿Por qué nuestra doctrina usa medidas diferentes en caso del quinto y del noveno mandamiento?

Para la reflexión personal

  • ¿Logras vivir la total honestidad y transparencia con las personas de otro sexo?
  • ¿Cómo entender la exigencia “ser perfecto como el Padre celestial es perfecto”?

Oración final

Digo para mis adentros:

«Busca su rostro».
Sí, Yahvé, tu rostro busco:
no me ocultes tu rostro.
No rechaces con ira a tu siervo,
que tú eres mi auxilio.
No me abandones,
no me dejes,
Dios de mi salvación. (Sal 27,8-9)

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