Lectio jue, 10 jun, 2021

Dios de misericordia y compasión, nos desafías a ser responsables por el bien y el mal que hacemos y nos llamas a la conversión.
Dios, ayúdanos a enfrentarnos a nosotros mismos para que no usemos excusas endebles
por encubrir nuestros males.
Háganos honestos con nosotros mismos
y conscientes de que siempre podemos contar con Jesucristo para ser nuestra guía y fortaleza en el camino hacia ti,
ahora y siempre.

Lectura – Mt 5: 20-26

Jesús dijo a sus discípulos: “Les digo que si su justicia no sobrepasa la de los escribas y fariseos, no entrarán en el reino de los cielos.” Habéis oído que se dijo a vuestros antepasados: No mataréis; y el que matare, será condenado. Pero yo les digo que el que esté enojado con su hermano será condenado a juicio, y el que diga a su hermano, raqa, responderá ante el Sanedrín, y el que diga: ‘Necio’, será expuesto al Gehena ardiente. Por lo tanto, si llevas tu ofrenda al altar, y allí recuerdas que tu hermano tiene algo en tu contra, deja tu ofrenda allí en el altar, ve primero y reconcíliate con tu hermano, y luego ven y presenta tu ofrenda. Ponte de acuerdo con tu oponente rápidamente mientras te diriges a la cancha. De lo contrario, tu oponente te entregará al juez, y el juez te entregará al guardia y serás encarcelado. En verdad, les digo que no serán liberados hasta que hayan pagado el último centavo.»

Reflexión

El texto del Evangelio de hoy forma parte de un conjunto más amplio o más extenso: Mt 5,20 hasta Mt 5,48. En estos pasajes, Mateo nos dice cómo Jesús interpreta y explica la Ley de Dios. Cinco veces repite la frase: Habéis oído cómo se dijo a nuestros antepasados, ¡de verdad os digo! (Mt 5:21. 27. 33.38. 43). Antes, Él había dicho: No se imaginen que he venido a abolir la Ley o los Profetas; no, no he venido para abolirlos, sino para completarlos (Mt 5, 17). La actitud de Jesús ante la Ley es, al mismo tiempo, de ruptura y de continuidad. Rompe con las interpretaciones erróneas, pero mantiene firme el objetivo que debe alcanzar la Ley: la práctica de una justicia mayor, que es el Amor.

  • Mateo 5, 20: Una rectitud que supera a la de los fariseos. Este primer versículo presenta la clave general de todo lo que sigue en Mateo 5, 20-48. La palabra Justicia nunca aparece en el Evangelio de Marcos, y aparece siete veces en el de Mateo (Mt 3,15; 5, 6. 10. 20; 6, 1. 33; 21, 32). Esto tiene algo que ver con la situación de las comunidades para las que Mark escribió. El ideal religioso de los judíos de la época era estar justo ante Dios. Los fariseos enseñaron: ¡las personas alcanzan la justicia ante Dios cuando logran observar todas las normas de la ley en todos sus detalles! Esta enseñanza generó una opresión legalista y causó gran angustia en la gente porque era muy difícil poder observar todas las normas (cfr. Rm 7, 21-24). Por eso Mateo toma las palabras de Jesús sobre la justicia para mostrar que tiene que superar la justicia de los fariseos (Mt 5, 20). Según Jesús, la justicia no proviene de lo que hago por Dios al observar la ley, sino de lo que Dios hace por mí, aceptándome como Su hijo o como Su hija. El nuevo ideal que propone Jesús es el siguiente: ¡por tanto, sed perfectos como lo es vuestro Padre celestial! (Mt 5, 48). Eso significa: estarás justo ante Dios cuando trates de aceptar y perdonar a las personas como Dios me acepta y me perdona, a pesar de mis defectos y pecados.
  • A través de estos cinco ejemplos muy concretos, Jesús nos muestra qué hacer para alcanzar esta justicia mayor que sobrepasa la justicia de los fariseos. Como podemos ver, el Evangelio de hoy toma el ejemplo de la nueva interpretación del quinto mandamiento: ¡No matarás! Jesús ha revelado lo que Dios quería cuando le dio este mandamiento a Moisés.
  • Mateo 5, 21-22: La ley dice: ¡No matarás! (Éx 20, 13). Para observar plenamente este mandamiento no basta con evitar el asesinato. Es necesario desarraigar desde dentro todo aquello que, de una forma u otra, pueda conducir al asesinato, por ejemplo, la ira, el odio, el deseo de venganza, el insulto, la explotación, etc.
  • Mateo 5, 23-24. El culto perfecto que Dios quiere. Para ser aceptado por Dios y permanecer unido a Él, es necesario reconciliarse con el hermano y la hermana. Antes de la destrucción del Templo, en el año 70, cuando los judíos cristianos participaban en las peregrinaciones en Jerusalén para presentar sus ofrendas en el altar y pagar sus promesas, siempre recordaron esta frase de Jesús. En el año 80, en la época en que Mateo escribe, el Templo y el Altar ya no existían. Habían sido destruidos por los romanos. La comunidad y la celebración comunitaria se convirtieron en Templo y Altar de Dios.
  • Mateo 5, 25-26: Reconciliarse. Uno de los puntos en los que más existe el Evangelio de Mateo es la reconciliación. Eso indica que en las comunidades de esa época había muchas tensiones entre los grupos radicales con tendencias diversas y en ocasiones incluso opuestas. Nadie quería ceder al otro. No hubo diálogo. Mateo ilumina esta situación con las palabras de Jesús sobre la reconciliación que exige aceptación y comprensión. El único pecado que Dios no perdona es nuestra falta de perdón hacia los demás (Mt 6, 14). ¡Es por eso que uno debe intentar reconciliarse antes de que sea demasiado tarde!

Para la reflexión personal

  • ¡Hoy hay mucha gente que clama justicia! ¿Qué significado tiene para mí la justicia evangélica?
  • ¿Cómo me comporto ante los que no me aceptan como soy? ¿Cómo se comportó Jesús ante los que no lo aceptaron?

Oración final

Desde lo profundo te llamo, Yahvé: Señor, escucha mi clamor.
¡Escuche atentamente el sonido de mi súplica! (Sal 130, 1-2)

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Lectio mié, 9 jun, 2021

Tiempo Ordinario

Oración inicial

¡Oh Dios!, fuente de todo bien, escucha sin cesar nuestras súplicas; y concédenos, inspirados por ti, pensar lo que es recto y cumplirlo con tu ayuda. Por nuestro Señor.

Lectura

Del santo Evangelio según Mateo 5, 17-19

«No penséis que he venido a abolir la Ley y los Profetas. No he venido a abolir, sino a dar cumplimiento. Os lo aseguro: mientras duren el cielo y la tierra, no dejará de estar vigente ni una tilde de la ley sin que todo se cumpla. Por tanto, el que traspase uno de estos mandamientos más pequeños y así lo enseñe a los hombres, será el más pequeño en el Reino de los Cielos; en cambio, el que los observe y los enseñe, ése será grande en el Reino de los Cielos.»

Reflexión

El Evangelio de hoy (Mt 5, 17-19) enseña como observar la ley de Dios de manera que su práctica muestre en qué consiste el pleno cumplimiento de la ley (Mt 5, 17-19). Mateo escribe para ayudar las comunidades de judíos convertidos a superar las críticas de los hermanos de raza que los acusaban diciendo: “Ustedes son infieles a la Ley de Moisés”. Jesús mismo había sido acusado de infidelidad a la ley de Dios. Mateo trae la respuesta esclarecedora de Jesús a los que lo acusaban. Así nos da una luz para ayudar las comunidades a resolver su problema.

Usando imágenes de la vida cotidiana, con palabras sencillas y directas, Jesús había dicho que la misión de la comunidad, su razón de ser, es ser sal y luz. Había dado algunos consejos respecto de cada una de las imágenes. A continuación vienen los tres breves versículos del Evangelio de hoy.

  • Mateo 5, 17-18: Ni una tilde de la ley dejará de ser vigente. Había varias tendencias en las comunidades de los primeros cristianos. Unas pensaban que no era necesario observar las leyes del Antiguo Testamento, pues es la fe en Jesús lo que nos salva y no la observancia dela Ley (Rm 3, 21-26). Otros aceptaban a Jesús como Mesías, pero no aceptaban la libertad del Espíritu con que algunas comunidades vivían la presencia de Jesús resucitado. Pensaban que ellos, siendo judíos, debían continuar observando las leyes del AT (Hech 15, 1. 5). Había además cristianos que vivían tan plenamente en la libertad del Espíritu, que habían dejado de mirar la vida de Jesús de Nazaret o el AT y que llegaban a decir: “¡Anatema Jesús!” (1 Cor 12, 3). Ante estas tensiones, Mateo procura un equilibrio más allá de los dos extremos. La comunidad ha de ser un espacio, donde este equilibrio pueda ser alcanzado y vivido. La respuesta dada por Jesús a los que lo criticaban seguía bien actual para las comunidades: “¡No he venido a abolir la ley, sino a darle pleno cumplimiento!”. Las comunidades no podían estar contra la Ley, ni podían encerrarse en la observancia de la ley. Al igual que Jesús, debían dar un paso y mostrar, en la práctica, cuál es el objetivo que la ley quiere alcanzar en la vida de las personas, a saber, en la práctica perfecta del amor.
  • Mateo 5, 19: Ni una tilde de la ley dejará de ser vigente Y a los que querían deshacerse de toda la ley, Mateo recuerda otra palabra de Jesús: “Por tanto, el que traspase uno de estos mandamientos más pequeños y así lo enseñe a los hombres, será el más pequeño en el Reino de los Cielos; en cambio, el que los observe y los enseñe, ése será grande en el Reino de los Cielos”. La gran inquietud del Evangelio de Mateo es mostrar que el AT, Jesús de Nazaret y la vida en el Espíritu Santo, no pueden separarse. Los tres forman parte del mismo y único proyecto de Dios y nos comunican la certeza central de la fe: el Dios de Abrahán y Sara está presente en medio de las comunidades por la fe en Jesús de Nazaret que nos manda su Espíritu.

Para la reflexión personal

•          ¿Cómo veo y vivo la ley de Dios: cómo horizonte de libertad creciente o cómo imposición que delimita mi libertad?

  • Y ¿qué podemos hacer hoy para los hermanos y las hermanas que consideran toda esta discusión como superada y sin actualidad? ¿Qué podemos aprender de ellos?

Oración final

¡Celebra a Yahvé, Jerusalén, alaba a tu Dios, Sión!,
que refuerza los cerrojos de tus puertas
y bendice en tu interior a tus hijos. (Sal 147, 12-13)

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Lectio mar, 8 jun, 2021

Tiempo Ordinario

Oración inicial

¡Oh Dios!, fuente de todo bien, escucha sin cesar nuestras súplicas; y concédenos, inspirados por ti, pensar lo que es recto y cumplirlo con tu ayuda. Por nuestro Señor.

Lectura

Del santo Evangelio según Mateo 5, 13-16

«Vosotros sois la sal de la tierra. Mas si la sal se desvirtúa, ¿con qué se la salará? Ya no sirve para nada más que para ser tirada afuera y pisoteada por los hombres.
«Vosotros sois la luz del mundo. No puede ocultarse una ciudad situada en la cima de un monte. Ni tampoco se enciende una lámpara y la ponen debajo del celemín, sino sobre el candelero, para que alumbre a todos los que están en la casa. Brille así vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.

Reflexión

Ayer, al meditar las ocho bienaventuranzas, hemos pasado por el portal de entrada del Sermón del Monte (Mt 5, 1-12). En el evangelio de hoy recibimos una importante instrucción sobre la misión de la comunidad. Tiene que ser sal de la tierra y luz del mundo (Mt 5, 13-16). La sal no existe para sí, sino para dar sabor a la comida. La luz no existe para sí, sino para iluminar el camino. La comunidad no existe para sí, sino para servir al pueblo. En la época en que Mateo escribió su evangelio, esta misión estaba siendo difícil para las comunidades delos judíos convertidos. A pesar de vivir en la observancia fiel de la ley de Moisés, estaban siendo expulsadas de la sinagogas, cortadas de su pasado judío. De cara a esto, entre los paganos convertidos algunos decían: “Con la venida de Jesús, la ley de Moisés está superada”. Todo esto causaba tensiones e incertezas. La apertura de unos parecía criticar la observancia de otros, y viceversa. Este conflicto generó una crisis que llevó a cada cual a encerrarse en su propia posición. Algunos querían avanzar, otros querían poner la lámpara bajo la mesa. Muchos se preguntaban: «Al final, ¿cuál es nuestra misión?» Recordando y actualizando las palabras de Jesús, el Evangelio de Mateo trata de ayudarlos:

  • Mateo 5, 13-16: Sal de la tierra. Usando imágenes de la vida cotidiana, con palabras sencillas y directas, Jesús hace saber cuál es la misión y la razón de ser de una comunidad cristiana: ser sal. En aquel tiempo, con el calor que hacía, la gente y los animales necesitaban consumir mucha sal. La gente iba consumiendo la sal que el abastecedor dejaba en grandes bloques en la plaza pública. Al final lo que sobraba quedaba esparcido como polvo en tierra, y había perdido el gusto. “Ya no sirve para nada más que para ser tirada afuera y pisoteada por los hombres.” Jesús evoca esta costumbre para aclarar a los discípulos y discípulas la misión que deben realizar.
  • Mateo 5, 14-16: Luz del mundo. La comparación es obvia. Nadie enciende una lámpara para colocarla bajo un celemín. Una ciudad situada en cima de un monte no consigue quedar escondida. La comunidad debe ser luz, debe iluminar. No debe temer que aparezca el bien que hace. No lo hace para que la vean, pero lo que hace es posible que se vea. La sal no existe para sí. La luz no existe para sí. Y así ha de ser la comunidad: no puede quedarse encerrada en sí misma. “Brille así vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.»
  • Mateo 5, 17-19: Ni una coma de la ley caerá. Entre los judíos convertidos había dos tendencias. Unos pensaban que no era necesario observar las leyes del AT, porque es por la fe en Jesús que somos salvados y no por la observancia de la Ley (Rom 3, 21- 26). Otros pensaban que ellos, siendo judíos, debían continuar a observar las leyes del AT (Hec 15, 1-2). En cada una de las dos tendencias había grupos más radicales. Ante este conflicto, Mateo procura llegar a un equilibrio entre los dos extremos. La comunidad debe ser el espacio donde este equilibrio puede ser alcanzado y vivido. La respuesta dada por Jesús a los que le criticaban seguía siendo bien actual: “¡No he venido a abolir la Ley, sino a darle cumplimiento!”. Las comunidades no pueden ir contra la Ley, ni pueden encerrarse en la observancia de la ley. Al igual que Jesús, deben dar un paso y mostrar, en la práctica, que el objetivo que la ley quiere alcanzar en la vida es la práctica perfecta del amor.

Las diversas tendencias en las primeras comunidades cristianas. El plan de salvación tiene tres etapas unidas entre sí por la tierra de la vida:

•  a) El Antiguo Testamento: la caminada del pueblo hebreo, orientada por la ley de Dios.

  • b) La vida de Jesús de Nazaret: renueva la ley de Dios desde su experiencia de Dios como Padre/Madre.
  • c) La vida de las Comunidades: a través del Espíritu de Jesús, tratan de vivir la vida como Jesús la vivió. La unidad de estas tres etapas engendra la certeza de fe de que Dios está en medio de nosotros. Los intentos de quebrar o enflaquecer la unidad de este plan de salvación engendraban varios grupos y tendencias en las comunidades:
    • Los fariseos no reconocían a Jesús como Mesías y aceptaban sólo el AT. Dentro de las comunidades había gente simpatizante con la línea de los fariseos (Hec 15, 5).
    • Algunos judíos convertidos aceptaban a Jesús como Mesías, pero no aceptaban la libertad del Espíritu con que las comunidades vivían la presencia de Jesús resucitado. (Hec 15, 1).
    • Otros, tanto judíos como paganos convertidos, pensaban que con Jesús había llegado el fin del AT. De aquí en adelante, sólo Jesús y la vida en el Espíritu.
    • Había también cristianos que vivían tan plenamente la vida en la libertad del Espíritu que no miraban más la vida de Jesús de Nazaret ni el Antiguo Testamento (1 Cor 12, 3).
    • Ahora bien, la gran preocupación del Evangelio de Mateo es mostrar que el AT, Jesús de Nazaret y la vida en el Espíritu no pueden separarse. Los tres forman parte del mismo y único proyecto de Dios y nos comunican la certeza central de la fe: el Dios de Abrahán y Sara está presente en medio de las comunidades por la fe en Jesús de Nazaret.

Para la reflexión personal

  • Para ti, en tu experiencia de vida, ¿para que sirve la sal? Tu comunidad, ¿está siendo sal? ¿De qué manera tu comunidad está siendo luz?
  • Las personas del barrio, ¿cómo ven a tu comunidad? Tu comunidad ¿tiene atracción? ¿Es señal? ¿De qué? ¿Para quién?

Oración final

Amor y verdad son las sendas de Yahvé para quien guarda su alianza y sus preceptos. Haz gala de tu nombre, Yahvé, y perdona mi culpa, que es grande. (Sal 25, 10-11)

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Lectio lun, 7 jun, 2021

Tiempo Ordinario

Oración inicial

¡Oh Dios!, fuente de todo bien, escucha sin cesar nuestras súplicas; y concédenos, inspirados por ti, pensar lo que es recto y cumplirlo con tu ayuda. Por nuestro Señor.

Lectura

Del santo Evangelio según Mateo 5, 1-12

Viendo la muchedumbre, subió al monte, se sentó, y sus discípulos se le acercaron. Y, tomando la palabra, les enseñaba diciendo: «Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados los mansos,
porque ellos poseerán en herencia la tierra. Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados.

Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos serán saciados.

Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.

Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios.

Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos.

Bienaventurados seréis cuando os injurien y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos; pues de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros.”

Reflexión

A partir de hoy, inicio de la 10ª Semana del Tiempo Ordinario, hasta final de la 21ª Semana del Tiempo Ordinario, los evangelios estarán sacados del evangelio de Mateo. A partir del inicio de la 22ª Semana del Tiempo Ordinario, hasta fin del año litúrgico, estarán sacados del evangelio de Lucas.

En el Evangelio de Mateo, escrito para las comunidades de judíos convertidos de Galilea y Siria, Jesús es presentado como el nuevo Moisés, el nuevo legislador. En el AT la Ley de Moisés fue codificada en cinco libros: Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio. Imitando el modelo antiguo, Mateo presenta la Nueva Ley en cinco grandes Sermones dispersos en el evangelio: a) el Sermón del Monte (Mt 5, 1 a 7, 29); b) el Sermón de la Misión (Mt 10, 1-42); c) El Sermón de las Parábolas (Mt 13, 1-52); d) el Sermón de la Comunidad (Mt18, 1-35); e) El Sermón del Futuro del Reino (Mt 24, 1 a 25, 46). Las partes narrativas, intercaladas entre los cinco Sermones, describen la práctica de Jesús y muestran como él observaba la nueva Ley y la encarnaba en su vida.

  • Mateo 5, 1-2: El solemne anuncio de la Nueva Ley. De acuerdo con el contexto del evangelio de Mateo, en el momento en que Jesús pronunció el Sermón del Monte, había apenas cuatro discípulos con él (cf. Mt 4, 18-22). Poca gente. Pero una multitud inmensa le seguía (Mt 4, 25). En el AT, Moisés subió al Monte Sinaí para recibir la Ley de Dios. Al igual que Moisés, Jesús sube al Monte y, mirando a la multitud, proclama la Nueva Ley. Es significativo : Es significativa la manera solemne como Mateo introduce la proclamación de la Nueva Ley: “Viendo la muchedumbre, subió al monte, se sentó, y sus discípulos se le acercaron. Y, tomando la palabra, les enseñaba diciendo: «Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos.” Las ocho Bienaventuranzas forman una solemne apertura del “Sermón de la Montaña”. En ellas Jesús define quien puede ser considerado bienaventurado, quien puede entrar en el Reino. Son ochos categorías de personas, ocho puertas para entrar en el Reino, para la Comunidad. ¡No hay otras entradas! Quien quiere entrar en el Reino tendrá que identificarse por lo menos con una de estas categorías.
  • Mateo 5, 3: Bienaventurados los pobres de espíritu. Jesús reconoce la riqueza y el valor de los pobres (Mt 11, 25-26). Define su propia misión como la de “anunciar la Buena Nueva a los pobres” (Lc 4, 18). El mismo, vive como pobre. No posee nada para sí, ni siquiera una piedra donde reclinar la cabeza (Mt 8,20). Y a quien quiere seguirle manda escoger:¡o Dios, o el dinero! (Mt 6, 24). En el evangelio de Lucas se dice: “¡Bienaventurados los pobres!” (Lc 6, 20). Entonces, ¿quién es “pobre de espíritu”? Es el pobre que tiene el mismo espíritu que animó a Jesús. No es el rico. Ni es el pobre como mentalidad de rico. Es el pobre que, como Jesús, piensa en los pobres y reconoce su valor. Es el pobre que dice: “Pienso que el mundo será mejor cuando el menor que padece piensa en el menor.”
    • Bienaventurados los pobres de espíritu => de ellos es el Reino de los Cielos
    • Bienaventurados los mansos => heredarán la tierra
    • Bienaventurados los que lloran => serán consolados
    • Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia => serán saciados
    • Bienaventurados los misericordiosos => obtendrán misericordia
    • Bienaventurados los limpios de corazón => verán a Dios
    • Bienaventurados los que trabajan por la paz => serán hijos de Dios
    • Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia => de ellos es el Reino de los Cielos
  • Mateo 5, 4-9: El nuevo proyecto de vida. Cada vez que en la Biblia se intenta renovar la Alianza, se empieza estableciendo el derecho de los pobres y de los excluidos. Sin esto, ¡la Alianza no se rehace! Así hacían los profetas, así hace Jesús. En las bienaventuranzas, anuncia al pueblo el nuevo proyecto de Dios que acoge a los pobres y a los excluidos. Denuncia el sistema que ha excluido a los pobres y que persigue a los que luchan por la justicia. La primera categoría de los “pobres en espíritu” y la última categoría de los “perseguidos por causa de la justicia” reciben la misma promesa del Reino de los Cielos. Y la reciben desde ahora, en el presente, pues Jesús dice “¡de ellos es el Reino!” El Reino ya está presente en su vida. Entre la primera y la última categoría, hay tres otras categorías de personas que reciben la promesa del Reino. En estos tres dúos está el nuevo proyecto de vida que quiere reconstruirla en su totalidad a través de un nuevo tipo de relaciones: con los bienes materiales (1er dúo); con las personas entre sí (2º dúo); con Dios (3er dúo). La comunidad cristiana debe ser una muestra de este Reino, un lugar donde el Reino empieza a tomar forma desde ahora.
    • Los tres: Primera dúo: los mansos y los que lloran: Los mansos son los pobres de los que habla el salmo 37. Se les quitó su tierra y la van a heredar de nuevo (Sal 37,11; cf Sal 37.22.29.34). Los afligidos son los que lloran ante la injusticia en el mundo y entre la gente (cf. Sl 119,136; Ez 9,4; Tob 13,16; 2Pd 2,7). Estas dos bienaventuranzas quieren reconstruir la relación con los bienes materiales: la posesión de la tierra y el mundo reconciliado.
    • Segundo dúo: los que tienen hambre y sed de justicia y los misericordiosos. Lo que tienen hambre y sed de justicia son los que desean renovar la convivencia humana, para que esté de nuevo de acuerdo con las exigencias de la justicia. Los misericordiosos son los que tienen el corazón en la miseria de los otros porque quieren eliminar las desigualdades entre los hermanos y las hermanas. Estas dos bienaventuranzas quieren reconstruir la relación entre las personas mediante la práctica de la justicia y de la solidaridad.
    • Tercer dúo: los puros de corazón y los pacíficos: Los puros de corazón son los que tienen una mirada contemplativa que les permite percibir la presencia de Dios en todo. Los que promueven la paz serán llamados hijos de Dios, porque se esfuerzan para que la nueva experiencia de Dios pueda penetrar en todo y realice la integración de todo . Estas dos bienaventuranzas quieren reconstruir la relación con Dios: ver la presencia actuante de Dios en todo y ser llamado hijo e hija de Dios.
  • Mateo 5, 10-12: Los perseguidos por causa de la justicia y del evangelio. Las bienaventuranzas dicen exactamente lo contrario de lo que dice la sociedad en la que vivimos. En ésta, el perseguido por la justicia es considerado como un infeliz. El pobre es un infeliz. Feliz es el que tiene dinero y puede ir al supermercado y gastar según su voluntad. Los infelices son los pobres, los que lloran. En la televisión, las novelas divulgan este mito dela persona feliz y realizada. Y sin darnos cuenta, las telenovelas se vuelven el patrón de vida para muchos de nosotros. ¿Quizás si en nuestra sociedad todavía hay lugar para estas palabras de Jesús: “¡Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia y del evangelio! ¡Felices los pobres! ¡Felices los que lloran!”? Y para mí que soy cristiano y cristiana, de hecho ¿quiénes feliz?

Para la reflexión personal

  • Todos queremos ser felices. ¡Todos y todas! Pero ¿somos realmente felices? Por qué sí? ¿Por qué no? ¿Cómo entender que una persona puede ser pobre y feliz al mismo tiempo?
  • ¿Cuáles son los momentos en tu vida en que te has sentido realmente feliz? ¿Era una felicidad como la que fue proclamada por Jesús en las bienaventuranzas, o era de otro tipo?

Oración final

Alzo mis ojos a los montes, ¿de dónde vendrá mi auxilio? Mi auxilio viene de Yahvé, que hizo el cielo y la tierra. (Sal 121, 1-2)

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Lectio Dom, 6 jun, 2021

Del santo Evangelio según san Marcos 3, 20-35

En aquel tiempo, Jesús entró en una casa con sus discípulos y acudió tanta gente, que no los dejaban ni comer. Al enterarse sus parientes, fueron a buscarlo, pues decían que se había vuelto loco.

Los escribas que habían venido de Jerusalén, decían acerca de Jesús: «Este hombre está poseído por Satanás, príncipe de los demonios, y por eso los echa fuera».

Jesús llamó entonces a los escribas y les dijo en parábolas: «¿Cómo puede Satanás expulsar a Satanás? Porque si un reino está dividido en bandos opuestos, no puede subsistir. Una familia dividida tampoco puede subsistir. De la misma manera, si Satanás se rebela contra sí mismo y se divide, no podrá subsistir, pues ha llegado su fin. Nadie puede entrar en la casa de un hombre fuerte y llevarse sus cosas, si primero no lo ata. Sólo así podrá saquear la casa.

Yo les aseguro que a los hombres se les perdonarán todos sus pecados y todas sus blasfemias. Pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo nunca tendrá perdón; será reo de un pecado eterno». Jesús dijo esto, porque lo acusaban de estar poseído por un espíritu inmundo.

Llegaron entonces su madre y sus parientes; se quedaron fuera y lo mandaron llamar. En torno a él estaba sentada una multitud, cuando le dijeron: «Ahí fuera están tu madre y tus hermanos, que te buscan».

Él les respondió: «¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?» Luego, mirando a los que estaban sentados a su alrededor, dijo: «Estos son mi madre y mis hermanos. Porque el que cumple la voluntad de Dios, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre».

Palabra del Señor.

La Palabra se ilumina

Jesús sigue su infatigable obra no en la sinagoga, sino en el escenario de una casa. La gente se agolpa y ni siquiera le deja comer. Sus parientes están preocupados por este trabajo excesivo y se sienten en la obligación de tomar medidas. Van a buscarle para llevárselo. Marcos nos regala una nota que no recogen los otros evangelistas; se trata de la valoración desfavorable que hacen de él los que aparecen designados como «sus parientes». Le consideran alguien que ha perdido la cabeza. Su entrega a la misión emprendida supera los limites de una normalidad aceptable. Si a esto añadimos las ásperas criticas que dirige a la clase dominante, los numerosos choques verbales y otras rarezas, tendremos el cuadro que justifica la preocupación de sus parientes. Además, todo concurre a poner en peligro el buen nombre de la familia y a proyectar sobre ella la sombra del descrédito. Es mejor poner freno a esas extravagancias -aunque sea de una manera torpe, si es de utilidad- y reconducir a Jesús al regazo familiar de la vida cotidiana. En realidad, Jesús «está fuera» (como dice el verbo griego) verdaderamente, aunque no del sentido común, como creían sus parientes, sino de la uniformidad plana en la que querrían encerrarle. Esta fuera de lo común.

Si para sus parientes Jesús es un trastornado, para los maestros de la ley -que, como se precisa, proceden de Jerusalén- es un endemoniado (v. 22). La valoración de la persona de Jesús se vuelve ahora gravemente negativa. Jesús rechaza desde el principio (vv. 23-26) la calumnia de los maestros de la ley, y lo hace con una observación tan obvia que el evangelista la adjudica al género parabólico. Una actitud predispuesta en sentido negativo respecto al Maestro hace, en realidad, el corazón impenetrable incluso a la palabra más simple y persuasiva, y así acaba por transformar la parábola de instrumento de misericordia en ocasión de endurecimiento y causa de castigo (cf. Mc 4,10.12). Que Belzebú se sirva de Jesús para expulsar a uno de sus acólitos del endemoniado es comportarse de una manera estúpida, eso lo ve hasta un niño; ahora bien, Jesús lo dice en «parábolas» porque sabe que los maestros de la ley no se dan por enterados, y con ello firman su propia condena.

El v. 27 presenta, a continuación, al hombre que, aunque fuerte, no puede impedir que otro mas fuerte que el entre en su casa y la saquee. Esta consideración tal vez sea menos transparente que la anterior. El escenario sigue siendo la casa, pero el drama que se desarrolla en ella contempla la contraposición de dos enemigos declarados, no, como antes, dos aliados que, de una manera desconsiderada, se hacen guerra sin darse cuenta de que se están dañando ellos mismos. El mas fuerte de los dos enemigos es Jesús y el garantiza a la Iglesia que, en la lucha emprendida contra el príncipe de los demonios, pondrá al adversario contra las cuerdas; por consiguiente, la invita a depositar en el su confianza y a seguirle con una fidelidad plena.

Con los vv. 28s cambian los destinatarios. Jesús deja de lado a los que se niegan a creer y se dirige solo a los que lo aceptan. El v. 30 declara, en la conclusión de la perícopa, que, al hablar de la blasfemia contra el Espíritu Santo, Jesús toma como motivo la perfidia de los maestros de la ley, que se han atrevido a decir que está conchabado con Belzebú. En efecto, la blasfemia contra el Espíritu Santo es «el rechazo obstinado a reconocer los signos y la acción de Dios en los signos de su Santo Espíritu, es cerrar los ojos a la positividad de la predicación profética y de la actividad de Jesús, interpretándolas como acción demoníaca» (R. Pesch). Es el pecado contra la luz. Quien llega a este nivel de odio y de rechazo es como si hubiera sellado su destino y su condena definitiva, porque cancela la luz, declarándola tiniebla y combate contra el bien definiéndolo como mal. Lo que dice Jesús sobre el pecado contra el Espíritu Santo «pone en guardia, con profunda seriedad, contra la extrema, casi inimaginable, posibilidad demoníaca del hombre de declararle la guerra a Dios no en medio de la debilidad y la duda, sino después de haber sido derrotado por el Espíritu Santo, sabiendo, por consiguiente, con precisión, a quién le declara la guerra» (E. Schweitzer).

De manera antitética con lo que se ha dicho hasta ahora, la parte final del fragmento (vv. 31-35) está llena de luz y de esperanza. Los protagonistas son ahora aquellos que intuyen de manera profunda el misterio de Jesús. Éstos reciben, en cambio, una definición exaltante, porque se les identifica con los que cumplen la voluntad de Dios. Todo había partido de una visita de su madre y de sus «hermanos». Jesús sorprende a todos poniendo en tela de juicio el primado de los vínculos de la sangre, que han constituido los fundamentos de la sociedad desde tiempos inmemoriales: están primero los vínculos espirituales y la voluntad de comprometerse con el proyecto de Dios. La consanguinidad queda trascendida en beneficio de una nueva fraternidad. Ya no cuentan los vínculos de la nación, de la raza, de la pertenencia étnica o social, porque ahora es posible ser familia de Jesús.

La Palabra me ilumina

¿Cómo relacionarnos con Jesús? Hay diferentes modos. Podríamos mirarnos en el espejo del comportamiento de los parientes de Jesús o en el de los maestros de la ley, ambos negativos. Sería deseable, sin embargo, que pudiéramos reconocernos en el de los verdaderos parientes.

Como los parientes naturales de Jesús, podemos intentar neutralizar su acción en nombre de la normalidad y del equilibrio: «No es justo», «Es demasiado», «Exagera»…, impidiendo a la gracia mostrarse excepcional, realizar el milagro de transformar a las personas. Corremos el peligro de declarar en favor de una mediocre respetabilidad, realizada con este decepcionante principio: «Ni gloria, ni infamia».

Podríamos atrincherarnos, como los maestros de la ley, detrás de la red de nuestras convicciones, haciéndonos impermeables a cualquier llamada o, peor todavía, juzgando el bien que nos rodea de una manera negativa. Cuando nos ponemos unas gafas negras, todo se vuelve automáticamente oscuro. Dejar cundir el pesimismo como estilo habitual de juicio significa cerrarnos a la evidencia de muchos hechos y bloquear los efectos del bien.

Cambiemos de camino y tomemos el de un justo y correcto parentesco que inaugura un estilo de vida nuevo, una familia nueva. Antes que nada debemos mostramos sensibles a la escucha de la voz de Dios. Esto nos hace ya disponibles a la acogida de un pensamiento diferente al nuestro y nos estimula para encaminamos por senderos diferentes a los que transitamos habitualmente.

De la escucha se pasa a la acción. Cumplir la voluntad de Dios es como inclinarnos de su parte, es rendirnos a la acción imprevisible, fantástica y creadora del Espíritu, es familiarizarnos con el «hermano» Jesús, declarado «primogénito de muchos hermanos» (Rom 8,29), y poder decir con el; «Mi alimento es hacer la voluntad del Padre» (Jn 4,34). Experimentaremos la intima juventud del que se siente en sintonía con la divinidad y tendremos el honor de ser familia de Dios.

La Palabra se convierte en oración

Gracias, hermano Jesús, por habernos admitido a la dignidad de los hijos del Padre, que esta en el cielo; gracias, Espíritu Santo, por sugerirnos y por autorizarnos a emplear el dulce titulo de abba, “papá”, con el que sentimos vivo y próximo el vinculo con la divinidad.

Si el pueblo del Antiguo Testamento podía gloriarse recordando: «¿Qué nación hay tan grande que tenga dioses tan cercanos a ella, como lo está el Señor, nuestro Dios, siempre que lo invocamos?» (Dt 4,7), ¿qué podremos decir nosotros, admitidos a ser familia de Dios, hasta el punto de que nos atrevemos a decir “Padre nuestro”?

Nunca lograremos expresar toda la gratitud que debemos por la dignidad que se nos ha concedido de sentirnos miembros de la familia trinitaria. Acoge, hermano Jesús, nuestro agradecimiento en la tierra e intercede por nosotros ante el Padre, para que podamos cantar un aleluya infinito en la eternidad. Amen.

Para custodiar y vivir la Palabra

Repite a menudo y medita esta Palabra: «Os aseguro que todo se les podrá perdonar a los hombres, los pecados y cualquier blasfemia que digan, pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo no tendrá perdón jamás: será reo de pecado eterno» (Mc 3,28s).

Caminar con la Palabra

¿Qué es el mundo de los demonios? Es el que encontramos todos los días, en todos los momentos, en nosotros y en los otros, cuando tocamos la esfera moral; cuando encontramos en nosotros una vacuna contra el Espíritu Santo; cuando justificamos ciertas cosas diciendo que «no se puede hacer nada» o que «siempre se ha hecho así»; cuando aceptamos elementos de decadencia espiritual como si fueran inevitables; cuando nos adaptamos a la tibieza nuestra y ajena, y, encallecidos, ya no reaccionamos ni frente a nuestro pecado ni frente al ajeno, frente a las injusticias, etc. Del demonio viene todo lo que es flaqueza moral, componendas, todo lo que nos lleva a decir: «Esto no depende de mí, de mi libertad, sino de condicionamientos externos, de la situación en la que me encuentro»; todo lo que traslada a los otros responsabilidades que son nuestras; todo lo que pretende hacernos creer que el combate del Reino de Dios es un combate contra otros seres humanos y no contra alguien que les domina tanto a ellos como a nosotros. Si perdemos la percepción de este combate espiritual, deja de tener sentido el ministerio de Jesús, y también todo el Nuevo Testamento.

Todos los días y en todas partes estamos en combate contra el maligno, y sólo podemos vencerle con la Palabra de Dios. Es un engaño pretender hacernos creer que los demonios son sólo los de las misas negras y otros fuegos artificiales diabólicos. Todos los días estamos luchando contra el pecado y contra la mediocridad espiritual. ¿Qué son el ministerio de la confesión, la celebración de la eucaristía, la predicación, sino un exorcismo continuo sobre el mundo para hacer avanzar el Reino de Dios y hacer retroceder el reino del maligno? Esta es la razón por la que allí donde llega Jesús, salen los demonios. Jesús toca fa raíz de todo (F. Rossi de Gasperis, La roccia che ci ha generato, Roma 1994, 136s [edición española: La Roca que nos ha engendrado. Ejercicios espirituales en Tierra Santa, Sal Terrae, Santander 1966]).

Lectio sáb, 5 jun, 2021

Tiempo Ordinario

Oración inicial

Señor, nos acogemos confiadamente a tu providencia, que nunca se equivoca; y te suplicamos que apartes de nosotros todo mal y nos concedas aquellos beneficios que pueden ayudarnos para la vida presente y la futura. Por nuestro Señor.

Lectura

Del santo Evangelio según Marcos 12, 38-44

En aquel tiempo, enseñaba Jesús a la multitud y le decía: «¡Cuidado con los escribas! Les encanta pasearse con amplios ropajes y recibir reverencias en las calles; buscan los asientos de honor en las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes; se echan sobre los bienes de las viudas haciendo ostentación de largos rezos. Estos recibirán un castigo muy riguroso».

En una ocasión Jesús estaba sentado frente a las alcancías del templo, mirando cómo la gente echaba allí sus monedas. Muchos ricos daban en abundancia. En esto se acercó una viuda pobre, y echó dos monedas de muy poco valor. Llamando entonces a sus discípulos, Jesús les dijo: «Yo les aseguro que esa pobre viuda ha echado en la alcancía más que todos; porque los demás han echado de lo que les sobraba; pero ésta, en su pobreza, ha echado todo lo que tenía para vivir».

Reflexión

En el evangelio de hoy estamos llegando al final de la larga instrucción de Jesús a los discípulos. Desde la primera curación del ciego (Mc 8, 22-26) hasta la curación del ciego Bartimeo en Jericó (10, 46-52), los discípulos caminarán con Jesús hacia Jerusalén, recibiendo de él muchas instrucciones sobre la pasión, la muerte y la resurrección y las consecuencias para la vida del discípulo. Al llegar a Jerusalén, estuvieron presentes en los debates de Jesús con los comerciantes en el Templo (Mc 11, 15-19), con los sumos sacerdotes y con los escribas (Mc 11, 27 a 12, 12), con los fariseos, los herodianos y los saduceos (Mc 12, 13-27), con los doctores de la ley (Mc 12, 28-37. Ahora, en el evangelio de hoy, después de una fuertísima crítica contra los escribas (Mc 12, 38-40), Jesús instruye de nuevo a los discípulos. Sentado ante el arca de las limosnas del Templo, llamaba su atención hacia el gesto de una pobre viuda, que echó todo lo que tenía. Y es en este gesto que ellos tienen que tratar de verla manifestación de la voluntad de Dios (Mc 12, 41-44).

  • Marcos 12, 38-40: La crítica a los doctores de la Ley. Jesús llama la atención de los discípulos sobre el comportamiento hipócrita y prepotente de algunos doctores de la ley. A ellos les gustaba circular por las plazas con largas túnicas, recibir los saludos de la gente, ocupar los primeros asientos en las sinagogas y los primeros lugares en los banquetes. Les gustaba entrar en las casas de las viudas y recitar largas preces en cambio de ¡dinero! Y Jesús termina diciendo: “¡Esos tendrán una sentencia más rigurosa!”
  • Marcos 12, 41-42. La limosna de la viuda. Jesús y los discípulos, sentados ante el arca de las limosnas del Templo, observan como todo el mundo echaba su limosna. Los pobres echaban pocos centavos, los ricos echaban monedas de gran valor. Las arcas del Templo recibían mucho dinero. Todo el mundo traía alguna cosa para la manutención del culto, para el sustento del clero y la conservación del altar. Parte de este dinero servía para ayudar a los pobres, pues en aquel tiempo no había seguro social. Los pobres vivían pendientes de la caridad pública. Y los pobres más necesitados de ayuda eran los huérfanos y las viudas. No tenían nada. Dependían en todo de la ayuda de los demás. Pero aunque no tuviesen nada, trataban de compartir. Así una viuda bien pobre pone su limosna en el arca del Templo. ¡Nada más que unos centavos!
  • Marcos 12, 43-44. Jesús hace ver dónde se manifiesta la voluntad de Dios. Lo que vale más: ¿los diez centavos de la viuda o los mil denarios de los ricos? Para los discípulos, los mil denarios eran mucho más útiles para hacer la caridad que los diez centavos de la viuda. Pensaban que el problema de la gente podría resolverse sólo con mucho dinero. En ocasión de la multiplicación de los panes, habían dicho a Jesús: “¿Quieres que vayamos a comprar pan por doscientos denarios para dar de comer a la gente?” (Mc 6, 37) De hecho, para los que piensan así, los diez centavos de la viuda no sirven de nada. Pero Jesús dice: “Esta viuda que es pobre, ha echado más que todos los que echan en el Tesoro”. Jesús tiene criterios diferentes. Llamando la atención de los discípulos hacia el gesto de la viuda, enseña dónde ellos y nosotros debemos procurar ver la manifestación de la voluntad de Dios, a saber, en los pobres, y en el compartir. Hoy muchos pobres hacen lo mismo. La gente dice: “El pobre no deja morir de hambre a otro pobre”. Pero a veces, ni siquiera esto es posible. Doña Cícera que vivía en el interior de Paraíba, Brasil, tuvo que irse a vivir en la periferia de la capital, João Pessoa, y decía: “En el interior, la gente era pobre, pero tenía siempre una cosita para dividir con el pobre que estaba a la puerta. Ahora que estoy aquí en la gran ciudad, cuando veo a un pobre que viene, me escondo de vergüenza porque ¡no tengo nada en casa que compartir con él!” Por un lado, gente rica que tiene todo, pero que no quiere compartir. Por el otro: gente pobre que no tiene casi nada, pero que quiere compartir lo poco que tiene
  • Limosna, compartir, riqueza. La práctica de la limosna era muy importante para los judíos. Era considerada una “buena obra”, pues la ley del AT decía: “Ciertamente que nunca faltarán pobres en este país, por esto te doy yo este mandato: debed abrir tu mano a mi hermano, a aquel de los tuyos que es indigente y pobre en tu tierra”. (Dt 15, 11). Las limosnas, colocadas en el arca del Templo, sea para el culto, sea para los necesitados, los huérfanos o las viudas, eran consideradas como una acción agradable a Dios. Dar la limosna era una manera de reconocer que todos los bienes pertenecen a Dios y que apenas somos administradores de esos bienes, para que haya vida en abundancia para todos. La práctica del compartir y de la solidaridad es una de las características de las primeras comunidades cristianas: “No había entre ellos ningún necesitado, porque todos los que tenían campos o casas, los vendían y ponían el dinero a los pies de los apóstoles” (Hec 4, 34-35; 2, 44-45). El dinero de la venta, ofrecido a los apóstoles, no era acumulado, sino que “se distribuía a cada uno según sus necesidades” (Hec 4, 35b; 2, 45). La entrada de las personas más ricas en las comunidades hizo entrar en ellas la mentalidad de acumulación y bloqueó el movimiento de solidaridad y de compartir. Santiago advierte a las personas: “Pues, bien, ahora les toca a los ricos. Lloren y laméntense por las desgracias que les vienen encima. Sus reservas se han podrido y sus vestidos están comidos por la polilla” (Stgo 5, 1-3). Para aprender el camino del Reino, todos necesitamos volvernos alumnos de aquella viuda, que compartió todo lo que tenía, lo necesario para vivir (Mc 12, 41-44).

Para la reflexión personal

  • ¿Cómo es que los dos centavos de la viuda valen más que los mil denarios de los ricos? Mira bien el texto y di porqué Jesús elogió a la viuda pobre. ¿Cuál es el mensaje de este texto, para nosotros hoy?
  • ¿Cuáles son las dificultades y las alegrías que tú has encontrado en la vida para practicar la solidaridad y el compartir con los otros?

Oración final

Mi boca rebosa de tu alabanza,
de tu elogio todo el día.
No me rechaces ahora que soy viejo,
no me abandones cuando decae mi vigor. (Sal 71, 8-9)

Todos los derechos: www.ocarm.org

Lectio vie, 4 jun, 2021

Tiempo Ordinario

Oración inicial

Señor, nos acogemos confiadamente a tu providencia, que nunca se equivoca; y te suplicamos que apartes de nosotros todo mal y nos concedas aquellos beneficios que pueden ayudarnos para la vida presente y la futura. Por nuestro Señor.

Lectura

Del santo Evangelio según Marcos 12, 35-37

Un día, mientras enseñaba en el templo, Jesús preguntó: «¿Cómo pueden decir los escribas que el Mesías es hijo de David? El mismo David, inspirado por el Espíritu Santo, ha declarado: Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi derecha, y yo haré de tus enemigos el estrado donde pongas los pies». Si el mismo David lo llama ‘Señor’, ¿cómo puede ser hijo suyo?» La multitud lo rodeaba, que era mucha, lo escuchaba con agrado.

Reflexión

En el evangelio de anteayer, Jesús criticó la doctrina de los saduceos (Mc 12, 24-27). En el evangelio de hoy, critica la enseñanza de los doctores de la ley. Y esta vez su crítica no apunta a la incoherencia de sus vidas, sino a una enseñanza que transmiten a la gente. En otra ocasión, Jesús había criticado su incoherencia y había dicho a la gente: “Los doctores de la Ley y los fariseos tienen autoridad para interpretar la Ley de Moisés. Por esto, ustedes tienen que hacer todo lo que les dicen. Pero no imiten sus acciones, pues hablan pero no practican” (Mt 23, 2-3). Ahora, Jesús tiene una reserva de cara a la relación con los que enseñan de cara a la esperanza mesiánica, y basa su crítica en argumentos sacados de la Biblia.

  • Marcos 12, 35-36: La enseñanza de los doctores de la Ley sobre el Mesías. La propaganda oficial tanto del gobierno como de los doctores de la Ley decía que el mesías vendría como Hijo de David. Era una manera de enseñar que el mesías sería un rey glorioso, fuerte y dominador. Así fue el grito de la gente el Domingo de Ramos:»¡Bendito el Reino que viene de nuestro padre David!» (Mc 11, 10). Así también gritó el ciego de Jericó: «Jesús, hijo de David, ten piedad de mí!» (Mc 10, 47).
  • Marcos 12, 37: Jesús cuestiona la enseñanza de los doctores sobre el Mesías. Jesús cuestiona esta enseñanza de los doctores. Cita un salmo de David: “El Señor dijo a mi señor: siéntate a mi diestra, hasta que ponga a tus enemigos debajo de tus pies!” (Sal 110, 1) Y Jesús añade :“El mismo David le llama Señor; ¿cómo entonces puede ser hijo suyo?» Esto significa que Jesús no concordaba mucho con esta idea de un mesías, Señor Glorioso, que vendría como rey poderoso para dominar e imponerse sobre todos los enemigos. Marcos añade que a la gente le gustó la crítica de Jesús. De hecho, la historia informa que los “pobres de Javé” (anawim) esperaban al mesías no como dominador, sino como siervo de Dios para la humanidad.
  • Las diversas formas de esperanza mesiánica. A lo largo de los siglos, la esperanza mesiánica fue creciendo, tomando diversas formas. Casi todos los grupos y los movimientos de la época de Jesús esperaban la llegada del Reino, pero cada uno a su manera: fariseos, escribas, esenios, zelotes, herodianos, saduceos, los profetas populares, los discípulos de Juan el Bautista, los pobres de Yavé. Podemos distinguir tres tendencias en la esperanza mesiánica del pueblo en el tiempo de Jesús.
  • Mesías como enviado personal de Dios: Para unos, el futuro Reino tenía que llegar mediante un enviado de Dios, llamado Mesías o Cristo. Sería ungido para poder realizar esta misión (Is 61, 1). Algunos esperaban que él fuera un profeta; otros, que fuera un rey, un discípulo o un sacerdote. Malaquías, por ejemplo, espera al profeta Elías (Mal 3, 23-24). El Salmo 72 espera a un rey ideal, un nuevo David. Isaías ahora espera a un discípulo (Is 50, 4), ahora a un profeta (Is 61, 1). El espíritu impuro gritaba: «¡Yo sé que tú eres el Santo de Dios! (Mc 1, 24). Señal de que también había gente que esperaba a un mesías que fuera sacerdote (Santo o Santificado). Los pobres de Yavé (anawim) esperaban al Mesías como el “Siervo de Dios”, anunciado por Isaías.
  • Mesianismo sin mesías. Para otros, el futuro llegaría de repente, sin mediación ni ayuda de nadie. Dios mismo vendría en persona para realizar las profecías. No habría un mesías propiamente dicho. Sería un mesianismo sin mesías. Esto ya se percibe en el libro de Isaías, donde Dios mismo viene llegando y trae la victoria en la mano (Is 40, 9-10; 52, 7-8).
  • El Mesías ya llegó: Había también grupos que no esperaban ya al mesías. Para ellos la situación presente debía de continuar como era, pues pensaban que el futuro había llegado ya. Estos grupos no eran populares. Por ejemplo, los saduceos no esperaban al mesías. Los herodianos pensaban que Herodes fuera el rey mesiánico.
  • La luz de la resurrección. La Resurrección de Jesús es la luz que, de repente, ilumina todo el pasado. A la luz de la resurrección, los cristianos comenzaron a releer el Antiguo Testamento y descubrieron sentidos nuevos que antes no podían ser descubiertos, porque les faltaba luz(cf. 2 Cor 3, 15-16). Y en el AT ellos buscaban las palabras para expresar la nueva vida que estaban viviendo en Cristo. Y allí encontraron la mayor parte de los títulos de Jesús. Mesías (Sal 2, 2), Hijo del Hombre (Dn 7, 13; Ez 2, 1), Hijo de Dios (Sal 2, 7; 2 Sm 7, 13), Siervo de Yavé (Is 42, 1; 41, 8), Redentor (Is 41, 14; Sl 19, 15; Rt 4, 15), Señor (LXX) (¡casi 6000 veces!).Todos los grandes temas del AT desembocan en Jesús y encuentran en él su plena realización. En la resurrección de Jesús germina la semilla y, según lo dicho por las Padres dela Iglesia, todo el AT se vuelve Nuevo Testamento.

Para la reflexión personal

  • ¿Cuál es tu esperanza para el futuro del mundo en que vivimos?
  • La fe en la Resurrección ¿influye en tu manera de vivir la vida?

Oración final

Espero tu salvación, Yahvé,
y cumplo tus mandamientos.
Guardo tus ordenanzas y dictámenes,
tienes presente todos mis caminos. (Sal 119: 166, 168)

Todos los derechos: www.ocarm.org

Lectio jue, 3 jun, 2021

La Institución de la Eucaristía La suprema prueba del amor Marcos 14,12-16.22-26 

Marcos 14, 12-16. 22-26

Oración inicial 

Señor Jesús, envía tu Espíritu, para que Él nos ayude a leer la Biblia en el mismo modo con el cual Tú la has leído a los discípulos en el camino de Emaús. Con la luz de la Palabra, escrita en la Biblia, Tú les ayudaste a descubrir la presencia de Dios en los acontecimientos dolorosos de tu condena y muerte. Así, la cruz, que parecía ser el final de toda esperanza, apareció para ellos como fuente de vida y resurrección. 

Crea en nosotros el silencio para escuchar tu voz en la Creación y en la Escritura, en los acontecimientos y en las personas, sobre todo en los pobres y en los que sufren. Tu palabra nos oriente a fin de que también nosotros, como los discípulos de Emaús, podamos experimentar la fuerza de tu resurrección y testimoniar a los otros que Tú estás vivo en medio de nosotros como fuente de fraternidad, de justicia y de paz. Te lo pedimos a Ti, Jesús, Hijo de María, que nos has revelado al Padre y enviado tu Espíritu. Amén. 

Lectura 

Clave de lectura:

Hoy, fiesta del Corpus Christi, la Iglesia nos pone delante la Última Cena, el último encuentro de Jesús con sus discípulos. Fue un encuentro tenso, lleno de contradicciones. Judas había decidido traicionar a Jesús (Mc 14, 10). Pedro lo ha negado ya (Mc 14, 30). Jesús lo sabía. Pero no perdió la calma, ni el sentido de la amistad. Al contrario, precisamente en esta Última Cena instituyó la Eucaristía y realizó el supremo gesto de su amor por ellos (Jn 13, 1).

Los cuatro versículos que describen la Eucaristía (Mc 14, 22-25) forman parte de un contexto mucho más amplio. (Mc 14, 1-31). Los diversos sucesos, narrados antes y después de la Eucaristía, ayudan mucho a entender mejor el significado del gesto de Jesús. Antes del gesto de la Eucaristía, Marcos narra la decisión tomada por las autoridades de matar a Jesús (Mc 1, 1-2), el gesto de fidelidad de la mujer anónima que unge a Jesús en vista de su sepultura (Mc 14, 3-9), el pacto de la traición de Judas (Mc 14, 10-11), la preparación de la Pascua (Mc 14, 12-16) y la indicación de quién será el traidor (Mc 14, 17-21). Después de este gesto, sigue el aviso de fuga por parte de todos (Mc 14, 26-28) y el anuncio de la negación de Pedro (Mc 14, 29-31). 

La liturgia de este día talla algo del texto, pero mantiene lo esencial de la narración de la Institución de la Eucaristía (Mc 14, 12-16, 26-28). En el texto que ofrecemos conservamos los versículos 17-21 y los versículos 27-31, omitidos en el texto de la Misa. En el comentario podremos limitarnos al texto propuesto por la liturgia del día. En el curso de la lectura, pensemos que estamos con Jesús y sus discípulos en la sala, participando de la Última Cena y tratemos de fijar nuestra atención en lo que más nos llame la atención y toca nuestro corazón. 

b) Una división del texto para ayudarnos en la lectura: 

  • • Marcos 14, 12: Los discípulos quieren saber dónde celebrar la Pascua 
  • • Marcos 14, 13-15: Jesús da instrucciones sobre dónde y cómo preparar la Pascua 
  • • Marcos 14, 16: Los discípulos hacen lo que Jesús les manda hacer 
  • • Marcos 14, 17-21: El anuncio de la traición de Judas 
  • • Marcos 14, 22-26: Jesús da un sentido nuevo al pan y al vino 
  • • Marcos 14, 25-26: Palabras finales 
  • • Marcos 14, 27-31: El anuncio de la dispersión de todos y de la negación de Pedro 

El texto: 

El primer día de la fiesta de los panes ázimos, cuando se sacrificaba el cordero pascual, le preguntaron a Jesús sus discípulos: «¿Dónde quieres que vayamos a prepararte la cena de Pascua?» Él les dijo a dos de ellos: «Vayan a la ciudad. Encontrarán a un hombre que lleva un cántaro de agua; síganlo y díganle al dueño de la casa en donde entre: ‘El Maestro manda preguntar: ¿Dónde está la habitación en que voy a comer la Pascua con mis discípulos?’ Él les enseñará una sala en el segundo piso, arreglada con divanes. Prepárennos allí la cena». Los discípulos se fueron, llegaron a la ciudad, encontraron lo que Jesús les había dicho y prepararon la cena de Pascua.

Mientras cenaban, Jesús tomó un pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio a sus discípulos, diciendo: «Tomen: esto es mi cuerpo». Y tomando en sus manos una copa de vino, pronunció la acción de gracias, se la dio, todos bebieron y les dijo: «Esta es mi sangre, sangre de la alianza que se derrama por todos. Yo les aseguro que no volveré a beber del fruto de la vid hasta el día en que beba el vino nuevo en el Reino de Dios».

Después de cantar el himno, salieron hacia el monte de los Olivos.

Un momento de silencio orante 

para que la Palabra de Dios pueda entrar en nosotros e iluminar nuestra vida. 

Algunas preguntas 

para ayudarnos en la meditación y en la oración. 

  • • ¿Cuál es el punto de este texto que más te ha llamado la atención y porqué? 
  • • ¿Cuáles son, uno por uno, los diversos sucesos que describe el texto? 
  • • ¿Cuál es el comportamiento de Jesús ante Judas que lo traiciona y ante Pedro que lo niega? 
  • • ¿Qué significa el gesto de Jesús que parte el pan diciendo: “¡Tomad y comed! ¡Esto es mi cuerpo que será entregado por vosotros!”? ¿Cómo ayuda este texto a entender mejor la Eucaristía? 
  • • Mira en el espejo del texto, entra en tu corazón y pregúntate: “¿Soy como Pedro que negó? 
  • • ¿Soy como Judas que traicionó? ¿Soy como los doce que huyeron? ¿O soy como la mujer anónima que permanece fiel?» (Mc 14, 3-9). 

Para aquéllos que desean profundizar más en el texto 

Contexto:

Estamos en la sala de la Última Cena. Los acontecimientos de los dos anteriores días aumentaron la tensión entre Jesús y las autoridades. La entrada solemne de Jesús en Jerusalén (Mc 11, 1-11), la expulsión de los vendedores del templo (Mc 11, 12-26), las discusiones con los sacerdotes, los escribas y los ancianos (Mc 11, 27 a 12, 12), con los fariseos y herodianos (Mc 12, 13-17), con los saduceos (Mc 12, 18-27), con los escribas (Mc 12, 28-40), la reflexión sobre las ofrendas de los ricos y de los pobres (Mc 12, 41-44), el anuncio de la destrucción del templo (Mc 13, 1-3) y el discurso del juicio final (Mc 13, 4-37): todo esto hace crecer la oposición de los grandes contra Jesús. Por un lado la mujer anónima, una discípula fiel, que aceptaba a Jesús como Mesías y crucificado (Mc 14, 2-9). Por otro lado los discípulos que no conseguían entender y mucho menos aceptar la Cruz, y que querían huir, negar y traicionar (Mc 14, 17-21. 27-31). Y en medio de este ambiente tenso y amenazador, llega el gesto de amor de Jesús que se da totalmente partiendo el pan para sus discípulos. 

En los años 70, época de Marcos, muchos cristianos por miedo, habían rechazado, negado o traicionado su fe. Y ahora se preguntaban: “Hemos roto la relación con Jesús. ¿No sucederá que también Él rompa su relación con nosotros? Quizás podamos volver”. No había una respuesta clara. Jesús no ha dejado nada escrito. Y fue reflexionando sobre los hechos y recordando el amor de Jesús como los cristianos fueron descubriendo la respuesta. Como veremos en el comentario, Marcos, en el modo de describir la Última Cena, comunica la respuesta que descubre a estas preguntas de las comunidades. Y es ésta: la acogida y el amor de Jesús superan el abatimiento y el fallo de los discípulos. ¡El regreso es siempre posible!

Comentario del texto:

Marcos 14,12-16: Preparación de la Cena Pascual. 

En total contraste con la discípula anónima que ungió a Jesús, Judas, uno de los doce, decide traicionarlo y conspiró con los enemigos que le prometieron dinero (Mc 24,10-12). Jesús sabe que será traicionado. Pero aún así, trata de fraternizar con los discípulos en la última cena. Seguramente que han gastado mucho dinero para alquilar “aquella sala grande, al piso superior, con tapetes” (Mc 14,15). Además, siendo la noche de pascua, la ciudad está que rebosa de gente que está de paso. Por lo que la población se triplicaba. Era difícil encontrar una sala para reunirse. 

En la noche de Pascua, las familias llegadas de todas las partes del país, cargaban su propio cordero para ser sacrificado en el templo, y luego, cada familia en una celebración íntima y muy familiar en casa, celebraban la Cena Pascual y comían el cordero. La celebración de la Cena Pascual estaba presidida por el padre de familia. Por esto Jesús presidía la ceremonia y celebraba la pascua junto a sus discípulos, su nueva “familia” (cf. Mc 3,33-35). 

Aquella “sala grande al piso superior” quedó en la memoria de los primeros cristianos como el lugar de la primera eucaristía. Es allí donde se reúnen después de la Ascensión del Señor Jesús (Act 1,13) y allí estaban reunidos cuando descendió el Espíritu Santo en el día de Pentecostés (Act 2,1). Pudo ser la sala donde se reunían para rezar durante la persecución (Act 4,23.31) y donde Pedro los encontró después de su liberación (Act 12,12). La memoria es concreta, ligada a los tiempos y lugares de la vida. 

Marcos 14, 22-26: La Eucaristía: el gesto supremo de amor. 

El último encuentro de Jesús con los discípulos se desarrolla en el ambiente solemne de la tradicional celebración de Pascua. El contraste es muy grande. Por un lado, los discípulos, que se sienten inseguros y no entienden nada de lo que sucede. Por otro lado, Jesús tranquilo y señor de la situación, que preside la cena y realiza el gesto de partir el pan, invitando a los amigos a tomar su cuerpo y su sangre. 

Él hace aquello por lo que siempre oró: dar su vida a fin de que sus amigos pudiesen vivir. Y este es el sentido profundo de la Eucaristía: aprender de Jesús a distribuirse, a darse, sin miedo de las fuerzas que amenazan la vida. Porque la vida es más fuerte que la muerte. La fe en la resurrección anula el poder de la muerte. 

Terminada la cena, saliendo con sus amigos hacia el Huerto, Jesús anuncia que todos lo abandonarán: ¡Huirán o se dispersarán!. Pero ya les avisa: “¡Después de la resurrección os precederé en Galilea!.” ¡Ellos rompen las relaciones con Jesús, pero Jesús no las rompe con ellos! Él continúa esperándolos en Galilea, en el mismo lugar donde tres años antes los había llamado por primera vez. O sea, la certeza de la presencia de Jesús en la vida del discípulo ¡es más fuerte que el abandono y la fuga! 

Jesús continúa llamando. ¡El regreso es siempre posible! Y este anuncio de Marcos para los cristianos de los años setenta es también para todos nosotros. 

Por su modo de describir la Eucaristía, Marcos acentúa todavía más el contraste entre el gesto de Jesús y la conducta de los discípulos. Antes del gesto de amor habla de la traición de Judas (Mc 14, 17-21) y, después del gesto de Jesús, habla del anuncio de la negación de Pedro y de la huida de los discípulos (Mc 14, 26-31). De este modo pone el acento en el amor incondicional de Jesús, que supera la traición, la negación y la fuga de los amigos. ¡Es la revelación del amor gratuito del Padre! Quien lo experimentó dirá: “¡Ni las potestades, ni la altura ni la profundidad. ni ninguna otra criatura podrá jamás separarnos del amor de Dios, en Cristo Jesús, nuestro Señor! (Rom. 8, 39). 

c) Ahondando en el tema: 

La celebración de la Pascua en tiempos de Jesús 

La Pascua era la fiesta principal de los judíos. En ella se conmemoraba la liberación de la esclavitud de Egipto, que se encuentra a los orígenes del pueblo de Dios. Pero más que 

Una simple memoria del Éxodo, la Pascua era una puerta que se abría de nuevo cada año, a fin de que todas las generaciones pudiesen tener acceso a aquella acción liberadora de Dios que, en el pasado, había generado el pueblo. Mediante la celebración de la Pascua, cada generación, cada persona, bebían de la misma fuente de la que habían bebido los padres en el pasado, al ser liberados de la esclavitud de Egipto. La celebración era como un renacimiento anual. 

En tiempo de Jesús, la celebración de la Pascua se hacía de modo tal que los participantes pudiesen recorrer el mismo camino que fue recorrido por el pueblo, después de la liberación de Egipto. Para que esto pudiese suceder, la celebración se desarrollaba con muchos símbolos: hierbas amargas, cordero mal asado, pan sin levadura, cáliz de vino y otros. Durante la celebración, el hijo menor debía preguntar al padre: “Papá, ¿por qué esta noche es diversa de las otras?¿Por qué comemos hierbas amargas? ¿Por qué el cordero está a medio asar?¿Por qué el pan no tiene levadura?” Y el padre respondía, narrando con libertad los hechos del pasado: “Las hierbas amargas nos permiten experimentar la dureza y amargura de la esclavitud. El cordero mal cocinado evoca la rapidez de la acción divina que libera al pueblo. El pan no fermentado indica la necesidad de renovación y de conversión constante. Recuerda también la falta de tiempo para preparar todo, siendo como es muy rápida la acción divina”. Este modo de celebrar la Pascua, presidida por el padre de familia, daba libertad y creatividad al presidente en el modo de conducir la celebración. 

Eucaristía: La Pascua celebrada por Jesús en la Última Cena 

Fue con la intención de celebrar la Pascua de los judíos, cuando Jesús a la vigilia de su muerte, se reunió con sus discípulos. Era su último encuentro con ellos. Por esto lo llamamos encuentro de la “Última Cena” (Mc 14, 22-26; Mt 26, 26-29; Lc 22, 14-20). Muchos aspectos de la Pascua de los judíos continúan siendo válidos para la celebración de la Pascua de Jesús y son el fondo. Ayudan a entender toda la portada de la Eucaristía. 

Aprovechando de la libertad que el ritual le daba, Jesús dio un nuevo significado a los símbolos del pan y del vino. Cuando distribuye el pan, dice: “Tomad y comed, esto es mi cuerpo entregado por vosotros” Cuando distribuye el cáliz con el vino, dice: “Tomad y bebed, ésta es mi sangre derramada por vosotros y por todos”. Y finalmente, sabiendo que se trataba del último encuentro, la “última cena”, Jesús dice: “Ya no beberé más del fruto de la vid hasta el día en el que lo beberé de nuevo en el reino de Dios”. (Mc 14, 25). De este modo Él unía su dedicación, simbolizada en el pan partido y compartido, a la utopía del Reino. 

Eucaristía quiere decir celebrar la memoria de Jesús que da su vida por nosotros, a fin de que nos sea posible vivir en Dios y tener acceso al Padre. He aquí el sentido profundo de la Eucaristía: hacer presente en medio de nosotros y experimentar en la propia vida, la experiencia de Jesús que se da, muriendo y resucitando. 

La celebración de la Eucaristía por parte de los primeros cristianos 

No siempre los cristianos han conseguido mantener este ideal de la Eucaristía. En los años cincuenta, Pablo critica a la comunidad de Corinto por que cuando celebraban la cena del Señor hacían exactamente lo contrario, porque algunos comen primero su cena y así uno tiene hambre, el otro está borracho (1 Cor 11, 20-22). Celebrar la Eucaristía como memorial de Jesús quiere decir asumir el proyecto de Jesús. Quiere decir asimilar el proyecto de Jesús. 

Quiere decir imitar su vida compartida, puesta completamente al servicio de la vida de los pobres. 

Al final del primer siglo, el evangelio de Juan, en vez de describir el rito de la Eucaristía, describe cómo Jesús se arrodilla para cumplir el servicio más común en aquel tiempo: lavar los pies. Al término de aquel servicio, Jesús no dice: “Haced esto en memoria mía” (como en la institución de la Eucaristía en Lc 22, 19; 1 Cor 11, 24), sino que dice: “Haced lo que yo he hecho” (Jn 13, 15). En vez de ordenar que se repita el rito, el evangelio de Juan pide actitudes de vida que mantenga viva la memoria del don sin límite que Jesús hace de sí mismo. Los cristianos de la comunidad de Juan sentían la necesidad de insistir más en el significado de la Eucaristía como servicio, que del rito en sí. 

Resumiendo 

Olvidar la riqueza de la Pascua de los Judíos, cuando se celebra una Eucaristía, es como tirar por tierra la pared donde está colgado el cuadro. La riqueza de la celebración de la Pascua, tal como se hacía en el Viejo Testamento y en el tiempo de Jesús, ayuda a profundizar el sentido de la Eucaristía y evita la rutina que banaliza todo. Haciendo un resumen de todo lo visto, he aquí algunos aspectos que pueden enriquecer nuestras celebraciones: 

• Tomar conciencia de la opresión en la que vivimos todavía – masticar hierbas amargas. 

  • Recordar la liberación de la opresión – la respuesta del padre a la pregunta del hijo
  • Experimentar la rapidez de la fuerza liberadora de Dios – carne mal cocida y pan sin levadura
  • Celebra la Alianza, asumir de nuevo el compromiso – comprometerse comiendo el pan que Jesús ofrece.
  • Dar gracias a Dios por las maravillas de Dios en nosotros – gestos de alabanza
  • Reanimar la fe, la esperanza el amor – animación recíproca
  • Recordar todo lo hecho y lo no hecho aun – recordar lo que Dios hizo por nosotros
  • Recrear en nosotros el mismo don que Jesús hizo de sí – lavar los pies
  • Vivir la pasión, la muerte y la resurrección – del misterio permanente de la vida
  • Recibir la comunión, generadora de fraternidad – gestos de paz y ayuda.

Orar con un Salmo: Salmo 16 (15) 

El Señor es la parte de mi heredad. 

Guárdame, oh Dios, que en ti me refugio. Digo a Yahvé: «Tú eres mi Señor, mi bien, nada hay fuera de ti». 

Pero ellos dicen a los santos de la tierra:  «¡Magníficos, todo mi gozo en ellos!».

Sus ídolos abundan, tras ellos van corriendo. Pero no les haré libaciones de sangre, ni mis labios pronunciarán sus nombres. Yahvé es la parte de mi herencia y de mi copa, tú aseguras mi suerte: me ha tocado un lote precioso, me encanta mi heredad. 

Bendigo a Yahvé, que me aconseja; aun de noche me instruye la conciencia; tengo siempre presente a Yahvé, con él a mi derecha no vacilo. Por eso se me alegra el corazón, sienten regocijo mis entrañas, todo mi cuerpo descansa tranquilo; pues no me abandonarás al Seol, no dejarás a tu amigo ver la fosa. Me enseñarás el camino de la vida, me hartarás de gozo en tu presencia, de dicha perpetua a tu derecha. 

Oración final 

Señor Jesús, te damos gracia por tu Palabra que nos ha hecho ver mejor la voluntad del Padre. Haz que tu Espíritu ilumine nuestras acciones y nos comunique la fuerza para seguir lo que 

Tu Palabra nos ha hecho ver. Haz que nosotros como María, tu Madre, podamos no solo escuchar, sino también poner en práctica la Palabra. Tú que vives y reinas con el Padre en la unidad del Espíritu Santo por todos los siglos de los siglos. Amén. 

Lectio mié, 2 jun, 2021

Lectio mié, 2 jun, 2021

Tiempo Ordinario

Oración inicial

Señor, nos acogemos confiadamente a tu providencia, que nunca se equivoca; y te suplicamos que apartes de nosotros todo mal y nos concedas aquellos beneficios que pueden ayudarnos para la vida presente y la futura. Por nuestro Señor.

Lectura

Del santo Evangelio según Marcos 12, 18-27

En aquel tiempo, fueron a ver a Jesús algunos de los saduceos, los cuales afirman que los muertos no resucitan, y le dijeron: «Maestro, Moisés nos dejó escrito que si un hombre muere dejando a su viuda sin hijos, que la tome por mujer el hermano del que murió para darle descendencia a su hermano. Había una vez siete hermanos, el primero de los cuales se casó y murió sin dejar hijos. El segundo se casó con la viuda y murió también, sin dejar hijos; lo mismo el tercero. Los siete se casaron con ella y ninguno de ellos dejó descendencia. Por último, después de todos, murió también la mujer. El día de la resurrección, cuando resuciten de entre los muertos, ¿de cuál de los siete será mujer? Porque fue mujer de los siete».

Jesús les contestó: «Están en un error, porque no entienden las Escrituras ni el poder de Dios. Pues cuando resuciten de entre los muertos, ni los hombres tendrán mujer ni las mujeres marido, sino que serán como los ángeles del cielo. Y en cuanto al hecho de que los muertos resucitan, ¿acaso no han leído en el libro de Moisés aquel pasaje de la zarza, en que Dios le dijo: «Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac, el Dios de Jacob?» Dios no es Dios de muertos, sino de vivos. Están, pues, muy equivocados».

Reflexión

En el evangelio de hoy sigue el enfrentamiento entre Jesús y las autoridades. Después de los sacerdotes, de los ancianos y de los escribas (Mc 12, 1-12) y de los fariseos y herodianos (Mc 12, 13-17), ahora aparecen los saduceos que plantean una pregunta sobre la resurrección. Asunto polémico, que enfrentaba a saduceos y fariseos (Mc 12, 18- 27; cf. At 23, 6-1).

En las comunidades cristianas de los años setenta, época en que Marcos escribe su evangelio, había algunos cristianos que, para no ser perseguidos, trataban de conciliar el proyecto de Jesús con el proyecto del imperio romano. Los otros que resistían al imperio eran perseguidos, acusados e interrogados por las autoridades o por los vecinos que se sentían incómodos por el testimonio de ellos. La descripción de los conflictos de Jesús con las autoridades era una ayuda muy grande para que los cristianos no se dejaran manipular por la ideología del imperio. Leyendo estos episodios de conflicto de Jesús con las autoridades, los cristianos perseguidos se animaban y cobran valor para seguir el camino.

  • Marcos 12, 18-23. Los Saduceos. Los saduceos era una élite aristocrática de latifundistas y comerciantes. Eran conservadores. No aceptaban la fe en la resurrección. En aquel tiempo esa fe comenzaba a ser valorada por los fariseos y por la piedad popular. Animaba a la resistencia del pueblo contra el dominio tanto de los romanos como de los sacerdotes, de los ancianos y de los saduceos. Para los saduceos, el reino mesiánico estaba ya presente en la situación de bienestar que ellos estaban viviendo. Ellos seguían la así llamada “Teología de la Retribución” que distorsionaba la realidad. Según esta teología, Dios retribuye con riqueza y bienestar a los que observan la ley de Dios, y castiga con sufrimiento y pobreza a los que practican el mal. Así, se entiende por qué los saduceos no querían mudanzas . Querían que la religión permaneciera tal y como era, inmutable, como Dios mismo. Por esto, no aceptaban la fe en la resurrección y en la ayuda de los ángeles, que sostenía la lucha de los que buscaban mudanzas y liberación.
  • Marcos 12, 19-23. La pregunta de los Saduceos. Llegan hasta Jesús y, para criticar y ridiculizar la fe en la resurrección, cuentan el caso ficticio de aquella mujer que se casó siete veces y, al final, se murió sin tener hijos. La así llamada ley del levirato obligaba a la viuda sin hijos a que se casara con el hermano del marido fallecido. El hijo que naciera de este nuevo casamiento era considerado hijo del marido fallecido. Así, éste tendría una descendencia. Pero en el caso propuesto por los saduceos, la mujer, a pesar de haber tenido siete maridos, se quedó sin marido: Ellos preguntaron a Jesús: “ En la resurrección, cuando resuciten, ¿de cuál de ellos será mujer? Porque los siete la tuvieron por mujer.»» Era para decir que creer en la resurrección llevaría a la persona a que aceptara lo absurdo.
  • Marcos 12, 24-27: La respuesta de Jesús. Jesús responde duramente. “Estáis en un error precisamente por esto, por no entender la Escritura, ni el poder de Dios!” Jesús explica que la condición de las personas después de la muerte será totalmente diferente de la condición actual. Después de la muerte ya no habrá casamientos, sino que todos seremos como ángeles en el cielo. Los saduceos imaginaban la vida en cielo igual a la vida en la tierra. Al final, Jesús concluye: “Nuestro Dios no es un Dios de muertos, sino de vivos. Estáis en un gran error!” Los discípulos y las discípulas deben estar en alerta: quien estuviera del lado de estos saduceos estará del lado opuesto de Dios

Para la reflexión personal

  • ¿Cuál es hoy el sentido de esta frase: “Dios no es un Dios de muertos, sino de vivos”?
  • ¿Creo en la resurrección? ¿Qué significa para mí: “creo en la resurrección de la carne y en la vida eterna”?

Oración final

A ti levanto mis ojos, tú que habitas en el cielo.
Lo mismo que los ojos de los siervos miran a la mano de sus amos, lo mismo que los ojos de la sierva miran a la mano de su señora, nuestros ojos miran a Yahvé, nuestro Dios, esperando que se apiade de nosotros. (Sal 123, 1-2)

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Lectio mar, 1 jun, 2021

Tiempo Ordinario

Oración inicial

Señor, nos acogemos confiadamente a tu providencia, que nunca se equivoca; y te suplicamos que apartes de nosotros todo mal y nos concedas aquellos beneficios que pueden ayudarnos para la vida presente y la futura. Por nuestro Señor.

Lectura

Del santo Evangelio según Marcos 12, 13-17

En aquel tiempo, los sumos sacerdotes, los escribas y los ancianos le enviaron a Jesús unos fariseos y unos partidarios de Herodes, para hacerle una pregunta capciosa. Se acercaron, pues, a él y le dijeron: «Maestro, sabemos que eres sincero y que no te importa lo que diga la gente, porque no tratas de adular a los hombres, sino que enseñas con toda verdad, el camino de Dios. ¿Está permitido o no, pagarle el tributo al César? ¿Se lo damos o no se lo damos?».

Jesús, notando su hipocresía, les dijo: «¿Por qué me ponen una trampa? Tráiganme una moneda para que yo la vea». Se la trajeron y él les preguntó: «¿De quién es la imagen y el nombre que lleva escrito?» Le contestaron: «Del César». Entonces les respondió Jesús: «Den al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios». Y los dejó admirados.

Reflexión

En el evangelio de hoy continúa el enfrentamiento entre Jesús y las autoridades. Los sacerdotes, ancianos y escribas habían sido criticados y denunciados por Jesús en la parábola de la viña (Mc 12, 1-12). Ahora, los mismos piden a los fariseos y a los herodianos que preparen una encerrona contra Jesús, para poderlo acusar y condenar.

Preguntaban a Jesús sobre el impuesto que había que pagar a los romanos. Era un asunto polémico que dividía a la opinión pública. Los adversarios de Jesús querían a toda costa acusarlo para menguar su influencia ante la gente. Grupos, que antes eran enemigos entre sí, ahora se unen para luchar en contra de Jesús que invadía, según ellos, su terreno. Esto sigue ocurriendo hoy. Muchas veces, personas o grupos, enemigos entre sí, se unen para defender sus privilegios contra aquellos que los incomodan con el anuncio de la verdad y de la justicia.

Marcos 12, 13-14. La pregunta de los fariseos y de los herodianos. Fariseos y herodianos eran los líderes locales en los poblados de Galilea. Mucho antes, habían decidido matar a Jesús (Mc 3,6). Ahora, al mando de los Sacerdotes y de los Ancianos, quieren saber de Jesús si está a favor o contra el pago del impuesto a los romanos, a César. Pregunta experta, ¡llena de malicia! Bajo la apariencia de fidelidad a la ley de Dios, buscan motivos para poderle acusar. Si Jesús dijera: “¡Tienes que pagar!”, podrían acusarle ante el pueblo de ser amigos de los romanos. Si dijera: “¡No hay que pagar!”, podrían acusarle ante las autoridades romanas de ser subversivo.

¡Parecía un callejón sin salida!

Marcos 12, 15-17: La respuesta de Jesús. Jesús percibe la hipocresía. En su respuesta, no pierde tiempo en inútiles discusiones y va derecho al núcleo de la cuestión. En vez de responder y de discutir el asunto del tributo a César, pide que le muestren la moneda, y pregunta: «¿De quién es esta imagen e inserción?» Ellos responden: «¡De César!» Respuesta de Jesús: «Lo del César, devolvédselo al César, y lo de Dios, ¡a Dios!”.

En la práctica reconocían ya la autoridad de César. Ya estaban dando a César lo que era de César, pues usaban sus monedas para comprar y vender y hasta para pagar ¡el impuesto al Templo! Lo que interesa a Jesús es que “den a Dios lo que es de Dios”, esto es, que devuelvan a Dios el pueblo, por ellos desviado, pues con sus enseñanzas bloqueaban a la gente la venida del Reino (Mt 23, 13). Otros explicaban esta frase de Jesús de otro modo: “¡Den a Dios lo de Dios!”, esto es, practiquen la justicia y la honestidad según lo que exige la Ley de Dios, pues por la hipocresía ustedes están negando a Dios lo que se le debe. Los discípulos y las discípulas deben ¡tomar conciencia! Pues era el fermento de estos fariseos y herodianos lo que les estaba cegando los ojos (Mc 8, 15).

Impuestos, tributos y diezmos. En el tiempo de Jesús, la gente de Palestina pagaba muchos impuestos, tasas, tributos y diezmos a los romanos y al Templo. El imperio romano invadió Palestina en el año 63 aC y pasó a exigir muchos impuestos y tributos. Por los cálculos hechos, se calcula que la mitad o más del sueldo familiar iba para los impuestos, los tributos, las tasas y los diezmos. Los impuestos que los romanos exigían eran de dos tipos: directos e indirectos:

El impuesto Directo era sobre las propiedades y sobre las personas. Impuesto sobre las propiedades (tributum soli): los fiscales del gobierno verificaban el tamaño de la propiedad, la cantidad de la producción, y el número de esclavos y fijaban la cuantía que debía ser pagada. Periódicamente, había una fiscalización mediante censos. Impuesto sobre las personas (tributum capitis): era para las clases pobres, sin tierra. Incluía tanto a los hombres como a las mujeres entre 12 y 65 años. Era sobre la fuerza de trabajo. 20% de la renta de cada persona era para el impuesto.

El imposto Indirecto era sobre transacciones variadas. Corona de oro: Originariamente era un regalo al emperador, pero se convirtió en un impuesto obligatorio. Se cobraba en ocasiones especiales, como fiestas y visitas del emperador. Impuesto sobre la sal: la sal era monopolio del emperador. Se tributaba sólo la sal para uso comercial. Por ejemplo, la sal usada para esicar el pescado. De aquí la palabra “salario”. Impuesto sobre compra y venta: En cada transacción comercial se pagaba el 1%. El cobro corría a cargo de los fiscales en la feria. En la compra de esclavo se exigía el 4%. En cada contrato comercial registrado, se exigía el 2%. Impuesto para ejercer la profesión. Para todo se precisaba la licencia. Por ejemplo, un zapatero en la ciudad de Palmira, pagaba un denario al mes. Un denario era el equivalente al salario de un día. Hasta las prostitutas tenían que pagar. Impuesto sobre el uso de cosas de utilidad pública: El emperador Vespasiano introdujo el impuesto para poder usar los retretes públicos en Roma. El decía:  ”¡El dinero no huele!”.

Otras tasas y obligaciones: Pedaje o aduana. Trabajo forzado. Gastos especiales para el ejército (dar hospedaje a los soldados, pagar la comida para el sustento de las tropas); Impuesto para el Templo y el Culto.

Para la reflexión personal

  • ¿Conoces algún caso de grupos o de personas que eran enemigos entre sí, pero que se juntaron para perseguir a una persona honesta que los incomodaba y denunciaba? ¿Te ha pasado alguna vez?
  • ¿Cuál es hoy el sentido de la frase: “Lo de César devolvédselo a César, lo de Dios a Dios”?

Oración final

Sácianos de tu amor por la mañana,
y gozaremos y cantaremos de por vida.
¡Que tus siervos vean tu acción,
y tus hijos tu esplendor! (Sal 90, 14, 16)

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