La conexión divina. La experiencia mística y la neurobiología

RUBIA, F. J.,

La conexión divina.
La experiencia mística y la neurobiología

Crítica, Barcelona, 2002, 230 pp.

Una obra ambiciosa, pero limitada. Nos abre horizontes científicos y religiosos, «desconectados» casi siempre.

No nos sirven lamentos, sino obras. La neurobiología, por una parte, y la experiencia mística, por otra, encarnan sus contenidos fundamentales. El título ya nos permite captar lo que el autor nos ofrece: la conexión de las estructuras cerebrales con la experiencia mística. O al revés: la conexión de la experiencia mística con las estructuras de nuestro cerebro. Se corresponden ambas. Ante los tipos de realidades (la exterior y la interior o trascendente) Francisco J. Rubia estudia las realidades interiores sin desconectarlas de las exteriores. Realidad interior y exterior, conectadas. Mejor aún: mostrándonos su conexión. ¿Cual es la base neurológica —neurobiológica— de la experiencia mística? ¿Existen en el cerebro estructuras que producen la experiencia de trascendencia? ¿Existen en nuestra psique (sistema límbico) estructuras que al activarlas nos pone en contacto con lo que muchos denominan divinidad? ¿Tiene sentido que en USA (Estados Unidos) se hable ya de «neuroteología»?

Son preguntas que nos presenta el autor, e intenta responderlas. Sus respuestas nos las brinda a través de los siguientes capítulos: 1) El origen de las religiones y el trance estético, 2) La mentalidad «primitiva» y las dos formas de enfrentarse al mundo: pueblos ágrafos y las dos formas de pensamiento, 3) El éxtasis en las religiones mistéricas de la época grecoromana, 4) La búsqueda del éxtasis en Occidente, 5) La búsqueda del éxtasis en Oriente, 6) Características de la experiencia mística, 7) Fundamentos neurobiológicos del éxtasis.

Como la Neurobiología se centra en el estudio y el análisis de las estructuras cerebrales, y como a juicio de F. J. Rubia (p.192), «aún no están completamente dilucidadas con precisión las estructuras que en el cerebro son responsables de la experiencia mística o de trascendencia», el camino por recorrer para alcanzar la otra orilla, o la experiencia mística, hemos de seguir abiertos a lo que las investigaciones recientes, pasadas y futuras nos puedan ofrecer. Las gráficas (pp. 167 y 197) que el doctor Rubia nos presenta, y otras que el lector deberá confrontar nos permiten ver la profundidad a la que nos invita a entrar. Ya la introducción a toda la obra es una buena síntesis de la misma. Los dos mundos psíquicos en los que nos vemos inmersos, el lógico y el emocional, integran el enclave en el que vivimos. Y no podemos renunciar a ninguno de ellos. Los estudios de nuestros dos hemisferios cerebrales (derecho e izquierdo) nos capacitan para entender los mitos, los sueños colectivos, la importancia del lenguaje pre-lógico y de la música, la experiencia religiosa de lo divino, el conocimiento simbólico, la persecución (?) de la ortodoxia a la mística, la privación sensorial y los fenómenos de las alucinaciones, diferencias en las mentalidades de Oriente y Occidente, etc.

Las características de la experiencia mística, que analiza y describe muy bien el autor, exigen una atención especial, así como las conexiones entre Eros y Religión, oposición o convergencia de ambos, fiestas religiosas o profanas, sectas religiosas y su conexión con la sexualidad, lenguaje amoroso en la experiencia mística, conversión y pubertad, experiencia mística «extravertida» e «introvertida», personajes históricos y sus vivencias místicas, etc. Los estudios de W. James, E. D’Aquili, J. Deikman, W. Penfield, Persinger, Roland Fischer, etc., nos ofrecen los fundamentos neurobiológicos del éxtasis. Actualmente hasta se ofrecen y se buscan técnicas para alcanzar la experiencia mística. El doctor Rubia las reseña brevemente.

La obra exige ser leída con atención y captar sus contenidos en ambas laderas: Neurobiología y Experiencia mística. Necesitamos apoyarnos en los estudios de la Neurobiología para, después, ver las conexiones de la experiencia mística con las estructuras cerebrales. No rechazar los grados o niveles de esta posibilidad de conexión. Estamos acostumbrados a ver opuestas a estas dos realidades. No son líneas paralelas sino convergentes. Dios no está fuera de su obra. Como en el «boceto» de Miguel Ángel, el dedo de Dios se conecta con el dedo del hombre. Y entre los dos (Neurobiología y Experiencia mística) se establece la conexión divina que estudia y expone F. J. Rubia. Aún estamos en el amanecer, pero necesitamos despertar. Creer ver y no ver es patológico. La obra de F. J. Rubia ayuda a despertar.

– Ildefonso Peñas

Comentarios franciscanos al Padrenuestro

MARTÍNEZ RUIZ, C. M.,

Comentarios franciscanos al Padrenuestro

Sígueme, Salamanca, 2002, 198 pp.

Los aficionados a la teología espiritual y los «espirituales» agradecerán el esfuerzo de Carlos Mateo Martínez Ruiz y la acogida de Ediciones Sígueme para entrar en contacto con comentaristas y orantes del Padrenuestro. Llegar al alma de la oración de Jesús siempre apasiona. En esta ocasión se trata de personas cualificadas de la familia franciscana.

Después de unas páginas introductorias, preparadas por el responsable de la edición, desfilan ante nosotros ocho autores, comenzando por Francisco de Asís, que dedicaron algún comentario a la oración evangélica. Antes de dicho comentario se coloca una introducción con detalles de quien escribe y aspectos puntuales del escrito, de gran utilidad para el lector. Finaliza esta primera parte con dos apéndices de interés para percibir la experiencia de paternidad de Dios en los seguidores de Francisco de Asís. El primero comprende una exhortación del propio fundador de los Hermanos Menores. El segundo lleva por título Dos comentarios franciscanos a la parábola del padre bueno (Lc 15). Se trata de dos autores de relieve como son Buenaventura y Pedro de Juan Olivi, muy representativos de la corriente medieval franciscana.

Seguidamente y para concluir el volumen, se nos ofrece un estudio importante —«complementario»— del preparador de la edición. Con dos apartados muy sugerentes: uno sobre la oración en la tradición franciscana medieval y el otro sobre la paternidad de Dios como pietas y passio en la tradición franciscana medieval. En este segundo vuelven de nuevo los nombres de Francisco de Asís, Buenaventura y Pedro de Juan Olivi. Ambos estudios ayudan a conocer mejor la espiritualidad franciscana en relación con el Padre y con la oración del Padrenuestro. Considero, asimismo, un acierto la bibliografía colocada al final.

– Gratiniano Turiño

Abrirse a Dios. La Lectio Divina y la vida como oración

BENNER, D. G.

Abrirse a Dios.
La Lectio Divina y la vida como oración

Santander, Sal Terrae, 2011, 192 pp.

La grandeza del hombre está en su apertura a Dios, nos lo dice la Constitución GS antes de hablar del ateísmo moderno. Esta apertura se encuentra en la relación del natural y sobrenatural en el filósofo Blondel. Continúa esta doctrina el Cardenal jesuita De Lubac. Este tuvo que pasar con todas las tribulaciones del pensamiento que se llamó en Francia Nouvelle Théologie, representada por jesuitas y dominicos de gran valor, De Lubac, Chenu, Congar; Rahner, partiendo de las lecciones que había recibido de Heidegger, nos da el existencial sobrenatural. Estos teólogos no querían el concepto de natural puro.

Hoy más que apertura tenemos que hablar de comunicación. Si tomamos la terminología de Jakobson tenemos que decir que en la comunicación hay un locutor y un receptor y un mensaje. En la Lectio divina el locutor es Dios. Dios me habla en la Biblia. El hombre es el receptor. El mensaje es todo el misterio. El misterio de Dios por el hombre. Moltmann habla de la ontorevelación de Dios.

En la Lectio divina, Dios se abre y revela al hombre. Nuestro autor da mucha importancia a la Lectio divina. El hombre tiene que escuchar la lectura de la Escritura. Dios toma la iniciativa de la comunicación.

Otro medio de comunicarse con Dios nos dice el autor es la oración. En la oración el hombre habla y Dios escucha. Dios recibe las alabanzas, las peticiones del hombre. Tanto la Lectio divina como la oración son una comunicación entre Dios y el hombre. El efecto de esta comunicación es la transformación del hombre. Para la transformación del hombre, este tiene que dejarse modelar por Dios. La Palabra de Dios transforma también la unión con Dios en la oración.

El autor cita a San Juan de la Cruz. Este doctor nos habla mucho de la transformación. El medio en las noches son las virtudes teologales. Es la oración de San Juan de la Cruz “amada en amado transformada” Felicito al autor que ha sabido mostrarnos el sendero para la unión y la transformación en Dios mediante la Lectio divina y la oración.

– Miguel Gutiérrez.

El libro del arte de vivir

GRÜN, A.,

El libro del arte de vivir

Sal Terrae, Santander, 2002, 295 pp.

Este es el objetivo de A. Grün: «Saber pararse, en lugar de correr alocadamente. Permitir que las cosas maduren a su propio ritmo. Hallar la medida exacta en cada cosa. Hacer lo que es bueno para el cuerpo y para el alma. Mirarse a sí mismo y a los demás con ojos indulgentes». Este es el ARTE DE VIVIR: entrar a fondo en la vida permaneciendo abiertos a cuanto de sorpresivo la vida misma nos depare a todos, todos los días.

El título general va desarrollándose a través de unos epígrafes generales con su subtítulo correspondiente. La pista clave del epígrafe, por ejemplo: «La esencia de la felicidad: sé el que eres» queda clarificada con «Acéptate y sé bueno contigo». Y así, con cada uno. En «Déjate transformar, las crisis ayudan a crecer y a madurar», desarrolla la clave. En general, El arte de vivir nos da la impresión de ser unas pláticas religiosas (muy breves) de A. Grün, que completa o amplía y desarrolla con sus aspectos culturales, psicológicos, sociológicos, etc. No es una gran obra (las tiene mejores) pero son agradables sus contenidos, y amenos, pedagógicos… En concreto, son nueve capítulos que nos indican el arte de vivir o vivir con arte. «La esencia de la felicidad: sé el que eres. La vida merece vivirse. Da un sentido a tu trabajo. Busca profundidad en todas tus relaciones. Recibe a tus amigos como un regalo. Confía en el amor y llega hasta sus raíces. Déjate transformar. Asómate a tus deseos. Vive y que no vivan otros por ti». «El que mira fijamente a las estrellas tiene el peligro de perder contacto con el suelo», nos ofrece una ráfaga de luz para descubrir cuáles son las sendas por donde A. Grün quiere ayudar a vivir. Si vivir es un arte (para el autor lo es) necesitamos aprenderlo. Vivir a presión no es positivo. Y comentando los sueños nos dice que equivale a mirar hacia dentro; y este mirar hacia dentro es despertar.

– Ildefonso Peñas.

Cincuenta ángeles para el alma

GRÜN, A.,

Cincuenta ángeles para el alma

Sal Terrae, Madrid, 2000, 156 pp.

No es una enciclopedia o un tratado de los Ángeles (Angeología), sino una antología (llamémosla así) para que el alma se sienta protegida y esperanzada en su vivir. A. Grün, como si fuera un filólogo, describe el significado de las palabras claves de esta obra (alma, virtud, psique, etc.) y, después, su comentario desde la teología espiritual. Buen pedagogo. Nos habla de los ángeles de la paz, de la propia decisión, de la distensión, de la sabiduría, del conocimiento de sí mismo, del olvido, de la fortaleza, de la obediencia, de la prudencia, de la discreción, del silencio, de la justicia, de la integridad, de la insobornabilidad, de la longanimidad, de la sonrisa, del sueño reparador, del placer de vivir, de la propia medida, de la tranquilidad, del amor al prójimo, de la amistad, de la perseverancia, de la fidelidad, de la franqueza, del compromiso, del servicio, de la vigilancia, de la ecuanimidad, de la tolerancia, de las celebraciones, de la solidaridad, del humor, de la renuncia, de la hospitalidad, de las pequeñas atenciones, del juego limpio, de la no violencia, de la bondad, de la inspiración, de la esperanza, de la fe, del dominio de sí mismo, del respeto, de la bendición, del compartir, de la compasión, de la integración, de la alabanza, de la luz.

Todos son ángeles. En total: 50. Todos son virtudes. Todos son apoyos. Todos son lámparas de luz. Todos son impulsos interiores que desarrollan las potencialidades de nuestro espíritu; potencialidades o dones divinos. Todos son alas para desarrollar estos dones de Dios. Todos son compañeros de la vida. Todos son fuerzas o dones de Dios. Como lectura espiritual para cada día, será un ángel que nos acompaña en nuestro caminar. Camino, a veces solitario, a veces a oscuras, a veces luminoso, a veces como en un atardecer, a veces anochecen las fuerzas. A veces… Así los concibe A. Grün, y así nos los presenta. Razones y experiencias, título y contenido. Cincuenta ángeles. Ni más ni menos.

– Ildefonso Peñas.

La esencia del cristianismo

FORTE, B.,

La esencia del cristianismo

Sígueme, Salamanca, 2002.

En todas las etapas y ante las instituciones «viejas», el hombre —y el pensador, sobre todo— se hace la misma pregunta: ¿qué es lo esencial? Porque siempre corremos el riesgo de perder el norte y de vivir de relativos circunstanciales. Sígueme nos ofrece en este estudio de Bruno Forte pistas suficientes para encontrar hoy la «esencia del cristianismo». Comienza, con buena lógica, preguntándose e invitando al lector a preguntarse dónde estamos y quiénes somos. Una pregunta de situación, imprescindible. Escrutando el alma del mundo se encuentran luces y sombras. Los grandes deseos y proyectos de autonomía resultan insuficientes. En lugar de matar al Padre, habrá que re-encontrarse con el Dios Padre-Madre de amor. Y vivir en diálogo abierto y respetuoso con las religiones no cristianas y «universales», ya que en todas existen detalles divinos. Un segundo capítulo presenta lo que el autor juzga la esencia del cristianismo, percibida desde la fe. Sólo la fe nos acerca a la Palabra que sale del Padre —éxodo— y que se hace historia de libertad salvadora para el hombre. Jesús da sentido definitivo al cristianismo, desde la cruz, desde la Pascua, desde la Trinidad, revelándonos al Padre-Amor y al Espíritu de Vida. El siguiente capítulo ha de leerse a la luz de los Tres, para entender la vocación de seguimiento que hace posible la Iglesia como sacramento de Cristo. De ahí las exigencias como testigos de fe, con razones para la esperanza y siempre tocados por el amor trinitario, para un servicio permanente de reconciliación que el mundo espera.

Un tema original para poner broche final: Hacia la belleza de Dios. Y camino hacia esa belleza o expresión de la misma, María de Nazaret, a quien se califica con acierto realista icono del misterio. Ella es la mejor antropología de Dios y la mejor teología del hombre (p.141). La cercanía de María nos descubre el verdadero rostro del Dios trinitario y enseña a ser Iglesia, nacida de la Trinidad. El segundo apartado está dedicado a la belleza como «kenosis» y como esplendor. O, lo que es lo mismo, de la tragedia de la Cruz a la gloria de la Pascua. Una belleza positiva, porque salva. La obra se cierra con un «apéndice», en que la pregunta que sirve de título al autor, la formula a tres grandes maestros que respondieron desde perspectivas parciales: Feuerbach, con el amor infeliz. Harnack, con el amor intimista y conciliador. Guardini, con el amor paradójico. La crítica de Bruno Forte la resume en el último título: El amor crucificado, porque sólo él, a juicio del autor, constituye el Evangelio para el tiempo postmoderno.

– Gratiniano Turiño

Recuperar el alma

ÁLVAREZ, R. J.,

Recuperar el alma.
Hacia la psicología de los valores

Sal Terrae, Santander, 2003, 181 pp.

Cambiar desde dentro, y no desde fuera. Este es el objetivo que busca presentar el autor. Este cambio implica el incremento de la autoestima, mejora las relaciones interpersonales, y logra la sensación de control del tiempo propio. El propósito central de las 181 páginas de la obra se funda en estos dos pilares: la Logoterapia de V. Frankl y la psicología de los valores. Desde el cuento de «La camisa del hombre feliz» —no se olviden de él— y como introducción, J. Álvarez desarrolla los contenidos de su obra en nueve capítulos: Provocación, reacción; El arte de cambiar proactivamente; Caretas fuera; A la búsqueda del alma; Los paradigmas del alma; Efectos secundarios; Superar los escollos; Caminar por la vida.

Este cambio, desde dentro, no el de fuera, es clave: el esquema de este cambio nos lo presenta en la página 23, para que el lector comience su tarea. Obsérvenlo. Son muchos los rodeos, las pistas, las técnicas… que ofrece… muchos árboles que pueden entorpecer la vista del bosque de la vida. Vida que se presenta muy misteriosa, pero es legible. Y hay que aprender a leer… Las conclusiones a las que nos remite el autor las enuncia y semidesarrolla en las páginas 179-181. Muy acertadas.

Los dos cuentos y la fábula, en los cuales J. Álvarez se apoya, son clarificadores por sus sensatas propuestas: si «La camisa del hombre feliz» prologaba la obra, el «Sueño del aldeano» cierra todos los capítulos.

Nos apoyamos en las tres moralejas vitales con las que el autor finaliza la obra que reseñamos. Dice así J. Álvarez, y nosotros con él: lo verdaderamente valioso no está en ningún lugar lejano, sino en lo más familiar que tenemos: en nosotros mismos. Lo más poderoso es a menudo lo más pequeño, lo más sencillo. Para no dejarnos embaucar por vendedores de maravillas, lo más seguro es mirar directamente con nuestros propios ojos y no con el filtro de los prejuicios ajenos (p.181). Manos a la obra, pues, y el cambio desde «dentro» se realizará día a día.

– Ildefonso Peñas

El gozo de ser persona

MARTÍNEZ LOZANO, E.,

El gozo de ser persona
Plenitud humana y transparencia de Dios

Narcea, Madrid, 2003, 154 pp.

Título y subtítulo expresan, adecuadamente, lo que el autor quiere ofrecernos. Lograda la plenitud humana es transparencia de Dios. El problema radica en cómo lograr lo que él denomina plenitud humana; y lo quiere demostrar. Los obstáculos, sin embargo, son muchos. Y enraizados en lo que somos y en lo que aparentamos ante los demás. Martínez Lozano apunta: superar formas culturales, lenguaje arcaico, ahondar en el conocimiento de nosotros mismos para acceder a la Presencia que nos habita y hacernos conscientes de nuestra unidad original con Dios. Es pues, una meta que se nos propone, pero…

Las bases psicológicas en las que el autor se apoya nos parece que están tomadas muy idealmente, y con gran entusiasmo por su parte. Creemos que es problemática esa vivencia de plenitud humana y lograr el gozo de ser persona y ser, lógicamente, transparencia de Dios. Estamos en etapas de evolución constante. Aún estamos sin terminar.

La contemplación de una imagen de María (la Virgen del Molino) brinda al autor las bases para los seis capítulos de la obra: l) la persona en pie, 2) con talante, 3) mirar con el corazón, 4) déjate afectar, 5) la alegría de creer, 6) hacer de la vida una bendición. Jesús y María son los complementos terapéuticos de las bases que aporta en sus comentarios.

Dado el entusiasmo descrito apunta: «si no queremos perder un nuevo tren y, lo que es más grave, si queremos ser fieles al proyecto de Dios, hemos de perder los recelos —no la crítica— a todo lo que es psicológico para, al contrario, subrayar la convergencia entre psicología y espiritualidad y la necesidad urgente de colaboración entre ambas».

Aceptada su propuesta, y leyendo la obra «críticamente», concluimos con su última propuesta: «Obra que desea ser bendición». Lo desea el autor, el prologuista (Andrés T. Queiruga) y un servidor, el crítico agradecido.

– Ildefonso Peñas

Buscar a Jesús en lo cotidiano

GRÜN, A.,

Buscar a Jesús en lo cotidiano.
Ejercicios en la vida diaria.

Narcea, Madrid, 1998, 123 pp.

Son originalmente unos Ejercicios radiofónicos que dio Grün por Radio Vaticano en 1997, y que luego salieron en libro. Tienen el esquema de los Ejercicios personales y en la vida cotidiana. Son doce meditaciones para orar personalmente en torno a textos bíblicos significativos. Pautas para organizarse tiempos de reflexión: cómo distribuir el día y no perderse. Orientaciones interesantes para los que no pueden unirse a unos Ejercicios organizados. Todo esto lo sugiere ya en la amplia introducción.

Son doce meditaciones fáciles de entender, invitando al lector a entrar dentro. Sigue el esquema de un diálogo con el lector, llevándolo a personalizar los textos bíblicos, con preguntas sobre la propia vida, y terminando con una oración.

Los textos comentados son: Lc 15: La dracma; Mc 7: Curación del sordomudo; Mc 1: Curación del leproso; Mt 6: Cómo orar; Rm 8: Espíritu de hijos: Abba; Lc 9: Transfiguración: «Tú, mi hijo amado»; Lc 10: Marta y María; 1ª. Pe 1: Sed santos; Flp 3: Todo basura comparado con Cristo; Jn 13: Los amó hasta el extremo; Jn 21: «Es el Señor».

Grün es un monje prolífico en publicaciones, siempre interesantes para el gran público por su facilidad en transmitir una espiritualidad conectada con los grandes temas de la psicología y la preocupación actuales. En estos últimos años, el público español le presta especial atención, y con razón.

– Miguel Márquez

Jesucristo

GESCHÉ, A.,

Jesucristo

Sígueme, Salamanca, 2002, 270 pp.

El que hasta no hace mucho fuera profesor de la Universidad de Lovaina, Adolphe Gesché, es un autor sobradamente conocido entre nosotros. A ello ha contribuido la traducción al español de algunas de sus obras, en las que ha intentado hablar bien del hombre y de Dios. En la que ahora presentamos se propone hablar correctamente de la relación entre Dios y el hombre, lo que hace que se pregunte por la figura de Cristo. Él, no sólo habló de Dios y del hombre, sino que ilumina extraordinariamente la relación entre uno y otro.

Según el autor, el tratado de cristología habría que enfocarlo desde la relación Dios-hombre. Sin olvidar las cuestiones clásicas, es deseable abrir y proyectar la cristología «hacia una memoria colectiva». Hasta tal punto el Cristo de la fe pertenece a la historia que se ha constituido en un verdadero hecho de civilización. En Cristo y desde Cristo, el hombre no sólo se comprende a sí mismo, sino que comprende también a Dios, ya que en él (Cristo) Dios y hombre se encuentran maravillosamente. Pero dicha comprensión es difícilmente pensable sin un reajuste del discurso cristológico que exprese con claridad haber visto a Dios en el hombre. Se trata, en el fondo, de elaborar una cristología narrativa, capaz de dar cuenta de las cosas de Dios y del hombre. Para ello, después de dejar claro el lugar que Cristo ocupa en la fe cristiana, el autor plantea la relación entre el Jesús de la historia y el Cristo de la fe. Debate crucial en la modernidad que aquí se afronta mediante las nociones de identidad histórica e identidad dogmática, a las que se añade la de identidad narrativa que constituye el nudo e interfaz en que todo se decide. Otras cuestiones de las que tradicionalmente se ocupa la cristología son la resurrección de Jesús y su título de Hijo de Dios. Son cuestiones difíciles, pero que no se pueden eludir. Consciente de ello, el autor, desde un procedimiento narrativo, intenta demostrar el sentido de cada una de ellas para concluir diciéndonos que no sólo el hombre es capaz de Dios, sino que también Dios es capaz del hombre, en el sentido de que su amor es deseo de humanidad. Aquí radica el secreto de la cristología y éste es el mensaje de la Navidad: mostrarnos, no ya sólo a un Verbum incarnatum, sino incarnandum (San Bernardo), que se reviste de nuestra humanidad. Dios y el hombre se atraen e interpretan mutuamente. ¿No habrá llegado la hora —se pregunta Gesché— de que los cristianos se den cuenta de ello?.

– Jesús García Rojo